Partida Rol por web

¿Qué más da quién fue? nunca me importó su nombre, ni su pasado. Era un líder nato, dirigió ejércitos en las batallas al norte. Tenía poder, sin duda, pero tampoco era una buena compañía... demasiado ambicioso, demasiado independiente. Nunca quiso aceptar mis órdenes.

Hay por ahí héroes muy prometedores pero más fáciles de influenciar. Humanos manipulables y prometedores.

La espada no parece tener problemas en reflejar su peor lado. Ahora el semielfo entiende las sensaciones que causaba el arma.

Tú no me interesas, pero cédeme a otro y no tendré que hacerte daño. Véndeme si quieres, y podrás sacar una pequeña fortuna. A mi me da igual, tarde o temprano siempre llego a manos adecuadas.

Kurgan cambia el tono que había usado hasta ese momento, de ser simpático y tolerante pasa a ser mucho mas oscuro e inflexible.

Digo no a todo lo que acabas de decir. Te he ganado justamente y eres mía por ley. Incluso la Diosa Wee Jass aprobaría que me quedara contigo sin condiciones. Aun así, si me sirves durante un tiempo como es debido puede que te acabe entregando yo mismo al hombre que te conviene en un futuro no muy lejano, pero mientras tanto tal vez descubras que luchar en mi mano es mas divertido de lo que crees.

Hace una pausa para añadir de nuevo con un tono mas afable

Y ahora dime, ¿que es lo que sabes hacer?, a parte de hablar, claro.

La única respuesta por parte de la espada es una sombra saliendo de su hoja, tan rápido que a duras penas se podría interpretar como real. No hay reacción posible antes de que la sombra se lance contra Kurgan, adquiriendo la forma de una criatura salida de sus peores pesadillas. Un demonio de piel rojiza y enormes alas extendidas cae con todo su peso y su maldad, con el veneno goteando de sus colmillos. La enorme criatura abisal se consume en llamas con una risa profunda y ojos que parecen hechos de magma. El miedo paraliza al semielfo y su corazón se salta un latido cuando el monstruo se abalanza sobre él y le roza con sus garras.

El filo del ocaso quizá haya tenido un instante de inconsciencia, a juzgar por su aturdimiento, pero no lo suficiente para hacerle caer al suelo. Escucha a la espada, sin embargo, rebotar contra el suelo de piedra. No hay señal de ningun demonio ni criatura abisal en la habitación. Cuando mira al lado de la cama, tampoco se ve la espada.

Siente que su corazón se va a salir del pecho, y que el shock sufrido le hace temblar las piernas.

Kurgan tarda un tiempo en sobreponerse al susto, los temblores duran un rato pero él vuelve por fin a ser consciente. En la cabeza se le pasan solo dos ideas, tiene que decidir entre dos opciones, o vender la espada lo antes posible o arrojarla al pozo mas profundo que encuentre. Pero ya no encuentra la espada, ¿de verdad se ha ido, o es otra nueva ilusión para que no pueda dar con ella?.

Vamos, sal de donde estés, haré lo que dices, te venderé a buen precio en cuanto pueda.

Al lado de la cama hay una fuente de magia ya bien conocida. El aura de la espada continúa ahí, con una especial presencia de magia de ilusión.

Lentamente, la espada reaparece, en el suelo.

Eres valiente, elfo. Eres el primero que no muere por la visión. En todo caso me alegro de que empecemos a entendernos.

Y tú, mestizo ¿qué vas a hacer una vez te deshagas de mi? ¿a dónde apunta tu camino?

A pesar de que el tono de las palabras en la mente de Kurgan es monocorde, las preguntas que hace no dejan de sonar arrogante e imperiosas. Como hechas por alguien acostumbrado a ser obedecido. Desde luego, el medio elfo ya ha visto los motivos.

Kurgan respira aliviado, algo extraño comprendiendo el tipo de entidad que acaba de reencontrar. Pero aun así el semielfo siente como positivo el volver a escuchar las palabras de la espada en su cabeza.

Vaya, parece que comienzo a despertar la curiosidad de la "Gran Espada", bien, para empezar te diré que mi nombre es Kurgan, por si quieres dejar de llamarme mestizo, pocas veces escucho esa palabra y los que la usan no la repiten. Y sobre mi futuro... como veo que que eres inteligente y tienes poca paciencia te seré sincero. Por el momento no tengo un destino fijado, todo son señales oníricas, pero se que mi camino tiene que llevarme de frente tarde o temprano contra las fuerzas de Erythnull.

Vaya... entonces sé a dónde tienes que ir.

No muy lejos están habiendo grandes batallas, semielfo, y ciertos clérigos de Erythnull tienen algo que ver, por lo que he oido.

Es algo que suena interesante. Ahí sí que deben haber amos dignos de mi: salvajes bárbaros del dios de la matanza, sacerdotes de voluntad débil y amplios poderes... la última vez que estuve ahí, incluso escuché hablar de un nigromante.

¿Qué te parece, semielfo? tal vez no ponga inconveniente en que seas mi siguiente medio de transporte. Podríamos beneficiarnos mutuamente.

