Partida Rol por web

Historias de Horror I.

SA: 5- El Ala Este.

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14/03/2018, 22:29
SA: Los Eones son Extraños.

ASILO DE BRIARSTONE: EL ALA ESTE:

La mayor parte de los pacientes que ingresaron el Briarstone no se esperaba que permanecieran allí indefinidamente. Minetras que el ahora arruinado piso superior contenía las habitaciones de los residentes de larga duración del asilo, los que llegaban con enfermedades bien documentadas o dolencias físicas eran asignados al Ala Este. Aquí, los Doctores y enfermeran supervisban los casos que se esperaba que durasen días o semanas, o en algunos casos aquellos que no pudieran ser alojados con el grueso de la población de pacientes.

Tras la revuelta en el asilo, los Apóstoles de Oropimente golpearon primero ese ala. La mayor parte de los residentes huyeron de los enloquecidos cultistas, pero los que no pudieron todavía aguardan aquí, cambiados por el terror y la influencia de las Tierras del Sueño.

Notas de juego

// Entran en escena: Anciano Sabio, Buscador de la Verdad, Enterrador, Nigromante, Réquiem, Tormento de Tinieblas. - Proceden de: Los Muertos No Sueñan.

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14/03/2018, 22:45
SA: Hombro Izquierdo.

EL ALA ESTE:

INVIERNO, AÑO 4711 RA.

CUARTO DÍA SIGUIENTE AL DESPERTAR. FECHA PROBABLE: 7 DE ABADIO.

MEDIA MAÑANA.

ENTRANDO EN EL ALA ESTE DEL ASILO.

- "Tendría que haber sido el loro de algún pirata." - Dice con la voz henchida de pena. - "Hubiera sido mejor que esto..." -

Con todas las plumas empapadas en sangre rancia, el aspecto de Hombro Izquierdo es bastante lamentable.

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14/03/2018, 23:11
SA: Los Eones son Extraños.

SALA DE DÍA:

Viejas sillas desgastadas y pequeñas mesitas con las piezas desperdigas de juegos sencillos yacen esparcidas por toda esta habitación.

Una escotilla de servicio en la pared norte se abre a un espacio oscurecido más allá. Vastas ventanas de vidrio dominan las paredes del este, más allá de las cuales, un ictérico caleidoscopio se arremolina de forma hipnótica.

Un olor cobrizo inunda toda la habitación, estando toda la parte oeste totalmente manchada de rojo.

Esta habitación de día sirvió una vez como un lugar pacífico para que los pacientes pasaran su convalecencia y socializaran tranquilamente. En el caos del levantamiento del asilo, todos los que pudieron huyeron. Algunos, sin embargo, fueron dejados atrás.

Sentada en una silla de ruedas ante los ventanales del este está el cuerpo de una paciente, una rotunda anciana vestida con una bata desvaída. De debajo de la silla mana un interminable manantial de sangre que "cae" hacia el oeste de la habitación como movida por una ilógica fuerza gravitacional cruzada.

El cadáver de la anciana está mirando hacia los ventanales del este. Tormento se acerca y comprueba que tiene una tremenda herida que cubre su caja torácica, por donde mana un torrente continuo de sangre.

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15/03/2018, 18:47
(SA) Tormento de Tinieblas.

EL ALA ESTE:

INVIERNO, AÑO 4711 RA.

CUARTO DÍA SIGUIENTE AL DESPERTAR. FECHA PROBABLE: 7 DE ABADIO.

MEDIA MAÑANA.

ENTRANDO EN EL ALA ESTE DEL ASILO.

Tormento dio unos pasos al frente, adentrándose en la inmensa sala. Pero fueron unos pocos. Tan repentinamente como había sido la ola de sangre, la suma de todo lo acaecido se derramó sobre el monje. Las muertes, las miserias, el dolor, el sufrimiento, todas y cada una de las vivencias vividas y la piedra que cada una de ellas había ido sumando a la personal mochila que la mente del mortificador portaba. Por un segundo, se dobló sobre sí mismo, acuciado por la locura. Jadeó como si le hubieran propinado un golpe en el plexo solar y sintió que todo se tambaleaba. El universo, el mundo, el suelo bajo sus pies, su cabeza. Hizo acopio de todas sus fuerzas, resistiendo el embate emocional y se irguió nuevamente, la piel sudorosa. Aspiró ruidosamente aire, una y otra vez, hasta que su cuerpo se acompasó a su psique.

