Partida Rol por web

Según fueron entrando los alumnos en el aula, ante la presencia de una Kaitlin más que perfecta, muchos se pararon al contemplarla, otros se tropezaron y otros tanto sonrieron antes de correr a sentarse en primera fila.

En cuanto a Leonard... más bien todos se fijaron en su novia.

Intrigados, los alumnos de quinto tomaron asiento y quedaron en silencio al momento, prestando atención más a Kaitlin que incluso al profesor Longbottom que no dudó en empezar a hablar sintiéndose bastante más apoyado que en vuestra clase.

- Buenos días. Soy el profesor Longbottom y hoy contamos con la presencia de Leonard O'Connor y Kaitlin O'Hare, prefectos de Gryffindor. He creído oportuno, ya que este año tenéis que enfrentaros a los TIMO, que veais cuan importante es estudiar y obtener las mejores notas. Comenzarán realizando tres hechizos: Depulso, Reducto y Bombarda. Y más tarde terminaremos con una práctica que seguro que os encantará.- se hizo a un lado, dejándoos espacio- Adelante chicos. Podéis centrar el objetivo en esas dos mesas vacías.

Leo puso los ojos en blanco, cuando estaba apoyado en la mesa del profesor y vio que Kaitlin estaba llamando más la atención que el mismo profesor. Lo cierto era que, hasta él, estaba más pendiente de ella que del profesor. Aunque eso era algo que solía pasar habitualmente.

No fue hasta que escucho su apellido, que volvió la vista hacia Neville. Que lo llamara por su nombre completo lo descolocaba, acostumbrado a que hasta los profesores utilicen el diminutivo para referirse a él. Alzó la mano, saludando a los presentes con una media sonrisa, amable y con cierta picardía. Bien, como ha dicho el Profesor Longbottom, yo soy Leonard O'Connor, prefecto de Gryffindor, pero podéis llamarme Leo. 

Haremos unos pequeños ejemplos sobre algunos de los conjuros mas útiles. Echo un rápido visitado a las dos mesas que el profesor había propuesto como objetivos. Atentos. Pidió, sacando la varita, y jugando con la varita entre los dedos durante un segundo, mientras pensaba el mejor régimen de actuación.

Al par de segundos, lo tuvo claro, y extendió el brazo hacia una de las mesa. ¡DEPULSO! Alzó la voz, alzando la varita en dirección al fondo de la habitación, pasando por encima de los alumnos, y cuando la mesa fue a tocar suelo, junto la puerta del fondo, Leo giró sobre sí mismo, volviendo a estirar el brazo hacia la puerta, y apuntando a la mesa, a punto de caer al suelo. ¡REDUCTO! Alzó la voz, y el gesto vino acompañado de un gesto con la mano, con fuerza, lanzando un rayo contra la mesa, convirtiéndola en polvo antes de llegar al suelo.

No esperó más, y sin dejar tiempo entre conjuro y conjuro, giro sobre sus propios pies, pivotando en su posición hacia la segunda mesa. ¡BOMBARDA! Alzó una vez más la voz, señalando la mesa, haciéndola estallar con una pequeña explosión. Volvió a jugar con la varita entre los dedos de la mano, y guardó la varita.

Eso es todo. Sentenció, volviendo a dibujar esa característica sonrisa, mientras retrocedía un paso, dejando a Kaitlin actuar ahora. Todo suyo, señorita O'Hare.

Observo perplejo la quaffle que tengo entre mis manos. Estaba convencido de que no la había cogido. Había estado tan cerca de perderla...Menos mal que Laura no se ha dado cuenta. Sacudiéndome la tontería de la cabeza, monto en la escoba y asciendo hasta colocarme a una distancia prudencial de los aros. 

- Momento de engrasar los engranajes. Por favor, brazo, no me falles...- musito con los ojos semicerrados en una expresión concentrada al tiempo que echo mi mano derecha, que sostiene la quaffle, hacia atrás, preparándome para el lanzamiento. 

