Partida Rol por web

Yo te protegeré, mamá.

Vjelkus estrechó la mano de su madre, y echaron a caminar juntos por el sendero. Al llegar a la Encrucijada, era inevitable pensar en cual de los dos caminos habría elegido el licántropo, seguido de Rafaíl, en su huída: hacia el campamento vistani o hacia las cataratas del Tser. Un pequeño aire frío, y el vaivén de las sogas del patíbulo anunciaban la presencia de fantasmas con ganas de emerger de las tumbas del cementerio, atraídos por la pureza del alma de Helene.

Vjelkus se inquietó. Aunque no confesó que tenía miedo, aceleró su paso para salir de allí cuanto antes. Llegaron sin más dilación a una larga curva del camino, a los pies de la colina de Lysaga. El monasterio semiderruído de la Santa Ecaterina se mostraba como una figura cansada, observando el paso de viajeros desde tiempos inmemoriales. Helene no podía evitar sentirse observada...

-¡No me empujez!

-¡Anda y vete a rascarte la coneja pa ver si te pones de mejor humor, merluza!

Reconoció las voces provenientes de dos arbustos que se agitaban. Desde luego, las brujitas de los Frutos Rojos no eran demasiado buenas escondiéndose. Si mal no recordaba, la del ceceo se llamaba Aida, y la que hablaba de modo barriobajero se llamaba Ada, y parecía que estaban allí para tender una emboscada bastante fallida.

¡No pienso abrir la jaula del cuervo! ¡Ahora es mío! ¡Y toda la cosecha de MÍ huerto también lo es! No pienso vender nada. Ni el más mísero tomate. Mi abuelo y yo nunca necesitamos dinero. Al vivir en el bosque no tienes dónde gastarlo. Para mí, una moneda de oro es tan baladí como una piedra en el camino.

¡Marchaos de una vez! O... o... O padre y madre vendrán y os darán una paliza. ¡Sí! Porque sí que tengo padre y madre, ¿me oís? Y son muy fuertes. Son más altos que el bruto este al que llamáis Burgomaestre-dijo por Parriwimple, forcejeando para liberarse de su agarre con la inoperante fuerza de un niño.

Con la inseguridad con la que hablaba, era evidente que lo de su padre y su madre era un farol. Lo más probable es que viviese solo con su abuelo, teniendo en cuenta que el único dormitorio de la casa solo tenía dos camas.

¡Aaaaaaack!

El graznido anunció la entrada del cuervo blanco. Hack voló al interior de la casa, sin dar las gracias a Ivalic, ni nada, y se posó en el hombro de Urik. Claro que Hurrn, a pesar de saber hablar, nunca daba las gracias por nada.

- "Cálmate, cálmate, muchacho. Anda, sé bueno y cuéntanos qué ha pasado y por qué estás tan alterado." - Intento calmar al muchacho con gestos amables y palabras pronunciadas en voz suave, casi paternal.

Estaba claro que el niño estaba nervioso y tenía miedo, cosa que a Ivalic no le extrañaba teniendo en cuenta de las circunstancias en las que lo habían encontrado: viviendo solo en el bosque con su abuelo muerto y hecho un espanto y rodeado de criaturas muy peligrosas. No creía que pudiera aguantar mucho más, un niño no podía vivir solo, eso lo sabía todo el mundo y por el tono de voz tampoco creía lo que decía de su padre y su madre aunque no quiso decir nada porque Firan le daba mucha pena, tenían que ayudarlo.

-No tengas miedo, nadie va a hacerte daño, pero el Señor Hurrn pertenece a Herr Urik y tienes que devolvérselo. ¿Acaso te gustaría que viniera alguien y se quedara con tus huertos diciendo que son suyos? Tienes que hacer caso a Herr Urik, es un paladín ¿Sabes? Él puede ayudarte porque es un hombre muy valiente.

Ivalic se acercó despacio donde estaba el niño agarrado por Parriwimple con una amplia sonrisa, sabía que el niño no quería hacerles daño, solo estaba asustado de unos extraños que habían entrado en su casa.

-Parriwimple, puedes soltar a Firan, creo que no nos hará ningún daño. ¿Verdad Firan? Si prometes no atacarnos Parriwimple te soltará, no quiere hacerte ningún daño. Creo que podemos ayudarte, he visto a tu abuelo... Y bueno... -Intentó controlar las arcadas para no volver a vomitar.- Creo que deberíamos enterrarlo fuera. -Ivalic miró a su alrededor y echó en falta a alguien.- ¿Donde está Hida?