Avanzó, implacable como la muerte o las arenas del desierto hasta donde estaba la anciana. Sin duda una vieja paciente allí fallecida y origen de cuanto en aquella habitación había ocurrido. Se demoró unos minutos con ella mientras a su espalda, escuchaba a sus compañeros sin volverse. Tan solo un sollozo lejano le hizo volverse, como si de una madre se tratara al escuchar a su hijo. Deshizo sus pasos, llegó hasta Anciano Sabio, lo tomó entre sus brazos como lo hubiera hecho con un niño, y con su cabeza apoyada en su pecho, regresó a la sala.

-Venid, debo contaros algo -dijo, hablando a todos los presentes.

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15/03/2018, 20:59
(SA) Réquiem (Alexei Mykephoros).

EL ALA ESTE:

INVIERNO, AÑO 4711 RA.

CUARTO DÍA SIGUIENTE AL DESPERTAR. FECHA PROBABLE: 7 DE ABADIO.

MEDIA MAÑANA.

ENTRANDO EN EL ALA ESTE DEL ASILO.

El dramaturgo se había situado en un rincón de la habitación, las arcadas se repetían una y otra vez, la bilis caía hacia el suelo dejando un pequeño charco. Réquiem había vomitado todo el almuerzo que se había comido aquella mañana. En esos momentos no tenía hambre y sus ganas de seguir viviendo iban desapareciendo a gran velocidad, su mirada perdida estaba en un punto fijo de aquel suelo. Miró sus ropajes ensangrentados por el torrente anterior y alzó un poco la vista para observar aquel cuerpo que miraba hacia una ventana, de allí emanaba un chorro de sangre que violando las leyes de la gravedad se acumulaba en un punto de la habitación, todo era locura para el poeta.

Sus pensamientos eran aterradores, no había nada de bonito en ellos, solo miedo, terror y muerte. Cada vez, la sombra de la oscuridad lo iba invadiendo, generando así un pensamiento pésimo que dejaba su estamina y ganas de vivir por los suelos.

En ese rincón de la habitación, se quedó pensativo con las piernas dobladas y abrazándose a ellas, escondiendo el rostro entre las rodillas. Empezó a llorar en silencio, apretando fuertemente sus puños con rabia sin tener la valentía de terminar allí con su vida y así dejar de sufrir. La espada ropera reposaba en su lado derecho, en el suelo junto al cuerpo del derrotado noble de familia ustalavica. Escuchó las palabras de Tormento de Tinieblas y allí alzó el demacrado rostro para prestar atención a lo que iba a decir el buen luchador.   

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15/03/2018, 21:21
(SA) Enterrador (Anselmo Paddock).

EL ALA ESTE:

INVIERNO, AÑO 4711 RA.

CUARTO DÍA SIGUIENTE AL DESPERTAR. FECHA PROBABLE: 7 DE ABADIO.

MEDIA MAÑANA.

ENTRANDO EN EL ALA ESTE DEL ASILO.

Entró el último de todos, sacudiéndose la repugnante sangre de su ropa y tratando de quitársela de su rostro, y observó la enorme sala. En otro tiempo elegante y agradable ahora resultaba grotesca, inundada por abundante sangre por doquier. Parpadeó incrédulo y buscó la hecatombe de cuerpos para intentar evocar, siquiera, una explicación al torrente que los había arrollado en el pasillo... mas solo observó en el centro del salón a un pobre anciana en una silla de ruedas. Con la cabeza ladeada hacia un lado, sus ojos y boca abiertos enormemente y carentes de vida... y el abundante fluir de un chorro de sangre que emanaba de alguna parte de su cuerpo y goteaba por la silla de ruedas.

Un escalofrío recorrió su cuerpo al igual que una desazón lo envolvió, cumulo de muchas cosas. Esta imagen solo parecía ser la gota que colmaba el vaso. Una presión en sus sienes y numerosas imágenes demenciales inundaron su mente. Se llevó las manos a la cabeza y sujetándola comenzó a respirar pesadamente.

Tranquilo, Anselmo. Has visto cosas peores. Solamente es que no lo recuerdas. Has encarado cosas peores, se dijo tratando de autoconvencerse. Poco a poco su respiración se normalizó y el dolor físico y emocional pasó. Frunció el ceño y avanzó hacia la anciana. Echó un vistazo con sumo cuidado y daga y farol en mano, como esperando que se alzara en cualquier momento. Tenía que observar y comprender cómo demonios esa mujer sangraba y sangraba. No es algo natural, pero aun así echemos un vistazo.

