Partida Rol por web

El bolígrafo de la doctora empieza a deslizarse sobre el papel cuando Hyun responde a su pregunta y, al ver que él no toma el paquete de kleenex, lo deja en el suelo, sobre la alfombra, donde él pueda alcanzarlo con facilidad si lo desea.

—No se preocupe, no hay nada que deba sentir —responde con neutralidad cuando él se disculpa con el aire y después le presta toda su atención en cuanto llega el anuncio de su confesión.

—Ahá... —dice, animando al hombre a seguir hablando cuando parece que a él le cuesta continuar. Y para cuando él termina, asiente con la cabeza y toma algunas notas más sin mirar hacia el papel, con la mirada sobre su paciente. No parece asustada, ni siquiera impresionada con lo que escucha. Su rostro permanece inalterable, como si para ella tratar ese tipo de problemas fuera cosa del día a día.

—Comprendo, sí. Que la vea llorando es sólo una proyección de su subconsciente —dice, hablando con seguridad—. ¿Es la misma mujer de la que me hablaba hace un momento? Lo importante es cómo le hace sentir a usted esa visión. No se preocupe, lo arreglaremos.

Abro mis ojos. Era la primera vez que mis alucinaciones reaccionaban con agresividad y miedo. Pero cuando la doctora da una explicación, todo encaja. -Una proyección- me repito a mí mismo. Todo tenía sentido, la conexión que sentía con cada una de las personas que aparecía frente a mí era debido a que se trataban de proyecciones de mis sentimiento. Pero... ¿Por qué tenían el aspecto de personas que no conocía? ¿Por qué ahora sufría de aquellos síntomas?. Y ahora ella, parecía molesta, parecía asustada, parecía furiosa. ¿Es así como me siento?. La observo con los ojos muy abiertos, sin entender muy bien el significado de lo que me dice, sin estar seguro de como reaccionar... ante algo que parecía reflejarme a mí mismo.

-N...No. Es alguien que no había visto nunca- digo mirando hacia la mujer y luego a la doctora. Mi respiración se altera un poco. -Me... me asusta un poco. Ella parece molesta. Me increpa por contarle sobre ella. Dice que podría ser de la BPO. Que los podrían atrapar a todos- repito algo confundido. Tomo aire. Siento mi conexión con aquella mujer frente a mí, su alteración, su tristeza, puedo percibirlo. Entonces comprendo. He tenido miedo de venir a esta cita, he estado dudando y aún ahora dudo si fue una buena decisión. Y mi cabeza tan sólo me está reclamando aquello. -Para serle sincero... creo que ella refleja el miedo que tenía por venir a esta cita. Mi inseguridad...- digo ahora fijándome en la doctora. -... Pero necesito ayuda- confieso finalmente.

Esa era la razón de aquello. Esa era mi motivación justo ahora. Salir a flote e ir abandonando lentamente cada una de las cosas que me anclaban a los miedos y temores del pasado. Ahora mismo la paranoia, la desconfianza eran habituales, pero estas alucinaciones, estos fragmentos de mi mente podrían ser la llamada de auxilio que tanto necesitaba. Cierro los ojos y trato de calmarme, de modular mi respiración. Quizás el camino por venir fuese largo, pero debía intentarlo o resignarme a pasar el resto de mi vida en una institución mental sin poder diferencial la realidad de la fantasía. Respiro profundo. "Serán unos meses difíciles" pienso con un poco de esperanza.

Mi estado emocional cambia por completo conforme veo al hombre ignorarme y seguir hablando con esa mujer. Siento una indignación fría recorrerme las venas, y aunque puedo llegar a entender lo que hace de una forma que no comprendo, el enfado va acumulándose tal y como me enfadaría conmigo misma después de hacer una tontería de ese calibre.

Me paso una mano por la cara antes de dejar que ambos brazos cuelguen a los lados de mi cuerpo y aprieto los labios. Poco a poco me voy dando cuenta de que lo que pasa es importante, pero que no debo pagar lo que me pasa a mí con él. Aún así lo que está haciendo no está bien. No está bien para ninguno. Y el colmo es cuando dice las siglas: BPO.

