Partida Rol por web

La batalla había comenzado. Shiori adoptó una posición de defensa al empuñar a Mikasuki con ambas manos hacia al frente con sus piernas abiertas y flexionadas, el viento movió su cabello y así se quedó, a la espera de cualquier movimiento de los otros dos. Como debía estar concentrada no podía ayudarle a Sayaka con la pantalla de humo.

Y entonces, una sonrisa salvaje se dibujó en su rostro. 

Era el momento de luchar. 

- Kiki, cuento contigo - le sonrió y fijó su mirada en el arrolló.

Saquemos a la princesa de su castillo. Y con un movimiento grácil de manos y pies, dirigió el agua del arrollo a la rubia. Mientras más pronto mostrará sus colores, mejor. 

El preludio a la batalla terminó en el mismo momento en el que Sayaka empezó a manipular el agua. El arroyo se convirtió en un gran torrente de agua que fue lanzado con violencia hacia el dojo en ruinas. Una parte del ataque dio de lleno contra lo que quedaba de pared, haciendo que esta terminase de destruirse, la otra parte del ataque fue directamente hacia Gilridir. La rubia afiló la mirada y fue capaz de, en un salto lateral, esquivar el ataque de Sayaka. El ataque terminó de impactar contra la otra pared, con menos fuerza, dejando un pequeño boquete.

La rubia sonrió, acomodándose un mechón de cabello. Se quitó el gorro de su cabeza y dejó el cabello libre. La rubia no tomaba aún una posición de guardia, parecía de no iba atacar, cediendo la iniciativa a Sayaka.

—Ve, Samuru —dijo Gilridir, extendiendo una mano hacia el frente. Samuru asintió, afilando su mirada, corriendo hacia el frente. Pese a que Shiori y Sayaka podían verle, Samuru tenía una velocidad increíble. Puso sus manos en el mango de su espada y, cuando estuvo cerca de Shiori, la desenfundó atacando a su hermana directamente.

Chispas saltaron del choque de katanas. Shiori había frenado el ataque de Samuru satisfactoriamente. El pelinegro empujó a su hermana, con intenciones de volver a atacar: fue más de lo mismo. Shiori pudo bloquear su corte vertical con firmeza. Samuru dio un salto hacia atrás y hizo una floritura con su katana, poniéndose en guardia. Una sonrisa fiera sonrisa apareció al momento en su rostro.

—La Shiori de hace unos meses te miraría con envidia —fue lo que dijo, acentuando aún más su sonrisa.

Ahora Samuru estaba lo suficientemente cerca como para atacar a Sayaka.

La fuerza que te transmitía la katana no era más que emoción. No había agresividad, solo emoción. Samuru no había tirado para herirte, sino para medir hasta qué punto habías progresado.

Que Gilridir no hiciese nada este turno le tomó por sorpresa. ¿Qué poder era el que tendría? No ha hecho nada que ameritase demostrar su poder, pero de momento lo que importaba era cubrir a Sayaka porque Samuru estaba más cerca y podría hacerle daño a su compañera. Aunque el comentario de él provocó que su sonrisa surgiese en su rostro, la desvaneció mientras tronaba sus dedos y aparecía una llama color roja que hizo amago de disparar a su hermano, pero luego se volteó y la lanzó a Sayaka sin apuntarle directamente a su cuerpo, sino a un costado para no herirla en caso de que algo malo saliese. 

Mientras Shiori intercambiaba aquellos movimientos con su hermano, floreció en ella los recuerdos de cuando ella y él se entendían con las estocadas, los bloqueos y el roce de aquellas hojas. Y, mientras hacía todo eso, quería averiguar si el corazón de él continuaba sanando aunque fuese de poco a poco, pues aunque detectase oscuridad quería ver si éste menguó.... y no solo eso, el comentario de él le alegró muchísimo, sintiéndose un poco digna de ser la nueva sucesora, pero eso no significaba que alejase sus inseguridades.

La princesa no había salido y su actitud le recordó a alguien bastante desagradable, pero se abstuvo al ver las intenciones de Samuru. Aunque estaba preparada para usar su Sacred Gear, la señal de Shiori era clara y sólo faltaba la suya. Solo esperaba no fallar. Convocó el agua del arrollo para rodearle, mientras miraba a Kiki.

- Sabes qué hacer - mientras se preparaba para el impacto de la llama. 

