Partida Rol por web

Guzmán trato de atender a Ordoño que permanecía tirado en el suelo delante de él, no sobia que le había herido esta vez. Cuando oyó el grito de Fernando, ¿Qué es lo que pasa? Grito instintivamente. Rápidamente se levanto y busco su espada en el suelo enfangado. Miro con impotencia el cuerpo de Ordoño, lo siento compañero, en estas condiciones no puedo hacer nada por ti. Recogió su espada lleno de barro y avanzo hacia la puerta donde se encontraba Fernando.

Tal y cómo dice Fernando, de la casa sale un reguero de gentes de edad avanzadísima, al menos una docena de personas salen en silencio de la cabaña. Rasiq sólo puede escuchar decenas de pies arrastrándose y chapoteando en los charcos.

El grupo de gentes miran al suelo, os esquivan como si fuéseis piedras o árboles y continúan por el sendero "general" que seguíais vosotros.

¿¡Quí pasa!? -dijo Rasiq ante las palabras últimas de Fernando-, ¿"Labriegos"? ¿"Bru...brujas"? ¿Quí istais diciendo? ¿¡Acaso istáis locos!? -el árabe no se terminaba de creer lo que oía, y ciertamente su mente estaba desordenada ya, pues ¿qué sería ahora de él en medio de la noche y sin visión? Sin duda que apretaba su telek empuñado con severa fuerza, pero aquello no sería suficiente para detener una posible lucha o enfrentamiento...

¿Qui... quiénis son ístos? -"Miraba" a un lado y a otro, más bien giraba su cabeza en ambos sentidos, ya que sentía que junto a él, por delante y por la espalda, había mucha gente como movíendose y esquivándole-. ¡Piro quienis...! -Rasiq estaba descentrando, queriendo saber más de lo podía notar...-.

Véis alejarse por el camino al grupo de ancianos en fila de a dos, perfectamente ordenados y en silencio. Han pasado a través vuestra casi sin veros.

Cuando la cabeza del último de los ancianos se pierde en el recodo del camino más cercano a vuestra posición, asoma por el mismo una polvareda que sólo puede responder a una cosa: Jinetes.

Más que una polvareda se trata de una nube de trozos de barro y tierra despedidos por los casos de los caballos.

Guzman introduce de nuevo la espada en su vaina, y se coloca en uno de los laterales del carro, cerca de su compañero herido. ¿Pero quién narices eran esos viejos? ¿Que estaban haciendo hay? Demasiadas preguntas para tan poco tiempo, el pardo se había quedado estupefacto con la visión de la hilera de viejos, no había podido reaccionar ante tan macabra procesión.

El pardo no sabría quienes venían por el camino, amigos o enemigos; serían los aguaciles de la zona o salteadores de caminos, era difícil saberlo, pero pronto lo averiguaría. Arrastro a su compañero debajo del carro para que tuviera más protección, Ordoño, tú espérame aquí. Le susurro al cuerpo inerte del soldado.

Luego se puso en pie cubriéndose con el carro y grito, ¿QUIÉN VA?, ¿que puede ayudar a unos pobres viajeros?

Al oír la llegada de lso caballos, Fernando se parapeta en el resquicio de la puerta, con el arco en la mano, preparado para lo que pueda suceder. Atónito, escucha como Guzmán espera algún tipo de ayuda de los jinetes, como si no hubieran tenido ya suficientes "ayudas" en aquel viaje.

Con la perra suerte que estamos teniendo últimamente, seguro que son asaltantes, bandidos, justicieros de algún noble que vienen a detenernos...

Negros pensamientos inundaban la mente de Fernando, amenazando con desbordar los frágiles diques de su cordura.

Pero al menos no son brujas; las brujas vuelan en escoba, no van a caballo, esto lo sabe todo el mundo. - reflexionó para terminar.

Rasiq, desvalido, oía cómo algo llegaba y se acercaba, y claramente no eran pisadas, sino caballos... ¿Quién podría decirle si no iban a apresarles, atravesarles o ayudarles? Sin dilación alguna, se agachó un poco, tocó el camino embarrado con sus manos, y con cierta tienta se apartó hasta un lado del camino, lugar en el que se tumbó.

No sabía si sus compañeros estarían allí agazapados también, o quizá al otro lado del camino, y tampoco sabía si él mismo se había colocado al lado de la casa o en el otro extremo. Comencé a rezar a Alláh para que las intenciones de aquellos no fueran hostiles.

Si al menos tuviera mi vista... -pensaba-.

Los gritos de Guzmán no obtuvieron respuesta, no estaba claro si le ignoraban a drede o era más bien el ruido ensordecedor de los cascos de los caballos lo que impedía a los jinetes escuchar las palabras del pardo. El caso es que se acercaron cinco jinetes al galope tendido hasta la cabaña. Los cinco jinetes portaban armaduras completas, yelmos y bardas en los caballos. Había un sexto caballo que portaba escudos y pertrechos.

