Partida Rol por web

De pronto abrieron los ojos. Era lo único que podían hacer en esos instantes pues no podían mover absolutamente ninguna parte del cuerpo. Para colmo su visión estaba nublada por algo que les recordaba a una sensación bastante conocida. 

Aquello era una sensación muy similar a la de estar abriendo lo ojos dentro de una piscina. Esa sensación de verlo todo borroso aunque con la capacidad suficiente para distinguir formas. Pero, si estaban dentro de una piscina, ¿cómo era posible que estuvieran respirando? Entonces lo notaron, estaban enganchados a una especie de máscara de oxígeno.

Poco tiempo después comenzaron a recobrar la sensibilidad en todo el cuerpo, parecía un lugar demasiado raro para tratarse del cielo o el infierno. No podían estar muertos, pues poco a poco empezaban a poder mover su cuerpo y a sentir como todo él estaba lleno de cables. Tanto el tubo de su máscara, como los cables de su cuerpo daban al exterior del lugar en el que se encontraban encerrados. Pero, ¿a dónde se dirigían?

Todo era una sensación muy rara y extraña, como si estuviesen encerrados en un cilindro de agua, una especie de pecera circular cuya única comunicación al exterior provenía de los aparatos que estaban colocados en su cuerpo. No podían ver a nadie por culpa del líquido en el que estaban sumergidos, y para colmo estaban completamente desnudos y sin ninguna de sus pertenencias.

Tras los sucesos de anoche, o lo que Agni pensó que fue la noche anterior, no pudo parar de tener sueños extraños. La trama fue siempre la misma. Agni comenzaba el sueño surfeando sobre un celular gigante en el medio del océano. Un monstruo de las profundidades, que dependiendo del sueño era distinto, se le acercaba a él e intentaba tirarlo de su tabla de surf. Unas criaturitas del mar llegaban al rescate, solo para morir en el intento, y el veía como aquel ser las acuchillaba con un tridente enorme. Desolado, Agni le entregaba su tabla al monstruo, y caía al océano. Después se hundía en las profundidades.

Así se despertó, ahogándose. Al principio pensó que era parte de su sueño, una alucinación nueva, pero no le costó darse cuenta que era la realidad, y que no se estaba ahogando sino que su propiocepción se vió afectada por el agua. Nunca había dormido bajo el agua, todo esto era tan actual que, de no ser por la sorpresa, hubiera querido twittearlo.

Intentó moverse, nadar, salir a ver la superficie, pero su cuerpo pareció entumecido y pesado, imposible de mover a voluntad. Hasta que finalmente concluyó que debía quedarse. Podía respirar a través de una máscara, que seguramente no era del color adecuado para sus ojos, y los cables que tenía conectados al cuerpo parecían ser necesarios. No se los quitaría imprudentemente.

Se le ocurrió que en aquellos momentos se encontraba en la guarida del Agni apocalíptico. Como si fuera una especie de héroe de una dimensión alternativa, y tuviera su base secreta atestada de otros Agnis más insensatos que lo convocaron a lo largo del tiempo. Como si solo fuera su destino invocarlo, tan solo para ser sus rehenes y terminar en un tubo como estaba él ahora.

"Esto es tan actual! #CienciaFicción." pensó feliz de que su vida pudiera ser un buen material para una película, y se acostumbró al tubo de agua. Con el tiempo podría llegar a vivir allí, tranquilo, relajado, twitteando con uno de esos celulares resistentes al agua... "Y MI CELULAR?" entró en pánico. Se tanteó donde deberían estar sus bolsillos, solo para encontrar su piel desnuda y "enchufada" con cables. " NO, NO, NOO. MI BENDITO CELLPHONE!" hizo puños con sus brazos y comenzó a golpear el vidrio.

Debía salir de aquella pecera y encontrar una pc o algo para twittearle a sus fans.

¿Esto es... la muerte?

¿Silencio y oscuridad mientras flotas en medio de la infinita nada?

Es extraño. Me siento... espera. ¿Qué siento?

Siv abrió los ojos de golpe, parpadeando varias veces en un intento por enfocar, aunque de nada servía dentro de aquel líquido. Hizo ademán de moverse al sentir sus extremidades entumecidas y sus ojos se abrieron aún más, casi desorbitados. Comenzó a revolverse, luchando por escaparse de la presa de los cables, por liberarse del desagradable beso del respirador y salir de aquel ataud de agua.

