Partida Rol por web

Hilos invisibles

Capítulo 0: Resonancia (Morgan)

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03/11/2015, 20:52
Morgan Laurent

La noche fue como cabía esperar: unos cuantos tequilas y un par de cervezas, un par de partidas al billar (fue bastante fácil ganarle a Paul teniendo en cuenta que iba un poco más perjudicado que yo) y sexo. Cuando yo me iba a ir, Lindsay me dijo que ella se quedaba, que Drew la acercaría luego a casa... Teniendo en cuenta las miradas que se echaban Drew y ella y los repetidos comentarios de mi compañera de piso sobre una de sus mayores fantasías (montárselo en una barra de bar), no hacía falta ser muy listo para poder sumar dos y dos. Me despedí deseándole suerte y recordándole que como se le ocurriera despertarme antes de las diez la mataría. Tenía pensado llamar al señor Powell tras almorzar y darle las fotos cuando saliese del trabajo, casi por la noche, por lo que podía permitirme dormir unas cuantas horas más.
Paul me siguió y juntos fuimos a mi piso.

Tras cerrar la puerta de la entrada, el camino a mi habitación se volvió todo un camino de besos, mordiscos, arañazos y jadeos hasta llegar a mi cama (esquivando por el camino varios zapatos, camisas y otros objetos esparcidos por el suelo). Fue tal y como lo esperaba: pasional, con fuerza y sin muchas palabras. Lindsay era muy buena poniendo cachondos a los tíos y me lo acabó demostrando. 
No recuerdo qué hora sería cuando terminamos, solo recuerdo el cansancio, el sudor y los jadeos para tomar aire después del esfuerzo.

Más te vale no estar aquí cuando despierte...-le murmuré a Paul, bromeando a medias, antes de que el sueño me venciese y me dejase llevar por este. 

Notas de juego

No he puesto si despertaba ni nada de la mañana por si queréis meter algo ^^ 

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04/11/2015, 02:59
Narrador

Nueva York, 1 de Julio de 2015.

11:05 horas.

En otras mañanas es el pitido del despertador lo que te hace abrir los ojos. O la aguda voz de Lindsay preguntándote si quieres desayunar. O el olor a café. Tal vez el sonido del televisor. 

Sin embargo, cuando abres los ojos esta mañana, no percibes nada de eso. Estás sola en la cama y un vistazo al despertador te indica que ya son más de las once. El apartamento que compartes con Lindsay está sumido en un silencio total, así que... O tu compañera de piso no ha venido a dormir, o todavía no se ha levantado. 

Tu ropa sigue desperdigada donde cayó la noche anterior, aunque ya no queda más rastro de Paul en tu habitación que el olor a sudores entremezclados, a tabaco y a sexo. A pesar de tus sospechas sobre las esperanzas que pueda estar haciéndose, parece que por ahora se contenta con lo que le das.

Cuando te levantas y enciendes el televisor justo está comenzando la sección nacional de las noticias. Vas preparándote el desayuno mientras lo escuchas a medias y cuando echas un vistazo ves que el rostro de un hombre moreno, de ojos pequeños y una poblada barba castaña ocupa toda la pantalla. Un fugitivo de la justicia, al parecer. Y ya puede ser importante si se molestan en sacarlo por televisión. Cuando prestas algo de atención escuchas que se le acusa de terrorismo y proporcionan un número de teléfono al que llamar si alguien lo ve. Tiene algo que te resulta familiar, como si alguna parte de tu memoria quisiera recordar quién es, a pesar de que estás bastante segura de no haberlo visto nunca. 

La presentadora continúa hablando unos minutos más sobre aquel tipo, Budi Hort, pero hay algo mucho más grave e importante que llama poderosa e inevitablemente tu atención. Cuando abres el armario donde sueles guardar los cartones de tabaco y lo ves completamente vacío recuerdas el momento exacto en que te fumaste el último cigarro con Paul a pachas. Recuerdas que pensaste que tenías más en casa, pero... No. No te queda ni un triste pitillo que llevarte a la boca.

