Partida Rol por web

Liriandra miró a la hechicera desconcertada y triste.

-No... no recuerdo a ningún Cedric...-murmuró.

-Oh querida... ¿por que te han hecho esto?-seguía hablando el mago con el cuervo muerto hasta que se dirigieron a él- Yo no se... estáis todos locos. Vosotros y él-señalo el cuerpo de Ladanthus. Que ahora yacía junto a su mastín, que había muerto en su salvaje lucha contra el lobo de Reithar pues por mucho mastín de guerra que fuera no podía competir con el lobo-Dejadnos en paz a mi hija y a mi, debo enterrar a mi mujer. Marchaos ahora y dejadnos tranquilos.

Te parece ver una cara saliendo del suelo, justo entre tus pies. La ves de reojo pero cuando bajas la vista ya no está.

Te parece escuchar el gemido de una mujer, aunque nadie mas parece percatarse de ello.

Miro a Liriandra con expresión triste.

"¿Es posible que alguien esté tan engañado?" pienso mirándola.

Luego miro a Delthis.

-¿Su mujer?Oiga, explíquese. ¿Qué pasó con Cedric? Él dijo que usted lo mató, estaba bajo un hechizo. ¿Quiere que volvamos a embrujarlo? Díganos la verdad-le digo esperándo sus explicaciones.

Wolf de nuevo se pone a mi lado lamiendo las posibles heridas que le haya hecho el perro de Landathus.

El hombre parece algo trastornado. Sigue mirando al cuervo y acaricia la mano de su hija.

-Cedric tubo la culpa de todo... no se quien es, ni que hacéis vosotros aquí pero ya habéis hecho lo que veníais a hacer. Ahora marchaos y dejadnos tranquilos a mi hija y a mi-dijo con una voz casi suplicante.

Artin sigue observando, su cerebro no deja de dar vueltas a toda velocidad. En su mente, además, resuenan las risas que no hace tanto ha escuchado por allí, como si unos niños pasaran jugando pese a que nadie los ha visto. Es la segunda vez que los escucha. Delante de ella, el anciano mago se encoge y reduce, sobrecogido por la pena por la muerte de ese cuervo que, al parecer, era más humano de lo que parecía. Liriandra parece simple y llanamente perdida.

Y la hechicera tiene la sensación de que hay demasiadas piezas del rompecabezas que todavía no conoce.

Con tranquilidad, la hechicera deja su lanza apoyada en alguna parte y se sienta frente al hechicero, tomándole las manos antes de que este tenga tiempo de reaccionar, obligándole suavemente a mirarla.

- Escúcheme, Delthis. No hemos venido aquí con intención de castigar a nadie ni de defender a ningún aldeano. Ese se supone que es vuestro trabajo, como señor y soberano de estas tierras. No sabemos quién era Landathus, ni de dónde vino y a penas entendemos por qué le permitió quedarse con usted y su hija, sólo hemos actuado de buena fe al rescatar  a Liriandra de sus garras. Por otra parte, lamento profundamente la muerte de esta criatura, que parecer ser mucho más importante para usted de lo que creíamos, pero tampoco ha sido culpa nuestra, sino una vez más del hombre al en el que confió erróneamente. Sólo queremos saber qué pasó con Cedric y por qué, ya que ahí fuera hay un hombre como usted preocupado por su desaparición, torturado por las dudas y acongojado de pena, quién nos pidió que averiguáramos dónde estaba. Queremos ayudarle e él también, igual que querríamos ayudarle a usted si nos fuera posible. Ayúdenos a aplacar su pena, Delthis. Explíquenos qué ha ocurrido, desde el principio.

Por favor-intervino la muchacha- dejad a mi padre tranquilo. No conozco a ese Cedric del que habláis y sea como sea no tiene niguna relación con mi padre-miró a Reithar- por favor, dejad a mi padre que llore su pena. Habéis matado a Ladanthus, fuera cual fuese el mal que hizo. No se que le habría hecho ese tal Cedric pero en cualquier caso está vengado. Si es tal vuestro trabajo...

