Partida Rol por web

Una nueva alarma interrumpe a Quistis, el irritante sonido se escucha por todo el complejo. Las luces se apagan durante unos segundos para encenderse otras de color mucho más tenue.

¿Qué ocurre?- Pregunta extrañada. 

-Son las luces de emergencia –Constata Irvine mirando al techo. 

SEGURIDAD DE LA INSTALACIÓN COMPROMETIDA. TODOS LOS SISTEMAS DE CIERRE MEDIANTE CÓDIGO HAN SIDO ANULADOS. POR FAVOR ABANDONEN LAS INSTALACIONES DE MANERA ORDENADA. ACTIVADO PROTOCOLO DE AUTODESTRUCCIÓN.

La voz mecánica repite el mensaje otra vez y después anuncia; 

DIEZ MINUTOS PARA LA DETONACIÓN, POR FAVOR ABANDONEN LAS INSTALACIONES.

-¿Qué?– Masculla liberándose de Seifer y comprobando una de las consolas. –El único que podría activar la autodestrucción soy yo.

El hombrecillo intenta cancelar la autodestrucción, introduce su código de autorización pero un cartelito de error aparece cada vez que lo intenta. 

–Esto es imposible que esté pasando.-Dice a pesar de las evidencias.

¿Zell?- Pregunta Squall buscando respuestas.  El rubio experto en ordenadores y tecnología examina los sistemas intentando encontrar la forma de piratearlos pero niega con la cabeza.

-Esta bien. Salgamos de aquí. -Ordena y todos os apresuráis en cumplir la orden saliendo de la cúpula que hace de sala de control, todos excepto Odine que permanece ofuscado en una de las consolas intentando cancelar la secuencia de autodestrucción. Squall regresa a por él y a empujones le obliga a salir.

NUEVE MINUTOS PARA LA DETONACIÓN, POR FAVOR ABANDONEN LAS INSTALACIONES.

El comandante lanza un último vistazo para asegurarse de que no queda nadie en la sala pero cuando intenta salir la puerta se cierra con un chasquido seco. Tras recuperarse de la sorpresa intenta abrir la puerta pero la cerradura electrónica está completamente cerrada.

Desde el exterior Rinoa se pega al cristal y empieza a aporrearlo. Zell trata de forzar la cerradura electrónica pero el circuito no responde. El propio Squall lanza una magia Hielo++ contra la puerta intentando congelarla para romperla, pero tras golpearla con todas sus fuerzas el cristal blindado que ha resistido el ataque de Bahamut no presenta ni un rasguño.

La pragmática instructora duda unos segundos, pero al ver a Seifer empieza a presionar al grupo hasta conseguir que todos se pongan en marcha, -De nada servirá morir todos aquí. ¡Moveos!

Zell protesta algo, Selphie llora, Irvine parece desolado, pero Quistis saca la instructora que lleva dentro para hacer que el grupo se mueva y dejen atrás a su comandante.

Ella es la última en marcharse. Con lágrimas en sus ojos azules se besa la mano y la apoya contra el cristal a modo de despedida antes de marchar en pos de los demás.

SIETE MINUTOS PARA LA DETONACIÓN, POR FAVOR ABANDONEN LAS INSTALACIONES.

Ya a solas por fin respiras tranquilo, al menos Rinoa y el resto vivirán.

Tratas de invocar a Ifrit pero la invocación fracasa por falta de espacio. Lanzas contra la puerta las pocas magias que te quedan y atacas con todas tus fuerzas hasta quedar extenuado. Los daños en la puerta son mínimos.  

Finalmente te recuestas contra la tozuda puerta y te dejas caer hasta quedar sentado en el suelo. Cuando la persistente voz mecánica se calla un fuerte temblor estremece el suelo avisándote de que todo acaba aquí.

Sacas de la cartera una foto en la que estás con Rinoa y Raine. En la imagen estás sujetando en brazos a vuestra hija y Rinoa te abraza a tí. Es un día soleado en la playa de Balamb, parecéis felices.

La tremenda explosión sacude el suelo, agrietándolo y haciéndote volar literalmente, vuelves a caer al suelo perdiendo el aliento, a través del cristal blindado puedes ver que todo alrededor de la sala es fuego. La temperatura aumenta hasta niveles casi insoportables y de repente todo termina.

La sala estaba completamente blindada y preparada para resistir la explosión. A través del cristal todo lo que puedes es oscuridad y escombros. La instalación ha colapsado enterrándote en vida. Malherido, magullado, a unos cuarenta grados pero vivo, no sabes si reír o llorar. Las horas pasan, la temperatura baja pero no tarda en aparecer un equipo de rescate del Jardín.

En el exterior sigue lloviendo. Aún sujetas la foto mientras te atan a una camilla rígida y te elevan hacia el Lagunamov. Solo puedes pensar en volver a estar con Rin y tu hija. Te aferras a ese agradable pensamiento mientras el mundo se vuelve borroso y confuso a medida que pierdes el conocimiento y tu mente se desarraiga de la de Squall.

