Partida Rol por web

Harvaka 2, el Capítulo Final.

Capítulo 116. El Desembarco.

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26/03/2019, 18:03
Narrador

Travesía a la Costa Saukiana.

Llevaban cuatro días de travesía. El mar estaba en calma. Todo parecía tranquilo, aunque lo cierto era que en esas aguas, concretamente al otro lado del mar de Tildas se estaba gestando una guerra. No lo sabían, pero se lo imaginaban. Ediberto Dolfini lo tenía muy claro, quería la guerra. La excusa perfecta era la muerte del Rey a manos de unos desalmados trasgos enviados por el rey de Angarkok Grulb III. Ediberto sabía que no había sido así, pero si Catán quería recuperar su esplendor alguna vez, tenían que derrotar a sus enemigos y cuanto más esperasen más difícil iba a ser cumplir su objetivo.

Fueron tres días con sus respectivas noches, en los que después de mucho tiempo, pudieron estar tranquilos. El mar de Tildas parecía solitario. Sabían que en cualquier momento se iba a desatar la tormenta, pero por una vez, los dioses o el destino les dieron una pequeña tregua. Una tregua que tanto los marineros como los pasajeros de aquella fragata agradecieron y aprovecharon de principio a fin.

Dalla e Idunna contaron muchas de las desventuras vividas durante su cautiverio. Como fueron raptadas por el capitán Sangaku y vendidas como esclavas al otro lado del mundo. Sangaku, el mismo trasgo que Daito logró matar con sus propias manos tras dar con él años después en alta mar. Grudvik y Ragnar fueron los más interesados en recuperar el tiempo perdido, pues tras casi cuatro años, se encontraban de nuevo frente a las dos mujeres, quienes por edad y cercanía, debían casarse con ellos.

Y Flajnagar... el pelirrojo y Cascarrabias de Flajnagar dudó si seguir de nuevo a su amigo hasta el fin del mundo, pero finalmente decidió regresar al norte junto al resto de norteños. La muerte de Jaranike a manos de Patrick Lefebre, alias Huesomuerto, le había dejado demasiado tocado y posiblemente nunca volvería a ser el mismo ni a tener las fuerzas suficientes como para volver a empuñar un sable o disparar un trabuco. Las palabras de Daithoborgh habían caldo hondo en él, pero no lo suficiente como para sacarle de su autodrestructivo pesimismo.

Por suerte la niebla les ocultó de las miradas de los navíos enemigos. Al segundo día de travesía, una fuerte niebla cubrió todo el horizonte y engulló la Tormenta de Arena. Desde su posición de vigía, Flajnagar localizó una impresionante armada que se dirigía hacia el oeste. Más de un centenar de naves surcaba los mares a viento en popa rumbo a Catán. Aquella era sin duda únicamente la avanzadilla de un ejército mucho mayor y por suerte, o no les vieron o les dejaron pasar de largo, pues por muy rápidas e inteligentes que pudieran haber sido las maniobras que Sid realizó para alejarse y muy densa que fuera la niebla, era casi imposible que no les hubieran divisado. Igual les confundieron con una nave aliada o un barco pesquero... ¿Quien lo sabe?

Fuera como fuera, al mediodía del cuarto día de travesía, la fragata Tormenta de Arena avistó tierra y una hora después, habiendo encontrado un lugar accesible para la nave, tiró el ancla y arriaron dos botes para desplazarse hasta tierra firme. Era el momento de la despedida. Posiblemente de la última despedida, pues el futuro al que aquellos cinco valientes se enfrentaban era sin duda incierto y lleno de muerte.

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28/03/2019, 15:47
Daithoborgh

Daito había cambiado mucho desde que abandonó Kornvaskr hacía solo 5 años... 5 años que para él habían sido como toda una vida. Aquel muchacho espigado e ingenuo que había abandonado su aldea natal para la campaña de las ballenas nunca volvió a pisar tierra. 

