Partida Rol por web

De pronto una voz bastante gruesa resuena al otro lado de la puerta y se limita a hacer una única pregunta: ¿A dónde van?

Al ingresar a la casa, pueden ver varias cajas apiladas con distintos frascos en su interior los cuales pueden deducir que contienen pociones de diversa índole, frente a ustedes hay una puerta que posiblemente conduzca aun pasillo o quizá a otra habitación de la casa.

Sin embargo, algo que notan es una gran mancha de sangre en el suelo, como si recientemente alguien hubiera arrastrado un enorme trozo de carne en el suelo, la mancha es bastante larga y conduce a lo que parece ser una enorme congeladora, la cual está cerrada con un enorme candado.

Me acerco a la mancha en el suelo y la toco con el dedo

Sangre..

Señalo a Martina en dirección al frigorífico donde parece que llega el rastro de sangre y después señalo a la puerta tocándome los dos ojos. Me señalo a mi mismo y después al candado, esperando que entendiera lo que pretendía que hiciera ella y lo que pretendía hacer yo.

Me acerco al candado y utilizo mis artes para intentar abrirlo. Cierro los ojos antes de abrirlo y me concentro intentando detectar magia en aquel candado

Me encontraba oculto con los demás para no ser tomado por sorpresa pero fue un error mio por lo que saque mi Dessert Eagle esperando lo peor y la prepare para disparar de ser necesario, finalmente dije:

-Ohya, ¿que tenemos aquí?, ¿no te parece de mala educación preguntar a donde vamos pero no te muestras ni te presentas?.

Esto hacía para ganar tiempo mientras Roberto se preparaba también para atacar de ser necesario.

Asintiendo con la cabeza a Neo, quién se iba a ocupar de ver si podía abrir el candado del frigorífico. Martina se situó cerca de la puerta y cubriendo las espaldas de su compañero. Se mantuvo todo lo quieta que pudo y en silencio, tratando de escuchar cualquier movimiento y fijándose en si la puerta estaba cerrada con llave o se podía abrir. Aún si se pudiera abrir, no lo haría por el momento, hasta esperar a su acompañante.

Por otro lado, a sabiendas de que sus camaradas estaban llamando a la puerta por el otro extremo de la vivienda, si se desataba el caos tendría que ir rauda a prestarles ayuda.

Váyanse al drmonio, no tengo nada que hablar con ustedes, será mejor que se larguen antes que les parta la cabeza. - responde mientras un golpe aeco se escucha al otro lado de la puerta.

Sea lo que sea que produjo aquel sonido, está claro que se trata de un objeto muy pesado.

Neo intenta abrir el candado pero este se le resiste con fuerza, por lo que decide abandonar la tarea antes de empezar a hacer demasiado ruido.

Mientras tanto Martina, se aproxima a la puerta y antes de abrirla, nota que frente a la misma hay colgada una campana de viento que podría delatar su posición.

Retirar la misma no resulta para nada difícil, por lo que ahora tienen pase libre a la cocina.

Frente a ustedes hay una puerta batiente y a su derecha una cocina completamente equipada.

Roberto se encogió de hombros y miro a Max.

-Bueno, supongo que esa es la señal de que debemos entrar. Dijo con una gran sonrisa de confianza mientras cogía su escudo y el martillo de guerra, dispuesto a cargar contra la puerta y lo que hubiera detrás de ella.

-¿Ha oído usted hablar de nuestro señor de la luz? Dijo mientras pateaba la puerta.

Viendo que su camarada nada puede hacer por el momento por abrir ese candado, Martina se centra en lo principal, seguir adentrándose en la casa. La puerta estaba cerrada con un candado y nada saldría de allí por ahora, así que dejar fuera de combate al osgo y sus secuaces goblins.

Tras retirar la campanilla para no ser detectados, realizó un ademán con la mano, invitando a Neo a que se acercase a donde estaba la clérigo, para que desde su posición pueda ver la cocina y la puerta batiente. Una vez junto a ella, le señaló con la mano a la puerta batiente, antes de hablarle en voz baja.

- Si tenían una campanilla en la puerta es por algo... Ahora entraremos y si están ahí los sorprenderemos. Prepárate... - Dijo, mientras sostenía su arma y el escudo, en voz baja.

Me acerqué donde estaba Martina y me agazapé junto a ella. Asentí lentamente con la cabeza mientras sacaba el arma de fuego que llevaba escondida detrás, en la espalda y la cargué silenciosamente. En aquel silencio, el imperceptible *click* de la corredera cargando el arma, sonó como si lo hubiera gritado en voz alta.

