Partida Rol por web

Hilos invisibles

Capítulo 1: Tú ya no eres sólo tú (Milka)

Cargando editor
01/10/2016, 12:18
Milka Bendij

No soy demasiado consciente de mi entorno mientras huyo, buscando aire más allá de la habitación, como si me molestara el respirado por otros, como si también huyera de esa imposición.

Hay fatiga en mis pulmones por la rapidez con los que los hago funcionar, y parecen tan acelerados que no tienen ni un momento para escuchar mi petición de que se tranquilicen, como yo, asimismo acelerada en mi búsqueda de escondite, no atiendo a la mirada de mi marido, ni a su dudoso paso para retenerme que termina en una concesión para la que no tenía derecho a sentirla como tal.

Cierro la puerta del baño detrás de mi, empujándola con ambas manos como si me persiguiera el diablo. Algo inútil cuando ya te encuentras en sus fauces y solo le queda masticarte. Pero ahí me encuentro, sujetando, primero con mis manos y luego con mi espalda, esa pseudobarrera a mi.

Odio el lugar, me siento como un carnero intentando convencer a un carnicero de que su carne no se puede comer, inconsciente de que ese carnicero ni siquiera habla su idioma. Se que para Aharon es importante, que se cree salvador, sé que lo ha sido, pero esta vez se equivoca como se equivoca al interpretar las Escrituras y no entender la resurrección*.

Dejo descansar mis rodillas que ya me han pedido en dos latigazos que deje de sostenerme en ellas y busco el suelo para que sea mi asiento y protejo mis pulmones hiperventilados con todo mi cuerpo.

Me escuece la garganta y me duele el pecho pero entonces la siento a ella, y tanto mi alma como mi cabeza se apartan de mi cuerpo llevado al extremo para buscarla y rezar gratitud por su llegada.

No lo entiendo y no lo necesito; el simple hecho de que esté me llena con un chal de seguridad que me abre mil recuerdos de las caricias de mi madre y de su mano alrededor de la mía. Hace mi corazón más fuerte pero, por desgracia, no destruye la realidad fuera de ese baño.

Le sonrío cuando nuestras miradas se cruzan y se unen con más fuerza en el cosido de nuestras almas. Y, en silencio roto por mi respiración que intento cortar con bruscos golpes de estómago, busco su herida con pupilas de algodón — ¿Está mejor? Tu herida —le pregunto en inglés, y regresando al parque en el que conocí a Dallas sigo en alemán entre respiraciones agobiadas—. ¿Has venido a por mi? Me quedan diez horas.

Notas de juego

* Hay dos líneas en el judaísmo: mueres y una parte de tu alma va con Dios y otra vuelve a la tierra para ayudar a un nuevo nacido a ir con Dios, y así toooo el rato. O después de la muerte no hay nada, la obra de Dios está en la vida y la misión de todos es hacer el bien de acuerdo con la voluntad del Padre y procurar que al partir nosotros se siga haciendo el bien: como mejor judío seas, mejor te tratará Dios y mejor vivirás. Por si os mola :)

Cargando editor
03/10/2016, 01:22
Morgan Laurent

No puedo evitar llevarme una mano al pecho al sentir ese extraño tirón de fuerza que me lleva al lugar en el que estoy ahora. Estoy sentada en la taza de otro váter, atrás se ha quedado el ruido de la música amortiguado por las paredes del aseo, las conversaciones banales de las chicas más posh de TriBeCa; ahora me rodea el blanco inmaculado y el antiséptico olor de hospital, un hospital en el que he estado antes sin estarlo. 

Frente a mí está Milka, sentada en el suelo, vestida con el mismo camisón de hospital. Realmente no sé cómo sentirme ahora mismo. Enfadada porque es la segunda vez que acudo a una llamada y esta vez tenía algo realmente gordo entre manos (sin desmerecer a Paul, por supuesto); aliviada porque no puedo evitar sentirme bien y algo así como completa cuando estoy con Milka o con Wes y a su vez... también preocupada y cabreada porque está mal y parece que alguien quiere joderla y no estoy dispuesta a que eso ocurra, por algún extraño motivo. Creo que pronto dejaré de preguntarme por qué siento algo tan cercano a alguien que no conozco, se ve que es algo inexplicable o mágico o yo que sé. 

Me inclino sobre la cintura, apoyando los codos en las rodillas separadas, acortando ligeramente la distancia entre Milka y yo, facilitando así que pueda mirarla de forma más directa y casi al mismo nivel.

- Tranqui, va bien-digo encogiéndome de hombros dedicándole un leve cabeceo a la zona herida-, se me curará pronto.-digo. Le hablaría en alemán, pero no tengo ni puta idea y parece que por algún extraño motivo consigo entender a la perfección lo que dice sin necesidad de saber su idioma, así que continúo hablando en inglés. 

He venido para saber qué coño pasa e intentar ayudar-respondo. No sé por qué susurro, ellos no pueden oírme... supongo que es por generar intimidad o algo así-. No sé cómo sacarte de aquí, por lo que estoy experimentando solo tú puedes verme y oírme-lo de las diez horas... me hace fruncir el ceño y tragar saliva para intentar deshacer el agónico nudo de la garganta que se ha formado al escucharla hablar así-, ¿cómo que te quedan diez horas? ¿a qué te refieres? ¿Tiene algo que ver la tía que está en el pasillo? La de la bata con cara rancia.