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08/11/2015, 23:20
Morgan Laurent

No sé cómo lo hago, pero me despierto sola sin necesidad de despertador o de Lindsay, teniendo en cuenta mi pesado sueño es prácticamente imposible despertarme si no es por estímulos externos. Me incorporo mientras me estiro, mirando mi habitación, solo queda mi ropa de ayer (y la de otros días, a decir verdad) y el cenicero lleno en mi mesita de noche. Paul ya se ha ido, ha hecho bien.

Me levanto y me pongo la ropa interior para ir a la cocina y servirme el desayuno. Enciendo la televisión y dejo que las noticias hagan algo de ruido de fondo mientras busco los cereales de chocolate y la leche en la nevera. Mientras desayuno, envío con el móvil un mensaje al señor Powell para vernos esta misma tarde a las 17.00 h; entonces escucho que hablan de un fugitivo: Budi Hort. Tiene algo que me suena, pero no sé de qué... Eso me da algo de mal rollo, pues nunca suelo olvidar caras ni nombres y este tipo de circunstancias me incomodan algo... Pero hay algo que me incomoda más aún: no tener ni un puto cigarrillo. 

Me cago en la puta...-murmullo cerrando con frustración el armarito. No tardo demasiado en ponerme una camiseta y unos pantalones. 

Me calzo los zapatos, apago la tele y cojo llaves, cartera y móvil, además de meterme un par de chicles de menta en la boca. Comienzo a bajar las escaleras mientras mastico y voy gruñendo:

Joder, puto Paul, yo para qué coño comparto cigarrillos...

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09/11/2015, 11:53
Narrador

Desde el momento en que te das cuenta de que el tabaco se ha acabado una necesidad inconsciente e inherente a tu adicción se instala en algún punto de la parte posterior de tu cráneo. Ahora que sabes que no tienes, necesitas tener. 

Tu móvil vibra con una confirmación vía SMS por parte del señor Powell mientras tus pasos te llevan al exterior. Los cálidos rayos de sol caen sobre las calles de la Gran Manzana, acariciando tu piel y dejando una sensación agradable. La multitud que transita por las aceras se mueve con un ritmo propio en un latido que hace mucho que dejó de parecerte caótico, a medida que lo fuiste comprendiendo. 

Te diriges al Seven Eleven más cercano, es el lugar del barrio donde encuentras el tabaco más barato. Aunque de barato tiene poco. Once pavos por cajetilla y subiendo. Un alcalde tras otro parecen todos dispuestos a convertir el simple hecho de fumar en una lacra social con las subidas de impuestos y las prohibiciones constantes.

Al entrar puedes ver a Joe, el dependiente al que ya conoces bien. En este momento se encuentra atendiendo a una señora y el tabaco se compra en el mostrador, así que parece que te tocará esperar unos minutos. El chico te hace un gesto de saludo con la cabeza antes de volver a mirar a la mujer, que se encuentra sacando de un monedero hortera centavo a centavo el importe de su compra y mirando cada moneda a través de sus gruesas gafas de pasta antes de dejarla sobre el mostrador.

Y es mientras esperas tu turno cuando lo ves, mirándote fijamente desde el exterior, a través del cristal. Tus ojos se cruzan con los suyos y un escalofrío nace en tus manos y crece por tus brazos hasta llegar a tu cuello. De inmediato una sensación de frío intenso comienza a reptar por tu cerebro, inundándolo, y de repente te sientes como si estuvieras a punto de desmayarte. No te cabe ninguna duda. Es ese hombre. El del telediario. El terrorista fugitivo.

Lleva el pelo un poco más largo que en la foto que viste hace un rato, pero estás segura. Viste unos pantalones marrones de aspecto desgastado y un jersey de color verde oscuro, fino, pero inapropiado para la temperatura que hace. Su rostro parece cansado, con oscuras ojeras y una profunda melancolía que se desprende en cada uno de sus movimientos.

Tras ese instante que te estremece, el tipo aparta la mirada de ti y abre la puerta de la tienda. Se dirige directamente hacia la sección de snacks y empieza a pasear por el pasillo en silencio. 

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10/11/2015, 21:27
Morgan Laurent

Llego al Seven Eleven con cara de pocos amigos, no me gusta despertarme y encontrar que no tengo tabaco. Vale, vale, sé que estoy intentando dejarlo, ¡pero esos chicles de nicotina son una mierda y sin mi cigarro de por la mañana no soy persona! Joder, la próxima vez que se pille Paul una puñetera cajetilla. 

