Partida Rol por web

La reunión de la familia Serf se extendió durante varios minutos mientras la incertidumbre se apoderaba de la fortaleza. El maestre expuso unos datos que había podido averiguar durante su paso por la habitación nupcial que podían ser bastante relevantes para encontrar al culpable de aquella serie de crímenes que habían intentado boicotear aquella boda, o al menos que se desarrollara en paz.

Tras la intervención de ser Yoren alguien llamó a la puerta. Era uno de los hombres que la casa Serf había dispuesto para custodiar la entrada a sus aposentos, por si alguien decidía atacarles de frente.

-Mis señores, un sirviente de los Harte os hace llegar el mensaje de que Lord Gerard os invita a una audiencia para parlamentar sobre los últimos acontecimientos.

Intento no parecer asombrado cuando recibimos la invitación. Con todo el aplomo le respondo.

– Os lo agradecemos, indicarle que ahora iremos. – Con la mirada le indico que ya puede marchar.

Una vez ha salido les indico que se aproximen todos. – He cometido un error, tendríamos que haber marchado en lugar de quedarnos aquí hablando. – Mirando a Konrad. – Permanece aquí con Grisel y las doncellas. Toma las medidas que consideres necesarias para protegerlas.

Centrándome ahora en Ser Yoren. – Sino puedo evitar separarme de vosotros deberás tomar a tu vez las medidas para proteger a Lylian.

Volviendo a mirarlos alternativamente. – La prioridad debe ser poner a salvo a mis sobrinas, las hijas de nuestro señor al que todos nosotros le juramos lealtad.

-No os preocupéis, mi señor. - Le respondión Konrad a Normand. -Me encargaré de que Grisel esté a salvo.

Konrad tomó su espada y la mantuvo cerca por si acaso fuera necesario. Aseguró que en cuanto se fuera la familia atrancaría la puerta del dormitorio para evitar sobresaltos y vigilaría que todo estuviera bien. Después se dirigió a Ser Yoren.

-Cuidad bien de ellos, llevaros con vos a alguna de las criadas y si necesitáis mi ayuda hacédmelo saber por ella.

El súbito golpe a la puerta hizo que Anselminus se diese cuenta de pronto del paso del tiempo ¿Cuanto llevaban discutiendo sobre ese tema?

Tras las palabras de Sir Normand, el maestre revisó por un momento sus pertenencias para asegurarse de que llevaba encima todo lo imprescindible, si en cualquier momento tenían que marchar, haría bien en no dejar nada por ahí. También se acordó de su pobre amigo Ártur, que a duras penas llegó con vida al castillo junto a ellos y que ni tan siquiera había despertado desde entonces. - Señor, se que ahora mismo estáis preocupado de asuntos más importantes que este, pero os pido que tengáis en vuestros pensamientos también al mayordomo, que tanto ha dado por los Serf. -

Las palabras del Maestre me afectan, tal como esta la situación ya lo contaba como una baja, lamentable como todas, pero una baja que intentar evacuarlo sólo puede ocasionar mas. Aunque quienes no hallan estado en batallas lo consideraran completamente deshonroso. Evidente en las canciones no mueren los héroes, o si lo hacen sus compañeros les hacen unas grandes ceremonias de despedida. Pero a menos que sean meras escaramuzas, es lo que ocurre en la realidad hasta que todo ha acabado. No, no puedo decirles esto tengo que ponerme el disfraz de castellano.

– Nada me gustaría mas que pudiera acompañarnos de vuelta Maestre Anselminius. ¿Contáis con algún estimulante o alguna cosa que le permita montar a caballo, aunque sea atado a éste? Creo que, si nos quedáramos aquí esperando semanas su recuperación, incluso días, seguramente partiríamos todos juntos a ser lanzados por alguna sima o transportados por hermanas Silenciosas después de haber preparado nuestros cadáveres. Vos también estebáis de acuerdo de que nadie puede contar fuera cosas como las que le dijisteis personalmente a Lord Gerard Harte de que su hija estaba embarazada antes del encamamiento. – Fijando la mirada en él. – ¿Realmente creéis que el Lord nos facilitada la salida sabiendo que lo sabéis?

Mirando a todos de nuevo. – Y además los extraños sucesos que ocasionaron el estado de Ártur. El joven agonizante, y bandidos que no sorprendieron a nadie aquí en Cimera. Nadie se quejo porque Ser Yoren se tomada las atribuciones de Lord Harte, ni tampoco fue felicitado por hacer más seguros los caminos.