Cargando editor
03/10/2016, 11:21
Milka Bendij

Morgan me trae y pide tranquilidad, por su herida y, tal vez, para entenderme mejor. Mi padre me dijo una vez, y me hizo recordar ciento setenta y tres veces, que uno no puede hablar entre lágrimas ni ruidos que molesten a la voz, que hay que hacerse entender. Pero mi respiración va por libre, y por más que intente calmarme, crecer y volver a ser adulta, me cuesta horrores no temblar.

Me alegra saber que su herida pronto habrá desaparecido de su piel, y me esperanza pensar que el dolor que debió sentir también puede desaparecer de sus recuerdos o vivir reducido a un mero concepto concepto abstracto. Le sonrío en respuesta con el dibujo en mis labios de una madre que ve caer su pequeño en el parque y levantarse antes de que ella acuda. Es una chica fuerte, como Ariel, como Dallas, como Rena.

Dejo que sea ese solo gesto el que le haga saber que le deseo una cura rápida y sin marcas, me da vergüenza usar mi voz mientras sigo respirando por todos los corredores de una maratón.

Cuando sigue hablando y coloca con naturalidad esa palabra malsonante no puedo evitar soltar una risita y correr a tapar mis labios hundiéndolos detrás de mis rodillas. La sigo escuchando asombrada de lo mucho que conoce por lo poco religiosa que parece. Y poco a poco, encuentro en su compañía y su voz un ritmo más moderado de ser y respirar, aunque mis pulmones no dejan de doler como esa vía de mi mano no deja de agobiar.

Pero existes. Aharon te ha oído —protesto a su explicación entendiendo de sus palabras que intenta desdecirse de ese pacto de ser toda mi esperanza para seguir creyendo lo que me manda mi religión y cabeza y no las sandeces de Geller y a los que me llamen loca—.

Y es que si no fuera por sus preguntas, su discurso parecería el de un amigo invisible autocreado para ser mi ángel de la guarda y decirme aquello que sé y no quiero escuchar de mi voz del que nos habló Agatha cuando aun creía que podía con Vivian.

Asiento a sus palabras y humedezco mis labios antes de hablar, nerviosa por no agobiarme de nuevo— Va a arrancarme el cerebro— digo parando el oído fuera— y le hará daño a Wamai, a Rena y a ti. Y al pianista. Y quizás a Budi, a la chica de la playa, Ruth, y a tus chicos —la miro con ojos tintineantes de impotencia y miedo—. A las cinco de la tarde empieza la procesión, a las siete acaba. Lo siento muchísimo, Morgan..

Notas de juego

Cargando editor
05/10/2016, 00:55
Narrador

Al otro lado de la escasa protección que os ofrece la puerta del baño dos voces, una de hombre y una de mujer, parecen despedirse pues tras algunos segundos se escucha el sonido de la puerta de la habitación al cerrarse. Poco después alguien da un par de toques con los nudillos en la del baño.

—¿Milka? ¿Estás bien? —pregunta la voz masculina, sin molestarse en disimular la preocupación que embarga a su dueño.

Cargando editor
08/10/2016, 01:07
Morgan Laurent

Me paso una mano por el pelo, dejando que el flequillo se levante y vuelva a su sitio tras la pasada. Estoy agobiada, joder, quiero ayudar, siento lo que ella siente y no me gusta, solo quiero que se le pase ese miedo y esa angustia, por algún motivo, no puedo evitar sentirme mal porque ella esté así de mal. Esto de la empatía súperdesarrollada es una auténtica mierda. Joder. 

Aharon me escuchó por teléfono-le contesto bajando del váter y sentándome en el suelo, apoyando la espalda sobre la taza. Tanteo en busca de mis cigarros, pero ceso la búsqueda al pensar en que quizás moleste a Milka y que quizás mi cuerpo esté aún en el baño del bar y pueda crear algún problema o... yo que sé, prefiero no arriesgarme a hacer tonterías. No sé cómo funciona esto-. Ya he probado esto con Wes, estuve con él y solo él podía escucharme, verme y tocarme-le cuento acomodándome un poco en el frío suelo del baño, frente a ella.

Entonces me suelta esa bomba. Aprieto los puños y abro muchísimo los ojos, no puedo creérmelo, no puedo. Comienzo a agobiarme, a cabrearme,  a pasar auténtico miedo... un montón de sentimientos se agolpan en mi pecho, reviviendo recuerdos de pérdidas de hace muchos, muchísimos años. 

¿¡Qué!? ¡Y una mierda!-exclamo dejándome llevar por la ira del momento-. Nadie va a tocarte, Milka, nadie. Vamos a ver cómo te sacamos de este jodido infierno-me levanto casi de un salto y me pongo a mirar el baño, quizás por alguna ventana... si no hay demasiadas plantas, puedo hacer lo que ya hice con Wes. Funcionó entonces, ¿por qué no ahora?-. Van a dejarte el cerebro en su sitio. No pueden hacerte eso, joder, ¿y tu marido no dice nada?-empiezo a cabrearme ahora con él, ¿pero qué le pasa a la gente en Alemania? Tal vez allí sea normal quitarle el cerebro a la gente para lavarlo o lo que sé que hagan con él (quizá por eso Hitler fue elegido en las elecciones), pero no voy a permitir que le hagan eso a Milka, y más si eso conlleva que nos vayamos todos a la mierda. No, me niego, me niego a irme a la mierda porque el pusilánime de Aharon no sepa echarle huevos a la imbécil de la doctora esa. 

