Partida Rol por web

Desayuno rápidamente pues no quiero estar débil si finalmente hay que luchar, pero tampoco quiero demorarme más de la cuenta por si la hermana de Ivalic pudiera estar en peligro.

Varikov todavía estaba pensando en que respuesta darle a Bildrath cuando se dio cuenta que ya había llegado a la posada. El tiempo pasaba más rápido de lo que pensaba. La aparición del crío abrazador fue suficiente para no seguir en la tienda. Ese ser diabólico no iba a dejarlo tranquilo hasta que no iba a ir con él. Era peor que una mujer pesada, de esas que no hacen más que hablar y hablar. Bien lo sabía por alguna de las voces que ocupaban su cabeza y que no callaba ni cuando dormía.

- Así que el peladín quiérenos a los tres por detrás... Varikov se encogió de hombros y luego tendió la mano para coger algo de queso que había en la mesa mientras que con la mirada estaba buscando salchichas y un cacho de pan. Entre el chico gordo y el falso paladín la comida se acababa enseguida. ¿A casu los que raptaron a la cría van dir toos a abrir la puerta? ¿Cuántos son, ho? ¿Alguien conoz la casa per dientro?

Ivalic estaba admirado de la gran educación de Herr Urik que nunca hablaba con la boca llena y estaba desayunando tan rápido que no tuvo tiempo ni a contestar. Pero aunque su plan le parecía bueno las preguntas del enano no estaban de más.

-Pues no lo sabemos. Arik ¿Cuantos eran? ¿Tu los viste a todos no? Seguro que el posadero lo sabía. Supongo que no irán todos a abrir por delante, por eso debemos ser cuidadosos y no hacer ruido, y si pasara algo malo entre Parriwimple, el Señor Varikov y yo seguro que podemos con ellos ¡Nos enfrentamos a los zombis! ¡Y a unos fantasmas! ¡Y a Jacqueline Montari! Era cierto que no en todos esos encuentros habían tenido demasiado éxito, pero seguían vivos y ya era algo. Yo estuve dentro ayudando a limpiar las cosas cuando Gertruda... Creo que conozco más o menos la casa.

- "Tal vez Maese Arik pudiera saber cuántos son y de qué tipo, aunque ha mencionado que portaban espadas, pero me temo que no está en condiciones de hablar mucho. Le dieron una paliza de muerte y está borracho. Le hemos llevado a su cama.

En cuanto a la puerta principal, creo que no hará falta que nos la abran, pues al parecer está rota.

Nosotros hemos estado en la mansión de los Indirovich, aunque no la conocemos bien. La conocía bien Frau Irina, pero desde hace un día no sabemos de ella. La enviamos a espiar a Madame Montarri y no ha regresado. Como tampoco Maese Hurnn.

También la conocía bien Gertruda, la criada ladrona y mentirosa, pero está muerta, por lo que no nos sirve de ayuda.

No creo que todos esos aventureros malvados vayan a salir a la entrada, pero es posible que presten más atención a la entrada principal si Frau Helene y yo estamos allí. Sería ideal contar con más ayuda, como la de Herr Arik, pero no creo que podamos contar con él en al menos un día, y la gente del pueblo en general parece haber aprendido a sobrevivir por el procedimiento de no inmiscuirse en nada. No se lo reprocho, supongo que nada más podían hacer." -

Varikov no sabía si Urik se equivocó de persona, si había tomado demasiado vino o si el que estaba sentado en una silla con un trapo en la cara no era Arik. Mordió una salchicha y mientras masticaba con la boca abierta la grasa se le escurría por la comisura de los labios y se perdía en la barba. Usó un cacho de pan para "limpiarse" aunque en realidad ahora sus enmarañados pelos estaban llenos de migas.

- El tíu d'este, dijo mientras apuntaba con la salchicha a  Parriwimple, díxome qu'hai cuatro nuevos aventureros nel pueblu. Un humanu, un elfu, un nanu y un medianu. Podríen ser ellos. ¡Eh! ¡Eehh, encierraniñasenelsótano! ¡Despierta, ho!