Observo a Laura durante unos instantes, admirando esa calma que parece invadirla en todo momento, su habilidad de mantenerse perfecta, e incluso elegante, como si en lugar de estar practicando un deporte estuviese en medio de un baile de gala. Sin quitar la mirada de ella, dejo que la quaffle vuele en su dirección. Sin embargo, comienza a caer unos metros antes de alcanzar su posición. Frunzo levemente el ceño pero no dejo que el pobre lanzamiento ensombrezca mi ánimo. Era de esperar, después de todo un verano sin apenas tocar una escoba, mas que para barrer el suelo de la librería.

- ¿Las pruebas? Sí, creo que iré. Me gustaría ver quiénes son los nuevos aspirantes. ¿Ya sabes cuántos piensan hacerla?- le pregunto, mientras recupero la quaffle que me lanza Laura. 

En el segundo intento, soy más afortunado y al ver como la quaffle aterriza a la perfección en las manos de Laura, permito que mis labios se ensanchen en una amplia sonrisa, que le dedico acompañándola de un guiño. Mucho mejor. Esto ya me va gustando un poco más. 

 La emoción por el reciente éxito me lleva a precipitarme en mi último lanzamiento, que de nuevo erra el objetivo. Me encojo de hombros, quitándole importancia al hecho de haber fallado 2 de 3 o, al menos, disimulando la ligera vergüenza que me ha sobrevenido por el hecho de que Laura haya sido testigo de esos fracasos. 

- Está claro que el verano me ha pasado factura -comento, adoptando una mirada inocente para paliar el ánimo de Laura, si es que éste se ha visto alterado. 

Sin saber cómo muy bien, seguramente memoria muscular o la inercia de haber recorrido ese camino mil veces (ya que mi cabeza estaba demasiado ocupada y confusa pensando en la tontería que había hecho un minuto antes), llegamos a la biblioteca para encontrarla casi vacía. Saludé con un gesto de la cabeza a Sean, pues le veía amenudo en este lugar, y me senté en una mesa vacía. 

Cuándo Duncan se sentó a mi lado no me dio tiempo a ponerme nerviosa, ya que sacó los libros y se puso manos a la obra. Y yo, en la biblioteca y con libros delante, era la persona más segura de sí misma en todo el mundo. 

- A ver...¿puedo? - dije cogiendo uno de sus pergaminos en blanco y mojando una pluma en tinta. - Lo rpimero que me viene a la mente es la diferencia más importante, y es la voluntad de transformación. - empecé a decir mientras dibujaba un esquema con palabras claves. Los esquemas me parecían lo más efectivo del mundo a la hora de entender conceptos y estudiarlos, no podía evitarlo. - Los licántropos no pueden controlar su transformación. En noches de luna llena su cuerpo se transforma lo deseen o no y se mantiene así hasta el amanecer. Por otro lado, los animagos eligen cuándo hacerlo, tanto transformarse en animal como volver a su forma humana. Del mismo modo, los licántropos pierden total control sobre su cuerpo y mente, normalmente volviéndose agresivos contra los magos o cualquier ser humano que se acerque. Los animagos, al contrario, son totalmente conscientes y controlan su cuerpo y mente al igual que cuando son humanos. La tercera diferencia más significativa - continué completamente concentrada en la tarea, incluso disfrutando, cosa que un estudiante normal seguramente no haría - es que la licantropía es considerada una enfermedad. El licántropo es infectado por otro en la misma condición que durante su transformación le muerde. El animago en cambio decide de manera consciente si desea serlo y se necesita mucho estudio y talento para conseguirlo. - Miré a Duncan entonces - Aunque seguro que tú ya sabías todo esto... - le dije avergonzándome un poco de haberme dejado llevar por el entusiasmo y haberle soltado un discurso tan largo, con esquema y todo.

La chica se detuvo ante los tres que la seguían, dirigiéndole una larga mirada a Jackie, impasible. Tras un rato de mantener los ojos clavados en los de su amiga, acabó por ceder, no apartando la mirada pero sí cabeceando en señal afirmativa.

