Partida Rol por web

Ante la deprimente visión de la Capitana a punto de derrumbarse, y después de haber observado tanta muerte en las ultimas horas, me negué a aceptar la realidad del Destino del Aslan.

¿Porque? ¿Que demonios habia ocurrido?
Hacia tan solo unas horas se encontraba perfectamente (dentro de su estado). No era justo para el, ni para mi, despues de haber tratado a tantos heridos...pero sobre todo no era justo para Zhiva...ahora que por fin habia logrado detener la hemorragia.

De que valia todo el esfuerzo, el rescate, la sangre, la huida...nada tenia sentido...

Exhalé un alarido de negación y empecé a golpear el pecho del Aslan a la altura del corazón, en una maniobra de reanimación, pero aplicando mucha mas fuerza, como correspondía a un ejemplar de su tamaño.

No puedes morir!!!... No te lo permitooo!!!...

Tras 10 repeticiones insuflé aire en sus pulmones a traves de su boca, sin importarme la sangre, los bomitos ni los jodidos polvos.
Repeti varias veces la maniobra y entre cada repetición le apliqué un par de descargas de mi latigo directamente contra su pecho desnudo. Yo mismo sujetaba el extremo del flagelo, sin preocuparme por las quemaduras en mis manos...

...Vuelve maldito Gato de Ciudad...!!! ...Todavia me debes una vida!

Mi mandibula estaba desencajada, y mi mirada vacia se perdia en las entrañas del Aslan...nada podria detenerme hasta que aquel amasijo de carne se levantase y me mandase a dormir de un golpetazo con sus propias garras...

Veo venir al aslan con el médico. Gracias! Pensó al ver al hombre inclinarse sobre Zug. Pero una sombra se cirnió sobre su rostro, notó como parte de su corazón se rajaba lenta y dolorosamente.

No, no... ¿cómo? Él.. estaba bien... No quiso dormir, pero eso.. no... no provoca esto.. Balbucee mientras caía de culo junto al cuerpo inerte y sin vida de Zug. Le miré a la cara, peluda y ahora relajada, mis ojos parecían ver a través suya como si estuviese mirando el suelo bajo él. Mi mirada estaba completamente vacía, el brillo se había esfumado y no era capaz de dar crédito a lo que estaba ocurriendo ante mis ojos.

No supe reaccionar en ese instante. Al menos Aven si y trató de reanimarle mientras miraba el rostro de mi querido aslan y le acariciaba la melena, con la mirada ida, tal y como hacía él conmigo cuando trataba de calmarme o consolarme. Me conocía perfectamente, era capaz de aguantar mis prontos y rabietas. Me salvó de las garras de la muerte más veces que yo a él y ahora... le había fallado. Su vida se había escapado entre mis manos sin poder salvarle. Zug.... Todo esto es.. culpa mía... ¿me oyes? Yo debería estar muerta, no tu. Mi amigo.. mi heroe.. Me tumbé a su lado y pasé su brazo aun caliente por mi cuello, recostándome sobre su hombro mientras Aven continuaba con el masaje. Cerré los ojos y quise morir allí con él. Mis ojos por fin dejaron salir las lágrimas que tanto retenía. No me dejes sola.

El médico se pone en pie. Tiene el rostro ... como si aquello no fuera con él. No os podéis imaginar al principio por qué podía ser, pero si se es algo empático, igual han caído ante sus ojos muchas vidas en los últimos minutos. - Chicos me voy. Deja a Aven desesperado, a Zhiva desconsolada y a los aslan que se han reunido haciendo corrillo. Inclusos los agentes parece que no saben que hacer.

Habían pasado ya más de 15 minutos, pero yo seguia realizando maniobras de RCP sobre Zug.

Con Zhiva todavía acurrucada en uno de los Hombros del Aslan, mis brazos ya cansados, continuaban bombeando la sangre roja del hominido. De vez en cuando, me detenía para realizar una nueva descarga, pero el látigo ya había agotado su energía, y solo dejaba escapar el tenue sonido de un chisporroteo.

