Partida Rol por web

¿Gemelos?

Ni siquiera me habia repuesto del primer susto cuando ahí llegó el segundo. Cogi el niño de brazos de mi madre, dejándoles a todos campo abierto para que pudieran encargarse del segundo bebé.

-Oh, Dios mío... Dios mío... Son gemelos... ¡Gemelos! ¿Has oido eso, Darren? ¡Viene tu hermano! - exclamé,  con el bebé en brazos, envuelto en aquella toalla que acababa de tender a mi madre, aun cubierto de sangre y otros fluidos. Sin embargo, eso no pareció importarme. Estaba contenta, pese a la sorpresa, la incertidumbre y el nerviosismo por la situación- ¡Vamos, Mel! Un poquito más.... Tienes que empujar... Vamos... - animé entonces a mi hermana, esperando que aun le quedaran fuerzas para un ultimo esfuerzo.

A pesar de no ser yo quien estaba pariendo, habia que reconocer que no me habia sentido más agotada en mi vida. Entre las horas de espera, el cansancio, el esfuerzo de mi hermana, y mi esfuerzo mental... estaba colapsada.

Solo esperaba que el segundo bebé naciera igual de sano que el primero y sin problemas.

El corazón de Zac latía con muchísima intensidad y su instinto luchaba por comportarse de forma adecuada y no avalanzarse sobre Carrie con deseos de poseerla.

La situación le divertía pero al mismo tiempo le martirizaba. Era un ser humano, un chico joven con una chica guapa a la que quería delante, en una bañera y sin ropa. Sus fantasías no eran precisamente sobre qué tipo de té tomar a las cuatro.

- Si no he entrado aún es porque quiero advertirte.- no le importó que los dedos de la chica tocasen sus labios al hablar en voz baja, aún detrás de ella, mientras con sus manos acariciaba sus hombros y su nuca- Si entro en esta bañera, junto a ti, me convertiré en un auténtico depredador. ¿Sabes lo que eso significa?- dejó de acariciarla con una mano mientras metía la otra en el agua, al lado del cuerpo de la chica pero sin tocarla, con el fin de poder estar más cerca de su oído.- Significa que posiblemente podría aguantar el baño, pero después te cogería y de alguna manera u otra terminarías tumbada en mi cama. O, conociéndote, tumbándome tú a mí. Con lo que ello implicaría. Me tientas demasiado... ¿Estás segura de que quieres arriesgarte a que entre aquí?

Su mano se deslizó de vuelta al agua, turbada de un modo que no quería aceptar por las palabras de Zac, con su expresión tornándose seria por segundos al darse cuenta de que aquello, a pesar de estar camuflado de juego, no lo era. El problema era, en realidad, que se había pasado la vida rechazando lo que Zac le insinuaba y pensar en ello le producía demasiadas emociones encontradas: curiosidad, deseo, miedo, rechazo. Carrie no acostumbraba a experimentar la necesidad urgente de afrontar aquello que la repelía, pero tampoco era común que una misma cosa le generara sentimientos tan adversos.

Cogió la mano de Zac y la acarició, pensativa, sin darse cuenta de que llevaba más de un minuto callada y que las caricias de Zac en su espalda seguían. En realidad si lo pensaba aquel rechazo era a causa de su madre y ahora podía comprender mejor el por qué de sus acciones. Pero eso no lo hacía mejor. Seguía experimentando aquella misma sensación de repugnancia cada vez que pensar en sexo le sugería la imagen de su madre con un desconocido. Y aún así, lo anhelaba.

- Me siento capaz de pararte los pies, Zac -contestó con seriedad, sin rastro de su frialdad habitual -. Al fin y al cabo, de los dos soy la única que aún lleva la varita*. No me parece justo que tú me hayas visto desnuda y yo a ti no sin embargo la turbia escena de la cama tendrá que esperar a otro momento. ¿Acaso temes que te haga perder el control si entras conmigo?

Ni una pizca de decepción apareció en Zac ante la negativa de Carrie, al fin y al cabo sabía de sobra que era una chica que siempre le pondría las cosas difíciles. Y casi era mejor así, pues lo fácil a Zac siempre le había resultado extremadamente aburrido.

Sonrió ante las tardías palabas de la chica, aún por detrás y aún más cuando comentó lo de la varita, evitando el que podía ser el mejor comentario del día.

