Partida Rol por web

Miró a unos y a otros mientras hablaban. Hizo un guiño a su hijo, sabedora de que buscaba su aprobación. Quería a Vjelkus, no porque fuera su hijo, sino por ser quien era. Bajo su aspecto pusilánime había tenido el valor para escapar de casa y acompañarla a hurtadillas en la búsqueda de su padre. No todos hubieran hecho lo mismo. Sí, Vjelkus era más valiente de lo que él mismo creía, pero le faltaba una dosis mayor de autoestima. Sí, conocía a su hijo y sabía que se sentía acompleajdo por su aspecto. Quizá aquel periplo, la búsqueda de Jeref, hiciera de él todo un hombre.

-Demasiada información y mucho me temo que no puedo con toda ella. Me temo que dais por supuestas muchas cosas, entre otras, que sé de lo que habláis. En fin. Dejadme que trate de ordenar este pequeño caos. Irina, la joven aquí presente, es la reencarnación de una mujer llamada Tatyana, cuya muerte es lo que condujo a Strahd a hacerse vampyr -una mirada interrogativa buscó que le confirmaran que no estaba errada-. Y planteáis diversas teorías para impedir que su espíritu se reencarne en otra que no sea Irina, cuyo cuerpo mortal ha sido robado. De otra parte, Ivalic sufre por la maldición de su madre, cuya cura busca. El gigantón por contra no busca nada. Yo, sin embargo, busco a mi marido, Jeref Maurgen que se dejó seducir por alguien que se hace llamar el Gentil que Llama y quien le tentó con una información que pensaba iba a posibilitarle acceder al castillo de Strahd -dicho aquello guardó silencio unos segundos, meditando si explayarse más o no, pero pareció optar por un precavido silencio de momento-. Arik, Urik, Varikov... ¿Y vosotros?

 Pfffffff...

Varikov escupió la cerveza levantando los labios de la jarra. La pregunta era incómoda, los enanos no son muy de hablar de sus motivaciones.

 ¿Yo? ... Strahd matú a meu lobu Farkas, y Varikov matará a Strahd. Es asín de sensillu.

Mientras Helene esperaba escuchar las inquietudes y anhelos de Arik y Urik, Vjelkus siguió explicando.

Venimos de un país llamado Nova Vaasa, al este. Está siguiendo el camino viejo de Svalich, más allá de vuestra verja en el muro de Brumas. Nova Vaasa es muuuuuucho más grande que Barovia. Pero como la cabaña de mis padres queda a un par de días andando de la niebla... Al venir en carro... ¿Cuánto tiempo estuve escondido en la carreta del señor Litmunova, mamá? ¿Siete? ¿Ocho horas? Aunque casi todo el trayecto lo hice durmiendo.

- "Bueno, decir que Parriwimple no busca nada es mucho decir. En primer lugar, busca ayudar y proteger a las gentes de este pueblo. Por otra parte, y esto me preocupa, ha estado diciendo cosas muy extrañas sobre la divinidad de la mano de Giusepe, el carpintero local, desde que un zombie se la despellejara de un mordisco...

En cuanto a mí..." - Señalo con un gesto suave al cuervo Hurrn.

- "Él y yo somos todo lo que queda de la Orden del Cuervo, una orden caballeresca que antaño protegía estas tierras, hasta que Stradh la destruyó. Los Caballeros del Cuervo murieron luchando con honor. Quisiera recuperar dos artefactos perdidos de mi Orden, que en un momento dado podrían servir para restaurarla y poder nombrar nuevos futuros caballeros.

Algunos dirían que busco venganza, pero no es así. Busco justicia. Stradh debe pagar por incontables crímenes." -

Suspiro profundamente, ante la enormidad de la tarea, que parece tan imposible o más como al principio de nuestra andadura.

