Partida Rol por web

Da, daaaa...
Dadadááá...
Ding dong...
La ira vendrá.

Da, daaaa...
Dadadááá...
Ding dong...
La ira se irá.

Ismark tenía razón: el Trílokh tenía el humor macabro de aparecérseles en las pesadillas. Durmieron del tirón, pero fue un sueño intranquilo, desasosegado, lleno de visiones horribles y confusas. Al llegar al amanecer, los paladines empezaron a rezar frente a la ventana. Era un día lluvioso, lleno de tareas por realizar. Ashlyn usó su magia en curar parte de sus heridas.

Cuando estuvieron listos, subieron a lo alto de la torre. Hacía un viento fuerte que agitaba las numerosas capas que colgaban de los hombros de casi todos los aventureros. Las gotas de lluvia repicaban sobre los charcos de fluidos azules de los que se alimentaban los árboles de carne. Estaban ante el que no hace mucho era Bray.

El sueño no me trae el descanso reparador que esperaba, fruto del maldito ser que nos posee. Eso me hace darme cuenta de que estaríamos mejor sin él, aunque ahora mismo no podamos librarnos de su presencia. Lanzo un suspiro e intento concentrarme en algo que no sea mi mal humor mañanero de cuando no duermo bien.

Una vez termino mis oraciones, incluyendo un par de conjuros de curación, me giro hacia los demás. Acabemos de una vez con el corazón del día. No tenemos mucho más tiempo.

Encabezo probablemente junto a Urik la marcha hasta el árbol que fue Bray, y ahí toca esperar a que Beth haga lo suyo y cumpla su palabra. Confiar en la palabra de un nigromante, ya cualquier cosa puede pasar.

Don Urik no tenía nada claro la explicación del Trilokh, que además contradecía lo que opinaba Beth sobre el número de almas que podía consumir al día, por lo que contestó lo que pensaba que pasaba realmente*. - Escuchadme. Yo me he resistido a aceptar la rabia que nos induce mágicamente este ser, me he rebelado contra él con todas mis fuerzas. He negado usar ese don, quizá sea esa la respuesta correcta, por eso no ha podido devorar mi alma. No perdéis nada por intentarlo, ¿verdad? - quizá estuviera equivocado, pero desde luego, él no pensaba aceptar ése regalo que aquel infernal ser les ofrecía.

Una vez esa cosa ya resuelta, se centraron en descansar. - Beth, en la medida de lo posible vamos a evitar alimentar a esa criatura, si no, no dejará de seguirnos, al contrario, si ve que no le hacemos caso, la ignoramos, nos resistimos a ella, y no le alimentamos, terminará por irse. Lamentablemente no podemos enfrentarnos a ella, me gustaría acabar con esa criatura, pero no es posible, aún. - 

A la mañana siguiente, y tras rezar para obtener sus dones del Sagrado Cuervo, el caballero se alimentó de nuevo y se quedó un rato pensativo acariciando su plumaje. Luego ofreció varias de sus pociones para que los que aún estaban heridos recuperaran sus fuerzas. Sacó dos pociones de curar heridas ligeras, una poción de curar heridas moderadas y dos pociones de curar heridas graves. - Usad lo que creáis conveniente, es mejor que estemos lo más recuperados posible cuanto antes, mejor esto que tener que arriesgarnos en mitad de un combate o una trampa a intentar curar las heridas graves recibidas. - dijo, mientras imponía sus manos tanto a Ashlyn como a Lobo**

Cuando llegó al árbol que fuera Bray, Lobo se detuvo ante él, la lluvia resbalando sobre su capucha, un remedo de las lágrimas que hubiera querido derramar. Pero no había tiempo.  

Feudieu, pronto lo liberaremos y volverá a ser el tío con pluma de siempre. Bray, sé que no puedes escucharme, pero te sacaré de esta. Sea como sea. 

-Gracias, Urik. Gracias Ashlyn -dijo al caballero y a la cazadora. Sabía que aquello no bastaba. Aún se sentía débil y dolorido, y las heridas seguían allí, lacerantes y molestas. En un combate ante un enemigo poderoso, no resistiría. Y ese era un lujo que no podía permitirse aunque con gusto se hubiera retirado a una guarida a lamerse las heridas.

No dudó en coger la poción de heridas leves que Urik les tendía, pero no la bebió. Era un recurso útil y valioso que quizá pudiera servirles en otro momento. Y tal vez pudieran curarse aún de otra forma. Esperaría antes de que reiniciaran la marcha. 

