Partida Rol por web

Al ver el ataque de los sombras Vadia se descuelga el arco y dispara una flecha a la sombra que ataca a Tiria

Vadia ataca con todas sus fuerzas a una de las Sombras que se abalanzaba sobre Thenidiel, pero si flecha poco pudo hacer, ya que pareció atravesarla de un lado al otro y salir por su espalda como si estuvieran hechas del mismo humo del infierno. Las Sombras se abalanzaron sobre sus víctimas, las cuales lo único que pudieron hacer es defenderse tapándose la cara con las manos, de manera torpe.

Ambas Sombras emvolvieron a las aventureras y tras unos segundos de oscuridad y de girar rápidamente sobre las mujeres, las Sombras desaparecieron y junto con ellas, ambas mujeres que fueron atacadas. Vadia ahora se había quedado sóla... y pese a que las Sombras desaparecieron llevándose a sus compañeras, ella estaba viva así como la gente de la Ciudad.

La muchacha se había quedado sóla y no tenía ni tiempo de llorar la perdida de sus compañeras, pero había algo que percibía... algo... era como un sexto sentido...

Un mal se apróximaba y las Sombras son bastante ladinas.

-NOOOOOO!!!!!!- Grita Vadia mientras las dos mujeres desaparecen engullidas por las sombras, por lo que se encontraba sola, en un lugar que no conicia y no tenía conocidos.

-Tendre que continuar con la busqueda de Manfrost yo sola.- Penso para si y continuo buscando cualquier pista que le puediera conducir hasta aquel extraño nombre o hasta cualquiera de sus aliadas.

Vadia investiga la zona de manera concienzuda, sin embargo, no puede conseguir nada suficientemente claro como para darle una idea de dónde se encuentra parada. No hay muchos rumores en el lugar, más que los que ella misma ha vivido, así que, nadie le puede contar nada nuevo sobre los ataques ni sobre el Mal. Tal vez mañana tenga más suerte...

Día 3

Las Criaturas acechan.

"Las abominaciones de las Tierras Sombrías ya no se encuentran más contenidas en su hábitat... ahora atacan a cualquiera, se las provoquen o no, por el simple hecho de sentir la sangre caliente corriendo por sus fauces. Esto es un claro indicio de que el fin está cerca..."

El día amaneció como siempre, calmado, tranquilo y muy lentamente. El sol se asomaba por el horizonte como pidiendo permiso, haciendo que el cielo se tornara rojizo o anaranjado por momentos, hasta que por fin, decidió mostrarte por completo junto a las montañas, bañando todo con sus cálidos rayos. Era una mañana bastante calurosa e iluminada, la primera en mucho tiempo que se podía ver tan claramente todos los detalles. Y aunque esto le levantaba la moral a todos, los bardos no paraban de cantar canciones sobre bestías de las Tierras Sombrías que se habían visto caminar por las calles de las ciudades como si estas ya pertenecieran a su hábitat.

Pero no todo estaba tan tranquilo. Los rumores, al despuntar el sol, comenzaron a correr como la polvora. Se comentaba que en algunas ciudades, se produjeron ataques y asesinatos. Gente que durante la noche, aprovechando la oscuridad y utilizando las antiguas artes del Mal, acababan con la vida de aventureros, hombres y mujeres, para sumar sus almas a las filas de la Orden de la Oscuridad. Y el rumor más extendido, y a la vez más aterrador, era que nadie estaba a salvo. Todos podían caer presa de los Asesinos de la Orden y pasar a mejor vida. Hoy te puedes acostar en tu camastro, tranquilo, feliz por haber realizado una buena obra durante el día y... jamás despertar.

Pero pese a todo esto, las malas noticias, los rumores, y las canciones de los bardos, hoy parece que va a ser un día estupendo.

Vadia sale de la zona.

Plandir llega a la ciudad del Agua, pero le espera una desagradable sorpresa. Aquello que los lugareños decían acerca de que los caminos eran peligrosos era cierto: ¡Sombras!

Dos sombras se lanzan contra Plandir. Son corpóreas y parecen bastante cabreadas y poderosas.

Sorprendido por las criaturas, no llego a evitar todo el ataque y la primera de las sombras me alcanza. Afortunadamente, el ataque de la segunda sombra es previsible y me aparto a tiempo. Viendo una forma de descargar la ira acumulada por los sucesos en la anterior ciudad, me tomo la poción de Fuerza y descargo un ataque contra la sombra que me ha golpeado.