El que ahora ocupaba su piel era otro. Un capitán de navío que había sabido sacar provecho de aquel enorme cuerpo dotándolo de una imponente musculatura a juego con su altura. Su ingenuidad había sido intercambiada por el tesón y su corazón, otrora ocupado por Elsabeth, había sido tomado al asalto por aquella diabólica pelirroja  de ojos temerarios. Pero eso no cambiaba en nada su resolución por traer de vuelta a la muchacha norteña al precio que se le reclamase, incluso si debía pagarlo con su propia vida.

En cuanto divisaron tierra, recorrió el espacio que lo separaba del castillo de popa con sus grandes zancadas. Golpeó la puerta dos veces y entró sin esperar respuesta del capitán del navío.

En el interior encontó a Sid revisando las cartas de navegación, quien apenas prestó atención al norteño levantando lévemente los ojos del mapa.

-Capitán, acabamos de divisar tierra.-Dijo tratando de romper el hielo el norteño.

El capitán sundalí se limitó a emitir un murmullo de aprovación. No parecía muy dispuesto a atender a Daito en aquel momento ni en ningún otro, pero el norteño contaba con ello y no necesitaba que Sid hablase con él, únicamente necesitaba que le escuchase.

-Capitán... no, Sid- se corrigió rápidamente. Sid se había ganado el respeto absoluto de Daito y como tal se merecía un trato de igual, sin barreras.-La deuda que he contraído contigo dudo que pueda pagarla en esta vida o en la siguiente...Al mismo tiempo soy consciente del alto precio que te he costado. -Daito calló por un instante. Para él era importante que el sundalí comprendiese el sentido de sus palabras en todas sus facetas.

-Aún así te has ofrecido a devolver a mis hermanos a casa... sin pedir nada a cambio, más no puedo permitir algo como esto- de su cinto desenfundó su daga y, agarrándose con la mano izquierda su coleta, con la derecha la sajó con un corte limpio, desprendiéndola de su cabellera. Cambiando la daga de mano, se hizo un corte en la palma lo suficientemente profundo como para teñir de carmesí el manojo de cabellos que apretaba con fuerza, el cual dejó caer sobre la mesa del capitán.

-La sangre de mis hermanos por la mía propia. La vida de mis hermanos por la mía propia. Desde hoy una deuda queda escrita en mi linaje. Si yo no puedo honrarla, que así lo hagan los que me sigan o que mi alma pague las consecuencias. Ha sido un verdadero honor poder navegar a tu lado- bajando la cabeza como muestra de respeto, dio la espalda al capitán, dejándolo nuevamente a solas con sus pensamientos

 

 

 

Notas de juego

Te pongo esta parte solo para Daito por si acaso. Si prefiere que sea de domínio público allá tú!

 

Luego intento seguir

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29/03/2019, 12:41
Nadja

Estaba en cubierta, mirando, con la mirada perdida en el horizonte, donde el mar se juntaba con el cielo, su amado mar, poso una mano sobre su abultado vientre ¿que pasaría ahora? ¿que cambiaría? todo, todo cambiaría, lo sabia, tendría alguien que dependería directamente de ella, no era como una tripulación que eran todos, o la mayoría, autosuficientes, esta criatura dependía cien por cien de ella, se terminaría vivir en el mar,  y no estaba segura de poder darle una buena vida, la tierra firme no era su elemento, sabía que tarde o temprano necesitaría volver al mar ¿pero con un bebe? no era buena idea, por otro lado... Nadja La Roja, tenia muchos enemigos, quería tener a ese bebe pero.... su vida cambiaría más de lo que ella pretendía y.... no solo a ella, si Daito decidía quedarse con los dos... también se la cambiaría a él, otro marinero en tierra....  Tierra, acababan de tomar tierra.

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29/03/2019, 17:19
Sid Ben Jezheri

Sid Ben Jezheri miró a Daito. Se leía la tristeza en su mirada y la expresión de seriedad que había mantenido durante todo el trayecto a través del mar de Tildas hasta el punto en el que se encontraban, decía que aquel hombre estaba sufriendo. No sólo estaba sufriendo sino que estaba preocupado. Preocupado por Nadja evidentemente, pues ese no era lugar para ella. Menos ahora que estaba embarazada.

