Partida Rol por web

La figura de ropas anaranjadas se aproxima muy rápidamente. No, no era la figura la que se acercaba. Esa criatura estaba quieta. Quién se acercaba eras tú, avanzando enormes distancias en cada paso, como si una fuerza sobrenatural te empujara amablemente.

—Bienvenido, veo que has dado con la salida. Toma, necesitarás esto para matar al dragón.—Jugtar te presentó una espada. Porque se llamaba Jugtar. ¿Pero cómo es que sabías su nombre?

No tuviste tiempo de pensar en ello porque el encapuchado se había corrido del camino y frente a ti apareció el dragón, cuyo cuerpo ocupaba casi todo el ancho del túnel, con sus alas plegadas y sus ojos fijos en ti. Ojos luminosos, con pupilas negras como el abismo y elongadas como las de la serpiente que tentó a la primera mujer.

—¿Qué miran? ¿Que nunca han visto una pata empollando? Venga. Que me dejen tranquila! Vale. Si me dejas en paz os regalo dos huevos, total tengo muchos. Además, en vez de molestarme a mí podrían ocuparse en rescatar al humano gordo antes de que se ahogue. Si los humanos no están hechos para el agua ¿por qué inciste en meterse a morir en la laguna? En cualquier momento en vez de nadar voy a caminar sobre cuerpos flotantes.

Al mirar hacia la laguna se ve que efectivamente Anselmo está flotando en la misma posición que Robert. El clérigo alcanzó a acercarlo bastante, pero parece que las fuerzas le fallaron. Ambos cuerpos están a unos veinte metros de la orilla, junto a la ballesta.

Margrave casi se cae de culo, sorprendido por aquel pato que echó a hablar. Perdón, pata. Se lo quedó mirando ojiplático, para luego echar la vista atrás y descubrir que tenía razón. Anselmo estaba flotando en mitad del agua en la misma posición que Robert, al que ya había dado por muerto ante las circunstancias.

-Hablamos en un momento, ¿señora?-no sabía como referirse a ella, si estaría casada o qué. Espera, ¿qué hacía pensando en si una pata que hablaba estaba casada o no? Margrave chasqueó la lengua, y decidió hacer lo único que tenía claro: que debía salvar a sus compañeros. Así que dio media vuelta y corrió hasta la orilla del agua, deteniéndose justo antes de entrar.

Igual le vendría bien echar un rápido vistazo antes de meterse.

Margrave  detectó un olor particular en el vapor que salía del agua, algo distinto a cualquier cosa que hubiera oído antes. No era algo desagradable, más bien relajante. Quizá fuera eso lo que hizo que Anselmo y antes Robert se desvanezcan. Anselmo había aguantado lo suficiente como para nadar unos 100 metros de ida y vuelta, ¿quería eso decir que 20 metros era algo más seguro?. Robert podría estar ahogado ya, pues no sabían cuánto había pasado en el agua. Anselmo recién se había desmayado, probablemente estuviera vivo aún, pero no soportaría mucho en esa posición.

Anselmo como si de un sueño se tratara vio al enano de la capucha roja, pero cosa rara que sabía su nombre. ¿O era cosa de la divinidad o del demonio?, daba igual el enano le prestó una espada, ¡una espada!, Anselmo no había tocado una espada en su vida, mira que quiso ser caballero pero su padre al verlo tan gordinflón lo mandó directo al monasterio. Allí se educó entre libros y biscochos, así que al final no hecho para nada de menos la vida de caballero. Ahora que se veía con una espada la cogió con las dos manos y siguió recto viendo que Jugtar se echaba a un lado, y se quedaba en aquel túnel siniestro. Anselmo no sabía por qué, pero aquella espada le había dado seguridad y firmeza, y se envalentonó como si estuviera con sus compañeros, hacia delante con aquella espada que le había dado tanta seguridad. Lo que encontró al final era ¡un dragón!, si tuviera unos cuantos años más se hubiera muerto allí mismo de un soponcio, pero siendo todavía joven, aunque muy sorprendido tuvo una reacción un tanto inverosímil, en vez de meterse entre las piernas salió corriendo hacia el dragón con la espada agarrada con las dos manos y a modo de lanza proyectándola hacia el cuerpo de aquel ser como si quisiera atravesar sus formidables escamas con solo su sprint final hacia la muerte. Pues eso hizo el clérigo dejándose todas sus fuerzas en ese sprint final. 

