Partida Rol por web

Lo cierto es que como padre sí tengo el deber de custodiar y velar por Layl...

¡Olvidaos de todo eso! ¡Layla, los necrarios! ¡Todo! El pueblo está en peligro.

Los licántropos atacarán esta noche, con la luna llena, presas del mayor

frenesí. Acabarán con todos. Os quedan ocho horas para evacuar a los

aldeanos. Pedid ayuda a Sasha Ivliskova. A los vampiros no les interesa

que su rebaño muera. Nuestra única posibilidad es proteger a todas las

personas tras los muros del Castillo de Strahd.

La comunicación mágica se cerró abruptamente en ese justo instante. La ilusión de la imagen preocupada del Luz Guía elfo se desvaneció sin entrar a debatir otras posibilidades ni entrar en razón y reconsiderar la idea. ¿Cientos de inocentes refugiándose en las faldas del mismísimo tirano al que pretendían derrocar?

Ivalic pensaba que Herr Urik tenía razón, el castillo era un lugar peligroso y sería mejor no tentar a la suerte, ahora mismo el grupo no podía enfrentarse a eso. La pobre Gertruda tendría que esperar, si era ella la que estaba en el castillo, aunque todo parecía indicar que sí. Algo más sencillo como encontrar a Layla o volver a enfrentarse a los necrarios todos juntos parecía un objetivo más realista. Debían intentar explicárselo a Parriwimple, aunque el niño no sabía muy bien como decirle aquello a su amigo. Fue el elfo el que pareció establecer la única prioridad que debían seguir en aquellos momentos, lo de anoche iba a traer consecuencias para todo el pueblo y nada podrían hacer contra eso. Tan solo una cosa y eso le erizó la piel. Tragó saliva y miró a los adultos.

-¿Lo habéis escuchado? ¿Llevar al pueblo al castillo? ¿Seguro que el conde no les hará daño? -El razonamiento parecía bueno, al fin y al cabo si quisiera podrían acabar con todo el pueblo facilmente por lo que habían visto y el castillo era el único lugar seguro que había en los alrededores.- No estoy seguro de si es un buen plan. ¿Que opináis vosotros?

Mientras los adultos pensaban una respuesta se acercó a su amigo.

-Parriwimple, si vamos al castillo podremos buscar a Gertruda, entre tanta gente seguro que nadie se da cuenta. ¿Que te parece?

-Media vuelta, pues.  Aunque parezca una locura, la mancha de mora con mora verde se quita. Los muros del castillo deberán proteger a aquellos que en sus casas corren peligro, sea este peligro licántropo o vampiro. Para los aldeanos, estar en sus casas o en el castillo no marca diferencia si de vampiros hablamos. Pero sabemos que sus casas no los protegerán de los lobos. Regresemos al carro y partamos. No hay tiempo que perder.

- "No estoy muy convencido de que llevar a todo el pueblo al mismísimo Sumidero del Mal sea una buena idea. Sin embargo, la mención de la nueva "Burgomaestre", Sasha Ivliskova, me lleva a pensar en la mansión de los Indirovich. El lugar es recio y amplio, creo que podría ser una plaza defendible. Aunque primero habría que desalojar de allí a Ivliskova y sus Engendros Vampíricos, y segundo habría que armar a todo el pueblo con hierba matalobos y armas hechas de plata si queremos tener alguna esperanza de repeler el ataque que sin duda llegará esta noche..." -

El razonamiento de la Señora Helene parecía acertado, los vampiros habían demostrado poder acceder a cualquier ciudadano de Varovia cuando habían querido. Ivalic todavía recordaba como se les había presentado el Conde una noche y como no habían podido hacer nada. Pero los muros y las defensas del castillo quizás fueran más resistentes. Luego estaba el tema de que el Conde aceptara aquello o que la nueva Burgomaestre accediera a interceder por la población.

-Vayamos entonces al pueblo. Iremos mirando y fijándonos bien por si vemos a Layla, ¿Vale Arik?

Era una pena que el truco de la ropa no hubiera funcionado y ahora le habían perdido la pista, además si él fuera la niña y se encontrara desnudo permanecería oculto para que nadie le viera así.

Y entonces por la noche iría a buscar algo de ropa cuando nadie me viera.

Eso le dio una idea, al menos podía servir, aunque precisamente aquella noche...

-Si yo fuera Layla y no tuviera ropa me acercaría una noche al pueblo a por algo para poder vestirme. Podría probar en algún patio con ropa tendida o quizás vaya a mi antigua casa que es donde estuvo antes de que tuviera que huir... Solo espero que no vaya esta noche.

Eso sería muy mala pata porque coincidiría con los elfos-lobo, claro que igual entre los lobos no se atacaban.
Siguió escuchando a Herr Urik, que no parecía muy convencido del plan del elfo y al contrario que la Señora Helene había puesto sobre la mesa otra propuesta, también interesante, aunque a Ivalic no sabía cual le convencía más.

