Partida Rol por web

Las puestas del Gran Comedor se abren para todos los alumnos excepto los de primero, que en esos momentos deben de estar cruzando el lago negro en unas barcas. Muestra la misma disposición de siempre: cuatro mesas tan largas como la propia sala, con bancos a un lado y a otro de éstas y con los finos platos de oro y las altas copas de cristal. Las mesas aun permanecen vacías de toda comida, pues no hay nadie sentado en ellas.

Sobre las cabezas de los alumnos flotan cientos de velas que le dan un aspecto más mágico al lugar, iluminando con su cálida luz la gran sala, confiriéndole luces y sombras maravillosos. Y por encima de todo eso, el techo abovedado encantado que muestra el apacible cielo despejado y cubierto de titilantes estrellas.

En el fondo de la sala se encuentra la mesa de los profesores, aun desocupada, salvo por una persona, el subdirector que espera pacientemente a que todo el mundo esté sentado... y como todos saben, no es que tenga mucha paciencia.

Y el carruaje se detuvo. Alex, cual animal herido, se apoyó en la cintura y los hombros de Scarlet para incorporarse. Se secó las lagrimillas y sonrió, triste pero feliz.

No podría protegerla siempre, lo cual congelaba su alma y helaba su corazón, pero ella... parecía entenderlo, y perdonarle.  Siempre ha sido una chica muy inteligente, y es normal que se comporte como tal, plena en virtudes.

- Gracias a ti- dijo Alex achuchándola antes de salir, intentando machacarle los huesos con tal abrazo-, por ser como eres, genial- quizá exagerase, quizá no, pero en aquel momento lo sentía así-. Sabes que te quiero, ¿verdad?

Obviamente, Alex no era consciente en aquel instante de los múltiples significados de esa palabra. Se refería al amor que se le tiene a un allegado, distinto al que sentió por Madelain. O no. Se planteó ese tema haría una hora, gracias a su compañero, pero lo desechó pronto. Seguro que ellos dos no... que va. En cuatro años ya debiera haber pasado algo, aunque el comienzo de este había sido más estrecho e intenso, desde luego. Una cadena de catastróficas desdichas con algún beneficio colateral.

Abrió la puerta del carruaje y bajó, separándose de la chica pero ofreciéndole la mano para bajar cual caballero. Desde el suelo, Alex demostró ser nuevamente diferente, camaleónico. Si el viaje hubiese durado más, hubiese disfrutado de los mimos de su compañera durante unos valiosos minutos extras, pero habían llegado, y el chico debía volver a construir su muro, fachada y porte cual juego de piezas. Una sobre otra y a la cabeza una.

Sonreía, cual caballero feliz de cuento incapaz de sufrir ni padecer. Sonreía cual mentiroso en definitiva. Caminó con la chica, hablando de cosas banales pero ciertamente pícaras, como el sabor de las ranas de chocolate. Lamentablemente, el camino fue breve, y alcanzaron las puertas del gran comedor. La chica seguramente quisiera hablar con sus... ¿amigas? bueno, lo que fuese, de seguro tenía asuntos que atender.

Así que se despidió con un disimulado abrazo en un rincón, no por vergüenza sino para ahorrarle sonrojos a la chica, y susurró al oído con el calor del estómago.

¿Mañana por la noche, tras la cena?

Pensó, pero no fue eso lo que dijo, pues algo cortó la comunicación entre el cerebro y las cuerdas vocales. En su lugar, dijo algo menos comprometedor.

- Gracias. Nos vemos en las dos clases de siempre... y en el baile de Navidad.

Y se marchó, dejando a la chica sola con sus cábalas mentales. No iba a invitarla a pasear cual delincuente por el castillo. Todavía no. Era mejor esperar a que ya le hubiesen castigado un par de veces antes de empezar a meter en líos a otras personas. Ojalá las reglas no fuesen tan estrictas... pero claro, hablábamos de dictadores.

