Partida Rol por web

Un hacha de plata, sí, y un cuchillo y… y… Varikov le daba vueltas al asunto de la vampiresa, tendría que haberlo pensado antes. Si vas a caza de un vampiro, te llevas lo necesario. Las voces de su cabeza le daban la razón, por una vez, pero también lo acusaban por no tenerla ya. No estaban contentas, como siempre. Solo sabían criticar y acusar. Tampoco hacían nada útil, no lo ayudaban, eran un estorbo, un agobio constante.

Los que molestaban más ahora eran los zombies, y era difícil superar a las voces. Rodeó el pozo y se acercó al muerto apestoso que tenía más cerca. Había hecho ese gesto tantas veces, levantar el hacha, mirar al objetivo, bajar el hacha con la mayor fuerza posible. La recompensa que recibía era un muerto delante de sí, pero para empezar se contentaba con las gotitas de sangre que lo salpicaban al golpearlos.

Ser Urik al fin descabeza al zombi que, cual gusano, reptaba sobre las heridas del caballo. Irina y Varikov rodean el pozo. Primero Irina, con mayor zancada, y su tajo se hunde profundamente en el cuello del muerto sin llegar a cercenarlo. Varikov, pisando las tirpas del caballo, llega a tiempo para terminar el trabajo.

Ya solo una de las blasfemas criaturas continúa moviéndose. Parriwimple descarga un poderoso golpe y parte del cráneo del zombi se hunde llevándose una oreja y un ojo, y parte de un cerebro que el dueño ya no usa, unificándolo en una papilla que bailotea en la cabeza hendida. El golpe para nada resta funcionalidad al no-muerto, que sigue intentando comerse a Ashlyn.

Arik entreabre la puerta de la posada asomando un cuchillo jamonero y afanándose por atisbar por la ranura sin correr demasiados riesgos.

¿Hola? ¿Hay alguien? Ismark y yo vamos a salir. Estamos fuertemente armados, si sois zombis más os valdría dar media vuelta y volveros a vuestra tumba.

Veo que la maldita criatura se sigue moviendo pese al golpetazo que le ha dado el grandullón Parriwimple. Me apresuro a tajearle un costado, dejando al descubierto pútridas costillas, aunque no sé si eso será suficiente para hacer que deje de moverse definitivamente...

Irina avanzó por el carro hasta tener al último zombi a su alcance y le incrustó la espada en la cabeza, tratando de acabar con él de una vez por todas.

-Sólo queda uno, Ismarck. Puedes ir saliendo, ¡Este no va a ninguna parte!

Encomendándose a sus padres muertos Ashlyn golpea una vez más al cadáver que intenta futilmente devorarla alcanzándolo de lleno. No sabe si tras el ataque de sus compañeros el reviniente todavía sigue animado, pero sí es plenamente consciente de que su último golpe ha sido devastador.

El último de ellos cayó a manos de Ashlyn. Algunas puertas empezaron a abrirse, entre temerosas y curiosas. Los pueblerinos han estado escuchando todo el tiempo. No han visto los mismos horrores, ni saben aún que la mujer iracunda era una vampiresa caminando a la luz del día.

¿Irina? Hermana, ¿eshtash bien? Oh, por losh dioshesh... Tu pierna. Eshtásh shangrando.

Ismark se abraza a su hermana. Está más entero, no porque su organismo haya tenido tiempo a procesar el vino, sino por el susto de ver a Irina herida. Puede ser una marimacho tocapelotas a veces, pero es lo único que le queda.

Una anciana se acerca a la puerta abierta de la casa en la que Sasha hizo de las suyas. La carnicería que contempla le hace elevar un grito. Arik, el posadero, la abraza y la aleja de la escena del crímen. Arrodillado junto al carro, un viejo lamenta la muerte de su caballo. Amén de unos cuantos vecinos más, que entre murmuros comentan la desgracia, el último en salir a la plaza es el dueño del Ultramarinos...

¡Qué barbaridad! Es terrible, la muerte llama a la muerte-comenta, supersticioso, con la misma frase hecha que Arik dijo a Ashlyn en la barra-. Esta desgracia traerá más males a nuestra aldea.

Bildrath baja la escoba que blandía como arma y se persigna.

¡La fruta! ¡La valiosísima fruta!-empieza a caminar hacia su sobrino con nerviosa velocidad-Parriwimple, ¿entregaste la caja antes de que apareciesen esas criaturas? ¿Ya has cobrado?

La escena en la que se encontraba Varikov le gustaba mucho. Había sangre por todas partes y no faltaban tampoco trozos de carne, entrañas y huesos medio salidos de los cuerpos despedazados. Los únicos que molestaban eran esos hombres, o mejor dicho mujeres, que no hacían más que meterse en medio de todo. Claro, con sus grandes pasos llegaban antes que el enano a cualquier sitio.

