Partida Rol por web

Carrie no dijo nada aunque debía admitir para sus adentros que la sorprendida era ella. No parecía asombrarse de que le pidiera para quedarse lo cual le hacía suponer que para un hombre de su poder e influencia la noticia de que acababa de denunciar a su padre era algo conocido. Obviamente, también podía ser que Zac se lo hubiera contado aunque aquello era algo que difícilmente entraba en el pensamiento de Carrie, cuya relación con sus padres nunca había llegado al término de hacerse confidencias o explicarse las cosas.

Sin más siguió al elfo doméstico, al cual no le dirigió más mirada que para esperar que la guiara hasta la habitación del chico. Aunque realmente aquella criatura hubiera tenido algún interés para ella no le hubiera prestado atención, tan absorta como estaba en los detalles de la casa que demostraban el evidente poder económico de los Bolton. Al igual que mi casa, aunque ahora mismo es sólo fachada, se recordó.

La visita, que no era tal, se acabó ante la puerta del chico, donde el elfo se esfumó, dejándola sola en el umbral de la habitación. Por una vez consideró que era decente anunciarse con un suave golpe en la puerta aunque no esperó a que el joven le diera permiso para entrar, ni siquiera espero a haber terminado el golpe para empezar a girar el picaporte y penetrar en la estancia en la que el joven estaba haciendo flexiones con una ropa un tanto ridícula que no le hacía menos atractivo.

- No, por favor, no te detengas por mí, es una imagen de lo más entretenida - anunció sólo entrar con malicia.

Zac alzó la cabeza, medio sonrió pero continuó.

- ¿Acaso crees que pararía por ti?

Hizo diez más a buen ritmo, como si acabara de empezar; no obstante, su cuerpo indicaba que llevaba bastante tiempo haciéndolo. Una vez terminó se levantó, cogió una toalla y se la pasó por la cabeza, revolviéndose más el pelo pero secándose el sudor antes de acercarse a Carrie.

- ¿A qué viene tal honor de tu visita? Creí que me dijiste que tenías cosas que hacer tú sola.

- ¿Te dije eso? - preguntó sin moverse un ápice de su sitio y sin dejar de contemplar al chico con la misma expresión maliciosa -. En realidad no lo recuerdo - y parecía verdad. No sabía si en algún momento lo había dicho pero tampoco era de extrañar que su memoria fallara cuando aquella noche no había pegado ojo y la anterior sólo había dormido horas sueltas, por no hablar de la tensión emocional a la que había estado sometida durante los últimos dos días, todo lo cual la había dejado agotada. Y aún así seguía en pie -. He venido para quedarme si no te importa - declaró con un encogimiento de hombros despreocupado -. Era eso o irme a Italia con mi madre y su familia muggle y no tengo tal intención ni ahora ni nunca así que mencioné al tipo que lleva el caso de mi padre que era tu novia y dio por sentado que tu familia me protegería.

Alzó las cejas tras escuchar a Carrie.

- ¿Mi novia? - parecía sopesar aquel contexto y su cabeza le llevó al beso que le dio delante de todos. Se había sentido bien, afortunado y orgulloso. Había sido una gran demostración, si bien, y conociendo a Carrie, no creía que ella lo considerase su novio realmente.- No suena mal, la verdad.

La observó. Estaba pálida, con ojeras y francamente agotada. Señaló entonces a su cama, de dimensiones más que considerables y sábanas de la mejor calidad.

- Estás exhausta. Acuéstate. Yo me daré una ducha.- señaló entonces a la puerta de la derecha. Al parecer tenía su propio baño en la habitación.- Nadie te molestará. Además, creo que mis padres se marchan en breve y los elfos no tienen permitido salir de su lugar hasta ser llamados.

Obvió el comentario acerca de ser su novia, sin preguntarse qué le parecía interesante de aquella aseveración. En su lugar, se acercó a la cama del chico, demasiado cansada como para pedirle siquiera por una habitación de invitados, sin desear perder el precioso tiempo en que tardarían en prepararle una habitación.

Deshizo el hechizo de su baúl hasta hacerlo grande, se quitó el vestido y se puso su camisón antes de hacer nuevamente pequeño el baúl y meterlo en la cama junto a ella. Que confiara en Zac no quería decir que confiara en su familia.

- Aún sigo esperando tu regalo, Zac Bolton - musitó cerrando los ojos con expresión agotada pero apretando la varita en su mano diestra, formando la extraña impresión de una persona que no podría volver a relajarse en la vida.

- ¿Regalo? ¿Qué regalo?

