Partida Rol por web

La dirección de la entrada era bastante clara, allí se encontraba el Palacio de los Deportes. No había que ser de Madrid para saber qué tipo de edificio era aquél.

Es un pabellón multiusos situado en el centro de Madrid. Posee una capacidad que varía en función de la actividad que albergue, pudiendo ampliar su aforo desde los 10.000 iniciales hasta los 12.500 en los encuentros de baloncesto, o un máximo 15.500 en conciertos. Entre sus actividades, además de las dos citadas, se encuentran las de acoger eventos de atletismo, o partidos de balonmano, siendo el recinto deportivo de Madrid que más posibilidades ofrece. Actualmente el escenario donde el Real Madrid de Baloncesto y el Club Baloncesto Estudiantes disputan sus encuentros como locales.

Pero parecía que aquel día, el Palacio de los Deportes albergaría una actividad poco habitual. El circo del Sol había llegado a Madrid y era un buen lugar para ver las maravillosas acrobacias que se desarrollarían allí.

Lo habitual es que un encuentro como aquel atrajese a cientos de interesados al lugar, normalmente la plaza donde se encontraba debería estar abarrotada de gente que estuviese esperando a sus familias, amigos o parejas. Lo normal es que en aquellas situaciones, la afluencia fuera tanta que hubiera que llegar unos minutos antes para entrar sin problema alguno.

Pero por extraño que pareciese, allí no había nadie hoy. Bueno, quizá hubiera algún anciano paseando y dando de comer a las palomas, unos cuantos jóvenes practicando skate en las decoraciones que ofrecía la plaza, o quizá estuviese la típica familia paseando a su bebé. ¡Incluso más allá había un par de adolescentes dándose el lote!

A los lados había montones de terrazas, todas ellas ocupadas, pues hacía un buen día. La gente estaba tomando un café, un aperitivo o simplemente un refresco. Lo normal es que un miércoles por la parte estuviera abarrotado, pero... en lo que se refería a la entrada del palacio, nada. Allí no había nadie esperando. ¿Quizá ya era demasiado tarde y todo el mundo estaría viendo el espectáculo? ¡Quizá la hora de la entrada estuviera equivocada!

Finalmente había que tomar una decisión, lo mejor era que se fuera a la entrada del pabellón y comprobar que aquella puerta estuviera abierta y ver si se podía o no se podía pasar.

Eugenia se había pateado todas las calles de Madrid día si y día también. Hubo épocas de su vida en que estaba segura de haber recorrido toda la superficie de la ciudad una semana tras otra, pero lo cierto era que tendía a no conocer los interiores de sus edificios más comunes o emblemáticos, así que era consciente de los ciclos de migración de la fauna de la ciudad y le pasmaba no ver a más gente, apurada como iba ella, camino del evento.

Vale, ella no era el público objetivo de aquel espectáculo, pero tenía que haber decenas de pijos y hipsters deseando meter su nariz en aquella falsa carpa multicolor con nombre propio tan ajustados de tiempo como ella.

Las pocas veces que había ido a algún concierto medianamente bullicioso, se había encaminado hacia él con la capucha bien calada y los cascos con el volumen a tope, esperando no ser interrumpida por el resto de los viandantes a medida que trataba de pasar desapercibida entre ellos, hasta que se abría al bullicio generalizado dos segundos antes de que el espectáculo comenzase, pero en esta ocasión parecía haber sido demasiado optimista al pensar en el poder de convocatoria del Cirque. Bueno, llevaba toda la vida oyendo hablar de él, con su espectáculo inspirado en la vida de los microorganismos, o los saltimbanquis de cierta región de Centro América o el ciclo sexual de las esponjas marinas, así que puede que ya estuviesen de capa caída, pero supongo que no tanto como para ir dejando por ahí entradas nominales para el primer transeúnte que las encuentre.