—Para —le ordeno con sequedad, que es todo lo amable que sé ser. Entonces tomo aire y evalúo a la mujer, decidiendo hasta qué punto puede ser una enemiga. Da el perfil, la verdad.

—En serio, para —insisto—. Y deja de ignorarme, coño. Si ya le has dicho que me ves al menos háblame. ¿Quieres que te demuestre que no soy una alucinación? —digo entonces, iluminándome al recordar a Devendra—. Te doy mi número de teléfono, me llamas y lo verás. Podemos hacer una videollamada si quieres ver mi cara. Pero ahora para.

En el momento en que Hyun repite lo de la proyección la doctora simplemente realiza un escueto asentimiento, prácticamente imperceptible. Permanece observando al pianista durante algunos segundos mientras la cabeza de él se llena de preguntas, pero no da ninguna muestra de estar a punto de volver a hablar. En lugar de eso permanece estoica, simplemente aguardando a que sea él quien conteste a las palabras de ella.

La mujer asiente una vez más cuando Hyun dice que no es alguien que haya visto antes, anotando algo en su libreta. Es un movimiento breve el de su mano, pues de inmediato se centra completamente en seguir escuchando. En el momento en que la respiración de él se altera la postura de ella se relaja un ápice, como si quisiera darle algo de comodidad pero sin llegar a la familiaridad. Y un instante mas tarde, cuando el chico nombra las siglas BPO ella vuelve a anotar algo en su cuaderno.

Finalmente, cuando él prosigue hablando, ella se echa ligeramente hacia adelante, coincidiendo el momento en que detiene su movimiento con el de él diciendo que necesita ayuda.

—Así es, señor Park, necesita ayuda. Y no hay nada de malo en reconocerlo —afirma ella, tomándose un instante antes de proseguir.

—Lo primero que usted debe tener claro es que, como le decía antes, acudir aquí no es un fracaso —asegura—. Más bien es una victoria. Siguiendo su idea de la causa de esta proyección, su cerebro la habría creado expresamente por el miedo a recibir atención médica. Pero venir, o reconocer que hay un problema, no lo hace más grande. Más grande lo haría aplazarlo o negárselo a sí mismo.

Por unos segundos la mujer espera, como queriendo asegurarse de que Hyun entiende lo que dice a la perfección, como si comprender racionalmente fuera el primer paso para asumir.

—Dígame, esas siglas... BPO. ¿Qué significan para usted? ¿Sus alucinaciones suelen achacarles la culpa de sus miedos?

La observo, a ella, a la chica seria de aspecto oriental, detenidamente. Su respuesta cortante me deja algo intranquilo pero su propuesta me es extraña. Siempre había una oferta, siempre había algo con cada alucinación. Una charla, una mano y ahora esto. Una llamada. ¿Podía ser que existiese? ¿Podía ser que...? La sola posibilidad era ridícula y sin embargo había cierta insistencia presente en sus palabras, una duda que me llenaba de asombro y desasosiego al mismo tiempo. "No es posible" pienso mientras la miro silenciosamente.

-¿Debería... debería hablar con ella, doctora?- pregunto aún distraído por mis propios pensamientos. Es todo demasiado confuso, demasiado difícil de comprender. Han sido unos días difíciles y que mis propias alucinaciones persistan en sentirse reales, en ofrecerme... una pieza sólida de evidencia de su existencia tan sólo produce un temor incierto. ¿Está fallando mi cerebro? ¿He estado volviéndome lentamente loco y no lo he notado sino hasta ahora?. Lo único que parecía ofrecerme algún consuelo eran las palabras de la doctora, reafirmándome que no había nada que temer.

-¿BPO?- repito mirándola a los ojos. -No. Es la primera vez que la escucho. ¿No es la sigla de British Petroleum algo? la compañía que provocó el derrame en el mar caribe?- pregunto restándole algo de importancia al asunto. No había mucho que pensar frente a algo que no significaba nada para mí. -¿Cree usted que debería tratar de forzar el escepticismo? verificar que las personas y lugares que veo no son más que inventos de mi imaginación?- pregunto finalmente tras tomar algo de valor y mirando de reojo a Rena. No estoy seguro de como actuar o como reaccionar, pero si mis propias ilusiones me daban suficientes herramientas, quizás fuese más fácil de salir de mi autoengaño y simplemente demostrarme a mí mismo que no existen. No son de verdad. No pueden ser reales...