Ojeó el cuerpo hasta que oyó un ruido detrás suya, como un gemido. Se giró y entonces observó a la mayor parte de sus compañeros sentados o arrodillados, sollozando o gimiendo, agarrándose la cabeza. Solo Buscador y Tormento parecían sobreponerse, renqueando. Comprendió que la muerta tendría que esperar y que habría que centrarse en los vivos. Se incorporó y caminó hacia Requiem, uno de los que peor parecía estar ya que Tormento se centraba en el Padre Moro, también en lamentable situación. El monje habló. Quería contarles algo.

Ayudó a levantarse al poeta, le echó un brazo por el hombro, le susurró palabras de ánimo y fuerza y lo condujo hacia el resto con la intención de escuchar lo que el púgil tenía que decirles.

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16/03/2018, 17:38
(SA) Anciano Sabio (Sebastián Moro).

EL ALA ESTE:

INVIERNO, AÑO 4711 RA.

CUARTO DÍA SIGUIENTE AL DESPERTAR. FECHA PROBABLE: 7 DE ABADIO.

MEDIA MAÑANA.

ENTRANDO EN EL ALA ESTE DEL ASILO.

Alexei puso una mano en su hombro y dijo unas palabras para darle ánimos en las que ni el propio dramaturgo creía. En los ojos del dramaturgo se veía una desolación que abrieron los ojos al anciano sacerdote al abismo de desesperanza en el que todos se encontraban. -Pues claro que sí, Alexei, juntos saldremos de esta.- dijo devolviendo la sonrisa - Voy a buscar ese cubo para llenarlo de agua y que nos podamos asear. - Se alejó deprisa hacia el despacho de Losandro para que Alexei no le viera derrumbarse. Una vez allí, rompió en sollozos incapaz de contenerse - Vamos a morir y el hombre andrajoso va a consumir nuestras almas.

No supo cuanto tiempo había estado llorando cuando su fiel guardián apareció a su lado y lo tomó en brazos. Sebastián Moro se dejó hacer mientras, arrastrado por una profunda melancolía vital, sentía lástima de Tormento de Tinieblas. Pues si el sacerdote moría en aquel sanatorio, el monje habría fracasado en la misión de protegerle a la que había consagrado su vida. Y Sebastián Moro acababa de llegar a la convicción de que moriría sin salir del sanatorio.

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17/03/2018, 10:40
(SA) Nigromante (Dyonisius).

EL ALA ESTE:

INVIERNO, AÑO 4711 RA.

CUARTO DÍA SIGUIENTE AL DESPERTAR. FECHA PROBABLE: 7 DE ABADIO.

MEDIA MAÑANA.

ENTRANDO EN EL ALA ESTE DEL ASILO.


Es curiosa la mente humana. Por primera vez desde que había despertado, Dyonisius sintió el golpetazo brutal de la conciencia de la fragilidad de su mente, de la que tan orgulloso se sentía. ¿Fue quizás la suma de estímulos, el dolor de aquellos golpes, que habían maltrecho su cuerpo, y la sangre estancada manchando su cuerpo? ¿fue, quizás, la comprensión de todo lo que había debido ser necesario para reunir tal cantidad de sangre en una habitación tan pequeña?

No era fácil saberlo. Pero al primer sentimiento de ira se fue oponiendo una sensación desconocida. Con cierta mecánica perplejidad, como quien no entiende bien lo que está experimentando, el mago se miró la túnica, y las manos, sintiendo que un desconocido asco por sí mismo le invadía.

¿Por qué era eso? Intentó reflexionar. La suciedad no podía hacerle mal. Sin embargo, tan pronto pensó tal cosa, supo que estaba engañándose. ¿No era la suciedad fuente de enfermedades, de epidemias, de mil malas muchos de ellos más insidiosos que la peor espada? ¿no debía por tanto ocuparse primero de devolver a su cuerpo, a sus ropas, la limpieza, antes de pensar en cualquier otra cosa? Supo, después de todo el mago tenía una inteligencia cercana a la genialidad, que había un error en tales planteamientos. Pero el saberlo no le hacía poder superarlo.

