Partida Rol por web

Historias de Horror I.

SA: 5- El Ala Este.

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16/04/2018, 20:34
(SA) Réquiem (Alexei Mykephoros).

EL ALA ESTE: INVIERNO, AÑO 4711 RA.

CUARTO DÍA SIGUIENTE AL DESPERTAR.

FECHA PROBABLE: 7 DE ABADIO.

MEDIA MAÑANA. SALA DE DÍA.

Réquiem se encontraba delante de aquella sala, habían vuelto a la zona en la que se encontraba la anciano en la silla y el extraño fenómeno de la sangre. El dramaturgo se había quedado quieto junto a la puerta de la que provenía un lamento y lloro que no presagiaba nada bueno.

Momentos antes, habían llegado a la zona más alejada hacia el sur de aquel corredor, enfrentándose a unas extrañas criaturas que parecían unas heridas andantes. Era tan asqueroso que el poeta, en su línea de cobardía decidió mantenerse al margen y dejar que sus compañeros se encargaran de aquellos seres. En su inventario colocó la linterna, había cogido la manía de llevar consigo mismo todo lo que pudiera encontrar de valor o les pudiera servir para un futuro, pensando más en las personas que había en el refugio de Winter.

La mayor parte del tiempo, Réquiem no había hablado, se había comunicado mediante señales y poco más. Le faltó poco para abrir la puerta, la voz del cuervo y de Anselmo Paddock se adelantaron a su acción. Se giró para mirar hacia Enterrador y el mostrador que él estaba viendo.

El pequeño de la familia Mykephoros estaba sopesando la idea de entrar a aquella botica, hacer algo por el grupo, pero los comentarios de los integrantes del grupo hicieron recular la idea y la cobardía que sentía el poeta la hizo desaparecer.

Sin oponerse a la idea de entrar en la sala, sujetando su espada ropera se junto con el grupo y afirmó a los comentarios sobre el alma en pena, el susurrador del Ático que aguardaba en la siguiente sala.

- “Deberíamos de intentarlo… yo creo que juntos podremos vencer lo que se nos presente” – estaba claro, él solo no quería ir a ningún lado, la idea de su hazaña heroica en aquel mostrador ya había dejado de existir en su mente.

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17/04/2018, 11:51
(SA) Tormento de Tinieblas.

EL ALA ESTE: INVIERNO, AÑO 4711 RA.

CUARTO DÍA SIGUIENTE AL DESPERTAR.

FECHA PROBABLE: 7 DE ABADIO.

MEDIA MAÑANA. SALA DE DÍA.

Los hermanos. Sus nombres en tiza, los dibujos infantiles, los juguetes... todo ello martilleaba en el fondo de la cabeza de Tormento.

-Lieklan. Lieklan. Lieklan -repetía en un murmullo bajo como si de un mantra se tratara.

Y mientras la verdad trataba de emerger a la superficie, siguió a sus compañeros, buscando, tratando de dar con algo que les sirviera de ayuda. Y detenido frente al mostrador, lo oculto hizo acto de presencia. Tormento golpeó con una mano sobre el mostrador, que gimió bajo el golpe.

-¡LIEKLAN! -dijo en un tono más elevado del conveniente. Luego se volvió hacia los otros, repitiendo el apellido como si aquello hubiera de servirles para entenderle - Lieklan.

Pero la luz del reconocimiento no iluminó demasiados ojos.

-Uno de los Lieklan está en el Refugio. Lo habéis tenido que ver. Es un joven triste y asustado, aferrado a una linterna de sombras. Creo recordar que dijo que era un recuerdo familiar, que había pertenecido a sus padres y que estos habían fallecido tiempo atrás. Tal vez si consiguiéramos esa linterna, podríamos acabar con su sufrimiento, con su llanto. Dudo que el hermano nos la niegue. Quizá pudiéramos permutarla por los juguetes hallados y que Anciano Sabio guarda. Sería un rápido viaje de ida y vuelta. Él y yo -dijo señalando a Anciano Sabio- mientras aguardáis y descansáis aquí.

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17/04/2018, 12:11
(SA) Nigromante (Dyonisius).

EL ALA ESTE: INVIERNO, AÑO 4711 RA.

CUARTO DÍA SIGUIENTE AL DESPERTAR.