Burbujas de angustia y desesperación envolvían el cuerpo denudo de la joven que forcejeaba con los cables mientras su corazón golpeaba su pecho con tal fuerza que sentía los latidos acelerados en su cabeza. No se daba cuenta de que, al luchar de esa forma, podría sufrir un colapso pulmonar por no usar bien el respirador.

En su mente empezaba a recordar fragmentos de lo sucedido. Cuanto más recordaba, más hacía por soltarse de los cables a pesar de la debilidad de su cuerpo y la dificultad para respirar. Vio al chico moreno apuñalado en el suelo, los ojos azules de Cristian apagándose tras ser atacado. Ella sucumbiendo al dolor y a la rabia... y el rostro del enmascarado. 

Apretó los puños y arqueó el cuello hacia atrás. El agua insonorizó su desgarrador grito, pero las burbujas que salieron con rapidez del respirador llevaron su dolor hasta la superficie.

¡¡Corre!! ¡Corre! Corre. Corre... ¡No te vamos a dar nada! Lo siento por no llamarte más a menudo mamá. ¡Corre! Los pensamientos inconexos chocaban entre si instantes antes de que Hugo despertara sobresaltado, abriendo los ojos hasta un extremo que debió involucrar a cada uno de los cuarenta y tres músculos de su cara, quizás alguno más.

No era la primera vez que sufría pesadillas, pero aquellas habían sido distintas a todas las anteriores. Fueron unas pesadillas llenas de dolor y de constante frustración, donde las incesantes imágenes de aquel encapuchado se entremezclaban con las de sus seres queridos y con aquellos desconocidos con los que compartió destino.

Ahora frente a él, solo tenía la espesa bruma de aquella agua enturbiada. Por unos momentos no pudo hacer otra cosa más que mirar, en shock por saber que seguía vivo, más o menos. Le costó unos segundos darse cuenta de que respiraba a través de una máscara, tras lo cual se fijó en todo aquel enmarañado de cables que conectaban todo su cuerpo a vete a saber qué, lo cual hizo que su ritmo cardíaco aumentara frenéticamente.

Hacía toda la fuerza que podía por moverse e intentar golpear aquel cristal, pero sus músculos apenas se movían unos centímetros, cada vez un poco más, pero muy lejos de llegar a la libertad de movimiento que buscaba. Después de unos minutos, el cansancio mental empezó a hacerle mella y casi obligatoriamente acabó tranquilizándose, permitiendo que sus músculos se descongestionaran y fueran recuperando movilidad tímidamente.

¿Dónde estoy? Vamos joder, haz memoria. Se esforzaba inútilmente en recordar como había llegado hasta allí. Todo esfuerzo era en vano, en su último recuerdo estaba lleno de sangre intentando tapar su propia herida, mientras sus ojos entreabiertos miraban a aquel maldito encapuchado.

Por fin, pudo estirar su brazo hasta casi alcanzar el cristal, con la intención de golpearlo, pero su puñetazo había acabado en un tímido roce que terminó con la palma de su mano apoyada frente a él. Se quedó observando los cables que salían de él, podía sentirlos pero no había ni un ápice de dolor, de momento.

¿Experimentos? Han descubierto mi poder, tiene que ser eso pero ¿Quién? ¿Qué quiere? El miedo hizo aparición y Hugo por un momento se puso en lo peor, pero era consciente de que estaba allí atrapado y no podía hacer mucho más.

Con la mano aun apoyada en aquella especie de pecera, dibujó círculos intentando tener una visión más clara del exterior, empujando todo su cuerpo hacía delante lo máximo que pudo.

De pronto abrieron los ojos. Era lo único que podían hacer en esos instantes pues no podían mover absolutamente ninguna parte del cuerpo. Para colmo su visión estaba nublada por algo que les recordaba a una sensación bastante conocida. 

Aquello era una sensación muy similar a la de estar abriendo lo ojos dentro de una piscina. Esa sensación de verlo todo borroso aunque con la capacidad suficiente para distinguir formas. Pero, si estaban dentro de una piscina, ¿cómo era posible que estuvieran respirando? Entonces lo notaron, estaban enganchados a una especie de máscara de oxígeno.

