Penwater no se lo pensó y comenzó a disparar con su pistola. Estaba hecho una verdadera mierda y había sido culpa que los disparos comenzaran. Si al menos se podía llevar consigo al otro barrio a algún japo, se iría satisfecho.
- ¡Malditos amarillos! - Gritó mientras apretaba el disparador de su arma y las balas comenzaban a silbar en dirección al enemigo.
Motivo: Bang bang!
Tirada: 1d10
Resultado: 5(+5)=10 [5]
Menos mal que tengo buena puntería de base y ese +1, que sino con un 5 igual no da, pero quedando en 10, digo yo que habré dado a alguien, no?
Chicken no se lo pensó dos veces y en cuanto sonaron los primeros disparos, comenzó a apretar sin descanso el gatillo de su arma. Las balas que llegaban se cruzaban con las que él mismo y sus compañeros lanzaban, creando una cortina de ruido indescriptible e indistinguible entre unos y otros.
-¡JODIDOS JAPOS! ¡MORIIIIIID!
Motivo: Disparo
Tirada: 1d10
Resultado: 5 [5]
Ice no se esperaba que el capitán gritase, pero era más que evidente que no estaba en sus cabales y que dentro de poco, más bien, en nada, su cerebro estaría igual que la papilla de un bebé.
Quizás por ese motivo, en cuanto sonaron los disparos, se echó al suelo con rapidez, mientras preparaba su arma y se disponía a disparar, si tenía ocasión.
Las balas cruzaban por encima de su cabeza y lo único que podía hacer era... esperar.
Motivo: Abajooooo
Tirada: 1d10
Resultado: 2 [2]
El grito del Capitan atrajo inmediatamente las balas contra ellos.
Como si de un resorte se tratase, Abrahams encaró su arma en dirección a los disparos y abrió fuego, acompañando sus disparos de un grito que salió de su mismísima alma
-¡¡¡Morid putos amarillos!!!
Motivo: Disparar
Tirada: 1d10
Resultado: 1(+4)=5 [1]
SABIA que mi uno iba a llegar ahora. Lo SABIA xD
Chicken - Disparar 5
Ice - Esquivar 2
Abrahams - Disparar 1
MacReady - Disparar 9
Penwater - Disparar 10
Oddball - ¿?
Espero antes de resolver, que por lo que estoy viendo, está bonito el cuadro XD
El grito del capitán había alertado a un grupo de tres japoneses que se encontraban al otro lado de la vegetación. El joven soldado podía haberse tirado al suelo para esquivar los balazos, pero tenían que librarse de inmediato de aquellos tres para continuar avanzando, por lo que no lo dudó ni un momento y abrió fuego sobre los japoneses.
-¡Morid, putos japos! -exclamó, mientras disparaba sobre los amarillos.
Motivo: Armas de Fuego
Tirada: 1d10
Resultado: 4(+5)=9 [4]
Los japoneses abrieron fuego al mismo tiempo que lo hacíais vosotros, aunque con diferentes consecuencias. Abrahams ni siquiera pudo disparar. Su arma se encasquilló en seco, lo que significaba que si sobrevivía, debía desmontar la jodida arma y limpiarla, antes de volver a utilizarla, pero en ese preciso momento, lo único que pudo hacer es quedarse con gesto de sorpresa, mirando hacia el punto del cual llovían los disparos a su alrededor.
MacReady y Penwater, en cambio, sí que acertaron de lleno en dos de los amarillos, que cayeron abatidos entre las plantas, impidiendo que uno de ellos acabase con MacReady.
Para sorpresa de Abrahams, al igual que haría un jodido héroe, ninguna de las balas impactó en su cuerpo, pero sí que lo hicieron en Penwater. El pobre capitán estaba decidido a no sobrevivir y al recibir las dos balas, supo que su momento había llegado.
Su cuerpo cayó de espaldas al suelo, exhalando su último suspiro, y sin tiempo siquiera a decirles a los amarillos que se jodieran.
El grupo había perdido a su capitán.
Motivo: Japo 1
Tirada: 1d10
Resultado: 6(+1)=7 [6]
Motivo: Japo 2
Tirada: 1d10
Resultado: 6(+1)=7 [6]
Motivo: Japo 3
Tirada: 1d10
Resultado: 9(+1)=10 [9]
Motivo: Pito 1
Tirada: 1d6
Resultado: 5 [5]
Motivo: Pito 2
Tirada: 1d6
Resultado: 5 [5]
Motivo: Pito 3
Tirada: 1d6
Resultado: 4 [4]
Los resultados de los disparos se anulan menos dos.
