Partida Rol por web

Hilos invisibles

Capítulo 1: Tú ya no eres sólo tú (Ruth)

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11/01/2017, 00:25
Ruth Williams

No me doy cuenta de a dónde les llevan mis palabras. Inocente de mí por una vez, que no estaba hablando en el sentido de acabar los tres juntos en una cama. Los tríos eran un terreno pantanoso al que había que entrar o con una sexualidad muy abierta o como una cuba y con ganas de juerga. 

Me temo que nos faltan tequilas para acabar desnudos en una cama ahora mismo...

Miro a ambos, sin saber qué más decir. Era tontería lo que añadiera para tratar de quitarles ese pensamiento de la cabeza. Es probable que lo empeorara todo, no era muy de explicarme bien. Me tengo que llevar durante unos minutos una mano a la cara al darme cuenta que tienen cachondeo para un rato.

Sí, por el cachondeo que se traen, nos bebemos una botella de tequila y son capaces de un trío.
Y lo que surja.

-Esto... Entonces si viene Cynthia vamos donde quieras- digo a Roger y me acerco levemente a él. Mis dotes de seducción eran nulas. Sabía tratar con los fans y con la gente, más o menos, incluso con la prensa sin salir loca, pero hablar con subterfugios no era lo mío. Si había que decirle a Roger que íbamos a su habitación a arrancarnos la ropa, que así fuera. -Aunque otra cerveza estaría bien antes, a eso invito yo- me agarro del brazo de mi cita, que es lo que es ya oficialmente. Con un ligero tirón le animo a salir de allí, para buscar un bar o un pub donde tomar la última ronda. De paso esperábamos que el ligue de Dan viniera.

Notas de juego

Si queréis que alargue la noche, decidme y edito ^^

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13/01/2017, 23:10
Roger Graham

Una media sonrisa cruza la cara de Roger en el momento en que aceptas ir donde él quiera, como dando por hecho que esa condición no será un impedimento. Sus ojos buscan a Dan para asentir rápidamente, como si estuviera agradeciendo en alguna especie de código de tíos aquel gesto. Y cuando dices eso de tomar la última cerveza su rostro se dirige a la que será la dirección de sus pasos.

—Dile a Cynthia que estaremos en el Jacksons —pide a tu compañero con tono amistoso—. Si vive por aquí supongo que lo conocerá.

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13/01/2017, 23:27
Daniel Thomas

Si la confirmación de aquel plan había provocado una sonrisa en Roger, una aún más amplia saca a Dan. Quizá no tanga a Carol-la-maciza, pero después del susto que le habías dado la noche mejoraba por momentos. Y conociéndolo, seguro que cuando llegase el momento ni se plantearía estar gastando dinero que no era suyo a la hora de llamar al servicio de habitaciones.

Tras las palabras de Roger Dan asiente y saca el teléfono, probablemente para escribir a la chica.

—Eh, rubia —te llama entonces, y por un momento su expresión parece un poco más seria—. Ahora nos divertiremos, y voy a permitir que este hombre te cuide en mi ausencia —bromea como si fuera un hermano mayor, o un padre, y lo de Roger fuera algo mucho más formal de lo que es—. Pero no me he olvidado de que tenemos que hablar. Mañana a primera hora como tarde.

En ese momento su móvil, aún en su mano, empieza a llamar. Puedes leer el nombre «Cynthia Socorrista» en la pantalla. Entonces te mira a ti, y luego hacia adelante, hacia donde supone que estará el bar. Roger, mientras tanto, camina con los ojos en el frente, como si no os escuchara al ver que Dan se ha puesto un poco más serio. Una breve sonrisa pícara no abandona el rostro de tu amigo, que agita el teléfono antes de decir algo más.

—A primera hora —repite, como dándote un ultimátum—. Como tarde —añade antes de coger la llamada.

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14/01/2017, 02:22
Narrador

El paseo hasta el local es breve y mientras camináis Dan te hace saber que Cynthia estaba ya en pijama, lo que hace que el chico se prometa hacer que la noche de ella merezca la pena. Tras recorrer un pequeño trecho de la calle Pitt en poco más de cinco minutos llegáis a la puerta del local que Roger ha elegido. Por fuera parece una mezcla entre una taberna y un bar moderno, con la peculiaridad de que al parecer tienen un espacio reservado para fumadores, lo que está anunciado en la cristalera con un buen tamaño. En la puerta están los horarios expuestos de una forma bastante indefinida: «Desde las 7:30 am hasta tarde». Y aunque la primera impresión que causa el local es de ser una cafetería normal y corriente Roger camina directamente hacia una puerta que está al frente de la de entrada.

Tras atravesarla puedes ver un entorno totalmente diferente, similar al de muchos otros pub que puedes conocer. La iluminación es tenue y la música está a un volumen que la hace presente pero sin llegar a impedir escuchar una conversación. Hay grupos de personas repartidos a lo largo de la barra y de las mesas altas, y atendiendo hay un chico y una chica con pinta de conocer a todo el mundo. O, según entiendes en cuanto pedís, con pinta de tratar a todo el mundo como si le conocieran.

Cynthia no tarda en llegar, y al verla nadie diría que apenas un rato antes pudiera estar ya lista para meterse en la cama. Es una chica guapa y delgada, con una voz ligeramente aguda que la hace parecer más estúpida de lo que probablemente sea. Pronto ella se une a vosotros en la charla, y antes de que puedas darte cuenta su lengua está buscando dentro de la boca de Dan. Por encima de la cabeza de ambos tu amigo alza una mano con el pulgar levantado, victorioso como si aquello fuera un logro y no algo que todos dabais por hecho.

Notas de juego

Bar (Fotos de ambas partes en la barra de abajo).

