Partida Rol por web

Tras la firma de las dos, el hombre recogió los papeles y envió un avión de papel volador como mensaje para sus compañeros.

- Ahora lo primero es ponerlas a salvo y también al testigo. ¿Sería posible que pudieran reunirse con él y estar unos días con él? Resulta más fácil, contando con el personal que tenemos, proteger a los implicados en conjunto que por separado. Una vez estén a salvo procederemos a la detención de David Lewis.

Ese cabrón presuntuoso... nunca me cayó bien. Pobre mujer y pobre hija. Por lo que deben de haber tenido que pasar durante diecisiete años.

Ante la pregunta de Kaitlin a Deirdre le sorprendió que se les hubiera ocurrido el mismo nombre. Supuso que no podía haber sido de otra manera. Y aún así, a pesar de la cara de sorpresa que tuvo que haber puesto inconscientemente ante la conexión con su hermana, decidió disimular un poco:

- Mira que eres poco original, Kaitlin. Está bien. Que le pongan ese nombre.

Morrigan:-Uy.

Deirdre:- ¿Ahora no me digas que a ti no te gusta, mamá?

Morrigan:- No es eso.

Melissa:- Mamá... ¿por qué sigo teniendo contracciones?

Morrigan:- Eso es porque viene otro.- comentó la señora O'Hare mirando la apertura de su hija con expresión sorprendida.

Deirdre:- ¿Qué... has dicho?

Melissa:- ¡¡Que viene otro!! ¡Inminente!

Deirdre, marigo de Mel, Morrigan:- ¡¡¡GEMELOS!!!

Desde el interior se escucharon gritos al unísono que provocaron que todos los sentados levantasen de un respingo:

Deirdre, marigo de Mel, Morrigan:- ¡¡¡GEMELOS!!!

Hermione sonrió de forma lo más disimulada posible ante el comentario de Eve. Estaba claro que pensó que quería quedarse a solas con Duncan y no sabía cómo decirlo. Divertida por la situación, estuvo a punto de decir que aún era pronto y que podían continuar, pero decidió no hacerlo. ¿Y si Eve se lo tomaba en serio y se veía obligada a quedarse? Por lo que iba sabiendo de ella, el deber estaba por encima de la propia diversión.

Hermione:- Sí. Tienes razón. Hoy creo que vienen a visitarme así que será mejor que me arregle un poco o estoy segura de que Ron bromeará con mi aspecto y el hecho de tener la biblioteca de Hogwarts de nuevo a mi disposición. Nos vemos más tarde.

Una última sonrisa y se marchó. Duncan se sentó, le dio un corto beso a Eve y no esperó más para contarle sus noticias:

Duncan:- Bien. Tengo las contraseñas de Slytherin y Gryffindor. ¿Por cuál quieres empezar?

Duncan:- Slytherin. Fijo.

La noche previa a la Navidad, los Carrow acudieron a la casa de los Price tal y como habían concertado, invitados por los propietarios de la casa, que parecían más que encantados por el hecho de que alguien como los Carrow, con tantísimo dinero, se hubieran interesado por una alianza con ellos.

A todos les constaba el hecho de que les había resultado imposible el matrimonio con Carrie Lewis, pero no les importaba para nada ser un segundo plato para los Carrow. Al fin y al cabo, con aquel matrimonio dejarían de lado el tener que perseguir cuan perritos falderos a los, para ellos, detestables Lewis.

En cuanto la puerta se abrió y Oliver asomó por el hall mientras el elfo doméstico les daba la bienvenida, una más que contenta Victoria se lanzó a los brazos de Oliver.

Victoria:- ¡Oliver!- era todo lo contrario en aquellos momentos que Carrie. Estaba efusiva, halagada y parecía una niña con zapatos nuevos.- ¡Me alegro que hayas venido! ¿Qué tal el trayecto hasta aquí?

El escenario no podía resultar más incómodo para un Kyle que no podía olvidar lo contenido en aquella nota y las pistas claras que le indicaban que su padre adoptivo le había encontrado. O, como poco, había esperado a que el chico terminase por regresar a su lado.

Por suerte, tras calles y más calles recorridas, logró entrar en la panadería y le dieron dos grandes bolsas llenas de bocadillos. Pagó y se marchó; No obstante, a mitad de camino pudo discernir el sonido de unas pisadas ajenas a las suyas. Iban escuchándose cada vez más cerca, como si provinieran desde el frente, hecho por el cual el chico tuvo que pararse, esperanzado por que la espesa niebla permitiese ver quién se aproximaba, aunque su corazón ya le estaba avisando de que no sería un encuentro agradable.

