Partida Rol por web

Cuando Henri empezaba ya a preguntarse si la clase de ese día era en otro sitio y él era el único que no lo sabía entro Katie.

Espero que no.- le contesta a la chica con una sonrisa- me gustaría ganar la copa de quidditch antes de que se acabe el mundo.

Poco a poco fueron llegando más alumnos. De repente escuchó unos pasos que se acercaban corriendo y antes de poderse girar ya había recibido una colleja.

¡Hostia Spencer!, ¡Que susto me has dado! ¿Que todavía no sabes que si lo intantará hacer voluntariamente podría estar un año entero practicando antes de saber convertir a nadie en piedra?- le dije mientras me frotaba la parte de detras del cuello. - Tengo buenas noticias.

Después decidió cayarse, el día había ido muy bien, y no pensaba estropearlo con un castigo del Basilisco por hablar demasiado antes de que empezara la clase

Scarlet entra en la clase de Manejo de las Artes Oscuras un poco después de Spencer. Al entrar en aquella sala, siente escalofríos por la última clase que dieron ahí... Intentar recordar el intervalo de tiempo que pasó desde que fue víctima de la maldición hasta que despertó en su cama a la mañana siguiente, le era completamente imposible.

Saluda con la mano a los que están ya presentes y se acerca a Henri y a su compañero de casa mientras se recoge el pelo; debía dejar atrás lo ocurrido y centrarse en esta nueva clase, esperando unos mejores resultados. 

-Hola, chicos.-dice cuando está a su lado. Por si acaso, prefiere no hablar mucho más, ya que no quiere que el profesor les riña demasiado o les quite puntos... o algo peor. Tratándose de ese profesor, se esperaba cualquier cosa.

Entro con resignación a la clase. A ver con qué nos sorprendía hoy el Basilisco. Lo mismo acabábamos convertidos en ranas o en combustión espontánea. Miro a mi alrededor. Todavía faltaba gran parte de la gente. Eso era bueno. Y yo que pensaba que iba a llegar tarde.

Me adelanto a donde están Henri y Katie, ignorando a Spencer.

- Me ha parecido oír algo sobre la copa. No creo que haga falta esperar hasta que se acabe el mundo. Yo todavía tengo esperanzas para este curso. Nuestro equipo promete.

Quedaban por ver los demás, pero a no ser que hubieran entrenado lo que nosotros no este verano (bueno, más que yo seguro que lo habían hecho) teníamos una muy buena oportunidad de ganar.

Parece que el profesor no está en la clase y tampoco parece tener la intención de aparecer por el aula para darles su entretenida dosis clase. Algunos de los alumnos están planteándose el irse de clase ya que el día anterior también hizo lo mismo con la clase de los Gryffindor y los Slytherin. Ellos decidieron no irse por si acaso, pero el profesor no apareció durante las dos horas de clase.

- Seguro que ganaremos - responde a sus amigos, viendo los sueños que podrían ser posibles. El quidditch era un deporte apasionante, aunque nunca se había sentido lo suficientemente segura sobre la escoba como para practicarlo.

Había empezado a garabatear una pequeña ciudad inventada sobre el pergamino mientras esperaba. Cuando se acabaron las dos horas, ya había creado una megaurbe digna de los extraños libros de ciencia ficción de los que disfrutaban los muggles. Se levanta, extrañada, preguntandose por la suerte del Basilisco

Sí, los nuevos no parecen muy malos. - respondió a sus compañeros- Tenemos bastantes posibilidades. 

Cuando pasa el tiempo y el Basilisco no hace su típica entrada triunfal les pregunta- ¿Sabéis que le ha pasado al Subdirector? En cinco años no ha llegado tarde ni una sola vez.¿Estará enfermo?

El tiempo pasaba y el profesor no llegaba. No era propio de él, aunque lo cierto era que tampoco era propio de él tener que encargarse de la dirección del colegio. Lord Voldemort se había ausentado por primera vez, al menos en lo que Madelain tuviera memoria; el retraso del Basilisco seguramente se debía a ello.

Miró a su alrededor sin saber qué hacer. Algunos hablaban de quidditch. Ella se mantenía en silencio, apenas intercambiaba algún comentario con Lola. Ese hombre era capaz de llegar de repente y a pesar de llegar tarde de castigarlos por hablar de cualquier cosa en horario de clase.

Scarlet mira la puerta por la que solía salir el profesor para las clases, sorprendida porque aquel hombre no apareciese ya por ésta. Escuchó a Henri y ladeó la cabeza mirándole, como si lo viera probable, ya que el profesor no faltaba nunca, algo grave debía haberle ocurrido. 

-Es más que posible...-dice ella contestándole a Henri y dirigiendo de nuevo su mirada la puerta. Vuelve a mirar a su compañeros.-¿Qué ha-hacemos si no viene? 

-Esperar a que termine antes de largarnos.-digo mientras me encojo de hombros.- De hecho...

Sin hacer ruido me acerco al despacho del profesor que se encontraba al fondo del aula, subiendo unas escaleras de caracol cortas. Me acerco a la puerta, y llamo con los nudillos esperando respuesta. Nada, silencio.

