Partida Rol por web

 Una sonrisa mientras nos paramos y le miro 

Es en estos momentos cuando mi psique desearia desatar todo el cinismo y el sarcasmo de mi oscura alma... mas he de controlarme. La situacion no me es nada favorable y Steff lo sabe. Ademas, esta el asunto de la sangre que llena mis vasos sanguineos...

- Maldita sangre... -

No es la primera vez que maldigo mi condicion y mis costumbres con las tremendas debilidades que conllevan y, seguramente, no sera la ultima.

Mi deambular nocturno me ha reportado valiosos conocimientos que serviran a la manada en un futuro, mas estos son mi mejor moneda de cambio en este momento y no pienso jugarlos como baza hasta que sea estrictamente necesario...

- La informacion siempre es interesante - le contesto a Steff en un tono seco, frio. Pretendo que se carge de ira, mas mi corazon lo impide. - Pero no es valiosa salvo que se sepa como usarla. -

Mi tono se vuelve ya mas calido y entro a la cuestion que ocupa mi miente sin mas miramientos

- Supongo que, como Sacerdote y Ductus, deseais una manada unida bajo vuestro liderazgo, ¿Acaso Koldolak - espeto el nombre con desden - y tu habeis decicido ya el destino de la Monomacia? -

Encima de una pila de enormes contenedores de mercancias, una figura acuclillada observa, en silencio. Los ojos furibundos del cazador tratan de penetrar en cada sombra del puerto, a la busqueda de una presa... o de un contrincante. Desde el fondo de su garganta brota un gruñido bronco, animal.

"La Bestia quiere salir... Necesita salir... Tengo hambre... Tengo preguntas..."

De repente, se yergue toda su estatura, recortandose con la eximia luz de la luna. Un aullido de rabia y frustración corta el relativo silencio, mientras la figura expresa toda su energia, extendiendo sus brazos y apretando fuertemente los puños. De un salto, la figura desaparece, precipitandose al vacio.

Una mano empapada arroja sobre el muella una bolsa de plastico atada y llena de otros envoltorios, que cae sobre la superficie de hormigon con un ruido pesado y chapoteante. Unos instantes despues, Hunter sale del agua, trepando por el muelle de carga que esta cerca del almacen que les sirve de rafugio. Su pelo mojado, brilla a la luz de las farolas, arrojando destellos multicolores, merced a los residuos aceitosos que se mezclan con otras porquerias en el agua portuaria. Su camiseta blanca luce ahora un desviado color marrón y sus vaqueros chorrean abundantemente, mientras el antitribu se escabulle, corriendo descalzo a la sombra de los edificios portuarios. Despues de calzarse, camina a buen paso hacia el almacen propiedad de su Hermano, con el rostro desencajado por la furia, sin hacer caso a la gelida temperatura nocturna.

Bufando, abre la puerta del refugio comunal... y se queda quieto, helado, en el quicio de la puerta, sin dar credito a lo que ven sus ojos. Por un instante, el asombro sobrepasa a la ira y solo queda estupor... Hasta que capta el olor...

"¿Sera posible? Un humano..."- Hunter aspira y olfatea, todavia en el marco de la puerta abierta- "Una mujer... Joven... y asustada..." Una sonrisa lasciva se instala en el rrostro del cazador, mientras demuda el gesto,, transformandose en una criatura salvaje y depredadora. Se achaparra un poco, lanzando los hombros y frunciendo el sueño. Nuevamente olfatea, girando la cabeza. Con un gruñido de satisfacción, da un par de pasos en dirección a un rincón... "¿Luigi? Esta con Luigi"

El tiempo se congela, mientras una de sus manos se desliza involuntariamente al bolsillo del pantalo y se introduce en el. Sus dedos se cierran en torno a dos objetos que hay guardados en el: un mechero Zippo y una pequeña pieza de joyeria, cuyo peculiar contorno se clava en las yemas de los dedos de Hunter. Como si hubiese recibido una descarga electrica, el antitribu saca las manos del los bolsllos y nota como el velo carmesi del frenesi se retira de sus ojos.

Lentamente, se gira hacia las dos personas que permanecen sentadas y mirandole. Con rostro adusto y serio, Hunter toma asiento, a la vez que saca del bolsillo un pequeño objeto y lo deposita sobre la mesa.