Poco tiempo después comenzaron a recobrar la sensibilidad en todo el cuerpo, parecía un lugar demasiado raro para tratarse del cielo o el infierno. No podían estar muertos, pues poco a poco empezaban a poder mover su cuerpo y a sentir como todo él estaba lleno de cables. Tanto el tubo de su máscara, como los cables de su cuerpo daban al exterior del lugar en el que se encontraban encerrados. Pero, ¿a dónde se dirigían?

Todo era una sensación muy rara y extraña, como si estuviesen encerrados en un cilindro de agua, una especie de pecera circular cuya única comunicación al exterior provenía de los aparatos que estaban colocados en su cuerpo. No podían ver a nadie por culpa del líquido en el que estaban sumergidos, y para colmo estaban completamente desnudos y sin ninguna de sus pertenencias.

A los pocos minutos el líquido que parecía contenerles va tomando unas tonalidades más transparentes y a pesar de la dificultad para ver con nitidez a través del líquido, se dieron cuenta de que estaban en una especie de sala llena de bastantes tubos similares a los que les estaban conteniendo. 

Algunas de las personas que había en los tubos les resultaban familiares, mientras que a otros no los habían visto en la vida.

Al instante dos hombres acompañados de una mujer entraron en la sala y se les quedaron observando. En ese momento ven como la mujer que es pequeña y regordeta iba señalando cada tubo. Uno por uno iba golpeando los cristales como para mostrar su resistencia a sus acompañantes.

Los tres van vestidos con trajes de licra y de colores chillones. Muy similares a los que usaban los superhéroes de los cómics de los años 80.

A estas alturas Agni ya había dejado de golpear el cristal, sus puños podrían ponerse colorados si continuaba haciéndolo y eso no le vendría bien a su imagen pública. Cero modelaje de manos. Aunque quizás podría llevar un look más relajado, con las manos en los bolsillos y flexionar las rodillas de esta u otra forma. "Si, tan actual. #LookImprovisado." pensó, y cerró sus ojos para que no se le irriten. Uno nunca sabe cuando pueden sacarle una foto de improvisto, sobre todo a alguien tan apuesto como el. Dicha foto, tarde o temprano, se filtraría en las redes sociales y sus fans lo acusarían de consumir drogas. Su fama caería, sus notas bajarían, y tendría que manejar un taxi por el resto de su vida.
 
A pesar de sus temores, el adolescente abrió los ojos regularmente, solo para comprobar si algo fuera había cambiado. Y la última vez que lo hizo, comprobó que el agua se había limpiado y ahora si que daba gusto flotar en ella. Además, se podía ver mejor para afuera.

Las cejas del twittero se alzaron, su afeminado rostro giró treinta y tres grados hacia la izquierda e hizo una trompita digna de una foto de perfil en instagram. "TETAS, LES VEO LAS TETAS A LAS CHICAS. HAY TANTAS TETAS." pensó el modelo en un estado de éxtasis. Aquella vista tan artística y sci-fi lo fascinó, y se vieron cambios físicos en su inexperimentado cuerpo.

Casi inmediatamente vió entrar a la gente extraña y descubrió que al final no eran como había pensado. Narcisistamente se había hecho la idea de que todo el laboratorio le pertenecía a su duplicado apocalíptico, y esperaba ver Agnis lookeados con batas y anteojos, llevando planillas de doctores y controlando el estado de los otros Agnis. Pero esto no podría ser, ya que una versión suya, por más alternativa que fuera, nunca le permitiría a sus esbirros vestir esas mallas de licra tan fuera de moda. "#MyEyesAreBroken." twitteó mentalmente.

Finalmente, cuando la regordeta se le acercó y tan desvergonzadamente golpeteó el cristal a la altura de su Voldemort ligeramente despierto, Agni le dedicó una trompita de sorpresa, y un rubor en sus mejillas. Estaba modelando desnudo y gratis. Qué pensaría su agente de todo esto?

A Hugo, fruto del letargo, le había costado titánicos esfuerzos llegar a tener la cara a escasos centímetros de aquel cristal. Mientras intentaba de forma infructuosa ver algo a través de él ayudándose de su mano, fue sorprendido por el cambio de tono de aquel líquido.