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14/01/2017, 12:00
Ruth Williams

Ofrecer pagar todo es un detalle de Roger, que no sé si nace porque realmente tiene ganas de acabar conmigo o si Dan le cae tan bien que no le importa. Pienso que lo más seguro es lo segundo, porque la relación que había tenido antes con Roger era profesional. Yo tallo y él compra, nada más allá. No habíamos hablado mucho más antes de coincidir en el hotel. Al menos me está demostrando que es buen tío, por una razón o por otra, me cubre con Dan y eso lo agradezco. No como Carol-la-rara que había quedado con Dan con interés evidente para dejarlo colgado.

Roger es legal. Habrá que compensarle por eso…

Caminaba con él, al menos me había agarrado a su brazo hasta que Dan me llama. Suelto a Roger y camino al lado de mi colega para escuchar lo que dice. Casi tengo que reírme con lo de permitirle cuidarme y su ausencia. Asiento a su ultimátum. –Mañana… Cuando me despierte- le corrijo. Si íbamos a pasar la noche de juerga no iba a madrugar para hablar con él.

No creo que Cynthia se alegre si entro en la habitación y me meto con ellos en la cama a hablar. Más si es una conversación normal entre él y yo, que no tienen nada de normal.

Llegamos al pub, que tiene buena pinta. Ni formal ni informal, algo en lo que podíamos movernos todos y sentirnos cómodos. La nueva cita de Dan no tarda en llegar tampoco, es como si se hubiera acostado todo vestida y maquillada esperando que mi colega la llamara. Había gente con ese poder de convocatoria y yo reconocía que mi amigo caía bien por defecto.

Sí que tenía ganas de Dan…

Pienso y sonrío al ver que enseguida tiene a aquella chica sobre él. Respiro aliviada en parte y miro a Roger. –Gracias…- digo, sabiendo que había pocos tíos que quisieran lidiar con algo así. Siempre era más fácil deshacerte de una tía con equipaje con largas, más si su equipaje es su colega. –Por esto y por lo de las conferencias y eso. Eres un tío legal, Roger.

Si le salto encima cono Cynthia a Dan va a quedar raro.
Un poco de conversación y a ver...

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17/01/2017, 23:42
Roger Graham

En el momento en que miras a Roger lo encuentras apartando la mirada precisamente de tu amigo y su cita. En su rostro hay una sonrisa que es al mismo tiempo tranquila y traviesa, y al encontrarse con tu agradecimiento frunce un poco el ceño, como si no entendiese el motivo. Una vez te explicas niega con la cabeza sin perder la sonrisa.

—No tienes nada que agradecer —asegura—. En realidad soy yo el que tendría que daros las gracias a vosotros. No sé por qué mi empresa se ha metido en este berenjenal, pero no ha sido del todo un coñazo —valora—. Podría decirse que me habéis salvado el día. Además —dice luego mientras su sonrisa se va ladeando, y no necesitas conocerle mucho para saber que está a punto de bromear—, no es que sea un tío legal. Es que lo de Dan buscando sus raíces aborígenes en un hotel como ese es tan friki y tan genial que sería imposible no sumarme.

Aprovecha ese momento para dar un trago de su cerveza antes de usarla para señalarte durante un instante.

—¿Cómo os conocisteis?

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19/01/2017, 15:28
Ruth Williams

Roger dice que no tengo nada que agradecer, supongo que en su mundo esto es mera cortesía. Si sales una noche a una cita doble y a tu colega se le chafa, lo normal es que no ligue ninguno de los dos, porque tres es mala combinación y el tercero en discordia no quiere meterse en líos. –No hemos salvado nada, si acaso la noche… Por el día paseé con Dan y tuve que sufrir su affair con el tipo que “lee mentes”- hago un gesto exagerado de las comillas con los dedos de la mano donde no tengo una cerveza.

Pobre, no tiene ni puñetera idea de a qué vinimos…
Pero todo salió guay… ¿por qué no me besa?

Le doy un trago a mi copa cuando pregunta por Dan y por mí…

… ¿pensará que estamos liados o que tenemos algún tipo de relación rara?

Le sonrío ante su pregunta. –Nos hemos criado juntos, Dan es mi vecino. Vive bajando la calle. A ambos nos gusta el surf y hemos ido a la misma clase hasta que dejamos el colegio. Así que supongo, que siempre estuvo ahí. No sé- me encojo levemente de hombros. -¿Por qué? ¿Te estás pensando lo de compartir cama con él tras ver cómo besa?- arqueo una ceja divertida.

¿O estás tan entretenido mirando que no puedes besarme a mí?
¡Ya!
Que complicados son los hombres cuando quieren…
Mierda...

Niego levemente sea cual sea la respuesta de Roger y tiro de la solapa de su chaqueta para besarle yo. Si una quería las cosas bien hechas mejor hacerlas una misma.

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22/01/2017, 03:19
Roger Graham

Roger no parece pensar igual que tú cuando dices no haber salvado nada. Sin embargo tampoco parece que le dé mucha importancia al asunto, de modo que apenas hace un gesto breve al respecto antes de reír con la mención de Dan y su repentina admiración por aquel hombre.

Acto seguido, cuando comienzas a explicar un poco tu relación con tu amigo el chico te escucha, un poco más serio y claramente interesado. Para cuando acabas no te cuesta darte cuenta de que se ha relajado un poco y con tus preguntas niega con la cabeza.

—No tiene que ver con cómo besa —enuncia bromeando claramente—. Es por ser la envidia de las abuelas de las que me ha hablad~.

El chico no llega a terminar la frase, pues antes de que lo haga ya estás tirando de su chaqueta y encontrando su boca con la tuya.

Su beso es firme, sin ningún atisbo de inseguridad o timidez. Te recibe con la boca entreabierta, tratando de complementar directamente tus labios con los suyos. Su gusto tiene un ligero toque a la cerveza que él mismo está bebiendo, su temperatura es cálida y una vez que estás pegada a su rostro puedes notar aún el aroma de la loción de después del afeitado como si hiciera sólo unos minutos que la ha usado. Y eso que tiene barba.

Roger no se separa de ti durante los primeros segundos. Pronto sientes sus manos en tu cintura y su lengua rondando tus labios, invitando a la tuya a salir a jugar.

Notas de juego

Si te irás con él al hotel puedes avanzar hasta entonces en tu siguiente post si quieres :).