-Está bien. Tú lo has querido.- accedió. Veía muy posible que Carrie pudiera hechizarle si se pasaba de la raya, pero él no era así. Sería frío, distante, cruel con las personas ajenas... pero también era un mago de clase noble y sabía comportarse de forma adecuada y educada en cada situación. Y más aún si se trataba de Carrie. Le dio un corto beso en el hombro antes de colocarse de pie y caminar hacia la bañera*- Tras haberlo aclarado no creo que pierda el control al entrar, pero me tientas demasiado y lo peor es que eres plenamente consciente.- entró en la bañera, colocando los brazos en los bordes y echando la cabeza hacia atrás. Sin molestia ninguna le hizo lo que podía ser un gran piropo- Eres muy cruel, Carrie.

Se mojó la cabeza y abrió los ojos para mirarla. Desde la zona menos visible por causa del agua hasta sus ojos. Sonrió.

- Y guarda la varita anda. Creo que hoy no harán falta*.

Después de aquello el baño fue cuanto menos interesante. Carrie no desaprovechó la oportunidad de echar un vistazo y de, una vez aclarado el hecho de que no sucedería nada más, hacer que le lavara la espalda con el fin de tentarle un tanto. Por su parte, le obligó a colocar la cabeza en su hombro para lavarle el pelo, algo que disfrutó más de lo esperado al inicio, que lo había sugerido por simple curiosidad. En algunas ocasiones lo simple era motivo de felicidad, aunque supuso que Zac estaría disfrutando del lavado más por otros motivos que entraban en contacto directo con su espalda que por el aseo de su cabello en manos de Carrie*.

Finalmente el baño se acabó y pronto se encontraron de vuelta a la habitación, con Carrie envuelta en una gran toalla de color morado sentada en la cama de Zac mientras se peinaba el pelo con las manos.

- Creo que ahora me habías prometido un regalo.

Duncan sopesó las preguntas de Eve. Lo cierto es que confiaba en Carrie Lewis. Él sabía cosas de ella que ni siquiera sus amigas sabían y por ello intentaba encontrar aspectos que la pusieran realmente en el punto de mira.

- No sé... no creo que Zac sea uno de esos que caen en filtros de amor. Pero es verdad que eso de que deje la capitanía del quidditch, con lo creído que es, es muy raro. ¿Sería posible que Zac se hubiera enamorado sin más? Pero... nunca les hemos visto juntos y en la fiesta de Halloween le faltó tiempo para invitar a Deirdre y morrearse delante de todo el colegio.- odiaba admitirlo, pero siendo objetivo, no podía demostrar la inocencia en Carrie.- Supongo que tienes razón en que todo esto es muy raro y que mejor será que lo investiguemos. Si se tratase de filtro de amor, ya sabemos a quién acudir, aunque realmente un filtro puede hacerlo cualquier alumno de sexto o séptimo sin problemas... ¿Qué propones hacer entonces? ¿Investigarles cuando vuelvan? ¿Seguirles? ¿Interrogarles?

- ¿Cómo te crees que he sobrevivido todo este tiempo, muchacho? A estas alturas ya deberías suponer que soy bastante listo.- comentó ante su pregunta aunque lo cierto es que en su interior simplemente pensaba que había sido un gran golpe de suerte. Ahora podría deshacerse de Kyle y buscar nueva víctima sin ser encerrado en Azkaban.- Bonita floritura. Espero que te sirva de algo, muñeca.

Por suerte, el hechizo de Kyle había dado resultado. Gracias al cave inimicum, el chico sabía que de no poder esquivar uno de los ataques, el escudo recién creado le protegería.

John levantó la varita, dispuesto a batirse en un duelo sin compasión con Kyle. ¿Saldría Kyle vivo de aquella?

Más que satisfechos, los presentes asintieron con la cabeza. Sin duda era apuntar muy alto, pero ninguno dudó en ningún momento que el perfecto Oliver Carrow pudiera alcanzar tales metas.

Cuando Victoria escuchó la pregunta hacia ella, no pudo sentirse más sorprendida. Nunca había escuchado a Oliver preocuparse por ella y el caso es que le gustaba el modo en el que el chico se dirigía a ella. Todo estaba saliendo a pedir de boca, pero antes debía responder de forma exitosa aquella pregunta, cuya respuesta ignoraba.