Parriwimple se había quedado callado, sin saber muy bien qué decirle porque era evidente que tenía miedo, pero también que podía ser peligroso. ¡Gritaba mucho y parecía muy enfadado! Sin embargo, al escuchar las palabras de Ivalic, asintió, soltando al chaval y saliendo fuera, para ver donde estaba Ida y dejando que Urik e Ivalic hablaran con el niño.

- Parriwimple no bruto. No querer hacer daño. Sentir que hombres malos matar abuelo niño. Salir buscar Ida.

Sonrió para sí aunque no dijo nada cuando su hijo aceleró el paso. Sabía por qué lo hacía pero precisar si era por temor o por alejarla del lugar o por ambas cosas no tenía sentido discutirlo. Sentía el cariño de su hijo, un amor recíproco que la llenaba como pocas otras cosas. Toqueteó con la lengua el diente de serpiente, cuya presencia cubriendo el hueco de una vieja pieza hacía tiempo perdida, resultaba inquietantemente atractiva.

Miró orgullosa a Vjelkus antes de que su mirada se desviara hacia el perfil dibujado en la colina y entonces, los vellos de su nuca parecieron advertirle de...

-¡No me empujez!

-¡Anda y vete a rascarte la coneja pa ver si te pones de mejor humor, merluza!

El susurro, audible como un trueno en mitad de la noche, la puso en alerta y no fue demasiado difícil detectar su origen en dos matorrales próximos. Realmente, tras lo vivido, aquel encuentro no la atraía en exceso, máxime cuando todo apuntaba a una emboscada que no sabía a quién podía estar dirigida. Bien a ellos de forma casual, bien a alguien cuyo paso conocían perfectamente aquellas dos... frutillas. Suspiró, dubitativa, antes de agacharse al oído de Vjelkus e indicarle que tomara su arco y lo preparara.

-Buenos días, Aida. Buenos días, Ada -dijo desde la distancia, deteniendo su marcha a unos más que prudenciales metros y con la lanza bien empuñada-. ¿Qué os trae a estos caminos? Me ha parecido oír algo de una merluza y una coneja. ¿Acaso un cuento con moraleja o es que buscáis una tienda de alimentos?

Es un mago, Herr Urik de Teudeldorf. Es un mago y un niño. Con magia captaréis su atención-aconsejó Hack.

Y es que se notaba que a Urik los niños se le daban mal. Si tan solo Helene estuviese aquí...

¡Es un mago, discípulo estúpido!-recordó a Urik-Busca su libro y amenaza con quemarlo, y te obedecerá como un jilguero amaestrado. Busca en la librería-dijo por el pequeño mueble que no llegaba a los cinco pies de altura.

¡Cierra el pico, pajarraco! Mi abuelo lo cazó. Ahora el cuervo negro es mío. ¡Mío, mío y mío! Y no os lo pienso dar. Vosotros también estaríais alterados si unos rufianes entrasen por la fuerza en vuestra casa... Si tuvierais casa, vagabundos. Paladín... ¡Paladín y un huevo de pato! Los paladines no van por ahí cometiendo hallanamientos de morada. ¡Soltadme he dicho! ¡Fuera de mis tierras!

¿Uh...?-masculló sorprendido al ver que al fin le hacían caso y le soltaban.

Parriwimple encontró a Ida allí parada, justo en el claro que antecedía a la cabaña. A la chica le daba corte entrar en una casa que no era suya. En realidad, le daban corte muchas cosas. Así que esperó con la mirada baja.

Noz ha dezcubierto... ¡Ahora, Ada!

Las dos "frutillas" se pusieron en pie, con unos globos de agua que cada una que estaban a punto de arrojar a la madre y al hijo. La flecha de Vjelkus rompió el globo de Aida, soltando el líquido de su exterior: pegamento. Al contacto con el aire, la sustancia se había vuelto viscosa, y Aida luchaba para liberarse de aquella masilla.

¡Puaaaaj...!

A su lado, Ada arrojó la otra bolsa de maraña a Helene. Instintivamente ante un ataque, la mujer alzó la lanza para detener el objeto que le arrojaban. El globo explotó, y el pegamento que transportaba siguió con su inercia embadurnando a Helene y dificultando sus movimientos.

Ivalic abrió mucho los ojos con la mención de Hurrn sobre un libro mágico lleno de conjuros, era algo casi irresistible para su curiosidad, así que sin poder evitarlo se puso a buscar entre las estanterías intentando encontrarlo.