En varias ocasiones, sus ojos parecieron moverse, al igual que sus brazos. Sabía que solo se trataba de reflejos involuntarios, pero en el fondo de mi mente todavía persistía la esperanza de que uno de aquellos golpes fuese el definitivo.

Lo "Grandes Gatos" apartan al humano con ínfulas de para-médico, como el que coge a un cachorrillo descarriado para meterlo otra vez en su canasto, y lo suben a hombros. Lo llevan fuera y se dirigen a una zona medio despejada, en cortejo fúnebre.

Varios se adelantan y empiezan a cortar ramas y a hacer un lecho, con sus propias manos.

Me abrazo con fuerza al cuerpo de Zug. No puedes irte así... Logro balbucear y vuelvo a mirar ese rostro el cual no hacía mucho que estaba lleno de alegría, rebosante de fuerza, sólo para hundir nuevamente la cabeza sobre su pecho y volver a llorarle. ¿Por qué tú? ¿Por qué? preguntaba con la respiración entre cortada mientras mis lágrimas empapaban el pelaje de mi amigo.

Abatido, me deje arrastrar sin oponer resistencia.

Me sentía profundamente apenado...no ya solo por la muerte de Zug, sino porque todos los esfuerzos y peligros que habíamos pasado para rescatarlo, se mostraban ahora vanos e innecesarios...y luego estaba Zhiva. El verla tan triste, hundida, desconsolada, me partía el corazón.

Quería abrazarla, decirle cuanto lo sentía y dejarla llorar en mi hombro para aplacar su afligido corazón.

Pero sabia que debía pasar el duelo por su amigo a su manera. Atosigarla con mi presencia y palabras vacías no le ayudaría en nada ahora, eso era algo que sabia muy bien. Cuando estuviera preparada para dar el siguiente paso, lo haría.

Me aparté y seguí con la mirada la improvisada ceremonia de los Aslan. Y cuando pasé cerca de uno de los agentes, le pregunté con desgana:

¿Que demonios ha pasado? No entiendo como es posible... La rabia y la impotencia se reflejaban en mi rostro cubierto de sangre Aslan

Los aslan depositan el cuerpo del "Hermano Caido" sobre el lecho de ramas que han creado, todo entonando una letanía que parece una mezcla entre un rezo y un ronroneo. Tras separarse, el viejo prende una tea y mira en derredor. Fija sus ojos sobre la mujer que no quería separar ni su cuerpo ni su alma del amigo, pero esta no se daba cuenta que el alma del felino ya había viajado a otro sitio.

Pronto había noticias, pero no sería ni aquí ni ahora. No las había.

El viejo felino se acerca a Zhiva. - Su dama ha de despedirlo. Y te acerca la antorcha para que prendas fuego a este ritual mortuorio.

Ni tan siquiera me había dado cuenta de quien y como me habían separado del cuerpo de Zug. Quizás ni lo hubiesen llegado a hacer. Con su fuerza podrían haberme transportado junto a él sin problemas hasta su último lugar de descanso. Sólo sabía que, en el instante que el viejo aslan se acercó a mi y me habló, ofreciéndome la antorcha, yo estaba sentada sobre mis piernas en el suelo. En algún momento me debieron flaquear las rodillas y doblarse, dejándome en esa postura. Rota y herida de muerte, maldecía la suerte de mi ángel de la guarda.

Miré al viejo aslan cuando me tendió la antorcha y luego el cuerpo de Zug. Me dolía en el alma perderle de esa manera tan... ¿tonta? Me incorporé como pude. Entendía que ese era el ritual de su raza y a él le hubiese gustado que se realizase así. No podía negarme. Sin apartar la vista del aslan más inocente y adorable que jamás volvería a conocer, cogí la antorcha y me acerqué a su altar improvisado. Le acaricié el rostro por última vez y le besé en la frente.

Vuela lejos amigo. Sin ti no hubiese llegado hasta aquí. Nunca sabrás lo que llegaste a significar para mi ni lo importante que eras en mi vida. Te llevaré siempre conmigo en lo más profundo de mi corazón. Gracias por tu paciencia y amistad. Le susurré mientras le acariciaba la melena y memorizaba su rostro, tratando de contener el dolor dentro de mi.