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22/01/2017, 16:19
Ruth Williams

Él parecía más “relajado” de saber que yo y Dan no éramos nada, yo lo estaba de saber que mi colega no se quedaba colgado. No necesitaba más charla innecesaria en realidad, era una mujer simple.




… mierda, besa bien el cabrón.

Roger besa bien y huele bien. Incluso sabe bien. Mi olor debe dejar mucho que desear en comparación con él. Una mezcla del pasearme por el hotel todo el día, del kebab al que hemos entrado y de la sal del mar conduciendo para acá con la ventanilla bajada.

Abro mi boca algo más para aceptar su invitación a jugar, marcando sus labios con mis dientes y bebiendo hasta cada gota del sabor que destilan sus labios. Me acerca por la cintura y mientras que una de mis manos sigo tocando la solapa de su chaqueta, la otra ha soltado a ciegas la cerveza para sentir el tacto de su pelo. Las caricias de sus cabellos entre mis dedos y la aspereza de su barba en las yemas de los mismos.



Me pierdo en ese beso, alejándome de lo que me rodea. Hasta olvido por unos segundos lo que he presenciado esa noche más temprano. Mi cuerpo se pega a Roger, adivinando las formas bajo su traje y notando ya en todo mi cuerpo la calidez que emana de él. Definitivamente Roger despertaba en mí ese instinto animal que era la atracción pura y dura. Mis manos van a pasar por sus hombros para deshacerme de su chaqueta, pero un último atisbo de raciocinio resuena en mi cabeza.

¡Seguimos en el bar!
¡No lo despelotes, loca!

Abro los ojos, parpadeo un par de veces y despego mis labios de los suyos, con un recordatorio de mi hambre por él dejado como marca de mis dientes en sus labios. –Esto…- trago saliva, una compartida. –Tenías habitación en tu hotel, ¿no?

Sabía que sí, pero quería darle un recordatorio dentro de mis sutilezas. No podía decirle llévame a tu cama para que te monte a gusto, porque era el tipo de cosas que hasta yo notaba demasiado fuera de lugar en conversaciones coloquiales. Aunque fuera lo que estaba pensando.

Le tomo de la mano y vuelvo con él para el hotel. Notando que cuando yo decido de irnos, Cynthia ha llegado al mismo punto que yo y ella no se ha cortado en descamisar a Dan. Conocía a mi amigo lo suficiente como para saber que aquello no solo no le importaba sino que cierto exhibicionismo hasta le divertía.

No ha perdido el tiempo…

Paso lo que me parece una eternidad dando toquecitos al hombro de mi amigo para marcharnos. Ahora mismo mi paciencia es inversamente proporcional a las ganas que tengo de arrancarle la ropa al hombre que tengo de la mano, así que los toquecitos se convierten en una palmada sonora al hombro de mi vecino y compañero de fechorías. Lo necesario para que al menos me mire mientras la aspiradora de Cynthia sigue acaparando hasta su último aliento. Con un dedo le indico la puerta a Dan y salgo con Roger.

Si quiere follar que mueva el culo.

No tengo que mirar mucho más atrás para ver que ambos nos siguen. Sonrío conforme y mi mano va al culo de Roger, que tuviéramos que caminar no hacía que tuviera que cortarme. Ya tenía cierta edad como para comportarme como una tímida adolescente mojigata. Mis padres hasta dirían que tenía edad casadera y que se me pasaba el arroz. Yo solo quiero una vida simple, currar en lo que me gusta, montar alguna ola y echar un polvo de vez en cuando, no es para tanto.

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25/01/2017, 02:09
Roger Graham

Roger no parece pensar que tu olor sea una molestia, ni mucho menos. Ni cuando responde a la invitación de tu boca buscándote también con los dientes ni unos segundos más tarde, cuando se pega más a ti hasta que tu mano queda entre ambos.

Sin abandonar ese beso una sonrisa se dibuja en su rostro en el momento en que estás a punto de hacer que se quite la chaqueta, como si algo en la forma en que os encontráis a través de vuestras bocas le hubiera dado la capacidad de leerte la mente. Sin embargo no dice nada, únicamente aprieta sus dedos con un poco más de firmeza sobre ti y te observa cuando te separas. De repente sus ojos parecen más profundos, con las pupilas dilatadas y un brillo en ellos diferente.

La sonrisa que esboza tras tu pregunta es diferente, más curvada y con un punto de sexualidad implícito en ella. Deja que le tomes de la mano, pero antes de permitirte ir a dejarte la mano dando golpecitos en el hombro de Dan cinco de sus dedos se dirigen directamente hasta tu nuca y te acercan a él para reunirse una vez más con tu boca.

Los dos chicos intercambian una broma sobre el bronceado de tu amigo cuando al fin Dan te hace caso, aunque Cynthia no llega a entender que de lo que hablan en realidad es de ese semi-exhibicionismo con el que ha alegrado la vista a tantas personas del pub. Tanto Dan como ella van algunos pasos por detrás de vosotros, aunque parecen dispuestos a entretenerse algunos minutos por el camino. Roger, por su parte, parece dispuesto a meter tercera y darse algo de prisa en llegar al hotel, aunque al notar tu mano en su trasero sus ojos se iluminan y se detienen sobre los tuyos.

El chico se mantiene así algunos segundos, mirándote como si estuviera a punto de comerte. Y aún mantiene un poco más la tensión cuando tras ese tiempo decide igualar las cosas poniendo también una mano en tu culo. Por su actitud dirías que está jugando, que parece convencido de que ya habéis pasado la fase de la incertidumbre y ahora busca otro tipo de diversión. Lentamente y sin dejar de caminar empieza a inclinarse hacia ti. No parece que quiera besarte, sino más bien hacerte dueña de un secreto. Sin embargo al acercarse a tu oreja es algo bien distinto lo que hace. Notas cómo, sin dejar de caminar, marca tu lóbulo con sus dientes. No aprieta lo bastante para hacerte daño, aunque el hecho de estar andando al mismo tiempo en un momento dado lo pone en riesgo. Y cuando un instante más tarde sus dientes te sueltan son sus labios y su lengua los que visitan tu piel, pasando de tu oreja a tu cuello y confiando en ti para guiaros a través de la ciudad.