Ante el comentario bromista, Zac le dio un beso en la frente y la arropó bien antes de perderse tras la puerta que daba al baño. Carrie no tardó en dormirse. Estaba tan agotada que ni siquiera escuchó el sonido del agua empezar a caer en la sala contigua.

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¿Qué hora sería? Solo sabía que se había despertado ella misma. ¿O había sido por el olor a tortillas con caramelo y nata que estaban depositadas en la mesita de noche?

Al lado estaba él, acostado de lado mientras la observaba dormir. Sin hacer ruido, serio pero relajado. En cuanto Carrie abrió los ojos él no dudó en saludarla.

- Buenos días. O mejor dicho buenas tardes. He mandado al servicio que te hicieran la merienda y parece que tienes hambre. Te has despertado justo cuando ha llegado la comida. ¿Cómo te encuentras? ¿Más descansada?

Se incorporó hasta sentarse en la cama, apoyando la espalda en el cabecero.

- Aquí soy yo el anfitrión. Dime, ¿necesitas algo?

Después de horas de sueño Carrie abrió los ojos para encontrarse en una habitación desconocida. Tardó unos segundos en ubicarse, algo que logró más por la presencia de Zac a su lado que porque al llegar se hubiera fijado en la estancia. Su mano se relajó sobre la varita aunque en vez de dejarla la colocó entre su pierna y la liga que contenía el hechizo protego.

Sabía que en algún momento había tenido una pesadilla pero lejos de querer recordarla apartó aquel pensamiento para centrarse en el agradable olor a comida recién hecha que flotaba en el entorno, recordándole que no había comido nada desde la noche anterior, algo que su estómago corroboró con un sonoro rugido.

- Mejor - contestó con una esperanzada mirada a la comida, más consciente de sus necesidades básicas de lo que acostumbraba. Se incorporó al lado de Zac, bastante despeinada y con una de las tiras de su camisón deslizándose por el hombro. Se trenzó el pelo sin demasiado cuidado para mantenerlo bajo control y alargó la mano hacia la bandeja. En menos de un minuto ya había devorado la mitad -. Un baño, mi regalo y un ejemplar de El Profeta Vespertino, por ahora es todo lo que necesito, pero te iré pidiendo cosas en cuanto se me ocurran - contestó a su última pregunta con una sonrisa torcida pero sin apartar la mirada del plato.

Oliver pasó la mirada sobre el elfo doméstico, ignorando por completo su presencia. Nunca se había caracterizado por el maltrato a este tipo de criaturas (algo más que extendido entre la 'nobleza' mágica), pero tampoco se molestaba en mostrar más amabilidad de la necesaria. No se lo merecían.

Carente de emoción, no opuso resistencia al abrazo de Victoria. Estiró lentamente los brazos, permitiendo a la chica apollar su cabeza contra su terso pecho.

- Todo bien. Y ahora, todo perfecto - Cuando la chica se separó de él, Oliver le dedicó una agradable sonrisa. Con cuidado retiró los mechones rubios que se deslizaban por su mejilla. Ese gesto, repetido en más de una ocasión estando a solas, alcanzaba en ese contexto su máximo significado. La conexión de sus miradas quedó rota cuando Oliver miró en la dirección en la que la Slytherin había aparecido. - ¿Vamos? 

La voz de John, poniendo en palabras lo que ha pasado por mi mente hace tan solo unos instantes, consigue que lo que antes habían sido nervios e incluso miedo se transformen en una profunda ira. Mi primer impulso es levantarme y atacarle haciendo uso de toda la energía mágica que soy capaz de acumular. No obstante, logro controlarlo y echando mano disimuladamente de mi varita, me levanto y hago una floritura en el aire al tiempo que murmuro unas palabras- Cave Inimicum.

- Lo estoy- respondo, una vez que me he protegido. Mis ojos destilan odio y están fijos en los de aquel hombre que desearía no haber conocido en mi vida. Mantengo la varita alzada, esperando el ataque mientras rezo (secuela de mi época con las monjas del orfanato) para que ese pequeño uso indebido de la magia haya captado la atención de quienquiera que vigila que esto no suceda y con un poco de suerte una ayuda involuntaria esté de camino. Por mi mente rondan las palabras de aquel hechizo que en su día usé para hacer estallar en llamas la casa de mi padre y que desde entonces he aprendido a controlar. No quiero ser quien ataque primero, pues me estaría metiendo en un lío muy gordo. Comparado con esto, el tener una serpiente escondida en la habitación quedaba en una simple chiquillada. 

