Partida Rol por web

Miro a la mujer con hostilidad y aprieto los puños alrededor del mástil de mi lanza, impotente. Todavía veo el cuerpo destrozado de Crixus ante mi y no nos hemos alejado tanto como para dejar de oír el sonido de la desesperada lucha en la aldea.

- Habéis sido vosotros... Habéis azuzado a los elfos contra los Redes de Plata, y ahora habéis desencadenado un infierno del Caos sobre nuestro clan -remarco el "nuestro", con cierto orgullo- ¿Y todo por esta niña?

Considero mis opciones, relajo los músculos y lanzo un hondo suspiro.

- Ahrrya... esta gente probablemente habrá matado a tu padre allá atrás, en el pueblo, y a mucha de tu gente. Entiendo que no quieras que te casen contra tu voluntad, pero están destruyendo tu hogar -me giro hacia Felkenna, evaluándola con la mirada- Por otra parte... si te la llevas ¿cesará este ataque?

Me giro después antes de que tenga oportunidad de contestar y me encojo de hombros.

- Y... si dejamos que se vaya, creo que deberíamos ir nosotros también con ella -asiento con tristeza. En realidad, no creo que podamos volver ante Garnath sin la niña, suponiendo que siga vivo- Al menos nosotros, Kenvent, los carmanianos. Tal vez podamos ayudarla y protegerla, en la medida de nuestras posibilidades.

Me quedo atónito ante la aparición de la bruja lunar, pero mi sorpresa va en aumento cuando escucho lo que dice la mocosa de mi sobrina y luego las tonterías que dicen mis compañeros.

-Estáis de broma todos, ¿no? -digo sin un ápice de ironía ni humor, frunciendo el ceño fuertemente.

Dejo pasar unos segundos en los que miro fijamente a mis compañeros. Al no ver ninguna reacción, continúo con tono firme pero algo exasperado, tratando de que no suene desesperado:

-Los malditos lunares aniquilan a nuestro clan con artimañas y alianzas con el Caos ¿y ahora además queréis entregarles la niña sin más? -señalo a Arrhya con la espada-. Me habíais convencido de que érais verdaderos orlanthis, ¿qué os ha pasado? ¿Es que os ha hechizado esa bruja con su magia del Caos? Y tú, Arrhya, apártate de ahí en medio ahora mismo y ponte atrás. ¿Con quién crees que tendrás que casarte ahora, si tu prometido y tu padre están muertos? -pregunto casi gritando-. Si quieres irte, vete ahora, pero no con ellos, por Orlanth, yo no te obligaré a nada y vivirás en libertad.

Miro fijamente a Loranda y trato de serenarme un poco pese a lo tenso que estoy. Luego me acerco a ella y le digo en voz baja:

-Loranda, no hace ni un día estabas dispuesta a arriesgar tu vida para hablar con los elfos, y me sentí orgulloso de tenerte como compañera. ¿Y ahora quieres salvar el pellejo como un vulgar conejo? Si te vas con los lunares vivirás como una cobarde el resto de tu vida. No olvides lo valiente que eres.

Después me dirijo a Kilder y Aldar con igual tono de voz:

-Kilder, Aldar, hemos luchado hombro a hombro contra los enemigos de nuestro clan, ¿y ahora queréis iros con los lunares? -entonces paso a hablar en susurros a los tres-: Os enfrentásteis nada menos que a una vexilla y otros peligros para traer a mi sobrina a su hogar, luchásteis por su libertad, ¿y ahora la entregáis sin más? ¡Despertad todos! Ya vencisteis a esa zorra con el poder de la palabra una vez hace tres años, vosotros me lo enseñásteis, ¿por qué no ahora?

Lanzo una rápida mirada de reojo a Swen, esperando que me apoye.

Swen mira desconcertado a Felkenna y como los rodean los soldados lunares. Su mente trata de buscar su relación con lo que le dijeron los espíritus. Sólo recuerda como le advirtieron sobre la boda. Y el empeño de Garnath en casar a la chica finalmente ha tenido la consecuencia advertida: el caos y los lunares se han abatido sobre el clan.