La situación se tornaba cada vez más incómoda y extraña.Desde los últimos descubrimientos incluso sus prioridades habían cambiado, ya no se preocupaba por cumplir las órdenes del rey sino por salir de aquel señorío con vida. Y ahora habían sido llamados a la presencia del señor.
En otras ciscunstancias le habría alarmado que los hombres se pusieran tan en guardia, casi esperando el ataque.Pero tenía que reconocer que se sentía en cierto modo aliviada y por supuesto segura.
-Bien, vayamos a ver que quiere el Lord y tratemos de volver a casa cuanto antes.
Se quedaban sin opciones, lo único que podían hacer ahora era tratar de salir indemnes de todo el sinsentido que les rodeaba.

Ante la respuesta de Normand el rostro de Anselminus se enturbió, la espalda del mayordomo estaba totalmente rota, ya sería toda una hazaña poder trasladarlo, y tendría suerte si era capaz de mover los brazos después de aquello.

- Aunque despertase sufriría terribles dolores, y obligarlo a soportar una cabalgada en su estado tan delicado me temo que terminaría por acabar con su vida. Siendo honesto señor, si no podemos irnos de aquí en un carro, no tiene posibilidades. Aún conservaba alguna esperanza por su futuro, pero si decidís que no podemos hacer nada por él al menos dejadme ir a verlo una última vez, y me aseguraré de que su partida sea indolora. -

- Volviendo a los Harte. Nunca le mencioné a Lord Harte mis sospechas directamente, eso habría sido imprudente. No creo que tenga motivos para pensar que sabemos eso, si es que él mismo está al tanto de ese hecho. -

Tengo la tentación de seguir debatiendo con Anselminius, pero como prácticamente siempre, mi sobrina Lylian tiene razón.

– Tal como nos ha recordado mi sobrina debemos acudir a ver que desea el Lord de la casa. No estamos en condiciones de hacer que crea que nos queremos acudir. Si envía un grupo de soldados para escoltarnos a su presencia de nada servirá que acabemos decidiendo aquí.

Señalando la puerta. – ¡Vamos ya!

Cuando llegaron al salón del castillo, Lord Harte los recibió de inmediato, procurando que la audiencia fuera lo más privada posible. A parte de la guardia personal de Lord Gerard y un par de criadas que les ofrecieron algo de beber y un asiento, no había nadie más en aquel salón que daba la sensación de ser más grande ahora que durante las otras visitas que habían hecho en él. Lord Hartha había mandado a los invitados de vuelta a sus aposentos y había mandado que el maestre de su casa, junto con el de la casa Manning, se encargaran del cuerpo de Kevan.

Encontraron a Lord Harte con rostro serio y ligeramente pálido, muy preocupado según su gesto y les miraba mientras se frotaba la frente con regularidad.

-¿Qué vamos a hacer? - Les preguntó directamente, sin preámbulos. Se puso en pie y comenzó a caminar de un lado a otro.-Esto ha sido un desastre. Un completo desastre. Me han dicho que Darren Manning estaba muy enfadado y airado después del accidente... Y mi hija está completamente impactada, nuestro maestre tuvo que darle algo para calmarla. - Negó con la cabeza. -Me han dicho que Darren la acusa de asesina... Me temo que todo esto va a terminar como nadie quería. ¿Qué vamos a hacer?

Nada más entrar observo que a pesar de estar presente ningún representante de la Casa Manning hay soldados en el salón de la Casa Harte. Parece indicar que nos considera una amenaza, o por lo menos por mucho que lo niegue tampoco crea que han sido un cumulo de circunstancias desafortunadas, los guardias lo desmienten.

El tono del Lord es de preocupación. Tantos muertos harán que lo sucedido sea difícil de que se olvide, y no sólo por estas dos casas. Intento aprovechar esta circunstancia haciendo hincapié en una cosa obvia, para intentar salir con vida de aquí.

Adoptando el tono de los pésames, intervengo cuando creo que ha finalizado de hablar. – Tenéis toda la razón Lord Gerard Harte, cuando partimos de nuestras tierras ni se nos pasó por la cabeza todo lo que ha sucedido. Nuestro mayordomo quedo malherido, creerme que hubiera traído soldados para proteger a mis sobrinas. Sólo nosotros recordaremos ese incidente. Lo que es evidente que tantas desgracias sucedidas entre las dos casas serán comentadas hasta en Desembarco del Rey, sin duda. – Y más si todos los enviados a petición del Rey desaparecieran en los caminos. Robert el Primero de su Nombre nunca se ha distinguido por sentirse cómodo con la política, pero si con su martillo de guerra. Y no digamos como trata su suegro las ofensas a su Casa si fue idea de la Reina que viniéramos aquí.

– Tal como ha quedado la situación me temo que deberéis aguardar a la siguiente generación para unir vuestras casas. – Intento jugar la carta de no dar ninguna importancia a que la novia tuviera tantos problemas digestivos, no seré yo quien saque este tema de nuevo. – O como son jóvenes vuestra hija y el nuevo Lord Manning esperar unos años a que se calmen de una situación como la que acabamos de vivir, ambos han perdido hermanos y él además a su padre. Es completamente lógico que los dos estén alterados, aunque él no puede permitirse que le den alguna sustancia así para pasar los días de más intenso dolor. Debe asumir el control de su Casa.

