Partida Rol por web

Cuando desenvolvieron la flecha notaron que de nuevo algo se movía bajo tierra... Pero esta vez no se abrió... la vibración continuó atravesando la finca, el lago, los escalones de piedra y finalmente llegando a la mansión y provocando una explosión de fuego en el piso de arriba. 

Los ojos de Mary Jane inundados de la llama que veía recordaron algo a Murron... 

- Hay que salir de aquí... Hay que preparar la carroza... cuando la casa se ponga a arder... 

El incendio hizo salir del salón tosiendo a Edwards en medio del humo que salía del interior de la casa. Podían verle fuera toser, sin saber qué hacer... 

- Edwards tiene que ayudarnos... Ya no puede seguir permaneciendo impasible... (1) 

Pero en ese momento el ser oscuro que estaba al lado de la verja río... y también las llamas empezaron a rodear el perímetro de las tierras, rodeándolas como en un muro de fuego... 

Mary Jane se giró hacia el demonio de la verja y les dijo: 

- Ese hombre malo quiere impedirnos escapar... No se lo permitiré. (2) 

El resto no sabía qué hacer... Harry estaba en la casa, atravesar de nuevo aquella finca suponía un peligro (3) pero si lograran trazar una estrategia entre todos tal vez pudieran hacer algo (4) 

Dougal no podía quitarse la imagen del perro con la cara de Jesse de la cabeza, casi ni podía cerrar los ojos. Miraba al infinito, bloqueado, andando en círculos dentro del quiosco mientras el resto de familiares comenzaban a hablar en el centro. No fue hasta que escuchó la risa del ser en la verja y la reacción de Mary Jane que frenó en seco. 

Mary Jane... ¿qué vas a hacer? - Dougal miró a la niña asustado. Quería enfrentarse a ese demonio ella sóla - ¿pero cómo? 
La niña le miró a los ojos con la misma mirada de hace unos días en el lago. Esa mirada que le dejó tan helado por dentro que la nieve que les rodeaba parecía calentar en contraste. Las palabras que le susurró su sobrina en el lago volvieron a sus oídos. 

- Tú ya sabes que soy especial ¿verdad? 

Y lo supo. Por alguna razón supo que era Mary Jane quien tenía que enfrentarse (2) a ese ser y estaba tranquilo con que lo hiciera. Insuflado de ánimo empezó a pensar en los demás frentes abiertos. 

Organicemonos..... Harold, Murron. Sois fuertes. Estad atentos a cualquier amenaza (3) cercana. Los dos juntos seréis invencibles. Elizabeth y Jeanne, deberíais ser vosotras quienes intenten convencer (1) a Edward de que pase a la acción. Y tú Meghan... - Meghan acababa de perder a Arthur y le parecía imposible que pudiera si quiera pensar en hacer nada más que sentarse a llorarle. Con los ojos llorosos Dougal se acercó a ella y le cogió de los hombros - Meghan, por Arthur, por Jesse, por Conrad... pensemos (4) juntos en cómo seguir. 

Sonaba como un plan. Todos en parejas, excepto la niña especial.

A Elizabeth no le dio mucho tiempo a comprender lo que estaba pasando. Solo notó la vibración y seguidamente oyó la explosión y la casa empezó a arder.

“Pero a mi casa la azotan los rayos, y un día se va a partir en dos”… de nuevo aquel poema en su cabeza…

Tras escuchar a Murron hablar sobre la carroza Elizabeth comenzó a arremangarse la falda. ¡He tenido una idea!. Hay que organizar un plan. Escuchó a Jeanne dirigirse a Edwards. Elizabeth ni siquiera le había visto, estaba demasiado ocupada en desarmar su vestido, ante la incomprensión de las miradas del resto. ¡Edward! ¡Tenemos que traerle con nosotros! ¡Es importante! ¡El tiene parte de las claves de esta mansión!

Tenemos que ir a las cocheras, coger esa carroza y encaminarnos con ella hasta la puerta de la finca, donde se encuentra Harry. Debemos lograr salir de Green Arrow y si es posible, lograr matarle antes de cruzar la puesta al exterior.

“Y yo no sabré dónde guarecerme, porque todas las puertas dan afuera del mundo”. Eso es lo que dijo Mary y quizá ahí esté la clave: lograr matar a Harry y escapar de aquí, porque Green Arrow es una puerta al otro lado y si seguimos aquí no lograremos salvarnos. ¡¡Tenemos que escapar!!.