- Me interesaría trabajar como ayudante de campaña.- peloteo máximo sin duda.- Y después poder ostentar un cargo importante en el ministerio. Aunque aún voy a quinto. Supongo que mis expectativas dependerán después de los TIMO de este año.

Leonard y el resto de chicos se asomaron por la puerta en ese instante, sonrientes y aliviados; sin embargo, su visión en aquellos momentos, de Mel aún abierta de piernas con las manos de Morrigan y de Albert cerca, provocaron que a la mayoría de los hermanos O'Hare se les cayera la sonrisa y pusieran cara de horror.

Ahora todas la familia iba a ser protagonista del nacimiento del segundo e inesperado hijo de Melissa, mientras esta daba los últimos empujones. Una cabecita fue saliendo mientras Deirdre pensaba que estaba traumatizándose de por vida. Un poquito más, mientras Patrick juró no tener hijos nunca para no hacer pasar a su mujer por aquello. Los hombros ya asomaban, y Darren O'Hare estaba pálido como la tiza. Ya había salido medio cuerpecito mientras Albert mantenía la cara de horror con los ojos como platos.

¡Y nació!

El niño lloró y a su lloro se unió el del pequeño Darren, en brazos de Kaitlin. Melissa sonrió finalmente, mientras Morrigan lo lavaba y Albert la felicitaba por el genial trabajo.

Mel:- Dime que no hay un tercero...

Albert:- No lo hay. Ya ha salido la placenta y todo.- miró entonces a sus hermanos y a Leonard en la puerta.- Venga, entrad. Conoced a vuestros sobrinos. Por cierto, Kait, Deirdre, ponedle nombre también a este.

Ninguno de los hermanos se movió de la puerta, paralizados y congelados, aunque en su interior muy contentos de que todo hubiera ido bien.

No se podía decir que no había disfrutado el baño a pesar de que Carrie se hubiera negado a lo que él había pensado principalmente, pero en general se sentía bien y había resultado una experiencia nueva que tampoco venía mal. Nunca antes se había bañado con una chica desnuda y ahora ya podía decir que lo había hecho.

Sonrió, con la toalla enrollada en su cintura mientras la observaba. Desde luego estaba realmente atractiva y de no ser por haber tenido la conversación anterior y porque no quería ser hechizado por la joven, ya se habría lanzado.

- Bien. En cuanto nos vistamos, nos vamos. No sé si te gustará, pero desde luego es algo que no todo el mundo tiene.

Se vistieron y se arreglaron un poco y al momento estaban fuera de la casa, sujetos de la mano. El chico la miró y le preguntó si estaba preparada para una desaparición más. Al momento se encontraban en plena montaña. Hacía bastante frío pero nada insoportable. Allí se encontraron con un hombre robusto que salía a su encuentro. Chocó la mano de Zac y se presentó a Carrie como Dylan.

Dylan:- Así que tú eres la dueña. Ven a conocerlo.

Los llevó hacia el interior de una casa de piedra maciza y allí les introdujo en una sala pequeña donde había un fuego y el ambiente estaba caldeado. Allí había también una pequeña criatura. Una criatura legendaria. ¡Un dragón!

Zac:- Es tuyo. Aún no tiene nombre y hace un mes que nació.

Si Zac esperaba con tanto misterio generar expectación en Carrie iba equivocado. La joven estaba tan acostumbrada a obtener lo que quería que más que estar intrigada por el regalo que tenía que hacerle el chico lo que quería era reivindicar lo que era suyo y hacer hincapié en cómo debían ser las cosas.

Se mostraba tranquila y reservada, a pesar de que el viento y el cabello húmedo no eran una buena combinación para mantenerla en calor. Sin embargo la presencia de una tercera persona la desconcertó. ¿Dueña? ¿Conocer? ¿Le habría regalado un leprechaun tras el accidente que causó la desgraciada muerte del suyo? No era exactamente lo que consideraba un regalo interesante pero como solía ser lo acostumbrado no mudó su expresión.

Y sin embargo su boca se abrió con sorpresa al ver que su regalo no era otra cosa que una cría de dragón. ¡Ni más ni menos! Su rostro se encendió con una sonrisa de genuina felicidad, no porque alguna vez hubiera deseado un dragón sino porque era en realidad un regalo único de los que sabía que rara vez se recibían. Zac había buscado algo que nadie más hubiera podido darle para regalárselo y era la extrañeza del presente lo que le otorgaba valor a sus ojos.