¿Que hacer en esta situación? Se pregunta mientras escucha a Kenvent. La lucha es complicada. Ellos son menos pero más avezados en el combate que su grupo. Quizá pudiera anular a alguno pero... seguramente terminara con una lanza atravesando se enjuto cuerpo y no habrían conseguido nada. Odia como el que más a los lunares. Su mente divaga recordando su extinto clan antes de hacerse consciente de que el combate es un suicidio. Esta situación necesitará de las palabras o... en todo caso... de un plan futuro.

Ante la mirada de Kenvent recuerda su última conversación con él. ¿Ahora buscas mi apoyo? Si no me hubieras despreciado quizá las cosas serían diferentes. Pero el caso es que a mi tampoco me gusta la idea de que se la lleven como rehén.

- ¿Deseas acaso cambiar unas ataduras por otras? -dice a la niña- ¿Acaso esta mujer te va a dar mejor vida que tu padre o nosotros? ¡Callaros, maldita sea, callaros! -grita mientras mira a su alrededor- ¿No veis como deslumbran?

-Kenvent, no te enfades hombre, nosotros siempre hemos buscado lo mejor para tu sobrinilla, la cual, si ya es suficientemente mayor como para casarse, supongo que también es suficientemente grande como para decidir si quiere un genocidio o no. Me parece que ell lo hace mas por el bien de su pueblo que por su persona. Si con mi muerte, solucionase todas estas guerras - me desgarro la túnica y cojo un cuchillo - ahora mismo me la quitaba.

Miro hacia el cielo, y prosigo mi discurso:

-Además, me hace mucha gracia que los elfos hayan exterminado a un pueblo vuestro, y no les hayáis dicho ni mu, aún mas, no les he visto luchando a nuestro lado en este caso. Nuestra pequeña Ahrrya, lo que intenta es evitar exactamente eso. Sabe que habrá muerte gratuita en todos los lindes, y ahora ya estamos debilitados, va a ser una gran derrota, la última posiblemente.

Me acerco a el, y de un salto me agarro a su cuello, y le digo al oído de forma rápida para que nadie me oiga:

-Recuerdalaprofecíaenlaquecreíatuhermanociegamente, -cojo aire- algúndescendientedetusobrina, acabarácon loslunares, -retomo aire-  realmenteseremoscazadoresesperandoaquelapresacaigaensupropiatrampa.

-Además - me quedo mirando a Felkenna - ya se sabe que tiran mas dos te**s que dos carretas. Esta chica siempre me ha perdido, yo creo que me ha lanzado algún hechizo. - La miro y le sonrío-

Enarco una ceja e, increíblemente, hago un esfuerzo para no reír. 

- Eurmal me lleve, Kilder... no he entendido ni media palabra -me repongo y me intento concentrar en la situación. No es cosa de risa.

- Kenvent, lucharé a tu lado si me lo pides, pero si hay una oportunidad de evitar la masacre que ahora mismo está ocurriendo en tu pueblo, debemos intentarlo- le vuelvo a observar, le admiro y le aprecio, pero más que nunca me doy cuenta del abismo que nos separa. Nosotros somos orlanthis adoptivos, nada más, él lo es de nacimiento. Nosotros vemos las ramificaciones, las posibilidades, los grises. Para él es todo blanco o negro.

-Dime, Felkanna ¿si no oponemos resistencia nos llevarás con la niña? ¿detendrás el ataque al pueblo? -me giro hacia Kenvent- Tú sabes mejor que nadie el poder de una vexilla lunar. Y ellos no han hecho eso de ahí detrás. No están solos, estoy seguro. Nuestra capacidad para negociar merma por momentos, igual que tu clan. Piénsalo. Pero si no hay más remedio... -me vuelvo a girar hacia la lunar y aferro la lanza intentando reprimir un temblor- Lucharé. No hay nada en este mundo ni el los demás que me produzca más desprecio que la nobleza lunar y tú eres su representante en esta tierra salvaje.

Intento aparentar fiereza, pero estoy convencido de que mi mirada me traiciona.

La niña (ya no tan niña) habla de nuevo, esta vez directamente a su hermano Kenvent, el único que parece totalmente convencido en luchar.