Doy vueltas por el baño como un animal enjaulado cuando escucho la voz de Aharon y me paro en seco. Tengo ganas de gritarle, de decirle cómo puede ser tan gilipollas de preguntar algo así después de prácticamente vender a su mujer el muy hijo de...

Morg, quizás este tipo de ataques no tengas amigos. Relájate. 

Tomo aire y lo expulso por las fosas nasales. Miro a Milka.

Tú y yo nos largamos de aquí, solo déjame averiguar cómo.

Cargando editor
08/10/2016, 23:59
Milka Bendij

Al escuchar la resonancia del toque de atención de Aharon en la puerta me sobresalto y, en reacción, arrapo mis dedos con fuerza a mis pantorrillas. No es miedo lo que él me provoca, sino ese nerviosismo de saber que te han pillado haciendo lo que no deberías.

Encojo el cuello entre los hombros, y mi cabeza empieza a buscarle al otro lado de esa puerta que se encuentra más cerrada por el hecho de darle la espalda que por encontrarse ella misma completando la pared. Y, sin embargo, mis ojos giran en dirección contraria a esa búsqueda de mi marido, pues mis pupilas parecen prendadas de la imagen de Morgan Laurent y de todo lo que su existencia simboliza.

Me ha dado palabras que me han tranquilizado como el olor de mi madre, y ha hecho con su sola presencia que me sienta menos niña, así como su proximidad ha aliviado aquella mirada fría y recriminatoria que siento a mi lado y sobre mi sien como si mi padre fuese una prolongación fantasma de mí.

Me encandila como habla de Wes, de su experiencia y de la nuestra. Me fascina su calma y evoca demasiados recuerdos de Dallas como para atenderlas a ambas, o a una sola de ellas y a Aharon.

Y para cuando quiero darme cuenta, y aparcar las memorias de mi otra americana, su voz ha cambiado; no en melodía ni timbre, sino en tono y sentimiento. Y mis ojos no saben hacer más que contemplarla, recordarla y sorprenderse tanto como mis labios.

Grita, pero acierta al llamar a este lugar infierno. Siento su ira latir en mis venas, y romper los latidos en la vía de mi mano como olas agitadas por tempestad. Se levanta y yo no hago más que pegar mi espalda a la puerta, sin perderla de vista y abrir los labios cuando me pregunta por Aharon sin llegar a formular respuesta. Podría repetirle palabra por palabra todo lo que ha dicho mi marido, y en mis oídos estas vuelven a ser reales; pero ella no quiere esa respuesta, lo sé, o quizás solo lo intuyo, pero en cualquier caso callo.

Me levanto ayudándome del mobiliario del baño en ese momento en el que Morgan bien podría ser rubia, medir un palmo menos que yo y exigir sin cesar un cachorro.

Tomo aire con ella, inspirando profundamente por la nariz, y lo expulso por la boca con un suspiro que pretende tirar del coraje que su ira a almacenado en mis tripas.

¿Ahora mi puta opinión importa? —pregunto a la puerta y de inmediato cubro mis labios con las puntas de ocho quedos, anonadada y decepcionada con mi lengua—.

Boqueo un par de veces sin saber qué hacer, y entonces miro a Morgan interrogante— —le respondo a ella con ese deje que lo convierte en un "por favor" —. — vuelvo a mirar a la puerta—. Perdona, Aharon, sí, estoy bien. Solo necesito un segundo.

Cargando editor
11/10/2016, 23:11
Narrador

Un silencio tenso responde al exabrupto de Milka desde el otro lado de la puerta. Y cuando la voz del hombre suena de nuevo al recibir la petición de un momento, lo hace teñida de una densa preocupación y salpicada por el nerviosismo de quien trata con un enfermo mental o un animal salvaje, de no saber cómo reaccionará el ser que se trata de apaciguar.

Milka, yo... Lo siento. Sabes que tu opinión me importa. Pero no eres tú la que habla, es tu enfermedad. —Varios segundos de silencio suceden a esas palabras, en los que Milka puede recrear con facilidad en su mente la expresión de su marido o el temblor de sus manos a partir del tono de su voz. —Milka, piensa en los niños, cielo. No hagas ninguna tontería.

Un par de pasos parecen alejarlo de la puerta, pero antes de llegar al tercero desanda lo ya avanzado para volver a dar un golpecito en la madera.

No tardes, ¿vale? Estaré aquí mismo. —Y a pesar de la seguridad que parece querer transmitir con sus palabras a ninguna de las dos os cuesta entender una advertencia dolida en ellas. Un «Si tardas mucho, entraré a buscarte. Pero porque te quiero».

Cargando editor
13/10/2016, 23:26
Morgan Laurent

Daaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaamn, girl.