Dio una palmada infantil antes de agacharse ante el animal y acariciarle el hocico, totalmente inconsciente de que en unos meses aquel ser habría crecido una barbaridad, su aliento olería a cloaca y sería terriblemente peligroso como para que Carrie mostrara más interés en él que el de saber que seguía siendo la propietaria de un magnífico dragón.

- Te llamaré Escamas - musitó con su increíble originalidad a la hora de poner nombres y acariciando las susodichas.

Oliver asintió, aparentemente satisfecho con su respuesta; como si escucharle hablar de su futuro fuese una costumbre adquirida mucho tiempo atrás. Por supuesto, en su mundo estaban acostumbrados a actuar según las necesidades, viviendo en una 'realidad' maquillada.

- Tienes razón, habrá que ver los resultados. Aun así, estoy seguro de que saldrá todo perfecto  - A pesar de sus palabras, no dirigió a la joven Slytherin ninguna muestra de cariño física. Era suficiente para ella, y suficiente por el momento. Miró a todos los presentes, dedicándoles una sonrisa (y haciendo especial hincapié en la señora Prince). - ¿Les parece que continuemos? - Comentó, señalando hacia lo que intuía que era la sala donde habrían preparado una más que esmerada cena. Tenía hambre, y esa familia haría todo lo que estuviese en su mano para tener contento a Oliver Carrow. Su éxito en la élite mágica dependía de ello.

Zac estaba sonriente y orgulloso de que su regalo le hubiera gustado tanto a Carrie. Verla feliz era lo que mejor le hacía sentir en el mundo y por ello, viendo cómo acariaba al animal, cómo le ponía un nombre y observando su felicidad, se dio cuenta, sin poder hacer más que admitirlo, de que estaba profunda e irremediablemente, enamorado de ella.

El cuidador alzó las cejas, sopesando el nombre que la chica le había puesto. En un principio no le pareció muy original; sin embargo, al observar al animal, realmente pensó que aquel debía de ser su nombre.

Cuidador:- Me gusta, la verdad. Bueno, ya os conocéis. Solemos cuidarlos aquí, tal y como le dije a Zac. Hasta que se hacen más mayores. Es entonces cuando los llevamos a las montañas para que estén en comunidad. Lo que si te recomiendo es que vengas a verle a menudo. Aunque crezca y se haga un animal peligroso, él puede reconocerte. Ha habido casos espectaculares en los que los dragones terminan siendo unos buenos compañeros.

Zac:- ¿Te gusta entonces?
 

Fue asintiendo a todo lo que le dijo el cuidador sin escucharle de veras mientras probaba el filo de uno de los colmillos del animal. En aquel instante, acuclillada y con aquella amplia sonrisa en la cara que Zac no recordaba haberle visto nunca, parecía una niña de cinco años, quizás la misma niña que Carrie dejó atrás al darse cuenta de que vivía en un mundo de adultos, y no uno cualquiera sino en el de dos personas desequilibrada como eran sus padres.

- Sí, sí, me encanta - dijo entusiasmada mientras pinchaba el hocico del dragón con la uña de su índice, maravillándose de la dureza de las escamas.

Mientras jugaba con él se planteó la posibilidad de llevárselo a casa, pensando en lo adecuado que sería e ignorando cualquier cosa que le hubiera dicho el cuidador, pero pronto recordó que no tenía casa y que en caso de tenerla no tenía dinero para mantenerlo así que sería mejor que siguiera al cuidado de aquel hombre y bajo el mantenimiento de Zac.

Quedaba demostrado que Oliver no era quién decía ser y aunque ahora no cayese en una razón por la cuál quisiese hacer algo a Zac o Corrie, no le quitaba sospechas. Me era difícil pensar en porque la gente hacía cosas 'malas'. No entendía tampoco cuándo la gente decía que era por diversión. ¿Qué diversión encontraban en fastidiar y herir al resto del mundo? Definitivamente mi moral era demasiado recta para eso.