Respiró pausamente y sin volver a mirar la suciedad, se quitó con cuidado su túnica lujosa, buscando un lugar limpio donde poder dejarla. Tras esto, con una obvia atención al detalle, pero sin caer en el histerismo a fuera de pura voluntad, limpió la túnica y su cuerpo.

- Disculpad, compañeros... pero si alguno tiene agua, o algo que me permita limpiarme y limpiar mis ropas... se que puede parecer... No, no que puede parecer, que es, profundamente irracional. Pero creo que algo me ha afectado. No creo que pueda seguir sin limpiarme.- parecía el mago confuso, o avergonzado, pero a pesar de todo, al escuchar a Tormento, se las arregló para acercarse a él- Te escucho, amigo.

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17/03/2018, 17:25
(SA) Réquiem (Alexei Mykephoros).

EL ALA ESTE:

INVIERNO, AÑO 4711 RA.

CUARTO DÍA SIGUIENTE AL DESPERTAR. FECHA PROBABLE: 7 DE ABADIO.

MEDIA MAÑANA.

ENTRANDO EN EL ALA ESTE DEL ASILO.

<< Tanto sufrimiento para nada, para ver como un torrente de sangre nos impactaba en un estrecho corredor. Para ver que esa sangre emanaba de un cuerpo sin vida y por una fuerza gravitacional que rompía todas las leyes de la gravedad llevaba el líquido carmesí hacia un punto en concreto de la habitación. Las luchas, los extraños seres, las muertes, la tortura, el sin dormir, todo eso para nada. Solo encontramos más sufrimiento, más terror, más caos, más soledad y más muerte. No hay nada que podamos hacer, todo está perdido, hay que tirar la toalla todas estas cosas te superan Réquiem, estás perdido y sin protección >>

La acción de Anselmo Paddock hizo que la mente del dramaturgo dejara de pensar, la conversación que tenía en su interior cesó al sentir el contacto de Enterrador. – "Gracias…" - murmuró débilmente el poeta, agradeciendo el gesto que había tenido el hombre. Se incorporó con su ayuda, afirmando a las palabras que le ofrecía para reconfortar así su estado mental. Avanzó junto al hombre para reagruparse con el grupo. Miró al padre confesor, al anciano Sebastian Moró buscando algo de esperanza en su mirada, hizo lo mismo con Dyonisius.

- “Da… da igual limpia..rs.e… esta..mos perdidos… no quiero morir… no… “- volvió a mirar la sangre impregnada en sus ropajes – “La muerte nos acecha y nos envolverá, solo estamos alargando nuestro destino final, padecer en este sanatorio hasta que exhalemos nuestro último aliento, la muerte nos salvará de esta tortura… pero no quiero morir… “ - se quedó en silencio de golpe, mirando a Tormento para escucharle. 

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17/03/2018, 23:24
(SA) Anciano Sabio (Sebastián Moro).

EL ALA ESTE:

INVIERNO, AÑO 4711 RA.

CUARTO DÍA SIGUIENTE AL DESPERTAR. FECHA PROBABLE: 7 DE ABADIO.

MEDIA MAÑANA.

ENTRANDO EN EL ALA ESTE DEL ASILO.

Una vez Tormento de Tinieblas lo dejó en el suelo, Sebastián Moro trató de recomponerse. Seguro de que moriría en aquel sanatorio, comenzó a aceptar su destino y que pronto se encontraría frente a Farasma. No obstante sus compañeros no tenían por qué sufrir la misma suerte y trató de avivar en ellos la llama de la esperanza. Escuchó los lamentos de Requiem, le miró a los ojos y le dijo. -Alexei, hijo mío, aún no ha llegado el momento de que te presentes ante Farasma. No Este Año, No Todavía. - añadió la alocución que se usaba habitualmente para conjurar las desgracias.-No será la muerte sino tu determinación y tu ingenio lo que te librará del dolor y la locura.- Al hablar canalizó el poder de la varita proporcionando al dramaturgo un leve alivio ante sus miedos y dudas.

También se dirigió a Dyonisius -Tienes razón, ayúdame a localizar un cubo ¿quieres? Una vez lo tengamos, Farasma proveerá con agua con que limpiarnos la sangre. Entonces podremos continuar. -No olvidó dirigirse a Hombro Izquierdo como señal de consideración a Nigromante - Debe ser dificil volar estando empapado, pero pronto te limpiaremos la sangre, ¿ves un cubo u otro recipiente apropiado?

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18/03/2018, 00:57
(SA) Nigromante (Dyonisius).