Saludo con la cabeza al chico del mostrador mientras miro con cara de odio a la señora, en mi mente ya la he matado mil veces de las peores formas que se me ocurren, ¡vamos, señora, saque la puta tarjeta de crédito! Resoplo y comienzo a moverme nerviosa en mi sitio, cambiando el peso de una pierna a la otra.

- ¿Qué tal la mañana, Joe? ¿Lenta?-saludo al chico dedicando una penetrante mirada a la vieja de delante. Resoplo y miro distraída al escaparate, donde... lo veo.

Es el hombre de esta misma mañana, el terrorista. Me quedo un momento mirándolo, algo incrédula y nerviosa. Joder, joder, joder... Miro a Joe, que parece que ni se ha dado cuenta. El hombre entra en y comienza a mirar los snaks. Joder, joder, joder... Tomo aire. Algo que tenía que hacer, ¿no? No conocía de nada a ese hombre pero si estaba buscado así.. sería por algo... Pero si está en busca y captura, ¿qué coño hace yendo a comprar snacks? ¿¿cómo tiene la puta sangre fría de salir a la calle sabiendo la que le puede caer y venir a comprarse un puto paquete de Cheetos??

Vale, vale... mantén la calma, Morg... mantén la calma, joder.

Me doy un par de vueltas por el lugar, fingiendo naturalidad aunque estoy acojonada. Saco el móvil y escribo un mensaje a Lindsay:

Llama a la policía y diles que Budi Hort está en el Seven Eleven. No sé cuánto tiempo estará por aquí. HAZLO CAGANDO LECHES.

Acto seguido le doy un toque para despertarla en caso de que esté dormida o para que mire el móvil en caso de que no lo tenga cerca. 

Ay, Señor, y yo sin cigarrillos...

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11/11/2015, 00:19
Joe Cassidy

Joe es un tipo bastante callado, más o menos de tu edad. No es de esos dependientes que pegan la hebra con el primer cliente que viene. Normalmente se limita a informar del precio, cobrar y devolver el cambio. Aunque tú y Lindsay al ser bastante asiduas ya os habéis ganado la confianza suficiente como para llegar a escuchar su voz con cierta regularidad. 

El chico pone los ojos en blanco en tu dirección en un momento en que la vieja está demasiado concentrada hurgando en su monedero como para verle la cara y sus labios se fruncen en una mueca de hastío.

- Ni te imaginas. Y así siempre -responde antes de devolver la mirada a la señora, sin fijarse en el tipo que acaba de entrar más que para echarle un breve vistazo desinteresado-.

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11/11/2015, 01:18
Budi Hort

Tu teléfono permanece silencioso después de que envíes el mensaje y la llamada perdida. En el mejor de los casos Lindsay estará haciendo lo que le has pedido y habrá llamado a la policía. En el peor, estará dormida y ni siquiera se habrá enterado. 

Mientras tanto, el tipo del telediario coge una bolsa de patatas fritas y se acerca al frigorífico para hacerse también con una coca-cola fría. Con ese pequeño botín en las manos se acerca a la caja y se coloca detrás de ti, sin reparar aparentemente en tu nerviosismo.

Sus labios se curvan entonces en una pequeña sonrisa cargada de una tristeza que no comprendes y sus ojos contemplan tu rostro con interés, casi como si quisiera aprendérselo de memoria. 

- Eh, Morgan -saluda, llamándote por tu nombre con naturalidad, como si fuese ajeno al hecho de estar en busca y captura, o como si no le importase lo más mínimo-. ¿Cómo va eso?

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12/11/2015, 22:03
Morgan Laurent

Joder, joder... Puta Lindsay, ¿estará llamando a la poli? Más le vale que sí. Porque como esté dormida y ahora al terrorista este le de por volarnos a todos por los aires... Joder, pienso atormentarla en cada polvo que eche hasta que se muera de vieja o se suicide, lo que llegue antes. 

Sonrío ligeramente por la respuesta de Joe, intentando aparentar normalidad. Cojo una caja de chicles de menta y la alzo un poco para enseñársela al cajero.

Eh, Joe, cóbratela cuando llegue, ¿eh?-le digo, siguiendo con el juego de pullas a la vieja.