Mientras hablaba por fin consiguió lo que quería. Sacó una de las ballenas del cancán de su falda. ¡¡Ya tenemos el arco!! ¡¡Y la flecha!!. Debemos descoser uno de los cordeles que rodean y embellecen las cortinas de la carroza antes de que se quemen!!. Quizá eso pueda funcionar como cuerda o tal vez se os ocurra otra cosa mejor… ¡¡Pensemos todos!!

Escuchó entonces a Mary Jeane decir:

-  Ese hombre malo quiere impedirnos escapar... No se lo permitiré

- Tú ya sabes que soy especial ¿verdad? 

Y todos lo entendieron... Por alguna extraña razón aquella niña sabía perfectamente cómo enfrentarse a aquello que el resto de adultos presentes, ni siquiera alcanzaban a percibir ni a comprender mínimamente.

Jeanne, ¿me acompañas a por Edward? Tenemos que traerlo con nosotros. Quizá de camino a las cocheras logremos hacer que nos acompañe.

​

Todo estaba pasando tan rápido que apenas estaban teniendo tiempo de pensar o recuperarse de la fatiga acumulada. Las manos le ardían con las palmas llenas de ampollas tras escavar a toda prisa para desenterrar la flecha que sujetaba en sus manos.

Cuando parecía que un rayo de esperanza iluminaba su futuro más cercano al disponer del arma que acabaría con su enemigo, la mansión estalló en llamas.

Su tía Elizabeth empezó a destrozar su vestido para fabricar un arco con el que disparar la flecha verde contra aquella criatura salida de las entrañas del infierno. Dudaba que cualquiera de ellos fuese capaz de apuntar y disparar con acierto aquella flecha… Lo más probable es que, si finalmente se veían con posibilidades de acabar con el señor de Mothcry, tendrían que hacerlo cara a cara.

Escuchó el plan de ir hacia las cocheras para tratar de escapar de los terrenos de Green Arrow utilizando una carroza y asintió dando a entender que estaba de acuerdo. Después se colocó junto a Murron, prácticamente no habían hablado nada desde que se conocieron ¿Hacía cuánto? ¿Días? ¿Meses? En aquella vorágine de muerte y horror el tiempo empezaba a antojársele relativo. Aún así, el serio y a veces arisco cochero le parecía una persona de fiar, en algunos aspectos le recordaba a su propio padre… Aquel pensamiento le provocó una punzada de dolor en las entrañas.

Mary Jane se dio la vuelta como si sus compañeros supervivientes no siguieran ya allí. Pero estaban. No solo ellos. También todos los demás. Mary Jane lo sabía. 

Lo había sabido todo el rato. 

Aquel demonio de la verja no era Harry. Pero le recordaba bien de otro incendio. El que acabó con su madre y con su abuela. Del que quiso advertir a su querida hermana, que ahora la echaba tanto de menos que se maldijo así misma por no tener ya alma con la que llorarla

- ¡Fuera de aquí! ¡Fuera!!- gritó enfrentándose a esa pesadilla que le ha acompañado siempre. 

Pero aquel demonio se río y al recordar su risa, Mary Jane tembló. ¿Cómo alguien podía reír cuando la carne ardía, cuando las madres se convertían en cenizas, cuando el fuego lo destruía todo? 

Y entre aquellas llamas también vio a su padre. Y su padre ahora también reía. 

Mary Jane se echó a llorar y antes de que pudiera hacer nada... estaba rodeada por el fuego. 

Entre las llamas se miró su vestido de princesa. ¿Cómo sería cuando empezara a arder? No le importaba el dolor pero no quería dejar de ser esa niña preciosa nunca... Qué lástima. 

Entonces vio a una mujer negra salir de las llamas. Iba con un vestido opulento y estrafalario y de la mano llevaba un niño. Un niño con el pelo revuelto y largo que se parecía a Johan Knight. Vestía un uniforme de colegio muy modesto. Pero la señora y el niño caminaban entre las llamas y Mary Jane les siguió. 

Antes de que se diera cuenta estafa fuera del cerco de las llamas. Más cerca que nunca del demonio horrible de la verja. 

Pero a eso no le tenía miedo. 

¡Fuera, fuera de aquí, sucia rata inmunda sirviente y esclava!

El Demonio se transformó en un ser de fuego gigantesco pero Mary Jane sabía que ya no le podía hacer nada. Sus ojos gélidos siguieron avanzando y como quien apaga una cerilla con dos dedos húmedos, agarró la llamarada y la extinguió... 

La casa seguía ardiendo pero ya no estaban rodeados de las llamas. Había cumplido su parte. 