Al contemplar la reacción de los cobardes guardias, el fiero enano se sintió algo desconcertado. Había esperado morir en una brutal contienda contra un enemigo superior en número, y ahora se encontraba en la sala, mirando a sus compañeros con cierta incredulidad.

-Sigamos a esos malnacidos… Empezó a decir el guerrero, hacha en mano. Pero al contemplar la escena que se dibujaba delante de él, no insistió. Comprendió que si querían averiguar alguna cosa sobre aquel misterio, debían quedarse ahí.

Guardó su hacha, y refunfuñó entre dientes.

Había esperado que el lancero contra el que litigiaba me espetase un riñón, después de desatenderlo de forma sorpresiva con el propósito de desatascar aquella situación, pero para mi alegría, no dejaban de ser unos patanes.

Me disponía a saltar el cadáver de Landathus junto con Gog, para comprobar que los huidos no se reagrupasen en el exterior, cuando…

-¡Quietos todos! ¿Es que no habéis escuchado esa batahola infantil? ¿Y lo que es más espeluznante: los susurros de una dama? ¿Qué es este encantamiento? ¡Por aquí, por aquí lo he escuchado! ¿O era por aquí? ¡Aagg, qué frustrante! Delthis, a juzgar por tus balbuceos, crees que tu esposa fue transformada en un cuervo, pero yo apostaría mi violín a que su espíritu sigue aquí, atrapada de algún modo. De algún modo, tu hija y tú fuisteis hechizados.

El cuerpo del fornido enano tembló de arriba abajo tras las palabras de Mircea. Aquellas cosas de fantasmas y espíritus le ponían los pelos de punta. Cualquier cosa que no se pudiera golpear con un hacha, era asunto de mal agüero para él.

- ¿Estás seguro de lo que dices amigo? Gog miró de un lado al otro con los ojos como platos, intentando descubrir sombras corredoras y sonidos esquivos en cualquier rincón.

Sin duda el aguerrido enano prefería las cosas que podía ver y golear.

-¡Lo prometo, Gog! Y recuerda que seguimos bajo el influjo de Victoria para cantar como jilgueros.

Te das cuenta de que Delthis se está tambaleando al borde de la locura, algo entre senil y algo ido, sin mucho contacto con la realidad. 

- Y no es la primera vez. - Apostilló Artin, manteniendo gentilmente agarradas las manos del mago. - A mi me pareció oírlos en nuestra primera visita. Victoría, durante la cena, también percibió algo. Y como bien dice Mircea, acaba de repetirse.

La hechicera miró a Liriandra a los ojos, intentando ser todo lo gentil que era capaz.

- Nada nos complacería más que cumplir con lo que nos pides, joven Liriandra, pero no podemos marcharnos hasta que esclarezcamos todo este asunto al completo. Si todo sale bien, será para mejor para todos.

Te das cuenta de que Delthis se está tambaleando al borde de la locura, algo entre senil y algo ido, sin mucho contacto con la realidad.

Victoria estaba anodada, no entendía porque ninguno de ellos conocía a Cedric, no entendía entonces nada de nada. Decían la verdad, eso era seguro, pero entonces, ¿dónde estaría Cedric?

Alaina pego un salto 

Algo aun se mueve por aqui una cara apareció debajo de mis pies , pero ya no esta 

“Lo que faltaba”, me digo, y arrimándome a Artin le susurro:

-Convendría reducir a Delthis, amiga telépata; yo no sé tú, pero yo no lo veo muy en sus cabales, y si seguimos apretándole las tuercas…

Pero no se de quién habláis-respondió Liriandra a Artin- mi padre tampoco lo sabe y si alguien le hizo algún daño a esa persona...-miró el cuerpo de Ladathus, que se hallaba en un charco de sangre-lo habeis vengado.