FECHA PROBABLE: 7 DE ABADIO.

MEDIA MAÑANA. SALA DE DÍA.


El nigromante escucha con atención a Tormento de Tinieblas, y finalmente, asiente.

- Es una buena idea. Coincido con el planteamiento. Si logramos dar descanso a ese alma atribulada habremos dado un paso adelante. Sin embargo... ¿estamos seguros que quiere la linterna y no los juguetes? Quizás, si fuera posible, podríamos pedir prestado al otro hermano la linterna, y luego devolverle, bien la linterna, bien los juguetes. Sería terrible tener que pelear contra esa pobre alma en pena habiendo tenido en las manos, sin saberlo, la llave de su salvación. No obstante, si es preciso darle los juguetes para que nos de la linterna... hágase.

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17/04/2018, 20:06
[RIP] (CC) Buscador de la Verdad (Gabriel Alarico).

EL ALA ESTE: INVIERNO, AÑO 4711 RA.

CUARTO DÍA SIGUIENTE AL DESPERTAR.

FECHA PROBABLE: 7 DE ABADIO.

MEDIA MAÑANA. SALA DE DÍA.

- Me parece más que buena idea que volváis al Refugio para poder seguir adelante tras liberar a ese espíritu, pero por muy atractivo que me resulte esperar de brazos cruzados y ocioso hasta que regreséis, quizá podamos ir adelantando algo de trabajo con eso- dijo señalando los escombros de la salida derruida que asomaban a través de un recodo.- No será mucho lo que podremos adelantar entre que vais y venís, pero por poco que sea, será menos para más adelante.

Él podía haberse propuesto para ir con ellos. Se le daban bien las personas, tratar con ellas y negociar, aunque no sabía hasta que punto podría negociar con un niño que había perdido a su hermano para obtener un recuerdo que había pertenecido a sus padres. El problema era la parte en la que debía actuar como escolta de Anciano Sabio, y es que aun seguía bastante castigado por las heridas del día anterior.

- La otra opción, como digo, es no hacer nada, o meternos por la ventanilla esa, idea que como ya he dicho me parece demasiado arriesgada, más cuando vamos a estar aun más divididos.

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17/04/2018, 20:56
(SA) Réquiem (Alexei Mykephoros).

EL ALA ESTE: INVIERNO, AÑO 4711 RA.

CUARTO DÍA SIGUIENTE AL DESPERTAR.

FECHA PROBABLE: 7 DE ABADIO.

MEDIA MAÑANA. SALA DE DÍA.

Alexei Mykephoros escuchó todo lo que contaron sus compañeros, meditó durante unos instantes la información que ofrecieron sobre los hermanos Leiklan, realmente el dramaturgo no había caído en aquel dato, había estado abstraído en sus propias locuras, miedos y terrores.

El bardo atendió a las palabras de Tormento de Tinieblas, escuchando todo lo que decía sobre aquellos niños y su idea de ir con Anciano Sabio al refugio para tratar de conseguir aquella linterna. Luego miró y afirmó a las palabras de Dyonisius y las de Gabriel Alarico.

- "Me parece buena idea" -  dijo el poeta. – "Sí, podríamos dedicar el tiempo que tardan en volver en ir quitando escombros" – el dramaturgo quería ayudar, sabía que su constitución no era muy favorable, pero haría lo que pudiera para ir quitando las rocas.

- "Hoy no he podido dormir bien, estoy bastante exhausto y los terrores nocturnos me volvieron a atacar de nuevo. Lo siento por no ser de mucha ayuda" – se confesaba a sus compañeros, explicando el motivo de su penoso estado durante aquella mañana y lo más seguro que gran parte del día al arrastrar el cansancio y acumulándolo.

Observó como Sebastián Moro y el luchador, abandonaron la sala camino al refugio para conseguir aquella linterna. El dramaturgo esperó y deseó que consiguieran tal cometido, para poder avanzar sin complicaciones si los dioses estaban de su parte y les brindaban esa ayuda y esperanza que necesitaban.

- "Voy a ir a quitar escombros" – dijo tomando rumbo al derrumbe.

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19/04/2018, 18:09
EL TIEMPO TODO LO CONDENA.

EL ALA ESTE:

INVIERNO, AÑO 4711 RA.