-Ely, ¿usaremos el espejo antes de hacer nada para comprobar el terreno de juego? Estoy convencido que la muerte de la zorra cornuda no es el fin de los problemas y obstáculos para acabar con el Corazón del Día. 

Beth rezó hacia un rincón oscuro de la habitación. Susurraba con una voz rasgada como si estuviera poseída por algún demonio, pero cuando terminó, recobró su tono dulce y su sonrisa radiante. Estaba encantada de recuperar tanto su maza como la esfera radiante. -Gracias Arnak. Mi consejo es que esperéis en la taberna hasta que regresemos. Sería maravilloso contar con todos vosotros para el acto final de esta tragedia- Dijo refiriéndose a la misión, casi suicida, de acabar con Strhad.

He negado usar ese don, quizá sea esa la respuesta correcta, por eso no ha podido devorar mi alma. No perdéis nada por intentarlo, ¿verdad?

La joven apretó los labios pensativa y asintió: -Voy a intentarlo- Tras sentarse con las piernas cruzadas juntó los pulgares con los índices y apoyó los codos sobre las rodillas en actitud de meditación. -Hmmm…No lo veo claro- Resopló. Intentó concentrarse en renunciar al El Trilokh para recuperar su autonomía, pero cualquier poder era demasiado tentador por grande que fuera el riesgo. -No puedo…- Dijo en voz baja con el ceño fruncido. -No todos tenemos tu capacidad de auto-sacrificio, Urik- Confesó molesta consigo misma. -Prefiero sacrificar a otros…A los malos, por supuesto- Añadió de inmediato.

Acabemos de una vez con el corazón del día. No tenemos mucho más tiempo.

-Si, si, por supuesto, pero antes vamos intentar salvar a Bray- Respondió a Ashlyn. Elizabeth subió con los demás al abominable jardín donde languidecían los árboles privados de su sustento. Alzó las manos para invocar un remedio, pero se detuvo de pronto: -Necesito un componente- Murmuró. La nigromante miró a Bray de arriba abajo una vez más. – Para salvarle preciso de una gotita de sangre- Explicó como si se tratase de la receta de un delicioso pastel. Beth sacó su puñal y jugueteó con su afilada punta. -Si te da aprensión la sangre también me vale un poco de vello púbico, pero la mayoría de los chicos preferís desangraros a dejar que os acerquen una daga por ahí abajo- Sonrió con picardía mientras deslizaba la sinuosa hoja bajo su nariz. -No fue para tanto, verdad querido- Dijo lanzando una mirada a Urik. De hecho, sólo Lobo y Ashlyn se habían librado del morboso ritual.

Beth aguardó con gesto divertido la respuesta del espadachín sabiendo que haría cualquier cosa por salvar a su hermano. Después cumplió su palabra y lanzó su conjuro más poderoso para romper el encantamiento*

Después tomó al joven del brazo y regresó junto al espejo:

-Exploremos, querido- Sonrió a Lobo. -Pero antes de partir haré una visita a Varik. Haré que ese enano expíe sus faltas y compense todo el mal que ha hecho sirviendo en nuestro bando. Aunque la diosa prefiere que obre sus milagros con público, entenderé que me esperéis aquí para que vuestros frágiles estómagos no se resientan. Será solo un momento. No tengo intención de acabar como Reluë.-

Cuando Ely dice eso, lanzo un bufido y aprieto con fuerza el puño. Incluso doy un par de pasos pensando en detenerla, pues una cosa es hacer que los malvados muertos expíen sus pecados ayudándonos y otra es matarlos a sangre fría. Y además convertirlos en no muertos, mis enemigos naturales.

Ely sigue bailando en el borde de la navaja y cada vez me cuesta más controlarme para no atacarla directamente. Ni siquiera la excusa de Stradh por sí sola me vale, y ahora estoy recurriendo en estas situaciones a rememora todo lo que hemos pasado para convencerme de que está de nuestro lado. Pero se hace difícil, muy difícil.

Lanzo un suspiro y me doy la vuelta intentando relajarme, sin decir ni una palabra.

El conjuro de Elyzabeth funcionó. Las raíces empezaron a retraerse volviendo a los pies; el tronco se abrió hasta hacer el espacio entre las piernas; las ramas se contrajeron hasta formar los dedos...