Al momento, apareció a varios metros de él, su peor pesadilla. El hombre con el que había convivido varios años, que le había hecho la vida imposible, se mostraba ante él con la misma sonrisa de triunfo, la expresión corporal de quien se cree superior pero con ropas desmadejadas, rotas y gastadas. Si bien, aquello no importaba en exceso en comparación con el hecho de que aquel hombre sostenía en su mano una varita.

- Cuanto tiempo sin vernos, Kyle. Sabía que regresarías a morir ante mí.

Esta vez el esfuerzo realizado para que su cara no cambiara no fue del todo exitoso, aunque la fugaz contracción de sus cejas resultara totalmente incomprensible para aquellos poco acostumbrados a leer en el rostro de Carrie. ¿Con unos muggles? ¿Aquel hombre le estaba sugiriendo pasar las Navidades con aquellos...aquellos?

Le quedaba un último recurso un tanto patético pero iba a utilizarlo antes de aceptar quedarse con los Sforza y convivir con aquellas personas que despertaban en ella sentimientos tan encontrados como desconocidos.

- ¿No podría...tal vez... - parpadeó un par de veces a la vez que bajaba la mirada con falsa timidez, lo mismo que su tono de voz, que disminuyó hasta hacerse casi ininteligible -... quedarme por aquí? - parecía vagamente esperanzada -. Los Sforza viven en Italia y yo...mi novio...Zac Bolton...es Navidad...

Sabía que si proponía quedarse con Jackie o con Deirdre su propuesta sería rechazada de inmediato pero los Bolton eran una familia poderosa a los que el Ministerio atribuiría la capacidad de protegerla. Lo que no sabía era si la familia de Zac aceptaría alojarla pero en realidad poco le importaba verse en la calle por su cuenta; confiaba en su capacidad de mantenerse a salvo, por lo menos durante los próximos días.

Me despedí de Hermione aliviada porque no hiciese preguntas o comentarios. Me alegraba de no tener que dar explicaciones así que pude sonreir.

Una vez Hermione desapareció y Duncan puso el tema sobre la mesa, le miré con una ceja enarcada.

- ​¿Es necesario preguntar? Nuestro primer sospechoso viste verde y no rojo.

Dejé recogido todo antes de levantarme y mirar a Duncan con una mirada que mezclaba nervios y culpabilidad por hacer algo "malo" con la emoción de tal vez encontrar algo. ¡Qué extraño era!

Estaba claro que aquel hombre conocía a los Bolton. Eran conocidos por toda la comunidad mágica y, aunque siempre daban un aire de exceso de superiorida, lo cierto es que el hombre les comprendía.

Si estuviera en su pellejo también miraría al mundo por encima.

No necesitó pensárselo mucho para dar una respuesta a la chica. Si era novia del primogénito de los Bolton, no tenía mucho más que añadir. Nadie se acercaría a la chica con ellos cerca.

- No veo que haya problema ninguno. Pero entonces ellos se comprometen a protegerte y, por tanto, todos nuestros efectivos se centrarán en la señora Lewis y en el testigo. Si está de acuerdo, no tengo nada que objetar.

A la madre de Carrie le hacía poca gracia tener que separarse de nuevo de su hija. Quería intentar protegerla junto a su familia, a quienes estaba deseando ver. Pero por encima de su hermano siempre estaría su pequeña.

Madre de Carrie:- No me gustaría separarme de ti en estos momentos, Carrie... pero ya eres adulta... solo... prométeme que me escribirás.

Aquel gesto dulcificó la expresión del trabajador.

Sin nada más que decir, ambos se encaminaron a las mazmorras, disimulando como una pareja de acaramelados en busca de penumbra. Hasta que, sin esfuerzo alguno, lograron entrar en la sala común de los Slytherin. El lugar era algo frío y carente de familiaridad. Era una sala grande rectangular, de paredes de piedra. Los asientos eran de un verde escarlata que destacaba sobre los colores oscuros del lugar algo mal iluminado. La única luz que volvía algo más cálido el lugar era la chimenea.

No había nadie allí, tal y como supusieron debido a la cena de Nochebuena y por ellos no tuvieron ningún inconveniente en subir a la habitación de Oliver Carrow. Su cama era la mejor preparada estratégicamente. Cerca de la ventana pero en el único lugar en que la luz tenue del exterior no alcanzaba la zona de la almohada.

