Partida Rol por web

Colgó y se metió un copazo antes de dormir. Con el vodka que se había pillado y la naranja. Y se lo bebió en dos tragos. Luego se fumó el porrete, un tercio o así, lo apagó y se dejó llevar. Se transportó a mundos de fantasía e ilusión en sus sueños, siempre floridos y extraños, donde mezclaba cosas del lejano pasado con otras de rabiosa actualidad de forma bastante inquietante. Pero no iba a pagar a un loquero para contarle todo aquello, y que le sacara los cuartos. Para eso ya estaban las drogas blandas.

Tras levantarse se puso una ropa cómoda para el resto del día y bajó al Rusty Brown's a desayunar como Dios manda. Antes, consultó en unos bornes de ATM lo que su tío le había dado de dinero. 3.500 pavos, así sin despeinarse. Se le pusieron los ojos como platos.

Y dentro del local se pidió platos y platos. Claro. Un Rustyccino tamaño XXL para dar botes como una cabra por esos pagos de Dios, y un chocolatito caliente para dipear la media docena de donuts que se metió entre pecho y espalda. Y tras la visita al baño, donde hizo cosas impropias de una señorita delicada, con profusión de orquesta y trompetería, se montó en la moto y llegó al Bay Bar a las 9:05.

Un bar de viejos de esos tipo dinner de pueblo, donde servían café malo y te lo rellenaban siempre que querías, huevos fritos de granja, bacon gordo como tiras de panceta y jarras de zumo recién exprimido que daba alegría verlo. Todo, por supuesto, presentado en viejas lozas de los 60 y acompañado por currantes, parados y jubilados que madrugaban religiosamente para ponerse como osos en aquel lugar, leer el periódico y ver la tele.

El viejo paraca miró la hora de su reloj como si le costara ver de cerca. Y seguramente era así. Vista cansada, y pocas ganas de ponerse las gafas, como cualquier madurito de pro. Estaba hablando con unos vecinos cuando había entrado, que la miraron raro. Una mujer, allí en el santuario de la masculinidad. Oh Dios.

-Eres bastante puntual, si. Pero habrá que mejorarlo.

Sonrió.

-¿Has desayunado algo?

(Menudo coche...)

Escucho atentamente sus palabras. La situación era bastante más fea de lo que imaginaba... Los putos chinos nunca tienen suficiente. (Las cosas no van a salirles como esperan... Nos vamos a encargar de ello)

Me dirijo a César por su nombre de pila. Después de la confianza con la que me trata sería demasiado frío por mi parte seguir dirigiéndome a él por su apellido.

- No me gusta lo que me cuenta, César.- digo con cierta resignación - Pero me alegra estar al tanto del panorama. No podemos permitir que Wu Gao campe a sus anchas.- hago una leve pausa reflexiva - Hay que enseñarle que esta ciudad no es su jodido cortijo.- añado con vehemencia pero sin alzar la voz.

Un encargo personal, esa palabra tiene significado para gente como César. El tema era más serio y delicado de lo que parecía, era su "pequeña" de quien hablábamos...

- Delo por hecho. ¿Cómo se llama su hija? - ya sabía cómo lucía así que no necesitaba más detalles.

 Respondo afirmativamente a su última pregunta.

- ¿Qué repartidor de comida a domicilio no va armado en esta ciudad? - digo con tono relajado. Mientras me dirijo al coche, añado - No se preocupe. Me encargaré de que ese tal Cortez no vuelva a acercarse a Mary.

El corazón me latía con fuerza mientras conducía por las calles de San Fierro. Me estaba calentando más de la cuenta solo imaginándome lo que estaba por venir.

(Hacía tiempo que no me sentía así... Tengo que calmarme un poco)

- Voy a llamarla. - Me digo a mí mismo. (Seguro que ella sabe algo del tipo este)

Abro la agenda de mi móvil y pulso la letra "C". Unos cuantos cuantos contactos se muestran por "Choi". Solo tenía que pulsar Sheon Deok.

La noche anterior...

Llamada entrante de "Primo Hwo"

-No te preocupes, así te cojo mañana con más ganas- ronroneó.
Un Merche… una apuesta conservadora, pero le pegaba, tenía ganas de echarle el ojo, se sabe mucho de las personas por sus vehículos.
Se quedó muda al oír eso de “Love you”
-Love you… ha dicho… love… you…- pese a todo era mujer y la maquinaria de comimiento mental había arrancado ¿Quería decir lo que quería decir? ¿O no? ¿O era una despedida convencional? ¿Lo habrá dicho sin pensar? ¿Querrá eso decir que en su subconsciente la quiere?
Estaba que se subía por las paredes, después de un rato de tormenta sentimental cayó en la cuenta de que debía acostarse pronto si al día siguiente quería estar fresca, pero con ese subidón… -Oh! El porro!-. Iba a ponerse cómoda cuando sonó el teléfono, saltó a por él sobre la cama como un gato.