Blurrrrrrrrrp...-vomitó; como si fuera un gato, la ropa que se había fusionado con él cuando se transformó en árbol de carne salió disparada en una pelusa de hilos.

Algo iba mal. La transformación se había detenido. A Bray no le brotó pelo ni le creció la piel.

Hedmano...-dijo Bray, señalando con su brazo de carne a Lobo-. Hedmano, ghacias. Me has salvado.

Cuando el brazo deforme entró en su campo de visión, Bray empezó a tomar conciencia de su situación.

Uuuuuuh... Nooooo... ¡NOOOOO! ¡Uaaaaaah! ¡Uaaaaah! No, no, no...

El pobre Guardián de la Pluma Negra trató de transformarse. Plumas dispersas brotaron de su piel, y creció su pico. Se encogió hasta el tamaño de un cuervo feo, con calvas en su plumaje y los ojos desiguales. Ashlyn, la dura Ashlyn, sintió ganas de correr, pero entonces Urik le cogió de la mano. La presencia de otro paladín la reconfortaba. Rodolfo temblaba como un pollito, y no por la lluvia precisamente. Pero a quién más daño causó la visión de Bray fue a su propio hermano. Lobo salió corriendo, alejándose de la horrible escena. Y lo peor de todo era lo que había en dirección contraria: Lobo iba a cruzar el puente que llevaba a la torre del Corazón del Día.

La transformación comenzó y parecía que todo iba bien. El cuerpo de Bray iba poco a poco recuperando su anterior aspecto. Entonces de pronto se paró a mitad de la transformación, quedando en un ser que solo puede definirse como un monstruo.

Mis ojos se abren como platos y, a pesar de haber visto ya en mi vida numerosos horrores, algo como eso está por hacerme salir corriendo. Sin embargo Urik toma mi mano calmando mis miedos. Realmente agradezco la presencia del otro paladín.

Sin embargo Lobo sale corriendo en dirección al puente que lleva a la torre del corazón de día. Miro a Elisabeth y luego a Urik. Debemos detenerle, o puede meterse en un lío y además Stradh podría detectarle.

Don Urik miró a Beth compasivo, ella no mostraba su misma fuerza de voluntad, no sabía si por debilidad, por egoismo, o por el camino que había elegido adorando a su Dios. Fuera como fuere, el caballero estaba decidido a ser su ancla emocional, a no dejar que la joven se perdiera del todo. Su flirteo con la muerte le había hecho entender que la vida era muy valiosa, y que cualquier esfuerzo para salvar a alguien era poco, si la quería salvar, tendría que darse por completo, sin paliativos, sin esperar nada a cambio, y entonces, sólo entonces, quizá pudiera salvarla de aquel oscuro camino por el que la clériga deambulaba con peligrosa despreocupación, hasta parecía que disfrutara poniéndose en peligro para dañarse a sí misma o autocastigarse por alguna razón. 

La transformación de Bray en aquella cosa le dejó impresionado, pero no se dejó amilanar, a pesar de que su cuervo en su hombro graznaba como un loco contra aquella abominación, sobretodo cuando se transformó en aquel feo cuervo. A su lado Ashlyn parecía a punto de salir disparada, pero Urik le cogió la mano y asintió, transmitiéndole fuerza y su plena confianza, aquello era un horror más, uno de tantos que les deparaba aquel maldito lugar y que tendría que sobreponer para poder acabar con el dueño del castillo. 

Lo que no pudo fue llegar a Lobo, que salió corriendo de allí como alma que lleva el diablo, sobrepasados sus sentimientos. - Sí, debemos pararlo. ¡Lobo, detente! - el caballero en su pesada armadura no era rival en velocidad contra Lobo, incluso en su forma humana. 

Mientras salía en pos de Lobo, intentó razonar con Bray. - ¡No importa tu exterior, importa tu interior Bray, quién eres, qué decides hacer con tus acciones, seas como seas, tu lucha contra el vampiro es más importante, céntrate hijo!¡Nosotros te apreciamos, eres nuestro hermano de armas, y encontraremos una manera de sobrevivir a ésto, pero te necesitamos con nosotros! - le dijo, intentando aplacar su tristeza, furia y autocompasión. 

Se encogió hasta el tamaño de un cuervo feo, con calvas en su plumaje y los ojos desiguales.

-¡LA OSTIA PUTA!- Se le escapó a Beth. De inmediato se tapó la boca con la mano. Una sacerdotisa de Wee-Jas no podía hablar como una vulgar tabernera de pueblo.