-¡Un libro de hechizos! ¿Puedo verlo? -Era una de esas preguntas que no esperaba ser contestada, no al menos mientras no lo encontrara y ojeara para saciar su curiosidad.- El cuervo no es tuyo ni de nadie, tendrás que devolverlo y si no lo haces por las buenas Parriwimple o Herr Urik te quitarán la llave o romperán la jaula, no se puede encerrar a ninguno de nuestros amigos y esperar que no hagamos nada. Eres un poco maleducado, esta no es forma de recibir invitados. Además otra amiga nuestra quiere hablar contigo, tendremos que volver con ella.

No le gustaba como les trataba aquel niño, tanto que empezaba a no sentir ninguna lástima por él. Habían intentado hablar y ser educados y solo recibían reproches y quejas.

Aquello le pasaba por pensar que, pese a todo, la gente tenía una faceta agradable, pero mientras sentía la viscosidad de aquel pegamento corriendo por su pelo y piel, algo dentro de Helene empezó a arder con furia volcánica.

-Vjelkus, no puedo moverme. Me ha dejado pegada al suelo. Acércate y toca mi mano donde no hay ese pegamento -ordenó a su cercano hijo al tiempo que formulaba un conjuro ante su contacto-. Y ahora, dispara a esa mujer antes de que haga más daño.

- ¿Por qué Ida estar fuera?- el gigantón se acercó a la joven mirándola con curiosidad- Parriwimple preocuparse. Estar sólo ser peligroso con tantos monstruos y seres malos, y Parriwimple no querer Ida pasar nada. ¿No querer entrar conmigo? Haber niño dentro, pero ser raro. Haber matado abuelo seres malos, pero él no parecer triste. Ni asustado.

- "Es posible ver esto como un allanamiento de morada, pero nuestra intención es ayudar, no sólo a ti, muchacho deslenguado, sino a estas tierras asoladas por un Mal arrasador.

Es muy extraño que a tu edad seas un mago. Aunque Ivalic, también es un niño y es capaz de lanzar hechizos de un modo extremadamente competente. ¿Quieres mostrárselo, Ivalic? Tal vez eso llame su atención.

También es extraño que estés solo en esta casa y con el cadáver sin enterrar de tu abuelo. Si quieres, podemos ayudarte a enterrarlo o a incinerarlo, lo que prefieras. Lo que mande el señor Burgomaestre." -

Sí, mamá...

Vjelkus cogió la mano de su madre. Sin embargo, por mucho que Helene lo intentaba, no era capaz de hacer el pase del conjuro con una movilidad tan limitada.

¡Sí! ¡Ya lo noto!-exclamó, totalmente sugestionado-¡Noto como la fuerza crece en mi interior! ¡Groaaarrr!

El Ternero tensionó el arco y disparó. La flecha se clavó en el hombro de Ada, que empezó a soltar palabrotas. De todas formas, no es que ese hechizo le fuese a ser de mucha ayuda disparando flechas. Si Helene consigue concentrarse lo suficiente como para ejecutar el hechizo de fuerza de toro, Vjelkus sería más efectivo con la cimitarra.

El bando contrario seguía siendo completamente inoperante. En su misma situación, la brujita Aida no logró lanzar un sortilegio... Pero Ada, sin pegamento de por medio, sí realizó un hechizo. De pronto, Helene empezó a tener sueño. Mucho sueño. Los párpados le caían.

¿Yo te papaparezco trissste y asususustada, Paparriwimple? Poporque lo estoy. Mucho. Cuando estabais dedentro, lo único que era cacapaz de pepensar era en salir cococorriendo. Volver a mi cacacasa. Tranquilo. No voy a huir. Pero ese niño segugugugu... guuuuro que tatambién está asussstatado, aunque no lo paparezca. Y triste.

No me apatece entrar, Paparriwimple. Me agobiaría estar dentro de una habibitación ahora. Quiero respipirar aire puro para aclararme las i-i-ideas.

Ida le dió la espalda a Parriwimple. Solo un segundo. Luego, se volvió hacia el Burgomaestre y le tendió la mano, con la cara tan colorada como su capucha.

¿Quieres esperar fuera coconmigo?

Aprovechando que estaba libre del agarre de Parriwimple, Firan corrió para interponerse con los brazos abiertos entre el mueble de libros y el curioso Ivalic.

¡No te acerques, mofeta! ¡No pienso dejar que leas mi libro!