Luego di unos pasos atrás y encendí  la leña con la antorcha, la cual comenzó a arder con fuerza. El calor me hizo retroceder, no sin antes lanzar la antorcha también a las llamas. Mis manos comenzaron a temblar a la vez que veía el cuerpo de quien tantas veces veló por mi, irse consumiendo por las llamas.

Entonces fue cuando liberé un grito desgarrador, un NO intenso y profundo que salió de mi misma alma y que me hizo romperme en mil pedazos, haciendo que mi cuerpo volviese a caer desplomado sobre mis rodillas, que mis brazos se pegasen a mi cuerpo con las manos sobre mis hombros y mis puños cerrados. Mis ojos se marchitaron y una parte de mi vida fue consumida por las mismas llamas que abrazaban y se llevaban el cuerpo de Zug.

Observé el ritual con silencio sepulcral.
Me sorprendió lo esotérico y obsoleto del mismo en un mundo Hyperconectado, donde la tecnología formaba ya, parte de casi todas las cosas de la vida cotidiana.

Cuando Zhiva Grito y cayo de bruces al suelo, me acerqué un momento para sujetarla e incorporarla.

A mi mente acudieron otros tantos funerales y ceremonias, de amigos, familiares, compañeros...me habían abandonado dejando atrás un vació enorme e insondable. Ahora Zhiva se encontraba tan sola en el mundo como yo...tal vez más.
Y ese vació la acompañaría el resto de su vida, para no cerrarse jamas...

En la distancia, mi presencia la acompañaba como una raiz invisible que le ofrecía un punto de apoyo.

Sentí unas manos cálidas y firmes que me sostenían en el suelo y me empujaban a levantarme. Con el rostro y la mirada fijas en el suelo, traté de incormporarme con la ayuda de aquella persona, que en ese momento me fue imposible reconocer. Mi mente y mi corazón estaban más allá de este lugar, de este planeta en ese instante.

Uní mis manos frente a mi, con los brazos relajados, alcé la cabeza lo justo para ver como el altar ardía y como poco a poco no quedaba nada de mi gran amigo y compañero aslan. Y allí permanecí en pie, viendo como se iba consumiendo todo. Como la montaña de madera se convertía en brasas y Zug en polvo y cenizas.

Y pasó el tiempo, y el altar quedó reducido a una pequeña hoguera y yo continué allí de pie, solemne, esperando que aquellas ascuas se apagasen y el cuerpo de Zug dejase de desprender calor.

El tiempo pasó, y los asistentes fueron abandonando el lugar religiosamente. Todos menos Zhiva, ella permaneció allí durante horas, con la mirada perdida, sollozando, en un gesto de pena y soledad, que junto a la pira menguante, creaba una estampa difícilmente soportable para mi.

Las llamas se extinguieron y la noche cayó sobre nosotros, y con ella las primeras gotas de roció.

Yo, que me encontraba a cierta distancia de la Capitana, por no importunar su duelo, me acerqué finalmente con una manta de calor en mis manos, y rodeando su espalda la abracé con ella echándola por encima de sus hombros.

Es hora de volver Capitana...las noches de este Planeta son duras e implacables. Si sigues aquí terminarás enfermando...estoy seguro de que Zug no querría algo así para ti en este día...

No le dije nada más, simplemente la abracé con fuerza a través de la manta, y esperé a que finalmente me acompañase a la nave.
Sabia que ninguna palabra podría calmarla aquella noche, de modo que solo le ofrecería mi compañía. Un hombro sobre el que llorar si lo necesitaba y un oído que la escucharía cuando estuviese dispuesta a desahogarse.
Lo único que tenia que hacer, era hacerle saber que no se encontraba sola, aquella noche sobre todas las que vendrían....ella jamas estaría sola.

Aquellas llamas a duras penas daban calor ya y la noche se cernía sobre nosotros. Mi cuerpo empezaba a temblar de nuevo, pero esta vez era el frío. Pero eso no impedía que siguiese allí clavada, como una estatua, viendo a mi amigo fundirse con el aire y la tierrra. De pronto sentí como una ola de calor inundaba mi cuerpo y unos brazos me abrazaban con fuerza. La voz de Aven me sacó de mi letargo.