EL ALA ESTE:

INVIERNO, AÑO 4711 RA.

CUARTO DÍA SIGUIENTE AL DESPERTAR. FECHA PROBABLE: 7 DE ABADIO.

MEDIA MAÑANA.

ENTRANDO EN EL ALA ESTE DEL ASILO.


- Gracias Sebastián. Sí, por supuesto que te ayudaré a encontrar esos cubos- el nigromante dirige una mirada comprensiva a Alexei- Es tu mente la que trata de engañarte, como la mía. Y como todos este lugar nos está pasando factura. Tenemos que intentar tranquilizarnos. 

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18/03/2018, 19:42
(SA) Réquiem (Alexei Mykephoros).

EL ALA ESTE:

INVIERNO, AÑO 4711 RA.

CUARTO DÍA SIGUIENTE AL DESPERTAR. FECHA PROBABLE: 7 DE ABADIO.

MEDIA MAÑANA.

ENTRANDO EN EL ALA ESTE DEL ASILO.

Las palabras del anciano sabio llamado Sebastián Moro llegaron a sus oídos como una potente ráfaga de viento tranquilizadora. Alexei lo miró de reojo y allí en la penumbra de su mirada se pudo ver un pequeño brillo de esperanza, que el sabio hombre logró despertar en la desesperación que sentía el poeta. La magia de la varita llegó a penetrar en la mente del  hombre, mejorando un poco su estado mental, dándole una oportunidad para que su mente se pusiera por encima de la perdición y la locura. Se quedó en silencio durante unos segundos, meditando cada una de las palabras del anciano y siendo consciente de la oportunidad que se le estaba brindando con aquella magia.

- “Tienes razón Sebastián…” – las palabras del dramaturgo sonaron con un tono de voz débil – “La determinación y el ingenio me liberaran del dolor y la locura, sí, es cierto…” – el poeta estaba equivocado, no tenía que encerrarse – “Viviré y cargaré con todo este pesar para dar una oportunidad a los refugiados y a todos vosotros, para no abandonaros hasta el último suspiro…” – afirmó.

El pequeño de la familia Mykephoros miró al Nigromante llamado Dyonisius – “Sí… es como si la mente quisiera abandonar la lucha y dejarse llevar por la muerte, para terminar con todo pero no, eso solo sería un fracaso, una muerte que no llevaría a ninguna victoria o hazaña, me niego morir por nada” – había conseguido levantar un poco aquella cabeza que había estado varios minutos agachada mirando a la nada, ahora había algo de convicción y esperanza en su mirada.

<< Sí, aunque muera, daré mi vida por ellos… si tenemos que morir que sea por algo mejor >>

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18/03/2018, 20:42
SA: Hombro Izquierdo.

EL ALA ESTE:

INVIERNO, AÑO 4711 RA.

CUARTO DÍA SIGUIENTE AL DESPERTAR. FECHA PROBABLE: 7 DE ABADIO.

MEDIA MAÑANA.

ENTRANDO EN EL ALA ESTE DEL ASILO.

- "¡Arggh, asquerosa y rancia sangre! ¡Ni siquiera parece del todo auténtica! Creo que no volveré a sentirme limpio en la vida. Gracias, Pie Izquierdo." - Agradece cuando Nigromante comienza a limpiarle las sucias plumas.

- "Creo que será mejor buscar una salida de este asqueroso lugar. No hemos probado la puerta principal, aunque supongo que con esas nieblas amarillas esa no sería la mejor idea..." -

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19/03/2018, 12:56
(SA) Tormento de Tinieblas.

EL ALA ESTE:

INVIERNO, AÑO 4711 RA.

CUARTO DÍA SIGUIENTE AL DESPERTAR. FECHA PROBABLE: 7 DE ABADIO.

MEDIA MAÑANA.

ENTRANDO EN EL ALA ESTE DEL ASILO.

Cuando finalmente todos se reunieron a su lado, Tormento empezó a hablar.

-Todo esto es extraño - dijo en referencia a lo que había podido observar en aquella sala -. Esta mujer, por su aspecto, parece ser una paciente de este lugar, no alguien que trabajara en él. No parece haber muerto como consecuencia de algún acto violento. Posiblemente, tras la revuelta y como consecuencia de la desatención y de su propio mal, falleció por causas naturales. Y sin embargo, tenemos esto -dijo señalando la herida de su pecho.