Corréis por los pasillos desandando el camino hecho por el grupo de Zell y Selphie, pero en vuestras mentes solo está el amigo y compañero que se ha quedado atrás. Os lo ha ordenado, no estáis seguros de estar haciendo lo correcto, pero si Squall ha dicho que sobrevivirá es que lo hará, solo os queda confiar en él.

Absortos en lo que acaba de ocurrir nadie repara en que el profesor Odine se va quedando rezagado, hasta que llegados a una encrucijada huye en otra dirección. Es demasiado peligroso dejar que escape por lo que Selphie y Quistis emprenden su persecución mientras que Zell os guía al resto hacia exterior por el camino que han seguido al entrar.  

La persecución del doctor os conduce hasta una escalerilla de mano que sube hasta el exterior, parece una salida de emergencia, lo que os permite salir de las instalaciones mucho antes que el resto.

Odine corre cómo alma que lleva el diablo seguido de cerca por Selphie y Quistis que se va quedando un poco rezagada. El día sigue gris y una lluvia fina pero persistente os da la bienvenida al exterior.

La persecución del escurridizo hombrecillo aún se alarga durante varios minutos alejándose de las instalaciones. Selphie va recortándole terreno hasta que al final lanza uno de sus nunchakus a ras de suelo. El arma se traba en las piernas de Odine que cae al suelo aparatosamente. La chica de pelo despuntado se acerca y recupera su arma colocando un pie sobre la espalda del doctor para impedir que se levante.

Aún no ha llegado Quistis junto a su amiga y compañera cuando la tremenda explosión sacude el suelo. La onda expansiva derriba a ambas Seeds al tiempo que una enorme columna de polvo, fuego y piedras se eleva hacia el cielo.

Selphie se incorpora rápidamente pero apenas consigue dar un par de pasos hacia el cráter humeante donde hasta hace unos momentos estaban las instalaciones.

-Squall… chicos...  Murmura dejándose caer sobre sus rodillas. Sin saber qué ha sido de ellos, pero imaginando lo peor, la chica apoya la cabeza entre sus manos y llora amargamente.

Quistis, aún aturdida, se incorpora con dificultad palpándose el vientre con preocupación. Aún no se le nota y no ha dicho nada, pero en unos meses no podrá ocultar su embarazo.  

Un rápido vistazo le basta para analizar la situación. No hay rastro ni de Seifer ni el resto. Por un momento parece que el dolor y el sentimiento de pérdida vayan a superarla, las lágrimas asoman en sus grandes ojos azules pero un sentimiento más fuerte que la tristeza se abre camino desde su interior; la ira.

Enjugándose las lágrimas con el dorso de la mano se acerca a Odine, que aún sigue aturdido por la explosión y sin pensárselo dos veces le propina un brutal puntapié en la cara arrancándole varios dientes y haciéndolo rodar por el suelo.

El doctor emite unos lastimeros quejidos mientras se sujeta la ensangrentada boca, pero cuando ve lo se le viene encima se olvida del dolor y trata de escapar, pero Quistis no le da opción. El látigo restalla contra la espalda de Odine arrancando ropa, piel y gritos de dolor. Un nuevo latigazo, más gritos. 

El asustado Doctor trata de huir arrastrándose por el suelo, aterrorizado cómo nunca antes había estado. Incluso cuando era esclavo de Adel sabía que mientras sirviera bien a la bruja no tenía nada que temer. Sin embargo en la mirada de Quistis solo hay una sentencia de muerte.

-No, por favor. ¡No!- Suplica por su vida desde el suelo levantando un brazo que el látigo de cadenas destroza inmisericordemente. El hombrecillo grita de nuevo sujetándose la extremidad rota. 

Los gritos de Odine parecen sacar a Selphie de su letargo.

¡Quistis no!- Exclama horrorizada al darse cuenta de lo que su compañera está haciendo. Por si no fuera suficiente al dolor de perder a todos sus amigos ahora se le une el de ver a su amiga convertida en un monstruo -Tú no eres así. No lo hagas. Déjale por favor.- La voz se le rompe al hablar.    

Quistis pisa el cuello de Odine pero se detiene momentáneamente al escuchar la voz de su amiga. Sabe que tiene razón, pero Odine es responsable de demasiadas cosas y mientras siga con vida será un peligro. Aunque lo encerraran en la cárcel es un genio cómo ningún otro, los políticos aprovecharían cualquier resquicio legal para sacarlo y ponerlo a ingeniar nuevas monstruosidades cómo la Elleone Junction Machine o el Lunatic Pandora.

La amiga y la Seed modélica que nunca ha roto una norma se resiste a hacerlo, pero la joven embarazada que acaba de perder al padre de su hijo, descarga su dulor hundoendo el tacón de su bota en la tráquea del doctor, rompiéndola con un chasquido.

