Partida Rol por web

Ashlyn y Varikov siguen demostrando su valía, acabando entre los dos con otro zombi más. Irina, por contra, pierde el equilibrio y se corta el muslo sin querer con su espada. No sé qué vamos a hacer con esta chiquilla, su hermano borracho no es tan torpe con la espada. Parriwimple sale de la posada, aún herido, blandiendo un simple palo.

A Ser Urik, debido al sudor de entrar en batalla, se le resbala la espada cuando iba a por otro de los muertos, y se le cae al pozo. Ha tenido suerte, pues al asomarse comprueba que la espada ha quedado sobre el cubo, a media altura. Empieza a subir la manivela poco a poco mientras la polea tira de cubo y espada por igual hacia arriba. En un instante, debido al movimiento, la espada oscila y amenaza con caer al agua. Mientras, el zombi que tiene al lado repara en su presencia y deja de comer, girándose poco a poco hacia un bocado vivo y desarmado...

De la casa se abre la puerta que daba a la plaza, y la mujer desconocida sale echa una furia al ver a Gertruda fuera del carro. Tan furiosa está que enseña sus colmillos...

¡Es una vampiresa! ¡A plena luz del día! ¡¿Cómo es posible?! Salvo Parriwimple, que no sabe porqué esa señora tiene los dientes tan raros, al resto les embarga un terrible desasosiego y sensación de desesperanza. ¿Qué salvación hay si los vampiros pueden actuar también a la luz del día. Elenya se asoma por el lateral del carro y se echa a vomitar... Irina se echa a temblar... Gertruda está paralizada por el miedo... En la cabeza de Varikov, sus voces le repiten una y otra vez lo descorazonador de una nueva era de vampiros crepusculares que caminan a la luz del día.

¡No tan deprisa, Tatyana!-le dice a Gertruda-No te dejaré escapar. Acabaré con la mujer que me arrebató el amor de Strahd.

Cuando la vampiresa menciona el nombre de Tatyana, a Irina le da un vuelco el corazón. ¿Qué relación hay entre este hecho y los sueños de Irina en los que aparece Strahd? Preguntar a una novia celosa parece la peor idea posible para obtener respuestas.

​-¡Zorra del averno! -grita Ashlyn enfervorizada mientras se mueve y trata de golpear a otro cadáver andante-, ¡acabaré con tu miseria...!

Descuelgo mi escudo de mi espada y lo embrazo, sin perder de vista ni mi espada ni al maldito zombi.

Irina palidecio ante las palabras de la vampiro. Tras unos segundos de duda sacó el escudo y se plantó frente al monstruo. Lanzó una estocada poco precisa y grito:

-¿Que sabes tú de Tatyana, monstruo? ¿QUIÉN FUE TATYANA?

Parriwimple... achispado como está, confuso, sin tener muy claro lo que está pasando, trata de cargar contra el zombie que lucha contra Ser Urik. Con desastrosas consecuencias.

Al parecer una de las mujeres no era del todo inútil, parecía que había usado su espada antes y no solo para cortar patatas. Con la otra era mejor guardar distancia, si era capaz de cortarse a sí misma, no solo los zombies estaban en peligro.

La dominatrix salió de la casa y miró en la dirección donde estaba Varikov. La sangre se le heló y los ojos, que ya de por sí estaban muy abiertos, casi se le salen de los cuencos. Abría y cerraba la boca como un pez sacado del agua pero sin ser capaz de decir ninguna palabra. De eso se ocupaban las voces de su cabeza que se volvieron locas o más locas que nunca.

      ¿Esos son dientes de… vampiro?
      ¡Vas a morir!
      ¡Los vampiros solo andan de noche!
      ¡Todos vamos a morir!
      ¡Cómo es posible algo así?
      ¡Estamos perdidos! ¡ESTAMOS PERDIDOS!

- Sí... sí, sí, sí, eso es, sí, los vampiros solo andan de noche. Esto no… no es real. ¡No eres real! El pobre Trampero estaba al borde de la locura, más de lo normal, después de ver aquello. Estaba seguro de que sus ojos le fallaban. Debería empezar a usar esos cristales que ayudaba a la vista cansada de los hombres viejos, pero él ni era hombre ni era viejo. Entonces… Negó con la cabeza y se fijó mejor en la mujer demonio.

¿Tatyana? Era evidente que no lo miraba ni se dirigía a él. Lo habían llamado de distintas maneras a lo largo de su vida, pero nunca con nombre de chica. Algunas de las mujeres que tenía alrededor se llamaría así. Hizo memoria y recordó que la vampiresa por eso metía antes a las mujeres en el carro, por “arrebatarle” el amor de Strahd, el maldito asesino, y la única que se escapó era la chillona.