Dio tiempo a que todos ellos se acercaran y miraran.

- Posiblemente Enterrador pueda cerciorarlo con mayor efectividad que yo, pero diría que es posterior a su muerte. Absurdo, en pariencia, pero sí. Me atrevería a decir que su corazón estalló después de haber muerto. Y más absurdo aún. De su herida sigue brotando sangre. Una sangre que ni siquiera es fresca. Y tercer absurdo. No cae hacia el suelo sino hacia la pared del oeste. Pero sólo la sangre - dijo al tiempo que dejaba caer al suelo un guijarro recién cogido-. Y ese manar constante, durante días, hizo que se acumulara contra la pared y la puerta que abrimos y en una cantidad nada desdeñable como hemos podido comprobar. Fijáos en las manchas en paredes, suelo y techo. Por sus límites, la balsa de sangre debió alcanzar el metro y medio. ¿Qué cuerpo contiene tal cantidad de sangre? Y aun así, pese a creer antes de haber entrado que aquí debían haberse sacrificado a decenas de personas, ella es el origen de toda esta sangre.

Adoptó un gesto contemplativo, al tiempo que guardaba silencio, dejando que los otros comprobaran a través de sus sentidos todo lo que decía.

- ¿Qué puede haber provocado todo esto? Lo ignoro. Sólo se me ocurre una cosa. La fe como motor de este extraño fenómeno antinatura. Quizá la mujer creyera en vida que esto pudiera ocurrirle en la muerte. O puede que su muerte unida a la peculiaridades místicas y planares del asilo sean la causa de esto. ¿Quizá esta mujer se maldijo a sí misma por alguna extraña razón y vive en muerte este extraordinario proceso? No lo sé. Tal vez alguno de vosotros podría cerrar esa herida o quizá alguien podría determinar si hay alguna maldición mediante y tratar de eliminarla.

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19/03/2018, 13:56
(SA) Anciano Sabio (Sebastián Moro).

EL ALA ESTE:

INVIERNO, AÑO 4711 RA.

CUARTO DÍA SIGUIENTE AL DESPERTAR. FECHA PROBABLE: 7 DE ABADIO.

MEDIA MAÑANA.

ENTRANDO EN EL ALA ESTE DEL ASILO.

Sebastián Moro escuchó con antención a Tormento. Todo lo que decía le parecía un sinsentido, pero no porque el monje hubiera perdido la cabeza, sino porque todo en aquel sanatorio era un sinsentido. El sacerdote examinó fascinado la herida de la anciana y recorrió como hipnotizado el flujo de sangre en dirección a la puerta sospechando que estaba experimentando una alucinación. A veces dejaba escapar una risita de histeria e incredulidad. Desde luego, aquello superaba sus conocimientos; no tenía ni idea de si esa herida se podía cerrar sin que la sangre se siguiese acumulando en el interior de la anciana hasta hacerla estallar de nuevo. Tampoco tenía conocimiento sobre maldiciones y su eliminación. El fuego siempre era efectivo y definitivo, pero se abstuvo de nombrar ese elemento purificador cuya mención tanto había disgustado a sus compañeros en el despacho de Losandro. En su lugar, se limitó a encogerse de hombros.

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19/03/2018, 19:27
(SA) Enterrador (Anselmo Paddock).

INVIERNO, AÑO 4711 RA.

CUARTO DÍA SIGUIENTE AL DESPERTAR. FECHA PROBABLE: 7 DE ABADIO.

MEDIA MAÑANA.

SALA DE DÍA.

Tras escuchar lo que Tormento tenía que decir, Enterrador frunció el ceño y se acercó a la anciana chorreando sangre. Ladeándose para no recibir la emanación sanguínea la estudió lo mejor que pudo dadas las circunstancias. Tras varios minutos de inspección habló sin dejar de mirar a la anciana.

- No va a ser posible, Tormento - negó -. No se puede cerrar una herida sobrenatural mediante métodos mundanos. A no ser que sean los que precisan - argumentó, dando la razón al monje de que aquello era algo humanamente imposible y por tanto perteneciente a lo mágico -. Y pienso como tú. Anatómicamente su corazón estalló. De dentro hacia afuera, no fue perforado externamente. Advierto en su rigor mortis tensión extrema. Miedo - comenzó a explicar mientras terminaba de mirar a la anciana y comenzó a mirar en otra parte: su silla de ruedas. Encontró algo en un estuche pegado al respaldo de la silla y por tanto difícil de discernir a no ser que se supiera que existía. Extrajo una tabla de madera y diversos papeles sujetos a él. Mientras les echó un vistazo siguió hablando.