Rebuscaron en sus cosas sin cuidado aparente, con los nervios de quien sabe que está en un lugar prohibido. Lo primero que les llamó la atención fue una carta. Era algo antigua y parecía haber sido doblada con esmero. Estaba fechada hacía casi un año, cuando Oliver estaba saliendo con Deirdre. En ella estaba escrito lo siguiente:

Oliver, yo... lo de anoche fue fantástico. Quería decírtelo porque, bueno, no sé qué me pasó, pero en parte me alegro. No soy una chica que caiga en redes de nadie tan fácilmente. O eso creo. Realmente no sé por qué te estoy escribiendo esto. Supongo que solo quería darte las gracias.

                                                                  Liliana  

Había otra carta en el interior, con la misma letra fechada un mes después de la anterior.

Desperté y ya no estabas. Espero haberte ayudado con lo que me pediste. La verdad es que el pago por ellas no hacía falta, pero bueno. Me tienes a tu disposición, aunque eso ya lo sabes.

                                                                                                Liliana.

En el mismo lugar bien rebuscado había otras dos, de la misma persona. La primera fechada un mes después de la anterior y la siguiente al día siguiente.

Tienes que dejar de hacerme esto. Yo... no creo que esté haciendo lo correcto contigo. ¡Estás con Deirdre! Realmente no sé lo que significo para ti. Yo no soy así, pero contigo caigo y caigo de nuevo. ¿Qué me has hecho, Oliver?

Sé que no quieres que te envíe notas, y por eso esta será la última. No creo que tengamos mucho más que decir a parte de lo que ya hemos hablado. Hoy casi me expulsan por lo de los filtros de amor... y la verdad... la verdad es que necesito verte. ¿Nos vemos donde siempre?

                                                     Lil

Duncan:- Vale, el tío no perdía el tiempo. Y pensar que Deirdre O'Hare me esté dando pena ahora mismo...

Siguieron rebuscando en sus cosas sin encontrar mucho más que fuera importante para su objetivo. Lo que sí estaba claro, por los trozos quemados de pergamino que encontraron durante la búsqueda, es que había cosas que Oliver no quería que nadie leyera o encontrase. La duda estaba, ¿serían más notas de amor secretas que revelasen más infidelidades o se trataría de algo más gordo?

Duncan:- Aquí no parece haber nada más. También querías investigar lo de Bolton, ¿no? Y piensa si quieres ver alguno más. Total, ya que estamos aquí... no encontraremos mejor ocasión.

Increíble. In-cre-í-ble. ¿Cómo se podía ser tan...cerdo? Y encima tener la cara de ir de míster perfecto. Ahora que por fin había visto la verdadera cara de Oliver no iba a engañarme. Menudo cabrón estaba hecho. Y Liliana, con lo buena chica que parecía... Ella no era culpable de nada, en mi opinión, ya que el único que debía ser fiel a alguien era Oliver pero me seguía sorprendiendo que hubiese stado en una relación así tanto tiempo sin hacer nada. ¿No se sentía mal escondiéndole eso a Deirdre, o peor, miedo de que lo descubriese? Oliver tendría que haber hecho algo co ella, seguro... Pero ese no era el tema.

- A mí me da pena, sin el casi. Ni siquiera Deirdre se merece que le hagan algo así... A mí me parecía que de verdad sentía algo por Oliver. - no encontrábamos nada de lo que buscábamos, así que asentí sobre Bolton. - Mira tú en las cosas de Zac y yo voy a ver en la habitación de las chicas. Y luego nos vamos antes de que alguien vuelva.

Me levanté y fui a buscar entre las chicas. Deirdre... tal vez. O tal vez Victoria, Carrie siempre la humillaba y tal vez... ¿podía ser alguien asi? ¿Alguien humillado que empezaba a odiar el mundo?

Asintió a las palabras del hombre con forzada expresión de azoramiento, como si hablar de aquello fuera una vergüenza para ella. Y sin embargo hubiera cesado con todo aquel teatro cuando su madre le pidió que le escribiera como si hubieran estado unidas durante toda su vida. - Te escribiré - prometió por contra, aún siendo una falsedad absoluta -. Tú disfruta de los tuyos después de tanto tiempo. Decidió que era mejor no añadir más para no desvelar sus pensamientos reales pero la única verdad era que no quería saber más nada de su familia.

Ya casi había olvidado mis temores tras haber conseguido llegar sin interrupciones no deseadas, aunque tras varias vueltas por las calles del vecindario, hasta la panadería. Camino por las calles, con una de las pesadas bolsas en cada mano- ¿Quién habría dicho que íbamos a ir tantos niños a la excursión?-, cuando empiezo a oír pasos a mi espalda. Al principio sigo mi camino, esperando que únicamente se trate de un aldeano que se ha decidido a dar una vuelta en este tiempo tan inhóspito. Al serme imposible distinguir al desconocido en la espesa niebla no puedo hacer más que parar y esperar a mi destino. 