Era fácil pensar que esa última parte de la frase podía tener un doble sentido, y esa era la idea. Alex deseaba que Scarlet le diese vueltas a la frase. Su madre siempre decía que las mujeres pensaban mucho en las palabras de los hombres, y por el momento, así era. Si Scarlet tenía más voluntad e intendencia que eso, Alex la habría subestimado, a pesar de conocerse cuatro años. Seguía siendo Alex, y seguía jugando con algunas palabras, no meramente para manipular sentimientos, sino para allanarse el camino más adelante. Su plan era claro.

Aunque en aquel momento concreto, su plan era sentarse raudo en la mesa de Gryffindor para no buscarse problemas a lo tonto. Ya hablaría con los demás después.

Alex echó a caminar a paso limpio y rápido en dirección a la mesa de Gryffindor. Sonreía con el lado derecho del rostro, satisfecho y voraz, creyendo que aquel día había hecho más cosas de las que necesitaba, pero casi todas las que quería.

Se sentó en su sitio de siempre y esperó a que los demás hiciesen lo propio. No tenía prisa. Simplemente, él quería sentarse ya. No tenía nada más que hablar con nadie, o al menos, nada que no pudiese esperar un poco de tiempo. No era necesario hablarlo a la carrera en aquel momento pudiendo hacer las cosas con calma.

La pregunta era de dónde había salido Alex. Había llegado hasta allí con Scarlet, y había caminado con el grupo, pero al llegar a las puertas del gran comedor se retiró un momento junto con su pareja, para volver a aparecer, solo y caminando con energía a mesa donde en aquel momento estaba sentado, mirando a la puerta, escrutando el comportamiento de los demás cual falso depredador.

Mientras los demás van al comedor, yo me escabullo, intentando no ser visto y me dirijo al sitio donde está amontonado el equipaje de los alumnos y me pongo a buscar el de Alyssia, con cuidado de no ser descubierto por nadie. Cunado finalmente lo encuentro, aplico el hechizo Alohomora para abrir el baúl y meter en él una carta de amor anónima, en la que expreso mis sentimientos, junto una rosa roja, su flor favorita, cosa que escuché decirle a una compañera en tercer año, si que se diera cuenta de que yo las escuchaba. En la carta ponía lo siguiente:

 He perdido la cuenta de las veces que he empezado esta misiva. He intentado escribir hermosas palabras, compararte con la luna, con el cielo, con la tierra, pero, las palabras no me salen. Pero, no te rías, simplemente me he quedado sin palabras.

 No me es posible describir esto que siento. Por supuesto, el cielo y tierra serian lo mismos si tú no estuvieras junto a mi. Seguramente el mundo seguiría girando, y se que el tiempo lo cura todo.

 Pero El cielo, la tierra, el mundo mismo y hasta el tiempo ya no tendrían ese nombre para mi, si algún día despertase y tu no estuvieras a mi lado.

 Si todo esto pasara algún día, no llegaría tarde, al no tener razón para levantarme. El cielo permanecería azul, aunque yo lo vería gris. La tierra tendría su verdor pero me sentiría seco, el mundo seguiría su movimiento, pero yo estaría inmóvil.
El tiempo mismo se detendría al no poder ver tus ojos sonreír
Quisiera decirte que tu ocupas mi mente, que eres mi todo en mi pensamientos, vives dentro de mi, te debo cada instante y solo puedo pagarte con lo que puedo, mi amor.

 Quiero expresar todos mis sentimientos, poder expresar en cada palabra mis emociones, pero se que el amor no tiene palabras, solo comprende silencios que lo dicen todo.

 Una vez que mis regalos están dentro, vuelvo a cerrar con cerradura el baúl y me dirijo al gran comedor. Si alguien me pregunta, utilizaré mi cargo de perfecto como excusa y diré que fuí a buscar posibles rezagados...

-Siento mi metedura de pata con Serpens.- Les digo a los Hufflepuff cuando a la altura de mi mesa me separo y ellos siguen hacia la suya.- Hablamos durante las clases, a ver si conseguimos resolver algo.