La nigromante ocultó su estupor y trató de justificar el terrible desenlace. – La magia puede ser cruel, pero no ha fallado. No tuve en cuenta que Bray se encontraba bajo otro encantamiento. Se ha quedado a medio camino entre un cuervo, un árbol y un humano, pero sigue siendo tu hermano- Coincidió con Urik. -¿Lobo?- Se sorprendió al volver la cabeza y no verlo. -Tal vez, si vuelvo a lanzar el mismo conjuro mañana…- Elyzabeth sacudió la mano nerviosa, consciente de lo mal que sonaba su remedio. Si Lobo no hubiera salido corriendo ahora estarían pidiéndole cuentas, pero sería aun peor si volvían a separarse. Repasó mentalmente sus conjuros para resolver la situación, pero no era de esos magos que duermen plácidamente a sus enemigos. Ella era de los que los mataba y los revivía para que volvieran a morir.

- ¡Hay que detenerlo! - Dijo al resto, consciente de que estarían en aprietos si no lo detenían a tiempo. -¡¿Quién lleva el amuleto de Reluë? El que convoca una avispa!-

Beth echó mano del decantador inagotable y apuntó al pobre Lobo, pero se compadeció de él y en lugar de derribarlo de un manguerazo, decidió intentar usar una mentira, algo que Beth jamás hacía por su puesto…Y menos si se la podía calificar de piadosa.

-¡Mira Lobo!: Es un estadio intermedio, se llama: “retro-transmutación lenta”. Tu hermano se está curando, pero tiene dos maldiciones que superar y eso lleva unas horas. - Aquello era remotamente posible pero no estaba segura, por mas que su voz sonase como la de una autoridad en la materia.

-Así que no seas ansias y da media vuelta o te darás de bruces con un montón de monstruos aún peores-

Solo necesitaba retrasar a Lobo lo suficiente para que el resto lo placase.

¿Ely tenía razón? ¿Realmente Lobo estaba huyendo porque creía que su hermano no se recuperaría? ¿O era pura revulsión? Lobo notaba en su estómago el mismo asco que sintió la primera vez que vio a Bray transformarse en pájaro. Ya fuera un hombre cuervo o un engendro de carne, Bray siempre era un monstruo. Eso convertía a Lobo en el hermano del monstruo. Y no era una objeción a Bray. Cuando abandonaron el pantano y asaltaron el carruaje de Sasha Ivliskova, Lobo voló en su lomo. En aquel momento, con una facilidad pasmosa, los engendros vampíricos de la ex-burgomaestra le hicieron hundir su espadón en Bray. No huía por preocupación, ni escapaba de la fealdad de su hermano. Lobo sentía un abismo oscuro dentro de su corazón, huía por la idea que le atormentaba, porque veía la salida de matar a Bray como única manera de librarle de su forma. Lobo temía acabar con la vida de su hermano.

Las palabras de Ely no fueron efectivas. Sí lo fueron las de Urik. El cuervo abyecto, deforme, pestañeó un solo ojo, el único con párpado, mientras miraba fijamente al paladín. Tras eso alzó el vuelo. La forma gallinácea de su cuerpo y las alas desiguales hacían que volara a trompicones, casi zigzagueando. Bray sobrevoló la cabeza de Lobo, adelantándolo y aterrizando delante de él, en pleno puente. Lobo tocó el mango de Feudieu al detenerse, pero la cimitarra no le contestó. Guardaba un silencio triste debido a la situación sin salidas satisfactorias en el horizonte. Bray permaneció en forma de cuervo durante un lapso de tiempo que parecía eterno, mirando fijamente a su hermano, como esperando, como ofreciendo su pescuezo para que terminara todo.

Lobo no desenvainó...

El cuervo se volvió ser de carne y puso su mano sobre el hombro de Lobo.

Hedmano... No pasa nada. Tdanquilo. No pasa nada-dijo abrazándole.

A medio camino entre perdonarle por privarle de una muerte digna y consolarle por la nueva vida de cuidados paliativos que redefiniría su nueva relación.

Ashlyn se fijo en que no estaban solos. Detrás de uno de los árboles de carne había una figura de tan solo cuatro pies de alto que les observaba...

