Partida Rol por web

-Yo quisiera tomar la comida. -comenté con decisión pues con todo el follón apenas había probado bocado en todo el día. -Y creo que deberíamos ir a la ciudad de los magos. Así iríamos todos juntos y podríamos sacar alguna conclusión. De todas formas, si te estaban buscando Cassandra es por algo así que si no te importa iré contigo, si vuelven a buscarte los estaremos esperando y le sacaremos información. -Y después haremos que su sangre riegue la tierra. Cuantas menos alimañanas, mejor.

Día 3

Las Criaturas acechan.

"Las abominaciones de las Tierras Sombrías ya no se encuentran más contenidas en su hábitat... ahora atacan a cualquiera, se las provoquen o no, por el simple hecho de sentir la sangre caliente corriendo por sus fauces. Esto es un claro indicio de que el fin está cerca..."

El día amaneció como siempre, calmado, tranquilo y muy lentamente. El sol se asomaba por el horizonte como pidiendo permiso, haciendo que el cielo se tornara rojizo o anaranjado por momentos, hasta que por fin, decidió mostrarte por completo junto a las montañas, bañando todo con sus cálidos rayos. Era una mañana bastante calurosa e iluminada, la primera en mucho tiempo que se podía ver tan claramente todos los detalles. Y aunque esto le levantaba la moral a todos, los bardos no paraban de cantar canciones sobre bestías de las Tierras Sombrías que se habían visto caminar por las calles de las ciudades como si estas ya pertenecieran a su hábitat.

Pero no todo estaba tan tranquilo. Los rumores, al despuntar el sol, comenzaron a correr como la polvora. Se comentaba que en algunas ciudades, se produjeron ataques y asesinatos. Gente que durante la noche, aprovechando la oscuridad y utilizando las antiguas artes del Mal, acababan con la vida de aventureros, hombres y mujeres, para sumar sus almas a las filas de la Orden de la Oscuridad. Y el rumor más extendido, y a la vez más aterrador, era que nadie estaba a salvo. Todos podían caer presa de los Asesinos de la Orden y pasar a mejor vida. Hoy te puedes acostar en tu camastro, tranquilo, feliz por haber realizado una buena obra durante el día y... jamás despertar.

Pero pese a todo esto, las malas noticias, los rumores, y las canciones de los bardos, hoy parece que va a ser un día estupendo.

Cassandra se dirigió al resto con voz firme y seria.

No podemos perder mas tiempo, hemos estado demasiado pensativos. Vayamos a las Tierras Sombrías. Es arriesgado, lo se, pero estamos desesperados, no tenemos mucho tiempo para investigar.

Y Ela se ha ido por su cuenta, no creo que haya ido a las Tierras Sombrías, vistas sus preferencias, así que ella podrá cubrir otra parte del terreno.

En todo caso, sois libres de ir donde queráis. Yo lo tengo decidido.

- Estoy de acuerdo; basta ya de absurdas esperas. Voy contigo, Cass.

Comprobé que mi lanza estaba en su funda a mi espalda y sonreí bajo mi máscara. -Al fin un poco de acción. Vayamos pues. ¿Qué debemos morir? Pues nos llevaremos a cuantos hijos de puta podamos. -fiel a mi estilo, no me andaba con chiquitas. -Partamos cuanto antes pues.

Mano Larga llega a la ciudad del Fuego. Hay gente por la calle pero nadie que parezca prestarle atención.

Está mas solo que la una...

Puedes ver como una elfa se acerca a ti. Está herida, pero a pesar de ello se queda un rato observándote.

Tu... tu llevas la marca del Mal... Tie... tienes que ayudarme. Esos bastardos de la Orden de la Luz me han herido...

Se cae de rodillas delante tuyo. Aún así, nadie parece alterarse. No crees que a los habitantes de la ciudad del Fuego les interese mucho el destino de un goblin y una elfa herida...

Para mi desgracia el caperuzo no me siguió es mas, ahora que había llegado a la tierra del fuego, gracias a mi astucia e ingenio sin un mal y fatídico encuentro. Me encontraba solo y no solo eso, ademas no había nadie a quien conocer. Mis orejas cayeron por debajo de mi cuello y caminaba sin sentido de ser. Ni siquiera los lugareños parecían interesados en mi y yo menos en ellos, poco que robar a gente pobre.