-En primer lugar, creo que este lugar ha sufrido lo suficiente -dice Arik, la voz firme-. En segundo, ejem... pienso que las expectativas de negocio podrían mejorar notablemente con el Conde muerto... Ese castillo abandonado atraería a copiosas expediciones de aventureros demasiado cobardes para que acercarse con Stradh vivo pero lo bastante avariciosos como para intentarlo con él muerto (del todo). Para el mejor (y único) alojamiento con buena comida y cama caliente del lugar, sin duda eso sería la gran oportunidad para prosperar que llevo esperando años. Y en tercer lugar, hay un par de criaturas del Conde que me han puesto en aprietos en el pasado y que llevo tiempo queriendo eliminar, y yo sólo no puedo. Hablo del Oso antropófago de los bosques y del hombre lobo que habita el mismo lugar y de apetencias culinarias similares a las del Oso. 

Sonrío a Ivalic y le digo:

- "Ivalic, creo que deberías de anotar eso. El Gentil que Llama convenció al marido de Frau Helene, Jeref Maurgen, de que conocía una forma de entrar en el Castillo de Ravenloft.

En cuanto a Herr Arik, tiene dos enemigos en los bosques que buscan su perdición: El Oso Antropófago y el Hombre Lobo. Querría eliminarlos antes de que acaben con él." -

Ivalic terminó de anotar todos los datos de la historia de Vjelkus y de su viaje como polizón, antes de volverse al paladín.

-Si Herr Urik, ahora mismo lo anoto todo.

Ivalic volvió hacia atrás en su cuaderno a las hojas donde estaba apuntando todas las tareas que el grupo tenía pendientes y comenzó a anotar las nuevas cosas que el paladín le iba diciendo, poco a poco se acumulaba una gran lista. El problema sería por donde iban a empezar.

-¡Ya está apuntado! ¿Un oso y un hombre lobo habitan en los bosques? Vaya... eso no es una buena noticia. Mi padre se fue al bosque y todavía no volvió, espero que no le haya pasado nada malo, quizás se haya desorientado y no encuentra el camino a casa. Quería ser positivo, pero aquellos bosques parecían muy peligrosos y temía que a su padre pudiera ocurrirle algo malo. ¿Y que vamos a hacer primero?

Mientras sus amigos decidían a donde ir o que hacer antes quiso saciar su curiosidad sobre la historia de Helene.

-Señora Helene. ¿Y sabe usted más cosas sobre ese Gentil que Llama? Podemos ayudarla a encontrarlo, seguro que su marido está con él y si sabe como entrar en el castillo podría interesarnos hablar con él.

Helene dio un nuevo sorbo a la pinta, su mirada reflexiva observando a Ivalkic mientras este escribía en su cuaderno cuanto se desgranaba en aquella posada. Se secó los labios con el dorso, un gesto poco femenino pero que llevó a cabo con gracia innata.

-Ambas son buenas preguntas. Puedo responder a la segunda, aunque no tengo mucho que ofrecer al respecto. Cuanto sé es cuanto os diré. Es un diablo -afirmó con contundencia-. No hablo metafóricamente, sino literalmente. Un demonio que sirve a los Poderes Oscuros, ese mal que impregna las Brumas. Tentó a Jeref como solo sabe hacerlo un demonio. Ofreciendo algo imposible de rechazar. Imposible cuando eres un hombre -dijo desviando la mirada hacia la lanza y algo en aquella mirada aconsejaba no pedir explicaciones sobre aquel extremo, no si se era un hombre por lo menos-. Sea como sea, ese ser dijo no ser aliado del Conde, aunque tampoco su enemigo. Afirmó ser un simple servidor de una voluntad superior cuyos planes desconocía. Si hubo verdad o mentira en sus palabras es algo que no puedo esclarecer. Nos habló de un pasadizo secreto que conduce hasta las catacumbas del Castillo y que permitiría el acceso de un número elevado de personas intersadas en acabar con el vampyr.

Un nuevo sorbo y un gesto más duro en su rostro tallado por los años y los elementos.

-Nos dio un nombre. El del arquitecto que construyó el castillo. Davhit Uthurlan, también llamado Davhit el Constructor -concluyó. No tenía sentido guardar en su pecho aquel pequeño secreto si aquello le permitía dar con su marido en caso de seguir este vivo.

Posó la pinta en el suelo, a sus pies. Había dicho cuanto sabía.