No había electricidad en el ambiente, faltaba la ilusión del público expectante, era un día más en la capital. Bueno, eso era lo normal para Eugenia, si no tenía especial interés en el espectáculo, el notar aquella ausencia popular le hizo replantearse su interés real por entrar en el recinto. A fin de cuentas puede que aquello ya hubiese empezado, o hubiese sido cancelado en el último minuto. Mientras se planteaba qué hacer, se paró cinco minutos a ver a los chavales patinando, recordando el día en que conoció a Joaquín. El también le daba a la tabla. Supongo que ahora era como su viuda o algo así, si tan sólo no hubiese visto su cuerpo entre los escombros...

¡Sigh! Se estaba deprimiendo, supongo que lo mejor sería enterrase de qué había pasado. Si el espectáculo seguía adelante podría entretenerse un par de horas. Si aquello era una trampa tampoco tendría forma de saberlo antes. Y si la respuesta a ambas preguntas era negativa, lo mejor que podía hacer era cambiar de disco en su reproductor y continuar con un paseo con el que tratar de olvidar malos momentos.

Era una tarde lluviosa, pero espera, no era una tarde lluviosa cualquiera pues no se formaban charcos en la calle ni hacía falta cubrirse con un paraguas por la calle, sino que la humedad caída en forma de gotas microscópicas que podías sentir masajeando el rostro. Sin embargo las nubes eran oscuras, aplanadas, densas como para poder dejar la ciudad en penumbra.

Francisco estaba disfrutando de aquello, era el tiempo de la lacónica melancolía que le arrancaba una sonrisa mientras sentía la humedad acumularse en sus carrillos y resbalar por su rostro. En aquella calle de estrecho paso peatonal y gran concurrencia de gente, entre al sonido de los claxon de los coches y frente a las oficinas de la principal sucursal de CajaMadrid. 

Podía ver los ejecutivos entrar y salir, clientes, accionistas, personal... podía ver sus rostros y adivinar como de cerca había quedado su objetivo tras acudir al banco. Podía imaginar a sus compañeros tecleando tras sus despachos y aunque recordaba con nostalgia su puesto de trabajo, sin duda prefería verlo desde la calle de enfrente y no detrás de aquella mesa preparando cada palabra que ibas a decir.

Un joven malabarista se ganaba la vida en un semáforo en rojo, cuando éste se puso en verde el joven malabarista se echó a un lado de la carretera, cansado. El Sr Marqués puso la mano en su bolsillo y notó el tacto de un billete, de un billete de cinco euros y unas monedas de cambio que le habían sobrado, y decidió acercarse al joven que bajo la llovizna emprendía tan infructuoso trabajo. En la gorra del joven que se encontraba sobre el suelo húmedo echó unas monedas tintineantes, el mozo le sonrió y agradeció.

- Por hoy he tenido bastante - dijo el muchacho recogiendo la gorra y agradeciendo de nuevo a Francisco.

Fue cuando adivirtió un sobre rojo bajo la gorra - Eh muchacho, te dejas un sobre

El muchacho se giró, y tomó el sobre entre sus manos inspeccionándolo - No es mío - Respondió con perezosa indiferencia, volviéndolo a dejar esta vez cuidadosamente apoyado al pie del semáforo antes de marcharse.

No era un sobre deslustrado, ajado o roto. Parecía nuevo, demasiado nuevo, y a trasluz Francisco pudo ver que en el interior había una especie de cheque... Tal vez había volado desde el banco... 

Al abrirlo fué cuando encontró una entrada para el Cirque du Soleil junto a una tarjeta en la que grabadas se encontraban las iniciales FMV, ¿Podrían ser las suyas?

Francisco llevaba la entrada en la mano y le dió la vuelta para ver el reverso, y de nuevo para ver la primera cara. Llevaba un par de días dándole vueltas a la entrada y por algún motivo que pensaba desentrañar allí estaba dirigiéndose al espectáculo circense. Cierta sorpresa sintió cuando, acercándose al pabellón no vio cola. 