Zug... murmuré. No volverá, Aven. Y duele tanto. Mis lágrimas volvieron a brotar y acentuaron el frescor de la noche en mi rostro. Volví a mirar lo que ya eran simplemente brasas antes de dejarme llevar por Aven al interior de la nave, no sin antes abrazarme a él y permanecer entre sus brazos un buen rato.

El viejo gato hizo un además a los demás, que empezaron, pesadamente, a caminar hacia un rumbo. Se alejaban. No muchacha no, las almas Aslan son fijas, así que si se ha muerto, renacerá en otro lugar y momento. No padezcas. Zug, sonaba raro con su voz, era un alma libre, y así lo seguirá siendo por siempre. Hizo una pausa que le daba un aire místico y de viejo maestro. Hay tres de esas en el universo y tú has tenido la oportunidad de convivir con una. Eres afortunada hija, así que parte con orgullo. Tras eso, se dio la vuelta, y sin más despedidas ni ceremonias, siguió a los suyos.

El dolor y el pesar eran tan amargos que ni siqueira las palabras de aquel viejo aslan me consolaban. Además no llegaba a entender lo que quería decir con ellas, ni porqué se iban... ¿No estaban en deuda conmigo por salvarles? Pero no quería pensar, ni hacer nada de nada y la verdad es que en ese momento me daba todo igual. Me aferré más a Aven cuando les vi partir a todos.

Llévame a la cama. Le susurré al arqueólogo manteniendo mi cabeza apoyada en él.

Tras las enigmáticas palabras del anciano Aslan, acompañé a Zhiva hasta su camarote.

Pude percibir el desconcierto y la incomprensión en su mirada, así que a pesar de no haber entendido del todo las aseveraciones del viejo, intenté explicárselas desde un punto de vida filosofico/optimista. Una visión agradable de los grandes enigmas de la humanidad.

Lo sé Zhiva...le respondí a su primera reflexión.
Mi brazo izquierdo la envolvía y la atraía hacia el calor de mi pecho, donde su cabeza descansaba vacilante
...pero no pienses que todo el dolor es malo, significa que su vida ha tenido sentido...que ha servido a un propósito. Todos esperamos dejar algo de dolor cuando partimos...lo contrario indicaría que hemos tenido una triste existencia...¿no crees? Me detuve un instante y la mire fijamente a los ojos mientras se lo decía, esperando descifrar en su mirada hasta que punto estaba de acuerdo con lo que le decía.

Por lo que ha dicho el anciano, los Aslan creen en la reencarnación del Alma...si lo he entendido bien, su espíritu sigue vivo...no solo como un fantasma, sino también como parte de un legado mucho más imperecedero, en los corazones de la gente que lo quería.... Y debo decir que en esta parte estoy de acuerdo. Ahora mismo puedo ver una parte de él en tus ojos.

Volví a abrazarla y cuando alcanzamos la rampa de la nave, la cogí en brazos como en un día de boda. Las piernas le seguían fallando a intervalos, y no quería que se golpease con los materiales de metal de la nave.

La lleve en brazos hasta su cama, tal y como me pidió. La deposité sobre el colchón con dulzura y la cubrí delicadamente con la manta. Antes de levantarme, le aparté suavemente el pelo del flequillo y la besé en la frente con extrema ternura.

Ahora vuelvo le dije mientras me perdía por la puerta de la cocina.

...A los pocos minutos regresé con una taza de té y unas infusiones de hierbas relajantes. El agua humeaba todavía, desprendiendo pequeñas volutas de vapor y una fragancia reparadora.
Me senté a su lado en la cama y se la ofrecí mientras acariciaba nuevamente su pelo para despejarle el rostro.