-Una madre, un marido, una reencarnación pendiente, deseo de justicia y la recuperación de unos objetos, venganza por un lobo, ambición y eliminación de dos enemigos, protección... Muchas y variopintas necesidades bajo un mismo techo y de la mano de personas muy distintas. No sé vosotros pero tengo clara una cosa. Por separado, pocos podremos lograr nuestros objetivos. Hay demasiado mal y enemigos en exceso como para triunfar en solitario -entrecruzó los dedos de ambas manos y estiró los brazos y las palmas haciendo crujir los nudillos-. No sé si sois ya aliados, si simplemente habéis coincidido o qué. Si sois aliados, me gustaría unirme a vosotros. Os ayudaré y me ayudaréis a cambio. Si aún no habéis pensado en unir fuerzas os propongo hacerlo. Parriwimple, acércate. Veré qué puedo hacer por tus heridas -dijo lista para imponerle las manos cuando este se acercara-. ¿Qué me decís? Si lo hacemos, solo quedaría decidir por dónde empezar, algo que podríamos hacer perfectamente tras despertar de un más que merecido descanso.

Se puso en pie, tomando la lanza. Dio un seco golpe en el suelo con ella.

-Contad con mi lanza si aceptáis lo que os propongo.

Las heridas de Parriwimple cicatrizaron un poco más gracias al don mágico de la mujer buena. Sin embargo, su gesto era serio, como si estuviese pensando en algo...

De los fantasmas, Helene no sabía más de lo que el cuervo de la Orden del Cuervo había dicho sobre las reencarnaciones. Sobre zombis, sabía que su punto débil era cortarles la cabeza, con lo que las armas contundentes o puntiagudas no les dañaban en demasía. También recordó que se usaban ónices negros en el ritual para alzarlos. Son lentos y torpes. En general, son una pésima elección para formar un ejército en relación calidad precio. El poder espiritual de Helene, de manera similar a cómo ha limpiado la ira de Irina, también podría auyentar a estos seres.

Otro detalle, común a todos los seres no-muertos, es que el mismo conjuro que ha utilizado Helene para curar las heridas de Parriwimple, lanzado sobre un muerto viviente le haría daño en lugar de curarlo. Por contra, para curar el aura dañada de Irina (que aún se le puede herir con armas mágicas y hechizos), se necesitaría un conjuro de inflingir heridas leves en lugar del de curar heridas leves, o inflingir heridas menores en lugar de curar heridas menores. Esto se debe a que la naturaleza de los conjuros es la energía negativa y positiva, y funcionan de distinta manera sobre algo tan negativo y muerto como un zombi o un fantasma.

Yo quisiera hacer una propuesta. Todos sabemos que Strahd puede caminar bajo la luz del día y aparecer en cualquier momento para reclamar el alma de Irina. También sabemos que Strahd es tan antiguo que ha tenido tiempo de "ser invitado" con engaños y dominación a todas y cada una de las casas de este pequeño pueblo. Así que yo os digo: construyamos nuevas casas. Una al menos. Un gran granero en el que poder esconder a los inocentes, y cobijarnos nosotros mismos.

Aunque primero debemos tratar el tema de Irina, y de cómo ocultarla o presentarla a sus asustadizos y supersticiosos vecinos...

Irina escuchaba aquellas voces que le llegaban como filtradas a través de una pared de agua. Las siluetas de sus amigos oscilaban en aquel mar de nubes, vahos y ondas en el aire. Helena parecía alguien decente y lo que decía tenía sentido Sus palabras aliviaron el alma de la noble. 

La idea del cuervo de levantar nuevas casas también le pareció acertada, aunque la perspectiva de quedarse escondida mientras sus amigos arriesgaban la vida para ocultarla de los poderes de Strahd no le gustaba ni un pelo. En cuanto a permanecer escondida no debería ser mucho problema. Seguramente podría meterse en el suelo o entre los cimientos y aguardar allí las noticias de sus amigos.

-Quizás pueda esconderme en las paredes, bajo el suelo o dentro del suelo de la casa. No sé si eso me protegerá de Strahd pero al menos nadie me verá.