Me siento en el extremo más alejado a la mesa de profesores, allí pondrían el sombrero seleccionador. Los Ravenclaw de segundo, y algunos otros que siguen siendo extremadamente animados aun con el paso de los años, se suelen sentar por esa zona para recibir a los de primero con vítores. Mientras tanto los demás esperábamos que esto terminase pronto.

Saludo a los miembros de mi casa, más por educación que por gusto. Por último, busco a Scarlet con la mirada, preparado para hacerle un gesto y que se acercase a mí. "Salió antes que yo, debería haber llegado". Tenía una relación muy cercana con Alex, no quería entrometerme.

Scarlet abrazó brevemente a Alex antes de entrar al salón comedor.

"Nos vemos en las dos clases de siempre... y en el baile de Navidad" le había dicho el chico. ¿Qué habría querido decir con eso? ¿Sería una invitación al baile? No...él no la invitaría así...Ni siquiera la invitaría a ir con él. Vamos. Es Alex de quien estaba hablando. Podría tener a cualquier chica de Hogwarts; es divertido, encantador, valiente, inteligente, guapo...Desde luego, su tipo de chica era Madelain, la guapa, popular y brillante Madelain; no la tímida y callada Scarlet. Era consciente de que era su mejor amiga y de que él la quería mucho...pero no de esa manera. Seguramente con esa frase quería decir eso...que se verían en el baile, sin más, como amigos.

Sintió celos y rabia por Madelain. Desde que dejó e hirió a Alex, la idea que tenía de la chica había variado mucho. Le tenía una especie de rencor, por haberle hecho daño.

Consiguió mucho más de lo que tú jamás conseguirás...y en mucho menos tiempo. Eso te duele, ¿Verdad?. Le dijo una parte de ella que jamás admitiría.

Sacudió la cabeza y decidió no darle más vueltas al tema. Estaba en Hogwarts, por fin.

Entró en el salón comedor y se dirigió a su mesa con paso decidido. Vio a Spencer sentado y sonrió al verle, le saludó con la mano. Se acercó a él y se sentó a su lado, colocó sobre el regazo con delicadeza la corona de flores que Alex le había hecho en el carruaje, no quería que se chafasen las flores.

Sonrió a Spencer tímidamente y dijo:

-Ho-hola otra vez, Spencer...¿Qué tal el tra-trayecto en carruaje?

Miró a sus profundos ojos azules y bajó la mirada involuntariamente hacia sus labios. Se sonrojó ante el recuerdo, pero sonrió tímidamente.

Desde su trona, ocupando el puesto central en la mesa del profesorado, "El Basilísco" miraba como los alumnos iban entrando en el gran comedor. Aquellos ya eran veteranos o, al menos, llevaban un curso a sus espaldas. Los novicios llegarían más tarde para la ceremonia de selección. Normalmente era él, como subdirector, quien se veía obligado a esperarles a la entrada y conducirles hasta el sombrero. En esta ocasión la marcha del gran director, Lord Voldemort, le ahorraba aquél tedio.

Todos los allí presentes conocían bien al subdirector Carak-Band, más conocido entre los estudiantes como "Basilisco". La historia de su experiencia como carcelero había recorrido todas las salas comunes y su actitud severa y sus tránicos castigos lo convertían en uno de los tutores más odiados (dígase también temidos) de la escuela. Muchos y muy inverosímiles rumores corrían sobre él por los pasillos y almenaras, mazmorras y aulas. Desde su supuesto canibalísmo hasta la absurda idea de que se trataba de un dementor disfrazado. Su apodo nació también de uno de estos rumores, según el cual él era un animago capaz de transformarse en el letal reptil (más tarde aquello derivó en su actitud traicionera y posición como tutor de Slytherin).
No eran pocas las veces en las que alumnos mayores asustaban a los más jovenes con estas historias.

El subdirector tamborileó impaciente con los dedos sobre el brazo de su asiento. La llegada gradual de alumnos se le antojaba exasperantemente lenta y comenzaba a impacientarse.