Elizabeth actuaba movilizada por la rabia y el dolor que había ido acumulándose estos días y que deseaba por fin salir, materializarse en un acto: La venganza… La venganza por la muerte de su marido, de su padre, de su hermana, de su cuñado, de sus primos, de sus tíos y de los Alister, a quien ahora sabía ya como parte de su familia, parte de su pasado… ¡Demasiadas muertes ya!, pensó.

Sentía como si una fuerza la impulsara y la ayudara…. y entonces lo supo, ellos estaban allí, con ella guiándola… Su marido, su padre, su hermana…

Esperaba que Jeanne decidiera acompañarla en su intento de hablar con Edward. Por el momento se dirigió hasta éste para tratar de persuadirle de que les acompañase y, a ser posible, les ayudase a terminar con Harry. Ella sospechaba que su compañía podría serles de ayuda.El mayordomo parecía bloqueado y debían lograr movilizarle.

¡Edward! Te necesitamos!! Green Arrow se desintegra y Harry viene a por nosotros. Tenemos que intentar salvarnos y tu presencia es importante. Mi abuelo no te trajo aquí por nada. Tu tienes más importancia en todo esto de lo que nosotros, en nuestra ignorancia, hemos sabido darle estos días. Pero ahora ¡Te necesitamos!.

Seguidamente dejó el resto en manos de Jeanne. Su prima había dado a lo largo de estos días muestra de unas maravillosas dotes de persuasión y habilidad social. Sabía que ella lograría convencerle y sacarle de su bloqueo. Si no, lo seguiría intentando ella, pensó.

Supo que no volvería a verlo, que no tendría tiempo de decirle todo lo que le debía, todo lo que, ahora mismo, sabía que lo quería. Ya era demasiado tarde. Ya no había ocasión para nada.

Piers echó a correr hacia la casa y ella sintió como se alejaba de él, arrastrada por su hijo en dirección contraria. Se encontró corriendo junto a su prima Elisabeth y su hijo hacia el kiosko de música. Cuando llegaron allí y Harold la soltó, ella se volvió a mirar el camino que había recorrido, su mano en el pecho, esperando verlo aparecer corriendo en la lejanía, gritando victoria. Siempre lo había hecho, siempre había vuelto. Pero su corazón le decía que aquella vez era diferente.

Tras ella escuchaba los sonidos rítmicos de las palas cavando en la tierra, incansables y apurados por la urgencia.

Cuando vio llegar a Meghan, destrozada, entendió que ya no volverían a ver al pequeño Edward. Y la llegada de Dougal le confirmó lo que más temía. Se volvió a mirar a Harold, entre lágrimas, y este asintió. Ya no hacía falta correr a ayudar a su padre. Cogió aire, intentando respirar, justo cuando un grito de alegría hizo que mirara al agujero. Allí estaba, la maldita flecha. Tenían el arma para matar aquel sádico. Pero quien lo haría, Piers era el versado en lucha y ataque y....y ya no estaba.

Una explosión a sus espaldas le hizo dar un brinco y volverse hacia la casa que estallaba en llamas en aquel momento. Las palabras de Mary Jane la devolvieron a la realidad y desvió la mirada hacia la verja de entrada, dándose cuenta por primera vez de la presencia de aquel ser allí, impidiéndoles la salida. Y el muro de fuego que comenzó a levantarse rodeando todo el terreno de la mansión. Y a sus espaldas, en la casa Harry. Iba a por ellos, los iba a matar a todos.

No, a mi Harold no lo va a tocar...

-De acuerdo, tranquilidad. Tenemos que pensar. Estoy de acuerdo con tu idea prima. Pero tengo tres dudas-dijo mirando a Mary Jane que, en aquellos momentos, le parecía más lúcida que cualquiera de ellos-Ir hasta Edwards o hasta las cocheras parece fácil, pero estoy segura de que no va a ser así, no nos confiemos. ¿Conducir el carruaje? Murron sabe hacerlo a la perfección, ¿verdad, Murron? Dígame que sí... -miró a Murron un instante antes de continuar- Y, ya tenemos el arma, pero ¿quien la disparará? ¿quien lo intentará contra Harry? Según lo que hemos descubierto era un niño proveniente de las dos familias, Alistair y Knight, quien lo ha hecho otras veces, quizás sea cierto que solo funcione así. ¿Mary Jane, quizás? -dijo mirando a Murron de nuevo- Harold es solo mitad Knight... yo no soy Alistair hasta donde sé, claro, provengo de una familia... -le costó decirlo, pero a aquellas alturas ya no importaba lo más mínimo, se podría decir que muerto Piers ya ella no pertenecía tampoco a los Knight realmente-...provengo de una famila llana, pero no de una familia de sirvientes, y no había escuchado el apellido Alistair hasta que surgió todo el tema del abuelo. Tanto si conseguimos hacer el arco, como si no, tenemos que tener claro quien llevará la flecha y quien irá a por Harry. Si perdemos la flecha, será nuestra muerte, no nos lo podemos permitir.