La llamarada de Shiori fue lanzada en dirección a Sayaka. Con sorprendente sincronía, la sirena uso el agua del arroyo para crear una barrera frente a ella. Samuru tomó el mango de su espada con más fuerza, preparándose, para lo que creía, un ataque sorpresa. Cuando la llama entró en contacto con la barrera de Sayaka se hizo una gran pared de vapor. Todo lo que estaba en un radio de tres metros fue cubierto por este vapor, incluyendo a Samuru. 

Kiki hizo caso a su ama. Las llamas de su cuerpo se deformaron, intensificándose. Tomaron la altura de Sayaka, luego el molde de su cuerpo; al cabo de un par de segundos, incluso antes que el vapor comenzase a disiparse, Kiki se había transformado en Sayaka. Era exactamente igual; había simulado a la perfección el vestido de la chica. Kiki se había creado una perfecta ilusión de Sayaka.

Pero eso no era lo único que había sucedido. Una vez el vapor se disipó, Samuru se abalanzó hacia Shiori. Su espada apuntaba directamente hacia el brazo con el que Shiori sostenía la espada. La mirada de Samuru estaba tan afilada como su misma espada. Tenía la posibilidad de dar un corte a su hermana; la sacerdotisa había dejado una gran abertura. No obstante, al lanzar el corte... Samuru cambió cómo sostenía la katana, terminando por impactar contra las costillas de Shiori la parte sin filo de la espada.

Samuru chasqueó la lengua, mientras volvía a saltar hacia atrás.

Pero habían más cosas de las qué preocuparse: la chica rubia ya no estaba en el dojo, o al menos no a su vista. Mientras el vapor se había levantado, había aprovechado para moverse; ¿dónde estaría?

Recibir esa herida... provocó que su mirada se oscureciera y apretase sus labios. No podía ver a la rubia, pero no tenía tiempo de buscarla ni mucho menos indagar en su ubicación; primero debía ayudar a su alfil antes de cualquier cosa, habían visto su habilidad en el baile y eso le pondría en mucho riesgo. Adoptó otra posición de guardia y se mantuvo así de momento, esperando que su compañera viese que no tenía intenciones de atacar.

Estaba preocupada, pero disfrutaba de la pelea hasta que vio lo que hizo Samuru. Aquello eliminó parte de su emoción porque sospechaba que hizo eso a propósito para herirla. ¿Por qué no podía tomarla en serio? Claro que entendía que no quisiese herirla y se debía agregar su inquietud a Sayaka... pero... 

¿Por qué?

Al notar que la rubia había desaparecido, Sayaka comenzó a buscar su presencia, pero antes debía continuar con el engaño. Miró a Kiki y asintió mientras hacía un gesto para que este imitar a sus movimientos mientras invocaba el agua para que saliera a chorro en su dirección. Con un movimiento sincronizado y los sentidos alerta, dirigió su ataque hacia Samuru, esperando poder detectar a la rubia. 

Samuru se abalanzó de nuevo hacia Shiori, corriendo con su espada a ras del suelo. Levantó una pequeña nube de polvo, de forma intencionada, al levantar la espalda y, dando una vuelta sobre su eje, con una mano firme en el mango de su katana atacó con fuerza a Shiori. Sin embargo, no fue la suficiente: Shiori pudo bloquearle sin problemas. Samoru se desembarazó de ese ataque, tomó el mango de la katana con otra mano y la deslizó hacia abajo, para luego levantar la de su hermana y tratar de asestar un ataque frontal hacia su pecho; una vez más no pudo, la pelinegra se movió a una velocidad increíble, imperceptible para casi todos, bloqueando el ataque de Samuru.

Mientras tanto, Sayaka preparaba el ataque, Kiki asintió, sonriendo de la misma forma en la que su ama lo haría al tener una oportunidad.

—Creo que te has olvidado de que estoy aquí —ver a las dos Sayaka hizo que Samuru abriese los ojos; parecía que apenas se había dado cuenta de ello. El vacilar fue su error. Ante el rebote de las katanas le fue imposible esquivar el chorro de agua encima de él. El ataque le dio de lleno en el costado, mandándolo a volar unos cinco metros diagonal hacia donde Shiori estaba.

¿Y la rubia? Seguía sin aparecer.

Intentaste sentir dónde estaba la misteriosa chica de los Bathin. Se había esfumado del dojo; no podía estar muy lejos. Te centraste en alguna extraña energía que pudiese provenir de las cercanías, y la sentiste. En una de las arboledas que estaban a tu izquierda podías sentir la débil energía de Gilridir. ¡Definitivamente estaba allí!