-¿Y entrará todo el pueblo en la mansión? No me gusta mucho lo del castillo, pero es más grande y probablemente allí no vayan a buscarnos y si lo hacen contamos con el Conde y sus fuerzas para protegernos, quizás por una vez haga algo bueno por el pueblo, así es como debería ser siempre, lástima que es un vampiro malvado...

No era solamente cuestión de espacio, habría que acondicionar la mansión y tapar de alguna manera todas las entradas, tanto puertas como ventanas. Se le antojaba algo más complicado, pero él solo era un niño.

- "Ivalic, no puedes haber olvidado que hace muy pocos días el Conde lanzó una horda de zombies contra Barovia para "diezmar" a su población. No parecía en lo más mínimo preocupado por el bienestar de su población. Recuerda además la forma casual y despreocupada como mató a Herr Ashlyn. No tiene ninguna clase de atadura moral, o siquiera pragmática, es una criatura cruel y despiadada capaz de matar por simple tedio." -

Ivalic asintió con un gesto triste, recordando todo lo que había pasado durante los últimos días y donde el Conde había sido el principal protagonista.

-Tiene razón Herr Urik, creo que no podemos fiarnos del Conde, pero es injusto, si se cree el dueño de estas tierras al menos debería protegernos. ¿Y la iglesia? También es un sitio grande y sus muros son muy gruesos, quizás sea más fácil de defender o fortificar y la gente se sentiría más segura. Además no tendríamos que echar a ningún vampiro de allí.

- "La Iglesia es otro lugar interesante, y que sepamos sólo tiene dos entradas: La puerta principal y el ventanuco por el que una vez te colaste, demasiado estrecho para un hombre lobo. Sería factible montar una defensa creíble allí. Si tan sólo pudiéramos armar con plata y hierba matalobos a la población..." -

Ivalic sonrió satisfecho porque su idea le gustara a Herr Urik, quería demostrar que él también podía ser útil para el grupo, aunque tenía claro que serían los adultos quienes tomaran la decisión final.

-Entonces podríamos usar la iglesia también, siempre está bien tener varias opciones ¿Verdad? Quizás debamos decírselo a la gente y que cada uno escoja donde refugiarse, aunque mejor todos juntos, así seremos más fuertes. -Lo de las armas de plata ya era otra historia, una para la que Ivalic no tenía ninguna solución.- Pero no tenemos ninguna arma de plata, aunque quizás si que podamos recoger más hierba de esa, aún quedan horas para que anochezca y la gente del pueblo puede ayudarnos.

- "Me pregunto si en la caverna que custodiaban los huargos habrá algún tesoro que nos pueda ayudar a proteger Barovia cuando caiga la noche. Tal vez ahora que el caudal del río ha vuelto a subir, esas criaturas se hayan marchado. Podríamos curiosear en el camino de vuelta al pueblo." -

Ivalic se quedó pensativo. Tenía curiosidad por saber que había en esa cueva y puede que con la llegada del agua aquellos enormes lobos se hubiera ido. Pero por otro lado aquello podía suponer un retraso importante y que no llegaran al pueblo a tiempo para poner a todo el mundo a salvo, organizar a tanta gente no sería fácil ni rápido. También cabía la posibilidad de que los lobos al llegar el agua se hubieran metido dentro de la cueva... Finalmente la curiosidad y ganas de aventura pudieron con la prudencia del niño, además seguro que allí había un gran tesoro que les ayudaría a realizar sus objetivos y estaba claro que Arik sería partidario de mirar dentro a ver si Layla se había refugiado allí.

-Creo que es buena idea Herr Urik, una miradita rápida no hará daño a nadie y quizás podamos conseguir algún tesoro o alguna arma mágica. En las historias que leo los mejores tesoros siempre están en cuevas y sitios así escondidos y probablemente el agua se encargó de los lobos igual que hizo con los ogros.

Los ogros le seguían dando cierta pena, pero aquellos lobos tan grandes no tanta.

Había guardado silencio ante la sarta de estupideces en cadena que estaba  escuchando. A aquel paso, con tanta tontería, su propio cerebro se convertiría en un puré. Montó en el carro.