Entonces escucho la voz de Hort y me sobresalto. Lo miro, algo recelosa, con los ojos entornados y manteniendo una cierta distancia de seguridad.

¿Nos conocemos?-le pregunto arqueando una ceja levemente. 

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13/11/2015, 19:40
Joe Cassidy

Desde el otro lado del mostrador Joe observa cómo aquella anciana continúa sacando una moneda tras otra. En un momento dado la mujer alza una moneda por encima de su nariz, poniéndola a su altura para verla mejor.

- Señora, eso es un botón. - le aclara el dependiente antes de seguir viendo cómo ella continúa su labor. No te hace falta conocer demasiado a Joe para saber que no se va a molestar en volver a contar la cantidad que ella le entregue, y probablemente tampoco lo esté haciendo ahora.

Al ver que alzas aquella caja de chicles él asiente con la cabeza antes de volver a bajar la mirada. - Si llegas durante mi turno... -comenta con un tono fingidamente desapasionado, sin llegar a hacer nada que pueda ofender a la señora. Una pequeña sonrisa sin embargo aparece en su rostro, entre cómplice y divertida, y dada la situación es evidente que va dedicada a ti.

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13/11/2015, 19:58
Narrador
Sólo para el director
- Tiradas (1)

Notas de juego

Tiradaza.

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13/11/2015, 20:25
Budi Hort

En el momento en que te sobresaltas y diriges tu mirada hacia él puedes observar al hombre con más detenimiento. Al ver cómo le miras su sonrisa se ensancha un poco, como si le hiciera gracia de alguna manera la expresión de tu rostro. Y aunque parece totalmente afable es ahora, de cerca, cuando confirmas que debe estar arrastrando algo muy pesado en su pecho. Sus ojeras marcadas parecen más que el fruto de varias noches de mal sueño: casi parece como si llevase dos noches enteras sin dormir prácticamente nada. Y aún así él te mira con amabilidad tras tu pregunta.

- No personalmente - responde, con un tono que parece una disculpa. Cambia entonces su peso de una pierna a la otra, visiblemente cansado-. Pero Annabelle me ha hablado de ti -asegura, y puedes percibir cómo aquel nombre casi lucha por no abandonar sus labios, como si pronunciarlo fuera un desgaste para su mente y su garganta-.

La sombra de la tristeza aparece entonces de nuevo, pero no tarda en borrarla dedicándote un gesto indeciso. Cualquier otro día aquel nombre habría significado realmente poco para ti. Poco o nada. No hay ninguna Annabelle en tu vida, y quizá no la haya nunca. Sin embargo en ese instante tu mente viaja hacia aquella mujer a la que viste morir dos noches atrás. No es un acto consciente, sino más bien como si algo se colocase en su sitio con la fuerza de la certeza. Se trata de ella.

Las pupilas del hombre se despegan un instante de ti mientras se dirigen hacia adelante, donde la mujer aún sigue ocupando al bueno de Joe. Al volver a encontrarse con las tuyas están cargadas de gravedad, y cuando vuelve a hablar parece como si aquello fuese realmente importante para él. 

- La verdad es que me gustaría hablar unos minutos contigo -expone entonces, antes de hacer un gesto hacia la puerta no como si te invitase a marcharos de inmediato, sino como si hablase de hacerlo una vez hayáis pagado, con toda la tranquilidad del mundo -. ¿Te parece si caminamos?

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17/11/2015, 20:26
Morgan Laurent

Puta vieja, seguro que lo hace aposta... O...

Escucho entonces lo que Budi me cuenta, no lo conozco personalmente pero... Annabelle... Los recuerdos de la mujer sobre la cama en el callejón me asaltan, joder, esa puta visión. Había intentado olvidarlo, casi lo había conseguido pero ahí estaba de nuevo atormentándome. Este tío sabía algo, seguro que tenía que saberlo, sino no me diría nada... ¿no? ¡Agh! Mierda, le he dicho a Lind que llamase a la policía...

- ¿Annabelle?-pregunto sorprendida. Cojo el móvil un momento-. Si me disculpas...

Comencé a teclear:

FALSA ALARMA. FALSA ALARMA. NO LLAMES A NADIE. Te veo en el almuerzo, perdona las molestias.