CUARTO DÍA SIGUIENTE AL DESPERTAR.

FECHA PROBABLE: 7 DE ABADIO.

POR LA TARDE.

SALA DE DÍA Y ZONAS ADYACENTES.

El grupo de cuatro ex-pacientes en estado de fuga formado por Alexei, Anselmo, Dyonisius y Gabriel se organiza bastante bien durante las siguientes horas.

En turnos rotativos dos trabajan retirando piedras, mientras uno vigila y otro descansa.

Por la tarde, tras un duro y agotador esfuerzo (y habiendo casi terminado las existencias de agua potable que el grupo lleva consigo), el camino hacia el jardín queda expedito.

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25/04/2018, 11:24
(SA) Tormento de Tinieblas.

EL ALA ESTE: INVIERNO, AÑO 4711 RA.

CUARTO DÍA SIGUIENTE AL DESPERTAR.

FECHA PROBABLE: 7 DE ABADIO.

MEDIA MAÑANA. SALA DE DÍA.

Tormento inició el camino de regreso al santuario de Winter junto a Anciano Sabio. El corto periplo se desarrolló sin incidentes, algo que agradecía íntimamente aunque no lo exteriorizara. Parecía que, de momento, las áreas limpiadas no se repoblaban de nuevos engendros y seres malditos. En silencio, ambos parecían concentrados en sus respectivos asuntos, quizá incapaces de exteriorizar todo lo vivido. O quizá su relación siempre había sido así, silenciosa.

Cuando finalmente alcanzaron su destino, Winter salió preocupada a su paso, considerando que quizá algo hubiera ocurrido al grupo y que ellos eran los únicos supervivientes de un último y desafortunado encuentro. Despejadas sus preocupaciones, Anciando Sabio relató brevemente lo que ocurría y su necesidad de entrevistarse de forma privada con el joven Lieklan. Accediendo a tal extremo y con tan solo el huérfano, Winter y ellos dos, Anciano Sabio hubo de, con el mayor tacto posible, referir la muerte de su hermano y su extraña situación presente, un alma errante sin paz atrapada en aquel miserable lugar. Expuesta la necesidad de la lámpara de sombras y pese a las dudas iniciales del muchacho, el viejo y Tormento lograron convencerle. Sus lágrimas por abandonar el único recuerdo de sus padres fallecidos eran desgarradoras.

La vuelta fue igualmente silenciosa y quizá más triste, pese a la esperanza e ilusión de sosegar el alma del pequeño Lieklan y darle la paz que en sus últimos momentos de vida le fue arrebatada.

Ya todos juntos, pudieron cruzar aquella puerta, ver a la extraña criatura en que se había transformado aquel inocente niño y darle lo que pondría fin a su agonía en la muerte. Su desaparición dejó un extraño vacío en Tormento, quien bajo los vendajes de sus ojos, lloró sin vergüenza alguna en una mezcla de alivio, tristeza y furia. Alivio por su liberación. Tristeza por haber tenido que padecer toda aquella crueldad. Furia contra el origen y causante de todo aquello.

Pero no había tiempo que perder. Era hora de acercarse a la estación de enfermería, entre el Ala Este y el Ala Norte, donde hallarían un armario de suministros médicos, quizá la solución para la anciana en silla de ruedas.

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25/04/2018, 21:02
(SA) Réquiem (Alexei Mykephoros).

EL ALA ESTE: INVIERNO, AÑO 4711 RA.

CUARTO DÍA SIGUIENTE AL DESPERTAR.

FECHA PROBABLE: 7 DE ABADIO.

MEDIA MAÑANA. SALA DE DÍA.

El dramaturgo se encontraba en la zona de los escombros sacando las piedras con sus manos a un ritmo lento, pero se podía ver que el joven ponía empeño pero su precaria salud le impedía hacer trabajos forzosos a un ritmo normal. Mientras realizaba las labores de forma autómata, pensaba sobre la situación, sobre esas criaturas que colisionaron y los peligros que le depararan al pasar aquella puerta. Las preocupaciones seguían invadiendo la mente del poeta, pero esta vez las gestionaba mejor y no caía en la depresión o el abatimiento.