No entendía porqué Nadja había elegido a Daito y no a él. Él siempre había estado al lado de aquella mujer cuando más lo habían necesitado. Siempre la había tratado bien y en algún momento llegaron a estar a punto de iniciar algo entre ellos. Si nunca llegaron a compartir un romance fue sin duda alguna por el poco valor que Sid demostró al no decirle nunca lo que sentí hasta ser demasiado tarde.

Siempre la había amado y cuando le obligó a decidir entre él o el norteño y fue rechazado, se juró a sí mismo que la borraría de sus recuerdos y que la borraría también de su corazón. ¿Pero cómo olvidarla? Esa era una misión imposible. Más imposible incluso que la que ahora aquella capitana emprendía al lado de otros cuatro locos. Una misión que el propio Sid emprendería si ella se lo pedía, no importándole el objetivo ni el resultado, porque lo realmente imposible era dejar de amarla. Y si alguien amaba a alguien como Sid amaba a Nadja, por mucho daño que le hiciera, le seguiría sin dudarlo hasta el final de Gea y mucho más allá.

Gracias Daito. - Dijo entonces Sid tras unos segundos en silencio en los que no dejó de mirarle fijamente a los ojos. - Debería odiarte, pero no puedo. Eres un buen hombre. Persigues una causa noble y eres quien hace feliz a mi amada Nadja. - Resopló melancólico mirando hacia el suelo. - Sólo te pido una cosa. No le defraudes nunca... - Y le ofreció la mano en señal de eterna amistad y para sellar aquel pacto. - Cuida de ella. No lo necesita, pero hazlo de todas formas...

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01/04/2019, 14:54
Kronan

"Tierra firme... al fín"

Uno se puede acostumbrar a navegar, pero... me siento mucho más seguro pisando tierra firme, y creo que cada paso que de tierra adentro, será un paso más cercano para cumplir la venganza hacia cierto ser. Bien es cierto que por el camino, más preocupaciones cargan mis espaldas, pero son anchas, y hay sitio para ellas sin perder por ello de vista lo que me mueve hacia adelante.

Adelante, siempre adelante... el paso del enano es corto, pero firme como la roca...

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01/04/2019, 18:22
Narrador

Daito y Sid salieron juntos del camarote del capitán. Aquello sorprendió gratamente a Nadja. En los últimos tiempos aquellos dos hombres, dos de los hombres de su vida, no se habían llevado todo lo bien que a ella le hubiera gustado. No en vano, ambos estaban enamorados de ella y no es que se lo hubieran dicho, pues al fin y al cabo, las palabras se las lleva el viento, sino que se lo habían demostrado con hechos y no en una sola ocasión sino constantemente. Además, desde su último encontronazo en la fiesta de Dolfini, no se habían dirigido demasiado la palabra el uno al otro.

Pero allí estaban, los dos saliendo juntos del camarote del capitán y sin un solo ojo morado o un solo diente de menos. Parecía que por una vez, aquellos dos rudos marineros, aquellos dos hombres que eran más dados a actuar antes que a conversar, sobre todo en el caso de norteño, habían arreglado sus asuntos pendientes de forma amistosa. Era la mejor noticia que podían darle antes de desembarcar de la Tormenta de Arena.

Sobre la cubierta estaba reunida toda la tripulación. Por un lado estaban los hombres del sur, gente de piel oscura y narices grandes y aguileñas que lucían pañuelos en la cabeza y rezaban continuamente a su buen dios Tot, el único y verdadero. La mayor parte de ellos procedentes del Imperio Sundallí en Avidrain, aunque también alguno del Imperio Rojo en Harvaka, se habían unido en ese extraño viaje a otra clase de marineros muy diferentes a ellos. Hombres del norte, umnios de la pequeña aldea de Kornvaskr ahora convertida en cenizas. Hombres grandes y peludos, de piel clara y narices anchas preparadas para el frío, que vestían con pieles y luchaban como lobos.

Lo cierto era que norteños y sureños estaban allí por una única razón. Acompañar a Daito hasta el fin del mundo. Unos por lealtad a su capitán Sid Ben Jezheri y otros por lealtad a su amigo de infancia Daithoborgh. Pero ese era final de su aventura, al menos la que tenían que recorrer junto a aquel grupo de valientes que se habían comprometido a perseguir a aquel extraño elfo, que con quien sabe que propósitos había secuestrado a una dulce chica del norte y la había llevado hasta el centro de un tenebroso y peligrosísimo reino subterráneo gobernado por un tirano de raza trasogide llamado Gurlb III.