Miró a la moza y su rostro feo y retorcido se volvió asqueado. No quería tocar a ningún humano asqueroso, pero tenía que proteger a esa muchacha de la mujer demonio si quería encontrar aliados para ir detrás de Strahd. Suspiró, puso los ojos en blanco y agarró a la chica por el brazo. Agradeció los guantes que llevaba puestos. La llevó hacía la casa de donde habían salido todos esos humanos. En sus ojos, no eran buenos luchadores, pero por lo menos sus atacantes tenían con que entretenerse mientras él los mataba poco a poco.

-¡Corre ahí dentro, no te quedes aquí como una estúpida! le dijo con voz ronca mientras que con el hacha le enseñaba la puerta. No tenía muchas esperanzas, la chiquilla parecía más rígida que un palo. ...los vampiros no andan de día, ¿lo sabías? dijo más para sí que para ella.

Parriwimple empuja a Ser Urik contra la pared. Le acaba de salvar la vida: el zombi propina un terrible mordisco que acaba con el gigantón en el suelo, desangrándose. Mientras, Varikov tira de la muchacha, que no mueve ni un músculo, y la arrastra en dirección a la Viña de Sangre.

Ashlyn corta la piel de la vampiresa, y casi instantáneamente la herida se cierra ante sus ojos.

¡Tatyana era una furcia! ¡Y vosotras unas estúpidas que intentan dañarme sin un filo de plata! Aaaaagh...

Sasha camina hacia el pozo, se apoya con las palmas en la pared interior, y trepa hasta salir por el otro borde. Entonces señala al enano.

¡Te ordeno que me traigas a la mujer que sujetas, estúpida mofeta!

El Trampero nota como la voz de Sasha se le mete en la cabeza, una más. Si Varikov no se mantiene fuerte, tendrá que obedecer a la vampiresa y entregarle a Gertruda.

Ser Urik sopesa sus opciones. Desarmado y con su arma argentada en el interior del pozo, la única manera de salvar a Parriwimple es empujar al zombi al pozo.

Bluuuuuurp...-sigue vomitando, pero hace una pausa para rebuscar en el bolsillo de su mandil-Olga... Olga, cariño. Necesito que dejes de llorar y seas valiente. Ese caballero está desarmado. Debes llevarle esto para que pueda seguir luchando.

Olga coge el objeto que le tienden tratando de dejar de temblar, mientras su amiga vuelve a su rutina de vómito. Con cuidado, se descuelga hasta el pescante delantero y de ahí a la marisma de sangre e intestinos de caballo. Avanza gateando sobre el cadáver del animal con un par de zombis a escasos palmos de ella, tratando de ser silenciosa. Es un momento delicado, y un acto que le puede costar la vida. Cuando Olga llega a la esquina de la calle, alza la mano y tiende al caballero Ser Urik un cuchillo de plata que quizás la doncella Elenya haya robado de la casa en la que sirve.

Hasta donde llega la sabiduría de las enseñanzas de Vey Rallen, un filo de plata, sin acompañamiento del poder de la magia, no sirve de nada contra un vampiro. Es decir, lo que Ser Urik necesita es un arma mágica de plata, pero eso un par de pueblerinas de una aldeucha como esta no lo saben. Olga ha arriesgado su vida por nada.

Ashlyn lleva en su mochila armamento más útil contra los vampiros que su espada: las estacas y los frascos de destello solar alquímico. El frasco debería de tirarlo a los pies de la vampiresa (1d20+1 CD 5); la estaca debería clavársela justo en el corazón, pero eso es más complicado que tirar un frasco a una baldosa.

Estaba claro que no era el día de Irina con la espada que, ademas, pese a ser mágica, no estaba hecha de plata, así que la guerrera optó por embrazar el escudo y colocarse en la ruta de la vampiro, de manera que, si queria atacar a Tatyana, tendría que pasar por encima de Irina.

Acepto el cuchillo que me ofrece la humilde mujer. Desplazo un paso para interponerme con el escudo entre el zombi y Parriwimple y empujo con el escudo a la desdichada criatura no muerta. La empujo hacia el Oeste, no hacia el pozo, pues no deseo que caiga en él y me dificulte aún más recuperar mi espada...

- Los vampiros no andan de día… No, no, no… El enano andaba decidido, con sus cortas y fuertes piernas, hacia la posada. Tiraba de la muchacha como de una vaca. En su mente las voces intentaban convencerlo de que era cierto, acababa de ver una vampiresa a plena luz del día. Será eso, entonces, los vampiros no pueden ver la luz del día, pero las vampiresas, sí. No, no, no, esto no tiene sentido, no. ¿Qué dices? preguntó a una de sus voces susurrando. Para los que no sabían que pasaba en su cabeza, Varikos parecía un loco que hablaba solo de vez en cuando.