Echó un ojo a su carísimo Tissot para ver que llegaba treinta minutos antes y, que por tanto, ya deberían haber abierto las puertas. Tras  volverlo a meter bajo las mangas de su traje, echó un vistazo a las cafeterías alrededor, hacía un tiempo óptimo para sentarse en una cafetería pedir un cortado descafeinado y observar el devenir de los acontecimientos. 

Se acercó con paso decidido al GranoPuro, cuyos parasoles te dejaban elegir sol y sombra en la ancha terraza que disponía el establecimiento, cuando vió a alguien frente a la puerta del pabellón, un chico... o una chica, no estaba seguro, en cualquier caso una muchacha. Apretó el labio superior y se acercó a la puerta - Perdón, buenas tardes ¿Sabe a qué hora abre el pabellón? - Cuando vió el rostro de Eugenia se detuvo unos momentos, sin duda era una mujer, algo castigada pero una mujer. Llevaba unos vaqueros algo gastados y una sudadera, estaba sola, era improbable que estuviera allí por una razón bien intencionada - Ah, uhm, perdón, creí que trabajaba en el pabellón o que iba a entrar - Echó un vistazo a través de los cristales de la puerta del pabellón sin intentar abrirla, buscando a alguien en el interior antes de girarse con una sonrisa a Eugenia- De nuevo perdone

Antonio Jesús había acudido a la dirección de la entrada con las manos en los bolsillos en su chupa de cuero negro y oyendo música en su viejo MP4 con unos auriculares. La que escuchaba en esos instantes se trataba de una canción de WarCry, un grupo de metal español del que el muchacho era fan desde que era un adolescente.

En varias ocasiones, AJ había acudido a aquel pabellón multiusos de Madrid, sobre todo por la gran cantidad de conciertos que allí tenían lugar. No obstante, tenía la sensación de que el espectáculo sería muy distinto. Si algo había aprendido a lo largo de su vida es que nadie regalaba nada y desconfiaba de la verdadera intencionalidad de que le hubieran enviado una entrada a él. ¿Quizá los propietarios del Circo del Sol conocían su secreto?

Lo más extraño de todo es que, lejos de atraer a una gran cantidad de espectadores, ese día la entrada al palacio estaba mayormente desocupada. El joven estaba al tanto de que los circos estaban de capa caída desde hacía bastantes años, pero ¿también estaba de capa caída un circo tan importante como era el Circo del Sol? No, le costaba mucho creer que ese fuera el caso. "Seguro que es una entrada falsa, retocada por ordenador" se dijo el joven, para sus adentros "Me han gastado una puta broma citándome aquí un día que ni siquiera había espectáculo".

Junto a la puerta del pabellón, divisó a dos personas. Una de ellas era una tipa de aspecto duro y cabello oscuro tan corto que parecía un chico, mientras que la otra era un señor de pelo canoso, con gafas y notable sobrepeso, aunque vestido con traje. Sabiendo que, de entre los dos, la chica era más parecida a las personas a las que solía frecuentar, se acercó a ella, con las manos aún en los bolsillos.

-Hola, buenas -saludó, en tono serio y un tanto seco-. ¿Sabes si hoy van a abrir el pabellón? Me mandaron una entrada, pero me da que nos han tomado el pelo.

El primer visitante dio algo de repelús a Eugenia, más que nada porque se le notaban unos modos y prejuicios típicos de el que cree ser aquello que porta, trajeado y luciendo reloj caro, buena montura de  gafas, puede que él si que fuese el público objetivo del circo, aquel que no ha de plantearse en absoluto el precio de la entrada a tamaño espectáculo. Notó cómo la escaneaba en silencio, como tantos otros, para clarificar su sexo. Pues ella no iba a ser su garçon del pis, eso estaba claro... La había tomado por una empleada del recinto... O puede que la yonki de la esquina (cosa que ya no era), aún así se permitió el absurdo lujo de contestarle de tú a tú.