Varikov no tenía nada en contra de lo que el posadero había hecho. Por su parte podría encerrar a todos los mocosos del pueblo, empezando con el gordo y el pesado abrazador, por ejemplo. Lo que necesitaba era información y al parecer solo el posadero, que olía a vino más que una botella llena, podía responder.

Ivalic miró con disimulo la copa del paladín. A él su madre solía darle leche para desayunar pero quizás en la Orden del Cuervo tuvieran otras costumbres. En cualquier caso el posadero seguía allí abajo, claro que gracias a el tío de Parriwimple y Varikov ya no necesitaban su intervención sobre el número de los aventureros.

-¡Guala! ¡Hay un enano! Igual lo conoce usted Señor Varikov, si es así podía pedirle que nos devuelva a mi hermana ¿Verdad? ¡Y un elfo! ¿Oísteis Vjelkus y Parriwimple? ¡Un elfo! ¿Habéis visto alguna vez un elfo? ¡Y un mediano! ¡También hay un mediano! Hay uno de cada raza, como todo buen grupo de aventureros. Me gustaría verlos ¿Y a vosotros? Lástima que su parte de la misión conllevaba no ver a ninguno por si las moscas... Señor Varikov, quien es más alto ¿Un enano o un mediano?

Helene masticaba calmadamente, mientras escuchaba a unos y a otros, permitiéndose el lujo de no decir nada, al menos no hasta que su hijo pidió una sobredosis de grasa.

-Ni una sola loncha más, Vjelkus, salvo que quieras que te haga correr diez kilómetros -dijo sencillamente dando por acabadas las peticiones de su ternero. 

Bebió un largo trago de agua y tras limpiarse los labios, habló.

-Sinceramente, no sé cómo podemos distraer a cuatro aventureros a base de darles cháchara. De otra parte, apostaría por comprobar si efectivamente esos cuatro tipejos se dan el lujo de ocupar la mansión sin haber arreglado las puertas o haber plantado algún tipo de barricada. Observemos primero y decidamos después cómo operar. Es más, pensando, pensando... -se rascó la nariz pensativa-. Estamos en una posada, hay licor suficiente como para tumbar a un rebaño de bueyes, tenemos nuevos vecinos y podríamos darles una buena bienvenida invitándolos a una buena borrachera. Soñando despierta, si además pudiéramos conseguir un laxante potente y mezclarlo con la bebida... Pero como decía, eso es soñar despierta. Pero sí apostaría por debilitarlos a base de alcohol. No será inmediato, pero la precipitación nunca nos ha ido bien.

- "Tal vez podríamos llevarles un barril de vino, aunque probablemente parecería sospechoso. Además, ¿tenemos con qué pagarle a Arik por el barril?" -

A veces los niños hacen unas preguntas que parece que está buscando que le den dos hostias. ¿Pues quién va a ser más alto? El enano, por supuesto. Salvo que el mediano sean de raza mediano grandullón, de esos que se crían con los elfos abrazando árboles, y el enano sea uno de esos enanos salvajes... asilvestrado como Varikov no, sino la raza de enano salvaje. Entonces sí, entonces los grandullones son más altos. Pero poco más.

Eaaahmmmmmnieee...-farfulla Arik desde su silla, quizás para dar su opinión en el debate de quién es más alto, si un enano o un mediano; o para indicar cuántos aventureros eran; o para decir que les regalaba el barril; o para pedir un cubo en el que vomitar.

Sin más dilación, todo premura, los aventureros "buenos" terminan de comer. Y sin recoger la mesa, ni bajar a Arik a su habitación en el sótano, ni nada, parten hacia la mansión para rescatar a Katta Yanoff, que es urgente. Por la calle, la gente les para, les abraza (especialmente a Varikov) y les felicita por su gran labor en la crisis de hace dos días.

Según se van acercando a la mansión, aumentan las posibilidades de que algún vecino haya visto a los secuestradores de Katta. Recopilando toda la información, resulta que efectivamente se trata de un elfo, un humano, un enano y un mediano. Dan algunos detalles más... Entre ellos se llamaban Tordek, Mialeo, Liddo y Jozan, según oyeron los que pasaron cerca. El humano y el enano eran los que aspecto más fiero tenían, con sus respectivas armaduras pesadas y escudos. No llegaron a encontrar a nadie que viese salir a los aventureros de la mansión, así que es más que probable que los cuatro sigan dentro.