Pues... ehm...-la verdad, no tenía ni puta idea de qué decir. Me quedé mirándolo un momento-, me vas a disculpar pero creo que no conozco a ninguna Annabelle... aunque me suena, ¿de qué dice ella que nos conocemos?-le pregunto. No conozco a ninguna Annabelle, pero sé quién es... Me cago en la puta, necesito un cigarro. 

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18/11/2015, 01:04
Joe Cassidy

El hombre te dedica una vez más una sonrisa cargada de tristeza mientras asiente cuando repites aquel nombre en voz alta. Su mirada parece cansada, pero aún así tiene pinta de estar totalmente pendiente de ti. En ese momento, mientras estás escribiendo en tu teléfono, la mujer de delante al fin parece terminar su cuenta eterna. Por el rabillo del ojo mientras escribes puedes ver cómo duda, aunque finalmente Joe acaba con la situación barriendo con una mano hasta el borde del mostrador todas las monedas para recogerlas con la otra.

- Está perfecto, señora. - Le dice con rapidez, antes de que ella pueda querer recontarlo todo. - Que tenga un buen día, y que Dios le conserve la vista. - Le desea luego, hablando como si aquellas palabras estuvieran cargadas de optimismo y no de sarcasmo. Un instante más tarde, cuando ella se da la vuelta, el chico se dirige directamente a ti.

- ¿Chester, no? - Pregunta, aunque sin esperar a que le digas nada ya ha puesto tres cajetillas sobre el mostrador. Acto seguido dedica una mirada al otro hombre, y parece que ese sea el primer momento en que se fija en él de verdad. - Me suena de algo. - Te dice, hablando como si el otro no estuviera allí para escucharle. - ¿No será famoso, verdad?

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18/11/2015, 01:37
Budi Hort

La expresión del otro hombre se mantiene sólo un par de segundos. Luego de su sonrisa sólo queda la sombra, y todo lo que parece guardar su piel es agotamiento. En el momento en que comienzas a escribir en tu teléfono él aparta la mirada, llevando sus ojos a los estantes cercanos, Su atención se desvía un instante hacia Joe cuando este habla de él, aunque no dura demasiado allí.

Finalmente, cuando vuelves a hablarle, el rostro de él forma una expresión que podría ser entre cómplice y desenfadada: casi parece que de no estar tan cansado aquello le podría haber arrancado una risa grave y fuerte. - Quizá no te dijo su nombre. - Comenta entonces, con un tono y una expresión contradictorios. El primero es casual, como si estuvierais hablando de algún conocido común con el que tuviera confianza y cayese siempre en aquel error. La segunda, sin embargo, era casi ausente, como si en aquel momento sólo estuviera a medias contigo. - Me dijo que os visteis hace... - Empieza a decir, antes de que sus ojos se desvíen hacia el reloj de la tienda y se tome un instante, como para hacer un cálculo mental. - Un par de noches. - Concluye al fin. Después se queda esperando, como si aquello realmente tuviera que significar algo para ti.

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18/11/2015, 01:39
Teléfono

Mientras aquel hombre te daba su respuesta, además, puedes sentir cómo en tu mano vibra tu teléfono. Es un aviso corto: el del mensaje de respuesta de Lindsay.

Tía, ya he llamado, dijeron que no tardaban nada. Si están buenos los polis sácales una foto para mí. <3

¿Quién es Budi Hort?

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20/11/2015, 18:09
Morgan Laurent

Por fin, la señora termina de contar su puto dinero y se va. Asiento a Joe, a quien no hace falta siquiera que le diga la marca de cigarrillos que quiero.

Sí. Gracias-le digo mientras hace las cuentas. 

Saco la cartera para pagarle cuando Budi menciona que nos vimos hace dos noches. ¿Dos noches? Si la hubiese visto me acordaría, bueno, claro que me acuerdo, vi como le volaban la puta cabeza, joder. Pero estaba en una puta habitación de hotel, y yo en la calle, bueno, ella también estaba en la calle... Joder, no sé, no sé qué pasaba. 

Entonces suena el móvil, Lindsay ya ha llamado. Joder. Joder. Joder. Me quedo como una estúpida mirando el tabaco, la cartera y el móvil. 