- Pues según mi entrada no faltan ni cinco minutos para que esto empiece, pero esto parece bastante muerto, ¿No? Si no lo han cancelado deberían dejarnos ir pasando, pero no tengo la app para los espectáculos del recinto.- Imaginaba que aquí el caballero tendría, ademàs, que caminar un buen trecho para ocupar su butaca en primera fila. Se había quitado los cascos pero no había detenido la música, así que le habló a gritos por encima de los riffs de guitarra tratando de huir de su MP3.

Mientras inspeccionaban la entrada, menos de medio minuto tras su última intervención, otro tío le volvi a preguntar prácticamente lo mismo, a este paso iba a pedir comisión a los de la organización (o unas camisetas para beneficencia a los del Cirque), al menos el nuevo tipo tenía un aspecto más campechano, con su colgante de pentáculo, sus pulseras de púas y curiosos guantes (casi parecían un método de protección).

- Pues estamos en las mismas. No te voy a decir cómo he conseguido mi entrada pero te aseguro que haberla recibido por correo habría sido lo más normal, por comparación. Si es una broma no tendría ningún problema en patear al primer sospechoso que aparezca. No ando estos días como para que me toquen los ovarios, hablando en plata.-

-Amén -sentenció AJ, al escuchar decir a aquella mujer de cabello corto que, si era una broma, era capaz de patear al idiota que les había citado en el Palacio de los Deportes-. Si esto es una broma, al que la haya hecho le meto la entradita por el culo.

Había, sin embargo, duda y nerviosismo en el tono del joven metalero. Tiempo atrás, probablemente sí se hubiera mostrado agresivo contra quienquiera que les hubiera citado en ese lugar si luego resultase ser una broma, pero desde que tuvo lugar aquel fatídico concierto, Antonio difícilmente intentaría ejercer la violencia sobre alguien.

-Espero que no sea una broma, pero tiene toda la pinta -le indicó a la mujer de cabello corto-. Tú imagínate que esto fuera un concierto importante. De ACDC o Metallica. Ya tendría que haber cientos de personas esperando, pero aquí sólo estamos cuatro gatos contados.

Comprobó la hora de su teléfono móvil en el momento en que vio la zona tan poco transitada. Conocía la fama de los eventos que se celebraban en aquel pabellón y siempre se llenaba diez minutos antes o incluso mucho antes, ¿por qué no en esa ocasión? Con incredulidad, se dispuso a preguntar la hora a un jubilado que se encontraba allí distraído echando migas de pan a las palomas de la plaza y éste le respondió con una amable sonrisa la misma respuesta que había hallado en la pantalla de su Smartphone. — G-gracias, que pase un buen día — contestó y se volvió alejar para rodear el edificio con intención de comprobar si la gente estaba en alguno de los laterales porque hubiera algún puesto relacionado con el circo aunque todo lo relacionado con el espectáculo se encontraba siempre en el interior del pabellón. Se sintió un poco imbécil pero es que le costaba mucho creer que no hubiera casi nadie quedando apenas cinco minutos para el comienzo del espectáculo.

Volvió a Googlear acerca del evento pero los resultados fueron igual de infructíferos que hacía unas horas. Fue ahí cuando se percató de que varias personas se habían acercado en la entrada. Los vio hablar con expresión de confusión o enfado mientras intentaban ver algo del interior del edificio. Sintió algo de alivio al pensar que fuesen otras personas que como él habían sido invitadas al espectáculo pero se acercó a comprobarlo. Lo único que escuchó fue las últimas palabras que dijo el chico de cabellos largos y eso fue suficiente para hacerlo suspirar y reconfirmar sus sospechas. Sonrió. — Buenas tardes... Entonces… todos habéis recibido la invitación ¿no? Porque yo la recibí esta misma mañana. —les dijo a todos, fijando su mirada a las tres personas que estaban allí. — A través de un mensaje de Whatsapp, todo muy raro… Incluye mi nombre y todo — añadió a la vez que buscaba en mensaje con intención de enseñárselo a los desconocidos— Llegué a pensar que sería una broma.  