- Murió desatendida, tensa, aterrorizada y sola. No obstante eso no explica el constante manar de sangre. Es... como si fuera un eco - logró definir -. El eco de una acción pasada que se repite una y otra vez: el estallido del corazón y el desangramiento. Esa impronta ha quedado en este espacio, en esta... dimensión, digámoslo así. Me recuerda a historias sobre espectros sin conciencia cuya imagen queda en un lugar y se repite una y otra vez, como en una espiral maldita, algo que tuvo que ver con su muerte - comentó mientras echó otro vistazo a las hojas, frunció el ceño y asintió -. Ajá. Todo coincide - afirmó mostrando los papeles -. Es su historial médico y, qué casualidad, la mujer padecía un trastorno cardiaco agudo. Era imprescindible suministrarle una medicación para ello cada pocas horas para evitar complicaciones fatales. Al igual que Tormento, opino que su corazón estalló inmediatamente después de su muerte por desatención. ¿Qué quiere decir esto? Que probablemente la pobre mujer temió en todo momento que moriría de esa manera sin su medicación. Y cuando falleció sus más persistentes temores se tornaron en realidad - opinó -. Persistieron y persisten.

- No entiendo mucho sobre maldiciones y sucesos paranormales, pero si un temor real, el no tener su medicina, causó este desastre tal vez... suministrándosela lo detenga - aventuró el forense -. En su silla no hay medicina alguna, pero si encontramos una botica creo que sería capaz de reconocer un medicamento de dichas cualidades.

Tras dar su explicación, Enterrador meditó sobre todo aquello. Si los últimos temores de numerosos fallecidos durante la hecatombe podrían tornarse en realidad en aquel sanatorio demencial... a saber qué pesadillas y aberraciones podrían adquirir forma. Los devaneos de la mente en aquel lugar, principalmente en sueños, podían ser incontrolables y de resultados temibles.

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19/03/2018, 23:58
(SA) Réquiem (Alexei Mykephoros).

INVIERNO, AÑO 4711 RA.

CUARTO DÍA SIGUIENTE AL DESPERTAR. FECHA PROBABLE: 7 DE ABADIO.

MEDIA MAÑANA.

ENTRANDO EN EL ALA ESTE DEL ASILO.

El dramaturgo se había quedado junto a Anselmo Paddock para escuchar las palabras de Tormento de Tinieblas, el joven hombre estaba de pie prestando atención a todo lo que decía el gran luchador. Afirmaba a cada frase que decía y compartía con él la misma visión de la situación, todo lo que habían vivido era realmente extraño y lo que sucedía en aquella habitación no dejaba de serlo.

<< Tiene razón, parece ser que la pobre desgraciada debió de morir mientras observaba como el lugar sucumbía al caos >>

Cuando hablaban sobre el corazón de la anciana, el dramaturgo se giró para observar aquel cuerpo sin vida.

<< Su corazón estalló… >>

Se quedó durante unos instantes en silencio, meditando cada palabra que decía el hombre con los vendajes en el rostro.

<< Sí lo que dice él es cierto, nos aguardaran muchos peligros más adelante. Estoy seguro que no será la única paciente que haya muerto por lo sucedido. >>

La atención del dramaturgo se centró en Enterrador, el hombre empezó a complementar todas las ideas que había expuesto Tormento de Tinieblas, llegando a una misma conclusión. Tras meditar durante unos segundos aquellas hipótesis, el poeta no tenía nada con que contradecirlas, las acataba y era participe del mismo pensamiento.

- "Podríamos rebuscar… para ver si encontramos algo, sí…" - propuso el poeta a la espera de la decisión grupal, el joven noble no estaba para dar órdenes pero sí para acatarlas y proseguir, ahora mismo debía de poner su vida en manos de sus compañeros.

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20/03/2018, 10:33
(SA) Nigromante (Dyonisius).

INVIERNO, AÑO 4711 RA.

CUARTO DÍA SIGUIENTE AL DESPERTAR. FECHA PROBABLE: 7 DE ABADIO.

MEDIA MAÑANA.

SALA DE DÍA.