-He dicho que me iré y asi va a ser. Llevo pensando en cómo habría sido mi vida en las ciudades del norte desde que regresamos a Brolia y no pienso quedarme atrapada aqui. No quiero casarme con nadie ni ser la madre de ningun lider poderoso. Tio Kenvent, todavía soy la hija de tu caudillo y te ordeno que estés a mi lado en esta decisión.

Ahrrya habla como una mujer adulta, aunque podeis notar que esta última frase ha sido pronunciada a la desesperada.

Me quedo mirando fijamente a Arrhya durante unos largos instantes. Las venas del puño que aferra la espada engordan por momentos y aprieto los dientes con fuerza. ¿Qué se ha creído esta mocosa?

-Así que estás decidida a abandonar a tu clan e irte con los asesinos de tu padre y de los tuyos, ¿eh? -hago una pausa antes de proseguir-. Si no quieres pertenecer al clan que te vio nacer, ya no perteneces ni a mi clan ni a mi familia. Vete con los lunares si tanto lo deseas. Yo me vuelvo al pueblo a ayudar a los míos en lo que pueda -digo lleno de furia-. No soy un traidor.

Tras dar mi opinion me habia mantenido al margen, pero las ultimas palabras de Kenvent me indignan y no puedo contenerme. 

-Estas loco, no sabes lo que dices! Esta niña tiene derecho a decidir su futuro, y no solo eso, con su decision esta evitando una guerra en la que muchos de los tuyos perderian la vida, no es una traidora, Kenvent, sino una jovencita que con sus actos demuestra el sentido comun que tiene...- miro a los ojos a Kenvent y niego con la cabeza sin entender nada. Yo haria exactamente lo mismo. Es elegir entre una vida en las montañas, criando hijos y siendo la esposa abnegada de algun salvaje o vivir en la ciudad con todas las posibilidades que ofrece. En el fondo admiro la valentia de Ahrrya que se ha enfrentado a todos los suyos demostrando ser una mujer inteligente. 

La decisión está tomada. En otras circunstancias podríamos intentar impedir la partida de la niña, pero no con los lunares rodeándonos. Solo se puede hacer una cosa: intentar sacar partido de la situación, por poco que sea.

- ¿Cesarás ahora el ataque? -le pregunto a Felkenna- ¿Acabarás con esta matanza ahora que tienes lo que has venido a buscar?

- Solo los elegidos tienen la capacidad de trastocar lo que la fatalidad ha decidido.

La actitud de Swen muestra claramente que no avanzará un paso hacia tierras lunares. Acepta la decisión de Ahrrya con cierto desagrado y resignación.

- ¿Que importancia tiene la niña para vuestro corrupto imperio? - Swen escupe con desprecio al suelo tras pronunciar las palabras dirigidas a Felkenna - ¿Por qué teníais que corromper nuestras tierras con vuestra mancha para haceros con ella?

Observo a Kenvent, y le digo:

-Yo no podría hacer lo que tu, estar viviendo durante toda la vida, preguntándome como está mi sobrinilla, si necesita algo, si la tratan bien, si está en peligro. Posiblemente moriría entre pesadillas al no poder conciliar el sueño sin tener alguna.

Reflexiono:

-Ella no te está pidiendo que te conviertas en civilizado, ella no te pide que seas un lunar. Ella, simplemente te está pidiendo que la acompañes, porque realmente está cagada de miedo, no sabe que hacer ni que decidir, sólo que si ella se queda aquí, su pueblo morirá, tu pueblo, nuestro pueblo. Realmente te ruega que la protejas, y eso es lo que voy a hacer yo, tal y como tu hermano nos dijo antes de que partiéramos. Voy a hacer su voluntad, protegerla, y si ella decidiera ir al infierno, yo mismo abriría la puerta que lo encierra, y pasaría primero para ver que no hay ningún peligro para ella en el.

Escupo al suelo.

-maldito egoísta, sólo piensas en ti, no en ella. Cuando la recuperamos de la ciudad, y la trajimos de vuelta a la montaña, eso so pareció genial, incluso nos pedisteis que nos quedásemos. No nos quedamos porque nos gustase cultivar la tierra, o para poder hacer competiciones de eructos, sino para velar por la seguridad de una niña asustada que nos pidió ayuda y se ganó nuestro corazón.