- Tienes razón, lo lamento - no había disculpa en su tono pero eso era algo que nunca iban a escuchar, ya era mucho que lo hubiera puesto en palabras -. Estoy bien, gracias por acompañarme. Y por llevarme - añadió dirigiendo la vista a Zac, aunque sin sonrisa. Seguía contrariada por el hecho de que la hubiera llevado a cuestas, a pesar de que pudiera comprender el motivo e incluso sentirse halagada. Pasó un rato en silencio mientras seguía andando dirección a la Sala común, con un paso más lento -. Tu novio es un hijo de puta - acabó por decir con veneno en la voz, sin necesidad de mirar a Deirdre. Ese era un duro comentario proveniente de Carrie, que no acostumbraba a mantener el rencor hacia nadie el suficiente rato como para dedicarle semejante insulto.

Me preparé para llevar a cabo esa demostracion de la que nos habia hablado el profesor Longbottom. Sin embargo, en cuanto me di cuenta de que casi todos me miraban, prestándome incluso más atencion que al propio Longbottom, me sentí algo avergonzada. ¿Por qué me miraban? A lo mejor tenia algo en la cara o algo... Oh, Dios mio, con el pánico que tenia a hacer el ridiculo, seguro que me miraban por eso.

Observé a Leo, mientras comenzaba con la exhibicion, mientras con cierto disimulo me pasaba una mano por la cara, por si tenia la suerte de quitarme lo que quiera que tuviera en ella.  Y, cuando Leo acabó con su demostración, aplaudi, efusiva, sonriendo de oreja a oreja, orgullosa de él.

-Ha quedado usted maravillosamente, señor prefecto... -le susurré, cuando volvio a mi lado, dedicándole un guiño cariñoso. Y, a continuacion, aproveché la cercanía de Leo para añadir algo más- Oye, cariño, ¿tengo algo en la cara o algo? Es que no sé por qué me miran todos... - le dije, con cierto aire preocupado, justo antes de que fuera mi turno de conjurar.

Me coloqué ante la clase, varita en mano, y mi mirada se fijo en uno de los cojines que había en el asiento del profesor Longbottom. - ¡Depulso!- exclamé, haciendo que el cojín se alzara , dirigiéndolo hacia el centro de la clase, sobre las cabezas de los alumnos. Y fue justo en ese momento en el que el cojin los sobrevolaba, cuando lancé mi segundo conjuro, con una sonrisa divertida en los labios- ¡Bombarda! - dije entonces, en segundo lugar, adelantando el conjuro para que el efecto fuera más espectacular. Y es que el cojín estalló en el aire, haciendo que una lluvia de plumas cayera sobre los alumnos, como si de copos de navidad se tratara. Y, para rematar la faena, señale a uno de los maniquis de practica, mientras las ultimas plumas seguian cayendo aún- ¡Reductio! - exclamé por ultima vez. Y el muñeco se convirtió en polvo, en cuanto mi rayo impactó en él.

Satisfecha, sonrei, mirando primero a Leo, y luego al resto de la clase- Perdón por el jaleo, profesor Longbottom. No se preocupe, se lo dejaremos todo como estaba antes de irnos. - dije, de buen humor, sin borrar la sonrisa de mis labios.

Los alumnos parecen bastante impresionados ante vuestra habilidad mágica. Alguno incluso se ha echado hacia atrás en la silla al encontrarse demasiado cerca de los hechizos. Nadie dice nada pero todos están atentos. Incluso uno de los chicos empieza a aplaudir, aunque al no ser seguido por los demás para algo avergonzado.

- Estupendo. Y ahora, como última muestra de lo importante que es estudiar y trabajar, los dos prefectos realizarán un duelo usando tan solo expelliarmus y protego ya que son dos de los hechizos más importantes en lso exámenes y en la vida real.- Se va hacia el fondo de la clase dejándoos bastante espacio libre. Parece bastante contento con vuestra ayuda.- ¡Adelante!

Duncan miró a Eve unos momentos, como absorto en la chica según ella explicaba e iba haciendo el esquema en el pergamino. ¿Estaba atendiendo o  más bien pensaba en sus cosas?

Cuando ella le miraba cambiaba la dirección de su mirada y la fijaba en el pergamino unos momentos hasta que regresaba a poder observarla.

Tenías que haber dicho algo más, Duncan... ¿A qué tienes miedo?

Cuando terminó de hablar finalmente, Duncan asintió con la cabeza en señal de entendimiento.

