Partida Rol por web

Tu madre contempla a tu padre mientras habla, con la misma expresión con la que podría contemplar a un niño. Sin embargo, ella no espera que le respondas antes de hacer un pequeño gesto con la mano en tu dirección al tiempo que asiente con la cabeza.

—Una buena noticia para equilibrar las malas. ¿Qué es eso tan milagroso que te ha pasado? Claro que creemos en ti, hijo.

Pero no has llegado a responder cuando lo oyes. Primero es un sonido ajeno y que tus padres parecen no escuchar, el de un disparo, y luego es esa terrible certeza de que, de alguna forma que no puedes comprender, estás herido. Puede que sea el dolor más intenso que has sentido nunca. Llega así, de repente, como si algo acabase de atravesar la carne de tu abdomen, de unos dedos más abajo que la última costilla derecha. Es un dolor agudo que se hace presente en un instante, pero que no parece que vaya a desaparecer pronto.

Mi padre tiene gran parte de razón en sus palabras, era cierto que podría haberme ahorrado todos estos dolores de cabeza, pero estaba demasiado asustado en aquel entonces. No era tan simple como aquello, a pesar de ser un accidente yo creía firmemente que iría a la cárcel. Además no era solo por el hecho de que yo hubiera provocado su muerte, ¡me preocupaba la vergüenza que caería sobre nosotros! Y con la vergüenza la posibilidad de que todo lo que había construído se desmoronase.

Agradezco que mi madre esté poniendo un poco de su parte para comprenderme, mi padre por el contrario parece más confundido.

De repente escucho el disparo y sin previo aviso la punzada de dolor. No llego a comprender por qué, pero el dolor del supuesto disparo me arranca un grito desgarrador al tiempo que abrazo mi propio estómago. No me queda otra más que encogerme de dolor y estirarme en el suelo como si fuera a mitigar mínimamente el dolor. 

- ¡Mi estómago! - exclamo en una súplica, en todo momento estoy mirando al suelo. 

¿Me ha picado algo?, es lo único racional que puedo pensar, hay muchos insectos venenosos por esta zona. - !Me duele!, ¡AHHH! ¿Tiene sentido?

Es, tal vez por estar sentado más cerca, tu padre el primero en llegar donde estás y agacharse a tu lado. Sus manos se mueven sobre ti, como si no estuviese seguro de qué hacer con ellas.

—¡Hijo, hijo! ¿Estás bien? —exclama, evidentemente confundido por tu repentino alarido de dolor—. ¿Qué tienes? ¿Qué te pasa?

Si dejases de mirar al suelo por un momento, verías cómo alza los ojos hacia tu madre, que también se ha levantando y llega junto a ti en este momento.

—Dakshesh, busca las llaves del coche, lo llevaré a casa del doctor.

Tu madre, sin embargo, mucho más calmada, se agacha junto a ti desoyendo la petición de su marido y toma tu barbilla para buscar tu mirada con la suya.

—Cálmate, Devendra y deja de gritar. Los dolores duelen más si te tensas. Sobre todo si son cosas del estómago —asegura con el mismo tono que usaba cuando eras pequeño para distraer tu atención mientras te echaba alcohol en las rodillas despellejadas—. Dime, ¿qué has comido? ¿Algo ha podido sentarte mal? Si son gases te prepararé un remedio casero y luego podrás tumbarte boca abajo.

¿Que si estoy bien?, debí preguntar con sarcasmo, pero ni siquiera podía articular una frase al completo debido al dolor. Respiro profundamente tratando de aliviar la herida antes de siquiera empezar a entender lo que sucede. Sospecho que tiene que estar relacionado con las personas que había conocido momentos atrás, solo una imagen de ellos se me cruza en ese momento recordando el incidente de antes.

Asiento repetidamente a las palabras de mi madre.

- No lo sé - digo con mucho cuidado mientras me levanto la camiseta para analizar la magnitud de las heridas. Ah... - gemí un poco pero esta vez en un tono más bajo y suave, tratando de no alzar tanto la voz como la primera vez.

- No... no sé lo que me ha pasado - explico enseñando parcialmente los dientes. - ¿Tengo algo? - pregunto señalando con la cabeza la herida. 

- Eh comido... No lo recuerdo, hace un momento Alisha me preparó la cena pero... no era nada, todo... bien. Hace un momento de ello - explico.