Doy varios pasos, y le digo:

-Si decides quedarte aquí en medio de todos los muertos, sobrevive, porque quiero que sepas, que algún día yo volveré, y volveré con ella, y espero que todo estés vivo para poder decirte lo cobarde que fuiste en el pasado, nuestro presente actual.

Las palabras de Loranda y la elocuencia de Kilder consiguen hacerme ver que Arrhya solo ha dicho lo que ha dicho para evitar vernos morir. Sin embargo, las últimas frases de Kilder también consiguen hacerme hervir la sangre. En susurros, le respondo con tono amenazador:

-¡No te atrevas a llamarme cobarde cuando tú prefieres vivir como un esclavo antes que enfrentarte a tus enemigos! -sin dejar de mirar a Kilder fijamente a los ojos, continúo-: Garnath me ha pedido que proteja a mi sobrina, sí, ¡pero si tú y Loranda creéis que podréis protegerla siendo esclavos, es que estáis locos o sois tan mentirosos como esos sucios lunares!

-En cuanto a ti -digo alzando la voz mientras señalo con la espada a la perra lunar de las dos espadas curvas-, Aldar y Swen te han hecho una pregunta. ¡Réspondeles! -grito con tremenda furia.

La lunar no pudo reprimir una sonrisa cuando Kenvent se decidía a regresar solo al pueblo, pero las palabras de Kilder la hacen regresar a su estado impasible habitual.

-Acompañadme a mi y a la niña y todo esto terminará -Dice señalando con una de sus espadas al poblado, donde los relampagos siguen iluminando el cielo nocturno y los gritos d ehombres y bestias suenan sin parar. -Pero decidíos ya, o quizás será demasiado tarde.

-¿Cómo podremos saber que has cumplido tu parte del trato? -contesto con el ceño fruncido.

Asiento gravemente.

- La niña está aquí y nos tienes rodeados. No tiene sentido continuar el ataque. Retira a tus... monstruos -le lanzo una mirada de soslayo a Kenvent, esperando que Felkenna lo entienda y no convierta la situación en una lucha de orgullos.

Rie.

-No sé quien os creeis que soy, pero puedo aseguraros que yo no soy capaz de controlar a esas bestias. Tenemos el campamento cerca de aquí y si nos damos prisa podremos hablar con alguien que si puede hacerlo.

Felkenna enfunda una espada y tiende la mano a Ahrrya, que se la coge mientras os mira con tristeza y determinación.

- Sí, lo sé. Callad. Ahora no puede ser -murmura el chamán para sí-.

El rostro de Swen no puede evitar demostrar el desagrado que le produce la idea de rodearse de lunares. Pero también muestra resignación y aceptación.

Mira a Kenvent esperando que algún gesto le muestre que se ha dado cuenta de que es la única manera de que evitar la hecatombe de su pueblo.

Me coloco a la altura de Felkenna, y me giro un momento para decir:

-Swen, aquí todo el mundo cree que estás loco, si quieres vente con nosotros, nadie te conocerá. Escucha a ver que dicen las voces esta vez.

Acto seguido, le pregunto a Felkenna en un susurro y todo ruborizado:

-Oye, ¿te gustaría quedar algún día para cenar conmigo?

El labio superior se me tuerce en una mueca de fastidio. Miro atrás hacia el pueblo y luego de nuevo a la bruja lunar. No me gusta esto... Tal vez sería mejor lanzarme contra ella ahora mismo y acabar de una vez... pero si dice la verdad, vale la pena correr el riesgo... Miro de soslayo a Swen y luego a Aldar. Y luego a Loranda durante un instante.

-Vamos, deprisa -digo un tanto a regañadientes. Luego empiezo a envainar la espada, pero me lo pienso mejor y la dejo donde está: en mi puño.

No me molesto en contener un suspiro de alivio al ver que Kenvent logra contenerse. No me fío de Felkenna, pero no tenemos más opciones.

- Acabemos con esto de una vez, deprisa -digo, mientras me apresuro hacia donde nos indica la lunar.