- No creo que interrgando saquemos nada, y Carrie y Oliver son complicados de seguir... Y además me da que Carrie no tiene nada que ver con esto. - me daba la sensación de que ella no sabía nada de lo de Zac. No veía para que le serviría a Carrie tener a Zac a sus pies y un equipo que dirigir, a nos que se tratase de alguno de sus juegos si sentido para mí. Ahí ya no sabía que hacer -  ¿tal vez si podríamos poner un ojo en Liliana? Podría informar a Kyle de nuestras sospechas, ya que me parece injusto que Liliana pueda estar jugando con él de todos modos, y que é se encargue sin levantar sospechas. ¿Qué te parece? Y a Zac... bueno, tal vez podría usar como excusa temas de prefectos, y luego aprovechar la posibilidad de que no le importe que una chica le preste atención para que baje un poco la guardia y me cuente algo. No sé si funcionará, pero no creo que haya muchas otras opciones.

Me frustraba haber invadido la privacidad de otros sin sacar nada en claro. Me sentía como una saqueadora de tumbas o algo así...

- ¿Crees que tenemos tiempo de ir a Gryffindor antes de que la cena termine? - l dudaba pero ya que estábamos quería intentar atar algunos cabos sueltos antes de que terminase la noche.

No solo fueron los hermanos O'Hare. Como si el único O'Connor de la sala fuera uno más de la familia de su novia, se dibujo en su cara el mismo gesto de horror y sorpresa ante la visión de su cuñada abierta de piernas, en pleno proceso del milagro de la vida. Podían haber muchas cosas bellas en el nacimiento de un niño. De dos niños. Pero aquella visión no era una de ellas, al menos, desde el punto de vista de un adolescente.

Y por lo visto en sus cuñados, en un post-adolescente, tampoco.

Con la boca abierta es como se quedó Leo. Algo más pálido de lo que ya era y con cierto gesto contradictorio, entre el horror y la curiosidad sobre que estaba pasando allí. Sobre cómo era un parto a tiempo real. En las películas aquello solía ser algo más limpio, rápido y perfecto.

En vivo la cosa cambiaba.

¿Y después de esto Kaitlin querrá niños?  Se preguntó. Joder, si son de Kaitlin, guay... pero si no... yo que sé, pasaría. ¿No hay métodos más fáciles y cómodos? Se preguntaba, sin poder cerrar la boca aún, ya que la mejor palabra que definía como estaba Leo en aquel momento era simple: Flipar.

Por suerte, cuando el niño salió y comenzó a llorar, el corazón de Leo volvió a latir. Desconocía en qué momento había dejado de sentir el corazón al ver aquella escena, pero ahora latía. Lanzando un largo suspiro, miró a sus cuñados, y se adelantó hasta Kaitlin, evitando mirar ahora a Mel por puro compromiso o vergüenza. - Felicidades Mel, son dos niños guapísimos. - Le dijo, con la mano al lado de la cara interponiéndola entre la línea de visión de su cuñada y ella.

- ¿Cómo ha ido? - Susurró a Kaitlin, Deirdre y Morrigan, vamos, a los que estaban cerca. - ¿Cómo... como se llaman? - Preguntó, mirando a las hermanas, a su suegra, y al marido de Mel. No, no miró a Mel, manteniendo la mano en alto hasta que la mujer estuviera en una posición más... cómoda.

Mi mirada se dirigió inmediatamente a la puerta cuando los chicos la abrieron, irrumpiendo en la habitación. Inmediatamente busqué a Leo con la mirada, con el rostro cubierto de lágrimas y aquel pequeño recién nacido entre mis brazos.

Escuché a mi hermano de fondo decir que debiamos poner también un nombre a aquel nuevo pequeño, sin embargo, mi mente ahora mismo solo podia centrarse en dos cosas: el alivio porque todo habia ido bien, y la felicidad por tener a aquellas dos pequeñas criaturas en el mundo.

-Leo... Miralo... Es precioso... Los dos lo son... - le dije, enseñándole al bebé entre mis brazos, mientras me sorbia los mocos, llorando aun a lagrima viva- Ha ido bien... todos están bien... - mi mirada se desvió entonces hasta mi hermana, a quien sonreir, dejándola descansar despues de todo aquel esfuerzo- Son tan pequeñitos... y tan perfectos... Que guapos son... - volvi a mirar a Leo, con una sonrisa estupida en el rostro, al parecer una de las pocas en la sala. Si, claro que me habia impresionado ver a mi hermana asi, pero tener ahora a aquel pequeño entre mis brazos, hizo que se me olvidara todo aquello, y que mi instinto maternal se activara más que nunca. Claro que queria seguir teniendo hijos. Muchos, a ser posible. Era tan maravillosa la criatura que sostenia...