De repente las voces cesaron y el silencio que se hizo era lo más bonito que había escuchado nunca. Una sensación de miedo lo invadió al instante. Él no tenía parte de nada bueno, algo tendría que fallar y, como siempre, no se equivocaba. Una voz potente y a la vez suave hizo a las otras desaparecer. Miró a la vampiresa y dijo en un susurro “Los vampiros no andan de día”. Se giró hacía la chica, le miró las tetas, pero no era culpa suya de que sus ojos llegaban justo a esa altura, la empujó dentro de la Viña de Sangre y les gritó a los que aun estaban dentro.

- ¡Atrancad la puerta! ¡Venga, moveos! Con un fuerte golpe la cerró y se puso delante de ella. A su alrededor la situación era cada vez peor. Sabía que los humanos eran unos inútiles del mismo modo que sabía que los vampiros solo salían de noche. Por desgracia podía comprobar que solo se equivocaba en una cosa.

- Tú no me ordenas nada, le dijo a la dominatrix hinchando el pecho, mujer, escupió aquella palabra con un desprecio visible. Deberías estar en un ataúd, no andando por las calles. Será un placer mandarte ahí. Pudo escuchar las voces de nuevo, incluso las había echado de menos. Quería librarse de ellas, pero sustituirlas con una peor, no era un buen plan.
      ¡Está loco!
      Tenía que haber entrado en la posada…
      ¡Morirá!
       Lo llamarían cobarde, tenía que quedarse.
      Estúpidos, va a matar a esa zorra.
      Nunca volverá al bosque, morirá en una sucia calle.
      ¡Mátala! Córtale la cabeza con tu hacha. ¡Mátala!

Ashlyn envaina la espada y se parapeta tras el pozo mientras desengancha su ballesta ligera y la monta, dejando a sus pies un conjunto de virotes. Una vez montada sitúa en su lugar un virote con la brillante cabeza plateada y vuelve a alzarse, la mano izquierda sosteniendo la ballesta, la derecha sobre el gatillo. En el hueco de su mano derecha puede entreverse un pequeño vial de cristal.

Varikov cierra la puerta. Con Gertruda a salvo, Irina es la siguiente fémina a la que Sasha puede culpar de desamor. La rodea, como si fuese una depredadora, y trata de agarrarla.

¿Y tú, mujer? ¿Eres tú quién me roba la atención de mi amado? ¿Eres tú su Tatyana?

Enseña los colmillos de nuevo y sujeta a Irina para morder su cuello, pero la hija del Burgomaestre forcejea y se zafa del agarre. Irina debe separarse de Sasha para facilitar el disparo con la ballesta de Ashlyn.

Mientras, junto al pozo, Ser Urik es demasiado astuto como para caer en las trampas que le tiende el destino, y trata de empujar al zombi sin perder por ello su espada. Pero lo que le sobra en astucia lo suple en falta de fuerza. Ser Urik es incapaz de superar al no-muerto, y al final es el caballero el empujado. El zombi trata entonces de morder a Olga, sin lograrlo, y sus otros dos compañeros se aproximan gateando sobre el cadáver del caballo. Olga se retira, y en la calle perpendicular Elenya baja del carro y también se aleja. Las tres campesinas están a salvo.

Parriwimple sigue desangrándose en el suelo. No basta con que Ser Urik mantenga alejado a los zombis, alguien debe tratar las heridas del repartidor para estabilizarle. Podría decirle a Olga que volviese... No sería justo para ella pedirle tanto, pero tal vez podría ser la única manera de salvar al grandullón.

Irina sintió que su corazón no era capaz de sobreponerse al terror sobrenatural que despertaba la vampiresa. Cuando ésta se acercó no pudo hacer prácticamente nada por resistir su abrazo y pronto se vió luchando por romper su presa, lo que , al final, consiguió.

-Sé que Tatyana fue importante para él. Pero...¿Quién fue exactamente? Dímelo tú, monstruo...

- "¡Parriwimple necesita ayuda!" - Grito a viva voz, esperando que alguien me ayude.

Avanzo un paso para recuperar mi posición anterior y me concentro en recuperar mi espada. Sé que eso me pone en un terrible peligro, pero quizá sea mi única oportunidad, pues desarmado está claro que no puedo contra estas criaturas.

Me muevo hacia Ser Urik con la ballesta cargada en la mano. Cuando llego junto a él le alcanzo el vial que llevo en la mano.

-¡Dadle esto, rápido! -digo, volviéndome hacia la vampiresa y confiando en tener ahora mejor línea de visión.

EDITO: me agacho junto al desafortunado Parriw y le obligo a beber la poción de curación. Mis disculpas, pero no puedo ver los mapas desde mi dispositivo móvil. Ruego al DJ que me mueva junto a Parriwimple.