El semielfo no puede hacer otra cosa que soltar una corta carcajada ante la ironía de la situación.

Jajaja, podríamos haber tenido esta conversación antes de que tu llamaras a tu demonio, no habría tenido que recibir tu lección de humildad y es casi lo que te había sugerido en un principio. Pero no te guardo rencor, y tenemos trato, siempre que te guardes tus pesadillas para otros, claro esta. Solo espero que me recuerdes si finalmente es mi enemigo el que te acaba blandiendo contra mi...

Kurgan lanza el comentario sin esperar respuesta, pues ya la sabe, aunque la espada pasara años junto al filo del ocaso, no tendría remordimientos llegado el momento. Coge la espada y se la coloca en su cinto con naturalidad, dando por terminada la conversación. El semielfo pasa a a preocuparse por cosas mas normales como alimentarse abajo en la posada.

Kurgan disfruta todo lo que puede de lo que le queda de estancia en la posada de Scornubel. Al amanecer del siguiente día, el semielfo abandona la turbia ciudad en dirección noreste, hacia las entrañas del Bosque Extenso. El rio, siempre a la derecha, marca el camino sin posibilidad de error.

Pronto la población queda atrás y el bosque rodea al filo del ocaso. El sendero es despejado, a pesar de no ser frecuentado desde hace muchos meses ya. A decir verdad, a Kurgan le extraña haber avanzado tanto - cuando ya cae la tarde - sin haber tenido un encuentro desagradable. Estas rutas se habían dado por impracticables desde que hace unos meses fueran un hervidero de orcos, gnols y otras alimañas. Sin embargo, ni bandidos ni criaturas salvajes le habían importunado durante largas horas de camino sin molestarse en avanzar oculto.

Empezaba a creer que el viaje resultaría aburrido - pues la espada tampoco parecía muy habladora - cuando escuchó unas voces en orco. Eso ya es más normal... pensó el guerrero, aunque algo se seguía saliendo de lo común. Esas alimañas - debían ser unos ocho - no eran asaltadores pues no interrumpían el camino; avanzaban paralelos al sendero como si quisieran pasar desapercibidos.

Eso ya es mas normal...aunque es extraño que no sean asaltadores de caminos, pues por lo que parece tratan de moverse en silencio y sin llamar la atención. Me intriga, y me resulta muy sospechoso. Lo mejor seria seguirles hasta donde vayan sin que me vean, aunque la verdad que el espionaje no es mi fuerte. Podría pedir ayuda a mi nueva compañera...

Kurgan agachó la cabeza y comenzó a hablar lo mas flojo que pudo. Cualquiera que hubiera visto la escena habría tomado al semielfo por loco, hablando en voz baja a quien sabe quien. Pero para él estaba claro a quien iban dirigidas sus palabras, y quien debía ser su interlocutora.

Me gustaría seguir a esos orcos, me parece sospechoso su proceder, ¿me ayudarás?.

La primera, y más obvia, respuesta que Kurgan percibe por parte de la espada es una sensación ya conocida de hastiada indiferencia.

Si después matas a una de esas ratas podré hacer el esfuerzo...

Casi antes de recibir las palabras, el semielfo puede ver como su cuerpo físico desaparece, dejando ver el suelo y los árboles del entorno sin ser tapados por ninguna figura opaca donde antes estaba el filo del ocaso.

La segunda condición no necesita ser mencionada, y el semielfo se descubre desenvainando la espada antes de darse cuenta.

Tras varios minutos de seguir al grupo de criaturas - había orcos y trasgos -, Kurgan llegó a la conclusión de que no se dirigían hacia ningún lugar. ¡Estaban dando vueltas de forma errática! Parecían rastreadores o batidores, tal vez buscaran algo o fueran algún tipo de avanzadilla.

Cubierto por la invisibilidad mágica, al menos el semielfo podía enterarse de lo que tramaban en base a lo que hablaban. Por suerte, los orcos y trasgos parecían tan mal amañados comunicándose entre ellos, que acababan soltando gritos en idioma común. Con frecuencia mencionanan a ciertos "jefes" y parecían estar buscando un "ejército de caballeros".

¿Buscan un ejercito de caballeros?, ¿aquí?. ¿Pertenecen a algún ejercito que se encuentra en las cercanías dispuesto a atacar a esos caballeros?. Ummmmm, son preguntas de las que no obtendré respuesta si solo me limito a espiarlos. No debería involucrarme, pero seria bueno conseguir mas información de lo que sucede en la zona. Parece que hay mucho movimiento y van a suceder grandes cosas..... Daré mi ayuda a esos caballeros por el momento y atacaré a estos rastreadores, necesito interrogar a uno de ellos para que aclare mis dudas.

Kurgan se dirigió en silencio hasta la distancia máxima desde donde usar su magia con seguridad. Intuía que después de lanzar su primer ataque perdería la invisibilidad que le otorgaba la espada, y en el mejor de los casos todavía seguiría estando en inferioridad.

Ahora veremos que tal te comportas en la batalla....oh, gran espada....¡y ahora que lo pienso!, ¡no me has dicho tu nombre!, ¿tienes?.