No puedo evitar esbozar una media sonrisa al ver la primera respuesta de Milka a su marido. Que aprenda ese panoli a valorar lo que tiene. No puedo evitar acordarme de mi propia madre... Milka en cierto modo se le parece, es dulce, cariñosa y todo ese tipo de cosas que suele ser una madre, pero sabe echarle huevos a la vida cuando es necesario. Y ese imbécil de Aharon está dispuesto a perder una familia por... por no saber escuchar. Si supiese lo que es... Mi gesto se torna agridulce, hacía tiempo que no pensaba en todo esto y... joder, no es el momento, Morgan. Ahora no. Aprieto los puños y frunzo los labios. 

Piensa en sacar de aquí a Milka, Morgan.

Estamos en un hospital, de acuerdo. No sé en qué planta estamos, con el equipo adecuado podría descender por la ventana pero... no lo tengo aquí, lógicamente. Quizás podría hacer como con Wes. Cuando "fui él". El problema es que ella seguiría siendo ella de cara a los demás, por lo que pueden reconocerla, si hubiese algún modo de hacerla pasar por otra persona para salir de aquí... 

Me paso la mano por el pelo, agobiada. Piensa, piensa, piensa... se me va a freír el cerebro a este paso.

¿Como cuánto puedes moverte por el hospital? ¿Crees que te podrían reconocer más personas aparte de Aharon y el personal que haya tratado contigo si fueses con ropa de calle?-comienzo a preguntar, tengo que hacerme una idea de la situación-. ¿En qué planta estamos?-por si acaso...-. Verás, cuando estuve con Wes, pude... joder, pude ser él. Es decir, yo era yo, pero los demás veían que quien lo hacía era Wes. Creo que solo puedo hacerlo con pequeñas acciones, pero cualquier cosa que te sea de ayuda,  es buena. Necesito cuanta más información de este sitio, mejor: turnos, rondas, quién entra y sale de tu habitación...

Esto empieza a parecerse algo más a mi trabajo...

Cargando editor
14/10/2016, 22:19
Milka Bendij

Parpadeo sorprendida por la respuesta de Aharon, aunque encuentro una situación gemela en su silencio en la familia y disculpa en la actitud de cada vez que he vuelto a casa tras escaparme sin ni siquiera media explicación. Pero no me ha dado tiempo a acostumbrarme a esa culpa que ya conozco cuando me muestra el poco criterio de una mente supuestamente privilegiada, y sin embargo, tan torpe.

Resulta que es mi enfermedad la que habla, una enfermedad que Geller ha inventado para justificar aquella que sí tengo y su mayor crítica es justamente que no me permite hablar cuando se espera que lo haga.

No sé que espera que haga aquí dentro, tampoco entiendo como puede insinuar que haría algo que perjudicara a mis hijos. Lucho por ellos, para que tengan una madre con quién contar en tierra.

No me gusta que los mencione, menos que haga de ellos un medio para convencerme de que su cabezonería no es errada y cambie de parecer para seguir sus deseos.

No tardo —respondo sin fuerza ni en espíritu ni en voz y me apresuro a buscar a Morgan para escuchar cada palabra con el cariño del recital de final de curso de mis hijos—.

La escucho hasta el final, sin encontrar separación entre sus preguntas y su explicación, que al principio me resulta un poco escandalosa pero pronto descarto ese juicio de falta de pudor y solo entiendo que no comprendo nada, y aun así creo cada una de sus palabras.

Tardo un buen rato en responder y, lamentándolo, tras mi silencio no consigo responder ni a la mitad de lo que Morgan Laurent necesita — No puedo salir de la habitación. La puerta está cerrada. Solo saldré para ir al despacho de Geller a las cinco —le sonrió con disculpa—.

Morgan, ¿cuando contactaste con Dallas, eras tu con tu cuerpo o tu con Wes? —salivo nerviosa por aquello que rodeo y mis manos se arrugan horripiladas con la idea cristiana que pica en la punta de mi lengua— Quiero decir, no eres un fantasma, ¿verdad que no?

Cargando editor
18/10/2016, 18:46
Morgan Laurent

Es jodidamente confuso esto de sentir también lo que Milka. Me cuesta comprender mis propias emociones, ¿cómo voy a comprender la de los demás? Y más si son auténticos desconocidos... A veces creo que confundo lo que siento yo con lo que está sintiendo ella, o tal vez sea la misma urgencia por salvarla, pero desde puntos de vista distintos. Ella quiere salvarse porque quiere vivir, porque tiene familia e hijos a los que quiere... yo quiero salvarla porque quiero que viva, aunque una parte de mí siente que, si consigue salvarla, me salvaré a mí misma...

Recojo todos los datos que me da, que no son muy halagüeños precisamente. Intento hacer un mapa mental de nuestra situación... joder, si es que estamos jodidos, si es que estamos de mierda hasta la boca, coño. Estoy acostumbrada a entrar en sitios y salir de estos sin ser vista, pero con el equipo adecuado, las horas adecuadas y en un sitio que no esté lleno de gente.