10 Penwater vs Japo 1 Impactan los dos
9 MacReady vs Japo 2 Impacta MacReady
5 Chicken vs Japo 3 Impacta Japo 3
Los dos primeros disparos por sorteo siguiendo el mismo orden en Penwater.
John, sacó la cabeza del lugar donde se había parapetado y vio un blanco fácil. Apretó el disparador de su arma y momentos después el último japo cayó al suelo muerto. Se había acabado el tiroteo, pero pronto, mucho más pronto de lo que les gustaría, un nuevo pelotón de amarillos estaría encima de ellos.
- ¡Joder, capitán! - Exclamó poniéndose en pie y corriendo junto al cadáver de Penwater.
Aquel hombre había sido siempre un buen compañero y un buen mando. Eso que acababa de pasar era la prueba de que la guerra no hace distinciones, ni tiene favoritos, porque si hubiera tenido que elegir, Penwater hubiera sido el último a quien llevarse. Sin embargo allí estaba, tirado como un perro en medio de una selva de una condenada isla en medio del pacífico.
- Thomas... - Dijo mirado el cuerpo sin vida del capitán. Resopló. Tenían que seguir.
Agarró las chapas del cuello de Penwater, su munición y se puso en pie.
- En marcha... - Dijo sin más y se puso a caminar.
Motivo: Disparar
Tirada: 1d10
Resultado: 10(+3)=13 [10]
MacReady había visto la muerte muy de cerca, al punto de que estaba convencido de que uno de esos japoneses le mataría. Y quizá eso es lo que le hubiera pasado de no ser porque sus disparos y los de Penwater habían alcanzado antes al amarillo. El joven soldado pensaba en dirigir una mirada a su capitán y decirle algo como que había faltado muy poco. Sin embargo, sus ojos se abrieron con horror al ver que Penwater había caído con dos balazos.
-Capitán... -se quedó paralizado, observando el cadáver de su superior, horrorizado, mientras Ice tomaba las chapas de su cuello y la munición que llevaba.
Penwater había sido todo lo que alguien hubiera podido esperar de un superior. Entregado, audaz, correcto en el trato y cercano con sus hombres, sin olvidar que estaban en una maldita guerra. Una guerra que ya le había arrebatado a un puñado de buenos compañeros y ahora acababa de sesgar la vida de quien les dirigía.
-Estamos en el infierno -sentenció, con los ojos desorbitados, mientras echaba a caminar detrás de Ice, más por inercia que por otra cosa-. Dios no puede vernos en este maldito lugar...
Ice se volvió y disparó con rabia, y casi sin apuntar. El japonés que aún quedaba en pie, recibió el disparo en mitad de la cabeza, abriendo mucho los ojos en un gesto mudo de sorpresa y cayendo a continuación boca abajo, sobre la espesa vegetación.
Los cuerpos de los tres amarillos estaban dispuestos en posiciones muy diferentes, al igual que el del capitán Thomas Penwater, pero su destino había sido el mismo y seguramente, acabarían en el mismo lugar.
Ahora teníais otro motivo para continuar. Cada uno de los soldados de vuestro equipo que había caído, merecía a cambio las muertes de unos cuantos malnacidos japos.
Motivo: Disparo japo
Tirada: 1d10
Resultado: 6 [6]
Abrahams no pudo disimular una mueca al ver el cuerpo inanimado de su superior y a la vez amigo Penwater. Chistó con la lengua y escupió en el suelo, justo antes de agacharse y revisar rápidamente el cadaver, en busca de documentación personal, distintivos y cualquier otra cosa necesaria de ser recogida. Por otro lado comprobó el arma del antiguo capitán y la cambió por la suya, para luego sacar su mapa de papel y tratar de ubicar la situación del enfrentamiento, para dejar algunas anotaciones junto a una X en el mapa. Si estaba en su mano estaba dispuesto a volver a por su amigo para que este pudiese volver a suelo estadounidense aunque fuese en una caja de pino.
-Revisad bien los cuerpos de los japos. Buscad documentos de interés y revisad armas y municiones. Esta vez andad con cuidado con trampas y explosvos, ¿estamos?-ordenó malhumorado
- Entendido. - Respondió Ice, que acto seguido se agachó junto a uno de los amarillos y comenzó a rebuscar.
No parecía haber nada de mucho interés, pero tampoco estaba buscando con muchas ganas, odiaba a los amarillos. Tenían enfermedades y esas cosas y prefería no tocarlos demasiado, no fuera a ser que se contagiara de algo malo.
- Creo que no tiene nada de interés, señor. - Dijo tras rebuscar de forma no muy laboriosa.
Motivo: Buscar
Tirada: 1d10
Resultado: 2(+1)=3 [2]
Una mierda, una mierda...... que mierda......
Y la peor mierda amarilla.