Al llegar hasta el muro bajo que delimitaba la finca, se dividieron:

-Vjelkus se agachó junto el muro.

-Parriwimple, Varikov e Ivalic dieron un rodeo por la parte de atrás.

-Y Helene y Urik abrieron la cancilla y fueron directos hacia la puerta.

Si al final el Repartidor, el Trampero y el niño Abrazos solo iban a ver, o llegaban a entrar por la cocina... o si al final Helene llevaba un barrilete de cerveza bajo el brazo... eran detalles que les llevó varios minutos decidir.

La puerta estaba entreabierta. Lo que quedaba de puerta. Y una voz familiar salió del recibidor.

Mira que par de idiotas se están buscando que les arranque los brazos.

La voz era la de la vampiresa Sasha. En determinado momento, se desplazó lateralmente en el recibidor hasta que Helene y Urik tuvieron ángulo suficiente para ver su espalda y el contorneado trasero.

Más a la izquierda. Más. Más. ¡No tan a la izquierda! Un poco más arriba...

Al acercarse más, vieron en la pared a dos engendros vampíricos gateando en la superficie vertical. El "par de idiotas" levantaba el cadáver de un elfo desnudo, salvo por un paño tapándole las partes y la corona de espino en la frente. Le tenían con los brazos en cruz, con unos martillos y unos clavos listos para colcarlo en la pared.

Está torciiiido... Tú, quieto. Y tú: tú súbelo un poco más. Ahí. Ahora ya está recto.

Mientras los demás hacían de cebo, Parriwimple, Varikov e Ivalic saltaban el muro bajo hasta el patio trasero de la finca. Allí, además de la lápida que marcaba la tumba de Kolyan Indirovich, el árbol y los arbustos de flores, había algo más... Un enorme montón de basura del tamaño de un mediano grandullón. De chatarra, siendo más concretos, pues lo que más resaltaba eran las protecciones metálicas de unas armaduras pesadas. Había más cosas: mochilas, escudos, arcos... Tentadoramente colocados ahí para quien alargara su brazo y los cogiese.

¿Y sabéis qué es lo mejor de todo? Que no estaba el Paladín Repartos para decidir quién se quedaba con qué.

Finalmente abandonaron la posada y se fueron hacia la mansión en misión de rescate. Al menos por la calle la gente les subía el ánimo y les abrazaba. Uno de los favoritos de los vecinos del pueblo era Varikov que se le veía disfrutar de cada abrazo, o así sería si no llevara la barba tan espesa y ocultara su sonrisa. Además fueron reuniendo más información sobre los aventureros.

-Tordek, Mialeo, Liddo y Jozan... ¿Le suenan de algo Señor Varikov? ¿Quien será quien? ¡Ya se! ¡Podemos jugar al juego de los nombres! ¡Es muy divertido! ¿A que sí Parriwimple? ¡Empiezo yo! ¡Empiezo yo! Veamos... Tordek es el enano. ¿Tiene nombre de enano verdad Señor Varikov? Sí, Tordek el enano. Y... ¡Mialeo es el elfo! ¿Usted conoce a algún elfo Señor Varikov? A mi Mialeo me suena élfico. Entonces me quedan Liddo y Jozan. Creo que Jozan será el humano y Liddo el mediano. ¿No le parece muy raro Señor Varikov? Si los medianos son más altos que los enanos... ¿No deberían llamarse enanos ellos? Es como si los hombres se llamaran gigantes y los gigantes hombres. Alguien debería cambiar eso porque es confuso ¿No le parece?

El patio trasero seguía casi como lo habían dejado, a excepción de un montón de cosas la mar de chulas.

-¡Ala! ¡Mirar que de cosas! Deben de ser de los aventureros porque ayer no estaban.

En cualquier otra ocasión Ivalic se habría quedado mirando el montón de cosas y cogiendo alguna para observarla o jugar un rato, pero tenía que rescatar a su hermana y el resto no le importaba.