     - Aquí nadie va a matar a nadie - Saltó Elyzabeth. La clérigo pasó su mirada de los hermanos a la figura achaparrada. – Eso incluye a nuestro amigo Varik -  Añadió caminando hasta situarse detrás del enano y masajear sus potentes hombros. – Gracias a mis "dotes de persuasión"- No pudo evitar una sonrisa burlona antes de continuar -He conseguido que recapacite sobre sus malas acciones del pasado y se redima sirviendo a nuestra causa- Explicó tamborileando con las yemas de sus dedos sobre la capucha de cuero de su nuevo zombi. -¡Las fuerzas de Sthad cuentan con uno menos y las nuestras con uno más!- Exclamó alzando el puño de forma teatral. –…Y lo mejor de todo es que no volverá a dejar mojones apestosos por doquier – Sonrió radiante. – Nunca más- Subrayó besando al zombi en su encapuchada coronilla.

-Y ahora que nos hemos calmado- Dijo volviendo la mirada hacia Lobo: -Vamos a cumplir la misión de hoy y destruir ese corazón de Día-

La carrera de Lobo finalizó cuando la figura de Bray se paró ante él. Jadeaba como el fuelle de un herrero, el sudor perlaba su frente y caía en gruesas gotas por su espalda y manchaba sus sobacos. Y cualquiera que hubiera estado lo suficientemente cerca hubiera podido apreciar las dilatadas pupilas que convertían sus ojos en dos pozos negros. 

La diestra había volado hasta el pomo de Feudieu. No para esgrimirla, no para matar a su hermano, por más que algo clamara por darle un final, una dignidad a su existencia y muerte, sino para que le orientara, hablara, consolara. Lo que fuera. Pero solo hubo silencio. Un silencio denso y oscuro en el que atronaban sus emociones y sentimientos, reverberando en ecos eternos. 

Y cuando Bray, tras balbucear aquellas pocas palabras que negaban una humanidad completa, le abrazó, sintió que se rompía en mil pedazos. Rígido, con los brazos colgando a los costados, empezó a temblar. Lágrimas de dolor, desesperación y frustración cayeron antes de que sus brazos pudieran vencer a la gravedad y recuperara parte de su control, alzándolos para ofrecer un torpe abrazo a su vez. La congoja estrangulaba su garganta y solo pudo levantar la cabeza y aullar su dolor, antes de enterrarla en su hombro y llorar abiertamente.

-Bray, Bray -musitó rota la voz. Y entonces la escuchó, por encima de sus sollozos, de su propia voz y la de su hermano, clamando con aquella irresponsabilidad de la que hacía gala como una medalla. 

Se deshizo del abrazo y la miró, desde aquel pozo oscuro que eran sus ojos, con una expresión indescifrable.

-Tú, tú... -las manos se elevaron hacia el cuello de Ely, como si fuera a estrangularla, deteniéndose en el último instante aunque ella pudiera sentir el calor que las manos de Lobo cerca de su piel-. Eres un cáncer alzado en el altar de tu prepotencia. Nos arrastras como si fuéramos tus títeres, zombis de tu circo ambulante y acabarás matándonos con tu soberbia. Lo que tocas, lo destruyes. Eres un faro de luz negra que se aprovecha de la debilidad moral de cuantos te rodean. Porque el bien, por implacable que sea, cree en la redención y en el perdón, pero tú... solo ves proyectos de juguetes y ocasiones para utilizar tu poder sin ni siquiera estar segura de lo que haces. 

Mientras hablaba, escupía saliva, exaltado y aunque hubiera podido y querido decir más, sabía que de seguir, aquello sería el final de la misión y había algo más importante por lo que luchar. 

-No estamos calmados, pero como bien dices, hay algo que tenemos que hacer. Más importante que tú y que yo y que todos nosotros y por lo que ya hemos sacrificado demasiado. Espero que lo recuerdes mientras besas de nuevo la coronilla de otro de tus muertos vivientes. Hasta es posible que quieras decirle algo a un padre que llora a su hijo -acabó escupiendo. 

Por un momento me muevo para interceptar a Lobo hasta que me doy cuenta de que realmente no va a hacer lo que parecía. En este momento, justo dirigiéndonos hacia el corazón de día que seguramente estará protegido, lo último que necesitamos es perder a alguien. Por más que ese alguien sea tan desagradable, al menos en ocasiones como esta, como Ely.

Escucho sus palabras y no puedo por menos que hacer mías gran parte de lo que dice. Ahora mismo tendría que destruir al zombie junto a su creadora, y si no fuera por Stradh a buen seguro lo había hecho. Así evitaría que volviera a suceder lo de la Iglesia.