Pero perder al Capitan me dejo deprimido. Nunca habia tenido miedo a la muerte, pero ahora me daba cuenta, que realmente todos estabamos muertos, y lo que no tenia sentido, para que luchar.
Mis compañeros habian matado a unos japoneses. Que importaba, habian mas, y venian a por nosotros.
- Lo siento Capitan.... susurre. Como si pudiese escucharme.
Y continue hacia adelante.
Si es necesario que lance dados, por favor PNJotizame, que la semana no ha sido buena conmigo.
No te preocupes. Si hace falta yo lanzo por ti. Tranquila ;)
Los amarillos no tenían nada interesante, salvo algunas fotografías y cartas personales que llevaban consigo, por si acaso no regresaban a sus bases, y munición que no era compatible con la vuestra.
Los cuerpos estaban al descubierto y para cuando os dispusisteis a reanudar vuestro camino, comenzó a diluviar. Era de esperar, puesto que la temporada húmeda se aproximaba. El agua caía como si alguien estuviese echando sobre vosotros jodidas jarras lleno de agua.
En medio de aquella tormenta, muy pronto se os hizo muy complicado avanzar. Vuestros pies se hundían en charcos cada vez más profundos, y en algunos lugares, el fango que se producía suponía un auténtico lastre a la hora de mover vuestros pies.
Estabais seguros de que en el campamento, todos estarían fumando tranquilamente en el interior de las chozas mientras vosotros, estabais allí, empapados hasta los huesos y cada vez más cansados por el esfuerzo, porque el tiempo apremiaba.
Como se imaginaba MacReady, los japoneses no llevaban nada de utilidad encima, más allá de fotografías o cartas, quizá de sus familiares o seres queridos, aunque el joven soldado no alcanzó a entenderlas, puesto que no sabía lo más mínimo sobre leer japonés.
Habían perdido al capitán y, sin él, ahora era Oddball quien debía estar al mando por ser el teniente, aunque MacReady pudo notar que a Oddball se le veía bastante afectado, mientras que era el sargento Abrahams quien tomaba las riendas del grupo y comenzaba a dar las órdenes.
Apenas habían comenzado la marcha cuando empezó a llover bastante, al punto de que el avance de los soldados empezaba a hacerse mucho más lento y difícil, ya que era altamente complicado moverse a través del barro.
-¿Cómo creeis que lo estarán pasando Tea-Time, Quick y Cigar en el campamento? -preguntó a sus compañeros MacReady, tratando de sacar un tema de conversación tras lo dolidos que estaban todos por la muerte del capitán-. Benditos sean. Que suerte han tenido...
-No te engañes, MacReady. Que esos desgraciados estén ahora mismo cobijados en sus barracones y con un cigarro en la boca solo hace que su muerte vaya a retrarase un par de días. Pero al fin y al cabo, palmarla es casi lo mejor que nos puede pasar en este puto infierno...- dijo en voz alta, tratando de que sus compañeros pudiesen escucharle por encima del sonido de la lluvia.
-Eso siempre una vez hayamos llevado a cabo la misión que nos han encomendado, por supuesto-puntualizó
- Yo no pienso morir en esta puta selva, sargento. - Le dijo muy serio a su superior.
Él había ido forzado a esa maldita guerra. Cunado desembarcó en aquella maldita isla y empezó a ver lo que había, supo que todo lo que estaba sucediendo era un sinsentido. Luchaban por vivir y porque sus compañeros también lo hicieran, pero estar ahí no tenía mucho más sentido. A él no le importaba la política, no le importaba el destino de Europa. A Ice solo le importaba Ice y si podía salvar a sus compañeros lo haría, pero no iba a jugarse el cuello, eso lo tenía claro.
- Abrid bien los ojos. - Resopló. - Y no hagáis ruido...
El ruido que pudieseis hacer, quedaba literalmente "ahogado" por la tormenta que estaba cayendo sobre vosotros, como si fuese alguna clase de castigo divino o simplemente, una putada más con la que teníais que lidiar.
Muy pronto casi fuisteis incapaces de ver más allá de vuestras propias narices y por ese motivo, en un momento dado, vuestros pies pisaron el barro que se acumulaba bajo ellos, sin poder evitarlo, provocando algo más que resbalones.
Al perder el suelo, vuestros cuerpos se inclinaron y tumbaron, y empezaron a caer por una pendiente que parecía no acabar nunca, una auténtica colada de barro que actuaba como si estuvieseis haciendo surf con vuestras propias espaldas.
Mientras os deslizabais ladera abajo, las ramas, las piedras y todos los restos que había, se convertían en obstáculos que a duras penas lograbais evitar, sin ver claramente dónde acababa aquello.
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