Cuando llegó un cuarto incauto Eugenia comenzó a plantearse abandonar la zona o hacerse a un lado, ya que empezaba a estar hasta las narices de repetir continuamente la misma historia. Ya había hecho uso de sus ovarios en un juramento y a la sexta persona que apareciese sin aportar información, sólo preguntando, le iba a hacer oler su bate de mano.

No, claro que no, puede que no respetase la autoridad pero tenía un mínimo de buenos modales. Tragó aire y comentó un poco azorada (por la situación, no por el nuevo, que a fin de cuentas parecía un tipo más o menos normal, dentro de la vigorexia y el buenrollismo).

- Pues si yo lo hubiese recibido por móvil os aseguro que lo habría considerado una inocentada o un timo y ni me habría molestado en venir.- Comentó sustrayendo su entrada, doblada y marcada como si ya llevase una semana dando vueltas entre bolsillos y papeles de cartera, no como si la hubiese recibido aquella misma mañana. - Lo creáis o no, esta apareció dentro de un periódico, en una tasca Y CON MI NOMBRE.- Se sintió un poco estúpida al comentar aquel hecho, enmarcado en el campo de lo imposible, a unos completos desconocidos, pero es lo que pasa cuando una pierde la paciencia...

Seguía sin apagar su reproductor de audio, hablando por encima del ruido de sus cascos.

Si existiese un top de viajes con ambiente denso y no especialmente optimista desde luego el trayecto desde la base hasta los alrededores del Palacio de los Deportes habría ocupado un orgulloso cuarto o quinto puesto. Sí, seguían siendo cuatro gatos, pero al menos tenían a Chamán con ellos y María (quien creía firmemente en el lema "no heal no party") con eso se conformaba. Echó de menos una lista de reproducción para cantar en el coche pero aún no habían llegado todos a ese punto de la relación aunque sin duda habría ayudado. Quizá cantar a voz en grito Abba (todo el mundo se sabía canciones de Abba) no les habría solucionado los problemas pero de seguro que les habría servido para distraerse un rato y olvidar el mal rollo que daba la misión, ¿No hacían los adolescentes eso de sentirse miserables y escuchar canciones deprimentes para regodearse en lo miserables que se sentían? Pues en teoría debía de funcionar de modo similar pero en vez de para hundirse más moralmente para levantar el ánimo.

-Vamos a aligerar un poco, que si tengo que ver una caña fresquita camino de una mesa le dan por culo a todo esto y me voy a una de esas terrazas-sacudió la cabeza e intentó no prestar atención a la cantidad de gente que pasaba un rato cociéndose en las terrazas de los bares así que apretó el paso mirando al suelo hasta dejar atrás todo aquello. No se dio cuenta de que se había separado del grupo hasta que acabó frente al mismo Palacio de Deportes.

Era mucho pedir que estuviese completamente vacío. Según se acercaba a los otros cuatro gatos que estaban frente a la entrada redujo la velocidad de paso y miró hacia atrás buscando a sus compañeros. Vaya mojón de misión. A Carla le va a faltar tiempo para decir que con la policía habríamos acordonado todo esto y no habría gente ahí. Casi le hizo gracia y su boca se curvó en un amago de sonrisa. Se le encogió el estómago a medida que llegaba a ellos, ¿tenía que echarlos ella? ¿Cómo iba a decir "perdonad, vengo a una cita con un tarado manipulador, ¿os importaría iros a algún otro sitio menos inoportuno"? No, ni era su estilo ni tampoco le creerían. A medida que se acercaba escuchó a la chica rollo alternativa vociferar "mi nombre" y rezó al cosmos y a quien pudiese oírla que no hubiesen recibido una citación como la de ellos.

No pido tanto, universo, de verdad que no pido tanto. Que sea una quedada de twitter o algo, que se puedan marchar sin más líos...

