Partida Rol por web

—¿Y una emboscada? Podría tirarle desde algún lugar y cuando venga a atacarme ustedes lo toman por sorpresa.

Aprovechando que el dragón parecía dormido. Anselmo cogió un poco de azufre de una de los montículos. Eran pilas casi tan altas como una persona. El polvo, ahora visto más de cerca , parecía como arena gruesa, pero de un tono más amarillo, y desprendía un olor no muy agradable.

Cuando el azufre se acercó a la lava se produjo una llamarada azul. Una pequeña nube de humo blanco subió rápidamente, con un olor que hacía arder los ojos, como cebolla podrida.

El dragón se acomodó en su roca, un leve ronquido y una nube similar a la del azufre salió por su hocico. ¿Se despertó? No. Se tapó la cabeza con la cola y siguió durmiendo.

Anselmo probó hacer lo mismo pero mezclando el azufre con una pizca de escamas de dragón molidas. Racktar, celoso, no quiso darle más que eso. Cuando la mezcla se acercó a la lava se formó una burbuja que ascendió lentamente llevando una llama azul en su interior. Al llegar al techo de la caverna la burbuja estalló y el humo blanco se desparramó entre las rocas.

- Nada mis ideas han sido un tanto infructuosas, no ayuda este elemento a crear un puente en la lava. Comentó en susurro, pues por un instante se había llevado un buen susto cuando el dragón se movió, creyendo que aquel olor lo había hecho despertar. Tenían por ahora un factor sorpresa que era que el dragón dormía, si se despertara sería una dificultad añadida al encuentro.

Margrave también se unió a los susurros, dándose cuenta de la gran ventaja que sería en el combate.

-Esta isla es muy extraña, quizás debamos pensar también de otra forma.-y sacó los huevos que la había dado la pata. Uno lo colocó cerca de la lava, como si esperara que el calor que salía del suelo lo terminara de incubar, y el otro lo rompió. No sabía del todo si conseguiría algo, pero mientras aquel dragón durmiera, tenían tiempo para pensar.

Mientras los héroes seguían meditando acerca de cómo proceder, el cascarón del huevo se rasgó. Un pequeño pico apareció en la grieta y tres él unos rayos de luz blancoazulada como de una estrella fría.

El patito terminó de liberarse de su prisión esférica y sin más saltó directamente a la lava. Peroilagrosamente, lo que a patos más corrientes les lleva muchas semana, él lo logró e segundos: abrió las alas, planeó llevado como un barrilete por el aire cálido, y fue a posarse sobre el lomo del dragón.

La bestia empezó a agitarse incómoda, como si él peso de la pequeña ave pudiera hacerle mella. En cualquier momento podría despertar.

Un rugido agudo hizo temblar las paredes de la cueva.

- Esos huevos nos pueden ayudar en la lava para despertar al dragón, pero él nos puede atacar con su aliento mientras nosotros excepto Racktar somos de combate cuerpo a cuerpo. Seguimos con el mismo problema si el dragón se despierta nos puede atacar desde allí, y nosotros seguiremos con el mismo problema de no saber cómo pasar la lava.

Margrave preparó la espada, temiendo que aquel patito terminara de despertar el dragón. 

-Estoy de acuerdo, lo más seguro sería poder acercarnos al dragón sin que despierte.

Por su mirada, una idea pareció ocurrírsele. Margrave señaló al fondo de la cueva, más allá del islote donde dormía el dragón. Allí donde había un poco de terreno que podrían pisar. Todo un camino que serpenteaba por el borde derecho y que quizás podrían recorrer, si es que eran capaces de saltar los trozos de lava.

-¿Y si bordeamos el terreno hasta acercarnos?

- ¡Buena idea Margrave!, Anselmo acompañó a Margrave a ir rodeando hacia la derecha saltando hasta estar más cerca del dragón...

Los cuatro héroes rodearon la cueva con valentía salvando la brecha en la que un mal paso los podría haber conducido a morir ardiendo en la la lava. Mientras completaban el recorrido el dragón finalmente despertó, extendió sus alas y rugió irguiendose en sus dos patas. Pero no había descubierto aún a nuestros héroes, estaba intentando alejar al patito que con su luz parecía molestarlo en demasía.

Anselmo se persigno viendo que el dragón se había despertado, y que gracias a que Malgrave tuvo la idea del huevo ahora se encontraba encaprichado en esa criatura pequeña y voladora que había salido por el hervor de la lava. Había saltado el gordinflón con éxito y dio gracias de llevar solo la daga, pues ya con su peso era suficiente para encima cargar con una espada. Se tuvo que subir sus faldones enseñando las piernas peludas, y empezaba por cierto a sudar como un cerdo, pues la lava que estaba cerca hacía que la temperatura se elevara.