En cuestión de segundos, ya conseguía ver con cierta dificultad lo que le rodeaba. Le costaba distinguir las caras pero le pareció ver a un chico rubio que le resultaba familiar.

Mientras escudriñaba toda la sala intentando hacerse una idea sobre donde estaba, sus ojos abiertos como platos fueron sorprendidos por unos pequeños golpes en el cristal. Desconcertado, retrocedió instintivamente hasta golpear con su espalda en el cristal, haciendo que algunos de aquellos tubos se doblasen y ejercieran cierta presión sobre su cuerpo.

Había sido una mujer de corta estatura que había pasado de largo, simplemente se limitaba a golpear aquellas peceras en las que estaban encerrados. 

¿Les habrá pasado a todos lo mismo que a mi? Tiene que ser alguna clase de experimento pero, ¿qué van a hacer con nosotros? ¿qué quieren? Los peores augurios volvieron a su cabeza, sumiéndole en un estado de temor momentáneo, donde lo único que pudo hacer fue intentar encogerse y esperar a que aquello pasase.

Driess abrió los ojos lentamente, como despertando de un largo y profundo sueño del que te cuesta despertar. Se encontraba encapsulado en un tanque acuático cilíndrico, algo que parecía sacado de alguna película futurista de antaño. Comprobó que una variedad de tubos, o cables, le proporcionaban oxígeno, nutrientes y otras variables que le permitían sobrevivir a pesar de estar completamente sumergido en líquido.

Su cerebro aún no parecía haber despertado del todo; había una idea que no terminaba de formarse en su cabeza; su mente vagaba en una nebulosa de pensamiento y era incapaz de formar una historia estructurada que le permitiese recordar dónde se encontraba y cómo había llegado hasta allí.

Súbitamente, el líquido en el que se encontraba comenzó a comportarse de manera distinta y el muchacho se intranquilizó, sin embargo, tan solo parecía haberse activado un sistema de filtrado que pareció limpiar el fluido y de ese modo aclarar las imagenes que veía.

Podía observar la sala en la que se hallaba. Era un lugar aséptico en el que habían acumulado varios cilindros más como el que encapsulaba a Driess, quién, observando más detenidamente pudo ver que estos otros receptaculos también albergaban ocupantes en su interior.

Momentos más tarde, entraron unos visitantes en la sala y fueron visitando los cilindros uno por uno mientras parecían intercambiar impresiones respecto a su contenido. Llegó la hora de que estos se situaran frente al contenedor de Driess que los observaba impasible. Fue en el momento en que uno de los visitantes, una mujer bajita y regordeta, golpeó el cristal tras el que estaba el joven, cuando una catarata de recuerdos acudieron a él: El cine, el botellón, el local, el chico brillante, la explosión, una joven que caminaba alejandose de él...

-¡¡SOPHIE!!-

el torrente de recuerdos le había despertado del todo y ahora se debatía retorciendose dentro del líquido.  Intentó gritar expulsando una cantidad ingente de burbujas consiguiendo articular poco más que un gruñido.

Resignada, dejó de luchar, abrazándose a sí misma mientras mantenía la cabeza baja y los ojos cerrados. Aún sentía taquicardias debido al forcejeo y le estaba doliendo el pecho. Su pálida desnudez y sus cabellos ondeando en el líquido, daban una imagen bella y espectral de la joven mujer a pesar del respirador y los cables, como si la ciencia ficción se mezclara con el barroco en un lienzo.

Y como toda obra merece ser contemplada, no podían faltar las miradas curiosas...

Siv abrió los ojos cuando sintió que golpeaban el vidrio de su tanque. El líquido en el que flotaba se había aclarado, mejorando su visión ligeramente. Al ver a la mujer y a los dos hombres, su primera reacción fue cubrir sus partes pudentas lo mejor que pudo, antes de arrugar el ceño y golpear el cristal, desesperada por salir. 

Parecía que la rabia había remitido dando paso a la angustia una vez más. Como un animalito enjaulado, gritaba y luchaba por ser liberada. Entonces fue cuando se dio cuenta de que no estaba sola.