Bebetelo todo...te ayudará a dormir... tras una pequeña pausa, me sinceré con ella por ultima vez aquella noche

...no te diré que mañana todo habrá pasado, o que no te volverá a doler, porque no es verdad.
Zug, seguirá muerto y la vida seguirá siendo una mierda. Es probable que incluso lo eches más en falta que hoy, porque lo recordarás en cada pequeña tarea de tu rutina diaria...
...el dolor seguirá ahí por la mañana, y volverás a llorar...pero eres fuerte, te sobrepondrás.
En primer lugar porque sabes que Zug lo habría querido así, y en segundo, porque así es como funcionamos las personas, asimilamos el dolor y lo hacemos nuestro, el dolor sigue ahí, pero nos acostumbramos a él y lo usamos..nos alimentamos de el para seguir adelante. Tu dolor es grande...así que te hará mucho más fuerte. Y yo me encargaré de que así sea, no pienso dejarte sola Zhiva.
Es importante que antes de dormirte hoy tengas esto bien claro. Por muy grande que sean la distancia, los obstáculos, o el tiempo que nos separé. Nunca estarás sola, porque tus amigos estarán contigo...y una parte de mi, la más importante, estará contigo.

Cuando terminé de hablar, la sujete ligeramente por la nuca, y acerqué mi frente a la suya mientras cerraba los ojos, para poder sentirla muy cerca de mi, y empaparme de su dolor...tal vez pensando que si recibía una parte de él, podría aligerar su carga en la misma cantidad.

Mi mirada permanecía vacía, casi sin vida. No había expresión alguna en ella, salvo dolor. Sabía que Aven trataba de animarme, pero en ese instante aun era imposible aliviarme y dejar de sentir aquello.

Aven debió percibir mi desconcierto tras las palabras del viejo aslan, pues no dudó en tratar de explicarme su significado. A cada palabra que pronunciaba sobre Zug, sentía como si me golpeasen una y otra vez. Pensar en él era doloroso. Me abracé con fuerza a Aven mientras hablaba, tratando así de mitigar el dolor. Caminamos un trecho más y de pronto, no sentí el suelo bajo mis pies. Las piernas me habían estado flaqueando mientras caminaba, pero no había perdido sensibilidad.. ¿o sí? Que más daba.

Tardé un buen rato en darme cuenta de que permanecía en los brazos de Aven, el cual me llevaba en volandas por la nave. Agradecí que Gato estuviese en silencio. Pronto llegamos a mi cabina y Aven me dejó con suavidad en la cama. Tras arroparme y besarme en la frente sólo pude susurrarle cuatro palabras. No me dejes sola... mientras mi mano se estiraba para agarrarle.

Su respuesta me dejó tranquila y sóla. Justo lo que no quería. Me miré las manos y en ellas vi su sangre, el mono también estaba manchado. Pronto comenzaría a oler la sangre descompuesta. Además... ¿como iba a dormir con las botas puestas? Salí de la cama y me desvestí lo más deprisa que mi cuerpo y mente me permitían. Dejé la ropa tirada en un lado y me metí bajo la ducha. Observé durante un instante como el agua se llevaba lo poco que me quedaba de Zug antes de comenzar a lavarme. Noté nuevamente como me rompia por dentro.

Salí de la ducha y me sequé fugazmente, para luego ponerme una camiseta y unas braguitas y por respeto a Aven. Volví a meterme en la cama y segundos despues, Aven entró con una infusión y se sentó junto a mi, ofreciéndomela. Gracias. Pero... no se si quiero dormir.

Realmente no se si llegó a escucharme, pues enseguida comenzó a hablar. Su voz y su mirada parecían sinceros. Todo sonaba como si realmente lo dijese su corazón. Sus palabras comenzaron a llegarme al alma. En mis manos sostenía esa infusión, la cual comencé a sorber poco a poco. Las sentí rozar mi corazón.

Cuando terminó de hablar y se inclinó así sobre mi, no supe que hacer ni que decir. Simplemente cerré los ojos y me intenté relajar. Gracias por intentar devolverme la esperanza y aliviar mi dolor. Le susurré mientras me abrazaba nuevamente a él tratando de no tirar el resto de infusión sobre la cama o su cuerpo.

Aven... no se como pedírtelo sin que suene mal... Me atreví a decirle instantes después. No quiero estar sóla esta noche pero... llevas su sangre por todo el cuerpo. Date una ducha mientras me bebo esto y permíteme dormir sobre tu pecho esta noche. Por fin mis ojos comenzaron a reflejar algo a parte del dolor: súplica.