Yo también echo un vistazo a mi abdomen. Era como cuando me había emborrachado sin venir a cuento, ¿qué estupidez es esta?

Tu madre mantiene los ojos sobre los tuyos, paciente, comportándose igual que lo haría una roca en medio de una tormenta. Escucha tus palabras y sólo desvía su mirada cuando señalas hacia abajo a expensas de encontrar algo que le diga qué te pasa. Sin embargo tanto tú como tus padres podéis ver que no tienes nada fuera de lo normal en tu piel. El dolor es persistente y punzante, pero no hay ninguna herida que pueda ser tratada.

—Hijo mío, no tienes nada —responde ella con calma. Busca entonces tu mano con las suyas, esperando arroparla—. Lo más probable es que no sea nada. Una úlcera por el estrés, a lo sumo —valora antes de llevar sus dedos a tu frente. En todo momento aguanta tranquila, así como tu padre parece cada vez más nervioso—. ¿Dónde te duele exactamente? Quizá sea un cólico por gases. Sea como sea, pasará. Aunque ahora te duela mucho puedes estar tranquilo. Visnú no dejaría que te pasase nada.

Tu padre, cada vez más nervioso, acaba por hablar gesticulando con las manos.

—Cariño, Devendra necesita ayuda ya —le dice a su esposa—. Nosotros no podemos saber qué es lo que le pasa: no somos médicos. Podría ser como mínimo apendicitis. Quizá necesite que le operen de urgencia.

Sus palabras son escuchadas por tu madre, pero ella continúe comportándose como si nada grave sucediera. 

—Hijo, voy a por el coche, y si no puedes levantarte pediré ayuda a los vecinos para llevarte —asegura. Parece a punto de salir por la puerta—. Aguanta, hijo. Sea lo que sea eso el doctor se encargará.

No tengo nada, ¿me habré herido internamente durante alguna escena? Si no se trata de algo relacionado con mi nuevo "don" -si es que así puedo llamarlo-, definitivamente podría estar sufriendo alguna hemorragia. Aprieto dientes y asiento rápida y repetidamente a la teoría de mi madre. 

Señalo con el dedo la zona más punzante y la rozo suavemente - Aquí, no lo entiendo... - digo y justo después aspiro con visible dolor. - Oh, Naraianaia... Madre.

Ojalá sea cierto, Visnú podría tener mejores cosas que hacer que cuidar de un pecador como yo. 

Es mi padre quien acude al sentido común y parece estresarse tanto como yo, parece que he salido a él.

- Espera... Papá - levanto un poco la mano. - Espera un momento, dame tan solo... - vuelvo a aspirar y apretar dientes. Mi respiración es cada vez más agitada. - Espera - presiono un poco sobre mi abdomen a ver que pasa. 

No hay ningún hilo esta vez, no siento que nada me esté llevando a Park por ejemplo. 

- Vale no, espera, vamos a ver al doctor... - explico con voz temblorosa - No llames a los vecinos... Espera, mamá ayúdame a incorporarme por favor...

No entiendo cómo he podido enfermar tan rápido, con lo fuerte que soy y el toro que estoy hecho.

Tu padre, totalmente nervioso, parece a punto de salir por la puerta cuando señalas la zona en que más te duele. Sus ojos van hacia allí buscando el origen de tus males. Y cuando le pides que se detenga y te presionas el abdomen la verdad es que no sientes ningún cambio: ni duele más, ni menos. Es verdaderamente difícil saber lo que te pasa.

A pesar de que el hombre parece aún dispuesto a irse a buscar a los vecinos en cuanto pides ayuda a tu madre para levantarte él se acerca y te ayuda a pasar un brazo por encima de sus hombros.

—Vamos, hijo... —te anima mientras empieza a levantarte con esfuerzo—. Vamos a llevarte al coche —dice exhalando el aire de sus pulmones, y acto seguido trata de aliviar el ambiente con una broma—. Eso sí, creo que esta vez voy a conducir yo...

Tu madre, por su parte, continúa observándote con atención. Mira el lugar que has señalado y lleva sus dedos para palpar la zona, pero al ver que te adelantas simplemente suspira y niega con la cabeza. Parece insatisfecha.

En el momento en que tu padre se acerca para ayudar ella se aparta un paso. Parece dispuesta a intervenir en el momento en que necesites ayuda, y tras meditar un instante vuelve a hablar de nuevo.