Con los ojos como platos,, vio horrorizada como otros compartían su sino, incluyendo el chico que había intentado ayudar, o al menos a uno que se le parecía. Pensó en Cristian, esperanzanda, pues si ella había sorevivido quizá él también; así que lo buscó con la mirada, apoyando ambas manos en el vidrio mientras se inclinaba hacia adelante para intentar visualizar mejor los tanques de contención. Sin embargo, aunque no reconoció a su compañero, sí que lo hizo con el muchacho del monopatín.

Los ojos azul claro de Siv casi se salen de sus cuencas antes de entrecerralos a medida que fruncía lentamente su ceño y apretaba la mandíbula. Tú... pensó, cerrando los puños con fuerza mientras sus senos subían y bajaban con cada profunda respiración, ignorando momentáneamente a la mujer que paseaba con los dos hombres, antes de volver a golpear el cristal con mayor ahínco.

Agni siguió observando todo con los ojos abiertos. Sus párpados estaban al ochenta por ciento de su total, eso era lo suficiente como para demostrar interés en lo que veía, pero no tanto como para parecer ridículo y quedar mal en una foto.

Le pareció que una de las chicas se fijaba en él, e intercambió miradas con Siv. Bueno, en realidad no miradas. Ella comenzó a derretirse por la sensualidad del twittero, tanto que sus senos subían y bajaban al ritmo de sus palpitaciones aceleradas, y ante tal insinuante mirada, sintió que debía responder.

Se llevó la mano a la barbilla y le guiñó un ojo, todo acompañado de una trompita. Ahora que ella ya no estaba con su ridícula muda de ropa se veía mucho mejor.

"Mmm. Sí. Tiene potencial. Si subo alguna foto con ella al instagram seguro que consigo montones de likes." pensó. "Quizás debería llevarla de compras, rediseñar su estilo, que le tiñan el cabello de colores más fríos, como el rubio platinado que tengo yo, y que use una pollera, no, una minifalda negra a juego." concluyó el twittero, que se había hecho ideas erróneas sobre la opinión que tenía Siv de él y, como todo adolescente que se hacía respetar, decidió que le pasaría su nick de twitter una vez que salieran de allí. Eso podría ser dentro de poco, ya que uno de los chicos en los tubos continuos estaba haciendo algo. Ojalá que no le cueste la vida aquello. Devuelta.

Una luz cegadora era lo último que recordaba Carla antes de despertarse, por lo que estaba muy alterada cuando abrió los ojos, para colmo apenas veía y no se sentía el cuerpo, ni podía moverse, su corazón se aceleraba debido a la ansiedad que sentía por aquello, afortunadamente al poco rato sintió como su mano se movía y rozaba su pierna, poco a poco volvía a tomar conciencia de su cuerpo, y podía moverlo, eso la había calmado, pues ya no se sentía tan indefensa.

Poco a poco comenzó a ver mejor, aquel sitio donde estaba metida era muy extraño. Carla observaba su cuerpo desnudo lleno de cables, pensado en que, podía estar pasando allí. La respuesta no tardó en llegar a su mente, sobre todo cuando vio que allí con ella había más gente en otras cápsulas, y distinguida a Nerea entre ellos, o eso le parecia. Sin duda habrían sido dañados por la explosión y aquello podía ser algún tipo instalacion médica. Carla no tenía ni idea de medicina, ni de las máquinas que se usaban en hospitales."podian poner cortinas entre las cápsulas al menos." fue un pensamiento que cruzó por su mente.

Con una explicación lógica en su cabeza, Carla cerraba los ojos y se relajaba en su capsula, la verdad es que a ella su desnudez no le importaba tanto, y menos en un entorno que creía médico, más de una vez había ido a alguna playa nudista, no tenía nada que cualquier otra mujer no tuviera.
De pronto sintió como algo golpeaba su cápsula, y al abrir los ojos sin duda se sorprendió por la indumentaria de las personas que se encontraban al otro lado del cristal, pues no parecían para nada medicos, esto hizo que Carla arrugara el entrecejo, intentanto deducir que pasaba allí, aún así, no hizo nada, prefería observar y estar alerta, cerrar los ojos ya no era una opción, observaba a aquellas extrañas personas.

Con la similitud de si alguien despertara de una mala pesadilla los ojos de Nerea se abrieron mientras intentaba insuflar aire hacia sus pulmones. Una sensación agobiante y de sofoco la inundaba sin que pudiera saber exactamente la razón. El ver la mascarilla colocada sobre su boca junto los tubos que entraban en ella hizo que su preocupación aumentara.