Regresé de la ducha como si me hubiera dejado 10 años de trabajos forzados en ella.

El cuerpo me pedía descanso, pero en mi mente y mi corazón solo había espacio para Zhiva.

Me preparé un poco de Whiskey y volvía a sentarme en un lateral de la cama.

Sus mejillas lucían sonrosadas, y el aire melancólico que le proporcionaban sus ojos vidriosos a causa de las lágrimas recientes, le conferían una belleza anodina, que la volvían si cabe, más irresistible...

Sin duda la prueba a la que me vi sometido aquella noche, requirió de un ejercicio de voluntad difícilmente repetible por mi parte.

Me quedaré aquí, a tu lado...si es eso lo que deseas... le dije mientras sujetaba su mano y acariciaba su mejilla a un tiempo.
Podía leer en sus ojos una invitación bien distinta. El dolor la abrumaba, y esa nube que la envolvía, no le permitía pensar con claridad...lo sabia bien, porque yo ya había estado donde ella se encontraba ahora. Tan solo quería aferrarse a lo que tenia delante en ese momento y experimentar la sensación mas fuerte a su alcance, todo para dejar de sentir el dolor...

Yo la complacería, no me cabía duda. Me dejaría llevar por mis instintos mas animales, y el depredador que se consumía dentro de mi, haría el resto del trabajo. Ni siquiera tendría que esforzarme, lo había hecho muchas veces antes, y no en vano había fantaseado con aquel momento decenas de veces desde la primera vez que vi a la Capitana embutida en aquel traje de directiva bajo la lluvia de granizo en el pantano. Pero Zhiva no era como el resto de chicas con las que había jugado...

De la misma manera, sabía que terminaría odiándose por ello a la mañana siguiente, y eso me convertiría en un hombre eternamente desgraciado.

Con esta idea en mente y sopesando los riesgos, finalmente decidí darle un voto de confianza a mi templanza.
Levanté la sabana de terciopelo y me acomodé a su lado pasando mi brazo izquierdo sobre su cabeza. Con firmeza la atraje hacia mi envolviendo su cuerpo contra el mio. Apoyé su cabeza en mi pecho y deslicé mi mano derecha por su muslo atrayendolo, y acoplándolo en el hueco entre mis piernas.
En esa posición entrelazados como dos enredaderas, la besé nuevamente en la frente...Duerme pequeña...descansa....cierra esos ojitos verdes y no pienses en nada...mañana el sol secará tus lágrimas, y esta noche yo cuidaré de ti... susurré mientras acariciaba su pelo...y guardé silencio por el resto de la noche.

Sientes extraña la barriga y tienes el estómbago revuelto.

Aun permanecía despierta, con los ojos como platos mirando el techo, cuando Aven salió de la ducha. No podía creerme aún que Zug se hubiese ido así... Tan absorta estaba que no me di ni cuenta de que Aven estaba ya en la cama, hasta que noté como me llevaba hacia su pecho.
No me resistí. Simplemente me dejé llevar por sus manos, las cuales me enfrascaron en una postura cómoda y confortable. Su abrazo me proporcionaba seguridad y protección. Su cuerpo, un refugio donde descansar. Sentí su cálido beso sobre mi frente y me abracé con más fuerza a su cuerpo.
Quería más... Necesitaba más. Quería sentirme viva y protegida. Deseaba aferrarme a su cuerpo, estremecerme junto a él. Dejar fluir las emociones, sensaciones... Deseaba ardientemente que me besara y desatase esa pasión que ahora mismo permanecía sepultada en mi interior bajo un manto de tristeza y dolor.
Mis manos comenzaron a acariciar su pecho con dulzura. Tanteando su reacción. Y entonces comenzó ese malestar en mi cuerpo. Me sentía extraña. El estómago comenzó a revolverse como una fiera dentro de mi y unas enormes ganas de vomitar se apoderaron de mi cuerpo.
Me llevé la mano a la boca y salté de la cama con la agilidad que mi cuerpo me permitía en ese momento. Mi único propósito en ese momento era lograr llegar al baño antes de que el contenido de mi estómago decidiese salir de mi cuerpo por el mismo sitio que había entrado.