De camino al hotel Roger no parece dispuesto a quejarse si decides hacer alguna parada para responder a sus insinuaciones. Sin embargo al llegar sí te suelta, adelantándose para decir algo en voz más baja al chico de la recepción. Este le tiende una llave y desvía sus ojos un instante hacia ti, pero su profesionalidad hace que su rostro no enseñe nada de lo que pasa por su cabeza. Acto seguido separa otra llave que puedes suponer que será para Dan y para Cynthia.

Pronto estáis en el ascensor. Os toca compartirlo con un matrimonio cuyas edades deben ser superiores a la suma de las vuestras, y quizá incluso podríais añadir la de alguien más de vuestra edad. En el trayecto hasta que ellos se bajan en la segunda planta Roger vuelve a buscar tu trasero con disimulo y acaba por llegar a la parte inferior de tus shorts, tomándose unos segundos para acariciar tu pierna lentamente. Su rostro es serio mientras tanto, como si de cara a aquella pareja pretendiese que todo fuera normal.

Sin embargo estos no tardan en dejaros a solas y allí, en aquel cubículo, el chico presiona el botón del último piso y luego lleva esa mano libre hacia tu vientre, apoyándose en él por encima de la camiseta. Resulta difícil saber si te está pidiendo con ese gesto que te detengas y te reserves o únicamente pretende tocarte. Mirando bien a Roger no tardas en darte cuenta de que no es que sea difícil entenderle, sino que está siendo deliberadamente ambiguo, como si aquello fuera algún tipo de juego. Aún así parece poco dispuesto a quejarse sea cual sea el camino que tomes siempre que acabe con vosotros compartiendo mucho más que saliva.

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25/01/2017, 18:26
Ruth Williams

Mi cita está excitada y es evidente. De hecho me estaba dejando desnudarle hasta que me he dado cuenta que no era la mejor idea, al menos no el mejor lugar. Mejor es ir hasta su habitación de hotel y eso sugiero, con una sonrisa que derretiría hasta a la mojigata más frígida. La idea sigue rondando en mi mente: Mis manos arrancándole el traje. Es en lo único que puedo pensar ahora y por eso le tengo que tocar el culo por el camino, al menos para contentarme con algo.

¿Le molesta?

Parece que el acto de que le toque así por la calle le choca y me mira. No veo molestia en sus ojos, sino una mirada depredadora que me arranca un escalofrío de excitación. Mi mano inmediatamente es correspondida en mi trasero y sonrío satisfecha. Lo que para mí está claro desde que acordé con Dan la cita doble esta mañana en el bar, acaba de tomar forma en la mente de Roger. Ahora sabe que podemos llegar a términos más íntimos y que no tengo que buscarle como para ese beso, no voy a rechazarle a estas alturas.

Es un buen tío…
Y un puto caballero, sí señor.
¿Por qué no me lo habré tirado antes?

Siento su aliento en mi cuello, seguido de sus dientes y su lengua. Inclino levemente la cabeza, dejándole expuesto mi cuello para que haga como quiera. Todos los vellos de mi espalda se erizan con otro escalofrío. Roger no tiene ni idea de a qué está jugando, porque él es un caballero, pero yo no. Mis dedos aprietan por encima del traje al tiempo que exhalo un suspiro. -Roger...- ronroneo sin poder evitarlo.

En serio, ¿por qué no lo he hecho antes?

No tardo mucho más en encararle y buscar su boca de nuevo. Esta vez con un deseo desmedido que me hace tener que parar de andar y empujarle levemente contra la pared más próxima. Desgasto sus labios, presionando mi cuerpo contra el suyo, con un deseo evidente. Pero me aparto de una con una sonrisa divertida y muerdo levemente mi labio inferior, satisfecha en parte. Tomo su mano y me doy prisa hasta el hotel, casi corriendo y tirando de él.

Cuando estamos ahí solo espero que se haga con la llave, guiñando un ojo al recepcionista. Espero que cualquier cosa que se le pase por la cabeza a él acabe siendo aún más movida e intensa en la realidad. Sigo a Roger para el ascensor, ahí podía seguir con el tema de su chaqueta y para cuando llegáramos a su habitación con suerte llevaría la ropa interior encima.

Uh, viejos…

Me coloco al lado de Roger y él pasea su mano con toda la seriedad que puede. Arqueo una ceja y le miro de reojo, aguantándome la risa. Risa que dejo salir cuando la pareja baja y él pone su mano sobre mi vientre. Una leve risa de excitación y no una carcajada sonora.

Sí que es un caballero.

Poso mi mano sobre la suya, o más bien paseo las yemas de mis dedos por sus manos. Mis manos son ásperas de trabajar con ellas, un contraste con las suyas y la suave piel que estoy tocando. Sigo el camino por debajo de su manga, subiendo por su muñeca y antebrazo. Quería sentir su piel y la ropa sobraba. Agarro su antebrazo para tirar de él hacia mí y volver a besarle con la cercanía. Sigo sintiendo en mi interior ese instinto primario que Roger ha despertado en mí, arañándome por dentro y pidiéndome que no haga las cosas con calma.

A la mierda con la suavidad.
Quiero un polvo como dios manda.
Los juegos para luego.

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28/01/2017, 05:22
Roger Graham

En el momento en que tu risa llena el ascensor un rastro de la suya se une a ella. Es una risa grave que parece —como la tuya— más fruto de la excitación que otra cosa.

Un instante más tarde, cuando pones tu mano sobre la suya y empiezas a recorrerle puedes ver con claridad cómo se resiste a lanzarse aún a por ti. Se deja tocar, como si remolonease, hasta que tiras de él y se acerca con un paso seductor y sus ojos fijos en los tuyos. Parece que no sólo su boca, sino sus pupilas también quieran devorarte.