Nerviosismo latiente provoco que su respiración empezara a agitarse consiguiendo que algunas burbujas de aire escaparan de la mascarilla y ascendieran hacia la parte superior del tanque en el que se encontraba. No sabía dónde estaba, no sabía que había pasado y no sabía que le estaban haciendo. Sin saber qué demonios ocurría intento mover las manos hacia su rostro con intención de retirar la máscara, pero con tan solo mover sus entumecidos brazos pocos centímetros notos ligeros tirones. Su mirada se dirigió al resto de su cuerpo para encontrarse atada, o más bien integrada, con una amalgama de tubos.

Iba a hacer un primer movimiento brusco para deshacerse de aquellas ataduras cuando se percató del resto de la sala. Como si de una película de ciencia ficción los tanques con personas en su interior se extendían a su alrededor. ¿Qué clase de mala broma era aquella? Su mano derecha se cerró y abrió una vez más notando aun tirantez. Aun nerviosa cerró los ojos en un  intento de encontrar la razón de estar allí. Lo último que recordaba era el agacharse tras la barra y… luz. Sus ojos se abrieron de nuevo temerosos y reviso su cuerpo. No había quemaduras y, excepto su ropa, estaba todo en su sitio.

La idea de que quizá estaba en algún tipo de hospital especializado en tratamiento de heridos por accidentes de aquel tipo era cada vez más veraz en su cabeza, al igual de la idea de que probablemente aquello no lo cubriera la sanidad pública. Quizá era atípico que después de descubrir que no había muerto, su primera preocupación fuera los costes que supondría para su economía el simple hecho de vivir.

Estos pensamientos no tardaron mucho en ser sustituidos por otros de verdadera importancia. ¿Estarían allí las demás personas que habían resultado heridas? Su mirada intento enfocarse al exterior de aquella pecera en la que flotaba para intentar localizar al señor Bishop o a Carla. No llego a encontrarles pues su mirada se topó en primer lugar con los hombres vestidos de licra.

Aquello no era común ni si quiera para un hospital especializado. Aquellas nuevas personas habían abierto incógnitas, y el por qué se paseaban por aquellos pasillos como si las personas que flotaban en el líquido se trataran de algún tipo de producto en venta era lo que más inquietaba sus pensamientos.

Christian abrió los ojos de forma repentina. Su primera reacción fue moverse a toda velocidad para quitarse todo lo que tenía "conectado" a su cuerpo. La propia agua en la que estaba sumergido restringía sus movimientos hasta que el cansancio se apoderó de él y poco a poco fue rindiéndose, calmándose y tratando de sacar algo en claro de una situación que claramente no tenía bajo control.

Se tomo unos minutos en los que vieron pasar a unos extraños tipos de licra, en los que pudo ver a otras personas como él encerradas en tubos como los suyos, incluso pudo ver a Carla y Nerea... y desnudas. Un golpe en su cristal lo devolvió a su situación; enseguida pasaban al siguiente.

La cabeza de Christian se debatía entre averiguar como habían logrado sobrevivir a una explosión y al parecer estar todos intactos. Quizá aquellos tubos se empleaban para regenerar el cuerpo herido. Si ese fuera el caso desde luego era una tecnología impresionante. Él estaba junto a la "bomba", debería de haber quedado hecho puré.

Puede que aquellos tanques fueran algún sistema de simulación que los llevaban a alguna situación que les ponía a prueba para sus poderes. No, demasiadas películas de trenes y conspiraciones. Además solamente un par de personas conocían el poder de Christian, y no creo que lo hubieran traicionado. Además... ¿Con que objetivo harían eso? ¿Vender sus poderes a otros? ¿Algún plan de seguridad nacional?

En un momento dado, se le pasó por la cabeza el escapar, encontrar la forma de hacerlo. Quizá si generaba la sensación de querer defenderle a una de las personas del exterior consiguiera que lo liberaran. Debía intentarlo, debía averiguar que estaba pasando allí.