¿Puedes intentar escabullirte del camino al despacho para ir al baño?-pregunto-. Puedes tratar de estar lo suficientemente lejos de tu habitación como para que tengas que ir a otro baño que no sea este y no estés encerrada. No creo que te dejen intimidad así como así, puedes decir que, yo que sé, que te ha bajado la regla o algo así... a los tíos suele darle un ascazo de la hostia y no hacen preguntas. Quizás podríamos conseguirte un uniforme de enfermera, o ropa de calle... o que te dejen salir del hospital un momento, ¿no puedes ponerle ojitos a Aharón y que te acompañe a dar un paseo por fuera del hospital o algo así?-comienzo a dar vueltas por el baño, como  un animal enjaulado que comienza a estar verdaderamente harto de su cautiverio. De pronto me paro-. ¿Sabes si podemos hacer... "visitas" múltiples? Es decir, ¿crees que podríamos aparecer varios en un mismo sitio? Como lo estoy yo ahora, pero con más de nosotros. Joder, no podemos perderte, Milka, espero que muevan sus sintientes culos para acá.

Cuando me hace la pregunta detecto esa punzada de miedo y ligero horrorla verdad es que en ningún momento había pensado que Wes o ella o pudieran ser fantasmas... Ni me lo había planteado. Era una mierda muy chunga, eso estaba claro, pero creo que en ningún momento que pudieran ser fantasmas. Curioso. 

Nah, no soy un fantasma, si no, no podría haberme hecho esto-le respondo negando con la cabeza para después cabecear en dirección del hombro herido. Pienso tardar mucho en convertirme en fantasma, gracias-. Era yo, con mi cuerpo, que no sé cuánto durará en pie, por cierto... esta mierda cansa-suspiro.

Cargando editor
18/10/2016, 20:25
Milka Bendij

Morgan es práctica, rápida de mente y directa. Me gusta eso de ella. Por otro lado parece que no es solo su cerebro el que no para de dar vueltas, y sus idas y venidas inquietas empiezan a recordarme el escozor de la vía en mi mano.

Absorbo sus palabras, bloqueándome en su lista de preguntas y propuestas, y mientras ella habla mi dolor de cabeza crece por el esfuerzo de mi cabeza de vivir hoy y ayer, la escucho pero también escucho a Dallas al otro lado del teléfono. Quiero responder a sus palabras pero mi cabeza solo responde a mi amiga, pidiéndole material para crear el plan que Morgan Laurent relata. Aharon está en sus palabras y en mis recuerdos invadiendo mi cabeza con una promesa. No puedo tampoco responder a sus últimas preguntas, aunque el trabajo de mi cabeza ya no está puesto en un ayer sino en un pasado más inmediato.

Bajo los ojos al interior de mi muñeca buscando un reloj que añoro desde hace demasiados recuerdos. Y aunque sé que no está allí, intento de todos modos dar con él y poder, al menos, ordenar correctamente un momento de mi vida.

Respiro más tranquila con la negación de Morgan sobre lo de los fantasmas. Por supuesto que no lo es. Dios no deja que las almas de sus hijos vaguen perdidas por la tierra. Las recoge, les ocupa o les entrega el descanso en la nada; pero no deja que se pierdan, cuida de nosotros. Cuida de nosotras y nos ha conectado.

Blumer —me desatasco con el suspiro de la otra americana y mis manos buscan ayudarla en caso de que ese cansancio del que habla le haga perder la rectitud. Intento tomar sus hombros, teniendo especial cuidado a no presionar su herida y con un gesto de mis manos sobre ella le sugiero sentarse—.

Entonces vuelvo al pasado, y una sonrisa traviesa se instala en mis mofletes — Ayer pedí tampones —le cuento y agacho un poco la mirada ocultándome con infantilismo por mi travesura—. Jumbo .

Desvío la mirada a la puerta, y detrás de ella va mi oreja como si solo prestando atención pudiese averiguar si Aharon ha abandonado su posado respetuoso y en vez de escucharme hablar por teléfono prefiere escucharme en el daño.

Pretendía inhabilitar el baño para justificar ir a otro. Pero anoche llegué a un acuerdo con Aharon.

Me acerco a lavamanos y abro el grifo buscando ese ruido de las películas. Pero no tardo ni diez segundos en volver a cerrarlo agobiada por mi consciencia por el malbaratamiento del agua. Después ya me explicaré a mi marido si es necesario, ahora es mejor que aproveche a mi salvadora.

Ha buscado una segunda opinión, Fermont Blumer, y hoy responderá y cuando vea que no opina como Geller, me sacará de aquí. Pero no lo hará por un paseo. Por mi seguridad —añado esas últimas palabras con sorna—.

Puedo intentar ir a un baño de camino al despacho. Puedo intentar excusarme con el periodo.

No sé eso de las visitas. Lo siento mucho.

Cargando editor
21/10/2016, 21:47
Morgan Laurent

¿Blumer?-repito con el ceño ligeramente fruncido. Cuando va a tocarme, mi primera reacción es evadir el contacto físico pero... por algún motivo, no me aparto. Dejo que sus manos me cojan con delicadeza y me acompañen a volver a sentarme. Estoy perpleja por mi propia reacción, o más bien por la falta de esta. Por algún extraño motivo que ya dejo de cuestionar, su contacto me hace sentir bien, es cálida, suave, es confortable... Se notaba que Milka era madre, solo una es capaz de tratar con esa delicadeza. Por eso yo nunca tendré hijos, por su bien más que por el mío. Pero desde luego no era momento para divagar sobre mi no-maternidad, Milka había dicho un nombre que no conocía y eso captaba mi interés... sobre todo si podía suponer la diferencia entre quitarle el cerebro o dejárselo en su sitio.