"Luigi"

 Niego con una sonrisa mientras le miro a los ojos 

A la noche, el reino de los inmortales, no le queda demasiado tiempo, apenas el último albor. Un silencioso recorrido en que la eterna oscuridad se convierte en la claridad que anuncia la llegada del astro rey, el enemigo natural de los cainitas. Aún queda tiempo, no obstante, un espacio de tiempo que pretendéis llenar con conversaciones banales, con informaciones compartidas, con promesas de futuro, con orgías de sangre y sexo.

Sin embargo, todo eso se ve interrumpido. Las conversaciones se tornan silencio, las promesas quedan en el aire, el sexo se detiene abruptamente y el placer desaparece en un último estremecimiento. Todo desaparece ante el abrupto estruendo que reverbera en el lugar, una honda expansiva cercana, acompañada no solo de la explosión en sí, sino también por los cristales rotos, los metales desplazados, el escombro desperdigado. Todas esos sonidos se mezclan con el destello luminoso que se filtra por las grietas de la estructura del hangar, para verse sumido de nuevo en la noche. Ahora, iluminada por el brillo anaranjado de las llamas.

La explosión no ha sido lejos. Al contrario, calculáis que en la entrada del puerto, cerca del cuartelillo de la policía portuaria. ¿O será precisamente en él?

Solo una cosa está clara: es en vuestro territorio.

Cagalli estaba preparándose para “dormir” cuando escucha la explosión, no puede evitar ponerse en alerta y dar un salto hacia el exterior del contenedor, aun llevaba puesto el chándal por lo que podría pasar por alguien que simplemente estaba corriendo, sin dudarlo mira la hora para más o menos determinar cuánto faltaba para salir el sol y por tanto cuanto tiempo dispone para mirar un poco que era lo que había sucedido.

Rápidamente sale al exterior dándose cuenta que es la primera en salir a la “zona común” del refugio, así pues dice a sus compañeros:

-          - Hey, no habéis escuchado?, voy a echar un vistazo

Seguidamente sale del refugio en dirección a la zona de la explosión dispuesta a averiguar que es lo que había pasado, va trotando como si hubiese estado corriendo por la zona y realmente como una curiosa mas

Salgo de mi cubiculo seguido de Paola, con calma como si no fuera conmigo la cosa aunque este es mi almacen y lo defendere con todo no es necesario ponerse violento ni descubrir nuestra naturaleza antes de tiempo. Veo como Cagialli se lanza rápidamente a fuera del refugio yo antes de salir observo las otras posibles entradas por si es un ataque organizado.

Hunter, desparramado en su asiento, nota los primeros signos de somnolencia que preceden la llegada del amanecer. Sacude la cabeza para alejar esa sensación de pesadez y muestra los dientes, visiblemente enfadado por las circunstancias. Un suave ruido, procedente del desgarro de los brazos del sofa por parte de las afiladas garras de Hunter, demuestran lo alterado de su estado. Un brillo febril, rojizo, baila en el fondo de los ojos del cazador, como si estuviesen iluminados por un fuego imaginario y las llamas bailasen frente a él.

La explosión lo cambia todo.

Hunter se pone en pie de un salto, y gira la cabeza, justo a tiempo para ver como la temeraria colegiala sale a la carrera, abandonando el refugio. Un taco eslavo, barbotado por la garganta del antitribu es todo lo que acompaña la marcha de su hermana, mientras el calvo y una desconocida muchacha salen de los aposentos privados de este ultimo. Por un instante, todo lo que rodea a Hunter se desvanece, absorvido por el retumbar acelerado del corazón de la muchacha. Este se agazapa, listo para saltar al cuello de su victima, saboreando visiblemente y con anticipación la sangre fresca y vital de la joven.

"¡¡La... Bestia... Tiene... Hambre!!"

Hunter da un paso vacilante, inseguro, temblando de pies a cabeza, con una sonrisa depredadora en el rostro y una amenaza implicita en todos sus gestos. Furioso, aparta de una patada la mesita de cafe que decoraba parte del salón. El violento movimiento, hace que los objetos que hay sobre ella se vuelquen y caigan. Un pequeño amuleto, sale despedido, describiendo un ligero vuelo hasta caer, tintineando, a los medio camino entre el cazador y su presa.

Un alarido animal brota de la garganta del vastago, retumbando en las paredes del almacen, como muestra de la frustración de La Bestia, al serle negado su premio.