- Por curiosidad, ¿cómo sabías que volvería aquí?- Si voy a morir, creo que tengo derecho a conocer ese pequeño detalle. Mi mente no puede dejar de darle vueltas a una frase que en su día me dijo Sean: Debes tener cuidado con Liliana.¿Se referiría a eso? ¿Podía ser que Liliana estuviera en contacto con John Blackwell?....no...no podía referirse a eso. ¿Cómo iba él a saberlo, además?

- Es Profeta llegará mañana. Aún es por la tarde. Pero a primera hora lo tendrás. El regalo... después del baño. Y sobre el baño... podíamos bañarnos juntos.- comentó como si nada, tan tranquilo, robándole un trozo de comida del plato para luego mirarla comer tranquilamente.- Aunque siempre podría darte el regalo antes. No creo que hubiera mayor problema. Pero deduzco que querrás estar arreglada, aunque sea solo un poco. Aunque estás guapa de cualquier manera, todo sea dicho.

Victoria pareció realmente entusiasmada con la acogida de Oliver y quedó totalmente cautivada por su sonrisa. Tras un asentimiento más y colgada de su brazo, se internaron en el salón de la casa, donde la cena ya estaba servida. Los padres de Victoria, aunque más humildes que los Lewis, parecían bastante más cercanos y expresaban su alegría sin problemas hacia sus invitados.

Victoria:- Espero que todo esté a tu gusto, Oliver.

Comentó Victoria, a quien habían sentado frente al chico. Estaba encantada con aquella situación.

Señor Price:- ¿Cuáles son tus metas en la vida, Oliver?

Iba a insistirle en conseguir la edición vespertina del diario cuando él le hizo la propuesta del baño, logrando que Carrie se quedara sin palabras y le observara de hito en hito, sin protestar siquiera cuando le robó comida del plato que hasta el momento había estado devorando ansiosamente. Por un momento revivió el encuentro con Jackie y Jack en el baño de prefectos y el sentimiento de agobio que se apoderó de ella al presenciar aquella escena.

Pero aquello tan sólo duró unos segundos y se fue con la extraña sensación de vértigo que se había adueñado de ella. Parpadeó, volviendo lentamente a la realidad. Con los mismos movimientos lentos hizo la bandeja a un lado y se bajó de la cama, apoyando los pies descalzos en el suelo. Seguía con uno de los tirantes caídos sobre el hombro y una parte del extremo del camisón enganchado con la varita, dejando al descubierto la liga y un buen trozo de muslo bien torneado.

- ¿Y por qué no? Mi mayoría de edad ha venido cargada de novedades - contestó con la misma normalidad que él, engañosa en su caso, antes de tenderle la mano para que se pusiera en pie.

Zac la observó abandonar la bandeja finalmente y levantarse, observando sus movimientos hasta que el hecho de que Carrie aceptase su propuesta anterior le dejó completamente helado. Estupefacto y con la boca entreabierta por la sorpresa la miró, como esperando una medio sonrisa por su parte que le indicase que se estaba burlando de él, pero la mano de Carrie esperaba tendida hacia él.

Se obligó a decir algo, tras soltar un poco de aire por la boca a causa de lo que esperaba sonase a risa divertida. Lo cierto es que aquella chica cada vez le sorprendía más.

- Era broma...- comentó sonriendo. Pero igualmente cogió la mano de la chica y se ayudó a levantarse, dejando un beso en sus labios.- Pero como hombre sería estúpido no seguirla ahora mismo.- miró entonces a la puerta del baño y aún sonriendo de forma pícara.- Las señoritas primero.

Alzó las cejas con gesto divertido al ver aquella expresión que había esperado ver aparecer horas antes en el rostro del padre y que ahora había vuelto a lograr en la expresión del hijo. En realidad, para Carrie aquello era simplemente extraño. No era algo que la inquietara o atrajera, al menos hasta el momento no entendía demasiado el poder de la desnudez sobre el género opuesto pero sí lo había visto y la propuesta de Zac sumado al recuerdo de su amiga con su novio le había despertado la curiosidad. ¿Qué se sentiría? ¿Qué lo haría tan especial?