Escuchó entonar una canción a Enterrador y eso le hizo iluminar una pequeña idea en su mente, para que el tiempo pasara más rápido empezó a relatar una breve poesía relacionada con la muerte de dos héroes que lograron hacer grandes hazañas con un trágico final. En esas breves prosas, mientras quitaba los casquetes de piedra, se movía interpretando algunas acciones que decía. Así se quedó el bardo, hablando y relatando hasta que lograron abrir el camino hacia lo que parecía ser el jardín.

Después de varias horas el grupo se reencontró con Anciano Sabio y Tormento de Tinieblas. El bardo con su espada ropera en la mano escoltó a Sebastián Moró hacia la siguiente sala, a la que aguardaba un susurrador del ático. La sensación fue muy extraña, aquel amasijo de oscuridad envolvió al joven noble que se quedó sin aire y voz. Miró a su alrededor, buscando la procedencia de unos lloros del inframundo, unos lamentos que desquebrajaban su propio corazón. En aquella habitación fueron amasacrado por los cultistas de Zandalus, el inocente niño fue una de las víctimas.

<< Malditos hijos de puta, no tienen perdón… acabaron con sus vidas, deben morir… >>

La chispa del odio surgió en la mente del dramaturgo, una rabia que iba creciendo poco a poco, oculta entre tanto sufrimiento y miedo. Los pensamientos del bardo se silenciaron al ser consciente de su falta de aire, no podía gritar ni advertir a sus compañeros, necesitaba salir de aquella oscuridad sobrenatural. Antes de lograr tal cometido, la oscuridad se disipó revelando el nuevo estado de la habitación. Una extraña figura en el centro y luego los objetos hechos añicos esparcidos por toda la sala.

Alexei tardó unos minutos en recomponerse, estaba muy afectado por todo lo sucedido. Si la estrategia de la linterna no hubiera funcionado, hubieran tenido un grave problema y tal vez ahora estarían muertos.

Al ver que Anciano Sabio se disponía a escuchar por una de las puertas, el noble se acercó para imitarlo – “Se escucha ruido” – dijo en voz baja, advirtiendo a sus compañeros y esperó a que estos iniciaran la aventura hacia la nueva habitación.

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25/04/2018, 21:49
(SA) Enterrador (Anselmo Paddock).

EL ALA ESTE: INVIERNO, AÑO 4711 RA.

CUARTO DÍA SIGUIENTE AL DESPERTAR.

FECHA PROBABLE: 7 DE ABADIO.

MEDIA MAÑANA. SALA DE DÍA.

Enterrador bufó y se sentó sobre unos cascotes limpiándose el sudor con la manga de su ropa. Llevaban varias horas de trabajo, no extenuante, pero continuo y monótono. Al final el cansancio era inevitable. No obstante habían abierto el acceso al jardín que tan desesperadamente trataba de abrir el ghoul que habían destrozado. Miró al cadáver descompuesto, apartado a un lado, preguntándole mentalmente por qué un monstruo trataba de abrirse paso a toda costa por ese lugar. Curioso.

Con el retorno exitoso de Anciano Sabio y Tormento portando la lámpara, el grupo se puso de nuevo en acción. Atravesaron el salón, volvió a contemplar el chorrear de la anciana en su silla, en mitad de la estancia, como macabra fuente de sangre que decoraba el sanatorio de la locura.

Qué ironía. Un lugar para combatir la demencia se torna en baluarte de la locura, pensó el enterrador.

Al llegar ante la puerta del espíritu en pena oyeron su infantil y fantasmagórico lamento. Anselmo, tras examinar la lámpara, aconsejó encenderla antes de entrar. Así lo hicieron y Anciano Sabio entró en primer lugar. Y entonces lo vieron.

La pequeña y esquelética figura de lo que fue el pequeño Lieklan. No lo recordaba, pero tenía la impresión de haber encarado a este tipo de almas en pena en el pasado. Aun así le impresionó el verlo, tal vez por su corta edad. Advirtió la ausencia de cráneo del niño, sustituida por una de roedor de considerable tamaño. Advirtió sus huesos roídos en muchas partes hasta el tuétano, comprendiendo que el pequeño fue devorado.

Un ghoul, pensó de inmediato. Y cierta sospecha le hizo pensar que tal vez, cierto ghoul, viendo en qué se había transformado su víctima, deseosa de venganza, trató de huir desesperado de aquel lugar. Aunque tuviera que cavar un túnel por un derrumbamiento.