Mi mano se acerca al pomo, y girandolo lentamente abro la puerta, la desplazo hacia adentro unos centímetros y pregunto por la rendija

-¿Esta ahí, profesor Carak-Band? ¿Se encuentra bien? 

Ante el atrevimiento de Spencer visto de reojo, Katie no puede sino levantar la cabeza por la sorpresa y el miedo a ser descubiertos en aquel acto. Ese era el espacio privado del profesor. Y era el lugar donde guardaba todos sus tesoros.

La recompensa por el valor podía ser grande, pero el castigo podía ser mucho más grande. Se queda debatiendose interiormente, sin decidirse por permanecer sentada o unirse a él

Parece que no hay nadie en el despacho del profesor, al menos no se escucha nada tras la puerta. Eso podría significar que el profesor no está en el aula y que puede llegar en cualquier momento por estar en otro sitio o simplemente que hoy no habrá clase. Lo que si es seguro es que Spencer no se llevará ningún castigo por haber llamado a la puerta del despacho para ver si el profesor estaba allí.

La conversación en la clase se para cuando Spencer se dirige al despacho del Basilisco. Sí que le debíamos tener miedo todos. Teniendo en cuenta que la clase anterior habíamos terminado convertidos en piedra la mitad no se podía decir que ese miedo era infundado.

El silencio se mantiene unos segundos después de que entreabra la puerta y se asome. Podía intuir que cada uno estábamos pensando en alguna tortura que le iba a hacer el profesor por irrumpir así en su despacho, pero no pasa nada. No pasa nada. El profesor no estaba.

Es la primera vez que pasaba algo así en lo que llevaba en Hogwarts. Siempre había un profesor en clase. O si alguno se ponía enfermo o recibía una lechuza urgente solían asignar a alguien que nos vigilase.

- Entonces... ¿nos vamos? - le susurro a mis compañeros.

Para que luego diga que yo no pienso lo que hago- pensó Henri cuando Spencer se diriguió a la puerta de despacho del profesor e intentó abrirla, aquello si que había sido una locura y no cuando intentó pasar un escreguto de cola explosiva como si fuese un gusarajo y meterlo en clase de adivinación.

Era muy muy raro, el chico no recordaba que hubiese pasado nunca. En Hogwarts no se perdía nunca ni una sola clase, siempre había un profesor sustituto esperandoles en el caso de que un profesor se pusiera enfermo de repente.

- Sí- le contestó a Ashton mientras recogía los pergaminos, la pluma y la tinta que había sacado de su mochila.

Miro hacia atrás y veo como todos se ponen a recoger sus cosas. No sabían aprovechar las oportunidades. Moviendo unos centímetros más la hoja de la puerta, deslizo mi esquelético cuerpo por la abertura, en busca de las maravillas que pudiera haber en el interior. 

Además consideraba probable que alguna de las cosas que quería se encontrase en su interior, ya que para la poción iba a necesitar algunas artículos de los utilizados como ingredientes secundarios en las pociones que entraban en el ámbito de la magia negra.

Scarlet observa como otros alumnos se disponen a irse, ella se queda sentada en su pupitre y después dirige su mirada hacia Spencer, que está a punto de entrar en su despacho. Rápidamente, la chica se levanta y va casi corriendo hacia donde está él, subiendo las escaleras de caracol con un suave trote.

-¿Qué haces?-le susurra, tomándole de la túnica con su mano para retenerlo.-No puedes entrar ahí... ¿y-y si te pi-pillan?

Algunos ya se disponían a irse pero Ollivander, no conforme con abrir la puerta y mirar, decidió colarse en el despacho del profesor. Madelain se preguntó si alguien alguna vez lo habría hecho antes, pero sobre todo se preguntó qué ocurriría si el Basilisco se enterara. Esperó no conocer nunca la respuesta.

_¿Alguno podría quedarse en la puerta del aula por favor? Así avisa si se aparece el profesor.

Se levantó con su mochila colgando y fue tras Spencer. Sabía que si no eran los amigos de él los que se quedarían a dar el alerta, al menos Lola sí lo haría seguro. Pidió permiso para evitar los tironeos entre Scarlet y Spencer y entró al despacho, donde hizo un recorrido visual como primer medida, pues no tenía idea de qué tipo de cosas podría encontrar allí.

-Pues para ser precisos, me estoy colando en el despacho del Basilisco con intención de apropiarme de lo que me parezca interesante. No te pido ni que te quedes a vigilar ni que entres conmigo, no quiero que te involucres si no quieres pero...- Dejo pasar a Madelaine mientras la miro con los ojos como platos y sonrío, igual resulta que tiene un poco menos estrecha de lo que parecía.-... no soy el único que piensa que el riesgo puede merecer la pena.

Cojo su mano y la suelto con suavidad de mi manga.

-Estoy más acostumbrado de lo que parece en meterme en problemas.-Entro para mirar que hay en el despacho.

Spencer se liberó de Scarlet y entró también al despacho. Entonces Madelain se acercó para decirle algo al oído, no quería que nadie más escuchara.

_Dementores, Azkaban. Avísame si ves algo referido a eso por favor.