Partida Rol por web

Durante el camino Swen ha expresado, especialmente a Kenvent y Loranda, cual es su idea:

- Mi idea es buscar a los espíritus del bosque, disculparme ante ellos y hacerles ver que queremos enmendar el error. Luego solicitarles que un embajador elfo venga a hablar con nosotros -mira a Loranda- para encontrar una solución.

Seguis avanzando hasta que cae la noche. Estais cerca de las tierras de los Cuervos Rojos, vuestras tierras y podeis pasar la noche con total tranquilidad. Mañana a mediodía estareis en casa.

Miro a Swen con curiosidad.

- Eres muy poderoso si puedes hacer algo así -le sonrío levemente observándole con medido respeto- Me quedaré contigo cuando lo hagas, si lo deseas. He vivido siempre en el bosque, pero desconozco esa clase de secretos. Me encantaría ver ese tipo de magia en acción y creo además que no debemos dejar las cosas así si podemos evitarlo. Esta puede haber sido la fina lluvia que anuncia una tempestad mayor. Los elfos no son cosa de broma, por lo que se cuenta en Carmania ¿Podemos serte útiles de alguna forma?

Swen mira hacia el camino recorrido con ojos calculadores. ¿Cuanto tardará en desandar, por el otro mundo, lo andado?

- Sólo necesito protección durante el trance.

Escucho la réplica de Swen hacia Aldar, y me entrometo un poco:

-¿Protección simplemente?, eso es muy fácil. Entonces yo me tendré que quedar, ya que tengo el hechizo de curación, y si algo le pasa tendré que ir curándolo hasta que termine.

Parece un trabajo muy fácil.

-A pesar de haberme ofrecido para adentrarme en el bosque, creo que mi lugar ahora esta junto a toda esta gente.  Ve con Aldar y Kilder, ellos velaran por ti, y si alguno mas quiere ir contigo que lo haga. Yo debo quedarme-pienso en la posibilidad de que no regresen y miro a Swen directamente- Espero que tu magia funcione, confio en vosotros, esperare aqui y ojala algun embajador elfo se digne a escucharnos- les dedico una sonrisa totalmente sincera- Tened cuidado y que los dioses os guien y os amparen. 

-¡Menudas patrañas...! -espeta Kenvent de repente. Hasta el momento ha estado en silencio y apartado del grupo, escuchando la conversación al parecer de refilón-. ¿De verdad creéis que este chalado nos puede ayudar con su magia? La única magia que vale la pena es la que nos da el dios atronador -refunfuña-. Bah, no contéis conmigo -y dicho esto, se aleja malhumorado y se sienta con los Redes de Plata en torno a la hoguera. Luego se queda ahí sentado, aparentando desinterés por el chamán, pero sin dejar de lanzar miradas de reojo en su dirección, mientras se dedica a asar unas salchichas.

Los que están junto él al lado del fuego lo oyen rezar constantemente por lo bajo: -Gran dios de los cielos, protégenos de los espíritus sin cuerpo, aléjalos de nosotros...

Swen prepara un pequeño espacio para comenzar su ritual, quema algunas hierbas y reza en una lengua desconocida. Después de eso se sienta con las piernas cruzadas y se concentra. Pasa una media hora y su rostro pasa de la tranquilidad a la inquietud; Parece que no logra alcanzar el estado deseado.

Finalmente Swen se levanta, intranquilo deambula murmurando algo ininteligible por unos momentos, y se vuelve a sentar. Reacomoda sus posaderas, revisa la humeantes hierbas que lo rodean, y ronronea nuevamente una rítmica salmodia. Poco a poco va quedando estático y mudo mientras una figura extraña se va formando junto a él.

La figura permanece ahí, vigilante, mientras parece jugar a las tabas con alguien inexistente. Sus manos descarnadas dejan entrever unos intangibles, amarillentos, y carcomidos huesos. Su rostro permanece oculto por una fantasmagórica capa pero sus ojos brillan entre las sombras atravesando el alma de aquél al que miran.