La doctora Flanagan escucha tus preguntas y en un primer momento no te responde, tan sólo escucha las respuestas que tú das a las suyas, contemplándote con su rostro neutro. Apunta algo en la libreta con tu negativa sobre las siglas y cuando tras tu última pregunta se hace el silencio, apenas tarda un par de segundos en ser ella quien lo rompa.

—Rotundamente sí —responde, moviendo la cabeza ligeramente en vertical, como reafirmando con sutileza su asentimiento—. Pero sólo en el caso de que pueda verificarlo de una forma objetiva y concreta, que no le deje lugar a dudas. Si una parte de su mente quiere convencerle, podría aprovechar cualquier grieta para inclinar la balanza a su favor. Pero si logra hacerse ver a sí mismo que sus alucinaciones no son reales, habrá dado usted un gran paso hacia su curación.

Hace una breve pausa y te escruta con mirada analítica antes de aclararte algo con tono tranquilo.

—Sin embargo, no debe frustarle si no lo consigue. Trabajaremos en ello y se curará. En cuanto a las siglas... —Sus ojos te abandonan para dirigirse a la libreta por un instante, comprobándolas—... BPO. No importa lo que signifiquen para mí, sino lo que significan para usted. Su mente las ha puesto ahí y eso debe ser por algo, tal vez un recuerdo residual de algún telediario. Es probable que no sea nada importante, pero si en algún momento le sugieren algo especial, anótelo para la siguiente sesión.

Se echa ligeramente hacia atrás en su asiento y vuelve a colocar la punta del bolígrafo sobre la libreta, en un gesto que después de tanto tiempo visitándola ya identificas como que espera hacerte hablar ahora a ti.

—¿Siente usted ganas de hablar con ella, señor Park? —dice entonces, respondiendo con una pregunta a la primera cuestión que había quedado en el aire.

Miro al chico con seriedad, esperando que responda a mi propuesta, que se dé cuenta de lo que realmente nos estamos jugando... Y no puedo evitar resoplar entre dientes cuando sigue hablando con la mujer rubia. Aunque la estrategia de las siglas para desviar la atención no habría estado mal del todo si lo hubiera hecho a propósito. Por desgracia lo comprendo, comprendo sus motivaciones y me cuesta mandarlo a la mierda sabiendo cómo se siente. Está totalmente en negación. Vaya si lo entiendo.

Me cruzo de brazos y escucho a la doctora mientras escruto su rostro entrecerrando los ojos hasta que son apenas dos finas líneas. ¿Será una enemiga o no tiene ni idea? Pero finalmente vuelvo a mirar al chico, a Park.

—Oye, mira. En serio. Dile que tienes que ir al baño y llámame ahora mismo. O hazlo delante de ella si quieres. Para que veas que soy de verdad y puedas largarte de aquí para que hablemos. No tengo todo el día y tú estás jodidamente perdido.

-Entiendo- musito mientras asiento lentamente. Entonces debía forzarme a mí mismo a encontrar la falsedad de mis alucinaciones. Y si podía pensar en eso, si podía hacerlo, quizás no estaba tan mal como temía. Tengo toda la intención de ponerme a prueba y demostrarme a mí mismo que soy más fuerte que lo que sea que me esté sucediendo. Miro a Rena fijamente, aceptando el reto que implica demostrar que ella, al igual que todas mis alucinaciones, estaban sólo en mi cabeza -¿Todo esto es... por estresarme?- pregunto finalmente, dejando que la duda se formule básicamente sola. ¿Por qué ahora? ¿Por qué así? mi cabeza trata de navegar en medio de la inminente confusión, y tan sólo ante la visión de algo de esperanza, puedo tratar de racionalizar todo esto.

-Lo anotaré si lo recuerdo- digo asintiendo y anotándolo mentalmente. Quizás, como decía la doctora, había escuchado la sigla en alguna parte, pero ahora mismo no recordaba en donde. ¿Era importante? -¿Y si le pregunto a mis alucionaciones? ¿Me dirán lo que es o intentarán inventar algo que encaje de alguna manera?- vuelvo a preguntar con algo de curiosidad, sin dejar de mirar a Rena. De alguna manera siento que si me mintiese, podría percibirlo. Pero si todo estaba en mi cabeza, sólo era otro auto-engaño.