Otra vez tengo que recurrir a toda mi fuerza de voluntad y al recuerdo de todo lo que llevamos pasado para convencerme de no decapitar a la serpiente. Sigamos es todo lo que digo esperando a ver si saca el espejo para comprobar el camino.

     Beth permaneció impasible mientras Lobo la increpaba. Sus ojos a penas se entrecerraron para evitar que un salivazo la dejase tuerta. Cuando Ashlyn dio la orden de seguir, la nigromante levantó la palma de la mano para que esperasen.

-Lobo tiene razón. Juego con fuerzas que apenas controlo, y aunque lo haga para ayudar en la misión, a menudo me dejo llevar por la curiosidad, cuando no por el egoísmo- Dijo con una humildad que dejó sin palabras a sus compañeros.

-Permitidme que enmiende al menos uno de esos errores- Dijo sacando el Liber Blaspheme de su mochila y prendiéndole fuego.

Urik había conectado con la excéntrica muchacha lo suficiente para saber que cuando ésta reconocía un error, era por que había cometido otros aún más grandes. No tardó en comprobarlo…

-Cuando regresé con Varik a través del espejo, me topé con Lyssa. Me ofreció poner a mi servicio a Cristofor mañana, cuando lo levante de su tumba como su engendro vampírico. Creo que esto incumple cierto acuerdo con Rodolfo.- Comentó buscando al doctor con la mirada. - Me hizo enterrarlo en el jardín trasero, creo que empleando su control mental sobre mí- Añadió mostrando una emoción por primera vez en su confesión. La joven movió su querido ejemplar de nigromancia para que las llamas consumiesen hasta la encuadernación. -No os engañéis conmigo- Dijo mirando a Urik, quien era el único que aún creía en la salvación de su oscura alma. -Me habría encantado putear a Cristofor teniéndolo a mi servicio, pero es una quimera. Un engendro se debe a su creadora y tras vencer a Sthard, Lyssa tendría a dos poderosos muertos vivientes bajo su mando...Y nos vencería con ellos. - Beth miró con resignación las cenizas que quedaban del tomo. – Seré un bicho, pero sé la suerte que tengo de contar con compañeros como vosotros…También he sido ingenua por creer en la amistad con Lyssa, pero esa vampira ha cometido un error aún más grave, el de olvidar el valor de la amistad. Creo que, a pesar de todo, podréis perdonarme y podré compensaros. –

La muchacha diseminó las cenizas de un soplido.  – Si impedimos que esa vampiresa engendre a Cristofor y reviva a Strhad, podremos mantener un equilibrio que nos permita seguir contando con su ayuda para derrotar a su tío. –

Beth levantó la vista para mirar a Ashlyn. Estaba dispuesta a soportar todos los “Ya te lo dije” que la iluminadora o los demás tuvieran para ella antes de seguir con la misión.

Arnak ya no estaba con ellos, cruzó el espejo con Arik e Ismark unos minutos antes de que subieran al jardín del diablo. Lobo podía hablar ya sin subterfugios, pero todos sabían que la relación padre-hijo a la que se refería era la de Arnak y Wallace. El viento sopló arrastrando la lluvia, pero también los cabellos de Ashlyn. La paladina se asomó a las almenas, divisando en uno de los patios del castillo el establo dónde estaba su pegaso. Si silbaba desde allí, la bestia mágica vendría volando hasta ella. La ocasión perfecta para alejarse de los juegos de Ely.

Rodolfo trató de recomponerse y volvió a hablar por primera vez desde que se rompió el encantamiento sobre Bray.

No puedo creerlo. Se suponía que Lyssa no podía salir de la bolsa de contención si yo no la abría. ¿Cuántas noches habrá salido sin mi permiso? ¿Qué malas obras habrá hecho cuando yo dormía?

Cristofor podría ayudarnos. Si regresa como engendro, podríamos interrogarle, preguntar por el paradero de los dos trozos de la llave del portal. Es un avance para deshacernos del Trílokh. Elyzabeth, ¿dónde está enterrado? Si en algún momento te controló mentalmente, no podemos estar seguros de que la verdadera tumba coincida con la que recuerdas. Tal vez tengamos que seguirla en plena noche para que nos lleve hasta Cristofor.

Ya no contaban con el volumen del Liber Blaspheme. ¿Había sido un error quemarlo?