Plandir logra deshacerse de una de las Sombras que le atacaban, sin embargo, la otra que quedaba en pie no desaprovechó la oportunidad para atacarle. Se acercó a él sin tocar el suelo y con una rapidez pasmosa, le atravezó, quitándole toda la vida que le quedaba en su cuerpo de un sólo golpe.

El cuerpo de Plandir, el Rojo, cayó al suelo desplomado...

Pero en ese momento...

...el ambiente comienza a llenarse de una preocupante neblina y todo parece estar mas oscuro a pesar de ser de día. Escuchas los gritos de la gente pero no les veis, tan solo estáis tu, rodeado de sombras. Pero no te atacan. De entre ellas surge una figura mas imponente, un caballero oscuro.

Su arma emite un brillo que jamás habías visto. Sin duda, su estocada podría ser mortal. No hay preguntas, no hay conversación, el tiene un propósito. No hay mas que decir.

Sin dudarlo, clava la espada sobre el cuerpo muerto de Plandir, el cual comienza a moverse lentamente, entre estertores, con la espada clavada en el corazón. Tras unos quince segundos, el caballero extrae la espada llena de sangre y desaparece, al mismo tiempo que Plandir recupera la consciencia.

Su espada, que estaba a su lado, ahora brilla de manera especial.

Había muerto, y lo han resucitado.

Me incorporo con un grito sintiendo todavía el acero de la espada en mi corazón. Al encontrarme de vuelta en la realidad, miro aturdido mientras me levanto lentamente. Al confirmar que ya no hay enemigos a mi alrededor, limpio el polvo de mi ropa mientras pienso.- Así que la oscuridad recompensa a sus seguidores. Pues sea así bienvenido por siempre el Mal, sabía que no equivocaba mi bando...- No puedo evitar que una sonrisa torcida ilumine mi rostro, dándome un aspecto durante un segundo de pura crueldad. Enseguida me agacho y recojo mi espada, reparando en su extraño brillo.

La espada de Plandir se va apagando y lentamente, se convierte en una espada normal y corriente, por lo menos a la vista de los demás.

Aún así, cuando la empuñas, puedes sentir que el Mal que recorre su interior.

Noche 3

El Mal está entre nosotros. Ha llegado.

"Un portal se ha comenzado a abrirse en algún lugar de este mundo, un portal de dónde saldrán las más horribles criaturas comandadas por el Hechicero Oscuro. Y ese día, que será pronto, todas las criaturas, humanos y no humanos, hombres y mujeres, elfos, enanos, gnomos, patos con gafas, sufrirán el mayor de los tormentos. Ese día llegará pronto, cuando los dos soles alumbren la mañana." Busterini Campironi, Acólito de Tercer Grado, Orden Oscura.

La noche ha llegado, sombría, oscura, fría. El viento azota los pueblos y las ciudades y la gente, como desde hace algún tiempo, se esconde en sus casas, cerrando puertas y ventanas, atrancándolas desde dentro para que nada ni nadie pueda entrar en ellas. Sólo se pueden ver patrullas de guardias caminando por las calles desoladas, alumbrados con antorchas o con lámparas de aceite.

Pero se puede ver el miedo en sus rostros.

La noche ya está aquí, y ni siquiera los bardos se han dignado a escribir alguna canción sobre ella. Esta noche no. Los recientes acontecimientos, los asesinatos, las apariciones, les han metido el miedo en el cuerpo. Temen por sus vidas y aunque no lo digan entre acordes, saben muy bien que esta noche los asesinatos se seguirán produciendo. Tal vez, mañana por la mañana, alguien no despierte.

Y en una noche, que parecía tranquila, el Mal volvió a atacar. Esta vez no con simples Sombras o Espectros, fáciles de vencer, sino con los monstruos más horribles que un hechicero pueda crear con su maligna magia oscura: Lores No Muertos del Abismo™.

Dos de estas criaturas aparecieron en la Ciudad del Agua, con sus armas preparadas para sembrar el Caos y la devastación. No tenían consciencia más que la de su maestro Hechicero, y su único mandato era hacer que todo ser viviente en la Ciudad del Agua muriera y que sus almas sean consumidas para engrosar las filas de su Señor.

Teniendo la iniciativa de mi mano, desenvaino la espada y lanzo un ataque a uno de los enemigos.