Partida Rol por web

Arkaeron había vuelto a mirar los pergaminos tras haberse roto la estatua, un tanto ajeno a lo que había pasado.

- Muchachos, si creíais que mis conjuros eran malignos, o que mi proceder era cuestionable, tendríais que ver lo que es capaz de hacer el dueño de este laboratorio... Esas camas de tortura permiten, por ejemplo, destilar dolor líquido, un raro y caro componente de conjuros para hacer las cosas más terribles que os podáis imaginar. Naturalmente el dolor líquido se extrae del dolor de un ser vivo, para lo cual me imagino que hay que torturarlo y sanarlo para que dure lo necesario. No sé cuanto, supongo que hasta que su mente se vuelva loca. El dueño de todo esto es un verdadero genio. Corrupto hasta lo indecible, hasta puntos a los que yo no sería capaz de llegar ni de lejos, pero un genio.  Cuando nos topemos con él lo vamos a pasar mal me parece, muy mal. Será un encuentro... interesante.

En ese momento escuchó como el gnomo lo llamaba, y su sonrisa se ensanchó... más pergaminos, quizás pudiese añadir alguno de esos conjuros a su propio libro.

Seguramente no pensareis igual, pero si hay algo que nos permita mejorar las posibilidades de destruir el avatar y este genio...cógelo sin dudar. Después ya quemaremos todo esto hasta los cimientos.

Si alguien tiene algún reparo en que lo utilicemos que mire a otro lado.

Vanth reprime un escalofrío al escuchar a Arkaeron. Al bárbaro le parecía la mayor aberración posible alzar a un muerto de su tumba y esclavizarle. ¿Hasta dónde podía llegar la magia malvada? Lo único claro es que él no quiere saberlo.

Siempre práctico, Vanth llega hasta el altar y lo empuja con todas sus fuerzas, buscando "liberar" a Kandalian y revelar el contenido de ese agujero en el que se ha metido. Prefiere no contestar a Orphen. Seguramente la magia malvada que permita salvar a inocentes y acabar con Bashnar debería ser bienvenida, pero el bárbaro nunca ha sido un teologista y a él le repugna la idea.

Naldar respiró extasiado al ver que la estatua por fin se hizo añicos. El camino ya se le estaba haciendo duro, y oir las reflexiones del nigromante acerca del dueño del laboratorio no ayudaban en absoluto. Deseaba terminar con la misión cuanto antes.

Lo mejor será ayudar a Kandalian a que saque lo que tenga que sacar de ahí, y seguir nuestro rumbo. No hay tiempo que perder.

Pronto los esfuerzos de Vanth despejaron el tesoro bajo al altar: incontables diamantes cubriendo un lecho de viejos libros que parecían ser de magia y conocimientos oscuros. Kandalian, con algunos bolsillos abultados, no parece haber sufrido en su encierro más que una ligera sobreexcitación a la vista de tantas cosas brillantes y viejos saberes.

Todos piensan en el gran valor del hallazgo y en el posible uso para conocimientos tan perversos pero tan poderosos. En ese momento, la mirada de Kandalian cambia drásticamente y todos miran hacia la puerta de salida de la sala, la situada justo enfrente de aquella por la que entraron.

Bajo el umbral de la puerta hay una figura humanoide. Ha llegado tan discretamente y está tan quieta que es imposible decir cuánto tiempo lleva ahí. Se trata de un zombie putrefacto, en nada distinto a cualquier otro salvo en sus ojos: azules, brillantes y sorprendentemente vivos. El comportamiento tampoco parece el corriente para un muerto viviente descerebrado; no ataca y casi podría decirse que estaba observándoles, espiando.

Arkaeron se sintió tan sorprendido como los demás, pero inmediatamente se sobrepuso y saludó al recién llegado.

- Saludos colega nigromante, no te ofendas por lo que hacemos, es que me declaro un admirador de tu  trabajo -dijo con normalidad- ¡Atrapad a ese zombie, tiene los ojos de su amo y está viendo todo lo que hacemos.

El nitromante miró a su mudo esclavo y dió una orden escueta:

- Atrápalo!