Lord Gerard arrugó la frente y se mesó la barba con la mano, pensativo. No parecía compartir las esperanzas tan positivas de Normand sobre que aquello pudiera tener arreglo en el futuro. Para él la situación era más apremiante, urgente y delicada.

-No se yo, ¿de verdad creéis que se pueda solucionar? - Dijo Lord Gerard, -Temo que a Darren Manning se le ocurra alguna locura y esto termine en una guerra que, al menos yo, no deseo.

Visiblemente angustiado, el lord volvió a vagar de un lado a otro de estancia. Se le notaba cabizbajo y alicaído, bastante pesimista con respecto a la situación.

-Os ruego consejo. - Les dijo. -Por eso os he hecho llamar. Como intermediarios designados por el Rey, espero que Darren... Lord Manning, tome vuestras sugerencias en consideración y podamos arreglar esto.

Anselminus miró alternativamente a Lord Harte y al señor Normand mientras intercambiaban impresiones; el primero evidentemente sobrepasado por aquella situación. La preocupación de Lord Harte era genuina, dos asesinatos habían tenido lugar en sus tierras, y si bien el primero podría haber pasado por un accidente o el acto egoísta de un individuo, la muerte del recién casado Kevan Manning levantaría sospechas por si sola, incluso si no se descubría el envenenamiento.

El maestre consideraba que no habían valorado todas las opciones en la breve reunión de la familia Serf, de modo que se atrevió a proponer alguna sugerencia - Comparto la preocupación de Lord Harte. Incluso si los dioses quisieran que la situación se calmase en un futuro, hoy por hoy el heredero de los Manning debe tener la sangre caliente. Vino con la promesa de una boda y en su lugar ha perdido a su padre y a su hermano; sus decisiones futuras pueden ser imprevisibles.

El rey no se quedaría al margen si estalla un conflicto directo entre las casas, pero deberíamos estar preparados para que Darren Manning exija una compensación por lo ocurrido. ¿Hay algo de lo que la casa Harte pueda desprenderse capaz de calmar la furia de Darren? Tierras... oro... -

Lord Gerard Harte asentía mirando al maestre, su orden era la voz de la sabiduría en un mundo donde imperaba la fuerza y la espada. Lord Harte apreciaba a los servidores de las cadenas al cuello, y los escuchaba y atendía a sus consejos, por eso empezó mostrándose de acuerdo con el maestre. Pero cuando mencionó lo de la compensación se le arrugó el rostro y frunció el ceño.

-Yo también he perdido a una hija. - Dijo algo molesto. -Y si han sido los Manning también está por ver. Pero... en parte tenéis razón, - añadió tras considerarlo un momento y relajando el gesto. -No se consigue paz sin dar algo a cambio. No puedo darles las tierras que tanto le costó a mis antepasados y a mi mismo conseguir y conservar. Pero no me produciría duelo deshacerme de algo de oro si eso soluciona el conflicto.

Lylian estuvo a punto de intervenir en un par de ocasiones,sentía que necesitaba decir de una vez lo que creían que sabían y lidiar de una vez por todas con la verdad. Sin embargo no era eso lo que habían ido a buscar allí, el rey les había enviado para mediar en una boda que jamás se celebraría y ahora su principal objetivo era salir de aquellas tierras con vida.
Se quedó callada mirando a los hombresw, pues por primera vez en días sentía uqe no tenía nada que decir, lo único que deseaba era que alguien la sacara de allí.

Los dragones de oro nadie los rechaza, aunque puedan adoptar una pose de ofendidos. En este caso puede que un ofrecimiento publico pudiera ser considerado un insulto como si fuera en pago a algún servicio y ha habido demasiada sangre derramada y de las dos familias.

– Por lo que decís la disputa entre las dos familias es por tierras. Si os parece adecuado podríais proponer una parte de esas tierras como dote de los futuros hijos vuestra hija. Seguirían formando parte de vuestras tierras si no aceptara la propuesta. – Y mirándole. – Nadie podría decir que no estáis dispuesto a solucionar la disputa.

Me quedo unos segundos meditando antes de añadir. – Para tener más fuerza a la hora de transmitírselo a Lord Darren Manning debería mostrar su acuerdo vuestra hija. ¿Podría hablar con ella? Evidentemente acompañado de mi sobrina, sus doncellas, y quien estiméis adecuado. Por si me preguntara si ella estuviera de acuerdo podérselo asegurar y no aumentar la tensión si le pareciera bien para que después vuestra hija no quisiera saber nada de una nueva boda en estos momentos.