-Siento que no está mal que ella esté aquí. Me siento de alguna manera conectado a ella- confieso a la doctora mirando a la oriental. -Pero es la más hostil de las personas que he alucinado. Parece molesta e insiste en censurarme por nuestra charla- comento con sinceridad. -No me apetece hablar especialmente con ella... pero creo que necesito hacerlo de cualquier modo- añado con sinceridad y un tono de voz suave, cargado de cierto aire de tristeza y humildad. 

Tratas de hacer memoria sobre esas siglas. BPO. Lo cierto es que por mucho que te esfuerzas no te suenan de nada y estás completamente sguro de que no las has oído en tu vida. De hecho... Al darle vueltas recuerdas que la compañía petrolera antes se llamaba British Petroleum y ahora BP PLC, así que no debe ser de ahí de dónde han salido las siglas que ahora te ocupan. No, definitivamente no te suenan de nada.

La mujer rubia continúa con su atención puesta sobre Hyun, sin dedicar ni un vistazo a ese lugar del aire que atrapa los ojos de su paciente y en el que Rena continúa de pie. Las comisuras de sus labios se crispan casi imperceptiblemente cuando él hace su primera pregunta, pero no llega a responder por el momento, tan sólo escucha hasta que él termina y un par de segundos más antes de ser ella quien hable.

—Quizás la ve molesta porque representa esa parte de usted que se rebela ante la necesidad de ayuda —comenta con seguridad—. Si habla con ella, trate de no autoengañarse, debe ser consciente en todo momento de que no es real y, si puede, demostrárselo a sí mismo. Si le pregunta a sus alucinaciones podrían responderle cualquier cosa, podrían decirle lo que es o también inventarse algo que suene razonable. Al fin y al cabo, es su cerebro quien las ha creado.

Hace una breve pausa en la que sólo se escucha el clic del botón del bolígrafo un instante antes de que ella tome algunas notas más.

—Todo esto es en parte por estresarse, pero también porque aunque usted creyese que sí, no se curó correctamente del trauma post-traumático —dice entonces, levandando la mirada para obsrevar a Hyun—. Dejó el tratamiento sin terminar y eso le pasa factura ahora. Pero no se preocupe: lo arreglaremos —asegura con un leve asentimiento.

No me puedo creer que siga ignorándome y hablando como si no estuviera aquí. Lo taladro con la mirada ahora a él y cuando se ponen a hablar de lo cabreada que parezco ya no me aguanto más y pongo los ojos en blanco, descruzando los brazos. No estoy molesta, joder, estoy exasperada.

—Claro que te censuro. ¡Estás largándole todo a esa loquera! ¿Sabes que estás poniendo en peligro a más gente? No estás solo en esto —le digo con menos frialdad de la que querría porque, a pesar de todo, no puedo evitar entenderlo—. En serio, para. Vete al baño y llámame. No sé dónde estamos, pero supongo que tendrás que poner el prefijo de Japón: +81. Y después es 0120326352.

-Tiene sentido- digo mientras asiento. Me he resistido a la idea de esta cita desde el principio, he hecho lo posible por disminuir la importancia de esto y no he sentido más que vergüenza por abandonar la terapia desde que crucé la puerta del consultorio. Todo encajaba a la perfección. Había algo de tranquilidad, algo de calma regresando a mí, sabiendo que todo esto no era más el resultado de mis propias actitudes. Pero saber que necesitaría trabajo, meses de trabajo para mejorar, sólo generaba una punzada de angustia.

La doctora sólo confirma mis sentimientos. Es mi culpa y a medida que mi embarazo aumenta, también lo hace la dureza y desesperación con que la alucinación se dirige a mí. -Gracias- musito mirando a la doctora. -Quiero... quiero dejar esto atrás. Gracias doctora, de verdad- confieso con sinceridad, mientras inhalo profundamente y trato de calmarme. No iba a dejar que me afectase, iba a hacer lo posible por demostrarme que era más fuerte que esto.