- ¿Esperabas escandalizarme, Zac? Dudo que eso sea posible - respondió antes de preceder al chico hasta el baño y abrir los grifos de la bañera, similar a la de su casa. A decir verdad tenía más curiosidad por los sentimientos que despertaría en Zac verla desnuda que por el hecho en sí de verle a él. Mientras el agua borboteaba ella se acercó con paso felino al joven y se quedó a escasos centímetros de su rostro, sonriendo apenas -. Pareces nervioso. ¿Te pongo nervioso, Zac? - se puso de puntillas para rozar los labios de él con los suyos pero sin llegar a besarle -. Puede que hoy me sienta mala, pero está claro que me lo merezco - dijo con un ligero encogimiento de hombros, aún siguiendo con el mismo juego de mover sus labios sobre los de él y apartarse cada vez que Zac intentaba completar el beso -. Tal vez sólo necesite divertirme y relajarme un poco... - sus labios bajaron hasta el cuello de él dónde se movieron descendiendo hasta la clavícula pero de nuevo sin besarle -. O tal vez sólo necesito un baño.

Y dicho esto se quitó el camisón, echándoselo a Zac por la cabeza. En el tiempo en qué tardó en quitárselo de encima Carrie ya se había desnudado así que sólo tuvo tiempo de verla de espaldas durante un par de segundos, sin haberse quitado la liga con la varita, antes de sumergirse con evidente placer en el agua.

Leo apenas tuvo tiempo cuando la puerta se abrió y pareció tragarse a ambas pelirrojas a su interior. Leo se puso en pie, algo más nervioso sin saber que estaba sucediendo, y comenzó a caminar como hiciera Larry solo unos momentos atrás. Estaba preocupado, claro estaba, su rostro era un reflejo de aquello.

Comenzó a caminar de un lado a otro, solo para detenerse durante unos segundos de vez en cuando para observar a Darren, Larry o Robert. Nada había variado, los allí reunidos no sabían nada, y la impaciencia, el nervio y la agonía solo iba en aumento.

Justo cuando se paró, alzó la vista tragando saliva y escuchó el grito de Melissa. Aquello consiguió que el corazón de Leo se encogiera, acongojado. No sabía si todo aquello era normal, o no, y la incertidumbre lo estaba matando. Durante algo más de un minuto estuvo pensando que decir o hacer, mirando la puerta en silencio. Y mientras pensaba, se escuchó aquel grito que anunciaba Gemelos. Leo abrió los ojos de par en par, sorprendido. Olvidó todo lo anterior, los nervios dejaron paso a una sensación de calma y alivio que estaba invadiéndolo, arrancándole una sonrisilla. Pensó que todo había acabado, y miró a sus cuñados allí reunidos, haciéndoles un gesto de que le acompañaran mientras él se dirigía hacia la puerta, con intención de ver a las criaturas y felicitar a los padres.

Zac se dejó llevar por el juego de Carrie, intentando llegar a los labios de la chica que cada vez resultaban más inalcanzables, situación que intensificaba los latidos del chico, activando todo su cuerpo*. La fantasía que despertó en él el hecho de que la chica le lanzase el camisón duró escuetamente dos segundos, los que tardó en apartar, lentamente, la prenda de sus ojos para observar la esbelta y atractiva figura de la joven, que ya estaba sumergiéndose en el agua.

Respiró hondo, intentando calmarse aunque sabía que en el fondo, ante aquella escena, resultaba imposible.

- Creo que no sabes donde te estás metiendo...- comentó desde la espalda de la chica mientras se quitaba las zapatillas ayudándose de los pies al tiempo que se desabrochaba la camisa.- Ya te dije hace tiempo, Carrie.- semidesnudo, avanzó al tiempo que se quitaba con soltura los pantalones, quedándose en ropa interior mientras se agachaba, justo detrás de Carrie. Ella podía sentir el frescor de la respiración del chico en su espalda mojada. Él la besó en el hombro izquierdo, para acercar luego sus labios al oído de la chica sin que una mirada hacia abajo pudiera remediarse. Y le susurró:- Que soy peligroso.
 

La proyección en la vida. Tan típico que rozaba el aburrimiento. Por supuesto, Oliver se aseguró muy mucho de que la señora Prince notase esa reacción. En su lugar apareció una sonrisa cargada de superioridad y egocentrismo.

- Mi objetivo, señora Prince, es o era convertirme en un alto cargo del Wizengamot... - Guardó silencio. Sabía que, en ese momento, todas las miradas estaban fijas en él. Necesitó unas milésimas de segundo para concienciarse y controlar la diversión que le provocaba la ansiedad de los presentes. - ... aunque en los últimos días me planteo si no debería apuntar algo más alto, como ser el Ministro de Magia Y dejar las cosas claras con el imbécil de Bolton - Oliver se encogió de hombros, quitándole importancia a lo que acababa de decir. Como quien menciona la rutina seguida el día anterior. Con una sonrisa repasó a sus anfitriones, dejándoles unos segundos más para que procesaran la información. - ¿Y tú Victoria? ¿Qué proyectos tienes en mente para tu futuro?