Vuestras bocas vuelven a encontrarse y lo hacen durante uno, dos, tres, cuatro... Durante todos los pisos que restan. Y al final incluso cuando el ascensor se ha detenido siguen buceando cada una en la otra. Puedes notar las manos del hombre no sólo buscándote en tu cintura, sino también tratando de encontrar ese lugar donde acaban los pantalones y comienza la piel, pasando por completo de esa camiseta de tirantes de la que pronto podrás prescindir.

Esta vez es él quien te lleva contra una pared y quien se aprieta contra ti. Es evidente que disfruta con tu contacto, y no lo notas sólo en su respiración o sus gestos, sino también mucho más abajo. Poco a poco parece intentar fundirte usando su saliva como disolvente, y lo único que evita que vayáis de nuevo a un piso inferior es su mano interponiéndose en el camino de la puerta cuando esta va a cerrarse.

Con una sonrisa a mitad de camino entre lo radiante y lo sugerente te guía hasta la habitación, y busca a tientas la llave magnética para no dejarte ni en esos momentos.

Una vez entráis te encuentras en una especie de sala de estar amplia, cómoda y con todo tipo de lujos: sofá, una pequeña barra de bar, un televisor enorme... Y la habitación no debe ser menos. Probablemente estéis en una de las mejores suites del hotel. Una maleta al lado de la puerta del cuarto delata que Roger ya había pensado en pasar ahí la noche y una vez la puerta se cierra tras su espalda él te recorre con la mirada sin ningún tipo de tapujo ni contención mientras se afloja la corbata. Parece hambriento. Hambriento a pesar del estómago lleno.

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31/01/2017, 00:24
Ruth Williams

El cuerpo de Roger presionando contra el mío me hace ronronear. Está en forma y sus manos sobre mí se sienten cálidas y reconfortantes. No solo eso, notar su entrepierna y el deseo que está sintiendo me vuelve loca. Había cosas que se podían fingir, pero las respuestas naturales del cuerpo no estaban entre ellas. Supongo que de ser yo hombre llevaría así toda la noche, más caliente que la arena a mediodía en la playa.

Me está volviendo loca.
¿En qué momento del día Roger mi cliente se ha convertido en Roger la tentación?
El ascensor es muy lento.
Nos lo montamos aquí, que le den.

Tengo la sensación de que me faltan manos para tocar y me sobra ropa. Suya y mía. Finalmente una de mis manos acaba de nuevo en su culo, apretando ligeramente solo para que no se separe de mí; mientras que la otra acaricia su cuello, su barba y su pelo. Y con todo lo que hago es tirar de él hacia mí para que no se separe. Si él no liberaba toda la tensión que estaba acumulando en mí, me iba a volver loca.

Sigo devorándole, a un paso de rodear su cintura con mis piernas y colgarme de él como si fuera un maldito koala. Llevaba demasiado tiempo sin estar con nadie. Vale, quizás no demasiado-demasiado, pero ahora mismo me parecen décadas. Como mujer de cierta edad y sin pareja estable tenía unas necesidades que a veces no eran tan fáciles de cubrir, en parte por las horas que paso trabajando. En parte porque en mi mente echar un polvo no es una necesidad extrema. Hasta que acabo contra la pared de un ascensor comiéndole la boca a un trajeado atractivo, en ese momento la necesidad es mucha y muy extrema.

Siento confusión y un leve mareo cuando Roger sujeta la puerta para que no se cierre, como si tuviera un sentido arácnido o algo así. Yo no tenía suficiente sangre en la cabeza ni como para saber dónde estaba ahora mismo, así que me tengo que reír por el gesto. Me dejo llevar a su supuesta habitación sin separarme de su lado.

Maldito Roger y su maldito magnetismo animal.
¿Por qué no me miró así la primera vez que intentó que le vendiera una tabla?
Le hubiera vendido hasta las bragas.

Cuando abre la habitación me muestra un despliegue de lujos que ahora mismo me sobran. Si estuviéramos en un antro con un colchón en el suelo sería suficiente para mí. No era mujer de cosas pomposas, eso se nota en mi forma de vida.

Me adentro unos pasos, mientras el cierra la puerta y luego me giro para encontrarme con aquellos ojos que desataban tempestades en aquel momento. Le dedico la mirada, esa que me reservo para cuando me toca posar en revistas y lo que se espera es que levante pasiones entre el género masculino.

Acabo de descubrir un nuevo fetiche.
Hombres trajeados.

Mis ojos fijos en los suyos, mientras se desafloja la corbata y yo me deshago con una facilidad pasmosa de mis shorts y mi camiseta. Esbozando media sonrisa mientras me muestro en ropa interior. Soy bajita, sin curvas y bastante más musculada que algunas mujeres, pero sé que hay un sector de hombres que les gusta así. Sin contar el sector de hombres sin filtro que les parecería atractivo un canguro con tacones. Me giro, sin perder contacto visual con él.

Vamos a jugar,gatito.

Y lo siguiente que hago es encaminarme a buscar su habitación, mientras mi ropa interior se pierde por el camino. Dentro de mí estoy deseando saltarle encima pero el juego, y esa mirada animal de Roger, me incitaba a seguir jugando y tentándole. Acabo dedicándole una última mirada antes de colarme en el dormitorio de aquella suite, completamente desnuda.

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01/02/2017, 02:26
Roger Graham

En el momento en que le dedicas aquella mirada tan digna de revista puedes ver como Roger emite un largo suspiro, como quien se deleita ante algo que en el momento se le hace no sólo atractivo, sino también fascinante. Sus ojos marrones se detienen al final en tus pupilas con tanta intensidad que parece que podrían penetrarte.

Al ver que comienzas a desnudarte él parece a punto de hacer lo mismo. Sin embargo cuando ya tiene sus dedos sobre el primer botón de su camisa se detiene dispuesto a observarte. Mientras te vas liberando de la ropa la fuerza con la que él te mira se incrementa, así como también la presencia de lo que ya se nota a simple vista en sus pantalones. No parece que le molesten tus músculos, pero tampoco que te mire así por ellos, sino más bien por la suma de muchas otras cosas empezando por esa sexualidad que ambos irradiáis en ese momento.

