Partida Rol por web

En cuanto el grupo llegó al punto adecuado, Erik lanzó el carro para bloquear el paso y se abalanzó sobre los guardias. Puede que no les hubieran sorprendido tanto como a él le habría gustado, pero al menos aún tenían la ventaja del primer golpe.

Espadón en mano, Erik se acercó al soldado que tenía más a mano para rajarle de un poderoso golpe. Si tenían suerte y los soldados tardaban en reaccionar, quizás pudieran acabar con el destacamento antes de que llegaran refuerzos.

Se formó un gran alboroto, con los guardias tomando sus mazas y buscando el enfrentamiento. Erik se había acercado a los enemigos dispuesto a dejar fuera de combate al que encabezaba el grupo, estaba a punto de luchar contra él cuando un rayo místico lo lanzó hacia atrás incapacitando al guardia en cuestión, había sido Vundav quien desde atrás realizaba aquél certero ataque místico.

Norwind atravesaba con la espada la cintura de otro de ellos, solo que el guerrero se reponía y buscó la venganza lográndola con creces. El mazazo que recibió Norwind en la cabeza le hizo sangrar con intensidad de manera que el líquido rojo bajó por el lateral derecho de su rostro.

A su lado, sus aliados atacaron conjuntamente a otro guardia pero resistió los golpes y la flecha lanzada por Arden, el guardia se repuso, trató de golpear al monje pero su ataque quedó corto.

El mago estaba detrás de la acción y no tardó en recurrir a otro de sus conjuros de dormir, esta vez no logró la misma efectividad pero al menos uno de los oponentes cayó dormido, así como una prisionera de extraña piel anaranjada.

La bardo, sita bien arriba en un tejado, se asomó para lanzar un conjuro de poca distancia. Uno de los hombres se mostró confuso a partir de ese momento y aprovechó el tiempo para despertar a otro, quien se levantó del suelo.

La sangre le obstaculizaba la visión, pero estaba acostumbrado a combatir así. Cogiendo fuerzas volvió a asestar un golpe al guardia.

La velocidad le permitió un segundo ataque con la hoja de su otra espada. Sabía que había tenido éxito, pero debían ser rápidos o en breve vendrían más alertados por el ruido en la calle.

Miró mientras a los prisioneros, para ver su estado de nervios. Si alguno se ponía a chillar también podría ponerlos en apuros.

Al ver como Norwind recibe un fuerte golpe de su oponente, Mishima aprovecha que está distraido y le encaja su bastón en las costillas. Aunque una vez más su armadura le protege de la mayoría del daño.

Después se centra otra vez en el guardia que tiene enfrente y trata de desestabilizarlo con una rápida combinación de bastón y patadas, pero la rapidez tiene su desventaja contra la potencia y sus golpes no son capaces de dañarle.

Mierda. Si no acabamos rápido con ellos se repondrán de la sorpresa y entonces se podrán organizar.

El primer ataque había sido un éxito, la cabecilla de los soldados estaba fuera de juego. Vundav observó al grupo y como Norwind recibía un tremendo golpe que casi lo dejaba fuera de juego, estos enemigos eran peligrosos.

Aunque supusiera una pérdida de tiempo, Vundav se concentro e invocó su segundo escudo. La protección adicional le vendría bien mientras se situaba por detrás de Erik buscando protección, pero acercándose a los enemigos para poder usar un hechizo de ataque de área.

- Si me sitúo enmedio de ellos puedo hacerles mucho daño. - susurró a Erik para que cubriera su avance.

El primer golpe había fallado. El escaso factor sorpresa con el que contaban se había esfumado a base de bien. Menos mal que Vundav estaba cerca para cubrirle las espaldas. El soldado al que había atacado fue rápidamente neutralizado, dejando espacio para que Erik pudiera atacar al otro guerrero que iba al lado, no sin antes pedirle que le cubriera para avanzar por entre los enemigos. El guerrero se limitó a asentir y a golpear al soldado que tenía delante.

Con un rápido movimiento de su mandoble, el enorme humano tajó el torso de su enemigo, haciéndole una buena herida. Estaba claro que no eran un destacamento lleno de morralla, pero no eran invencibles. Podían con ellos.

El hechizo de Nikkha parecía haber surtido efecto, por lo que por ahora tendrían un "aliado" extra que esperaba que al menos equilibrase un poco la superioridad numérica de los enemigos. Sin perder tiempo, la bardo sacó su gaita y se dispuso a componer una tonada. Instrumentos de guerra para momentos de conflicto.

El sonido prístino se elevó por el aire infundiendo a sus compañeros del valor puro que solo podía provenir de la música bien interpretada; capaz de ensalzar y alimentar el fuego interior de cualquier luchador. 