- "Frau Helene, por mi parte acepto ser vuestro aliado en esta empresa que a todos se nos antoja imposible. Pero me deberéis de perdonar por mis modales anticuados. Sois una sacerdotisa y una mujer casada, se os debe respeto, y tutearos sería intrínsecamente contrario a la educación recibida. Sería un trato inapropiado.

Respecto a las tareas, parecen agolparse entre sí como un bosque inextricable de ramas y zarzales. Me inclino a seguir intentando ayudar a la madre del pequeño Ivalic. Creo que el hecho de que Madame Eva al parecer no haya muerto, como pensábamos, hace que no se la pueda descartar del todo como causante de la maldición. En todo caso, si no fuera ella, tal vez sepa quien es esa Jenny Moon que maldijo a la señora Yannof. Creo que sería interesante informar al Padre Danovich de la desaparición del cuerpo de la vieja vistana.

La construcción de un granero nuevo en el que los vampiri no pueden entrar parece una medida inteligente. El problema es que tal construcción podría ser incendiada fácilmente por cualesquiera otros sirvientes de los Poderes Malignos, incluyendo humanos dominados mentalmente.

Por otro lado, me pregunto si cualquiera podría invitar a entrar a los vampiri, o tan sólo el que fuera designado como legítimo propietario.

Arik, ¿qué opináis vos? ¿Es factible construir un granero en el que se refugie todo el pueblo? ¿Cuánto tiempo tardaríamos y qué necesitaríais? ¿Podríais tal vez vos ser el único y exclusivo propietario mediante un documento firmado en acuerdo por todos los habitantes del pueblo? De este modo, vos y tan sólo vos podríais invitar a alguien a entrar." -

Dio por perdido su intento de que Urik la tuteara. Era un hombre anclado en viejas formas que parecía no entender que el respeto no se basaba en hablarle de usted. Así que se encogió de hombros.

-Como quieras, Urik, como quieras. No voy a repetirlo más ni a pedirte algo que te resulta antinatural. Me resignaré a que me trates como a una abuela -rió suavemente, con una risa agradable y contagiosa-. Irina, ¿y no sería más sencillo que tomaras posesión de un cuerpo pequeño, como un pájaro o un perro o un gato? Hablo desde la ignorancia, porque no sé si es posible pero creo que casi todos hemos oído hablar de posesiones. Quizá solo sean bulos pero me parece mejor opción que incrustarte en una piedra y además así podrías acompañarnos allá donde fuéramos. Y lo que decís de construir una casa... ¿Sabéis de construcción? Porque yo no, y si se trata de tener una casa o vivienda a la que el vampir no pudiera tener acceso... ¿No bastaría con un cambio de titularidad? Mirad, de vampiros sé unas cuantas cosas. Debo decir que de algún modo su estudio me fascinó durante una época. Cosas de la juventud, ya sabéis -dijo como disculpándose-. El ajo, símbolos sagrados, espejos, el agua... no les gustan nada. Matarlos es complicado. Una estaca en el corazón los inmoviliza pero hay que cortarles la cabeza para que palmen definitivo. O mantenerlos sumergidos dieciocho segundos bajo el agua. Mirad, lo mejor sería dar con una casa rodeada de agua. En una isla en medio de un río y a la que solo pudiera accederse por barca. ¿Sabéis de alguna en las proximidades? Y os aconsejaría llevar una bolsita con dientes de ajo en su interior colgada al cuello. Y para esta noche, frotar con ajo todo acceso a la casa. Ventanas, marcos de puerta e incluso el propio hogar de la chimenea. Para los zombis, cortar la cabeza es lo único efectivo. O un hechizo en condiciones.

Recogió la pinta del suelo y bebió.

-Empezar con la búsqueda de Ivalic me parece bien. La suerte de su madre es sin duda lo más urgente. Arik, dijiste que conocías el emplazamiento del campamento gitano. Tal vez deberíamos comenzar por ahí.

Calló. Había hablado ya mucho y era hora de que los demás dijeran algo. Pero se sentía viva. Muy viva. Y esperanzada. Las oportunidades de dar con su esposo se habían multiplicado.