Logan entra mirando de nuevo al castillo de sus pesadillas, era otro año en el lugar que creia como casa sino fuera porque Voldemort seguia gobernando, era el por el cual se volvio un Gryffindor, queria acabarlo, queria paz y todo lo necesitaba hacer de a poco, camina hacia su mesa con Lissy y se sienta cerca de Alex.

- Otro año mas, ya quiero que entren los nuevos que me muero de hambre jeje, tu que decis Alex?

 Luego ve que esta Christine y le muestra una gran sonrisa, era una buena chica.

- Hola Christine como estas?.

Alex se giró. Logan. Sonrió.

- No tengo hambre, la verdad, le he robado a Scarlet un par de ranas de chocolate en carruaje- dijo. Aquello era más o menos cierto, aunque no en su totalidad. Y no había comido tanto chocolate, simplemente no quería ni podía hablar de eso en aquel momento. Bueno, probablemente ni en aquel ni en ninguno.

Miró a Christine.

- Hola, querida- añadió con su sonrisa-. Ha pasado mucho tiempo- Tres meses- Doy por hecho que el verano bien, siento tú.

O no, pero algo hay que decir para llenar el vacío. Y más vale reforzarla.

La cena era un trámite. Podía hablar con ellos cuando quisiese en la sala común, y todas las cosas verdaderamente interesantes no podía decirlas en la cena. Seguramente se tiraría todo el rato hablando del verano, y del nuevo curso, pero todo conversación informal e intranscendental. Música de ascensores.

Ya hablaría con Chris en otro momento. Y con Logan, a ver qué tal iba con su pequeña obsesión.

Al llegar al gran comedor me despedí de Alan para sentarme en la mesa de los Gryffindor. Habíamos estado hablando durante el viaje en carruaje y la verdad que era un chico bastante gracioso. Eso la animaba, igual este curso no estaría tan sola. 

Se sentó donde había menos gente y se dispuso a comer, sin charlar con nadie, pensando cuál sería el horario de este año y en estudiar para los TIMOS. "A ver si me pongo las pilas". En realidad, Irazzi quería ser profesora de cuidado de criaturas mágicas y aun no sabía muy bien que necesitaba aprobar con buena nota para conseguirlo, tendría que hablar con algún profesor. 

Mientras estaba pensando, decidió que no tenía mucha hambre pero debía comer algo.

Saludo a Scarlet en la distancia cuando la veo cruzar las puertas y sonrió bobaliconamente. Se me escapa la reacción y la corrijo antes de que alguien se de cuenta, espero.

-Hey, Sacrlet. Bueno... hemos tenido que venir con Serpens. Por lo que yo recuerdo siempre había sido de trato duro, pero desde la muerte de su padre es completamente insensible. Aunque sea no se ha metido con ninguno de los que íbamos en con él ¿Que tal con Alex?- al preguntarlo noto que hay un deje de nerviosismo en mi voz.

Mi mirada va de su cabello hasta su boca, deteniéndome en en su nariz respíngona. La miro a los ojos y noto que ella no mira a los mios, si no más abajo. "Se muere de vergüenza por lo del tren. No debería haberlo hecho". Inconscientemente dirijo mi mirada hacia Alex a lo lejos. Yo nunca había sido un animal social, debería haberme dado cuenta de lo que estaba ocurriendo antes de meter la pata así.

 -Asumo que habrá postre, pero como dijiste algo del chocolate...-Lo digo en un tono tentador mientras saco una rana de chocolate de los pliegues de la túnica y se la ofrezco. "Aunque sea podremos ser amigos, solo tengo que controlarme"

Scarlet se humedeció con la lengua los labios involuntariamente mientras miraba los de Spencer. Se sonrojó levemente, esperando que el chico no se hubiese dado cuenta.