Lord Gerard meditó sobre la última propuesta de Normand, y a juzgar por su gesto no la consideró del todo mal. Le pareció interesante supeditar el control de las tierras a la influencia de su hija y no a la de los Manning, lo que podría ser una solución intermedia.

-Tal vez con un acuerdo de devolución si no tienen hijos que hereden esas tierras... -Meditó el señor de Cimera, más para si mismo que para los demás, pero pronunciándolo en voz alta igualmente. -Es una buena propuesta. La meditaré adecuadamente. -Le dijo finalmente a Normand.

Ante la propuesta de hablar con su hija lo consideró adecuado, sin embargo, les dijo que la dejaran descansar un par de horas, puesto que al encontrarse tan alterada e impactada por lo ocurrido el maestre le había dado algo para calmarla y era posible que se encontrara descansando. Él mismo consideró oportuno acompañarlos más tarde, ya que su esposa todavía permanecía convaleciente tras el disgusto de todo lo ocurrido, especialmente con la muerte de la pequeña Lady Eilene.

Un par de horas más tarde les avisaron de que lady Sylvie les recibiría, tal como habían solicitado. Nuevamente se reunieron en el salón de Cimera y cuando llegaron allí encontraron a Lord Harte recibiéndoles de nuevo con cortesía y a una pálida y temblorosa Sylvie acompañada por una sirvienta. La muchacha apenas les recibió con un ligero gesto y volvió a sentarse pesadamente tras el esfuerzo. Tenía mala cara, la tez blanca, los ojos enrojecidos y vidriosos, la mano le temblaba. Pero aún así se esforzó en mostrarles una sonrisa de bienvenida.

-Sé que queréis hablar con mi hija. - Les dijo Gerard Harte cuando entraron al salón. -Pero tengo noticias que daros primero. Los Manning han abandonado Cimera. Y no con buena disposición a regresar, me temo. Al menos no para sentarse a compartir el pan y el vino.

Lylian contuvo el aliento cuando el señor de la casa comenzó a hablar, estaba tensa, cansada y siendo sincera bastante perdida en toda aquella situación. Cuando Lord Harte termino su exposición suspiro aliviada, estaba claro que no habían conseguido llevar a cabo el encargo del rey Robert, pero se sentía bastante satisfecha de que Kevan se hubiera marchado a su tierras sin derramar sangre, al menos de momento. Tal vez deberían aprovechar y marcharse ellos también...-Siendo así Lord Harte me temo que en poco podemos ayudar ya a la paz entre ambas familias.Parece ser que para el joven Lord vuestras diferencias son irreconciliables, tal vez deberiamos marcharnos nosotros también, ya hemos abusado de vuestra hospitalidad. Comentó con una leve sonrisa...

No puedo dejar de expresar mi acuerdo con las acertadas palabras de la mayor de mis sobrinas, mucho más hábil en las relaciones sociales que yo.

– Creo que mi sobrina esta en lo cierto. Nada conseguiremos en estos momentos perturbando a vuestra hija, ya que la urgencia ha desaparecido al abandonar Lord Manning Cimera.

Intento conseguir alguna protección para el viaje, sigo pensando que nuestros atacantes no eran enemigos de Cimera. – Aunque lo dejo a vuestro buen entendimiento si debemos contarle esa posible solución. Cuando lleguemos a nuestras tierras enviaremos un cuervo a la Fortaleza Roja, si estáis de acuerdo, añadiendo la propuesta de acuerdo que hablamos y que no hemos podido trasladar a los Manning.

Lord Gerard parecía abatido pero consintió asintiendo lentamente con la cabeza y mostrándose conforme a lo que tanto Lylian como Normand habían expresado.

-Si así consideráis no puedo reteneros más tiempo. - Dijo mostrando una sonrisa apenada. -Partid con mis mejores deseos para vuestro viaje y mi profundo agradecimiento por vuestra ayuda. Aunque al final las cosas se hayan torcido como nadie esperaba, contar con vosotros ha ayudado a que esto no haya terminado mucho peor. Solo os pido un favor. Contadle al Rey la verdad de lo que ha ocurrido aquí, decidle que mi casa se mantuvo fiel a la solución de la boda hasta el final. Buen viaje. Si necesitáis de algo hablad con mis hombres, os proveerán de lo necesario.

Y diciendo eso los Serf se pudieron despedir de Lord Gerard y de lady Sylvie, quien se mantenía apenada y con la cabeza gacha. No obstante, les pareció ver por el rabillo del ojo mientras abandonaban el salón que la muchacha esbozaba una sonrisa en sus labios.

El mayordomo de Cimera y los criados de los Harte atendieron sus peticiones, e incluso les dieron un carro con el que poder transportar al herido Artur de vuelta al hogar de los Serf. También les trajeron de la cocina provisiones y demás viandas para el viaje. Todo estuvo listo para la partida antes de que el sol se colocara en el punto más alto.