Repentinamente, Hunter baja la cabeza y clava una mirada furiosa en la pareja que esta frente a él. Con deliberada lentitud, el antitribu Gangrel se inclina sobre el pequeño escarabajo y manteniendo la vista fija en los dos personajes, lo recoje delicadamente con su manaza. Irguiendose a toda su estatura, arroja el vestigio recogido entre las cenizas, catapultandolo con ayuda del pulgar, como si se tratase de una moneda lanza al aire, en dirección al pecho de la muchacha.

Acto seguido, ladra unas palabras a sus hermanos de armas:

-"Danny, toma lo que necesites. Luigi, ya sabes que es lo que quiero de tí. Señor Koldolak, si deseas ayudarnos... Ductus, ¿alguna orden especifica?"

 Una explosion, no se como es posible que pase esto...en nuestro territorio, en nuestro hogar, tan cerca del amanecer. 

Nuestra agradable conversación se ve precipitada y violentamente interrumpida. Lo primero en que pienso es en Él, mi odiado hermano, en la amenaza que supone, en la posibilidad que ya barajara de que tratase de atentar contra mi no-vida ¿sí? Pero entonces pienso en el sol, ya tan cercano ¿Quién organizaría un atentado con tan escaso margen? Un cainita no, desde luego...

Mis garras se clavan en los reposabrazos de mi asiento, recordándome las recientes novedades que tratan de sanarse aún en mis manos. Novedades previstas para nadar, no para combatir. Sin embargo, aún tengo extremos afilados en mis manos. Con el apoyo de mis hermanos, aún puedo ser un adversario digno.

El Gangrel me pregunta si deseo acompañarles. ¡¡Por supuesto que lo deseo!! Este es nuestro hogar, y no permitiré que sea mancillado. No por segunda vez. Ya abandoné uno, porque estaba solo y me era imposible permanecer en él por más tiempo. Ahora las cosas han cambiado. Me pongo en pie y me dispongo a unirme a la partida de caza, cuando mi Ductus me encomienda tareas diferentes. Proteger el refugio, cuidar de la Parroquia. En mi fuero interno reniego de tales tareas menores, ¿sí? quiero estar junto a ella en la batalla, cuidar sus espaldas, ser el silencioso asesino y la enorme bestia. Y, cuando todo acabe, el despiadado torturador que arranque justas confesiones. Pero me mantengo firme, asintiendo gravemente a las tareas asignadas. Proteger el castillo para mis hermanos, como no protegí el mío propio en soledad. Bien, para cualquier intruso seré silencioso asesino, enorme bestia, despiadado torturador.

Quizás mis hermanos me traigan algo con lo que ser esto último igualmente...

• No olvidéis traer regalos a los pequeños que no pueden salir a jugar ¿sí?

Río ante mi broma, especulando con el sinfín de posibilidades que me depararía un especímen vivo...

- La noche ha sido flojilla, pero he averiguado alguna información que nos podrá ser... - No digo más.

No tiene tiempo, pues una explosión me interrumpe.

- ¡Pero qué coño...!

De todas formas, la noche no había sido gran cosa, y ya habría tiempo de hablar sobre ella.

Levantándose y saliendo del espacio común, escucho a Hunter empezar a repartir órdenes

- Para una puta vez que me alejo de "mi niña" - haciéndole caso recojo mi colt y mis cuchillos.

Antes de llegar de nuevo con todos, escucho a nuestra ductus dar instrucciones de cómo actuar. Lo que hace que no tenga ni que pararme en la puerta.

No espero a Hunter. No hace falta, sé que como yo, cumplirá las órdenes de nuestro ductus, y en breve lo tendré a mi lado, o, si me despisto, delante.

Sonrío al escuchar aún a nuestro "cieguito" particular. ¿Tal vez sería lo primero que le gustaría hacer al desgraciado que haya osado a interrumpir nuestra tranquilidad.

¿Será a nosotros a quien quiera que haya organizado esto quería encontrar? Lo quiera o no, lo hará, así que tampoco hay que darle más vueltas de las necesarias.

La onda sonora generada por la explosion alcanza mis muertos timpanos como una sonata celestial. La sangre fria de mis venas, a punto ha estado de hervir descontrolada en otro tipo de explosion, mas este altercado en las tardias horas del alba la ha devuelto ha su cauce habitual.

El refugio se alborota como la clase de un colegio cuando por la ventana empiezan a caer las primeras nieves de Noviembre.

La niña abandona rauda el refugio seguida por nuestros particulares mastines y las imperantes ordenes de la Ductus tratando de organizar esta repentina caceria.