Pero la suerte de un verde puede cambiar en menos de un segundo y así fue que al fin encontré alguien con quien conversar y si no era interesante, seguro que sus bolsillos si lo eran.
-Hola elfa.-Dije de manera alegre, se ve que los forasteros solo hablan con forasteros, sera cosa de los malos días en los que estábamos.

-¿Como?-Mire asustado a un lado y a otro, ¿Como es que ella sabia de mi marca, si ni siquiera yo la recordaba?-¿Que, esta marca?-No señale a ningún lado pues no sabia donde estaba realmente, aunque mi cuerpo respondía de manera afirmativa ante sus palabras, por lo que me esforcé a recordar.

-Bueno... yo no soy curandero, pero podemos ir aun lugar menos transitado, mirar que podemos hacer y de paso me cuentas eso de la orden de la luz.-Curiosamente me sentía a gusto con aquella elfa, como si supiera que podía confiar en ella, como ella confiaba en mi. Y seguro me ayudaría a recordar.

Os escondisteis en un callejón. La elfa estaba herida pero nada grave, es posible que tu pudieses parar la hemorragia con facilidad, y el resto ya no sería asunto tuyo.

El Mal se está alzando y necesita aliados. La Orden de la Luz son un grupo de personas que cazan a seguidores del Mal, a gente como nosotros. Tenemos que pararles. Juntos podemos ser mas fuertes... - finalizó con un gemido de dolor.

En el callejón pudisteis ver algo que captó poderosamente vuestra atención...

RECURSOS DÍA 3

-Espada de gran calidad x2 (ATAQUE +4 DAÑO+2 / +2 a las tiradas de ESQUIVAR si combates con ella)

Mire su herida mientras ella hablaba y pensé en taparla con la manos, hacer presión para detener la hemorragia y así lo hice.
-Vaya parece que sangras mucho. ¿Ayudarte? No tengo muy clara la razón pero mi cuerpo dice que si... sabes, tengo un problema de memoria y no...-Pero antes de terminar la frase un curioso brillo llamo poderosamente mi mente de ladrón y deje todo lo que estaba haciendo para ir a por ese nuevo y reluciente tesoro.

-¡¡VAYA!! Menudo hallazgo, mira lo que he encontrado.-Enseñe sin miedo a mi nueva amiga, mis nuevas espadas, y en ese momento me di cuenta que no había terminado de sangrar su herida.

-¡OPS! Lo siento, no te he sido de mucho ayuda, puede que si presiones lo suficiente se cierre. ¿Mientras tanto porque no me cuentas mas?-Preguntaba de cuclillas con el arma nueva entre mis manos y la segunda a su lado.-Supongo que sera lo justo... ademas no se blandir dos armas, aunque si vendo la segunda...

Mierda - gime de dolor - Serás torpe, llévame a una curandera o puede que esta estúpida herida se convierta en algo mortal...

El Mal debe alzarse y para ello necesita sangre. Sangre para completar el ritual que hará que el Mal Supremo vuelva a esta tierra y gobierne sobre ella... Necesitamos sangre de gente buena... Para ello hay que matarlos, claro... Debemos... Debemos... - La elfa vuelve a gemir de dolor y se queda callada, abstraida en su sufrimiento.

-Pero yo no se si yo...-Interrumpí los gritos de la elfa, mientras la mirada con interés, era guapa y eso que a mi las elfas ni fu ni fa... pero justo después empezó a contar la historia de la sangre. Y otra vez esa molesta tos.

-Vamos hombre, termina lo que empiezas...-La mire molesto y decidí actuar, por puro instinto pues mi cuerpo se sentía realizado mientras escuchaba aquellas palabras de muerte, sangre y reino de mal, como si lo necesitara, mientras que mi cabeza seguía tan vacía de recuerdos como siempre.

-Mas te vale que me ayudes a recordar o abre malgastado mi dinero para nada.-Dije molesto, mientras la recogía por la axila y tocaba algo de teta.-Pon algo de tu parte, vamos a buscar a ese curandero y terminas de contarme esa historia, siento que necesito escucharla hasta el final.-Era raro sentir excitación por algo que no recordaba, y a la vez era la mejor sensación que había sentido nunca, al menos desde que empece a acuñar nuevos recuerdos.

