Partida Rol por web

Por fin, alguien que tiene lo que hay que tener - dijo con alegría - Prepárate, orco, y recuerda: Bastará que te golpee una vez con mi espada para causar tu muerte y no creo que tu puedas derrotarme a mi con tan solo un ataque. Este no es un combate a primera sangre, es un combate a muerte. Se prudente y demuéstrame lo que vales.

Seréis transportados en breve - dijo a Raenhmi y Braka - Sed pacientes y, mientras tanto, disfrutad del espectáculo.

Elfa, no deseo morir pues ya no tengo claro si estoy vivo o muerto. Ahora mismo me mantengo aquí por el designio de algún caprichoso ser superior. Yo soy la balanza, aquel que puede inclinar esta guerra a favor de uno u otro bando. No distingo ya entre Bien y Mal, tan solo beneficiaré a aquellos que acepten mis condiciones y se lo merezcan. Me propusiste una prueba y ganaste, por eso tienes ese preciado objeto, pero tengo cosas mucho mas poderosas que esa esfera, te lo garantizo. Y no te daría el único arma capaz de acabar con el Mal Supremo pero, como bien sabes, a menos que seas una elegida, si te enfrentas a el no serás mas que una hormiga contra un león. Yo podría darte algo para que pudieses llegar a marcar una diferencia mas real en el combate que se avecina...

Y ahora, luchemos, orco.

Día 7 - Turno de día

El día había llegado, los mayores temores del mundo se habían cumplido: El Mal Supremo había regresado al mundo, dispuesto a arrasarlo todo... Muchos habían caído por el camino y todos los actualmente supervivientes de esta cruenta batalla tenían claro que entre hoy y mañana, todo quedaría decidido.

Muchas eran las profecías que llevaban ya días escuchándose: El octavo día se decidirá el destino de la humanidad; ¿Triunfará el Bien o lo hará el Mal?

Solo había una forma, inevitable, de averiguarlo...

Con un simple gesto, Arthian hace que Braka y Raenhmi desaparezcan del lugar.

Y la batalla entre el héroe legendario y el bravo orco da comienzo.

Ragkrul y un extraño hombre, armado con una gran espada, estaban a punto de comenzar un combate cuando cuatro nuevos personajes aparecieron en el valle.

Nada más llegar al Valle veo a mi enemigo, al que me dio muerte, y a un hombre con una gran espada apunto de empezar un combate.

Ese orco y su hermano, Braka, acabaron conmigo, ¡matadlo! -rujo acelerando el paso para que el hombre con la espada no de muerte al orco y me arrebate mi justa venganza. Por desgracia la prisa que llevo y el hecho de que aún no esté acostumbrado a mi nuevo cuerpo me hacen errar el ataque.

Dacen observo a su ex compañero que de alguna forma habia escapado a la hechicera, pero nunca se habia enterado como. Sin meditarlo mucho lanzo un flechazo contra el orco y se preparo el posible ataque de alguno de los dos.

Empuñando un enorme hacha, contemplo la desaparición de mis compañeros con lo que quizá podría ser una sonrisa en los labios. Inspirando, pues bien sé que este podría ser mi último combate si las cosas no suceden de la manera en las que la he planeado, me coloco frente al hombre con el parche en el ojo observando su espada con admiración. El alba se alza en el valle de la desolación y todo parece durante un instante en armonía.

-Sea pues, iniciemos nuestro duelo... -Sin embargo, el resto de las palabras se pierden en el éter con la aparición de cuatro nuevos personajes en escena de los que muchos puedo reconocer, y la sonrisa que en mis labios había se torna agria. -O no. Noble Arthian, me temo que habremos de posponer ese combate pues nuevos enemigos solicitan mi atención. Sois libre de acompañarme o aguardar, mas no creo que ninguno de ellos acepte vuestro reto tal y como  yo iba a hacer. Termine como termine, sabed que volveré a cumplir mi reto, es palabra de orco.

Luego me vuelvo hacia los recién llegados mientras preparan sus armas. -Dacen, sabed que vuestra dama está bien. El mal os acoje, pero permitid que mi hacha os devuelva a la calma que antaño os sumió. ¡Guerreros de la oscuridad, acepto vuestro reto! Dos o cuatro contra uno podría no ser suficiente para que logreis el objetivo de matarme.

Tanto Abaliv como Ragkrul pierden sus armas durante la refriega* y ninguno logra herir al otro. Sin embargo, el flechazo de Dacen si que impacta en el orco, el cual apenas parece inmutarse, aunque es evidente que le ha hecho daño.

Mientras tanto, el hombre con el cual Ragkrul ha pospuesto un combate, que parecía tenían pendiente, os observa atentamente, sin moverse. Concretamente dirige su vista hacia Varania, que también parece no moverse.

Sonrio ante el comentario del orco Me alegra escuchar que se encuentra bien, orco. le respondio genuinamente contento Quiero ser yo, lo ultimo ella que vea... comento mientras recargaba otra flecha en su arco y disparaba al orco de nuevo.

Al ver que el orco no se inmuta ante la flecha de Dacen intento sumar una flecha mía al pecho de nuestro adversario.

No te equivoques Ragkrul, a mi siempre me han gustado los retos, me hacen sentir vivo -respondo al orco soltando una risotada pese a nuestro inútil intercambio de golpes que ha acabado con ambas armas en el suelo -Por cierto Ragkrul, tengo una pregunta ¿eres estúpido o simplemente careces de honor? ¿como has podido unirte a aquellos que exterminaron a tu gente? Sinceramente no entiendo como puedes ser la mascota de los que asesinaron a tu familia...

Ragkrul esquiva el flechazo de Vadia sin problemas. A pesar de ser tres contra uno, no da la sensación de que el combate vaya a terminar rápido...

Viendo que mi primera flecha se ha ido muy lejos decido lanzarle otra.

Ragkrul intenta recuperar su arma, y justo en ese momento, de la mano de Abaliv surge un rayo negro, como la oscuridad mas profunda, que impacta de lleno en el orco, que se desploma, muerto, contra el suelo.

Adaeric aparece en el Valle de la Desolación. Está algo cambiado pero es el, a fin de cuentas.

Puede observar a Abaliv, Dacen, Vadia y Varania, así como a un extraño hombre. Por otra parte, en el suelo se encuentra Ragkrul, aparentemente muerto.

Antes de que Adaeric pueda decir nada, escucháis un gruñido y Ragkrul vuelve a ponerse en pie, como si nada.

Este orco es mas duro de lo que parece...

Siento una increíble satisfacción cuando la oscuridad surge de mi interior y choca contra el orco, arrebatandole la vida -Eso es por Mano Larga.

Acabado el combate puedo dedicarme a otras cosas, entre ellas ver a un recién llegado. Vaya Adaeric, estás más guapo. Tal vez sea el color de la armadura o puede que el casco que te tapa la cara -gruño tratando de bromear.

Pese a todo no puedo escuchar respuesta de mi hermano pues con un gruñido el orco se levanta de nuevo -Vaya, ahora entiendo tus enigmáticas palabras. Veo que ahora podré matarte por el golpe que me diste la otra vez. Todos ¡Matadlo! El primero que lo haga tendrá mi gratitud y puede que alguna otra recompensa.