-Voy a acercarme a la puerta de la cocina y mirar, tiene un cristal y así podré ver si está mi hermana allí dentro.

Ivalic se puso un dedo en la boca para que Varikov y Parriwimple guardaran silencio, no quería que se pusieran a hablar sin parar y les descubrieran, se suponía que eso lo tenían que hacer la Señora Helene y Herr Urik.

Helene se quedó paralizada ante la visión de aquella profana crucifixión que iba a llevarse a cabo. Tanto daba que el elfo estuviera muerto. Era algo que destilba maldad y gratuidad a partes iguales. Afortunadamente parecía que aún no habían sido descubiertos. Por un momento, pasó por su cabeza retroceder y olvidar aquel horror pero el recuerdo de que allí estaba la hermana de Ivalic y que correría idéntica o peor suerte la llevaron a mirar a Urik. Se puso un dedo en lo labios conminándole a guardar silencio y le indicó a continuación, siempre por gestos, que desenfundara su espada. Otro gesto apuntando al corazón y otro a la vampira dejaba claro que a falta de estaca aquella era una opción plausible. Tras ello, cerró los ojos y murmuró sus palabras favoritas.

Preparo mi espada, aunque se la muestro con tristeza a Frau Helene: El filo, aunque levemente encantado, es de acero, no de plata. Esto no basta para matar a un vampiro. Y menos a uno tan poderoso como este.

Pese a todo, no tenemos mucha elección. La hermana de Ivalic puede estar en peligro de sufrir un destino atroz, y si pudiéramos evitarlo estaríamos en la obligación moral de intentarlo, aunque ello nos lo cueste todo.

La cocina está vacía. Por la puerta entreabierta que da al comedor no se divisa a nadie, pero es una rendija muy pequeña como para asegurar que no haya gente sentada a la mesa. El rastro de sangre que había dejado la sirvienta Elenya ha sido limpiado, por lo menos en la cocina. Esa era una labor que se le había encomendado a Bobby, y es una suerte que no haya tenido que ser Katta la que lo tuviese que hacer.

¡Ñiaaaark!

El grito escalofriante sale de algún lugar del interior de la casa, y no recuerda a nada humano.

¡ÑIAAAARK!

Los dos engendros vampíricos se estremecen ante la presencia de Helene, dejando caer el cadáver del elfo en una muy mala posición, con los brazos y las piernas en ángulos imposibles. Ambas criaturas viles ascienden por la pared del hueco de las escaleras al piso superior.

Eso ha estado fuera de lugar, ¿sabes? No puedes entrar en la casa de la nueva Burgomaestre e interrumpir el cambio de decoración. ¿Qué es ese asunto tan urgente que necesita de mi intervención? ¿Un problema de lindes de fincas con los vecinos? ¿Los lobos se han comido a tus cabras, pastorcita?

Sasha no estaba impresionada con la espectacular entrada de Helene. Simplemente estaba a otro nivel. Y puede que el actual poder de Helene bastase para destruir algún esqueleto, pero tendría que rezar mucho durante mucho tiempo para afectar a una vampiresa hecha y derecha o hacer algo más destructivo que asustar a sus engendros.

¿Esto es una broma? Guarda esa espada-dice a Herr Urik con suficiencia-, ni siquiera es de plata.

Le hago un gesto afirmativo a Frau Helene como diciendo: "Te lo dije". Envaino educadamente el arma.

- "Buenos días, Frau Sasha. Me temo que no hemos sido formalmente presentados del modo más adecuado, aunque debo decir que no es la primera vez que nos vemos." -

Ivalic se acercó con sigilo a la puerta trasera y miró por la parte acristalada que daba a la cocina. Allí no había nadie, ni rastro de su hermana o de alguno de aquellos aventureros que habían ocupado la mansión. Por la puerta que daba al salón apenas podía verse una pequeña rendija que no era suficiente para saber lo que había al otro lado.

Al menos ya no está la sangre de Elenya. Pobre Katta.

Un grito escalofriante hizo que el niño saliera corriendo despavorido hasta alcanzar la posición de Parriwimple y Varikov.