Menuda sorpresa cuando miró la pantalla -Coño" Hwoarang!!- aceptó la llamada -Hooooola primito!!-

“Solo han sido 5 puñeteros minutos!”
No lo dijo en alto, no quería que la tomara por una cría ni tenía ganas de que la abroncaran tan temprano, no jugaba en casa.
-Bueh… he matado el hambre ¿Qué tienen?- se balanceó con las manos metidas en los bolsillos mirando alrededor para otear la especialidad de la casa

Un abuelete saltó.

-Éstos jovenzuelos. En mi época si el jefe te decía a las 8, tenías que estar a menos veinte a más tardar, o te pegaban una patada en el culo tan fuerte que te devolvían a tu casa.

El barman sonrió por el comentario, mirando a la forastera. Una chica de ciudad, delicada. No sabía si aquel dinner era para ella.

-Pues aquí desayunos de toda la vida, señorita. De beber café solo, zumo de naranja exprimido, cerveza,  soda, coca cola, zarzaparrilla y whisky. De desayunos y meriendas, tortitas con sirope de arce o chocolate, bacon frito, salchichas, huevos fritos o revueltos, chorizo mexicano y patatas fritas. Todo diseñado para que éstos cabrones les de un ataque al corazón.

Hubo risas por el comentario.

-Pero para chicas delicadas puedo hacer unos sandwiches mixtos a la plancha.

-Hmmm- Queen asintió con una mano en la barbilla “Sí eh?” meditaba –mmmm menos café y sirope de chocolate quiero de todo, bueno no, el sándwich no, que no me gusta el mixto- se sentó junto a Cletus y le dijo como en falsa confidencia –Aquí las raciones… son normalillas o como Dios manda…- abrió las manos como si midiera una barra de pan, quería picar al cocinero “Chicas delicadas, te vas acagar paleto”

Hubo risas de fondo.

-A ver, si no lo he entendido mal. Quiere usted zumo de naranja, tortitas, bacon, salchichas, huevos fritos, chorizo mexicano y patatas. ¿La cerveza y el whisky también?

Se estaban partiendo la caja.

-Dudo que todo eso le quepa en ese cuerpecillo de chica de ciudad.

Torció la boca volviendo a pensar -La cerveza sí, el wisky no- vete tu a saber que matarratas le querrían colar

La cantidad de comida que le pusieron en la mesa era inmoral. Varios platos, en una bandeja. Más de diez lonchas de tocino, tres huevos fritos, cinco o seis salchichas grandes de carnicería de pueblo, tres chorizos tipo cantimpalo, abiertos por la mitad, patatas fritas también estilo casero, un plato con tres o cuatro tortitas gordas como un mollete de Antequera, con un sirope de arce que parecía traído de lo más profundo de Canadá. Y un vaso de medio litro con zumo de naranja recién exprimido, que entró muy bien. Y el tercio de cerveza pibswater.

Los puretas la vieron comer, fascinados. Primero las risitas, luego las sonrisas. Luego dejaron de sonreír. Al final, alguno se santiguó. Era incomprensible. ¿Como podía comerse todo aquello? Ella se hizo la misma pregunta, habida cuenta del café, los donuts y el chocolate que se había calzado hacía menos de media hora.

Pero el tetris estomacal funcionó a las mil maravillas y le entró todo. Eso si, para comer a mediodía le bastaría con un poco de prahna y un buen sitio donde plantar los pinos que tendría que ir echando puntualmente para liberar espacio en disco.

El que se había puesto gallito antes, se quitó la gorra de la fábrica de fertilizantes y se la llevó al pecho, como si estuviera ante un auténtico patriota el día 4 de julio.

-Señorita, retiro lo dicho. Y le conmino a participar en el desafío de la chuleta en las fiestas del pueblo, dentro de un mes. Le veo posibilidades.