La lámpara funcionó y el alma del niño abandonó el lugar en paz. Una mezcla de lástima y alivio se mezclaron en el enterrador. Pero ya habituado a tener que lidiar con la muerte, por muy infantil que fuera, logró que no le afectara el suceso. Entonces se oyeron pequeños ruidos tras una puerta, la que conduciría a la botica.

Esto aun no ha terminado, se dijo mientras avanzó hacia el acceso arma en ristre.

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07/05/2018, 13:24
(SA) Réquiem (Alexei Mykephoros).

EL ALA ESTE: INVIERNO, AÑO 4711 RA.

CUARTO DÍA SIGUIENTE AL DESPERTAR.

FECHA PROBABLE: 7 DE ABADIO.

MEDIA MAÑANA. SALA DE DÍA.

Alexei se acercó junto a Enterrador y cuando el hombre abrió la puerta, el dramaturgo fue con él para prestarle su ayuda ante los posibles enemigos en aquella sala. El poeta no tardó en recular al escuchar la voz de Anselmo Paddock, el joven noble no quería taponarle la única salida ya que en un rápido vistazo Réquiem pudo ver a unos tres enemigos o tal vez más, ante aquella situación se retiró para que Enterrador pudiera hacer la misma acción y salir de aquella trampa mortal.

La intención del poeta era que su compañero reculara para poder atacar a los enemigos por varios flancos si entrasen en la sala.

Los golpes no tardaron en escucharse, con los gruñidos de rabia que definían aquellos combates a muerte. Mykephoros intentó dañar con su espada ropera a aquel cultista, pero no llegó a impactar. Escuchó como Sebastián Moro fue hacia la otra sala, al mirar hacia delante y solo ver dos enemigos llegó a la conclusión que un  tercero quería encerrarles por la espalda o tal vez escapar. Sin pensárselo dos veces se giró dejando a sus compañeros contra aquellos dos enemigos, estaba seguro que Buscador de la Verdad, Enterrador y Tormento de Tinieblas no tendrían problemas con aquellos seres.

Al llegar a la gran sala en la que se encontraba Anciano Sabio, pudo distinguir en aquel mostrador como uno de los cultistas salía por allí. Réquiem fue en ayuda de Sebastián que iniciaba un combate contra aquel individuo. Entre los dos, lograron acabar con la vida del cultista y fue algo que sorprendió a Réquiem. No estaba acostumbrado a aquellas situaciones, si había matado a alguien fue a uno de esos asquerosos fetos.

Observando a Anciano Sabio que volvía con sus compañeros, el poeta registró el cadáver sin encontrar nada de valor o de utilidad para su aventura.

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07/05/2018, 22:07
(SA) Nigromante (Dyonisius).

EL ALA ESTE: INVIERNO, AÑO 4711 RA.

CUARTO DÍA SIGUIENTE AL DESPERTAR.

FECHA PROBABLE: 7 DE ABADIO.

POR LA TARDE. SALA DE DÍA.


Un espeso silencio había invadido a Dyonisius desde que habían visto a aquel pobre niño fantasma. No era tanto el dolor del mismo, como la sensación de duda. ¿Había ido a un lugar mejor? ¿qué significaba eso respecto al cuerpo que había tenido? ¿él iría a un lugar mejor si moría o, en su caso, no había nada más allá del cuerpo que habitaba? ¿del cuerpo que era?

Tales preocupaciones le atormetaban, y hacían su proceder errático. No era capaz de pensar correctamente, movido por la preocupación y por el miedo de estar cometiendo terribles errores. Y, sobre todo, por no ser capaz de responder a la pregunta más importante. ¿Tenía derecho a estar vivo con tanta gente buena, que nada malo habían hecho, sometidas a situaciones tan terribles? Una rabia, profunda, salvaje, se había instalado en su corazón, y sentía como, frente a ella, sus preocupaciones morales, recién descubiertas, podían ser tan mínimas, tan escasas, como el pequeño árbol en mitad de la tempestad.

Meneó la cabeza tras el fin del combate.