Me quedo observándolo sin decir nada, en total silencio.

Mejor no hacer ruido, ya que podría tener un resultado fatal.

Observaba todo mientras me daba algún que otro escalofrío.

Abro los ojos como platos y trato de contener la respiración. El silencio ha caído como un manto pesado sobre el claro y los árboles nos rodean. Intento serenarme y, aunque no pierdo de vista a Swen, preparo mis armas y me alejo de la zona iluminada por el fuego, buscando un árbol o cualquier otro lugar al que encaramarme y vigilar por si llegan visitantes no deseados.

En tu forma incorpórea te mueves a través de la espesura en dirección a los bosques aldryani. A pesar de la noche, sombras y destellos, figuras etéreas y energías varias convierten el paisaje en algo vivo, latente.

Finalmente alcanzas el pueblo de los redes de plata y te adentras en la zona más densa del bosque. Durante unos minutos avanzas siguiendo un sendero casi imperceptible, hasta que al intentar cruzar un claro descubres que los árboles del otro extremo s ecierran ante tí, impidiendote el paso como si un muro espiritual se hubiese alzado de repente. Al echar la vista atrás, ves que el camino por el que llegaste aquí está igualmente bloqueado. Lentamente, una figura humanoide, femenina, comienza a materializarse ante tí como formada por hojas y hierbas arremolinada spor un viento repentino. Dos ojos verdes y brillantes se clavan en ti y el espíritu del bosque te habla:

-Puede que hayas evitado las flechas de mis hermanos, pero yo puedo destruir tu espíritu con solo desearlo. Dime porqué los humanos volveis a entrar en este lugar sagrado, mancillandolo con vuestros actos y mera presencia.

- Sabía yo que ni iba a ser fácil... pero había que intentarlo. Tu vida ha sido un suicidio continuo desde que te arrebataron tu pueblo, Swen -se recrimina a sí mismo antes de entablar conversación con el espíritu del bosque-.

- Alabo tu poder y me alegro de que, en lugar de usarlo con este triste mortal, hayas decidido hablar antes. Era mi temor y el de mis amigos que hablaran antes la flechas que las palabras. Por eso, sin intención de profanar vuestro sagrado bosque, si no más bien de encontrar alguien con quién parlamentar me adentré en él. Los Redes de Plata, el clan al que atacasteis, convivieron mucho tiempo en paz con los seres del bosque. Sólo el error de un niño, un brote inmaduro, rompió esa paz. Mi gente prefiere tener a los vuestros como amigos y aliados contra los humanos lunares. Pero yo no soy más que un mensajero. No me corresponde a mi dialogar y acordar la paz. Mi cometido es solicitaros un encuentro con vuestros embajadores y que ellos, y los nuestros, acuerden una solución.

El espíritu del bosque parece pensativo, aunque sigues percibiendo una hostilidad que va en aumento.

-No se de que niño me hablas, humano. Los vuestros entraron en nuestras tierras sagradas arrojando maldad y sembrando de caos las raíces de nuestra vida. Tuvimos que sacrificar a demasiados de los nuestros como para ahora poder perdonar unos actos tan injustificables. Si quereis guerra, debeis saber que el bosque luchará sin tener piedad ni consideración por antiguos pactos quebrados.

- Parece que hablamos de cosas distintas... ¿Lunares haciendo de las suyas? ¡Malditos hijos de Thed!

- ¿Todos los aldryanis actúan como una sola nación? Creo que os referís a otros humanos. Humanos que son enemigos de los humanos a los que yo represento. Humanos que también están en guerra con los nuestros. Como ya te dije... -Swen se da cuenta de que se olvidó de presentarse- Perdona, soy Swen, y mi clan fue arrasado por esos que os atacan. ¿Cual es tu nombre?