—Están de suerte —te dice con un tono que se te antoja totalmente extraño en ella. Se toma un momento y extiende una mano para acariciar tu rostro con ternura antes de proseguir—, ha habido una cancelación y gracias a que adelantamos las pruebas ayer, podremos hacer la operación esta tarde. —Con una pequeña sonrisa tranquila se da la vuelta y os da la espalda, haciendo un gesto con la mano para que la esperéis. Parece dirigirse al aparador de la cocina—. La señora Bendij tendrá que mantenerse en ayunas —sigue de espaldas— y a las cinco les llevarán a mi despacho para que pueda explicarles todos los pormenores de la intervención.

En ese momento vuelve a ti con un pequeño tarro en la mano. Dentro hay una especie de potingue verdoso que reconoces como algún tipo de remedio casero. Tu madre sonríe con dulzura antes de meter una cuchara dentro y llevarla en tu dirección, como esperando que te la tomes. Entonces te dedica unas palabras que por su actitud deberían resultar tranquilizadoras.

—Después la prepararán y la operación será a las siete.

- ¿Si? - pregunto -de forma jocosa y retórica- cuando mi padre bromea con que conduce él, yo desde luego no estoy capacitado. A lo mejor debería avisar a Alisha, pero eso solo la preocuparía más y... en su casa es posible que sentara peor, una sorpresa por día es más que suficiente. Ojo me tengo que llegar con su padre si quiero que funcione lo nuestro. Mejor la moto, ah... - digo con media sonrisa aunque al final se ahoga en un pequeño quejido. 

Apoyo el brazo por encima de él pero a pesar de ello intento cargar todo el peso que me sea posible sobre mi, no quiero lastimar la espalda a mi padre. 

Cuando mi madre me habla es cuando ya termino de quedarme completamente alucinado, ¿de verdad ha dicho eso? A lo mejor me lo he imaginado, a lo mejor si que estoy herido de verdad y he perdido sangre. - ¿Qué? ¿Qué dices de una operación? - pregunto frunciendo el ceño. 

Mi pulso empieza a acelerarse y siento un ligero sudor frío empezar a caer por mi frente.

- ¿Y qué es eso de una cancelación? 

A pesar de esa locura me tomo la cuchara con el extraño remedio casero de mi madre, ella sabrá lo que me da. Seguro que me sienta bien, es mi madre y es genial.

Me dejo llevar por los pasos de mi padre, quizá el doctor sepa de qué se trata.

Tu padre fuerza una sonrisa que no es para nada convincente con tu respuesta y hace un nuevo esfuerzo por mantener su postura recta, intentando cargarte como puede. El dolor sigue presente, punzante como si algo hubiera atravesado tu vientre y cada movimiento te cuesta más dirigirte hacia la salida.

Sin embargo en el momento en que pruebas el remedio de tu madre todo parece calmarse un poco. Lentamente la agonía se disipa, deshaciéndose como si no hubiera sido más que un nudo que ahora se ha desatado.

Ante ti tu madre te observa con el ceño fruncido, mirándote directamente a los ojos.

—¿Qué operación, Devendra? —te pregunta directamente—. ¿Qué cancelación? ¿Es el espíritu de tu amigo? —enuncia aunque no busca alrededor, sólo te mira a ti. Mientras tanto tu padre parece preocuparse y él sí que desvía sus ojos al aire que te rodea—. ¿Está aquí?

A lo mejor debería haber aguantado un poco más el dolor antes de causar tanta alarma, el remedio de mi madre parece estar haciendo efecto. ¿Y si son gases realmente?, pienso asqueado mientras presiono la zona del epicentro del dolor. Entonces definitivamente me estoy volviendo tarumba, el disparo, el dolor, la operación. 

El doctor Prakash aparece en numerosos de mis siguientes pensamientos, lo mejor es que lo viera pronto. Solo por si acaso, cabe la posibilidad de que algo malo me esté sucediendo.

- No, no es Yamir - digo incorporándome un poco pese a tener la ayuda de mi padre. - Papa espera, espera porque... No lo sé, la medicina de mama me está haciendo efecto - empiezo a decir respirando profundamente repetidamente. - No lo entiendo... 

Es difícil mantener la actitud positiva en un momento tan complicado. 

- Es que te he escuchado decir otras cosas, mama - digo alzando las cejas y con visible aspecto de estar confuso. - Me ha parecido que decías algo de una operación, que había habido una cancelación... 

