Partida Rol por web

Enya dio un paso hacia atrás en vista de que la única que le hacía frente era la amazona. Y con gran sencillez sacó de su cinto un pequeño frasco que bebió mientras miraba directamente a los ojos a Adelaide. Segundos después, la pequeña niña, o El Señor del Castillo que era como la habían llamado desapareció sin dejar rastro.

Sarita se revuelve contra aquella enorme mano de tierra que salió de pronto del suelo de este castillo de arena. Apoyó su pierna contra el pulgar de aquella mano y se impulsó a la vez que arqueaba la espalda consiguiendo escapar de aquella trampa.

Sarita mostrando una gran destreza, consigue liberarse de la mano y se aleja de ella para evitar que pueda agarrarla de nuevo.

La mano conjurada por Kalehid forma un puño y golpea a Kalalo, pero su armadura resiste el ataque y no le hace ningún daño. Kalehid, malherido, lanza un poderoso rayo oscuro contra Kalalo. Esta vez, su armadura no consigue ayudarle en su defensa, impactando en el pecho del guerrero, que empieza a humear.

Éste, enfadado con el hechicero, giró sobre sí mismo para asestar un golpe rápido y, además, certerzo. El traje de Kalehid comenzó a sangre, pues Kalalo había hecho una profunda herida en su estómago.

Enya retrocede por las constantes acometidas de Adélaïde. Saca una poción y, según se la toma, su cuerpo va desapareciendo. El Señor del Castillo se ha vuelto invisible. El oso que está tras la joven rubia ruge antes de atacar, avanza para situarse de nuevo cerca de Adélaïde, lanza su garra contra ella, pero rebota en su armadura.

Adélaïde, suponiendo que a Enya no le ha dado tiempo a moverse, clava su espada en el lugar donde su cuerpo había desaparecido, pero no encuentra resistencia, así que no ha conseguido golpearla.

Elnora, desde su posición, convoca otra mano al lado del guerrero. El guerrero intenta zafarse de ella, pero la mano consigue sujetarlo, apretando con fuerza.

La mano que antes sujetaba a Sarita se lanza a por Morgana, que es la que más cerca tiene, pero la muchacha la desvía con un puñetazo.

Kalalo, para liberarte de la presa:

Puedes liberarte de una presa ganando una prueba enfrentada de Presa en lugar de realizar un ataque. Si así lo deseas, puedes realizar una prueba de Escapismo en lugar de tu prueba de Presa, pero esto requiere una acción estándar.

Hacer una prueba enfrentada de presa es 1d20+ataque base+modificador de fuerza. He hecho la prueba y tienes que superar una CD de 20. Si consigues liberarte, sólo podrías moverte.

Enya sonrió al ver como sus enemigos se mataban entre ellos. Y tras ver como su enemiga Adelaide golpeaba al aire, decidió sacar su varita mágica e invocar en aquel mismo lugar un lobo blanco que se enfrentase a ella.

Libre por fin de aquella enorme mano Sarita volvió a apuntar a la bruja que estaba conjurando.

Con otro contrincante atrapado y uno zafado que volvía a dispararle, Elnora conjuró de nuevo otra mano cerca de Sarita, si era necesario llenaría la estancia con sus peligrosos conjuros.

A pesar de la herida sufrida, Kalalo se las arregla para herir a Etelimas, con una herida que él considera suficiente para dejarlo fuera de combate. 

Se disponia a recuperar sus propias fuerzas cuando una mano salida de nosedonde lo atrapa, dejandolo inmovilizado por un momento. Resopla malhumorado al considerarse victima de un ataque completamente deshonesto, por lo que utiliza toda su fuerza para salir de la "mano gigante" y se retira a cubierto en la entrada. 

La mano de tierra de Etelimas volvió a lanzar un ataque a Kalalo mientras aún estaba inmóvil entre los enormes dedos de la mano conjurada por la bruja, pero la armadura del guerrero repelió con efectividad el ataque.

El brujo miró con gravedad a Kalalo. Apenas se tenía en pie, y probablemente aquel sería su final... pero la idea de que aquel hombre aún pudiera sobrevivir le cegó. No iba a permitir que le derrotasen y vivieran para contarlo.

Dando otro paso atrás, tambaleando y con su diestra en el vientre, apuntó con su zurda al guerrero mientras pronunciaba las palabras de poder de su ataque mágico. Un rayo surgió desde sus dedos en dirección al hombre que se encontraba atrapado aún en la mano de Elnora.

Luego cayó al suelo inconsciente incluso antes de poder comprobar si su ataque había alcanzado a su objetivo o no.

Sarita, libre y alejada de las manos, cogió las flechas y las puso en su arco. Disparó antes de que nadie viera cómo se movía, disparó con un elegante movimiento. Una de ellas no se acercó a la hechicera, pero la otra la impactó en el brazo.

La mano que había conjurado Etelimas intentó golpear a Kalalo, que estaba siendo sujeto por la mano de Morgana, pero la armadura le protege del golpe. En cambio, lanzó un poderos rayo contra el cuerpo del hombre apresado, que sí que le impactó donde su armadura había humeado antes. Kalalo se desmayó al tiempo que lo hacía Etelimas. Las manos que el hechicero había convocado se desvanecieron al no permanecer consciente.

El oso que amenazaba a Adélaïde se lanzó con todas sus fuerzas contra la mujer. Intentó arañar y morder, pero la armadura de Adélaïde fue lo suficientemente dura como para repeler sus ataques. Y, de pronto, sin saber de dónde, un brillo surgió ante la mujer; un lobo blanco acababa de aparecerse ante ella, dispuesto para el combate.

Elnora convocó una nueva mano al lado de Sarita. Ésta intentó saltar, pero la mano la agarró en pleno vuelo, sin ser capaz de liberarse.

La mano que estaba al lado de Morgana volvió a atacarla, pero ella volvió a desviar su ataque con otro potente puñetazo. Sin embargo, la mano que sujetaba a Kalalo apretó de nuevo con toda su fuerza. El guerrero, aunque inconsciente, lanzó su último grito antes de dejar escapar su último aliento.

Gabriel miraba a su alrededor divertido. Pensó que no era necesario que hiciera nada, no iba a malgastar su magia a lo tonto.

Una flecha alcanzó a Elnora a pesar de la cobertura que le proporcionaban sus manos, sin embargo Sarita terminó atrapada de nuevo, anticipandose a los movimientos de la arquera la bruja conjuró una nueva mano, esta vez para estrechar el cerco que estaba formando a su alrededor.

El techo está a unos 20', creo recordar (que ahora no tengo los papeles delante), pero vamos, que lejos de tu alcance.

Sin ningún tipo de obstáculo, le alcanzas en un movimiento.

Sarita volvió a verse apresada por una de aquellas manos de piedra. Al intentar huir le había sujetado la pierna impidiendo el movimiento. 

Con su otra pierna le dio una patada al dedo pulgar de aquella enorme mano. Era el dedo prensil, si conseguía debilitarlo lo suficiente podría escapar.