En el momento en que te giras para darle la espalda sin perder de vista sus ojos estos se encienden aún más. Le ves humedecer sus labios no sólo por provocarte —que seguramente también—, sino porque de verdad debe sentirlos secos en ese momento. Sus manos se cierran sobre su corbata, como si ese gesto le sirviera para contenerse y su forma de observarte no tiene nada que envidiar a esa tuya tan ensayada para las revistas.
 


 

El dormitorio es enorme, más incluso que algunos pisos pequeños. Entre la cama y las paredes que hay a los lados hay al menos cinco pasos y tres grandes ventanas hacen las veces de puerta, comunicando el cuarto con una terraza. En ese momento unos cortinones gruesos, oscuros y opacos están a medio correr, desvelando al otro lado una increíble vista de la ciudad. Sobre ellos, las cortinas livianas y ligeras están abiertas. El cuarto está iluminado por numerosos focos led anclados en el techo, y la luz es regulable.  En el lado opuesto a la ventana puedes ver un enorme armario empotrado, y en la misma pared por la que entraste hay una puerta que lleva al baño. Desde tu posición al pasar puedes ver un enorme jacuzzi.

Por la actitud de Roger al entrar detrás de ti en la habitación debe estar acostumbrado a aquellos lujos. Cuando le ves se ha librado también de toda su ropa, revelando un cuerpo que debe trabajar a diario. Sus músculos están bien definidos y su piel parece libre de pelo casi por completo. Sólo hay una línea que comienza en su ombligo y se funde con un recortado vello púbico, y otro breve grupo en su pecho.

El caminar de quien hasta el momento sólo había sido tu cliente es seguro y dispuesto, pero también expectante como si quisiera saber cuál es el siguiente paso de tu juego. Se mantiene allí, de pie, a medias mostrándose y medias ofreciéndose a ti, sin tapar siquiera su sexo. Se porta como si la desnudez no fuera motivo de vergüenza. Y tiene motivos para no avergonzarse, porque desde luego lo que guardaba era tan grande como pudiste sospechar en el ascensor, sino más.

Roger apenas sigue dos segundos más de pie antes de volver a caminar en tu dirección. Lo hace tal y como tú hiciste antes, sin separar los ojos de los tuyos. Camina hasta donde te encuentras y no se molesta en rodearte con delicadeza, ni mucho menos. En lugar de eso se pega a ti y busca tu trasero con ambas manos, prácticamente exigiendo tu confianza para levantarte y acabar con tus piernas rodeando su cuerpo. En ese momento sus manos son firmes y te aprietan contra él al mismo tiempo que su boca pasa directamente a morderte los labios con rapidez, marcando lo justo para no hacerte daño. Lo hace una y otra vez hasta que te ves transportada hasta estar esta vez tú contra una pared, como si aquello fuera un juego ya recurrente y esta vez fuese tu turno. Notas cómo usa sólo una mano para sujetarte, manteniéndote en el aire, mientras la otra asciende con tenacidad hasta detenerse en tu pecho. Entonces Roger detiene su frente cabeza a unos centímetros de la tuya, dispuesto a mirarte antes de lanzarse a por ti con un beso feral.

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01/02/2017, 11:36
Ruth Williams

Roger tiene una presencia magnética y una mirada que de quererlo podría derretir los polos. Seguramente se valga de todo eso para su trabajo. A veces no valía con estar a cargo de todo, también había que aparentarlo. Su presencia llena y domina la habitación, desde que hemos cruzado por la puerta hasta que ha venido al dormitorio completamente desnudo. La confianza en sí mismo es arrolladora, pero su presencia… Su presencia consume el oxígeno de toda la habitación.

Sí que parece un tiburón a punto de morder al olor de la sangre…
Se me caerían ahora las bragas, de llevarlas puestas.

Mis ojos le recorren en su desnudez, tomándome un tiempo bastante alejado de la decencia en determinados sitios. No es por desmerecer a otros hombres que hubieran pasado por mi cama, pero el todo que me supone ahora Roger delante es tan excitante que siento mi cuerpo arder. Su cuerpo atlético, su actitud, su excitación, su mirada… Estoy a un paso de derretirme. O de devorarle como una leona, que eso de esperar pasivamente no iba conmigo. No era virginal ni una princesita Disney, lo que siento por aquel hombre es primario y animal. Muerdo mi labio inferior, sin parar de mirarle con descaro el tiempo que él se toma hasta acercarse a mí.

¿Por qué no habré hecho esto antes?

Es la pregunta que no para de resonar en mi cabeza. La calidez de su cercanía cuando estamos casi pegados me arranca otro escalofrío. No dudo en enlazar mis manos tras su cuello y abrazar con mis piernas su cintura cuando noto sus manos en mi trasero. –Mpf…- una exhalación sale de lo más profundo de mi ser cuando muerde mis labios. El contacto de nuestras pieles rozándose por fin es eléctrico para mí, como si estuviéramos cargados de electricidad estática. Sus manos sobre mí las siento al rojo vivo, como si a su paso laceraran lo que tocan y lo dejaran encendido.

Acabo con la espalda contra la pared, buscando sujeción haciendo algo de fuerza, para estirarme entre sus brazos. Roger vuelve a mirarme una última vez, antes de besarme con ganas. Uno de mis brazos rodea sus hombros, mientras que mi otra mano se interna en su cuero cabelludo, acariciándole de nuevo. Le agarro con fuerza del pelo y tiro de su cabeza hacia atrás, para degustar su cuello que dejo expuesto para mí. –Roger… Si sigues alargando esto voy a combustionar- confiesa mi cálido aliento sobre su piel. Río levemente antes de soltar su pelo y sumergirme de nuevo en sus labios.