Entonces me centré en la ultima pregunta de Leo, acariciando con cuidado la pequeña cabecita del bebe, pegandolo a mi pecho- Este es Darren. Y aquel es... -me detuve ahi, pensativa. Lo cierto es que no se me habia ocurrido ningun otro nombre para el segundo bebe. Solo contaba con que Mel tuviera uno, asi que aquello me habia cogido de improviso-. Sin embargo, mirar a Leo me hizo tener claro como quería que se llamara aquel niño - Shane. Me encantaría que se llamara Shane. - dije, pensando en el fallecido padre de Leo, sin estar siquiera segura de que cualquiera de los presentes supiera el porqué de haber escogido aquel nombre.

Y sonrei a Leo entonces, asintiendo ligeramente, esperando ver su reacción. Me parecia el mejor tributo que podriamos rendirle a aquellos que dieron su vida por nosotros.

Suelto un sonoro bufido ante su respuesta. Maldito prepotente. Pero, dejando a un lado el asco que me produce su actitud, en el fondo siento cierto alivio por saber que nadie me ha traicionado. Algo en su voz me dice que este encuentro ha sido puro fruto del azar. ¿Cuánto tiempo llevará mendigando en los alrededores del orfanato? No puedo dejar de notar la ironía en esa situación. La primera vez que me encontré con este hombre, también fue en los alrededores de el St Mary. ¿Qué tendrá que resulta tan atractivo para los mortífagos?

La solidez de la barrera protectora se nota en la atmósfera y me siento algo más seguro ahora que sé que no estoy completamente desprotegido. En ese momento, mi antiguo padre alza la varita en un gesto claramente ofensivo y guiado por un instinto de supervivencia (algo que siempre ha estado en mí, saliendo a la superficie en los momentos más duros de mi pasado) me sorprendo a mí mismo lanzando el primer ataque. 

- Desmaius- Un respingo justo en el momento que me vuelvo consciente de lo que estoy haciendo, hace que mi varita se mueva ligeramente y el hechizo falle por muy poquito. Con suerte, habré conseguido rozarle y paralizarle parcialmente. Aunque sea el brazo de la varita. O mejor, sus cuatro extremidades. 

Me quedo mirándole esperando su reacción. Por mi cabeza vuelan las palabras de un hechizo olvidado. Aquel que un día hizo explotar la casa de John en llamas. Ahora mismo, ser expulsado de Hogwarts ha pasado a segundo plano. Al fin y al cabo, a pesar de haber hecho grandes amistades y haber adquirido valiosos conocimientos, mi entrada ahí siempre había estado orientada a este momento. Me preparaba para enfrentarme a aquel hombre con aspecto de vagabundo que en estos instantes se erguía amenazante ante mí. Lo único peor a que John saliese vivo o en sus completas facultades de allí era que yo mismo acabase muerto o encerrado en Azkaban. Pero ya no había marcha atrás.

Aunque intentó defenderse del desmaius de Kyle, le resultó imposible y cuando quiso darse cuenta su pierna izquierda había cedido. ¡John Blackwell no podía moverse de allí! Pero sentado en el suelo, casi tumbado, el hombre no se rendiría.

- ¡Me las pagarás muchacho! ¡Avada Kedavra!

El rayo verde salió volando en dirección a Kyle. ¿Sería capaz de protegerse de él? ¿O el escudo hecho con el cave iminicum le protegería por esa vez?

En medio del momento, y ante el rayo verde, alguien más gritó a lo lejos:

???- ¡¡NO!!

- Misión cumplida entonces.

Zac parecía más que satisfecho por el trabajo realizado. Se acercó a Carrie y al dragón y también le acarició. El animal se dejaba querer e incluso emitía un pequeño gruñido que indicaba que le gustaban las caricias. No paraba de mirar a Carrie, como si hubiera entendido las palabras dichas por el cuidador. Y si ésta dejaba de acariciarle o tocarle sin más, acercaba la cabeza para recibir más atención.

Cuidador:- Lamento interrumpiros, pero tengo que irme a trabajar con el resto de dragones y debo cerrar aquí.Podéis quedaros cinco minutos más pero no olvidéis cerrar la puerta después o Escamas puede escaparse. ¿De acuerdo? Un placer haberte conocido, Carrie.

Tras una pequeña sonrisa amable se marchó por la puerta y tras ella desapareció.