-Supongo que... es preferible intentar conversar con las alucinaciones- y ahora estoy mirando a Rena -cuando esté solo. ¿verdad?. Para tener el tiempo de verificar con cuidado lo que me dicen y reconocer... reconocer que son un producto de mi mente. - digo seriamente. Luego finalmente le respondo a la chica oriental, con tono dubitativo. -Lo siento, ahora mismo estoy haciendo lo que debo. Luego intentaré... luego podemos hablar- digo algo abochornado. Parecía ridículo tener que concertar otro momento para hablar con alguien que no era real. Vuelvo a mirar a la doctora y sonrío nerviosamente.

La mujer vuelve a anotar algo en sus notas en cuanto Hyun dice que aquello tiene sentido. Después deja que el silencio se extienda durante unos segundos mientras él reflexiona, observándole con una mirada atenta pero carente de juicio y cuando el hombre le da las gracias ella simplemente hace un gesto con la mano, rechazándolas. Luego sigue poniendo atención a lo que dice, y al ver que se disculpa con aquella a quien no puede ver una vez más escribe algo en su libreta.

—Lo mejor es que usted encuentre el momento en que le sea más cómodo hacerlo. Después de todo sólo estará hablando con distintas partes de sí mismo —asegura en respuesta a la pregunta de Hyun—. Puede hacerlo aquí si se siente protegido, o en su casa. Lo más importante es que recuerde que esas personas sólo están en su imaginación.

En ese momento la doctora detiene sus ojos sobre los del hombre con seriedad.

—Señor Park —le dice—. Usted es alguien inteligente, pero también meticuloso. No quiero que se obsesione con comprobaciones hasta convencerse de que esas personas no son reales. Hágalo sólo hasta el punto en que le ayude.

"Sólo están en mi imaginación" me repito mentalmente, mirando a Rena y apretando con fuerza la boca. Como si el esfuerzo de tensar la mandíbula ayudase a deshacer el hechizo de aquella procesión de desconocidos, de sueños e ilusiones que han estado entrometiéndose en mi vida desde hace dos días. -Creo... creo que comenzaré en casa- digo finalmente mientras trato de sonreír. La clave era "sentirse protegido" y el único lugar en el que me sentiría tranquilo, a salvo. 

-Sí, eso haré- respondo entonces. Trataré de no obsesionarme, de no sentirme urgido a ello, debo tratar de tranquilizarme. Sólo así podré recuperar el control, sólo así podré recuperar la tranquilidad... la tranquilidad que tenía antes. -No me obsesionaré con ello- digo algo mecánicamente, como si fuese la lección que tuviese que aprender y necesitara repetidamente para que calara en mi cabeza.

-Tengo una pregunta doctora...- digo girando la cabeza esta vez para mirar a la especialista. -... ¿Por qué ahora?. Quiero decir... no recuerdo... no, no me ha pasado nada particularmente estresante. Quiero decir, entiendo que debí haber seguido el tratamiento hasta el final...- digo dubitativo y con la sensación de culpa latente. -...pero esta semana no he estado más estresado que antes. ¿por qué de repente veo estas cosas si ni siquiera luego del... del...- me fuerzo a finalizar la frase sin detenerme -..._atentado... tuve estos síntomas?- no suelto el aire, lo mantengo, a la expectativa de su respuesta.

La doctora asiente levemente y apunta algo en su libreta cuando Hyun parece decidirse sobre el lugar donde hablará con su mente. Sin embargo, mantiene la mirada sobre el hombre algunos segundos, analizándolo, cuando poco después él asegura que no se obsesionará con el asunto.

Relaja un poco la tensión de su cuello cuando es el de Hyun el que se gira para buscarla y ni su voz ni su gesto titubean con la respuesta.

—No es necesario que le haya pasado algo fuera de lo normal, señor Park —asegura—. Cualquier detalle irrelevante puede desmoronar su seguridad si no se había curado del todo. Puede haber sido cualquier cosa, alguna pequeña frustración en el trabajo, una mala noche, una pesadilla que ni siquiera recuerda o una película que haya visto y por algún motivo haya desbloqueado algo en su mente.

Hace un pequeño gesto con la cabeza antes de seguir con seguridad y un tono tranquilizador.