-¡No vi a nadie en la cocina! ¡Pero... ¿Habéis escuchado ese grito?! ¿Que era eso? ¿Que hacemos Señor Varikov?

Aquel sonido no parecía haber salido de ninguna garganta humana, pero no le daba ninguna buena sensación y mucho menos sabiendo que su hermana estaba allí dentro con lo que fuera que había gritado.

La impotencia fue absoluta y la consciencia de sus propios límites, altamente instructiva a la par que escuela de frustración. De poco servía la fe, si el cuerpo que la sustentaba era débil. Al menos cuando alguien se engrentaba a una vampiresa que a saber cuántos años tenía encima y del otro lado tenías a un ama de casa con ínfulas de sacerdotisa o clériga. Resignada a que se toparan con lo que se toparan, siempre tendrían las de perder en virtud de una fuerza superior incontrolable e indomable que parecía partirse de risa con sus vanos esfuerzos por darle la vuelta a la tortilla, se dispuso a hablar con aquella arpía demoníaca que tenía un increíble parecido con una vecina de su pueblo, Monina Teluchi, la molinera por la que todos suspiraban, y eso incluía a las mujeres.

-Ojalá si así hubiera sido porque a unos lobos aún podría pegarles unos gritos y unos bastonazos -dijo Helene-. ¿Nueva burgomaestre? Pues felicidades, pero la verdad es que veníamos a hablar con los fulanos que habían ocupado esta casa y que tras pasarse por la posada le habían dado una buena zurra al posadero y se habían llevado a una amiga nuestra a la fuerza con a saber qué intenciones, pero de fijo que para nada buenas. Veo que uno de ellos se había convertido en un nuevo accesorio para el salón. Un tanto deprimente para mi gusto. Unos visillos aquí y allá y quizás un cortinón hubieran sido más apropiados en mi modesto entender, pero vamos, que soy una mujer de pueblo y no estoy en posición de discutir sobre gustos, tal y como dijo una vieja comiéndose un cucharón de mocos.

La conversación se estaba desvirtuando y Helene era plenamente consciente de que se iba por las ramas.

-La muchacha se llama Katta. Espero que no haya corrido su misma suerte y nos gustaría saber si podríamos llevárnosla con nosotros, señora Burgomaestre -su mano fue al zurrón, localizó los dientes de ajo y se los llevó a la boca, mascando con fruición-. A propósito, me llamo Helene -un pequeño regüeldo tras el ajo crudo acompañó a su presentación-. Perdón, es que estoy pillando un catarro y nada como el ajo para cortar en seco.

-¡Tu p... obre madre! No te jo... Fue la única respuesta que Varikov le dio al crío antes de salir enfadado por la puerta de la posada. Por desgracia, fuera las cosas no iban a mejorar, al contrario. Mientras iban a la mansión de los muertos, raptados y suicidas, la gente no tenía otra cosa que hacer que darle abrazos. ¿Qué se fuma esa gente? No era normal tanto toqueteo.

Pensando en el grupo de aventureros, las voces de la cabeza de Varikov volvieron otra vez a contar chistes. Todos empezaban con "un humano, un elfo, un enano y un mediano entran en un bar...". No tenía claro si eran peores que el juego de los nombres que Ivalic se había inventado. Varikov decidió no decir nada porque no tenía nada bueno que decir.

Por fin llegaron y por primera vez el mocoso tuvo una buena idea, callarse. Se merecía un abrazo, pero solo el pensamiento le dio escalofríos al enano. Cuando se fue a mirar dentro de la casa no lo retuvo, al contrario, le dio un pequeño empujón. Parecía que quería librarse de él. Lo bueno dura poco y el crío volvió como alma que lleva el diablo cuando escuchó un grito raro que venía de dentro de la casa. Varikov no recordaba el plan, incluso se preguntaba si llegaron al final a hacer uno.

- Voy mirar también, tú husmea sin hacer ruidu nesi montón de chatarra, sobre to nes mochiles. No pensaba que esas cosas podrían tener algún valor o que haya algo útil entre ellas, pero así el crío se mantendría ocupado un rato y lejos de él. Sin esperar respuesta se fue hasta la puerta de la cocina y la abrió despacio.