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01/04/2019, 18:36
Sid Ben Jezheri

Espero poder a verte Nadja... - Dijo finalmente Sid tras unos momentos en silencio en las que nadie se atrevía a abrir la boca. - Sé que... - Suspiró. - ...tú corazón es de Daito, pero... - Bajó la mirada. - Yo siempre te querré y por ello, deseo lo mejor para ti y para él. - Les miró alternativamente. - También para éste... - Se agachó junto a Nadja y le tocó la barriga. Alzó la mirada con una sonrisa. - Sé que el destino quiere que nos volvamos a ver y lo haremos sin duda. - Sonrió todavía de forma más amplia. - En esta vida o en la siguiente... - Rió con ganas.

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01/04/2019, 18:39
Flájnagar

Me gustaría acompañarte, hermano... - Flájnagar se dirigió en exclusiva a Daito. - No nos hemos separado ni un solo día desde que zarpamos hará... - Se puso a calcular. - ¿Cuanto hace, cuatro años?  - Negó con la cabeza. - Nunca se me dio bien contar el tiempo... - Suspiró. Se le notaba triste y afectado. - Pero creo que ahora lo que debo hacer es regresar a casa. Debo llevar a Grud y a Ragnar a casa y también a Dalla e Idunna... - Les miró con melancolía. - Debo ayudarles a recuperar el tiempo perdido y debemos reconstruir Kronvaskar... - Le acercó la mano a Daito y la estrecharon a la altura del codo. - Espero que vuelvas con Elsabeth o sin ella amigo mio. Aunque sólo sea para ver a unos viejos amigos...

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01/04/2019, 22:00
Tulius

Tulius siempre había odiado navegar. Las pocas veces que había subido a un barco, había terminado vomitando el almuerzo ligeramente mareado. No se consideraba un hombre débil, aunque siempre había sabido que sus habilidades estaban muy por debajo de las de grandes guerreros como su amigo Scipio o, como era el nombre real del gran trasgo, Gorbagog.

El joven humano se aproximó a gran trasgo, con una sonrisa nerviosa en los labios, aunque no dijo nada. Inevitablemente, el desconocimiento de lo que les espera en el viaje le abruma.

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01/04/2019, 22:36
Gorbagog

Gorbagog permaneció en cubierta la mayor parte del tiempo, oteando el horizonte. Los barcos no le gustaban especialmente; eso de dejarse llevar por el viento y las corrientes le recordaban demasiado a su pasado como esclavo y no poder controlar su vida. Esa idea... le horrorizaba. De hecho, se había jurado que jamás volvería a ser uno. 

Antes la muerte, pensó cuando logró su libertad, temiendo que algún día, serían palabras proféticas porque sin duda, siendo lo que era, muchos intentarían retenerlo para hacerle luchar o simplemente, reírse a costa suya. Era el destino contra el cual estaba decidido a luchar... por muy seguro que estuviese de su derrota.

Tulius acudió en más de una ocasión a su lado, preocupado. Se conocían lo suficiente como para reconocer el sufrimiento en los ojos del otro sin necesidad de hablar. Eso era algo que Gorbagog agradecía, porque cuando lo hacía, todo a su alrededor parecía desmoronarse. ¿Un trasgo enorme hablando con una voz capaz de derrumbar montañas? Todos los que estaban a su lado se alejaban veinte pasos y desenvainaban sus espadas por si les atacaba. ¡Qué difícil era mostrar su alma pacífica cuando todo lo que veían era el exterior embrutecido que su origen le había proporcionado y del cual no podía renegar, y qué desesperante resultaba que nadie fuese capaz de penetrar en su alma, que únicamente ansiaba descanso!

Cuando desembarcaron, "saltó" a tierra y se sintió cómodo por primera vez en muchas jornadas, pero sus ojos siguieron mirando más allá de las montañas, buscando un nombre que resonaba en su cabeza como el eco en una mazmorra vacía.