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03/02/2017, 23:39
Roger Graham

Tu susurro eriza la piel de Roger en el lugar donde cae tu aliento y sus dedos se crispan sobre tu piel. Sus pupilas se dilatan de forma perceptible, tiñendo su mirada de un deseo oscuro y candente y no tienes que repetírselo dos veces. Sus labios buscan los tuyos con la misma premura con la que notas su virilidad abriéndose camino hacia tu interior.

Roger jadea, ahogando su aliento en tu boca, y durante un brevísimo instante permanece inmóvil, apretándose contra ti. Notas un ligero temblor en su piel, como si estuviera sujetándose para no ser demasiado brusco, pero no tarda en perder la partida consigo mismo y comenzar a embestirte una y otra vez contra la pared.

Una de sus manos se mueve con libertad por tu cuerpo, recorriéndolo por entero en una caricia incesante. Se detiene en tu pecho, en tu vientre, en tu cuello y se enreda en tus cabellos. Mientras, la otra permanece sujetándote en la parte baja de la espalda, manteniendo tu cuerpo bien pegado al suyo, hasta que Roger termina por inclinar la frente, hundiendo el rostro en la curva de tu cuello.

Una fina capa de sudor empieza a cubrir sus hombros y su frente, pero entonces levanta la cabeza de golpe y clava los ojos en los tuyos con intensidad. Pasados los primeros segundos de ansia inicial, parece dispuesto a llevar la diversión a otro nivel.

Sin salir de tu interior te sujeta con más fuerza y te aparta de la pared para llevarte hasta la cama. Apoya una rodilla en el borde del colchón y vuelve a buscar tus labios una vez más antes de inclinarse hasta poder depositarte directamente sobre la colcha. Se aparta un poco y te contempla sin reparos ni vergüenza, bebiéndose cada centímetro de tu piel con los ojos antes de volver a buscar tu mirada y dedicarte una sonrisa llena de picardía, como si tramase algo más.

No te escapes —dice con voz ronca, levantando un dedo en tu dirección, para de inmediato caminar hacia el mueble bar.

Cuando regresa lo hace con un cubito de hielo entre los dedos y un brillo juguetón en los ojos. Y vaya si quiere jugar. Durante los siguientes minutos el contraste entre el frío del agua sólida y la calidez de su lengua recorre tu piel. Comienza en tus labios, pero desciende después por tu pecho y tu vientre, recreándose a cada paso para saborearla con deleite. Hasta que termina por perderse en el interior de tus muslos y el último pedazo del hielo se deshace en su lengua cuando el camino de sus labios parece encontrar su destino final justo entre tus piernas.

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05/02/2017, 18:10
Ruth Williams

Su forma de mirarme es en resumen intensa, aderezada de muchos tintes que me dejaban entrever las emociones que estaba sintiendo. Se desliza en mi interior y vuelvo a ronronear, sintiéndome complacida tras los para mí eternos preliminares. Respiro una vez profundamente y fundo mis labios con los suyos en un beso pasional, antes de que él empiece a embestir.

… Por fin.
Espera, no se ha puesto gomita, ¿no?
Porque Roger parece limpio, pero una nunca sabe.
No quiero otra clamidia por sorpresa, con una vez vale.
Putos turistas americanos.
Nunca más con otro, bueno, no sin condón.

No puedo evitar pensar en otras cosas, quizás estaba rota o algo. Aunque podría ser peor, podría estar pensando en hacer la puñetera lista de la compra. Mi respiración se acompasa a sus embestidas, exhalando todo el aire fuera de mis pulmones cuando me llena por completo. Me sujeto a sus hombros con fuerza con un brazo y mi mano se agarra a su pelo cuando cobija su cara en mi cuello.

Si sigue así no aguantaré mucho más…
¿…?
¿Se para?
Quizás se dio cuenta que le falta el preservativo.
No, no tiene mirada de eso.
Maldito y sensual Roger…

Me dejo llevar para la cama, con un gesto claramente confuso. No entiendo por qué para en mitad de algo que se sentía tan bien. Por su mirada tiene pinta de que ha tenido una idea feliz, una sumamente pervertida o sino no estaría sonriendo así. Niego un poco cuando dice que no me escape. Tenía un espíritu juguetón, pero estoy tan a medias que no voy a tentar a mi suerte para quedarme sin polvo a estas alturas.

Solo me estiro en la cama, para darle una mejor vista de la visión de mí desnuda sobre ella. Entre que va y vuelve al mueble bar no me da tiempo a pensar en nada. Mis ojos están fijos en el hielo y no en él, tardo un poco en mirarle y entender sus intenciones.

Me está torturando…

Eso es lo que siento al notar su lengua recorriéndome tras la helada sensación del cubito por mi piel. Mi respiración se acelera con anticipación conforme desciende, jadeando cuando por fin llega a su destino. –Joder…- abro los ojos mirando al techo y arqueo ligeramente la espalda ante aquel cúmulo de sensaciones. Con una mano acaricio su pelo, mientras que la otra busca entre las sábanas dónde agarrarse de forma poco fructífera. Me cuesta no cerrar las piernas, porque solo quiero que mi cuerpo vibre al ritmo que me devora. Incluso se me escapa un gemido demasiado alto que retumba en la habitación.

Llega un momento que realmente no puedo más, le necesito a él para llegar al clímax y me está atormentando alargando el placer. Quizás soy demasiado bruta en el proceso, pero el pelo que acaricio mientras está entre mis piernas, lo agarro fuerte y tiro de él para volver a encontrarme con sus labios. Tampoco son las mejores formas cuando le empujo hacia la cama y escalo sobre él para tomarle yo. Esta vez mi cuerpo se siente tan sensible que vuelvo a gemir al notarle dentro. Tomo el control, cabalgándole con energía hasta que consigo pensar de nuevo un poco. Ralentizo mis movimientos sobre él y acaricio su pecho, trato de centrarme en otra cosa que no sea tomarle por la fuerza bruta hasta alcanzar el clímax. Llego a hacerlo muy despacio si es necesario. Si quiere alargarlo, creo que puedo aguantar un poco más.

Creo…
Si quieres torturar, yo también sé jugar a eso.