-¿Está abierto o qué?-por dios, que sea o qué, dijo a modo de saludo sin referirse a nadie en particular. En primer lugar porque era menos sospechoso que largarles a todos con un cuento de miedo y en segundo lugar porque el hablar al aire y luego hacer lo que le daba la gana era algo que en Madrid había visto muchas veces y así ganaba tiempo para que el resto llegase y evitar que esa gente, quien quiera que fuese, entrase directa a la trampa a la que ella y sus compañeros acudían sin más remedio.-Quizás han cancelado el tema... y estáis pasando calor aquí tontamente-se metió las manos en los bolsillos traseros del pantalón y enarcó las cejas en lo que esperaba que fuese una buena representación de alguien totalmente ajeno a lo que allí se iba a cocer que daba buenos consejos a completos desconocidos.

Dos personas más habían llegado. Un joven moreno con barba de pocos días al que le habían invitado por Whatsapp y una chica con el cabello de una tonalidad anaranjada.

-Creo que está "o qué" -respondió AJ, a la pregunta de la última recién llegada.

Dirigió una mirada a la puerta, donde el individuo regordete estaba echando un vistazo. No se acercó a él para preguntarle si había logrado divisar cualquier detalle del interior. Al fin y al cabo, la diferencia generacional le echaba mucho para atrás, por no mencionar el lujo que ostentaba aquel tipo.

-¿A ti te invitaron por Whatsapp? -le preguntó el metalero al chico que acaba de llegar, arqueando una ceja-. Tío, eso suena a timo total. Me invitan a mí por Whatsapp y los mando a tomar por culo. -Más extraño aún le resultó que la muchacha de cabello corto hubiera encontrado la entrada dentro de un periódico en una tasca-. Y lo tuyo también es para flipar, compañera. La mía la echaron en el buzón de mi casa, por eso no sospeché tanto. -Miró a la chica de cabello cobrizo, que había sido la última en acercarse-. ¿Y a ti qué? ¿Por dónde te la mandaron? ¿Buzón, Whatsapp, redes sociales?

sin duda la idea de acercarse por separado, fue una buena idea, así podían asegurarse de que no los sorprendieran a todos juntos, Carla se había puesto el diminuto intercomunicador,que si ya era difícil de ver de normal, con su pelo suelto tapándolo era imposible. ademas, con el fin de no llamar mucho la atención, Carla vestía con unos vaqueros, una camiseta lisa de color negro y tirantes, y unas zapatillas deportivas.

A medida que se acercaba, Carla observo la pequeña cola, era algo extraño una cola tan corta pero recordaba lo que Nerea había visto, así que supuso, que aquellas personas podían ser como ella, y podían igual que ella estar en peligro. ademas seguramente el motivo de que el lugar estuviera vació, era la persona por la que estaban allí.

Carla finalmente llego a la cola.-Buenas Sara.- se dirigió a la pelirroja que estaba justo en frente de ella.- no me digas que han vuelto a tomar el pelo a unos turistas.- poso su mano a modo de saludo en el hombro de Maria.- tal vez podia sacar de allí a alguna de aquellas personas.

Al menos habían aparecido dos tías más, a ver si así dejaban de tomarla por la azafata marimacho del Cirque. Aún así le inquietaba el parloteo entre la rubia y la pelirroja, porque si aquello era una actuación pactada entre las dos, estaba claro que no la habían ensayado lo suficiente. Una llega preguntando si está abierto y comentando lo de que se puede haber cancelado, y su amiga llega comentando algún viejo timo de la estampita...

- Pues debe de ser de los timos más caros y absurdos de los que he oído hablar, teniendo en cuenta que incluye la creación de apps, la impresión de entradas oficiales nominales y distintos cauces de distribución, como dejarte una entrada a tu nombre dentro de un periódico en una tasca que no habías pisado en tu vida hasta esta misma mañana. Puede que vivamos días extraños, pero este timo se llevaría el premio del mes a la parida non sense, que me da que este señor...- Digo señalando con el mentón a Francisco. -... no estará montado en el dolar por dejarse timar a nivel de calle y dudo mucho que nos vayan a achuchar mucho al rey de las tinieblas y servidora, en paro y sin prestaciones desde hace meses.- Comento señalando.a AJ y haciendo una reverencia, ya me siento bastante tonta por haber venido como para que Barbi Lavigne y Barbi Sueños de Bronce me lo restrieguen por la cara. - A no ser que sea una nueva forma de timo experimental en el que no se va tras el dinero.- Dejo caer con una nota de misterio burlón...