Y ese destino no puede ser peor. A pocos metros frente a mí está él. El hombre que ha sido el protagonista de mis peores pesadillas y por culpa del cual viví en un infierno durante cinco años de mi vida. Recuerdos no gratos me asaltan de repente y me quedo congelado en el sitio durante unos instantes. Me veo en un lago, ahogándome, sintiendo que la vida se escapa de mis pulmones, viéndose sustituida por agua. De repente, lo único que veo son llamas, llamas alrededor de un edificio, el edificio que fue mi cárcel durante lo que a mí me pareció una eternidad. Sus palabras me sacan de mi ensoñación y levanto la vista para clavarla en la de él. 

- ¿Así es como das la bienvenida a tu hijo adoptivo? ¿Con amenazas? Qué cortés por tu parte.- digo, con la amargura tiñendo mi voz. 

Mientras hablo, me agacho ligeramente para apoyar ambas bolsas en el suelo, de modo que mi mano derecha quede cerca de mi espinilla derecha, donde tengo guardada la varita, por si tuviera que usarla. Mis ojos escanean el lugar, en busca de un lugar donde correr a esconderme si no pudiera acudir a mi varita lo suficientemente rápido. 

Duncan asintió y se fue hacia la habitación de los de séptimo en busca de las cosas de Zac Bolton, mientras que Eve iba en busca de las de las chicas.

Lo primero que hizo la chica fue ir directa a la zona de Deirdre, tal y como había tenido pensado. Abrió sus cajones y sus cosas, sin encontrarse nada que pudiera involucrarla en los ataques. Estaba limpia. Lo único que encontró fue una foto animada en la que salían Oliver y ella. Él quieto, sin sonreír, mientras ella depositaba un beso en su mejilla. Ahora estaba partida en cuatro partes y en una de ellas la fotografía se había decolorado a causa de lágrimas. En el mismo cajón, pero intacta, descansaba una fotografía de Darren O'Hare, su padre. En ella asentía, exhibiendo una medio sonrisa de orgullo y seguridad una y otra vez.

En la zona de Carrie no encontró absolutamente nada. La mayoría de las cosas se las había llevado y si acaso quedaron vestidos de los suyos, colgados y bien planchados. Carrie Lewis no escondía nada en aquel lugar.

Después Eve se dirigió a la habitación de las de quinto y se dirigió con andar seguro hacia la zona de Victoria, que se había dejado practicamente todas sus cosas allí. Incluído su diario. Viendo las últimas fechas, Victoria había escrito recientemente y a pesar de su servicio total hacia Carrie, no parecía tenerle mucho cariño:

¡La odio! Victoria por aquí... Victoria por allá... ¡Es insufrible! Se piensa que porque está en una escala social más alta que la mía puede mangonearme y ya no la aguanto más. Mataría al maldito conejo de no ser porque probablemente hasta le haría un favor. Te odio, Carrie. Pero las cosas cambiarán. ¡Estoy segura de ello! Me vengaré por todo lo que me estás haciendo sufrir. Algún día limpiarás tú la mierda que voy dejando.

Nada más había que pudiera servirle a Eve en su investigación sobre los ataques y los mortífagos. ¿Se habría equivocado con los Slytherin? ¿O sabían ocultar muy bien las pruebas?

En la sala común se encontraron de nuevo Duncan e Eve pero antes de hablar, Duncan la cogió de la mano y la llevó hasta la habitación de Zac Bolton.

Duncan:- No es que sea muy importante, pero es bastante raro y sorprendente. Sobretodo porque se trata del frío, creído sin escrúpulos de Zac Bolton. Mira.

Del cajón de la mesilla de Zac, Duncan sacó una fotografía. La chica apenas se movía, mirando fijamente a la persona que la observaba, se colocaba un mechón de pelo detrás de una oreja que poco tardaba en volver al lugar anterior y exhibía una mínima sonrisa. Aquella chica era Carrie Lewis.

Duncan:- Y eso no es todo. Por si fuera ya extraño de por sí...- Duncan le extendió un pergamino escrito a su novia. Era la letra de Zac Bolton, y ahí rezaba lo siguiente:

Yo, Zac Bolton, prefecto de la casa Slytherin y capitán del equipo de quidditch de la misma casa, cedo mi puesto como capitán del equipo a Carrie Lewis. Desde hoy ella se hará cargo del equipo.

                                                                                                   Bolton.

Duncan:- ¿Qué opinas de esto? ¿Y qué has encontrado tú?