Tras una molesta espera y perder todos tus ahorros, parece que la curandera ha hecho bien su trabajo y Milya se encuentra mucho mejor.

Te debo la vida, amigo goblin. Me llamo Milya y juntos tenemos una misión importante. Este mundo podrido debe renacer, el Mal Supremo debe volver y arrasarlo todo para que podamos empezar de nuevo, para que solo los justos reinemos en la tierra.

Y tu debes ayudarme, porque tu tienes la marca, tu has sido elegido. Puedo verlo, he sido premiada con ese don. Y ahora debemos encontrar a gente buena y llevar su sangre a Orión. ¿Lo entiendes?

Por cierto, ¿antes me has tocado una teta?

Las palabras de aquella mujer me llenaban, y todo sonaba tan bien, tan fácil. Como si siempre hubiera sabido que eso era realmente lo que tenia que hacer, aunque no lo recordara. Seguramente alguno de la orden de la luz me ataco a traición y embrujo mi mente para no recordar lo que era. Y obligado a ser simple ratero, aunque ser ladrón me gustaba, era divertido y la adrenalina que sentía era genial, supongo que así debía sentirme antes de perder la memoria mientras limpiaba el mundo por un equilibrio mayor. Maldita sea, sonaba rematadamente bien, Mano Larga el equilibrador, o... algo parecido supongo.

-Yo Mano Larga.-Acerté a presentarme.-Me gusta, no recuerdo lo que me dices, de la marca o parecido, pero mi cuerpo parece saber de que hablas, siento euforia y necesidad de acción. Puede ser divertido y esta sensación es mejor que la propia sensación de que te pillen en mitad de un robo o una mentira.-No lo entendía, al menos no mi parte racional, una parte muy pequeña de mi.

-¿Eeh? ¿Que? no se... supongo que puede ser posible mientras te sujetaba para llevarte a la curandera...-Vaya pues si que las tiene sensibles.-¿Ya he dicho antes que me encanta el riesgo de las mentiras?

-¡Por cierto!-Cambie de tema rápido como una lagartija al descubierto.-Fui "contratado" o mas bien me auto ofrecí por no morir. Para "recuperar".-Me ayude con mis largos dedos.-Unos documentos de un mago de la ciudad de los magos, pero unicamente le robe esto.-Enseñe la llave del arcón a mi nueva amiga, que estimulante es poder decir esa palabra sin mentir, curioso.

-Pero no se que arcón abre y si hay estarán los documentos. El trabajo es para Andreus Tuscus y el mago a quien se lo quite Julius Bariglain. ¿Te suena de algo todo esto? Parece que tu sabes muchas mas cosas que yo. ¿Puede ser ese tal Andreus uno de los nuestros? Parecía realmente malo, cuando mato a mi protegido y toda su guarnición.-La miraba con atención, esperando que diera algo de luz a mis preguntas.

Andreus es mala gente, si, pero no es mas que un simple mercenario. No ha sido elegido por el Mal. Sin embargo, la misión que te encomendó...

Julius Bariglain no es un simple viejo, es mucho mas... Es un tipo peligroso, un servidor acérrimo del bien. Lo que tenga en ese cofre podría sernos de mucha utilidad.

Ahora tan solo hay que decidir a donde ir. Necesitamos sangre de alguien bueno... ¡Pero ni pienses en Julius! Empecemos por algo mas fácil. Y lo de hacernos con el cofre es una posibilidad...

Tu decides, que no voy a hacerlo todo yo.

Valiosa información la de esa chica que no dejaba de sorprenderme. Aunque yo me sorprendía con facilidad.
-Pensar yo... vale... y que te parece si derramamos la sangre de Andreus, matamos dos pájaros de un tiro. Yo me libro de su pedido y nos quedamos con lo que pueda contener ese cofre...-En ese momento solo tenia en mente el contenido del cofre.-¿O acaso necesitamos la sangre a un sirviente de la orden como tal?-Aun tenia mucho que aprender. Y aprendería.

Si por diversión quieres matar a Andreus, adelante. No me importa, pero no serviría de nada.

Una persona no tiene porque servir a la Orden de la Luz para ser buena. Hay mucha gente buena en el mundo pero Andreus claramente no lo es.

Y el cofre no creo que lo tenga el. Lo tendrá Julius, digo yo. Pero oye, si quieres ir a por el matón, adelante. Te sigo.