El penúltimo de los caballeros que se acercaba portaba un estandarte de fondo negro y cruz blanca, al acercarse más aún, víteis las sobrevestas de los caballeros que eran de igual modo: negras con cruces blancas.

Amir poco a poco comienza a sentir como el picor de sus ojos disminuye y lo que antes eran luces y sombras distorsionadas, ahora van recuperando nitidez. Cuando ve a esa fila de gente piensa que todavía ve alucinaciones y luego, ese grupo de jinetes

Pero… que demonios es esto?

Ante la desesperación de la situación, Amir agita sus brazos hacia los jinetes indicando un gesto de auxilio.
AYUDA POR FAVOR! grita mientras mueve las extremidades superiores con la intención de que se paren a ayudarles.

¿Son hospitalarios?

Reconoces el estandarte como perteneciente a la Orden del Hospital, los cuales según tienes entendido se dedicaban al cuidado de enfermos hace muchos años pero ahora se dedican a guerrear contra el infiel y en ocasiones, desgraciadamente, también contra el cristiano.

Lo que no terminas de entender es qué pueden hacer aquí un grupo de hospitalarios...

El pardo reconoció la enseña que portaban los caballeros eran hospitalarios, una orden cristiana que se dedica a la protección de los caminos. Al reconocerlos como caballeros cristianos, la tensión que sentía se relajo. Volvió a probar suerte. Buenas tengan los caballeros de Dios,  ¿Qué trae a la honrosa orden hospitalaria por estos lares? Guzmán no sabía que podía traer a los hospitalarios por estas tierras, ni sabía cómo reaccionarían, entre nosotros hay un infiel, puede que quieran su cabeza e incluso que desconfíen de todo el grupo por ir con un infiel. Maldita la hora que acepte este trabajo.

Somos cristianos en desempeño de una misión de escolta, el pardo vio necesario dar una explicación de cómo habían llegado a esa situación, si es que los caballeros querían escucharle. Lo caravana a la que protegíamos, fue atacada por forajidos, y los comerciantes a los que servíamos han huido. Somos los únicos que quedamos, y tratamos de cumplir la misión llevando el cargamento a su destino. Al empezar la tormenta buscábamos refugio en esta choza. Llegado a este punto Guzmán no sabía cómo continuar la historia, y antes de mentir a unos caballeros de Dios prefirió callarse.

El caballero que va en cabeza frena a su montura tirando de las riendas, el hombre va cubierto con yelmo y con la armadura puesta como si fuera a entrar en combate, aunque va desarmado: No enristra lanza y la espada al cinto lleva

- ¡ Quietos ahí vosotros! -dice desde encima de su montura. Escucha pacientemente a las palabras del pardo , cuando ha terminado de hablar se da un tiempo antes de contestar

- Una buena historia... sin duda. Estamos en misión sacra, nos han hablado de esa choza de ahí... al parecer se practican horribles rituales en ella. ¿ No habréis formado parte de ellos verdad?- dice con voz metálica. Por su tono diríase que no cree vuestra historia.

¿Caballiros di Dios? -oí decir a Guzmán mientras me imaginaba que podrían ser caballeros de alguna orden cristiana má bien por el sonido de sus armadura retumbando en el galope-. Estaba claro que un "moro" entre todos aquellos alejados de Alláh (que no les haría mucha gracia) no sería muy propicio.

Aún tumbado, esperando oir las palabras de éstos, me llevé la mano a la espalda, a la cintura más bien, donde estaba el telek. Entonces comencé a orar salmos del Corán para mis adentros, pensando en lo peor.

A Fernando apenas le salían las palabras. Bienvenidos fueran aquellos caballeros, claro, pero ¿no podían haber llegado un poquitín antes? Con su ayuda quizás habrían podido apresar a las brujas, los conjuradores, el humo oscuro y Dios sabe qué más.

Quien os haya puesto sobre aviso no andaba desencaminado, buen caballero. Nosotros mismos hemos sido testigos de las brujerías que aquí dentro se cometían. Había tres brujas, que parecían haber hechizado a un montón de labriegos, y había un humo negro salido de las mismísimas calderas del Infierno, que abrasaba nuestra piel y nuestros ojos, y se oían extraños gritos y susurros y...

La mente de Fernando apenas puede empezar a comprender lo que habían presenciado aquella noche, y su narración parecía confusa y deslavazada.

Pero señor, le aseguro que nosotros no hemos tenido nada que ver con la magia negra que aquí se practicó anoche, al contrario, intentamos detenerles, pero no hubo forma de luchar contra aquellas oscuras fuerzas. Sin duda de haber estado misseñores aquí, las brujas no se hubieran reído tanto como se rieron de nosotros.

Los otros cuatro jinetes desmontan de sus caballos increíblemente rápido- teniendo en cuenta el peso con el que tienen que cargar - y echan mano de sus espadas a un gesto del caballero que ha hablado, dan miedo, pero aún no se muestran hostiles directamente.

Parece más bien que estén aguardando órdenes o que su atención esté centrada en la choza de madera ¿Es quizás su intención asaltarla?

Acabo el post mas tarde.