Chica lista, Milka, bien hecho.

Bien, ha sabido adelantarse a esto y soltar esa "mentirijilla piadosa". Milka es más dura de lo que parece, aunque parece que le cuesta sacar ese lado con carácter y más... "descarriado", por así decirlo. La idea de inhabilitar ese baño también parecía buena, pero resulta que no va a necesitarlo gracias a ese acuerdo con su marido. Asiento escuchando con atención sus palabras. 

¿Podemos estar seguros de que ese Blumer es trigo limpio?-pregunto sin confiar demasiado, no en Milka, sino en ese médico-. Intentaré averiguar sobre él, espero que no tenga nada que ver con la BPO. Ya sabes. Los malos.-le digo-, ¿cuándo te va a responder? ¿Estamos seguros de que dirá que estás bien?-algo no terminaba de convencerme en ese extraño plan. 

De acuerdo... cuando estés en el baño, llámanos. Intentaremos contactar entre varios, juntos somos más fuertes-arrugo la nariz-. Hostia puta, esto parece una peli de super héroes...-niego con la cabeza y me río... por no llorar-. Trataremos de buscar una forma de conseguirte ropa de calle y que puedas salir del hospital y una vez fuera del hospital... correr.

Cargando editor
22/10/2016, 22:04
Milka Bendij

El asentimiento de Morgan Laurent me hace sentir bien, parece que forma parte de esas personas capaces de no desesperarse conmigo. Me siento como si entendiera mi ritmo que aun siendo tan opuesto a la hiperactividad de su alma, se entienden y compatibilizan.

Escuchar el nombre de Blumer por cuarta vez esa mañana abre en mi cabeza el recuerdo de su mujer en las palabras de Aharon. Solo por el hecho de que él se haya molestado a hablar de ella ya puedo presuponer que ella merece la confianza, como mínimo, de nuestro dinero; pero que además la tenga en la estima de conocer más de ella que el simple trabajo me hace saber que Helga es una mujer que sigue las reglas de Dios. Pero de su marido apenas conozco más que su nombre, profesión, elección para un regalo de bodas y restaurante favorito.

Me encojo de hombros y mis ojos bajan a la vía para atender a la protesta de esta en forma de molestia hacia mi desprecio a sus señores. — Es médico pero Helga le avala y Aharon a ella. Dijo que conocía la reputación de Geller, pero a ella no. Sabe que dicen que es buena en su trabajo, pero hoy descubrirá que los rumores los carga el diablo.

Quedo entonces muda, ensartada por la palabra "malos", y mis ojos cargados de dudas buscan una explicación en los suyos. – BPO —pienso buscando palabras que encajen en ese acrónimo primero en el diccionario alemán y luego en el inglés, puede que se trate de alguna organización creada para el control o la distribución de patógenos biológicos; o una hermandad de médicos afines a los nazis. Sea lo que sea, si Morgan los ha resumido como los malos, espero que Dios mantenga a Blumer lejos de ellos—. Responderá esta mañana pero no puedo estar segura de más que de que Dios velará por nosotros.

Escucho su plan sin ningún parpadeo y me quedo colgada de la última palabra, es curioso que mi plan inicial sea el resumen del suyo, pero me gusta no haber mentido a Wamai, aun sin saber que podía estar haciéndolo.

Mi amiga Dallas, ella nos ayudará, con ropa, con correr, con proteger a mis hijos. — Y en cualquier caso tendré que volver a por Aharon. Tal vez, Dallas pueda sacarle también del hospital además de sus casillas.

Sonrío a Morgan con una fina y débil linea en mis labios, y mi mano no prisionera del suero se apoya en su mejilla para luego bajar un beso a sobre su pelo — Gracias por existir —le repito—. Prometo que te llamaré cuando esté en ese baño.

Cargando editor
25/10/2016, 23:02
Morgan Laurent

Escuché la explicación sobre cómo conocía a ese tal doctor Blumer. Asiento con la cabeza... en principio parece que no tiene nada que ver con la BPO o con toda la mierda que nos está sucediendo... Pero precisamente, yo dedico parte de mi día a día a sacar los trapos sucios de todo el mundo, por lo que si hay algo que sé es que todo el mundo tiene un cajón de mierda (como mínimo). Pero supongo que es nuestra mejor baza por ahora, no nos queda otra que "confiar" en él. 

Asiento cuando escucho el nombre de Dallas. Lo que le íbamos a pedir era algo muy grande, muy amiga suya debía ser esa Dallas como para acceder a esto:

De acuerdo. Habla con ella y dile que te traiga ropa de calle y zapatos, y que te la lleve al baño al que vayas a entrar. Allí dentro te cambias e intentaremos que consigas salir del hospital-le voy indicando. Es un plan sencillo, pero no teníamos mucho más que hacer.

Cuando Milka me besa no sé cómo reaccionar. Es un beso... cálido, lleno de cariño... es un beso de madre, es reconfortante y tierno, ¡joder si reconforta! ¿hacía cuánto que no me besaban así? Ya ni lo recordaba, quizás era una mocosa y aún no se había ido todo al garete... 
"Gracias por existir". Me ha dicho "gracias por existir". No sé qué responder a eso. Me quedo sin palabras. 