"Depertó" al escuchar que el chico preguntaba por Alex ¿Era nerviosismo lo que notaba en su voz? ¿Estaba celoso? Realmente, Scarlet no sabía hasta que punto le gustaba a Spencer...ni si quiera sabía hasta que punto le gustaba a ella. Sabía que Spencer...era especial para ella; tenían mucho en común, habían conectado enseguida...Pero Alex...era Alex y seguía ocupando un gran lugar en su corazón; aún así...Alex no mostraba interés sentimental en ella...

Scarlet sacudió la cabeza.

No es momento para eso, Scarlet. Se dijo.

-Pues con Alex...bi-bien...Le conté lo de mis pa-padres y...e-eso...Sois las únicas personas que lo sabéis...-dijo en voz baja-Él es mi me-mejor amigo y te-tenía que contárselo...Por cierto...¿Qué te pa-pareció?-quería saber su opinión respecto a Alex, para poder hacer que hablasen e hiciesen migas.

Miró la rana que Spencer le tendía. Tenía dos más en el bolsillo...pero había pocas cosas a las que Scarlet podía resistirse, y una de ellas era chocolate. Además...la voz de Spencer le gustaba mucho y le hablaba de forma tan tentadora...

-Mmm...-se relamió como una niña pequeña ante su golosina favorita-Mu-muchas gracias...pero no era necesario...-Te conformabas con otro como el del vagón, ¿no? le dijo una vocecilla interna que acalló con un rubor en las mejillas.

Cogió la rana y abrió el paquete lentamente. Le gustaba disfrutar de la sensación de desenvolver un regalo (al fin y al cabo la rana era un regalo de Spencer). Abrió el paquetito y atrapó la rana al vuelo, rápidamente. Si las snitches fuesen ranas de chocolate, Scarlet sería la mejor buscadora del mundo. Partió la rana por la mitad, metiéndose un trozo en la boca, le tendió la otra mitad a Spencer. Como no podía hablar con la boca llena, le miró con una mirada que decía claramente: "Cógelo, porfiii..."

-No te preocupes -dijo antes de bajar del carro y continuar haciendole companía por el pasillo, como si ya hubiese previsto esa eventualidad- han sido apenas dos gotas. El efecto ha de estar disipado casi del todo, por las dudas te recomendaría algo de silencio durante los primeros minutos en tu mesa, o simplemente ve a paso lento.

-Comprenderás que un asunto así de delicado no podría tratarlo sin el mayor de los recelos.

Luego habló en un susurro, acercandose a su oído.

-De hecho tus respuestas ambiguas podrían traducirse en un conjuro desmemorizador hasta que sea el momento de enseñarte lo que puedo o no hacer.

Retomando su postura corriente, añadió.

-Pero no lo haré. Entre esa ambiguedad hay interés obvio. El suficiente como para que merezca la pena correr el riesgo. Así que por favor, ¿no se lo dirás a nadie verdad?

-¡Vaya! no te preocupes, se me da bien guardar secretos.- no tenía ninguno como los suyos, pero la mayoría de mis investigaciones eran secretos al fin y al cabo.- Bueno, supongo que yo a él no le caí muy bien. Supongo que soy demasiado directo para la mayoría de la gente, con Ashton me ha pasado lo mismo.-estaba diciendo mucho la palabra supongo, me había puesto nervioso, aunque me había aliviado escuchar que solo eran amigos.- El caso es que no parece mal tipo, aunque tampoco puedo decir que me haya caído bien. Creo que si intentas hacer reír a los demás todo el tiempo, los buenos momentos dejan de ser especiales, y pasan a ser uno de tantos. Tampoco me gusta que se use la magia frivolamente, debes pensar que soy algún tarado o fanático por lo arcano.

Odiaba las ranas de chocolate, eran como ranas de verdad hasta que las partías.Viscosas y saltarinas, escurridizas y brillantes. Por otro lado era gracioso ver a Scarlet cazarlas, como un gato que corretea tras el reflejo de la luz en un reloj de pulsera, las atrapaba con sus finas manos en un gesto firme pero delicado. Una vez inerte no me parece tan desagradable, así que acepto una de las ancas.