- Cuanto menos, resulta curioso- tras limpiarse el tono del nigromante había recuperado su aplomo habitual aunque, esta vez, se notaba en su voz un punto de ira, probablemente derivado de la rabia por lo ocurrido hacia unos instantes- Coincido con las sagaces e inteligentes observaciones de Anselmo. Solamente, para ahondar en las mismas, indicar que no noto magia en este asunto. No hay objetos mágicos involucrados, y tampoco existen hechizos activos. Lo que obviamente no quita para que esto no sea en absoluto natural. Se me ocurren dos opciones. La primera es que se trate de algún efecto derivado de lo ocurrido y el plano en el que nos encontramos. Cada plano de existencia tiene unas leyes y reglas que no son iguales a las del plano material y que, a pesar de su origen, no son propiamente hablando mágicas. La segunda, que nos encontremos con algún tipo de aparición derivada de la no muerte, aún cuando la misma no tenga naturaleza moviente. Es... posible en algunos casos que una emoción terrible encante, por así decirlo, con energías de muerte un lugar, y en el mismo se produzcan eventos como el que acabamos de percibir. Supongo que con tiempo y un examen más detenido, y quizás nuevos conjuros, podría llegar a conclusiones más ciertas. Pero no disponemos de tiempo que gastar y, me temo, nada podemos hacer ya por esta pobre mujer. Si os parece podríamos revisar el lugar para no dejar nada que pudiera servir a nosotros o a los supervivientes del refugio y, luego, ver la puerta que daba al norte que hemos dejado atrás.

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21/03/2018, 18:26
[RIP] (CC) Buscador de la Verdad (Gabriel Alarico).

EL ALA ESTE:

INVIERNO, AÑO 4711 RA.

CUARTO DÍA SIGUIENTE AL DESPERTAR. FECHA PROBABLE: 7 DE ABADIO.

MEDIA MAÑANA.

SALA DE DÍA.

Tan pronto unos y otros se decidieron a emprender la marcha, Buscador se irguió. Había permanecido en cuclillas, descansando las piernas pues era de lo poco que podía descansar. La locura y el sinsentido, la demencia y la violencia, eran una constante de la que no se podía escapar ni aun estando muerto. Ya habían sido testigos de ello con Losandro, pero por si acaso se les había olvidado, el destino les había provisto de un macabro recordatorio en forma de una anciana de la que manaba un torrente interminable de sangre.

Había escuchado atentamente a sus compañeros y aunque Nigromante había dicho que nada había que se pudiera hacer, prefería creer en las palabras de Enterrador que había propuesto una posible solución. La mujer no regresaría, seguiría estando muerta, pero al menos su cuerpo dejaría de ser el eterno recordatorio de los terrores que la habían acosado en vida.

- "Destino Rojo."

Cuán certero se mostraba el nombre de su nueva espada.

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22/03/2018, 21:56
(SA) Réquiem (Alexei Mykephoros).

EL ALA ESTE:

INVIERNO, AÑO 4711 RA.

CUARTO DÍA SIGUIENTE AL DESPERTAR. FECHA PROBABLE: 7 DE ABADIO.

MEDIA MAÑANA.

SALA DE DÍA.

El dramaturgo escuchó las palabras que iba diciendo el nigromante llamado Dyonisius. Todos parecían comprender lo que habían explicado Anselmo Paddock y Tormento de Tinieblas, el poeta afirmaba y comprendía cada una de las palabras del Nigromante.

<< Todo esto es muy extraño, diferentes planos, enemigos, energías… todo es un cúmulo de desconocimiento que nos puede llevar de cabeza a un precipicio sin retorno. Maldita memoria, tal vez si lográsemos recuperar nuestros recuerdos estaríamos más preparados para enfrentarnos a los peligros que nos acechan. Debo de mantener mi mente activa, no sucumbir a la desesperación ni al miedo, he de ofrecer todo lo que pueda para ayudarles >>

Miró a los presentes para luego desviar su atención a la enorme sala que había, con diferentes puertas que aguardaban otros rumbos o habitaciones dentro del asilo.

Esperó a que el grupo empezara a moverse, estaba decidido a cooperar, había logrado sobreponerse al bajón que había sufrido su mente, volvía a ser dueño de sus acciones y sobretodo de sus pensamientos. El dramaturgo miró las puertas y se quedó a la espera de que alguien se decidiera ir hacia alguna de ellas y así quedarse en la retaguardia del grupo, no tenía nada que decir, simplemente ya se había recuperado del bajón.