- "Bien, mi propuesta es la siguiente. Descansemos esta noche y partamos al alba hacia el campamento vistani, en busca de pistas. Antes, de camino, podríamos visitar al Padre Danovich en su iglesia y advertirle sobre la desaparición de Madame Eva.

En cuanto al pueblo, deberíamos de dejar a gente al cargo de organizarlo todo y defender el pueblo en nuestra ausencia.

Arik, vos conocéis mejor que yo el pueblo. Además de maese Bildrath y maese Giuseppe, ¿con quién más podemos contar para mantener las cosas en orden?" -

-¡Vaya! ¡Un demonio! Respondió Ivalic en un tono que mezclaba admiración y miedo a la vez, una criatura de ese calibre era más peligrosa que el propio Conde. Ivalic cayó su siguiente pregunta pues algo le decía que la Señora Helene no quería hablar sobre la estratagema que el demonio había utilizado para convencer a su marido. Menos mal... Al menos no era aliado del Conde, lástima que tampoco fuera su enemigo porque contar con algo así de su lado podría inclinar la balanza, aunque no estaba muy seguro de que fuera buena idea aliarse con una criatura de esa naturaleza. Si ayuda a la gente que está interesada en matar al Conde ¡Podría ayudarnos a nosotros!

Era una idea desesperada, pero la situación a la que se habían visto avocados también lo era, demasiadas bajas importantes y cada vez menos esperanzas, cualquier ayuda sería bien recibida aunque el pequeño sabía por sus libros que los demonios siempre intentaban engañar a la gente, aunque al principio pareciera que los estaban ayudando, seguía sin fiarse mucho. Aunque ese demonio no se les había aparecido tampoco y quizás nunca lo hiciera así que no valía la pena perder el tiempo con aquellos pensamientos.
Lo que si llamó su atención fue el nombre que la Señora Helene dio del arquitecto del castillo, estaba seguro que había leído ese nombre en algún sitio, pero no sabía donde ni si podría ser importante, por si acaso haría memoria para ver si recordaba.

-¡Será un placer Señora Helene! Toda ayuda es bienvenida y además nos podemos ayudar unos a otros, esa es la mejor manera de poder conseguir nuestros objetivos.

Y mientras celebraba con entusiasmo la nueva incorporación Hurrn el cuervo propuso otra buena idea, o al menos eso le pareció a Ivalic.

-Ahora muchas casas cambiarán de dueños porque se quedan vacías y en otras no se puede vivir porque se destruyeron, pero no se si eso servirá para esconder a Irina. Pero no es mala idea que la gente haga un lugar seguro donde refugiarse, uno donde el Conde no pueda entrar. Viktor puede ayudarles, él es carpintero.

Ivalic, al escuchar a Herr Urik se dio cuenta que apenas habían descansado y que sería mejor hacerlo y dejar aquella discusión para el día siguiente, el pobre paladín estaba claramente trastornado por el cansancio y ni siquiera recordaba que había sido el propio Padre Danovich el que les había mandado el aviso de que el cuerpo de Madame Eva había desaparecido.

-Quizás sea buena idea irse a dormir y continuar mañana con la mente más despejada y menos cansancio. Dijo terminando con un gran bostezo.

-Esa es una magnífica idea -dijo dejando la pinta en una mesa-. Hijo, nos vamos a dormir y mañana será otro día -señaló-. Pero antes... -se acercó al enano y estando junto a él, cerró los ojos y musitó algo silenciosamente apoyando la mano sobre su hombro-. Arik, me llevaré un par de cabezas de ajos al cuarto. No quiero que un vampiro enturbie mi sueño -afirmó esperando a que este le proporcionara aquel viejo remedio antes de subir a su cuarto.

Irina dijo algo alarmante... No es buena idea que se dedique a esconderse bajo el suelo, porque podría encontrar el sótano de Layla. Eso supondría muchas explicaciones que dar. En el peor de los casos, podrían intentar matarla.