Ya el clérigo chorreando por la frente de sudor, con la daga en mano, e intentando que su respiración no los delatara, ya que estaba ahora en su punto álgido de inspiraciones por el esfuerzo hecho al saltar, le hizo un gesto al grupo para que le acompañara a saltar la plataforma, y así hacer un ataque por detrás al dragón en conjunto, aunque sabía que el mago podía atacar a esa distancia sin tener que saltar, ya vería Drak la mejor forma de actuar.

Así que el clérigo tras hacer una señal para que lo siguieran... Saltó a la plataforma colocándose detrás del dragón, intentando ver el punto más débil a su espalda para que su puñal lo dejara muerto al momento. Tenía que buscar aquel punto vulnerable...

Drak había seguido al grupo en silencio. No sabía si había un plan o no, pero seguir a este extraño grupo parecía la mejor oportunidad de salir con vida de la isla. ¿En serio enfrentar a un dragón era la mejor opción? Así de mal estaban las cosas.

Apoyó una rodilla en el suelo y adelantó la otra pierna para tener buena estabilidad y preparó la ballesta. Esperaba la señal para iniciar el ataque.

Mientras los héroes buscaban el mejor momento y lugar para atacar el dragón hizo arder la cueva con su potente rugido. Primero fue un humo blanco que salió por su nariz y luego el bramido de fuego. El aliento caliente del animal era claramente visible y quemaba el aire a medida que avanzaba.

La nube incandescente avanzó en dirección al ave que tanto molestaba a la bestia y acabó por alcanzar a los montículos de azufre al otro lado de la caverna. Una a una las pilas de arena verdosa fueron estallando en hermosos fogonazos azules.

Una gigantesca nube blanca brotó de esos fuegos, trepó hasta el techo de la cueva, se expandió y comenzó a descender por las paredes amenazando con cubrirlo todo.

Margrave contuvo la respiración, temeroso de que el dragón les descubriera cuando estaban ya tan cerca de él. Había sido una suerte que no les viera ni oyera cuando atravesaron el lago de lava, y esperaba no haber gastado toda su suerte todavía.

Tenía los nudillos casi blancos de la fuerza con la que sujetaba la espada, y el sudor de su frente no era solo del calor. Echó una mirada nerviosa a sus compañeros, pero determinada en la hazaña que les tocaba acometer. Al igual que Anselmo, se había acercado sigilosamente todo lo posible hasta el dragón, para que su ataque fuera lo más desapercibido posible.

Solo quedaba la señal. Margrave alzó la espada por encima de su cabeza con la mano derecha, el filo apuntando hacía una zona entre dos escamas. Su palma izquierda estaba al lado, con los dedos extendidos, de tal manera que todos lo vieran. La colocó contra el pomo pero solo rodeó el extremo con el meñique mientras empezaba a contar mentalmente. "Cinco". Al meñique le siguió el dedo anular. "Cuatro". A Margrave se le perdió la vista en la terrorífica envergadura de aquella bestia. "Tres". Solo quedaban el dedo índice y el pulgar. "Dos". El pulgar encontró su posición. "Uno". Era ahora o nunca.

Margrave se ayudó de la gravedad y de la fuerza de sus brazos para clavar la espada contra el cuerpo del dragón. Aquel movimiento, para aquellos que no hubieran visto la cuenta atrás en sus dedos, era la señal definitiva para que todos empezaran a atacar.

La espada atravesó las gruesas escamas del dragón con una facilidad sorprendente. Al salir un grueso chorro de sangre salpicó a Malgrave. Una flecha disparada por Drak se clavó bajo el ala y un hombre lo de sangre comenzó a chorrear desde allí.

El dragón bramó sorprendido y se puso a sacudirse buscando de dónde había provenido la agresiónientras sacudía la cola amenazadoramente.

—¡Quién es el cobarde que ataca por la espalda a alguien dormido! Preséntate para sentir el filo de mis dientes.— Pues evidentente el dragón hablaba.

Mientras tanto la nube de humo de azufre seguía bajando, ya la cabeza del dragón se veía nublada y no tardaría en cubrir a los héroes.

Anselmo arremetió con su daga en el punto vulnerable del dragón esperando que la bestia falleciera...

Como no, el dragón también hablaba. No había tiempo que perder, así que ignorando las palabras del dragón, Margrave imitó a Anselmo y volvió a clavar la espada en el dragón. Necesitaban debilitarle todo lo posible, porque en nada les vería y les atacaría.

El mago cogió un puñado de polvo de escamas de dragón y las arrojó al aire soplando para que formen una burbuja a su alrededor. Si Jugtar no había mentido eso los protegería del fuego del dragón.