Ehm...-murmullo. Saco el dinero y lo pongo sobre el mostrador-. Gracias, Joe.

Me giro a Budi y me rasco la cabeza mientras le dejo pasar para pagar lo que quiera comprar.

- ¿Te dijo algo más? ¿Qué te contó de mí?-le pregunto con curiosidad y cierta urgencia-. Oh, por aquí hay una cafetería donde hacen un café bastante decente, ¿vienes y me cuentas?-le pregunto mirando la puerta con algo de nerviosismo.

Joder, Morg, ¿por qué no puedes dejar que venga la poli, lo detenga y lo manden a chirona? ¡Es un puto terrorista!

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21/11/2015, 00:45
Joe Cassidy

Joe asiente cuando le das las gracias. Acto seguido se queda esperando, con las dos manos apoyadas sobre el mostrador. Su mirada se dirige un instante hacia la puerta de la tienda, por donde un hombre acaba de entrar, pero no tarda en volver con vosotros. En cuanto dejas el dinero él lo recoge sin molestarse en contarlo, al menos no a simple vista.

- Nada. - Te dice alzando una ceja, como si esperase algún tipo de respuesta más por tu parte. Una contestación a sus palabras anteriores que no llega. Entonces, cuando te apartas para dejar sitio al presunto terrorista, usa el lector para escanear el código de la bolsa de patatas y de la coca-cola. - Cuatro con veinte. - Enuncia, disponiéndose a cobrarle. Puedes ver cómo le mira largamente, como si le sonase de algo pero no llegase a ubicar de qué.

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21/11/2015, 00:55
Budi Hort

En el momento en que te apartas para dejarle paso tu interlocutor tiende a Joe aquel botín con el que se había hecho nada más entrar a la tienda. Una vez que este le dice el precio te dedica una mirada de soslayo mientras saca una cartera marrón vieja y desgastada. No está muy abultada, pero puedes ver un par de billetes extranjeros, que apostarías a que son de euros, y algunas monedas antes de que el propio chico dedique un gesto de disculpa al dependiente, como si la costumbre le hubiera traicionado. - Perdona. - Le dice antes de llevar una mano a su bolsillo y sacar cinco pavos.

Tus palabras mientras Joe le cobra captan su atención, y en ese momento dirige sus ojos cansados hacia ti una vez más. Aquellas preguntas parecían hacerle cierta gracia, como si estuvierais comunicándoos en una especie de código secreto. En ningún momento parece plantearse la posibilidad de que no estéis hablando de lo mismo.

- No tuvo tiempo de decirme mucho más, la verdad. - Responde entonces, dedicándote una mirada más que significativa. Entonces se toma un instante para recoger la vuelta, guardarla en el bolsillo y, con un gesto de despedida hacia Joe, comenzar a caminar hacia la puerta contando con que tú harás lo mismo. - Pero sí, te contaré con calma. - Asiente después aceptando tu oferta. Parece satisfecho de una forma genuina con cómo han discurrido los acontecimientos y, al mismo tiempo, como si no tuviera nada que ocultarte. - Podría matar por ese café. - Comenta, y lo cierto es que expresa aquella exageración con un tono bastante coloquial e inocente para ser un terrorista. - Aunque tendrás que invitarme. Llevo sólo unas horas en la ciudad y esto es lo que me queda de dinero americano. - Te informa haciendo un gesto hacia el bolsillo, donde el tintineo de las monedas que Joe le ha dado te indica a qué se refiere.

Una vez llegáis a la puerta él abre las patatas y sin llegar a coger gira la bolsa hacia ti, ofreciéndote. Sin embargo ahora que estáis a solas su gesto se ha tornado más serio, y su postura corporal habla aún más que antes de derrota. - Supongo que tendrás muchas preguntas. - Enuncia con un tono mucho más directo, como si aquel juego de dentro de la tienda hubiera terminado para ambos, mientras espera que seas tú la que guíe vuestros pasos.

Mientras camináis por la calle, él lo hace con calma, como si estuvierais dando un sencillo paseo. Sin embargo, un sonido lejano dispara todas tus alarmas de inmediato: sirenas de policía acercándose. 