Samuru se sentía inseguro, podías sentirlo. Su katana temblaba un poco y, aunque era imperceptible, podías sentirlo, porque habías luchado contra él toda tu vida. Estaba vacilando.

Bloquear el nuevo ataque de Samuru, el cual sintió levemente más despiadado, requirió de su concentración total para evitar que el daño llegara a Sayaka: ella era el blanco. Sin embargo, aquellos bloqueos le revelaron algo que cuando vio caer a su hermano a la lejanía, chasqueara su lengua aún molesta y dirigió unas palabras a su hermano apuntándole con la katana.

-¿Crees que eres el único así? ¿De verdad lo crees?-y mirando a la alfil, tronó sus dedos invocando una llama amarilla esperando alguna señal de sus observaciones y así... lanzar aquella flama especial. 

Sayaka comenzó a buscar a la rubia cuando en un bosque junto al dojo pudo sentir su débil poder demoníaco. ¿Sería realmente débil o sólo jugaba a serlo? En todo caso, debían sacarla de allí.

- En el bosque - esperando que Kiki la imitara, alzó sus brazos y puso sus manos en una posición esférica, mientras condenaba el aire a su alrededor para atrapar a su rival allí. Con la indicación, esperaba que la caballo pudiera entenderle y con eso atrapar a la rubia o al menos hacerla salir. 

El plan para atrapar a Gilridir fue puesto en marcha.

Kiki imitó, tal como si fuese un espejo, los movimientos de Sayaka. Sayaka dio la indicación a Shiori y esta lanzó la llama amarilla hacia la dirección indicada por las, ahora, dos sirenas. Los arbustos se movieron, las llamas amarillas impactaron contra el arbusto, incendiándolo al instante. Por encima de la vegetación, una rubia había saltado. Era Gilridir... pero había algo completamente distinto en ella; ya no llevaba su vestido de ojou-sama encima, no llevaba mucho encima, siquiera. Gilridir tenía la parte superior de su torso enrollada en firmes vendas; no parecía que estuviese herida, sino que había hecho para que sus pechos no le molestasen. En la parte inferior solo llevaba unos pantaloncillos deportivos cortos de color negro; ¿estaba vestida así debajo de su traje de ojou-sama?

Mientras estaba en el aire, las dos Sayakas lanzaron la prisión hacia ella. La rubia abrió bastante los ojos; Sayaka y Shiori la habían atrapado. La gran burbuja rodeó a Gilridir, sin que esta pudiese hacer nada. Ambas Sayakas mantuvieron la burbuja flotando, mientras que una angustiada Gilridir intentaba romperla, sin éxito alguno.

Samuru, por su parte, apenas había podido ponerse de pie. Mantuvo su distancia, aún parecía mareado. Tomó la katana con ambas manos y se la llevó a la altura del rostro, colocando su pierna hacia el frente. Su mirada se había afilado, pero no parecía con intenciones de atacar, al menos no todavía.

Habían atrapado a Gilridir y aquello fue un pequeño triunfo para ambas, solo debía  ganar tiempo debido  que veía que le estaba costando respirar en esa esfera de agua. Vio que Samuru no hizo nada, tal vez para recuperarse ese turno, y eso le indicó que debía arremeter esta vez ella para mantener aquella distancia. 

-Olvídate de mí-le dijo a Sayaka para lanzarse hacia su hermano y, por primera vez desde que inició el combate, atacarle directamente. Sus movimientos eran rápidos y fluidos como un pétalo de sakura al aire. Debía evitar que Samuru se acercara y debía ser esta vez un plan ofensivo. 

Al ver que la prisión había resultado, Sayaka sonrió complacida y lamió sus labios en señal de emoción, pero no era el momento de celebrar. Debía hacer que perdiera el conocimiento. Si lo lograba, solo quedaría Samuru. No era una victoria, pero era estar un paso más cerca.

Escuchó a Shiori y junto a Shiki, asintió.

Luego, dijo para que su familiar la imitara - Kiki, solo si es necesario, barrera - y sin despegar la vista de la rubia, siguió conteniendo la burbuja.

Solo un poco más...

Debía ganar tiempo, solo era evitar que su hermano se acercara. Estaba decidida a hacerle frente si era necesario para que no llegase a Sayaka. Quería pelear con él como antaño, demostrar lo fuerte que se había vuelto y ver cómo se sentía él; demostrarle que si ella estaba decidida él también debía estarlo. Pues... dejando a un lado el combate y los clanes, su manera de indicarle amor a Samuru era ese.

Eres fuerte, y yo también.