Cerro los ojos y respiró como pudo tratando de concentrarse. La persona elegida no sería la mujer pequeña y regordeta. Buscaría a quien pareciera más fuerte. Que pudiera noquear al resto. Si, intentaría transmitir el sentimiento de defensa hacia Christian. No sabía si funcionaría, pero tenía que intentarlo.

Iraitz se despertó despacio, tratando de mover los músculos sin éxito. Sentía una especie de mareo, similar a cuando se levantaba de golpe de la cama y se le nublaba la vista debido a la falta de sangre momentánea causada por la falta de riego. Abrió los ojos con dificultad, pero no fue capaz de ver nada. ¿Estaba húmedo? No, estaba sumergido en líquido, pero podía respirar por alguna razón.

Trató de recordar para encontrar una explicación a su estado. Recordó a sus amigos. A Toni, a Sandra, a Laura, el bar. Laura hablaba, le decía algo importante, pero parecía cabreada. No se había tomado bien las bromas de Iraitz, o tal vez no sabía si seguía bromeando o no. Luego nada.

El líquido se aclaró e Iraitz fue capaz de ver lo que le rodeaba y empezó a mover sus agarrotados músculos. ¿Cuánto tiempo llevaba ahí metido? Bastante, a juzgar por el agarrotamiento. O no. Ni siquiera sabía donde estaba y qué era el líquido. Acercó la cabeza con lentitud al cristal y un golpe hizo que se apartase, sorprendido y asustado. Miró abajo y vio a tres personas evaluando los tanques en los que estaban él y otros tantos. Al darse cuenta de la gravedad de aquella situación se quedó muy quieto, tratando de evitar llamar la atención sobre su persona. Lo único que se movía del cuerpo del chico eran sus ojos, que recorrían la instancia en busca de más información.

Reconoció a algunos del bar. Estaba el chico guapo que iba acompañado de una amiga y recordó la apuesta que había hecho con Sandra. ¿Quién ganó? ¿Dónde está ella? No podía recordarlo y aquello lo intranquilizaba. ¿Por qué no recordaba nada? ¿Qué había pasado? También reconoció a las dos camareras, así como a un hombre que se había acercado a la barra cuando estaba pidiendo los chupitos. Y Laura. ¿Qué está pasando? ¿Qué pasó en el bar? ¡Tan mal iba? Fuese lo que fuese no podía ser bueno.

Siguió buscando a más conocidos, pero no consiguió encontrar a sus amigos. No sabía si era buena o mala noticia. En vez de eso, su mirada fue a la de un chico rubio cuya desnudez dejaba en evidencia su erección. La mirada de Iraitz se desvió a la entrepierna del chicos unos segundos. Le hubiese parecido una situación cómica de no estar en la situación en la que se encontraban. Fue como si de pronto se diese cuenta de su propia desnudez y, con la mano derecha se tapó los genitales.

Los bruscos movimientos provenientes de los tanques de una chica pelirroja y del chico que había visto en el bar consiguieron llamar la atención de Iraitz. Los miró, entendiendo el comportamiento, pero pensando que resultaba inútil y contraproducente para ellos. Iraitz volvió al estado de quietud y espera, tratando de no llamar la atención de las tres personas que miraban los tanques.

Estaba esperando al respuesta de Iraitz cuando perdió la conciencia. Hay quien dice que inconsciente no sientes nada, eso es mentira, las llamas la sacudían en sueños, mientras recordaba la situación claustrofóbica de esos momentos. El despertar fue lento, pero no agradable: encontrarte en medio de unos tubos de cristal, llena de cables, no es un despertar feliz. No veía nada.

¿Era el capullo de la bolita? Si era un ilusionista, y esta era una broma suya, se las iba a ver con ella. No iba a usar su poder todavía, si no sabía como funcionaba, no podría preverlo que iba a hacer. Además en la zona había inocentes, podía herir  a alguien sin querer. Poco a poco el agua de los tubos fue disipándose. En los tubos se podía ver a una serie de personas desnudas. Un momento ¿lo estaba yo? Se estaba empezando a enojar seriamente. Vio a iraitz, desnudo ¿qué puñetas? Alguien me había metido algo en el bar, algún tipo de porro o algo así, y estaba alucinando. También alguna de las camareras. Definitivamente esto era muy extraño. Unos pasos presagiaron la entrada de unas figuras en trajes de licra. ¿Qué era esto, la campaña de reclutamiento de los superhéroes cutres? La mujer regordeta iba tocando los tubos, con unas pintas bastante risibles. De quien fuese la broma, tenía mal gusto. Se esperó, era mejor no mostrar resistencia y si empezaba a haber algo extraño, reventaría el cristal.