Estaba claro que el porro le había abierto el apetito, los chakras y un agujero interdimensional en la boca del estómago que iba directo a un agujero negro y de ahí vete tu a saber donde.
Sirope espeso y sabroso, tortitas jugosas y la carnicería era de puta madre y sobre todo bien cocinada, el garito sería cutre pero no reutilizaban el aceite. El tocino fue pura ambrosía. Tragó el zumo al final, que los médicos recomendaban que durante las comidas se bebiera al principio o al final, preferentemente al final, para no diluir la concentración de jugos gástricos y entorpecer la digestión.
Se chupó los dedos, no había dejado ni mijita, estaba todo tan rico… -¿Concurso?- se giró a ver al abuelo, dejó unos segundos de intriga –challenge accepted- (sonó a"no hay huevos" y nunca rechazaba un reto) "Paletos a mi... JA!", desplegó entonces su resplandeciente sonrisa. Apoyó las palmas sobre la mesa –Bueno… nos vamos?- tenía un día que apurar hasta la llegada de “la llamada”. 

Para su decepción, no fueron a la montaña. No inmediatamente. Pasaron por la sede y le enseñó los básicos. Como ponerse y quitarse un paracaídas. Para salto base, había modelos muy compactos, que eran simplemente una mochila. Nada del aparataje complicado de las cinchas de pasarse por debajo de las piernas y cosas así.

El salto base era lo más sencillo, por que partes de velocidad cero y abres el paracaídas enseguida, pues saltas cerca del suelo en la mayoría de los casos, por lo que se necesita soportar un gran tirón con la apertura del paracaídas.

Lo más importante eran las posturas y los procedimientos. Revisar el paracaídas, enrollarlo una vez caías para volver a utilizarlo, según explicó, es propio de gente muy pro. Normalmente, ésto se hace con tranquilidad una vez aterrizas, sin prisa ninguna. Otras veces, la gente, sobre todo los militares, se deshacían del paracaídas antes de caer, a unos pocos metros del suelo, y el viento lo apartaba de ti y de la zona de aterrizaje. Eso quedaba muy pro, pero el paracaídas se quedaba inservible luego. A no ser que te diera por buscarlo, recogerlo con más paciencia que un santo y volver a enrollarlo.

Le enseñó también una variante interesante, que él llamaba "salto en dos". Lo hacía poca gente. Consistía en tener un paracaídas de los viejos, con el de emergencia. El primer salto se hacía desde la plataforma a la zona objetivo, que seguía estando elevada. Y el segundo salto era desde la zona objetivo hasta el suelo o la zona de extracción, usando el de emergencia. Ésto quedaba muy pro.

La mañana se les fue en eso, y parte de la tarde en las posturas. Era importante conocer las posturas básicas de caída libre, picado y freno, que tenían sus trucos muy sencillos. Era lo que necesitaba ahora, por que en salto base se maniobra a paracaídas abierto, y no en el aire. Eso se lo explicaría en futuras clases.

Sobre las cinco de la tarde, se montó en el 4x4 de Cletus y le llevó al pie del monte Chiliad, a la estación de teleférico. Pagó los tres pavos que valía la subida para dos personas, y disfrutaron de las vistas conforme subían, equipados con los paracaídas tal y como le había enseñado antes.

Cuando subieron arriba, el empleado del teleférico saludó a Cletus con la cabeza, por que lo conocía bien. En la cima de la montaña había un bar turístico, con pequeño museo adjunto, el Skyview, y pasarelas con telescopios de pago para ver bien toda la región. Desde allí arriba se podía ver la Bahía de San Fierro a lo lejos.

Una pequeña plataforma con el logo de la compañía de paracaidismo estaba reservado a su actividad. La plataforma se adentraba en el vacío, de modo que el salto base se pudiera realizar con más seguridad.

-Bueno. El primer salto siempre es el más complicado. Nunca dejo a la gente saltar el primer día, pero según me han dicho vamos con prisa. Así que lo haremos al estilo de Vietnam, como decía mi abuelo: o se te abre el paracaídas o mueres. Así de simple.

Le pasó unos prismáticos.

-Vamos a tratar de entrenar un poco la precisión del aterrizaje. Recuerda lo que te he explicado sobre como maniobrar, descender más rápido o retener el descenso en lo posible. Ayúdate de las corrientes de aire.

Le señaló el anemómetro que llevaba en el hombro, en la tira del paracaídas.

-No vayas contra el viento o estarás jodida. Pero como los marineros puedes maniobrar para ir contra él, haciendo zig zag. No avanzarás mucho, pero te saldrás con la tuya. Mi tío-abuelo sirvió en el USS Hornet en la batalla de Midway, y de barcos sabía un rato.

Carraspeó.

-Bueno, fíjate en esa campiña cerca del bosque de Paleto. Hay una zona de aterrizaje marcada allí, pintada en negro sobre arena. Bien. Esa es tu zona. El blanco tiene seis metros de ancho, con un anillo interior de tres metros de ancho. Si llegas al aro exterior en el primer lanzamiento te tendré que invitar a una cerveza. Yo te esperaré allí con el coche para recogerte.