El Trampero sonrió satisfecho, dejando a la vista sus amarillos dientes, hinchó su pecho llenando los pulmones del apestoso aire y levantó la cabeza con orgullo. Se preguntaba a cuántos había matado. Era cierto que los otros dieron algún golpe que otro, pero para él esos eran detalles sin importancia.

Por si no fuera poco con las personas que había en la calle, más intentaban salir de la “Niña de Sangre” y al parecer eran peores que los de fuera, eran cobardes. Aquello era demasiado para él y guardó su hacha antes de empezar a reducir el número de seres apestosos. Por desgracia ninguno murió en la pelea, aunque alguno estuvo a punto. Más puertas se abrieron y más personas salieron fuera de sus casas y más apretaba Varikov los puños para intentar no estrangular a ninguno con sus manos vacías.

Por suerte se acordó de la razón por la cual llegó hasta esa concentración de idiotas. Los necesitaba. Él que era un orgulloso enano tenía que rebajarse y buscar la compañía de esos seres inferiores. Menos mal que llevaba tiempo sin coincidir con ninguno de su raza que si no, sería la vergüenza de su familia o de su clan.

- ¿Qué tien que hacer un héroe en esti maldi… esti puebluchu de mier… de buenos paisanos, para que pueda tomar una buena jarra de vino? Escupió al suelo una verdosa flema y se limpió la nariz con una de sus mangas. Volver a mandar a los muertos a donde pertenecen, hace que uno tenga sed, mucha sed.

Se volvió hacia el último en hablar y asintió ante sus palabras, las de “la muerte llama a la muerte”. Lo de la fruta le daba igual, esa era comida para animales, los enanos de verdad comían carne, eso los hacía fuertes.

- Esta desgracia solo acabará con la muerte de Strahd y todos lo sabéis. Es él quien trajo la muerte a este lugar. ¿Hasta cuándo lo vais a dejar hacer lo que le da la gana? Frunció el ceño y miró a los ojos a los presentes. Aunque era el más bajo, los miraba con superioridad a todos. Joder, acabo de dar un hachazo en la garganta de unas de sus zorras vampiras, esa que intentaba raptar a vuestras hijas, y salió volando en forma de murciélago ¡Y es de día! Nunca antes había visto uno de esos seres de día. ¡Jamás!

-Yo tampoco -reconoce Ashlyn mirando a los ojos del extraño y nervioso enano-. No sé cómo lo ha conseguido hacer, pero si esta nueva capacidad se convirtiera en habitual... -de repente, la mujer traza un signo en el aire y murmura un par de palabras quedas antes de continuar-. Si esto se convierte en habitual, el mundo puede encontrarse ante un terrible amanecer rojo.

Irina se sacudió los abrazos de Ismarck de encima.

-¡Apártate, borracho! ¡Apestas a alcohol! ¿Has visto eso, no Ismarck? ¡Vampiros a plena luz del día!Actuando con impunidad...

La guerrera lo cogió bajo su brazo y le dijo en un tono más bajo:

-¡Ismarck, míralos!¡Mira a los aldeanos! Están asustados, tienen miedo... Con la muerte de padre están en una situación de vulnerabilidad total. ¡Nos necesitan! ¡Te necesitan a tí! Yo voy a intentar convencer a estos extranjeros para que me ayuden a librarnos de Strahd pero la gente necesita un referente aquí, en el pueblo. ¡Métete en la taberna y date un baño! Más tarde, en el entierro, quiero que dediques unas palabras a cómo padre siempre luchó contra la voluntad de Strahd y cómo ese jodido cabrón chupasangre hizo que lo mataran en la cama! -los ojos de Irina se humedecieron unos segundos pero el fuego que ardía en su corazón, evaporó el agua.

-¡Voy a subir a su jodido castillo, hermanito!! Voy a subir y le cortaré la cabeza! Si quieres eso tienes que demostrarme que puedo confiar en ti. Yo sé cómo eres en realidad, lo que llevas dentro, y ya va siendo hora de que lo saques!

Para acabar le pateó un poco el culo y lo mandó hacia la taberna antes de volverse hacia los aldeanos.

-¡Amigos! ¡Conciudadanos! ¡Todos conocisteis a mi padre! Lo que ha sucedido aquí esta tarde lo hubiera...  le habría... Bueno, ya sabeis, le hubiera cabreado exageradamente. Irina se dio cuenta entonces que ella nunca seria una buena oradora. Si estais hartos de estas cosas - dijo señalando a los cadáveres- venid hoy a ultima hora al entierro de mi padre y allí hablaremos de como solucionar todo este jodido asunto de una condenada vez!

-Pero antes -dice Ashlyn acercándose a la valiente mujer-, debemos quemar todos estos cuerpos. Quemarlos sin excepción. Debemos asegurarnos de que descansan en paz, por su bien y por el de todos.