Si el dolor remite por completo, o al menos parece que va remitiendo me siento contra la pared. - Ya no me duele tanto... ¿Qué era esa medicina mama? 

—Te lo acabo de decir, cariño —responde tu madre, extendiendo una mano para acariciar tu cabeza y tu mejilla, como si aún fueras su pequeño niño—. Tiene ajo, jengibre en polvo, semillas de alcaravea, hinojo, menta y cardamomo. Todo macerado en té de manzanilla.

Detrás de ella tu padre, después de soltarte cuando se lo pediste, se mueve algo inquieto. No parece muy convencido con todo el asunto, pero por el momento deja que sea Dakshesh quien tome el control de la situación.

—En cuanto te sientas un poco mejor te vas a la cama —anuncia con un tono que va cargado de autoridad más por ser tu madre que porque sus palabras sean una orden—. Ya mañana antes de que te vayas podemos seguir hablando. Pero ahora estás cansado y confuso.

¿Ah? ¿Qué diantres ha sido eso? No entiendo cómo he podido confundir el listado de ingredientes que componían la medicina con todo ese discurso sacado de una película de médicos. Así que de nuevo vuelven a pasar por mi mente las tres únicas posibilidades: me estoy volviendo loco, estoy sordo como una tapia o realmente esto ha sido una conversación que ha viajado al igual que Park o Ruth. 

Estoy casi convencido de lo que siento sobre el vínculo con aquellas personas, no se parecían en absoluto a las alucinaciones de Yamir. Al final la balanza se termina decantando por la opción más mística, entonces no me queda otra más que pensar que alguien está muy, pero que muy mal.

Ojalá pudiera ayudarle.

Me surgen otras preguntas como si por ejemplo el dolor y el sonido del disparo estaban relacionados con esto último. También vuelvo a pensar en Yamir y si es posible que su alma realmente me esté atormentando, pero la muerte de Yamir no involucró disparos ni operaciones...

- Oh Ganesh, estoy hecho un verdadero lío... No entiendo qué me está pasando - confieso después de todo. Apoyando por completo la espalda contra la pared, sentado. - Todo ha sido tan caótico desde entonces... Tenía que explicaros algo, pero no sé si en estas condiciones me tomaréis por un loco. Es... es algo bueno, y sin duda es algo que nunca hubiera pensado que podría pasar, pero prefiero esperar a mañana cuando todo haya pasado.

Voy a hacer caso a mi madre, pero antes quiero dejar claro algunos puntos para evitar más desgracias.

- Mañana me iré pronto, y me gustaría hablar con Alisha pero no sé lo que haré. Sobretodo no quiero involucraros más en este asunto, lo afrontaré tan bien como pueda... Y si entonces sale mal... Supongo que me dejarán hacer una llamada - explico con una sonrisa, un tanto fingida pero es que empiezo a estar cansado de dar tanta lástima.

Es tu padre quien se adelanta ahora, ofreciéndote su mano para ayudarte a incorporarte. Puedes ver en su frente las arrugas de la preocupación, tan claras como el optimismo que va recuperando poco a poco.

—Acuéstate y seguro que mañana todo tiene otro color —conviene con tus palabras—. Vamos, te ayudaré a llegar a tu cuarto. Todo sigue como siempre allí y esta noche estarás como en casa. Y si te pones peor de nuevo sólo tienes que llamarme y te llevaré a ver al doctor.

Hace una pausa para intercambiar una mirada con tu madre antes de hacer ningún movimiento hacia el interior.

—Mañana podrás contarnos esa buena noticia durante el desayuno. Es el mejor momento del día para recibir buenas nuevas.

Tu madre acaricia tu mejilla una vez más antes de apartarse dando un paso hacia atrás, dejando sitio a Gavan para que llegue hasta ti. Desde esa posición asiente con la cabeza a las palabras de su esposo y después te mira a ti de nuevo, con ese mismo aire calmado.

—Ahora pasaré por tu cuarto para arroparte —te dice—. Y te llevaré una infusión que te ayudará a dormir y a calmar tus ideas. Siempre has pensado demasiado, Devendra.

- Si, si - contesto a mi padre. - Pero ya está, creo que ya sé que ha sido pero mañana os lo explico. Es difícil de explicar - digo levantando el brazo en dirección a él.

Tomo la mano de mi padre y me ayudo de ella para incorporarme completamente. Apoyo una pierna con más fuerza de la necesaria realmente, me preocupa que pudiera caerme tras este mal trago. Agradezco el cariño de mi madre con una sonrisa antes de asentir e iniciar el camino hasta mi cuarto.