Me encojo de hombros y carraspeo.

Me voy entonces-digo-. Avisa a todos los que puedas, que estén atentos a lo que vas a hacer... Yo no sé si podré venir a ayudarte, Milka, esto cansa bastante y... no sé si voy a poder hacer un viaje más para acá. Avísame de todos modos. Haré todo lo posible, te lo prometo-¡Wow! Laurent, eso de prometer es muy fuerte-. Te lo prometo-reafirmo-. Avísame cuando estés y cuando uno de nosotros esté contigo. Informadme de todo lo que suceda, por si no puedo acudir.

Suspiro y le doy hago una caricia en el pelo. Es una caricia torpe, nunca se me han dado bien estas cosas... pero no por ello está exenta de cariño. 

Cuídate, ¿vale? Eres fuerte, Milka. Tienes un par de huevos y se lo vas a demostrar.

Cargando editor
26/10/2016, 01:31
Narrador

Con esas últimas palabras y el tacto de la mano de Morgan aún en el pelo de Milka ambas os sentís un poco diferentes. Mientras ese hilo que os sostiene unidas comienza a hacerse más fino ambas sabéis que en esta ocasión no sentiréis esa soledad de cuando uno de vuestros compañeros os abandona. Esta vez será diferente. Mejor.

Tenéis la certeza de ninguna de las dos está sola, pero de una forma distinta a cualquiera que hayáis sentido antes. Cada una acompaña a la otra de una forma que no sabíais posible. Una parte del interior de Morgan está atada en el interior de Milka, así como una parte de Milká está atada en Morgan.

Notas de juego

Este bonito momento de empatía sensate os ha regalado un punto de Fatiga a cada una. :)

Cargando editor
26/10/2016, 01:54
Narrador

Un instante más tarde algo cambia a tu alrededor. Prácticamente puedes sentir aún la caricia de Morgan, aunque sabes de sobra que ya ha pasado ese momento en que la realidad se convierte en recuerdo. Revivirla para ti es fácil, pero sabes que no se convertirá en un recuerdo al que volver cuando necesites consuelo. Al contrario que Adam, ella sigue aquí.

Es extraño sentirte así, pero de alguna forma también es natural. Y sobre todo reconfortante. Llevas toda la vida sabiendo que Dios está presente, contigo, pero esto es diferente. Esta presencia tiene la voz rasgada de tanto fumar y sabes que comete sus propios errores. Es capaz de mirarte a los ojos y prometer cosas que —sientes— no habría prometido en su vida. Y ser consecuente con ellas.

Un par de inspiraciones más tarde el mundo va volviendo a ser el que era. Te encuentras sola en ese baño de hospital, como si fuera una caja dentro de una caja más grande, dentro de una cárcel. Aharon debe estar ahí fuera esperándote todavía y si ha oído tus susurros probablemente crea que llevas un rato rezando a solas.

Cargando editor
26/10/2016, 02:47
Narrador
Cargando pj

Un instante más tarde algo cambia a tu alrededor. Prácticamente puedes sentir aún la caricia de Milka, aunque sabes de sobra que ya ha pasado ese momento en que la realidad se convierte en recuerdo.

Es extraño sentirte así, pero de alguna forma también es natural. Y sobre todo reconfortante. La calidez maternal de Milka permanece en ti de una forma difícil de explicar, cercana y suave como su beso en tu frente. Esta vez no te han arrancado de tu lugar, sino que te has deslizado suavemente y sin dolor hasta que sientes que has regresado a tu mundo.

Cargando editor
29/10/2016, 18:22
Milka Bendij

Morgan vuelve a irse, o como mínimo su imagen más allá de mi cabeza, y su tacto más allá de mi alama. Me ha dejado instrucciones que no sé cómo cumplir o, que si sé cómo, no sé si seré capaz de cumplirlas. Quiero corresponder a esa promesa que siento tan pura como el latir de Adam en nuestra boda secreta. Sé que promete más de lo que dice, no solo me regala sus acciones, sino también sus pensamientos, su tiempo y al parecer su energía al quedarse conmigo.

Su caricia en mi pelo me hace cerrar los ojos y llenarme con su olor y cariño una última vez. Pero ambos quedan en mi aunque ella ya no esté al otro extremo de ese calor, y sus últimas palabras son las que me impulsan a abandonar ese inodoro vacío para volver a un mundo en el que Dios me pie que sea carnero en casa ajena para volver a ser oveja en el propio.

Antes de salir me refresco los ojos lavándome con poco esmero la cara, y buscando en el espejo la mirada de Budi que reactiva en mi cabeza no solo sus palabras, sino la imagen de los labios de Anabelle con ese extraño mensaje. Sin saber porqué echo el aliento en el espejo, empañando el reflejo de mi rostro y escribo las siglas B.P.O. – los malos —repite Morgan en mi cabeza—. Y tras un parpadeo reflexivo, levanto pecho, seco mi rostro y salgo del baño.

Las vistas de esa cárcel son espectaculares, y ala vez, crueles, se me antojan un constante recordatorio de la amplitud del mundo que te niegan. Me detengo a contemplarlas dos segundos y después busco a mi marido.