-Vosotros nos os escucháis, ¿verdad? Veréis, yo ya tengo un hijo. De hecho tres pero no soy vuestra madre así que no voy a molestarme en sermonearos y haced lo que queráis. ¿Que queréis ir a la cueva? Perfecto, vais. ¿Que estáis dispuestos a arriesgar la seguridad de todo un  pueblo por meteros en una cueva que no va a escaparse de ahí? Nada, nada, a vuestro aire. Tenemos ocho horas por delante para convencer a todo un  pueblo de que van a ser atacados por licántropos. ¿Creéis que va a ser fácil? Pues no. Pero vosotros id a jugar. Yo me voy con mi hijo, Parriwimple y Arik a hablar con  los paisanos, a hablar con las autoridades, sean las que sean, y a tratar de poner a salvo a todos. Porque si tuvieran armas de plata, matalobos y esperanza además de valor, no habría peligro al que temieran enfrentarse. Pero no es así. Señores, arriba. Destino, Barovia. Parada en la cueva para Urik e Ivalic. Oye, Ivalic, ¿recuerdas que tienes una madre y una hermana?¿En Barovia?

¿Es este uno de esos momentos en los que tengo que dar una opinión alejada y otro punto de vista? Porque todo esto me parece un gran montón de mierda. Parece que la gente va a perder hagamos lo que hagamos, ¡y son mi gente! Llevo un par de lustros viviendo entre ellos. Viendo cómo las desgracias, las maldiciones y los monstruos se los van llevando uno a uno. Pero esto... Incluso en la invasión zombi tan solo perdimos a dos o tres.

Solo protestó, como si fuese una injusticia de los cielos, sin decantarse por ninguna opción. Se subió al carro, como los demás, y descendieron la montaña. En esta ocasión, las orillas del río estaban salpicados con los troncos de los árboles varados que el Ivlis no había sido capaz de encauzar por su centro más profundo. De vuelta al camino. Devuelta al puente. Desde su altura, la entrada de la cueva de nuevo estaba oculta tras la caída de agua. El secreto de su existencia, por contra, había sido revelado.

Helene arreó los caballos para que el carro pasase lo más brevemente por aquel lugar, y quitarles a Urik e Ivalic las tentaciones de ir a por los huargos. Cuando estaban a punto de volver a discutir sobre el tema, un sonido seco en la lejanía de los bosques que flanqueaban el camino. Se repitió. Era como el de un hacha talando un árbol o un varazo en la espalda. Se repitió una vez más. En la silueta de árboles, una de las copas se escoró hasta hundirse en un océano de color verde perenne. El estruendo del árbol talado espantó a una bandada de pájaros.

¿Qué hacemos? ¿Volvemos a por la cueva? ¿Vamos a ver lo que ha pasado en el bosque? ¿Regresamos directos a Barovia, sin perder tiempo?

- "Interesante, hay un leñador talando árboles ahí... ¿Y si fuera Maese Varikov? Su ayuda nos podría venir bien..." -

No dijo nada ante la regañina que la Señora Helene les había echado y se subió al carro en silencio, dejaría que los adultos decidieran, aunque él estaba obligado a seguir a Herr Urik como su porta antorchas.
El sonido del leñador y del árbol cayendo hizo que detuvieran el rápido descenso hacia el pueblo.

-Si es el Señor Varikov nos vendría bien su ayuda, además los leñadores siempre son gente fuerte, sea quien sea seguro que nos puede echar una mano.

En los cuentos siempre había un leñador que ayudaba a la chica que se perdía en los bosques y mataba a las fieras, seguro que una ayuda así les vendría de maravilla. Pero de nuevo dejó que fueran los adultos quienes tomaran la decisión final.

Con el apoyo expreso de Ivalic por investigar, y la pasividad de Arik, me vuelvo hacia Frau Helene para ver si da su aprobación acerca de investigar al misterioso leñador que trabaja en un bosque tan peligroso.

-¿Acaso Varikov era leñador? -preguntó Helene-. Lo pregunto porque no lo sé. Siempre he asociado a los enanos con la minería. En cualquier caso, mi prioridad es hacer lo del pueblo sin distracciones. Hasta el día de hoy, hemos ido de un lado a otro sin centrarnos en nada y así nos ha ido. Y sinceramente, ¿la presencia de un leñador o de un árbol que cae es razón suficiente para desviarnos? ¿Y qué razón es esa? ¿Que pudiera ser Varikov? Y en ese caso, dada la cercanía al pueblo, ¿por qué no ha venido a Barovia? ¿Y estáis seguros de que es el sonido de un hacha? Lo dicho, si queréis, tenéis libertad de iros. Yo voy a Barovia con Vjelkus, Arik y Parriwimple. Estáis a tiempo porque voy a arrear los caballos en diez segundos. Diez, nueve, ocho...

- "Parriwimple, ¿quieres venir con Ivalic y conmigo a investigar? Con suerte será sólo echar un vistazo a ver quién está talando árboles ahí al lado." -

No decidas por mí, mujer. Yo... yo iré al pueblo. Pero no porque tú me lo digas.

Lo que le faltaba a Helene. Primero, se encuentra con que le hablan de sagas, de lo que no sabe absolutamente nada. Y ahora, los hombres del grupo se le ponen gallitos.