Miró a Dougal con la esperanza de que él le diera forma al plan. Agarró la mano de Meghan, infundiéndole unos ánimos que ella no sentía realmente pero que sabía que la muchacha necesitaba en aquellos momentos y levantó su mirada hacia su prima al escucharla llamar al sirviente y reclamar su ayuda.

Si lograban llegar a las cocheras, podrían fabricar un arco con los cordeles de las cortinas de la carroza. El material de las ballenas del can-can del vestido era flexible y anudado de forma tensa aquel cordón a los extremos, podrían fabricar un arco.

Harold y Murron eran los más fuertes del grupo. De ellos dependería el plan final para tratar de acabar con Harry. Ellos decidirían cómo utilizar su físico y su fuerza, si querrían utilizar el arco, o quizá enfrentarse cuerpo a cuerpo.

Escuchó las palabras de su madre y volvió a asentir, no tenía palabras en aquel momento. Su cabeza daba vueltas mientras apretaba con fuerza la flecha que daba nombre a la mansión de sus antepasados. Volvió a mirar a Murron esperando que éste se decidiese a darle su apoyo, pero tenía esa mirada ausente del que ha perdido todo en poco tiempo y no sabía si reaccionaría a tiempo para ayudarle.

Cita:

Valiente, decidida, como si fuera mucho más adulta de lo que era.

Jeanne asintió a su prima, asintió a Harold. Y supo que, en algún lugar, Piers los estaría observando. ¿Aqui estaban luchando vivos contra muertos, no? En algún lugar, entre esta realidad y la otra, Piers intentaria ayudar a su hijo. Y ella aquí debía hacerlo igualmente.

Por Harold, por que vea un mañana.

Se volvió hacia Edwards, levantando la voz para que lo escuchara desde allí-Edwards, por favor, por nosotros, por todos vosotros. No somos dos familias diferentes, somos todos contra Harry, contra la casa. No hagas que la muerte de tu compañera, de tu amiga, en las profundidades de esta casa, sea en vano. Hicisteis un trato con la casa, pero ella lo ha roto. ¡Ayúdanos!. ¡Solo así lo conseguiremos!

Gritó como nunca lo había hecho. Necesitaba correr hacia él si este no reaccionaba, pero no se quería alejar de Harold, de los demás. Rezó para que Edwards entrara en razón, para que los quisiera ayudar.

-¡Edward! ¡Ayúdanos! ¡Es ahora o nunca! ¡Harry no tardará en venir a por nosotros!

En su mente, imaginó a Piers saliendo de la casa, agarrando al mayodormo y corriendo los dos hacia el grupo, intentando ayudarles. Lloró, sabiendo que eso era solo su imaginación y calló de rodillas sobre la hierba tapándose la cara con las manos.

-¡Edward!

Murron se desabrochó el cuello de la camisa, se quitó el corbatín y lo tiró al suelo. Las terribles pérdidas y el sofocante calor de las llamas casi no le dejaban respirar. Trataba de pensar mientras unos y otros hablaban aportando ideas y un plan que les permitiese salir con vida y, de paso, acabar con Harry. Al cochero, esto último le parecía imposible, aún teniendo la flecha verde. De hecho, salir con vida sería un milagro, pero aún con todo no estaba dispuesto a rendirse. Asintió a Dougal y se acercó a Harold.

-Vamos allá chico. Apliquemos un poco de furia inglesa y escocesa a esos demonios...-dijo tratando de infundir valor al joven y a sí mismo.

Entonces vio a Mary Jane hacer frente ella sola a aquel peligro que la envolvió en llamas. Le dio un vuelco el corazón dándola por muerta, pero extrañamente consiguió salir con vida y vencer a la criatura. Esa niña estaba llena de sorpresas. Las palabras que le dijo el día anterior se repitieron una vez más en la cabeza de Murron. Fue entonces cuando, precisamente, escuchó a Elizabeth y Jeanne hablar sobre el carruaje.

-Yo traeré ese carruaje, en cuanto me abra paso.