Sosegándose un poco, el posadero trató de pensar con claridad. Los gitanos que le compraban provisiones a Arik (básicamente porque Bildrath el tendero es un poco racista y avaro, y terminó intentando vender productos por el cuádruple de su valor), hablaron del campamento a orillas del río Ivlis, en un claro junto al lago Tser. Era un campamento estable, al contrario que otros gitanos nómadas, Madame Eva y su clan tenían interés en quedarse siempre allí.

Lamentablemente, la mayoría de hombres sanos son cobardes, y la mayoría de hombres valientes son enclenques en este pueblo. Si el grupo de la posada se marcha, quizás las dos personas más capaces sean dos personas que los odian a muerte: el párroco Danovich y el herrero Paulo. A ambos les destrozaron las entradas a sus respectivas viviendas (la iglesia de Danovich para evitar que continuara alzando no muertos en su intento huraño de mantener a los demás alejados; la casa de Paulo al intentar abrirse paso a la casa anexa en la que el propio Arik quedó atrapado cuando la pólvora explotó). Otra posibilidad era confiar las defensas al joven Bobby y sus chicos, pero en el mejor de los casos a penas podrían servir de otra cosa que no fuese una patrulla ciudadana para avistar peligros y dar la voz de alarma.

El cuervo se encogió de alas y miró a Ivalic como si ambos estuviesen pensando lo mismo de Herr Urik.

Uthurlan... ese nombre le era familiar al niño. Hubo hace tiempo una familia Uthurlan en el pueblo de Barovia. Ivalic se acuerda, porque su abuelo, el del accidente con la ballesta, citaba de vez en cuando un viejo dicho: "Debiendo un cobre empiezan, para acabar como los Uthurlan".

Era una familia humilde que se dedicaba a pequeñas tareas esporádicas, arreglar techos con goteras o levantar vallas que limiten la finca de otro. Acabaron tan endeudados que perdieron la casa y se marcharon del pueblo. Actualmente no hay ningún Uthurlan en el pueblo de Barovia, aunque no se puede hacer extensible esa afirmación a toda la región de Barovia, ya que las Brumas no dejan a menudo abandonar sus dominios. Estaba Ivalic ensismismado en sus pensamientos cuando Hurrn agitó las alas con grandes aspavientos.

¡¿Qué qué?!-se escandalizó Hurrn-¡¿Poseer pájaros?! Nooooo... yo creo que no. ¡ME NIEGO!

Quizás era algo pronto para que la fantasma novata intentase algo tan avanzado. Actualmente sus poderes fantasmales son bastante reducidos. Quizás podría intentar una posesión no invasiva; meterse en el cuerpo de alguien completamente voluntario, durante unos minutos, para entrar y salir del pueblo sin ser vista.

Sobre lo de construir una casa entre agua... yo lo veo difícil. El río Ivlis no tiene ningún islote. Aunque desemboca en un delta pantanoso, allí el agua del río está estancada, no es una corriente de agua que pueda mantener a los vampiros alejados. Además, no sé si el pantano no será un lugar aún más terrible que el propio Strahd. Es todo un ecosistema de monstruos comemonstruos comepersonas. La titularidad de las casas tampoco servirá de mucho. Los vampiros pueden de ser invitados por cualquiera que esté en esos momentos dentr...

El venerable cuervo no pudo terminar la frase. En cuanto la mano tocó (y curó) el hombro de Varikov, el enano se sobresaltó y montó en cólera.

 ¡Chepchepchep! ¿Piodese saver qué estás a hacer, oh? Que hayas perdiu a tu mozo no singuifica que piodas andar tuqueteando a otrus machotes. ¿Piensas que te vou dar grassias pior curarme? ¡Nadie te lo ha pediu! ¡Métete en tus asuntus! No te lo desía a ti, ¡calla dunha vez! No me ubliguéis a abrirme la cachola y haseros callar a todus ahí dentro. ¡Sacabó! ¡Empesó él! ¡Yo no fui! ¡Al catre a durmir! ¡Todus!

Como un cencerro. Se levantó, airado, y subió las escaleras hacia su habitación. Mañana prometía ser un día muuuuy largo en compañía del enano Varikov.