Esto está siendo un poco más traumático de lo que esperaba, mañana dios dirá como termina.

Llegar a mi cuarto me trae recuerdos, de cuando todavía saltaba por las calles y me escapaba de la escuela. Eran tiempos distintos pero no mejores, me gustaba mi vida con Alisha y mi familia. Solo me sabe mal no haber podido hablar con Varian antes de marcharme, no sé si tendré tiempo.

Me dejo caer todo yo sobre el colchón y después suspiro pensando en que realmente no tengo un plan. Sencillamente me estoy dejando llevar por lo que creo que es lo mejor, y ojalá de resultado. No quiero ir a la cárcel, pero tampoco quiero que me extorsionen y me amenacen durante vete a saber cuanto tiempo...  Sea como sea, tengo que salir de esta.

Pero más allá de todo esto, también me preocupa cómo estará Park. Nuestras vidas se habían cruzado no hace mucho y no pudo hacer gran cosa por ayudarle. 

Me levanto de nuevo y esta vez me meto entre las sábanas después de quitarme los zapatos y el pantalón. No me haría falta mucho para dormir, estoy muy muy cansado.

Desde tu habitación escuchas a tus padres hablando en susurros en el piso inferior, aunque es imposible comprender sus palabras. Después oyes cómo tu padre se mete en su cuarto y se acuesta, pero algunos sonidos provenientes de la cocina te indican que tu madre sigue trasteando en ella.

Pasa un rato hasta que Dakshesh cumple su promesa de acudir a tu cuarto y, cuando lo hace, trae consigo una bandeja que deja en tu mesilla de noche. En ella puedes ver una taza con una infusión aromatizada y un platito con un par de pastelillos de zanahoria caseros, o gajar barfi, que hace ella misma.

Se sienta sobre la cama y acaricia tus cabellos con un gesto que sabe a infancia y a cariño. Sus ojos te miran con seriedad, pero también con determinación. Y no tarda en comenzar a hablar con voz suave.

—Devendra, hijo —empieza, con tono maternal—. Creo que debes pensar bien tus acciones. No me parece que eso de entregarte vaya a ser una buena idea. ¿Qué arreglarás con ello? Tu amigo no va a volver y puede que tú tengas problemas. No podría soportar tener que ir a verte tras unas rejas.

Guarda entonces unos segundos de silencio y extiende su caricia hasta tu mano, buscando tus ojos en la penumbra.

—Además, hijo... ¿Alisha y tú no queréis ser padres? No podrás criar a un niño si estás en la cárcel, y cuando salgas ya seréis demasiado mayores. Alisha no merece vivir sin hijos y sin marido, y tú no mereces estar en un sitio lleno de criminales.

Más dilemas, cuando pensaba que tenía todo claro y ahora me siento otra vez que no sé que hacer. Por más vueltas que le doy ninguna decisión me parece del todo acertada, pero no es para menos: ninguna tiene un final feliz. No es que creyera que fuera a terminar de una manera distinta, causé la muerte de un ser humano. 

Si no me juzga la sociedad bien lo hará el karma. 

Solo por que es mi madre soy capaz de esbozar una sonrisa cariñosa e intentar hacer que no se preocupe más. Terminará pronto, es todo lo que quiero. La espera es lo que me mata.

- Mamá, no lo sé, no sé que arreglaré - explico mientras aprieto su mano. - Provoqué la muerte de Yamir, de una forma u otra pagaré por ello. Tienes razón en que mi amigo ya no volverá, pero ahora no puedo imaginar que acabaré bien. Si no me entrego yo, bien lo hará la persona que me amenaza y el resultado será el mismo, ¿no?

Sin perder la sonrisa tomo su mano y la acerco hasta mi para darle un beso. - Nada me haría más feliz que darte un nieto, muchos si fuera posible - le digo. 

Me incorporo un poco sobre la cama y tomo uno de los pastelillos para luego comérmelo. - ¡Mmmm! - exclamo mientras saboreo el mismo. - Están buenísimos... 

No quiero cambiarle de tema con la comida, así que vuelvo otra vez a lo que me comentaba. - Mamá, el abuelo se avergonzaría de cómo he actuado... Debo arreglarlo de alguna forma. No es solo por mi, precisamente por Alisha no puedo hacerla cargar más con esto.