- Sabía algo, pero no todo. Además tu esquema está genial. Podré presentarlo con una redacción más explicativa y extensa. Seguro que me gano el diez con Longbottom. - le dedicó una leve sonrisa antes de hacer una pregunta que llevaba rondándole por la cabeza durante todo el tiempon que Eve había estado hablando.- Si fueses un animago... ¿qué animal querrías ser?

- No sabes cuanto.- Deidre parecía realmente molesta. ¿Qué podía hacer? Lo suyo con Oliver cada vez iba a peor. Reaccionaba como un sucio Gryffindor, tonteaba con Lestrange y hacía el ridículo en clase. Pero luego la besaba y le exponía sus miedos y sus dudas. ¿Qué pesaba más? ¿Debería Deidre hacer caso finalmente a Carrie y abandonar al chico?- Pero si actúo como enfadada con él no podremos saber qué era eso que se trae entre manos su primo. No sé vosotras pero yo tengo intriga... Debe de ser algo gordo.

- No te preocupes, Kyle. Lo que se aprende una vez bien, no se olvida nunca. Venga, tres más.

Vuelve a pasarte el balón, concentrada en atrapar el balón que le lances.

- De momento sé que Eve Colleman quiere hacer la prueba. Luego tenemos dos de segundo que quieren ser bateadores, aunque solo tenemos una plaza para esa posición y necesitamos también un guardián. Creo que un par de nuestro curso se presentan. ¿Qué tal crees que lo hará Eve? La verdad es que no la veo mucho en plan activo, aunque quién sabe. Si Duncan la ayuda a entrenar seguro que al menos hace un buen papel. Y si no lo hiciera... entonces es que no tiene mucho arreglo. Espero que sepa aguantar las críticas. Además de que gente de equipos contrarios vendrán a poner presión.

Sonreí ante la amabilidad de Duncan. Seguro que sí sabía lo que había dicho, pues le había dicho las diferencias más gordas, pero aún así actuaba con humildad y me quitaba de mi posición de vergüenza. Cada día me sorprendía un poquito más... ¿Cómo iba así a mantenerme en mi decisión de olvidarle? Me había convencido a base de puro razonamiento durante el verano que lo mío con Duncan no podía ser. El era tan guapo, listo, popular... Miles de chicas se morían por sus huesos. ¿Por qué iba a escoger a la empollona por encima del resto? Sin embargo, en tan sólo un día de colegio, había derrumbado todas mis defensas y noté una punzada de dolor en el pecho.

Cómo si nada ocurriese, reí su comentario sobre el 10 por parte del profesor Longbottom y me sorprendió su pregunta.

- Oh, pues... Nunca lo había pensado, a decir verdad. - le dije mientras me golpeaba la barbilla con un dedo, pensando. Había tantos animales extraordinarios en el mundo... ¿cuál iría conmigo? - Tiene que ser un animal con el que me sienta identificada... - empecé a pensar en voz alta - Y también me gustaría que fuese volador, creo. Tener la libertad de volar sin necesidad de trucos de magia. ¿Un fénix es imposible, verdad? - dije riéndome. - Es broma, los fénix son miles de veces más increíbles que yo, más fuertes, más elegantes... Yo sería más bien un gorrión si fuese un pájaro. Alegre, pasa desapercibido, trabajador... 

Me quedo asombrado ante la facilidad y gracia con la que Laura recibe los tres lanzamientos. 

- Desde luego a tí el descanso estival no te ha afectado para nada.-  la felicito sonriente, con los ojos abiertos como platos. Agarro la quaffle que me acaba de devolver y se me ocurre retarle.- Veamos si ha sido sólo una cuestión de suerte.

Y sin decir más, le lanzo la quaffle que tengo entre las manos. Aunque algo carente de fuerza, la bola vuela hasta donde se encuentra Laura. Mientras espero a que me la devuelva, reflexiono sobre lo que ha dicho acerca de las pruebas. 

- ¿Eve se presenta?- arrugo un poco el entrecejo. No me había dicho nada. Pero la expresión de mosqueo dura poco en mi rostro, pues se ve sustituida por una media sonrisa divertida. 