—Tiene que entender que cuanto más se esconda el problema a sí mismo, más tratará el problema de llamar su atención. Es común en los pacientes que se autoengañan diciéndose que ya están curados que las recaídas sean mucho peores que los síntomas durante el trauma.

Se detiene durante un instante y en ellos parece tomar una decisión.

—En próximas sesiones trataremos de averiguar qué sucedió y por qué. Mientras tanto permanezca lo más tranquilo que pueda. Lo arreglaremos —asegura con firmeza mientras el clic del bolígrafo vuelve a escucharse—. Ahora vamos a dar la sesión de hoy por terminada. Le haré una receta y Leonard le dará una cita para la semana que viene. ¿Le parece bien? —pregunta por pura formalidad, con un tono de voz que no da pie a negarse, pues parece más una pregunta retórica que una real.

Casi siento ganas de aplaudir cuando el tal Park por fin deja de ignorarme, aunque sea para seguir hablando enseguida con esa mujer. Hablan y hablan de tonterías y sandeces, sin ni siquiera plantearse que a lo mejor la solución más obvia es la verdadera. Desvío mi mirada de ellos para echar otro vistazo al sitio y camino un par de pasos para mirar lo que escribe la loquera en su libreta.

En cuanto escucho que la mierda esta ha terminado levando la vista y le chisto a Park para llamar su atención.

—¿Podemos irnos de aquí para que me llames y veas que no soy una jodida alucinación? —Mis brazos están cruzados sobre el pecho y probablemente en mi cara se vea claramente lo molesta que estoy con todo este asunto.

Escucho, interiorizo, respiro profundo. Mi culpa. Mi temor, mi miedo. Todo volvía a señalar exactamente lo mismo, todo regresaba a mi inconstancia para seguir el tratamiento. Pero quizás esto era lo que necesitaba para comenzar a recuperarme verdaderamente, para dejar atrás la inseguridad y olvidar las jugarretas de mi mente estresada. Me es imposible mirar a Rena sin algo de tristeza, sintiendo como experimentaba justo ahora, que su presencia no estaba mal, que no era incómoda, a pesar de llenarme de inseguridad. Cierro los ojos y me repito que me siento así porque, después de todo, es sólo una parte de mí.

No más autoengaños, esta vez seguiría el tratamiento hasta el final, aunque tuviese que limitar el tiempo a practicar en la filarmónica. Suspiro algo abatido, la sola posibilidad empañaba mi ánimo con rapidez. Pero no había más alternativa. Respiro con alivio al saber que la sesión había finalizado. -Está bien doctora. Muchas gracias- digo mientras me siento en el diván un poco. Tenía la sensación de haber salido de un trance, de haber estado sumergido en lo más profundo del océano y ahora podía respirar en la superficie nuevamente. -Concertaré la cita con Leonard- respondo. Espero a que termine de darme la orden para los medicamentos, la guardo con cuidado y camino hacia afuera.

La insistencia de Rena sólo me hace cerrar los ojos y susurrar. -Sólo está en mi mente. Sólo está en mi mente- digo mientras camino hacia la recepción del consultorio para consultar una cita la próxima semana y luego pedir un Uber para regresar a casa... 

En el momento en que Hyun acepta el fin de la sesión la doctora asiente en su dirección. Luego lleva sus ojos hacia su libreta, como si quisiera comprobar algo antes de dar por zanjado el asunto y finalmente cierra el cuaderno. Después de eso se pone en pie y se encamina hacia su escritorio, donde garabatea algo en su recetario. A la vuelta le tiende a Hyun un par de hojas.

—Leonard le escribirá un correo detallándole cuándo tomar cada una —enuncia con seguridad antes de pasar a despedirse—. Tenga un buen día.

Antes de dejar marchar al hombre, sin embargo, añade algo más.

—Si tiene algún tipo de emergencia ya sabe cómo contactar conmigo, pero no tiene de qué preocuparse. En el peor de los casos no habrá empeorado, simplemente los síntomas serán más evidentes.

Apenas un par de minutos más tarde ambos estáis ya fuera. Hyun tiene una cita para el martes siguiente y el uber más cercano que satisface las condiciones del chico está de camino, a sólo unos minutos de viaje.