Trabajador:- Bien. Entonces su madre se quedará aquí y desde aquí irán al lugar de destino. Puedes irte, pero deberás ir directa desde el ministerio, junto a tu novio. ¿De acuerdo? Aunque supongo que te habrá acompañado. No veo a los Bolton dejando de lado a nadie que les importe.-le sonrió, con intención de darle confianza.- Eso es todo. Ya volveremos a contactar. Gracias por confiar en el ministerio. Vuestra pesadilla se ha acabado.

Asintió con seriedad ante las palabras del empleado, sabiendo que había quedado como una tonta obnubilada por el amor al preferir quedarse con Zac que con su madre pero sin importarle demasiado lo que aquel hombre pensara; contra más ajeno fuera a sus motivos mejor.

Como última concesión a aquel absurdo teatrillo le dio un rápido e incómodo abrazo a su madre antes de alejarse del despacho con paso calmado. Hacía mucho que no estaba en el Ministerio así que aprovechó para observar lo que la rodeaba con curiosidad mientras avanzaba nuevamente hasta el atrio, al lugar donde el Ministerio se conectaba con la Red Flu.

Una leve sonrisa se coló en su expresión al hallarse frente a una chimenea, con los polvos flu deslizándose entre sus dedos. En realidad sería divertido ver cómo reaccionarían los padres de Zac al verla aparecer en lo que ella imaginaba que sería su salón.

Aún sin perder la tenue sonrisa echó los polvos con gesto brusco a las llamas y en cuanto se tornaron de un verde esmeralda avanzó un paso hacia ellos pronunciando la dirección de la casa de Zac.

Tras varios segundos de chimeneas y más chimeneas al final los pies de Carrie se posaron en suelo firme. Tras la inicial nube de humo, ante ella se presentó una estancia de lo más amplia, como dos habitaciones de su propia mansión, amuebladas de forma exquisita y muy pulcra. A sus pies escuchó el sonido de un cepillo y un recogedor. Un elfo doméstico estaba limpiando el estropicio de su llegada.

En el sillón marrón de enfrente había alguien sentado, leyendo el periódico con la pierna cruzada. Y la voz de un hombre se escuchó desde detrás:

- ¿Ya has llegado?

Al bajar el periódico y ver a la chica el hombre frunció el ceño levemente. Obviamente creía que se trataba de otra persona. Cerró el periódico y habló con voz normal.

- Carrie Lewis. Esperaba a otra persona, si te soy sincero. ¿A qué se debe esta visita?

La escena resultó intimidante pero por alguna razón no fue algo que le produjera inquietud, antes diversión que otra cosa. Se preguntó si conseguiría que en la cara de aquel hombre se colara una expresión de sorpresa ante su próxima declaración, como bien lo habían logrado sus palabras en más de una ocasión con el rostro de su hijo.

Sin duda aquel era un hombre al que podría temer pero estaba cansada de vagas inquietudes y tensión nerviosa así que le observó con seriedad antes de saludarle.

- Señor Bolton - no estaba de más ser respetuosa con el poderoso Bolton, eso lo tenía claro -. En realidad... esperaba asilo político por su parte - una sonrisa sarcástica se filtró en su expresión antes de añadir -: pero si no es posible me conformaré con poder hablar con su hijo.

Sonrió de manera macarra, desde la distancia.

- Creí que era lo que te gustaba. ¡Qué recuerdos...! Tú haciendo record mundial de aguantar la respiración bajo el agua, tú poniéndote moreno en medio del fuego... eras todo un temerario, Kyle... Supuse que te habías ido porque necesitabas más acción. Y aquí estoy, dispuesto a dártela. ¿Preparado?

Fui descuidado. Podía haber ido al ministerio y provocar mi inminente entrada en Azkaban. Ahora que le he encontrado puedo quitármelo de encima y vivir sin preocupaciones. Ya encontraré a otro chaval.

Alzó la varita. Kyle no tenía mayor escapatoria en aquellos momentos.

Su cara inexpresiva permaneció tal cual. Si bien el ceño dejó de estar tan fruncido. Parecía sopesar opciones sin importarle permanecer en silencio durante varios minutos. El elfo terminó de recoger y tras una nueva reverencia se esfumó.

Finalmente el hombre regresó al periódico, cruzando las piernas.

- No encuentro ningún problema en que te quedes. Pero supongo que mi hijo tiene la última palabra. Puedes encontrarle en su habitación. Rufus te llevará hasta allí.

Chasqueó los dedos y al momento un elfo doméstico apareció. Recibidas las órdenes por parte de su amo esperó a que la chica estuviera disponible para proceder a la guía.