Cuando estés lista, puedes saltar a tu aire.

Y se despidió con la manita encaminándose de nuevo al teleférico.

Iba a preguntarle si se comía bien en el bar turístico, era un sitio cuco para merendar, pero la dejó con la palabra en la boca.
Queen era una tía con unos huevarios considerables pero hasta al más bragado su primer salto debía darle cierta cosica.

Revisó una última vez todo cuanto llevaba encima y repasó mentalmente los pasos a seguir. Aquello sería catetolandia pero las vistas eran acojonantes, se lo apuntaba, un sitio para huir del mundanal ruido. Respiró hondo y no lo demoró más, las cosas había que abordarlas con inmediatez y valentía, además era un truquillo que empleaba para si misma, un modo un poco bruto de interiorizar las enseñanzas, pero oye, cuando empezó con la lucha eso de tirar de instinto le funcionó ¿Porqué no iba a hacerlo con el paracaidismo?
-Buda dame valor-
Y saltó, mezclando los consejos de Cletus con posiciones que había aprendido de natación y lucha, si había que ser precisos ella lo sería al máximo, como un puto ninja. Notó la resistencia del aire, dolía un poco en la cara pero molaba, era como surfear a lo bestia, le moló un huevo eso del zigzageo, un truco cojonudo, como lo de el "salto en dos".
La cosa no fue tan rápida como había imaginado, tal vez los nervios y el desconocimiento la habían traicionado de primeras, así que midió y contó los tiempos sin problema.
Quizás le palpitó más fuerte el corazón conforme se aproximaba el momento de tirar de la anilla. Que subidón! y aún con toda la excitación le salió la vena bacileta. Cayó en el centro exacto de la marca adoptando una pose cool clavando una rodilla en el suelo. Cooooooooooño, molaba demasiado!
Después de respirar un poquito para calmar el corazón alzó la cara y dijo -Pues sabes que tengo gusa?- 

El viaje por los cielos había molado. El largo planeo, maniobrando con el viento. Mantener la dirección, apuntar al objetivo y alcanzarlo. Lo hizo parecer todo sencillo.

Cuando llegó al sitio de aterrizaje unos minutos después, el viejo acababa de llegar con su 4x4 y se bajaba de él, quitándose las gafas de sol y guardándolas en el bolsillo de la camisa.

-Aprendes rápido. Te he estado siguiendo durante el trayecto. Bien, bien. Se nota que eres buena para memorizar secuencias de acciones. Eso nos facilitará las cosas.

La ayudaba a plegar el paracaídas cuando escuchó eso de la merienda. Y le dió la risa.

-Eres un pozo sin fondo, muchacha. Anda, vamos de vuelta al pueblo y te dejo allí para que hagas lo que quieras el resto del día. Está claro que la lección de hoy la has aprendido bien.

Eran las seis y media de la tarde cuando la dejó junto a su moto aparcada. Él tenía recados que hacer para la casa y la señora, antes de que las tiendas cerraran por la tarde.

Golan: Salgo en media hora.
Golan: ¿Donde nos encontramos?

-<3
(Así nada más empezar...)
-Mmmm acabo de terminar
-Tengo q hacer unos recadillos...
(se le encendió la bombillica con una de sus ideas locas)
-Nos vems directament nl bungalo?
-Eastern Motel nº1

Si estaba feliz como una perdiz con el primer salto, con esto estaba que daba botes hasta el techo. La brillante idea que le cruzó la cabeza fue comprarse ropa de la que llevan las chicas del pueblo, disfrazarse de paleta sin perder detalle. Sombrero vaquero de paja, camisa de cuadros anudada bajo el pecho, vaqueros minúsculos rotos, hebilla con un craneo de vaca y un palillo. Por suerte tenía sus botines tejanos de la noche de la fiesta que iban de perlas.
Compró una bandeja de pastas de te, que no sabía porqué pero le apetecían cantidad, y las fue picoteando mientras andaba por las tiendas de ropa.
Pero lo primero era lo primero, antes de caracterizarse debía ordenar el caos de habitación y sobre todo airearla, que seguro que aún olía a porro, todo al ritmo del canal de música de la tele. La música que no falte. 
Estaba apunto de meterse en el baño a asearse cuando cayó en la cuenta de una cosa... no había mensajes de Wook ni de Hwan en todo el día... "That´s suspicious..." al instante mandó un guassup a su hermano -(...)- y otro a su amiga -¿Como vas?-.
Luego de eso se lavó los dientes, se duchó y se puso mona al más puro estilo paleto mientras canturreaba en coreano.