Las palabras de Ely fueron como lluvia sobre un bosque ardiendo. No sirvieron para sofocar el fuego, pero sí para que creara una bruma de humedad densa que lo dejó desarmado. Sentía una angustia y una frustración inmensa que no sabía cómo gestionar y entonces, su cuerpo actuó. Tomó de la cintura a la clérigo y la besó apasionadamente, posiblemente, para sorpresa de todos, incluida ella. Murmuró algo a su oído, posiblemente, barboteos de crío. 

Se separó, una vaga muestra muestra de culpa en su rostro, rehuyendo miradas, salvo la de Rodolfo, en quien clavó su mirada, más como salvación que como destino. 

-¿Crees que es lo que debemos hacer antes de encomendarnos a la misión de ir a por el Corazón del Día?

La besó. No tenía experiencia. No la que podría esperarse en alguien de su edad. Pero había pasión y fuego. Y algo más. Quizás amor. 

-Sé que lo quieres. O que te atrae. Como se atraen los opuestos. Del mismo modo que sé que tú le atraes. Como algo que puede redimir, cambiar, modificar. Se equivoca. Pero tú no. Sabes que un día te dejará o le dejarás tú. O que te clavará su espada o que tú lo transformarás en una de tus criaturas. Es tan ineludible e inevitable como que la noche sigue al día -susurró a su oído-. Yo... yo no soy él. No brillo como un alma pura, no soy adalid del bien, ni tengo sus seguridades. Soy un simple humano, con sus debilidades y fortalezas, que ve a través de ti y pese a todo, te acepta. No me preguntes por qué. No te responderé. No ahora. Quizá dentro de unos años, si tú me aceptas a mí. Yo... quisiera decir que te odio, pero no. Diré lo que diga, sin arrepentimientos, pero también puedo decir que te quiero, mal que me pese. Sé que no me convienes, pero yo te convengo a ti, y estoy dispuesto a asumirlo. 

Dicho aquello se separó, dirigiéndole una última mirada llena de... Era difícil de interpretar. 

¡MUACK!

El beso de Lobo la dejó muda. Beth se quedó mirándolo ojiplática. -¡¿Pe…Pero qué…?!- Frenó su primer impulso de derribarlo de un empujón. Lo miró con curiosidad mientras digería el batiburrillo de emociones que el joven le había regalado al oído. – ¿Sueles poner a caldo a tus conquistas antes de declararte? - Preguntó sacudiendo la cabeza.

La nigromante bajó los párpados y susurró: – Si desarrollo una nueva parafilia será culpa tuya- Sonrió finalmente dando a entender que no estaba disgustada con el morboso juego insulto+beso. -La iniciativa es una muestra de valor – Le felicitó, lanzando un dardo al mismo tiempo al paladín. – Habrá ocasiones de demostrar más cosas, siempre que me sigas el ritmo- Algo en su mirada hizo temer a Lobo que Beth se refería a algún rito siniestro más que al simple y saludable sexo.

Elyzabeth hizo retroceder al joven con solo acariciar el pecho del espadachín. -Centrémonos en resolver el asunto de Cristofor antes de que sea demasiado tarde-

Rodolfo sin embargo les apremió seguir a Lyssa e interrogar al engendro en lugar de destruirlo.

-No se me había ocurrido- Admitió. -Aun podría dejar que pusiera a Cristofor a mi servicio a cambio de uno de mis anillos-  Ely miró sus preciadas joyas y apretó los labios. A sus ojos, el trueque (que le había ofrecido Lyssa) no compensaba, pero ahora que había destruido el Liber Blaspheme, ya no le quedaban muchas opciones que no pusiesen a la vampira en guardia.

-Hasta donde yo recuerdo- Puntualizó a Rodolfo -Enterramos a Cristofor en el patio trasero, junto a unos crisantemos, justo donde nos encontramos a Jander.- Beth sacudió la cabeza y recapituló: -entonces, ¿Ahora seguimos a por el corazón de día y dejamos que esta noche Cristofor se levante de su tumba para poder interrogarlo y seguir a Lyssa para que nos lleve a las llaves?- La joven torció los labios disgustada consigo misma por no haberle dado la importancia que merecía aquella desaparición. Conocía algunos conjuros que podrían ayudar, pero le resultaba desesperante luchar en dos frentes al mismo tiempo. -En adelante tendremos que tener más cuidado. ¿Cómo sabremos si hemos sido abducidos por Lyssa? – Preguntó al profesor.