Elsabeth.

No existía nada en aquel sucio mundo que pudiese competir con aquellos bellos y exquisitos ojos verdes, que hicieron que su corazón se detuviese la primera vez que puso los suyos sobre ellos. No esperaba reciprocidad, porque su aspecto no invitaba a ello, pero eso no importaba. Él solo aspiraba a ayudarla, a proveer de un futuro feliz a aquella hermosa mujer, su dama, sin necesidad de que le devolviese nada, a parte de un simple gracias. El día que eso ocurriese, Gorbagog sentiría que había cumplido su propósito y se retiraría a las montañas, dispuesto a morir con una sonrisa en su alma y un fuego imposible de apagar en su mirada.

Sí, solo había una sola cosa que ocupase el pensamiento del enorme trasgo y era Elsabeth. Todo lo demás no tenía ninguna importancia, salvo Tulius, del cual se sentía responsable, y al que apreciaba. Era el único humano en quien confiaba; era su amigo.

En ese momento, Tulius apareció a su lado, sonriente. Quizás sabía lo que estaba pensando. Al mirarlo mejor, vio que temblaba. ¿Miedo? Pudiera ser. Gorbagog había estado solo casi toda su vida y el miedo ya no formaba parte de él. Solo una celda podía conducirle a la desesperación. 

Todo irá bien, amigo -le dijo a Tulius, colocando una mano sobre su hombro e intentando inspirarle confianza al joven humano -. Todo irá bien.

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02/04/2019, 20:18
Grudvik Grotinger

Gorbagog, Tulius... - Dijo aquel joven rubio dirigéndose a los dos inseparables amigos. - Ha sido un placer estar a vuestro lado el corto periodo de tiempo que hemos podido vivir juntos, pero vi como luchasteis en el puerto de Alejandría. - Afirmó aquel joven norteño que ya había vivido mucho más que cualquier hombre mucho más viejo del norte. - Sois grandes guerreros. Cuidad de mi capitán y cuidad de Nadja. - Les ofreció la mano para sellar el trato.

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02/04/2019, 20:20
Ragnar Grotinger "Calzaspeludas"

Espero que encuentres tu venganza. - Le dijo el más joven de los allí presentes al enano. - Mi hermano y yo... - Señaló a Grudvik con la mirada. - Peleamos con muchos enemigos hasta conseguir la nuestra junto a nuestro capitán Daito. Matamos a todos y cada uno de los causantes de la devastación de Kronvaskr. Tú sólo tienes que acabar con un condenado elfo... - Sonrió. - ¿Lo tienes más fácil no crees? - Afirmó en tono de broma. 

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03/04/2019, 15:01
Tulius

-Lo haremos, Grudvik -le aseguró Tulius al panadero de cabello rubio, adoptando un forzado tono solemne. Al joven nunca se le habían dado demasiado bien las despedidas-. Cuidaremos del capitán y de Nadja. -Tulius buscó con la mirada a la mujer de cabello encendido, pese a que estaba convencido de que la joven era capaz de defenderse sola sin problemas-. Dalo por hecho. -Estrechó la mano del hombre, mientras aparecía una sonrisa en sus labios-. ¡Cuídate, Grudvik! ¡Espero que el destino vuelva a cruzar nuestros caminos!

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03/04/2019, 15:37
Kronan

El enano asintió con un gruñido y una mueva extraña que dejaba entrever parte de su dentadura... si bien la locuacidad nunca había sido lo suyo, era en momentos como las despedidas cuando menos afloraba su capacidad de comunicación; más bien, era de hablar a través de sus gestos, y con ese gruñido, dejaba bien claro que no olvidaba... que los enanos no olvidan. Sorprendentemente añadió unas palabras para reafirmar sus sentimientos

-Vosotros me enseñásteis que quien la sigue, la consigue. Alcanzaré mi venganza y haré puré de elfo

... Dicho lo cual, estrechó manos con Grudvik y Ragnar, con quienes compartía el noble sentimiento de la necesidad de la venganza

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03/04/2019, 20:26
Nadja

Miro a los que estaban en cubierta, ya casi dispuestos a bajar, fue hacia ellos. Miro a los norteños sonriendo, no fue fácil pero con aquella incipiente barriga consiguió abrazar a ambos -Cuidadmelas- dijo mirando a las chicas -no dejéis que se metan en líos, necesitan a una mujer a su lado- le guiño el ojo las chicas mandandoles un beso de lejos. Miro a Tulius, al gran trasgo y al enano -aun podéis dejarlo todo aquí, no habrá represalias, ni os tomare por cobardes- dijo mirándolos con cierto cariño.