- "Sí, debemos quemarlos de inmediato. Y es mejor que no hablemos de estas cosas en la calle. Ocupémonos primero de estos cuerpos y después tomemos un vino en la posada, tras hacer las debidas presentaciones." -

Limpio con un trapo mi espada antes de envainarla y después desembrazo mi escudo y me lo cuelgo a la espalda.

Yo no he vistho nada, hermana, pero no pongo en duda tush palabrash. Shi dishesh que hay vampirosh a la lush del día, tiene que sher shierto. De ahí a ir a shu cashtillo... Todo el mundo shabe que quién va al cashtillo de Shtradh ya no vuelve. Yo eshtaré borrasho, pero eresh tú la que eshtá privada de razón. Voy a dormir la mona. Hablaremosh luego.

Sin la capacidad de oratoria de la que te priva el alcohol, y con la promesa de que su hermana no irá al castillo hasta la charla del entierro del Burgomaestre, Ismark necesita recobrar la sobriedad. Se acerca al posadero Arik y pone la mano en su hombro.

Arik, voy a ushar esha habitashión que te pidió mi hermana.

Arik asintió al noble, sin embargo frunce el ceño ante las maneras del enano. Pero al ver que ningún testigo de entre los que lucharon dicen nada que desmienta su actuación contra los zombis, el posadero tiene que reconocer los méritos de Varikov.

Enano, entra en la Viña de Sangre. Gertruda está dentro. Dile que te sirva algo de vino. Hoy te invita la casa. Yo voy a ayudar a estos guerreros a llevar los cuerpos a algún callejón quemarlos. Luego iré dentro y te prepararé también un desayuno.

Llegan las primeras noticias del interior de la casa. André Verjoban y su hija Oletja presentan marcas de garras, pero sus cuellos no han sido mordidos.

¿Qué hacemos con André y Oletja? ¿Y con el caballo? ¿Los quemamos también?

El mercader se fija en el cuello de su sobrino, Parriwimple. Puede que la poción de Ashlyn le haya cerrado la herida, pero su camisa sigue desgarrada y empapada en la sangre que emanó.

¡Aaaagh! ¡Aléjate, Parriwimple! ¡No te acerques a mí! Yo ya no tengo sobrino, me lo han mordido. ¡La Muerte llama a la Muerte! Estás contaminado. ¡Tú ya no vuelves a mi casa, engendro! Te convertirás en zombi y me matarás... y condenarás a la aldea para siempre... ¡FUERA!

Tras oír eso, Ismark al fin entra en la posada. En la plaza, la malidición que recae sobre Parriwimple es origen de renovados cuchicheos.

Parriwimple estaba confuso. En un primer momento el que los hombres feos y malos cayeran y se quedaran quietos, le había gustado. Y también el que la chica guapa que hablaba tanto y tan raro desapareciera, creía, en su inocencia, que debía ser bueno. Sin embargo luego todo se había vuelto muy confuso. De un lado un hombre muy bajito y que manejaba el hacha, luego la chica simpática, y el hombre más simpático que le había dado la moneda cuando iba a perderla. Y también...

Pero todos esos pensamientos confusos quedan, repentinamente, borrados. Al ver a su tio Parriwimple se acerca hacia él muy preocupado, para explicarle que solo había una moneda porque Arik enfadarse porque había fruta fea debajo, y que le había dado esa fruta fea, y que entonces fue cuando llegó el hombre feo que olía mal, y entonces...

Sin embargo tampoco llega a decir eso. Su tio empieza a gritarle, y al principio el gigantón piensa que es por lo de la fruta. Cree que le va a pegar, y se encoge visiblemente. Entiende el fuera, y el no volver a casa.

- Parriwimple ser bueno. El no hacer nada malo. Los malos son los hombres feos que olían mal- trata de explicarse, mientras nota como se va congestionando. Él quiere volver a casa. Él quiere estar en el pueblo- Parriwimple no haber sido malo, y trabajar bien, como quiere el tio- dice acercándose a su tio, con lágrimas en los ojos. 

- "El caballo muerto será mejor quemarlo. Yo no me compería su carne después de que unos zombis lo hayan destripado...

En cuanto a los heridos por los no muertos... ¿No hay un sanador o curandero en la ciudad que les pueda atender? Si no hay ninguno, les llevaremos a la posada y trataremos de atenderlos lo mejor que podamos, y les tendremos en observación" -

- "Parriwimple." - Digo acercándome al gigantón y tocándole en el brazo con suavidad en un gesto de confianza.

- "No hagas caso a las palabras de tu tío. Está asustado, y es normal que lo esté.

¿Te encuentras lo bastante bien para ayudarme a quemar estos cuerpos? No queremos que pasen más cosas malas, y esto es lo mejor que podemos hacer por ellos." -