Javier no habia empezado a pensar en lo que le venía encima y ya le dolía la cabeza. Todo eso era problemático e iba a ir a peor aún, así que una parte de el le instaba a relajarse por no poder controlar lo que ocurría y otra le instaba estar atento a todo y ahí no había casi nadie pero los que había estaban reunidos en el jodido lugar.

Hijo de puta -pensó al ver que iba a más gente que nadie sabia por donde iba a salir.

-Pues debe ser el timo más grande de la historia -apuntó al comentario sobre el uso de apps y demas que había hecho la chica que estaba allí- al menos no soy el único pringao en picar, ¿eh? -esbozó una sonrisa mientras miraba a su alrededor, buscando algo que no cuajara a parte de todo lo que había allí.

-¿Tal vez sea alguna broma de un canal de youtube y demás? Hacen retos y cosas tan absurdas y de gilipollas que yo ya me lo creo todo.

-Yo no he dicho nada de timo, solo se que ayer mientras tomabamos algo por aquí, pasó lo mismo se junto una pequeña cola y 1 hora después se fueron todos, uno iba jurando en inglés, así que, de ahí mis palabras, yo creo que es una broma o algo así como dice este-Carla señaló a Javier con el pulgare.-yo que vosotros me largaba ya, pero si no, creo que me quedaré cerca tomando algo para ver qué pasa. -Carla dio unos paso para alejarse de la cola. Y esta vez se dirigió a su amiga pelirroja -¿Vienes Sara? ¿O te quedas a curiosear?- Carla esperaba con todas su fuerzas que al menos alguno de los allí presentes se largará, y no notarán sus ganas de que eso pasará.

Carla no quería que hubiera daños colaterales, y tampoco quería decir lo que allí pasaba de verdad, pues no conocía a aquellas personas de nada. Aún así si sus mentiras no funcionaban, y no se marchaban, lo siguiente sería probar con la verdad. La cuestión era salvar a aquellas personas que se habían metido en aquel lio, sin ni siquiera saberlo.

Con los ánimos que había en ese momento la joven no había prestado mucha atención en que era lo que le rodeaba mientras andaba, tan poca atención que cuando se quiso dar cuenta todos sus compañeros a excepción de Chaman habían desaparecido. No tardó mucho en verlos en la entrada del pabellón junto con más gente. Sus ojos se abrieron levemente mientras murmuraba a Chaman.- Son los mismos que vi, creo que son metahumanos también. No tengo claro si habría que alejarlos de todo el asunto o podrían ayudarnos con todo esto.- Al menos ellos no tendrían que pasar por una explosión y los tanques de liquido curativo antes de ser reclutados. Había expresado una duda, pero realmente era una pregunta dirigida a Chaman. ¿Pensaría que sería una buena idea?

Por otro lado aquello no solucionaba las dudas que tenia sobre que quería el ilusionista. ¿Porque les había hecho venir a aquel lugar? Eran demasiadas preguntas, cada vez mas y, por desgracia, no encontraba respuesta a ninguna de ellas. La joven activo el comunicador que tenia para hablar antes de acercarse demasiado a sus compañeros.- Esos son las personas que os dije que "vi" el otro día. No estoy segura al cien por cien, pero creo que son también metahumanos.- Por un momento en su mente salto una duda. ¿Y si el ilusionista se había infiltrado entre aquellas personas? O podía haber puesto directamente ya una ilusión.