- No creo que Duncan tenga problema alguno en ayudarla - comento, recordando la reciente necesidad de Duncan de estar cerca de Eve. - Aunque no sé si le ayudará a entrenar a quidditch precisamente...- prosigo, con un guiño cómplice, seguro de que Laura también ha notado este reciente cambio de actitud por parte del chico. Quizás Eve no sea tan mala. Al fin y al cabo fue ella la que sugirió lo del béisbol y parecía saber de lo que hablaba...- pienso, mientras preparo el siguiente lanzamiento. 

La segunda bola sale disparada a una velocidad increíblemente rápida directa a la cara de Laura, para desviarse en el último momento y desaparecer en la distancia. Encogiéndome de hombros, extrañado por lo que acaba de pasar, lanzo la tercera quaffle. Esta vez se podría decir que la fuerza e intensidad del lanzamiento han sido casi perfectas. Me quedo mirando al cielo, en espera de la quaffle perdida, mientras recabo algo más de información sobre los aspirantes al equipo.

- ¿Y dices que dos más de nuestro curso se presentan? - digo, con aire algo ausente- ¿conocidos?- Las únicas personas que me vienen a la mente que no formen parte del equipo son Sean, Aaron e Ian y a los dos primeros me cuesta bastante imaginármelos encima de una escoba. ¿Qué digo? Me cuesta imaginármelos practicando cualquier tipo de deporte. 

Luego arreglaremos los destrozos, Profesor, no se preocupe. Se disculpa, asintiendo con la cabeza, y encarandose hacia Kaitlin, asintiendo con la cabeza. Cuando quieras. Sonrió de medio lado, sacando su varita y poniendose en guardia, preparandose, aunque claramente mucho mas relajado y tranquilo que cuando se enfrentó a Carrow.

¡Expelliarmus! Alzó la voz, apuntando con la varita hacia Kaitlin.

Miré a Leo, asintiendo con la cabeza. Lo cierto es que no era lo mismo enfrentarme a él a solas, como soliamos hacer que alli, delante de todo el mundo, con todos aquellos adolescentes mirándome con aire bobalicón a saber por qué.

-Lista. - dije a Leo y, como de costumbre, él fue más rapido que ella. - ¡Pro...tego!- exclame, algo insegura, quizas por la presion del publico. O porque, a decir verdad, ahora que miraba a Leo, estaba con el guapo subido. No entendia por que no lo miraban a él... El caso es que su expelliarmus me dio de lleno, haciendo saltar la varita de mi mano.

-Jé.... pues vaya... - dije, con una sonrisilla algo avergonzada, mientras me agachaba a recogerla, preparada para la segunda ronda. Y guiñe un ojo a Leo, dándole a entender que todo estaba bien.

¿Estas bien? Su guiño quitó hierro al asunto, pero igualmente, se preocupó por ella. Pensó que quizas se habia pensado, y se aflojó la corbata, volviendo a encararse a ella, apuntandole con la varita. Bueno... ¿Lista? Tres... dos... uno...

Asentí ante las palabras de Leo, con una sonrisilla. Sin embargo, la sencillez con la que me habia desarmado la primera vez, hizo que mi inseguridad aumentara ahora. Como de costumbre, ese pánico total y absoluto que tenia a hacer el ridiculo hizo que, de repente, se me cogiera un pellizco en el estómago. Seguro que todos pensaban ahora que era una pardilla. Menuda imagen acababa de dar. Tenia que arreglarlo, como fuera.

Cogi aire, notando como de repente las manos comenzaban a sudarme, y como el corazón parecía salirseme del pecho.

Venga Kait, venga... tu puedes.

-¡Expelliarmus!- exclamé, apuntando a Leo, aunque en lugar de la seguridad con la que solia lanzar mis conjuros, esta vez la voz apenas me salio del cuerpo, temblorosa. Y el hechizo se extinguio, sin haber dado lugar siquiera a impactar en Leo.

Me preparé entonces para su ataque, con la cabeza dándome vueltas y ganas de salir corriendo de alli cuanto antes. Madre mía, estaba siendo patética.

-Protego... - susurré, sin ánimo alguno, viendo de nuevo como mi varita saltaba por los aires por segunda vez consecutiva.

-Bien hecho, Leo.. - le dije entonces, con una sonrisa, a pesar de todo. Estaba orgullosa de él.