- Me quiere a su lado... evidentemente no es un cumplido, sino una precaucion... no se fia de mi... no la culpo. -

Mi mirada se vuelve momentaneamente hacia el Tzimisce.

Mis ojos se entrecierran mientras mi mente recopila toda la valiosa informacion recibida durante la pasada noche. Sopeso las opciones, posibilidades, y cauces del destino que han sucedido y puede que sucedan, y el papel monitor que nuestro sacerdote parece haber jugado en todos y cada uno de ellos.

- Chasing shadows... A veces pienso que veo cosas donde no las hay... -

Aparto esos pensamientos de mi cabeza y me dirijo, paso ligero, junto a nuestra Ductus.

- A su entera disposicion, mi señora.-

Abriendo la puerta del refugio con mi mano izquierda, hago un gesto con mi brazo derecho invitando a Steff a pasar primero

Sales del refugio apresuradamente, sin esperar a los demás. Mientras otros hacen planes, tú eres impulsiva, instintiva. Más incluso que el bestial Hunter, el Gangrel, quien no parece capaz de seguir tu ritmo.

En el exterior se respira la bruma de la mañana, un resplandor rojizo que se recorta en el horizonte. El puerto sigue oscuro, tanto como lo permiten las múltiples farolas del lugar, aunque no tardas en detectar el fulgor de las llamas en la entrada del puerto, aproximadamente donde habíais visto el cuartel policial.

Llegas corriendo, con tu particular teatro de máscaras, como si no fueras más que una simple chiquilla haciendo algo de deporte. Cuando doblas la esquina corriendo, y ves la escena completa, te detienes estupefacta. Efectivamente, el local está en llamas, con las paredes reventadas desde dentro y escombros por todas partes. Frente al incendio, varios hombres de aspecto árabe sostienen armas de fuego alrededor de una camioneta llena de luces.

En cuanto apareces, uno de los hombres se gira en tu dirección, enfocándote con una linterna. Preparada para fingir no ser alguien importante, te sorprenden sus gritos en lengua árabe, una que comprendes muy bien:

• ¡¡Ahí!! -Le indica a sus compañeros- ¡¡Tal como el Amo dijo!! ¡¡El Señor es grande, acabad con ella!!

Varias linternas más se giran en tu dirección. Sin embargo, nadie dispara. Parecen dispuestos a hacerlo, cuando se oye una voz en el interior de la camioneta, el motor arranca y las ruedas comienzan a quemar neumático mientras derrapan antes de coger velocidad. En tu dirección, dispuesta a llevarte por delante.

Salís del refugio apresuradamente, tras los pasos de la impulsiva e impaciente Cagalli, la inmortal niña que parece dispuesta a meterse siempre en más líos de los que puede controlar.

En el exterior se respira la bruma de la mañana, un resplandor rojizo que se recorta en el horizonte. El puerto sigue oscuro, tanto como lo permiten las múltiples farolas del lugar, aunque no tardáis en detectar el fulgor de las llamas en la entrada del puerto, aproximadamente donde habíais visto el cuartel policial.

No llegáis al lugar, sin embargo, ya que antes de alcanzar la calle del puerto de donde surge el resplandor de las llamas, veis a Cagalli detenida en un cruce. Se oyen voces en la distancia, gritando en un dialecto que desconocéis. Parece árabe. Y de repente se ven luces, y se oye el motor de un vehículo y el derrapar de ruedas arrancando precipitadamente.

Las luces se acercan, y Cagalli parece su objetivo.

El refugio queda en silencio, en cuanto los demás hermanos salen a la carrera. El lugar es siniestro, sobre todo así, en soledad y con la incertidumbre flotando en el ambiente. Koldolak parece una estatua, permaneciendo completamente inmóvil con sus ojos clavados en la puerta entreabierta. Paola está mucho más nerviosa, pues se trata de una sirviente reclutada por sus aptitudes para los negocios y la sociedad, no para situaciones así. La mujer se aferra al brazo de su amo, temerosa, y lo agarra con más fuerza cuando la cabeza del Tzimisce se gira súbitamente, mirándoos con humor.

Al principio no comprendes sus motivos, pero pronto percibes el resplandor azulado en la puerta, una luz en movimiento que indica que alguien se acerca con una linterna. Una segunda luz indica que no es un visitante solitario. Koldolak comienza a caminar lentamente hacia atrás, en dirección a los contenedores, sin quitaros ojo mientras su sonrisa se amplía a la par que el estremecimiento de Paola.

Ya vienen...