Ya con toda la magia lanzada, los guardias trataban de recuperar todo el terreno perdido pero no era tarea fácil, ya Erik daba un tajo mortal en el pecho al que protegía la parte delantera, casi lo había partido en dos y era el primer paso. Norwind no lograba herir al que tenía delante pues optaba por curarse, sin embargo no hizo falta pues sucedió que el monje y la pícara que emboscaba desde arriba dieron cuenta de ese luchador. Mishima golpeaba con velocidad solo que ahora impactaba contra el escudo alzado del soldado, quien no lograba tampoco amenazar a su enemigo a pesar de su apenas existente armadura.

Igual desde lo alto de un tejado inclinado, Nikkha gritaba palabras de ánimo despertando energía en el joven brujo, quien ya estaba listo para batallar. El mago que tenía a su lado no parecía tener deseos de acercarse a la batalla, por lo que acumuló una luz roja que lanzó hacia los enemigos solo que el haz golpeó contra el carro que había delante. Se lamentó y dirigió algunas palabras a su amigo de cabello rubio.

- Creo que ya los tenemos, tan sólo cuida que no despierten a los dormidos. La guardia está bien entrenada.

Un soldado fue en busca de Erik, queriendo golpear con la maza pero quedando corto en el intento, el último quedó rezagado aún confuso por la magia de la bardo. Entonces uno de los prisioneros pudo ver que era su oportunidad y se lanzó sobre él, sin saberlo su valentía estaba siendo contraproducente no logró nada salvo que la determinación volviera al hombre hechizado.

Mishima mira hacia arriba en cuanto la flecha de Arden acaba con el guardia contra el que peleaba Norwind, y asiente con la cabeza a modo de saludo. Luego se vuelve para seguir presionando al soldado que tiene delante. Pero este está demasiado cubierto con su escudo y armadura para que el bastón o sus puños logren encontrar un hueco donde hacer daño.
El combate no va mal, pero si no acaban rápido atraerá demasiado la atención.

Maldita sea. O él es muy bueno, o yo estoy muy desentrenado. Sea como sea no estoy haciendo un buen papel la verdad.

Ante el golpe de su compañero, Norwind vio como una flecha remataba al guardia que tenía delante. Ambos miraron hacia arriba agradeciendo con un gesto la certeza de Arden.

Con premura, se adelantó ante los dos soldados que quedaban en su zona lanzando un ataque devastador contra el que estaba entre Mishima y él. Tres golpes rápidos de espada salieron de sus brazos, sin dar tiempo a su víctima a responder.

Pese a la sorpresa y la velocidad demostrada, solo uno de ellos consiguió superar la armadura metálica. Maldita milicia, soltó por lo bajo el guerrero.

Asiento con la cabeza a Norwind mientras saco otra flecha del carcaj y tenso nuevamente el arco. Miro hacia el grupo del sur, pues sigue pareciéndome la mejor ruta de escape, por las dos calles que están junto a nosotros, ya que el carro impedirá también nuestro movimiento. Espero un momento antes de disparar para comprobar si Mishima acaba con el guardia que tiene en frente, pero sus rápidos golpes no parecen perforar la armadura del soldado. Esperando que mis flechas sí lo hagan, apunto hacia él... Desafortunadamente, había esperado demasiado, y, con el constante movimiento del combate, supe que iba a fallar tan pronto solté la flecha.

Maldiciendo, me aparté un poco de la chimenea para que desde abajo no puedan fijar fácilmente mi posición y trato de ocultarme en la vertiente opuesta del tejado, desde donde tendré una mejor perspectiva para comprobar si llegan refuerzos desde el sur y la pendiente del mismo aún me ofrecerá suficiente cobertura para ataquees desde la calle.

Vundav quería avanzar para poder lanzar su maldición de área al grupo de soldados de la retaguardia pero Erik, que estaba luchando con un soldado delante de él no le dejaba pasar.

Pensó en "freír" al soldado, pero Erik le había dado un poderoso golpe, así que cambió de idea. La líder ya había caído por su primer conjuro, su objetivo sería ahora el segundo al mando. No podía volver a usar el anterior rayo, pero golpes de energía tenía todos los que quisiera.

No pudo evitar compadecerse del pobre hombre que iba a recibir el ataque.

El soldado que tuvo la mala suerte de recibir su ataque acabó prácticamente partido en dos. No obstante, al parecer ese resultado no amilanó al resto de los soldados que permanecían activos, ya que nada más acabar con uno, ya tenía a otro a su lado. Intentó golpearle con una maza, pero el guerrero le pudo bloquear sin mayores problemas.

Seguro que aquel pobre desgraciado estaría lamentando el haber ido a encararse con semejante montaña de músculos, especialmente cuando Erik blandió su mandoble de nuevo para intentar tajarle al igual que su compañero. El resto del destacamento permanecía incapacitado, por lo que si acababa rápido con aquel lerdo, podrían llevarse a los prisioneros de allí rápidamente.