"Ahora sabría a chocolate, sería aún más dulce". Ese pensamiento agita mi cabeza, avergonzado me doy cuenta de mi mirada clavada en su rostro. "Contrólate, Spencer". noto como el rubor invade mis mejillas, y aparto la mirada hacia la mesa central. 

- Lord Voldemort no está. ¿Que hace el Basilisco ocupando su asiento?- Algo olía mal, muy mal.

Una de las grandes preguntas que desde que tenía diez años se hacía Spencer es ¿Por qué dominar el mundo mágico, solo para ser director de escuela? ¿Para controlar las nuevas mentes? La propaganda del nuevo Orden era muy buena, la mayoría de la gente no conocía el cuento del niño que vivió. Recordaba el día que llegó, en el que los ojos reptilianos le escrutaron de arriba a abajo, se sentó bajo el sombrero. Estuvo 15 minutos discutiendo con él, hasta que fue enviado a Ravenclaw. Lord Voldemort parecía divertido, mientras el resto del salón se aburría con la que fue considerada la selección más lenta del año. Desde entonces, Spencer pensaba que Él sabía lo que habían discutido.

¡Era verdad! No estaba en su sitio...¿Dónde estaría el director? Pensó que no era buena idea hablar de ello delante...La mirada del profesor la intimidaba mucho, sacaba buenas notas en su asignatura, pero le tenía miedo...Parecía que lo sabía todo a todo momento.

-Ha-habrá salido...-dijo intentando no darle importancia-Alex es un bu-buen chico...entiendo lo que qui-quieres decir respecto al u-uso de su magia...-desvió el tema-pe-pero...lo hace cuando ve que a-alguien está mal, o incómodo...La ri-risa es importante, aunque rías siempre, si-siempre será especial-acarició con cariño uno de los pétalos de una flor de la corona-...A él no le caes mal...Se-seguro que si os conociérais mejor, os caeríais ge-genial.-sonrió y despues le dio un mordisquito al resto de la rana que Spencer no había aceptado.

Parecía que a Spencer no le agradaban mucho las ranas de chocolate...vaya...No podían estar de acuerdo en todo al fin y al cabo. Tendría en cuenta los gustos del chico por si algún día le invitaba de una vez a alguna golosina...Recordaba que las grageas eran sus favoritas.

Siguió comiendo lentamente, disfrutando cada mordisco de chocolate. En parte porque adoraba el dulce sabor de la rana, y porque se la había dado él y no quería engullirla como solía hacer con el chocolate.

Le sonrió una vez más, a modo de agradecimiento.

-Entonces...¿Aceptas y ha-hablarás con Alex? Me re-refiero a una presentación en condiciones...da-dando una vuelta, o e-estudiando, o en los pa-pasillos...que...por cierto...i-iremos a es-estudiar juntos, ¿no?-de repente pensó en "su árbol". Era un sitio perfecto para estudiar...tal vez cuando llegase la primavera se lo diría, seguro que le encanta. Spencer y ella compartían su pasión por el estudio, y, por lo tanto, la tranquilidad, la calma y el silencio. Sí, estaba segura de que él adoraría ese sitio.

El chocolate de la rana, sin tanto movimiento era delicioso. Scarlet tenía los labios manchados de su primer bocado, que había decapitado a la pobre rana desdichada. Dejo que el chocolate se funda sobre mi lengua, pensando en que ella sabría así ahora mismo. 

-¡Claro que sí! Intentaré no meter la pata otra vez.- Lo que me recordaba que tal vez me tocase dar el primer paso de una disculpa con Ashton, él no estaba dispuesto a hacerlo, pero por Henri habría que agachar la cabeza aún teniendo razón.- No hacía falta que fueses tan formal preguntandomelo, hubiese aceptado igual igual. Si tu confías en él, yo confiaré en él, un poco menos que tú.- Era desconfiado y directo por naturaleza, y aunque lo pienso en serio, lo digo en tono de broma, tampoco quiero que se lo tome a mal.- Y si quieres que estudiemos juntos, a mi me encantaría, solo espero no molestarte.