Margrave arrugó la nariz, reconociendo un olor extraño en el aire.

-Algo raro le pasa al olor del agua.-avisó a Drak y a Racktar, arrancándose un trozo de tela del uniforme y anudándoselo alrededor de la boca y la nariz, mientras empezó a entrar en el agua. No podían permitirse perder a nadie más, y más valía que sacara del agua a sus compañeros cuanto antes.

Este mundo parecía sorprenderlos cada vez más, ahora una Pata les estaba hablando, nuevamente Racktar se veía perdido en sus propios pensamientos, pues se cuestionaba si se encontraba en uno de esos "sueños" que parecían tan vividos, aunque las palabras del animal lo volvieron a la realidad cuando menciono que Anselmo estaba en peligro.
-No se preocupe, no venimos a hacerle daño,
Racktar se dispuso inmediatamente después a ayudar a Margrave con Anselmo.

Rapidamente, Racktar recordó las cuerdas en el carro, por lo que se dispuso a ir por ellas, -Señor Margrave, tal vez debería amarrarse una cuerda por cualquier cosa y si es necesario jalamos con los caballos. 

La cabeza cercenada del dragón cayó tras un solo tajo de la espada de Anselmo.

—Muy bien hecho. Ahora sigue por el túnel y serás libre y serás sano y serás salvo.—dijo Jugtar antes de arrodillarse a beber la sangre de la bestia.

Anselmo continuó por el camino, hasta la boca del túnel donde lo sorprendió la luz que se colaba entre las ojas de los árboles. Cerró sus ojos y puso la cara para que le peguen esos tibios rayos solares y aspiró profundamente ese agradable perfume de pinos.

Malgrave llegó hasta donde estaban los cuerpos y pudo engancharlos con los arneses. Así luego de sujetarse a la cuerda le quedó libre una mano aún para alcanzar la ballesta. Desde la orilla, Racktar, Drak y los demás tiraron de las sogas para sacarlo del agua rápidamente y con poco esfuerzo.

Ya en la orilla el guerrero se quitó la protección de la cara y se reclinó contra las raíces de un árbol. Lo que sentía no era cansancio físico. Más bien podría describirse como excesiva tranquilidad y ganas de echarse al sol por una siesta.

Al voltear los cuerpos pudieron ver la cara de Robert hinchada, la piel de un blanco verdoso. Ya no respiraba.

Anselmo, en cambio, sólo parecía dormido, y hasta parecía estar sonriendo.

Anselmo tosió y vomitó agua salobre. Cuando abrió los ojos lo primero que vio fue a Racktar que lo observaba de cerca y luego al resto que miraba con atención. Malgrave estaba mojado y apoyado contra un árbol. El cadáver de Robert junto a él. Y un pato que se acercaba lentamente.

- ¡Oh, señores qué alegrías veros!, ¡he tenido una visión!, comentó mirando a su alrededor y dándose cuenta de que Margrave le había salvado de ahogarse, al estar empapado. Allí también estaba el cuerpo del difunto. - Vi un túnel y corrí y vi al enano con capucha roja que me dijo su nombre, o ya lo sabía antes en mi interior se llama Jugtar y me dio una espada, seguí y vi un dragón que maté con mi espada, y el enano me lo agradeció y me dijo: "Muy bien hecho. Ahora sigue por el túnel y serás libre y serás sano y serás salvo" Después el enano se arrodilló y bebió de la sangre de la bestia. Comentó nervioso para después reincorporarse e intentar secarse y recuperar fuerzas.

La idea del joven Racktar fue decisiva para que el rescate fuera rápido y sin incidentes. Margrave dejó los cuerpos en la arena y buscó un lugar donde apoyarse, las arrugas del rostro suavizadas ante aquella sensación de su juventud que creía haber olvidado.