Luego llego Sid, y se sorprendió cuando él puso su mano en la barriga de ella -sabes que una parte de mi corazón esta ocupada por ti, y siempre estará ahí y por supuesto que nos volveremos a ver, no se cuando, ni donde, pero ahí estaremos- le sonrió y abrazándolo le beso en la mejilla -cuídate mucho amigo-

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03/04/2019, 20:36
Gorbagog

Las despedidas nunca se le habían dado bien al gran trasgo. Pocas veces había encontrado a alguien con quien compartir más que una bebida y al que estuviese dispuesto a darle la espalda, por lo que si no era su amigo, no solía reaccionar como esperaban y si efectivamente le importaba, le resultaba muy complicado. Aquel joven no estaba en la misma "categoría" que Tulius, pero lo respetaba.

Sus palabras de ánimo, mostrándose orgulloso ante su acción en Alejandría, provocaron que involuntariamente, el pecho de Gorbagog se hinchase. Le gustaba ser reconocido, seguramente, por todos los años en los cuales le habían ratado como una criatura miserable y sin importancia. Eso tenía mucho valor para él.

Sois grandes guerreros. Cuidad de mi capitán y cuidad de Nadja -les dijo, ofreciéndoles la mano.

El trasgo extendió su brazo y se la ofreció sin reservas, asintiendo en silencio. Entre dos guerreros no había nada más profundo que el respeto y la palabra dada. Con aquel apretón de manos, se comprometía a cuidar de ambos. Mientras, el otro humano, bromeaba como solían hacer, en momentos en los cuales no deseaban mostrarse frágiles y sensibles. Había observado ese comportamiento muchas veces pero él, todavía no era capaz de actuar así. Aquel era un momento solemne y no se sentía capaz de actuar fingiendo que era otra cosa.

Tulius también aseguró que cuidaría de la pareja, cerrando así el compromiso de ambos guerreros. Gorbagog se fijó en que miró a la mujer de reojo, como si le interesara, y ahogó una pequeña risa. No le extrañaría nada que así fuese.

Entonces, la mujer se dirigió a ellos.

Aun podéis dejarlo todo aquí, no habrá represalias, ni os tomare por cobardes.

El gran trasgo gruñó ruidosamente, molesto por aquella sugerencia. Él no abandonaba a nadie y su promesa era lo único que tenía. Como esclavo, había aprendido que las posesiones no eran algo que fuesen importantes, porque cualquiera podía arrebatárselas, pero su honor, su palabra, constituían "vestimentas" que nadie le arrancaría jamás, porque iban más allá de lo que se veía a simple vista; formaban parte de su verdadero "yo", completamente incorruptible.

-Nadie va a abandonar. Llegaremos hasta el final, cueste lo que cueste -estableció, mirando a Tulius para esperar su confirmación.

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04/04/2019, 11:18
Dalla

Adiós Daito... - Intervino entonces Dalla despidiéndose de aquel marinero, capitán de navío y guerrero incombustible que otrora fuera un chico normal y corriente de su aldea. - Tus padres estarían orgullosos de ver en lo que te has convertido. Espero que regreses algún día al lugar que te vio nacer y espero que sea trayendo contigo de vuelta a Elsabeth. Necesitamos reconstruir Kornvaskr de sus cenizas y retomar lo que quedó atrás en el tiempo...

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04/04/2019, 11:21
Idunna

Idunna no dijo nada. Tenía lágrimas en los ojos y lo cierto era que de todos los allí presentes parecía ser la más frágil de todos. Era normal, pues Idunna siempre había sido una chica muy sencilla y sentimental. Era además la más joven de todos los que se habían embarcado en la Tormenta y ahora que iniciarían el camino de regreso a su tierra, se sentía especialmente vulnerable. 