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25/11/2015, 13:07
Morgan Laurent

Miro la puerta con nerviosismo y después a Joe y a Budi, el dependiente se estaba tomando las cosas con calma, aunque no sé si es eso o que me estoy poniendo de los putos nervios por la llegada de la poli. Joder, si es que eres idiota Morgan... bueno, si no sacas lo que quieres, siempre puedes llamar más tarde o... o yo que sé. Mierda, mierda... quién me manda a mí meterme en estas cosas. Si estuviese quietecita en mi sitio, sin decir nada a nadie, sin meterme en nada más... ¡coño, por qué encendería la tele! En cuanto llegue a casa pienso desconectarla o tirarla por la ventana o yo que sé. 

Gracias, Joe, nos vemos-le digo cuando termina de atender a Budi y nos vamos a la puerta. 

No te preocupes por eso-le digo a mi acompañante mientras abro y dejo que pase. Muevo la mano cuando me ofrece las patatas, ahora mismo casi que tenía el estómago cerrado. 

Nada más salir me enciendo un cigarro, al cual le doy una gran y profunda calada. Sabía que no arreglaba la situación, pero tampoco la empeoraba y me servía para intentar relajarme un poco. Camino a su lado con paso rápido.

- La verdad es que...-comienzo a decir, pero escucho las sirenas de la policía acercándose. Mierda, mierda...-. Ehm... conozco un atajo, por aquí-le indico cuando llegamos a la boca de algún callejón o esquina. Acelero un poco el paso-. ¿Cómo está ella? La última vez que la vi...-le volaron la puta cabeza-... no tenía buen aspecto-pregunto intentando aparentar normalidad. 

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25/11/2015, 13:37
Budi Hort

Notas que el hombre lleva la mirada atrás con curiosidad al escuchar las sirenas. Sin embargo, no parece mostrar ningún tipo de aprensión ni temor al respecto y empiezas a plantearte que tal vez no sea consciente de que su cara está en todos los telediarios nacionales.

Acelera el paso para seguirte el ritmo y su mirada curiosa pasa a ti. Durante un momento te da la impresión de que va a preguntarte por qué vais tan rápido, pero finalmente todo eso se disuelve en una mueca triste cuando llega tu pregunta sobre aquella mujer. Suspira, vaciando sus pulmones, y se lleva una mano a la frente para frotarse la sien con suavidad antes de responder. 

—Ella ya no está —dice entonces, llevando sus ojos a los tuyos y confirmando de alguna manera con sus palabras lo que estás pensando. Puedes ver en ellos una herida aún abierta, de esas que cuando cicatrizan dejan siempre un poso de honda melancolía en los ojos de quienes las padecieron y no puedes evitar sentir un pequeño vacío en el pecho con aquella confirmación. Como una ausencia provocada por alguien que ni siquiera sabías que existía.

Annabelle murió hace dos noches y vosotros sois lo único que queda de ella. —Hace una pequeña pausa antes de añadir algo más. —Su legado. Le prometí que cuidaría de vosotros, pero... Las cosas están complicándose, Morgan —dice con franqueza—. Ya ha empezado. Y todo va más rápido de lo que me habría gustado.

Sus palabras se detienen de nuevo y sus ojos brillan ligeramente cuando te mira. Puedes notar cómo sus labios empiezan a estirarse en una sonrisa, como si estuviese rememorando algo antes de seguir hablando. —Empezarás a sentir cosas raras. Sentirás que nieva en pleno verano, que llueve sin que haya nubes en el cielo. Sentirás ira, alegría y dolor. Placer sin ningún motivo. 

Guarda silencio durante un par de segundos que aprovecha para tomar una patata de la bolsa entre sus dedos y llevársela a la boca. Cuando habla de nuevo, lo hace con cierto tono decidido, sacando fuerzas del cansancio que ensombrece sus ojeras. 

—No tengo mucho tiempo —dice, haciendo de nuevo una leve mueca con los labios—. Hay una chica, en Alemania, se llama Milka Bendij. Necesita ayuda. Y ella tampoco tiene mucho tiempo —termina, estudiando tu rostro, con una mirada limpia, pero llena de emociones. Curiosidad, alivio, tristeza, premura... Todo parece conjugarse en esos ojos que de cerca son de un curioso verde meloso y que te escrutan como si quisieran saber qué pasa por tu cabeza después de sus palabras.

- Tiradas (2)