-Ah....-suspiró con una sonrisa en los labios, los ojos entre cerrados.-No me vendría mal un pequeño descanso...

Su mirada estaba medio perdida, no parecía terminar de entender el estado de Robert. Las palabras de Anselmo le parecían lejanas, como si estuviera hablándole a través de un sueño.

-Conque una visión...-se echó  a reír.-¿Pero qué tipo de dragón? ¿De los grandes o los enanos?

- Pues nunca vi uno, y este me aterró diría que grande por su tamaño más que por comparar, ya que es la primera vez que veo uno.

Racktar tenía sus historias con los sueños y las profecías, por lo que prestaba especial atención a cada palabra, a la entonación y las señales oníricas del relato de Anselmo. -podrían existir mil escusas para tu sueño o interpretaciones para el mismo, mmm, dragones. Nuestra pista más grande es Jugtar y la espada. Mientras hablaba pudo notar como el pato se acercaba a ellos. -hay viene el pato...

—¿Están hablando de Jugtar, el duende? Ese sí que es un buen mago. Él me enseñó a hablar. Si no fuera porque se junta con las lagartijas esas que siempre quieren comerme a mí o a mis huevos lo visitaría más seguido.

-Las lagartijas de las que habla el pato se hacen llamar a sí mismas "dragones". ¡Dragones, esos renacuajos!- le explicó Margrave a Anselmo la razón de su carcajada. El hecho de que estuvieran conversando sobre sueños extraños con un pato que hablaba parecía solo acrecentar su extraño estado de ánimo.

-Ahora que lo dices, ¿no nos ofreciste dos huevos por dejarte de molestar? -le pregunto a la pata, sin apenas pensar sus palabras.

- ¡No, no!, yo estuve encerrado por culpa de esas lagartijas como dice este pato, comentó el sacerdote mirando al pato con extrañeza. - Pero yo me enfrenté a un dragón de verdad no a una lagartija. Por cierto, si este Jugtar es un mago, tiene que ser malo por aliarse a las lagartijas que nos capturaron. No sé por qué en mis sueños o en mi pesadilla o trance me ayudó dándome una espada para matar a la bestia. Creo que deberíamos de volver y hacerle unas preguntas, ¿qué decís?, ¿Pato vendrás con nosotros?, si estas con nosotros no te pasará nada, estos hombres vencieron a las lagartijas. Por cierto, ¿no sabrás nada sobre una extraña enfermedad que asola a los humanos en esta isla?

—Allí tienes—indicó la pata señalando con el pico hacia los pastos altos.—Coge un par y tapa el resto con paja y plumas para que no se enfríen mucho. Y vamos a ver a Jugtar.

El viaje de regreso hasta la cueva llevaba entre una y dos horas según el paso que le pusieran.

Revoloteando alrededor de Anselmo la pata explicaba sus opiniones morales.

—¿Los lagartos son malos por querer comerme? ¿Los peces son malos por querer escapar de mi pico? No. Sólo se trata de que la naturaleza es así, y que para que unos vivan otros deben morir. Lo único que espero es qe a mí no me llegue nunca el turno.

—Lo que sí es una enfermedad es esa locura que da a los humanos que se meten  morir al agua, como tú o el otro que sacaron. Un poco está bien, para alimentar a los peces, pero tantos acaban or ensuciar el agua. No sé si la enfermedad la trajo Jugar o los hombres de las carretas, llegaron más o menos al mismo tiempo, tampoco me importa. Lo que sí, si los lagartos no hicieran limpieza de humanos cada tanto esta isla sería una mugre.

Al llegar al claro donde estaba la entrada de la cueva aún faltaban un par de horas hasta el atardecer. Sólo hizo falta esperar un rato para ver a Jugtar salir de la cueva y acercarse a los primeros árboles para recoger algunas hierbas. En la boca de la cueva dos lagartos montaban guardia manteniéndose a la sombra.

—¿Quieren que le diga a Jugtar que venga hasta aquí para charlar?—preguntó la pata.