Trató de decir algo. Abrió la boca pero no le salieron las palabras, tan solo un sollozo y ahogado que indicaba la pena que sentía al tener que decirle adiós a Daito. Por todos era sabido que si alguno de los presentes tenía que ser el líder de la nueva Kornvaskr, ese era el joven Daithoborgh, hijo de Theodo. No obstante, ahora les abandonaba en pos de un bien mayor. Salvar a la joven Elsabeth, prima de Griudvik y Ragnar y hermanastra suya, pues cuando sus padres murieron, se crió con su familia y ella y con Dalla la consideraban a toda luces como su hermana.

Volv... - Tragó saliva y intento retener las lágrimas de manera infructuosa. - Volved a casa... - Dijo al fin con la voz entrecortada.

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04/04/2019, 11:27
Narrador

Finalmente, los cinco valientes se introdujeron en un bote a remos junto con dos de los sureños Imad y Yazid. Metieron en el bote gran cantidad de provisiones y armamento. Lo necesario para la misión que estaban a punto de emprender. Los dos marineros sundalliés remaron en silencio hasta alcanzar la costa de saukiana. Los cinco valientes tampoco hablaron demasiado más allá de dar algunas indicaciones acerca de cual podía ser el mejor lugar para el desembarco.

La costa saukiana era una zona bastante accidentada llena de acantilados y riscos afilados. No obstante, encontraron una zona algo más accesible. Una pequeña playa de cantos rodados de gran tamaño se abría ante ellos. Por suerte, parecía que un sendero más o menos definido escalaba el acantilado hasta la tierra firme. Posiblemente fuera utilizado por contrabandistas o piratas, aunque desde luego por la alta hierba que lo cubría parecía llevar tiempo en desuso. 

Una vez el bote llegó a la playa de cantos rodados, los marineros sureños ayudaron a desembarcar el equipaje y acto seguido y tras una fugaz despedida se internaron de nuevo en el mar camino de la fragata de Sid. La niebla no había cesado y la tranquilidad que se respiraba en el ambiente, un ambiente que debiera ser de preguerra, no era normal. Los sundalliés eran gente con muy supersticiosa y lo cierto era que casi para cualquier situación de la vida tenían un prejuicio y esa ocasión no era una excepción. Se les veía temerosos y con ganas de salir de allí cuanto antes.

Los cinco recién desembarcados cargaron con el equipaje y comenzaron a escalar aquel sendero. Para cuando lograron llegar arriba, los dos marineros ya habían llegado a su destino y habían subido el bote abordo. La Tormenta del Arena levó el ancla y comenzó a alejarse hacia el horizonte. No es que les quedase un camino fácil y seguro por delante. Debían atravesar de nuevo el mar, esta vez camino del estrecho de Alejandría y debían esquivar los buques de guerra de ambos ejércitos. Una vez en territorio de Catán, debían convencer a las autoridades portuarias de que les dejasen pasar. Con algo de oro bastaría. Sólo entonces estarían a salvo, aunque todavía les quedaba una larga travesía hasta el otro lado del continente.

El sol empezaba a caer en el horizonte. Su color era anaranjado esa tarde. En tres o cuatro horas comenzaría a anochecer y debían decidir que hacer. Nadie había estado en esa región del mundo anteriormente. Nadie salvo Gorbagog. Quizás lo más lógico fuera que él se convirtiera en el guía del grupo. Aunque tampoco conocía mucho más el lugar que el resto de todos los presentes.

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04/04/2019, 11:39
Director

Notas de juego

Llegados a este punto, creo que eres tú el que tiene que guiar al grupo. La siguiente parada lógica sería la aldea de Lutus. Es un pequeño puerto pequero que se encuentra a la orilla del mar de Tildas. Está situado en la zona oeste de la costa tildana y pertenece al reino de Sauk. 

Estuviste allí cuando escapaste de Angarkok y te trataron bien después de casi matarte por confundirte con un enemigo. Elirc Pataslargas era el jefe de la aldea y es un buen contacto. Podrías proponer ir allí.