De pronto abrieron los ojos. Era lo único que podían hacer en esos instantes pues no podían mover absolutamente ninguna parte del cuerpo. Para colmo su visión estaba nublada por algo que les recordaba a una sensación bastante conocida. 

Aquello era una sensación muy similar a la de estar abriendo lo ojos dentro de una piscina. Esa sensación de verlo todo borroso aunque con la capacidad suficiente para distinguir formas. Pero, si estaban dentro de una piscina, ¿cómo era posible que estuvieran respirando? Entonces lo notaron, estaban enganchados a una especie de máscara de oxígeno.

Poco tiempo después comenzaron a recobrar la sensibilidad en todo el cuerpo, parecía un lugar demasiado raro para tratarse del cielo o el infierno. No podían estar muertos, pues poco a poco empezaban a poder mover su cuerpo y a sentir como todo él estaba lleno de cables. Tanto el tubo de su máscara, como los cables de su cuerpo daban al exterior del lugar en el que se encontraban encerrados. Pero, ¿a dónde se dirigían?

Todo era una sensación muy rara y extraña, como si estuviesen encerrados en un cilindro de agua, una especie de pecera circular cuya única comunicación al exterior provenía de los aparatos que estaban colocados en su cuerpo. No podían ver a nadie por culpa del líquido en el que estaban sumergidos, y para colmo estaban completamente desnudos y sin ninguna de sus pertenencias.

A los pocos minutos el líquido que parecía contenerles va tomando unas tonalidades más transparentes y a pesar de la dificultad para ver con nitidez a través del líquido, se dieron cuenta de que estaban en una especie de sala llena de bastantes tubos similares a los que les estaban conteniendo. 

Algunas de las personas que había en los tubos les resultaban familiares, mientras que a otros no los habían visto en la vida.

Al instante dos hombres acompañados de una mujer entraron en la sala y se les quedaron observando. En ese momento ven como la mujer que es pequeña y regordeta iba señalando cada tubo. Uno por uno iba golpeando los cristales como para mostrar su resistencia a sus acompañantes.

Los tres van vestidos con trajes de licra y de colores chillones. Muy similares a los que usaban los superhéroes de los cómics de los años 80.

Cuando la mujer regordeta embutida en licra se acercó al tanque de Driess pudo ver como el joven muchacho que estaba en su interior intentaba usar sus poderes para hacer estallar el tanque. El intento no le fue mal, y consiguió hacer una ligera y fina raja. La mujer puso mala cara y negó con la cabeza. Hizo ademán de decir algo, pero era conscientes de que Driess no le escucharía.

La mayoría de los allí presentes en los tubos sentían la sensación de estar atrapados, pero la mujer trató de hacer un gesto para pedirles calma y paciencia. No parecía ser la cara de una enemiga, sino de aquella que les había salvado la vida. 

Tras los golpes de aquella mujer, uno de sus acompañantes se dirigió hacia una zona de máquinas y se puso a toquetear algunos botones. Segundos después, el líquido empezó a irse a través de un sumidero que había en la parte inferior del cilindro que les contenía. Los cables y la máscara se desengancharon justo en el momento en que la última gota se había ido. Y dio la sensación de que el cristal parecía que se lo hubiera tragado la tierra.

Ahora estaban todos allí juntos, mostrando sus cuerpos desnudos ante un gran grupo de desconocidos y aquél extraño trío embutido en licra. Además, justo fue en ese instante cuando se dieron cuenta de que en su uniforme había un símbolo muy característico:

En ese momento se dieron cuenta de algo aún más importante. Aquellas personas tendrían que haberles salvado la vida, porque después de lo que acababa de suceder deberían estar muertos.

Sorprendido o no, Fer también estaba allí, tan desnudo como el resto, con su largo y hermoso pelo húmedo y tan sorprendido como el resto de los presentes. Miró a Iratiz un momento, para segundos después mirar hacia otro lado, como confiando en que no le hubiera visto, aunque era evidente que no había sido así.