EL semielfo no esperó a la respuesta de la espada, como si este fuera un dato que tendría que darle cuando acabase el combate. Comenzó a preparar su conjuro protegido por su invisibilidad. Los gestos eran evidentes y hubieran sido claros de ser visible el Filo del Ocaso, las voces puede que lo acabaran delatando, aunque fue algo tarde para sus enemigos. Terminó su sortilegio antes de que la patrulla pudiera reaccionar. Con una última y mas fuerte palabra de mando y con dos dedos de su mano extendidos señalando a dos de los orcos de la expedición, invocó a dos rayos de fuego que se dirigieron hacia sus objetivos inevitablemente.

Tras lanzar su ataque, el semielfo se alejó del combate haciendo una retirada estratégica, esperando la reacción de sus enemigos.

El semielfo apenas llega a ver cómo uno de los orcos es reducido a un cadáver calcinado por el rayo de fuego, y un trasgo evita por poco la llamarada, que abrasa una rama sobre su cabeza. Kurgan se adentra en la espesura, usando los árboles como cobertura, obligándoles a ir tras él en un cuerpo a cuerpo poco igualado y quedando fuera del alcance de sus arcos cortos.

Las alimañas han mordido el cebo, y se lanzan hacia el filo del ocaso. Parecen saber bien dónde está y se abalanzan sin orden ni disciplina. Quedan cuatro orcos en pie, dos retacos trasgoides y un gran trasgo. Con sus hachas y mazasen la mano, las criaturas rodean los árboles lanzándose a una carrera zigzaguente. La poco efectiva carga les expone bastante, pero el medio elfo sabe que le han localizado, y que cuentan con toda la ventaja numérica. La silenciosa espada centellea reflejando la tardía luz del sol.

Kurgan sonreía en todo momento mientras el combate se desarrollaba. Para un filo del ocaso como él una contienda de este tipo significaba un nuevo reto en el que poder desarrollar sus habilidades, en el que poder disfrutar de la táctica y de la estrategia marcial.

Maldición, he desperdiciado uno de mis rayos..... pero no es un problema, la lucha transcurre tal y como había planeado.

El semielfo tuvo tiempo de volver a lanzar dos nuevos rayos ardientes antes de que su enemigo pudiera darle alcance. De la misma manera que el ataque anterior, pero esta vez siendo bien visible, Kurgan disparó apuntando con dos de sus dedos a dos de los orcos que cargaban contra él.

Tras lanzar su conjuro, Kurgan caminó en dirección hacia los trasgos y los orcos que corrían hacia él. Cuando estaba casi al alcance de las mazas y las hachas de sus enemigos, una palabra mágica hizo que el semielfo se envolviera de unos pálidos puntitos de luz durante una décima de segundo y desapareciera del lugar en donde se encontraba.

Un tercer rayo de fuego atraviesa de parte a parte a otro de los orcos a la carga, mientras que el cuarto lanzado abrasa dolorosamente el torso de otro, al prender la armadura de cuero que le protegía. El herido orco se concentra en apagar las llamas de su pecho más que en continuar su ataque. Los otros dos pielesverdes se lanzan, junto con un trasgo avanzado, y sus armas están a punto de tocar la figura del Filo del Ocaso, antes de que se desvanezca en la nada y reaparezca a sus espaldas. Los confundidos enemigos tardan en reaccionar, y se preguntan si continuar con una batalla contra el peligroso brujo con el que se han topado.

En el bosque se escucha un grito desgarrador. El trasgo más avanzado, el que cargaba junto con los orcos, no ha tenido tiempo de plantearse la huida. El peor aullido de pavor escapa de su garganta y sus piernas se mueven, tratando de escapar a la carrera sin conseguirlo. Antes de que su cuerpo toque el suelo, el trasgo ya ha muerto de miedo. La espada inteligente centellea divertida y una runa nueva aparece en su hoja.

Los trasgoides de la retaguardia también parecen los más avispados, y logran reunir reflejos para lanzar unos tajos desesperados al semielfo que se disuelve en la nada y reaparece. La maza del pequeño trasgo rebota inofensiva en la armadura de mithril del guerrero en aparente desventaja. El gran trasgo, rugiente, logra lo que ningun otro de sus compañeros pudo, y su espada curva alcanza al semielfo. Una herida abierta sangra en la parte baja del brazo, pero apenas distrae la concentración del Filo, que se prepara para acabar con sus enemigos más inmediatos.

La herida recibida no distrae a la concentración del Filo, pero le produce mas daño a su orgullo que a su cuerpo. Una sucia e insignificante rata le había conseguido morder, a él, entrenado durante años para salir indemne de cualquier situación. Sangraba, aunque de una herida leve, por culpa de una de las alimañas que tenia frente a él. Esto hizo que la lucha se convirtiera en algo mas personal, y que realmente sintiera regocijo enviando a estas criaturas junto a su adorada Wee Jas.

Con ambas manos sujetó la espada inteligente que se había convertido en su nueva compañera, y con una estocada furiosa trató de devolver el golpe al osado gran trasgo.

¡Moriréis aquí y ahora!