...uno... Leo alzó la varita con intención de realizar su ataque cuando vio el movimiento de la varita de Kaitlin. Era una de esas manías, no perder de vista la varita del adversario, y no fiarse por los gestos de sus labios. Entrecerró los ojos, vendiendo así cualquier posibilidad de realizar el ataque de apertura, y giro sobre sí mismo, retrocediendo un paso y trazando un amplio arco de lado a lado, mientras alzaba la voz. ¡Protego!

El golpe de Kaitlin golpeo la barrera, suficientemente solida y suficientemente robusta como para resistir el golpe, sin desviarlo, simplemente, absorbiéndolo. Un protego propio de los que se explican en los libros y se ponen como ejemplo en las clases de Defensa contra las Artes Oscuras. Dio un paso adelante, mientras con la varita dibujó en el aire varios picos, como si estuviera contando, dando un tiempo prudencial a Kaitlin, o como si estuviera concentrándose en un solo golpe, lento, pero poderoso y certero. ¡Ex....pelliarmus! El último golpe de varita fue con diferencia, más contundente, apuntando a la pelirroja, exactamente, a su varita, que no tardo en volar por los aires, estirando la mano y recogiéndola en el aire. Bajó su propia varita, acercándose hasta la pelirroja, tendiéndole la varita. Lo has hecho muy bien, Kaitlin. Puso su mano en la espalda de ella, un gesto que acompañaba a sus palabras de aliento, a su mirada y su sonrisa aprobatoria.

¿Estás bien? Preguntó en un susurró, preocupado por si le había hecho daño, y miró al profesor, asintiendo con la cabeza, confirmando que habían terminado. Se apartó de Kaitlin, e hizo una reverencia, señalando así que el duelo había concluido.

Esbocé una diminuta sonrisa, recogiendo la varita que Leo me tendía, agradeciendo aquel gesto reconfortante por parte de él.

-Sí, estoy bien, tranquilo... - le dije, aunque le dediqué una mirada que decía a gritos "Sácame de aquí". Bueno, al menos habia sido Leo quien me habia derrotado. Eso me alegraba. Sin embargo, en mi interior, ahora mismo estaba luchando por que el pánico no se apoderara de mi. Y es que, a pesar de saber que Leo era un gran duelista y de que la mayoría de las veces que habíamos practicado me hubiera ganado, no llevaba muy bien eso de hacer el ridiculo en público.

Y mire tambien al profesor, mientras yo tambien realizaba aquella reverencia, esperando que nos diera su visto bueno, o que nos indicara si esperaba algo más de nosotros.
 

Escucho el discurso de Jack en silencio. No me sorprende su respuesta, aunque sí la extensión de ésta. Aun así, la sorpresa queda eclipsada por el placer que me provoca escuchar sus palabras.

- Y lo conseguiremos Jack, no lo dudes - el sonido sale de mi boca acompañado del golpe seco que mi mano provoca en su espalda. Durante unos segundos me quedo en silencio observándole, manteniendo la posición. Pero no digo nada. No tengo nada que decir. Su argumento ha sido más que suficiente.

Entonces, echo a andar hacia el exterior. Tengo demasiadas cosas que hacer... y en las que pensar. Por lo pronto, debo encontrar a Deidre y asegurarme de que Carrie no le ha envenenado contra mi. O, al menos, no lo ha hecho en exceso. Cuento con que, aunque sea minimamente, Jack interceda por mi con respecto a Jackie. En cuanto a Bolton, necesitaré armarme de paciencia pero no será un problema. Lo será Carrie. Y si quiero tenerla de mi lado, será mejor que me ponga con ella cuanto antes. No tengo tiempo que perder.

- Águila pescadora.-te corta de pronto.- Elegante, astuta, fuerte, inteligente y preciosa.- Enumera levantando un dedo de la mano por cada adjetivo y te sonríe a continuación antes de continuar con la conversación.- No creo que pases desapercibida, Eve.

Coge el pergamino escrito y juega con él a colocarlo paralelo al filo de la mesa algo pensativo. ¿Cómo seguir la conversación sin ponerse más explícito y sin dejarse llevar más?

Harás el ridículo, Duncan.

Vuelve a mirarte con simpatía.

- ¡Ahora dime! ¿Qué crees que me pegaría a mí?