Cargando editor
01/11/2016, 14:18
Aharon Cohen

El agua fría del lavabo no es capaz de llevarse ni uno solo de los recuerdos que rodean a Morgan, al igual que ninguna ducha ha podido llevarse jamás un solo aliento de Adam de tu cabeza. En algún lugar dentro de tu cerebro continúan todos esos recuerdos pulsantes, guardados para aparecer incluso cuando no son requeridos. Sólo tú sabes hasta qué punto quedarán grabadas esas últimas y caóticas veinticuatro horas en tu memoria con detalles que ni siquiera eres consciente de haber percibido todavía. La impronta que dejas en ese espejo es, sin embargo, mucho más efímera. De conocer toda la historia probablemente Kurt no tardaría en asociarlo al intento de una víctima de señalar a su asesino momentos antes del crimen aún apuntando más allá de aquel que empuña el arma.

Al salir del aseo encuentras a Aharon sentado en la cama, cabizbajo y con las manos entrelazadas sobre las piernas. Sus ojos se alzan buscando los tuyos en el mismo momento en que llegas a la habitación y ese rostro que conoces tan bien parece ahora totalmente incapaz de formar una sonrisa. Aún así él fuerza sus labios a adoptar una expresión que intenta ser normal, pero que no lo es en absoluto. Conoces esas arrugas de su frente demasiado bien.

—Milka —enuncia tu nombre no llamándote realmente, sino pidiendo tu atención. Puedes ver cómo comienza un gesto para invitarte a sentarse a su lado, pero este se queda a medias. En lugar de eso tu marido acaba por apoyar la mano en la cama como si esa siempre hubiera sido la finalidad.

—Necesito que entiendas que tu opinión importa —expone contrito—. Me gustaría que pudiéramos sentarnos, valorar pros y contras, y que pudieras tomar tú la decisión por completo —enuncia, y por su forma de hablar parece que haya estado pensando en qué quería decir mientras tú estabas en el servicio—. Pero hay que ser realistas: no tenemos tiempo, ni esa opción. Si de verdad tienes lo que dice la doctora, y eso nos lo confirmarán o desmentirán pronto —te recuerda—, tu visión está adulterada por tu enfermedad.

—Sé que no puede estar siendo fácil para ti. Para mí tampoco, pero ni por asomo es comparable —con esas palabras emite un suspiro y se echa hacia adelante, buscando tus ojos con más firmeza—. Yo quiero estar ahí para ti, ayudarte a pasar por todo esto. Pero de esta manera no puedo. No soy tu enemigo, Milka, todo lo contrario. Y si tomo esta decisión es porque de verdad creo que es lo mejor tanto para ti como para los niños.

Cargando editor
02/11/2016, 16:21
Milka Bendij
Sólo para el director

Ver a Aharon tan sombrío me resquebraja el corazón, y abre cicatrices que no han llegado a sanar nunca y probablemente nunca lo hagan, no por rencor ni falta de voluntad en ello, sino por la facilidad de mi cabeza para arrastrarme de nuevo a su creación. Me veo despertándome a media noche en nuestra habitación para encontrarlo con ese mismo dolor que destila ahora, aguardando mis ojos con la misma postura. Mi nombre suena en su voz con el eco del pasado y no puedo evitar adelantarme en el sabor a traición y el bloqueo. — Eres fuerte, Milka —me dice Morgan pero no sabe que se equivoca, que soy testaruda y menos sumisa de lo que mi padre querría haberme educado, pero que toda mi fuerza se va por los pies para llevarme lejos de lo que debería afrontar. Pero esta vez la siento conmigo, y su caricia en mi pelo señala el mechón que mis dedos martirizaran hasta que Aharon arranque a hablar. Y cuando lo hace, me alegro no haber huido, me avergüenza haberle hablado con esa mala palabra y pronto pero no me arrepiento más de ello si ha servido para que Aharon haga ese cambio de parecer. Creo que jamás había conseguido algo así, y quizás aquella insistencia suya en su voluntad y querer es lo que le ha convertido en el padre que sigue queriendo ser hoy. Mis pulmones dejan entrar el aire de golpe y traen con el un fuerte dolor que me hace consiente de cómo de cerrado tenía el cuello. Pero no tarda en demostrarme lo ingenua que soy y mis pies se detienen frente a él cargados de cemento con su realidad. Esta vez esquivo sus ojos, no por Budi, sino por pura huida simbólica de lo que mi cuerpo no me deja hacer, ni ese infernal edificio me permitiría. — No uses a nuestros hijos —le advierto apartándome el pelo con un gesto que busca la mano de Morgan Laurent, y ahora soy yo quien busca sus ojos y vuelve a ellos—. Nunca te he considerado mi enemigo, Aharon, — bajo la mano del pelo en busca de la suya para encajarla con cariño—pero si Blumer te da razones para creer a Geller, no voy a dejar que me ponga una mano encima, ya no soy solo yo, y no van a quitarme el cerebro. Ni por ti —mantengo esa postura dejando que el silencio le de tiempo de grabsrselo entre ceja y ceja— Voy a salir de este hospital de una pieza, preferiría que fuera contigo pero puedo hacerlo sin ti y lo haré.