Usualmente; en un mundo normal, - en “mi mundo normal” -, no hubiera perdido el tiempo por este hombre ni por ningún otro.

Decir que me desesperaba su actitud y sus formas era como decir que el mar era un lago grande.

Sentía en mi interior la urgencia, un incipiente brote de ira y apenas podía contener el vendaval de furia que amenazaba con salirme por entre los labios en forma de improperios de todos los colores y formas.

Sin embargo, por otro lado entendía sus dudas, me hacia dueña de sus miedos e inseguridades y en mi propia carne y alma padecía su dolor.

Aquella dicotomía de ambigüedades me sacudía por completo haciéndome dudar de una forma nada agradable ni usual para alguien que como yo, gustaba de tener todo en orden y bajo control.

Había sido “arrastrada” hacia él, quería creer que “por algo”, y por mas que no sabía del todo aun como funcionaba esta nueva “capacidad” de la cual hacia yo gala – entre otros según entendía -, también me urgían otros asuntos más personales y afectivos.

Dicho de otro modo, no tenía tiempo para perder aunque el tiempo no fuera una urgencia ahora.

Le vi partir de la consulta y decidí seguirle poniéndome a su lado mientras caminábamos hacia el exterior.

Iba en silencio, meditaba mis palabras y la forma en la cual podía lograr que el creyese que yo no era un producto de su mente.

Entonces, una idea broto en mi mente, como una pequeña vela encendida en una enorme caverna. Una luz, pequeña aun, pero que podía volverse una gran hoguera si se la impulsaba de la forma correcta.

Dime, le dije sin mirarle y de pie a su lado, ¿podrías probar una teoría conmigo?, le inquirí mirándole – ahora si -,  de costado con mis hermosos ojos rasgados, creo haber descubierto una forma para que al fin te des cuenta de que no hay nada malo contigo.

¿Vas a ayudarme?

"Emergencia". Odio la palabra emergencia, su sola mención me llena de incertidumbre y me deja alerta a la primera señal de peligro. Y desde hace dos noches que sólo lidio con las ramificaciones de lo que podría describir como una de esas "Emergencias". Asiento tratando de ocultar mi inseguridad, mientras mi mano tiembla ante la sola posibilidad de otro imprevisto silencioso y desestabilizador como las ahora continúas y persistentes alucinaciones que me acompañan. La oriental parecía seria, y al igual que yo -quizás como reflejo mío- tenía el aire de estar reflexionando, pensando con intensidad. De alguna manera podía sentirlo con sólo estar a su lado, podía percibirlo con sólo su cercanía, aunque mi cerebro intentara sacar a flote el sencillo hecho de que mis propias ilusiones no podían "pensar intensamente", sólo era yo, el que estaba pensando detenidamente.

Una teoría. Primero el número telefónico y ahora una comprobación de que no había nada malo conmigo. Tal y como lo había comentado en la consulta. Tal y como sabía que pasaría. Mientras descendía en el ascensor, guardé silencio, intercalando miradas con ella, pero sin pronunciar palabra hasta llegar a la planta baja.

-_{No aquí, por favor}- pronuncio en un susurro suplicante. Seguía siendo incapaz de comportarme de forma hosca e ignorarla, aunque fuese un producto de mi imaginación. Asentí solamente, sin estar seguro de por qué, y mientras el coche llegaba, redacto un mensaje de texto para mi hermano.

"Salí de la consulta. Pasaré por una farmacia. ¿Como estás?"

Cuando el Uber llega, me aseguro de actualizar mi destino temporal: la pequeña floristería The Flower Shop en Durnham street. Saludo con cortesía y brevedad al conductor y, tras meditarlo un poco, recordando la sesión que acaba de terminar, escribo en la aplicación de google maps de mi móvil:

Tamarama, Australia

Observo en silencio mientras el mapa resalta una zona al oeste de Sidney, Australia. Me tomo unos instantes en procesarlo. -Tamarama existe... aunque no es un pueblo- digo para mí mismo, sin percatarme de que Rena está allí. -¿Cómo sabía yo eso?- me pregunto dubitativamente nuevamente, pensando en voz alta.