Nikkha sopesó entre intentar confundir a otro enemigo o bajar y unirse al combate cuerpo a cuerpo pero, en vista de que sus escasas reservas de energía mágica podrían ser utilizadas para curar las heridas que algunos de sus compañeros estaban recibiendo, decidió deslizarse tejado abajo mientras desenfundaba su letal espada ropera. Se dejó caer hasta el suelo con una media pirueta descendiendo justo en la espalda del guardia que se enfrentaba a Mishima. Sin perder tiempo, la bardo lanzó un tajo semicircular horizontal dirigido contra el cuerpo de aquel secuaz. 

Aquél asalto en nombre de la libertad de los prisioneros del inquisidor estaba llegando a su fin. Los rebeldes hacían acopio de fuerzas encajando tantos golpes que la milicia ya no era capaz de resistir aquella posición. Entre Norwind y Arden, con un apoyo de última hora por parte de Nikkha lograban eliminar al guardia situado al sur, en tanto que Vundav lanzaba un rayo místico que daba contra el pecho del otro, siendo después el mismo pecho abierto cuando el espadón del musculoso guerrero lo encontró.

Con ambos soldados muertos ya sólo quedaba uno en pie, forcejeando contra un enemigo. Al verse sólo, optó por no continuar el enfrentamiento y recurrió no a la fuerza de sus brazos sino a la de sus piernas. Trató de rodear el edificio pensando en retroceder, de lo contrario habría seguido calle arriba.

Las personas cercanas tampoco deseaban arriesgarse, habían retrocedido, mientras que en el suelo habían otros dos milicianos inconscientes, así como varios prisioneros. El hombre que quedaba en pie mostró sus cadenas.

- ¿Podéis romperlas? ¿Cómo vamos a alejarnos si no podemos correr?

Preguntó atropelladamente, en su rostro se veía la urgencia por salir corriendo. Mientras que cerca se aproximaba Evram hasta colocarse junto a los dos compañeros rebeldes, pensando sin duda en ver de cerca a su padre.

Asestando un buen golpe al soldado que huía para tratar de que no diese la señal de alarma, Norwind se dirigió hacia otro de los dos que quedaban para favorecer la huída de los prisioneros.

 - ¡Erik, ayúdame con éstos! ¡Llevaos al resto de aquí!

El guerrrero se interpuso entre el carro y la retirada.

Volvió a hacer uso de sus dos espadas, notando que algo pasaba con los guardias que tenía delante que no parecían hacer nada por defenderse hasta ser heridos.

- ¡Venid con nosotros, os sacaremos de la ciudad! ¡Daos prisa!

Esperaba que los prisioneros les siguiesen, y que alguien se encargase de sus cadenas o tendrían que hacerlo tras acabar con la milicia del nuevo alcalde.

Mishima vio caer al soldado que tenía enfrente, y no precisamente gracias a él, pero lo importante es que ya podían liberar a los prisioneros. O al menos era más fácil.
Si estuviesen atados con cuerdas sería muy fácil, pero las cadenas no eran lo que se dice fáciles de romper. Así que se dirigió a la que parecía ser la comandante y empezó a rebuscar en sus bolsillos por si encontraba la llave.

Desde luego será más rápido que tratar de cortar las cadenas con una daga.

La cosa iba bien, el primer ataque había sido rápido y bastante limpio, ahora había que salir de allí cuanto antes, no se podía perder el tiempo.

- Si no encuentras las llaves, pasa, nos llevamos el paquete entero, no podemos perder tiempo.

Llevarlos a la posada o a su casa era un suicidio.

- Hay que llegar a los subterráneos, pero no por donde entramos nosotros, sino por donde entraron Aila y Evam.

Esperaba que les hubiera ido bien a los dos hermanos. Vundav no recordaba por dónde decían que habían entrado a los subterráneos, una gruta o algo así, ojalá hubieran estado aquí con ellos y ahora pudieran guiarlos.

- O refugiarse en alguna casa hasta que pase la tormenta...

La escaramuza se estaba volviendo un caos. Ya no quedaban soldados activos que les estuvieran atacando y el único que quedaba, estaba huyendo por su vida. En el caso de que sus compañeros no pudieran eliminarlo antes de que escapara, tenían que sacar a los prisioneros de allí.

No obstante, Norwind no parecía pensar igual, ya que atacó a uno de los soldados inconscientes para rematarlo. Erik fue a su lado para golpear con su espada al pobre diablo, terminando de rematarlo y evitando que se despertara.

 -No pueden atacar, no pierdas el tiempo con ellos. ¡Buscad las llaves! Si no las encontráis, subid a los prisioneros al carro. Nos los llevaremos a un lugar seguro y luego veremos de librarnos de esas cadenas.

Tras escuchar a Vundav, el guerrero añadió:

 -Los subterráneos suenan como la mejor opción. ¿Alguien conoce el camino?