La joven trago saliva mientras seguía caminando hacia la entrada. Resultaba irónico que acabando de llegar ya empezara a dudar de todo lo que veía. Dio un resoplido mientras sacaba el smartphone para comprobar la hora. Al menos de eso si podía estar segura. Tras dudarlo por un momento prefirió entrar a lo fuerte e intentar completar hipótesis. Se acerco a las últimas dos chicas que habían aparecido y, hablo en un tono bajo, pero audible para los presentes. Lo suficiente bajo para que pareciera un susurro mal disimulado pero lo suficiente alto como para que lo captaran los oídos de la gente que había allí.- Chicas, os lo dije el otro día, las redadas que haga la policía a los metahumanos no son cosa nuestra. Vámonos, no quiero líos como el otro día.- Fue una frase simple, quizá sin sentido alguno pero, si no se equivocaba, era probable que esa pequeña frase resultara en reacciones por parte de los allí presentes. Hizo un pequeño gesto como de intentar arrastrar a la rubia pero estaba atenta a ver como respondía la gente.

Ulises se fijó en la reacción de la chica de pelo corto, parecía estar bastante molesta con lo que estaba ocurriendo y soltó algo que hizo que el joven se ruborizara ligeramente, sintiéndose avergonzado pues él de veras se había creído que la invitación era verdadera. A veces su inocencia le jugaba malas pasadas como aquella. Carraspeó y bajó la mirada hacia el suelo, para evitar cruzarla con ningún otro de allí.

No dijo palabra de momento, pero le pareció muy raro que a ella la hubieran invitado a través del periódico. Si aquello era una broma, alguien se había molestado muchísimo en elaborarla. Ladeó el rostro hacia la chica de cabellos anaranjados, una nueva que habría sido también víctima de aquel jueguecito o lo que fuese. El metalero se dirigió a él para preguntarle, como si no se lo creyera, que le habían invitado por Whatsapp, a lo que Ulises respondió con un avergonzado asentimiento, sintiéndose todavía más tonto pues ya eran dos los que afirmaban que no se hubieran acercado allí ni de coña. — Ya… no sé, pensé que… — no llegó acabar la frase, ¿para qué? Ya todos sabían que se lo había creído y se había ganado el título de Ingenuo.

— Por buzón y por periódico, extraño, pero sigue ganando la invitación de periódico a lo más surrealista — comentó después de haberse recuperado del bochorno inicial.

Otra chica llegó donde el grupo y parecía que conocía a la de los cabellos anaranjados por el modo en el que se hablaban. Y la del pelo corto reaccionó rápido y con brutalidad verbal usando cierto sarcasmo que dejó entrever su postura ante las nuevas. Un chico apareció de pronto, en su caso, tras su espalda. Se giró para verle y comprobar que era una víctima más del “engaño” — No sé si es una broma pero esto empieza a resultar un poco inquietante — respondió al chico a la vez que se encogía de hombros y esbozaba una sonrisa insegura.

Le pareció interesante lo que la rubio replicó a la pelo corto, se preguntó si era cierto, si ayer también se juntaron un grupo al que habían invitado para hacer la coña — Entonces nos vamos, ¿no? Si ya se ha repetido otras veces— Y estaba dispuesto a ser el primero en marcharse cuando una chica morena llegó y se acercó para susurrar en voz baja algo a las otras dos, el caso es que se la pudo escuchar perfectamente. Ulises abrió un poco más los ojos, sorprendido de lo que acababa de decir. Quiso hacerle una pregunta, o dos… o tres, pero formularlas no haría otra cosa que descubrirse y eso era lo que menos le convenía tal como estaba el tema de los metahumanos entonces. — E-en fin, ha sido un placer caer en este engaño con vosotros — bromeó con una sonrisa amable, luego alzó la mano hacia ellos — Que tengáis buena tarde — y con esa despedida, se dio la vuelta dispuesto a abandonar la zona.

Yoni se acercó con la entrada en la mano observando todo lo que había a su al rededor. Pronto descubrió que faltando tan solo media hora las puertas del espectáculo aún no estaban abiertas y la gente hacía cola el exterior.

Se quedó mirando la entrada para ver si había llegado a la hora indicada o por si se había equivocado de día, pero todo parecía en orden. Así que decidió quedarse ligeramente alejado de la gente esperando a que terminasen de abrir. Seguramente el espectáculo empezase con retraso.