El hombrecillo gorgotea aferrandose con su brazo sano a la bota de caña alta de Quistis, arañandola sin comprender que ya está muerto. Sus espasmos aún duran unos segundos.

Selphie mira a su compañera sin reconocerla, algo se ha roto entre ellas, Quistis ha cruzado una línea que ella no puede ni quiere seguir.

Ni siquiera es capaz de articular palabra, toda ella describe una pena inconmensurable.     

Muchas cosas han cambiado en apenas unas horas. Aunque por algún milagro todos volvieran sanos y salvos las cosas ya nunca serán igual que antes, no podrían serlo. La joven se deja caer sobre la hierba húmeda, ya no le quedan más lágrimas, ya no tiene ganas de luchar más, no quiere pensar más, agotada física y psicológicamente el mundo se va volviendo borroso a medida que pierde la consciencia y tu mente se desarraiga de la suya.

Quistis se aparta del cadáver, contrariamente a lo que pensaba matar al hombrecillo no la hace sentirse mejor. Asqueada se apoya en un árbol y vomita violentamente.

Se acerca a Selphie y se arrodilla junto a ella colocando la cabeza  de su amiga en su regazo. Con una mano acaricia la cabeza de Selphie mientras con la otra se toca el vientre. Apenas está de un mes. Tenía pensado contárselo a Seifer y luego a sus amigos, seguramente lo habrían celebrado, habría sido un momento feliz. Otro más.

Ahora todo eso parecen las fantasías infantiles de una chiquilla y la cruda realidad se impone. Todos han desaparecido.

Una aeronave con el logo de la Sempai Biocorp pasa sobre vosotras, sobrevolándoos a poca altura pero ni siquiera te planteas lo que significa, ya que tu mente se va desconectando de la de Quistis, un persistente pitido resuena a medida que el mundo se va desvaneciendo.

De uno de los aparatos bajan dos hombres que no parecen soldados, uno de ellos es enormemente corpulento y fácilmente reconocible. Es el presidente de Esthar.

-Acabemos rápido. Tengo que inaugurar un puto colegio. -Le dice al otro. Con su vozarrón le escucháis sin problemas a veinte metros de distancia. 

El hombre avanza hasta ponerse delante de los soldados.

-Entregad a la bruja- Os dice con calma mientras se enciende un puro y le da un par de caladas- No os equivoquéis; de aquí no vais a salír con vida pero es por ahorrarnos tiempo, como comprenderéis soy un hombre muy ocupado. Ah y no os molestéis en intentar invocar alguna bestia, estamos usando inhibidores de GFs.

-Tengo una oferta mejor- Contesta Seifer, dejando a Rinoa en el suelo mientras se adelanta hacia los recién llegados.- ¿Porque no me chupas la polla bola de sebo?-  Aún no ha terminado de hablar cuando una docena de disparos lo atraviesan de lado a lado.

El gigante rubio de metro noventa retrocede un par de pasos y cae de rodillas, pero para pasmo de todos los presentes clava hyperion en el suelo y apoyándose en el arma consigue levantarse de nuevo con su gabardina blanca teñida de rojo, un sonrisa socarrona en la cara y la misma mirada desafiante de siempre.

-¿Eso es todo gallinas?- El fulgor de su límite, Exterminio, recorre su cuerpo. –Me toca.

El impulsivo rubio carga de cabeza contra los veinte soldados enemigos que vuelven a abrir fuego. Seifer ni siquiera detiene su carrera rechazando la mayoría de los proyectiles con su sable. Los soldados calan bayonetas en sus fusiles antes de lanzarse al cuerpo a cuerpo contra el Seed.

Estos soldados no son vulgares soldados sino la élite de Esthar; la Guardia Presidencial, lo mejor de lo mejor que la más avanzada nación puede ofrecer y aún así van cayendo uno tras otro bajo el furioso ímpetu de Seifer que sin embargo recibe golpes al mismo tiempo que los propina.

Zell e Irvine corren para ayudar al imprudente rubio antes de que sea demasiado tarde, mientras Rinoa en el suelo y en estado de shock no acierta a reaccionar.

Al final ocurre lo inevitable, y el límite de Seifer se agota. El rubio aún aguanta algunos segundos, más por tozudez que otra cosa, hasta que un soldado le alcanza de lleno con una magia Electro++. El humeante cuerpo de Seifer aterriza en el borde del acantilado.

Él solo contra veinte soldados de élite y ha dejado a ocho muertos. Nadie se atreve a acercarse para rematarlo, otra magia Electro++ le alcanza de lleno lanzándolo hacia las embravecidas aguas.

Con los ojos de Seifer ves cómo vas cayendo al vacío, alejándote de la cima del acantilado, por la que se asoma Rinoa gritando algo, pero ya no la escuchas, un intenso pitido es todo lo que puedes escuchar a medida que tu mente se desasrraiga de la de Seifer.