Viéndose en minoría, decidió pasar el cordel del cuello sobre su cabeza y tirar la llave que tenía atada al suelo. El metal hizo un ruido sordo contra los tablones de madera, y la llave de la jaula de Hurrn quedó expuesta a quién quisiese tomarla. Firan señaló a Ivalic, desafiante.

Si os marcháis, vagabundos, dejaré que os llevéis mi cuervo negro. ¡Pero no voy a dejar que os acerquéis a mi abuelo! Sois unos mentirosos... Un tonto al que llaman Burgomaestre, un ladrón que se cree un paladín y un mofeta carademofeta que piensa que sabe hacer magia. ¡Ja!

- "Ivalic, ¿no está un poco oscura esta habitación?" - Le digo al joven Ivalic mientras le guiño un ojo y le sonrío.

Recojo entonces la llave que Ivalic ha dejado caer y abro la jaula en la que está encerrado Maese Hurnn.

Ivalic se paró en seco ante la figura de Firan, estaba indignado aunque no sabía si por que no podía leer el libro o ante los múltiples insultos de aquel niño, desde luego no le extrañaba que viviera en el bosque y no tuviera amigos con aquella actitud.

Por lo menos logramos liberar al cuervo Hurrn.

El niño hizo un gesto digno hacia Firan antes de volverse para escuchar las palabras de Herr Urik y su consejo. ¡Que se había creído ese niño! Él también podía hacer magia y no necesitaba ningún libro.

-¿Carademofeta? ¿A quienes llamas tontos, ladrones y carademofetas? ¡Pues tu eres un caradecerilla! ¡Y para que no se te olvide te la voy a encender!

Ivalic pronunció las palabras de su hechizo de iluminación y lo arrojó sobre la cabeza del niño.

-¡Ja! ¿Quien se ríe ahora? ¡Ahora si que eres un caradecerilla! No necesito leer tu estúpido libro, tengo amigos que me enseñan trucos super chulos.

Ivalic señalaba con burla a Firan y se volvió con gesto feliz hacia sus amigos que estarían orgullosos de él por defenderles y poner a aquel niño en su lugar.

Fuera, y completamente ajeno a la conversación que se desarrollaba dentro, Parriwimple escuchó con atención las sabias palabras de Ida, a la que el gigantón no podía dejar de mirar. Cuando esta extendió la mano hacia él Parriwimple asintió, y se la cogió, con cuidado. Al menos, quizás hubiera llegado a pensar para sí si no fuera tan tonto, las constantes palizas y el maltrato de su "tio" habían servido para que Parriwimple fuera consciente de su enorme fuerza y para que, a pesar de su torpeza, pusiera todo el cuidado del mundo en no dañar a un mundo siempre mucho más frágil que él.

- ¡Parriwimple bien, Ida bien! Esperad amigos fuera. Amigos avisad si Parriwimple tener que entrar. Ida y Parriwimple pensar que niño poder tener miedo y estar asustado, por eso tener tan mal genio. ¡Niño poder venir a pueblo si querer, pero si no querer poder quedarse casa!. Si niño querer Parriwimple poder enterrar a su abuelo. Parriwimple y sus amigos no querer quitarle nada, ni llevarse nada suyo, salvo cuervo de ser Urik, que ser de Ser Urik. Niño poder estar tranquilo. Parriwimple sentir abuelo niño morir -  exclamó hacia dentro de la casa, para luego mirar las dos manos juntas, y tratar de responder a Ida- Parriwimple pensar Ida ser muy guapa y creer gente muy guapa no parecer nunca asustada- era una estupidez pero teniendo en cuenta el ejemplo de las fallecidas Irina o Ashlyn no carente de la peculiar lógica retorcida de Parriwimple. Además, el gigantón no tenía muy claro por qué, pero cuando Ida se ponía roja, o le sonreía, le producía una sensación de una especie de... difuso bienestar, que el gigantón traducía en su mente como una mezcla de fiebre divertida que le causaba un calorcillo y unas ganas de sonreír como si fuera aun más tonto de lo que era (que ya es decir)- Parriwimple pensar, también, que lo que Ida decir ser complicado. Pero creer entender. Ser malo gente hacer cosas malas. Entrar casa de alguien que no quiere gente entre en casa, poder ser malo. Niño poder tener miedo y estar asustado. Parriwimple esperar haber calmado niño palabras y saliendo, pero no tener claro: Parriwimple caer mal mucha gente, porque ser tonto, y grande, y torpe, y hacer cosas tontas. Pero a Parriwimple le gusta Ida quedarse. ¿A Ida gustar quedarse con Parriwimple?