Kandalian a punto está de salir disparado contra el enemigo, pero lo cierto es que el gnomo no sabe a lo que se enfrenta... Desde luego, no le costaría nada alcanzarlo, pero no está dispuesto a enfrentarse cuerpo a cuerpo y en solitario contra un enemigo de habilidades desconocidas.

El monje sale de la pequeña gruta de tesoros preparándose para la batalla y esperando movimientos del enemigo. Saca su onda...

El muerto viviente no duda al oir la orden de su amo. Empuñando solo una de sus dos armas, da dos zancadas y con un movimiento rápido empala al zombi con su espada curva, con el filo hacia arriba y en un ángulo ligeramente descendente.

Clavar tres pies de acero en la tripa del muerto viviente es la mejor forma de atraparlo. No es que tener los pulmones atravesados haya acabado con la no-vida del zombi, pero desde luego no va a irse a ninguna parte. Sin embargo, al parecer los ojos sí...

Con el sutil cambio que sucede cuando se deshace un hechizo, solo reconocible por Arkaeron, Kurgan y Orphen, los ojos azules del engendro desaparecen dejando dos cuencias vacías mucho más propias del muerto. En el mismo instante, el zombi alarga los brazos para alcanzar con sus garras al paladín caído y empieza a rugir de forma demente.

Sin un gran esfuerzo, el antaño paladín de Pelor asciende el filo de la espada curva por las entrañas del enemigo hasta que sale por el hombro derecho. Los despojos del zombi, demasiado dañados para continuar albergando magia, caen al suelo inertes.

La sala vuelve a quedar en calma, pero la sensación de haber sido descubiertos pesa sobre todos.

- Me temo que se acabaron las discusiones teológicas. El bien y el mal son solo una parte de la verdad, la otra parte es el poder de quien quiere acabar con este plano y los medios para impedírselo. El dueño de este laboratorio nos ha visto a través de los ojos de ese zombie, así que id pensando en lo que hemos encontrado aquí, el poder de quien lo ha hecho, y los medios que podrá usar para detenernos... Kandalian, déjame ver qué has encontrado ahí, nos hará falta toda la ayuda posible.

Lo que dije, cogemos lo que nos puede ayudar, por muy desagradable que sea. Oprhen empieza a echar vistazos por el laboratorio sin ningún tipo de disimulo.

Kandalian, con la ayuda de Vanth, saca siete libros de debajo del altar. 

Uno se reconoce al instante como un libro de conjuros. Un vistazo rápido resulta bastante interesante a Arkaeron: esta magia no es ni divina ni arcana, pudiendo ser lanzada por cualquier tipo de conjurador. Lo único que guardan en común todos los sortilegios de ese compendio es que son malvados incluso para los estándares de la nigromancia. Magia corrupta.

Arkaeron usa un poco de magia sencilla para descifrar las runas de otros dos de los libros. Sus conclusiones quedan para él, pero parece impresionado por el hallazgo.

Hay otro tomo que tanto Arkaeron como Orphen reconocen por su reputación. Sus tapas están cubiertas por piel humana y las letras arcanas de la portada están dibujadas con sangre. El Libro de Oscuridad Vil, escrito hace milenios por un hechicero vashar, ampliado por una sacerdotisa de Nerull y perfeccionado por el mismísimo Vecna antes de ser una deidad. Según algunas fuentes, los más recientes poseedores del libro eran cultistas de Erythnull... y parece ser cierto. La probabilidad de que sea una mala copia también es cierta, sin embargo, y de estas malas traducciones y compilaciones incompletas se decía producían una magia catastrófica para sus lectores. Incluso si se tratara del genuino libro, su magia solo puede beneficiar a clérigos malignos, y su conocimiento solo corromper...

Chicos, no hay tiempo para ponerse a leer. Cojan lo que tengan que coger y marchémonos cuanto antes.

Naldar seguía nervioso con todo eso de la magia negra y los minutos que dedicaban sus compañeros a hablar de todo eso hacía que se pusiera de mal humor. La travesía se le estaba haciendo eterna.

El gnomo reparte su atención entre libros, piedras preciosas y caras de estupefacción por parte de los compañeros, en especial los arcanos.

Estoy de acuerdo con Naldar y Orphen. No podemos permanecer aquí por más tiempo. Hemos sido descubiertos. Tenemos que avanzar y terminar la misión.