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07/02/2017, 23:11
Roger Graham

Sumergido entre tus piernas, Roger parece disfrutar cada vez que acaricias su pelo. Su boca te busca una y otra vez, bebiéndote y al mismo tiempo colmándote como si el placer fuera algún tipo de néctar y fuera capaz de hacerte rebosar. Y en el momento en que tu gemido rompe el aire le sientes reaccionar, moviéndose con más fuerza y marcando con sus dedos la cara interna de tus piernas.

Un instante más tarde, cuando tiras de su pelo de esa manera, al principio parece costarle despegarse de ti. Sin embargo pronto te sigue, y recorre la distancia que separa vuestras bocas en menos tiempo de un jadeo. Al encontraros de nuevo su cuerpo está aún más caliente y él más ansioso, pero parece aceptar que ese es tu turno de jugar.

El chico se deja colocar mientras en él crece una sonrisa rebosante de lujuria. Allí, a media luz, puedes entrever sus ojos buscándote como si quisiera beberte con ellos y en el momento en que le metes dentro de ti un fuerte gemido acompaña al tuyo a la hora de escandalizar juntos a los posibles vecinos.

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07/02/2017, 23:11
Narrador

En el momento en que empiezas a tomar el control, a ser quien marca el ritmo, todo cambia. O más que cambiar crece elevándote a un estado que nunca antes has conocido. Puedes sentir la excitación inflamándote, pero hay mucho más. Esos detalles antes tan claros, como el del hielo recorriendo tu vientre, empiezan a difuminarse alrededor de todo tu cuerpo y es como si alguien acariciase cada pliegue de tu piel y de tu cerebro. Notas esos hilos indefinidos e invisibles que te han unido con aquellos desconocidos vibrar en sintonía, llamándote, y de alguna forma sabes que todos estáis sonando con la misma melodía.

No es sexo, o no es sólo sexo. Es una forma de sentir liviana, intensa y cargada de significado. Por más que recurras a tus recuerdos no has vivido nunca nada igual, y todo tu cuerpo vibra y siente aún más de lo que sería capaz en un sueño o en una película.

Tus ojos permanecen cerrados, sin que les des conscientemente la orden de hacerlo. Mientras en tu cuerpo todo es calor tú te sientes como si estuvieras suspendida sobre él, como si flotaras en una densa nube de profundo deseo hacia algo del todo indefinido. Algunas imágenes cruzan por delante de tus ojos.

Ves a ese chico que conociste junto a Wamai, Wes, en la ducha. Su mano le ayuda a encontrarse y a inflamarse mientras el agua desdibuja todo tipo de formas sobre su piel. También ves a otro joven al que conociste, Devendra, junto a una chica con la que sientes la misma conexión que con los demás. Él roza con sus labios el cuello de ella y en ese mismo momento sientes una chispa de electricidad entre sus pieles como si saltase también a la tuya.

Y no sabes por qué o cómo, pero de alguna forma sabes que ellos también te sienten a ti y eso no te provoca vergüenza. Todos bebéis de la misma sensación, de la misma fuente, y los sientes tan cerca que da la impresión de que si estiraras una mano podrías tocar a cualquiera de ellos. O ellos a ti.

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08/02/2017, 00:44
Narrador
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Ocurre en el tiempo entre un jadeo y un suspiro. Un instante estás solo, en la ducha, y al momento siguiente te ves transportado a esa habitación de hotel. Tu piel ya no es sólo tu piel, sino que es la piel de todos los que te rodean. Los sientes a ellos de una forma tan certera y tan intensa de como te podrías sentir a ti mismo, y todos parecen en el mismo punto. Entre vosotros no hay vergüenza o pudor, sólo una conexión inexplicable, inocente y sincera como no has conocido nunca.

Tu mente apagada es sólo un madero a la deriva en un mar de color rojo intenso. Sus cuerpos te rodean y al mismo tiempo el tuyo los rodea a ellos. Cada roce y cada caricia son superlativos. Cada bocanada de aire es densa y sabe a comunión, a un sexo profundo como nunca has conocido y a misticismo. No es perversión, es empatía. Es magia.

Sientes en tu interior cada suspiro que sale de sus labios, cada movimiento y cada beso. Sus bocanadas de aire llenan tus pulmones y las caricias en sus pieles reverberan hasta llegar de nuevo a la tuya, como un motor capaz de alimentarse a sí mismo de combustible.

En vuestro centro está Ruth, pero también está cada uno de vosotros. Una y otra vez hace que el hombre que la acompaña, ajeno a vosotros y desconocedor de vuestra presencia, entre en ella. Y todas esas veces es como si también lo hiciera en ti. Tus manos están sobre él, pero también sobre ella, sobre cada uno de ellos. Tus labios se encuentran con su piel, con las de ellos, así como sus bocas buscan la tuya. Y no hay nada de malo en ello. Todo es perfecto.

Al mismo tiempo que allí te sientes también en la ducha, y a todos contigo. Tu forma de acariciarte es la forma en la que te acarician todos, multiplicando cada sensación hasta convertirla en algo inusual, brillante, dulce y arrebatador. El agua os baña y acompaña mientras te arropan y mientras esa conexión se hace más intensa, llevándote a lugares que nunca habías sospechado.

Visitas también ese lugar en el que aquel chico que ahora te acompaña buscaba el cuello de vuestra compañera. Ahora todos buscáis ese cuello y todos recibís ese beso. Todos la buscáis a ella, así como lo hacéis mutuamente en un acto de entrega total y sin reservas.

Con cada envite del hombre del hotel volvéis a encontraros en cada lugar. Él se retuerce con placer bajo el cuerpo de Ruth, bajo todos vuestros cuerpos, pero no es nada comparable a lo que sentís vosotros. Desde el roce de las sábanas hasta una inspiración, todo está maximizado hasta el punto de lo imposible y compartirlo es asombroso. Con cada uno de vuestros jadeos os notáis cada vez más cerca de vosotros mismos, de todos los demás, del clímax.