Desde que estudiaba con Henri su método había dejado de ser la paz habitual del resto de los alumnos, al menos cuando iban de cosecha y se colaban en los invernaderos, o iban a por otros ingredientes más allá de los límites del colegio ¿Era posible que Scarlet no supiese de su expediente lleno de faltas y los castigos padecidos? Probable, al fin y al cabo, se conocían de la biblioteca. Distraído paso la mano por el pecho, y compruebo que todo está en su sitio. A veces era difícil sacar tiempo de donde no lo había.

Scarlet suspiró aliviada. Spencer había aceptado con mucho gusto, no es el chico frío y distante que parecía ser. Eso alegró a la muchacha.

Le sonrió ampliamente.

-Me a-alegro mucho de que qui-quieras conocerle mejor ¡Se-seguro que os lleváis bien!-dijo alegremente.

Solo le quedaba un trozo de la rana, que se lo metió en la boca y masticó lentamente, disfrutando ese pequeño, último y dulce trozo de chocolate. Dejó que se le derritiera en la boca y tragó poco a poco.

-mmm...-dijo al terminarse la rana-Gra-gracias otra vez. Estaba ri-riquísima-Se relamió y chupó silenciosamente de sus dedos índice y pulgar los restos de chocolate algo derretido. Cayó en la cuenta de que era un gesto de mala educación, así que se disculpó:-¡Ops! lo siento...no pu-puedo evitarlo. Me gusta de-demasiado el choco-colate...-dijo sonrojándose un poco, le volvió a sonreír.

Empezó a juguetear con su pelo con nerviosismo, ¡esperaba que Spencer no pensase que era una grosera!

Miró a su alrededor, viendo a algunos alumnos entrar en el gran salón. No debía quedar mucho para que llegasen los de primer curso.

Cojo su mano antes de que se la lleve al pelo, y con una servilleta limpio sus dedos uno a uno. Había tenido la tentación de llevármelos a mi propia boca. 

-No creo que quieras llenarte el pelo de saliva y chocolate.-le digo con una sonrisa. 

Ella tenía sobre mi un efecto que me volvía más salvaje, más impulsivo, pero aún podía controlarme. Por suerte.

-Respecto a Alex, intentaré que así sea. No se me da bien acercarme a los demás. Soy muy terco, y la mayoría de la gente me parece aburrida. Como si lo único que cambiase es el cuerpo que un año ocupa un papel, luego pasan al curso siguiente y toman el papel que ha dejado libre otra persona. Así que solo me acerco a quien me parece especial, como tú. 

Al limpiarle los dedos Spencer, se sintió como una niña pequeña, que tonta, malditos nervios...Pero le pareció un gesto muy tierno.

Se sonrojó ante el halago de Spencer ¿Ella especial? Si, claro, ¿y qué más?

-Yo...no sé...no sé...que te-tengo de especial para ti, la verdad...-dijo con una media sonrisa mientas el chico le limpiaba con cariño los dedos. Nunca se había fijado en las manos de Spencer, eran bonitas, se notaban que eran ágiles. Había acariciado a Scarlet con esas mismas manos...Scarlet, que te desvías. Céntrate.-Soy...una Ravenclaw más...es-estudio, sa-saco buenas notas...y poco más...-desvió la mirada vergonzosamente al añadir:-Tú me pareces más...interesante-sin embargo, no retiró la mano. Le sonrió con franqueza.

-No te lo voy a decir, se rompería el misterio.-La miro mientras aún sostengo su mano entre las mías.- ¿En qué te parezco interesante?

Desde que Scarlet se había sentado conmigo, los alumnos de primero, el resto del comedor o de la mesa habían pasado a un segundo plano de mi atención. Si llegaban que llegasen, si eran seleccionados para Ravenclaw bien por ellos. Poco me importaba mientras ella estuviese a mi lado.