Asentí con la cabeza para indicar que estaba preparado para abrir la puerta batiente. Me coloqué a uno de los lados, para abrirla con una mano y que Martina entrara.

Te sigo - dije moviendo los labios.

Cuando abren la puerta batiente, esta resuena un poco sin embargo, el ruido de la puerta es cubierto por un tremendo golpazo que proviene de la puerta principal y resuena en toda la instancia.

El osgo, en su forma natural está frente a la puerta sosteniendo un pesado martillo de demolición mientras asume su posición de combate retrocediendo un par de pasos.

De pronto escuchas el susurro de un par de voces chillonas y un arma que se rastrilla, al parecer el osgo no estaba solo y sus refuerzos venían hacia la sala.

La madera cruje con un potente estruendo que, sin lugar a dudas podría atraer la atención de los vecinos, es evidente que esa puerta no va a resistir otro golpe como ese.

Te crees mucho no, pequeño hombrecito, venga entra que aquí te espero para convertir tu cráneo en en una pulpa. 

Vas a ver como nos vamos a divertir. - resuena la voz del osgo con fuerza.

Roberto simplemente sonrió, seguro de sí mismo.

-Torres más altas han caído a mis pies.

En realidad era mentira, hasta ahora simplemente había practicado en la academia, era su primera misión, pero eso aquel tío no lo sabía, así que se podía permitir la fanfarronada.

El cocinero, pues no se había pasado la vida estudiando como para renunciar a su título de la noche a la mañana, sabía que se les había pedido cierta discreción, pero lo cierto es que estaba bastante “encendido” por la situación, así que no fue muy consciente de que quizás, derribar una puerta a patadas, no era lo que la gente por lo general entendía por discreción, de hecho, estaba tan emocionado por el combate que hasta olvido sacar el escudo de la funda que portaba en la espalda. Su interés era acabar con el mal que ahí yacía, y en eso se centró.

Vio que la puerta crujió bajo su golpe, así que, ya que aquel ser no estaba dispuesto a dejarle entrar por las buenas, volvería a intentar patearla.

Mientras Roberto llamaba la atención me aleje un poco pero no demasiado lo suficiente para no obstaculizar si se iba a trenzar a pelear contra aquello.

Por lo que suspirando calcule la distancia entre el posible enemigo y Roberto por lo que a continuación hice como si estuviese dirigiendo una orquesta invisible y en uno de mis movimientos de manos indique a los pies del posible enemigo pero en realidad era un truco solo esperaba que diese resultado.

Ahora mismo lo único que importaba era acabar con el rápidamente ,no con ello significaba que iba a matarlo sino que lo capturásemos y lo interrogáramos luego.

La puerta se rompe y el osgo los observa sosteniendo un enorme y pesado martillo de demolición, y los observa con  rabia.

Bien idiota, ya maté a tres hoy, dos más no harán mucha diferencia, vengan, a ver que tan fuertes se  creen que son. - dice el osgo mientras avanza hacia a ustedes, pasando sobre el charco de grasa creado por Maximiliano sin resbalrse.

¿Y bien bocazas no que me ibas a tumbar, a qué estás esperando? - pregunta el osgo mientras levanta el martillo y descarga un potente golpe sobre Roberto, el cual impacta justo frente al cocinero destrozando el suelo.

No te muevas gusano que quiero aplastarte rápido.

Roberto sonrió emocionado por el inminente combate.

-Bueno, ya tengo una confesión, así que no pienso tener compasión alguna.

Dijo furioso.

-Mi compañero quería capturarte e interrogarte, pero me temo que yo soy menos... comunicativo, me conformare con abrirte la cabeza, y si sobrevives, ya veremos que seguirá.

El cocinero no parecía amedrentarse por el tamaño ni la fuerza del osgo, todo eso daba igual pues el luchaba del lado de los buenos y le protegería su diosa en caso de necesitarlo.

Cogió el martillo equilibrando su peso, dispuesto a lanzarse contra aquella criatura y golpearle con todo lo que tenia.

Al notar que mi compañero Roberto era mas músculos que cerebro no me quedo otra mas que prepararme para el combate.

Así que a continuación comencé a concentrarme para sentir la energía arcana recorrer mi cuerpo, iba a lanzar un nuevo hechizo pero como si fuese un juego rpg con buenos gráficos tendría un pequeño lapso para lanzarlo mientras lo casteaba.

Así que abrí mis ojos y en japonés comencé a recitar el hechizo que lanzaría.