Rebuscar en los enseres de otras personas me hacía sentir mala persona, pero me convencia a mí misma que era por el bien mayor. Por encontrar al culpable y que no se repitiese nada semejante a lo del baile. Si no lo descubríamos nosotros (y una parte de mí recalcaba que el nosotros era Duncan y yo, ya que el resto no parecía poner demasiado de su parte o actuaban realmente raro) nadie lo haría. Además, la directora había confiado en osotros y o podía traicionarla.

Rebusqué entre los enseres de Deirdre más para demostrarme que no me equivocaba que para probar que era culpable. Desde la conversación en las mazmorras mi instinto me decía que no era ella y que además tenía un corazón, por mucho que se enforzase en esconderlo y en poner a todo el mundo en su contra. Y tal y como esperaba, lo que encontré no me contradijo. Oliver parecía importarle de verdad y el otro era un real cerdo... Además estaba la fot de su padre. Sentía pena por Deirdre y quería ayudarle, que tal vez se desahogase y rebuscase en su interior porqué se dedicaba a llevar esa máscara de odio a todas partes en lugar de aceptar que ella quería y que había gente que la quería a ella.  Pero no podía hacer nada al respecto. Estaba el tema de Kaitlin por un lado y el que no había manera de llegar a eso con Deirdre si que se notase extremadamente forzado. Lamentablemente no era mi lugar, no ahora.

Rebuscar en las cosas de Carrie fue tambié puro formalismo, además de rápido. Ni había nada ni esperaba que huiese nada. Y seguí así hasta llegar a las cosas de Victoria. Como esperaba odiaba a Carrie y quería hacerle pagar las humillaciones pero por lo que leía no tenía ganas o motivos para embestir contra el resto. Si hubiese intentado inculpar a Carrie de lo del... Pero no era así, de modo que no me parecía una sospechosa.

Finalmente y con las manos vacías fui al encuentro de Duncan, quién me sorprendió habiendo encontrado algo. Al parecer no era algo relevante pero aún así era lo suficientemente raro como para tenerlo en cuenta. El hecho de verle con una foto de Carrie resguardada no me pareció tan raro. Zac era Carrie en masculino. Más educado y menos crío, pero frío, distante, popular, sangre limpia e inmensamente rico. Que le atrayese Carrie no era ta sorprendente pues sin duda era 'el mejor partido' dada su situación. De ahí lo que más me llamaba la atención era que Deirdre parecía escoger siempre un mal chico para ella. La nota en cambio me llamó más la atenció.

 - ¿El equipo de Quidditch? No tiene sentido... si a Carrie le interesa el Quidditch tanto como el crecimiento del musgo. Si es algun tipode muestra de adoración me parece poco acertada en muchísimos aspectos, desde el de satisfacer a Carrie hasta el de mandar al equipo a la ruina. Carrie no puede ser capitana... - sólo se me ocurría que Zac pudiese estar siendo controlado por alguien ya que no encontraba ningun tipo de sentido a esa acción. ¿Por Carrie? ¿Para que querría Carrie el equipo? ¿Y si Zac... - ¿Crees que Zac está bajo los efectos de algun filtro de amor? Es lo único que se me ocurre para que haga algo tan absurdo. Y si así fuese tenemos dos sopechosos muy claros...

A pesar de la corriente eléctrica que recorrió su cuerpo con cada acción de él tras su espalda Carrie permaneció tranquila y tomó asiento, con el agua deshaciendo la trenza que se había hecho al despertar y esparciendo su cabello por la superficie. El agua no la relajó, no siendo consciente como era de la presencia de Zac.

Sus palabras le provocaron una corta carcajada, aún sin girarse hacia él, apoyando la cabeza en el borde de la bañera.

- No me hables de peligros sabiendo a quién tengo como padre - en sus palabras se filtró un deje despectivo al pronunciar la última palabra -. No, Zac - inclinó la cabeza hacia atrás, buscando su mirada con sus ojos oscuros y penetrantes -. Puede que seas peligroso pero me parece que no para mí - alargó la mano mojada hasta su cara, dejando un rastro de agua desde su pómulo derecho hasta sus labios -. Tampoco yo soy peligrosa para ti. Y aún así dudo que nadie pudiera calificarme como inofensiva precisamente - con una casi imperceptible sonrisa coló sus dedos por entre los labios del chico pero sólo lo suficiente como para que los entreabriera, recordando el apodo que le había asignado hacía tiempo -. Sin embargo tanto decir que eres peligroso y aún sigues fuera del agua.