- Disculpadme amigos. No siempre es fácil. Temo que estos últimos minutos mi mente ha estado... ausente. Por decir algo. Trataré que algo así no vuelva a suceder. En cuanto a vuestras heridas, he guardado una poción de curar heridas leves, y la jeringuilla alquímica de curar heridas moderadas. Con lo que algo más de curaciones tenemos. Yo he sufrido heridas... pero mínimas y puedo aguantar. ¿Como estáis? ¿queréis ese apoyo y seguimos algo más adelante? Si hay un campamento de esos sacerdotes perversos tal vez tengan agua y comida que bien necesitará nuestra gente. Y quizás si algunos están allí obligados puedan ser llevados al buen camino otra vez.

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08/05/2018, 13:03
(SA) Réquiem (Alexei Mykephoros).

EL ALA ESTE: INVIERNO, AÑO 4711 RA.

CUARTO DÍA SIGUIENTE AL DESPERTAR.

FECHA PROBABLE: 7 DE ABADIO.

POR LA TARDE. SALA DE DÍA.

Réquiem se reagrupó y mientras limpiaba su espada ropera escuchó todo lo que tenían que decir sus compañeros, por suerte, el joven noble estaba en perfecto estado en término de heridas, ya que el cansancio era presente en su rostro con aquellas ojeras y por suerte su ritmo de respiración se había regulado, pero minutos antes, en el fervor de la batalla poco le faltó a su corazón para estallar.

Miró a Nigromante y afirmó a lo que decía, el grupo tenía alguna poción para curar heridas leves, una jeringuilla alquímica de curar heridas moderadas y Sebastián Moro hizo sus respectivos hechizos para curar a Enterrador y Buscador de la Verdad.

"Mi opinión es intentar avanzar un poco más, deberíamos aprovechar un poco más la tarde. ¿Intentamos ver que hay en la otra sala? Puedo ofrecerme a ir por delante, pero primero antes de avanzar todos juntos sería buena idea ir en sigilo, por lo menos una persona. Podría disfrazarme como uno de esos cultistas y en sigilo mirar la siguiente sala para ver que encuentro. ¿Qué opináis?" – se ofrecía ir delante, primero hacer un vistazo sin delatar su presencia y así tener algo más de información de aquella sala y poder realizar una estrategia o plan de acción.

- "Me encuentro bien, no lograron dañarme, aunque mi resistencia sea mala puedo ofrecer apoyo en la vanguardia y si queréis puedo utilizar mi sigilo para observar que hay en la siguiente habitación, si hay peligro idear una estrategia y  si no lo hay se podrá avanzar sin preocupación" - 

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08/05/2018, 14:15
(SA) Anciano Sabio (Sebastián Moro).

EL ALA ESTE: INVIERNO, AÑO 4711 RA.

CUARTO DÍA SIGUIENTE AL DESPERTAR.

FECHA PROBABLE: 7 DE ABADIO.

POR LA TARDE. SALA DE DÍA.

Después de tanto vagar erráticamente por el sanatorio, los acontecimientos se precipitaron y consiguieron avanzar. Primero liberaron el espíritu atormentado del joven Lieklan, habían localizado el campamento de un grupo de gente que podían ser refugiados o cultistas, tal vez prisioneros de cultistas. Por otro lado tras una enfrentarse a tres enemigos habían llegado al dispensario y podían elaborar la tintura que la infeliz anciana seguía esperando tras la muerte.

Sebastián Moro se puso manos a la obra. Conocía los principios básicos de la elaboración pero el cansancio y la incipiente fiebre hacían que le temblase el pulso y solo consiguió completar la receta gracias a la ayuda de Enterrador que demostró un talento sorprendente.

Concentrado como estaba en la tarea no reparó en el mal estado de sus compañeros hasta que hubieron terminado. Al alzar la vista hacia ellos se dió cuenta de que daban pena. No podían volver después de avanzar tan poco y tampoco podían presentarse a los refugiados apaleados, sangrando y sin más avances que haber llevado una lámpara de sombras a un cadáver. La moral de los refugiados estaba en las últimas y la de ellos mismos no estaba mucho mejor. Canalizó el poder de Farasma sobre Gabriel y Anselmo restaurando sus heridas y su energía.

-Somos la última esperanza de los refugiados, no desfalleceremos. Farasma vela por nosotros. Alexei ha demostrado destreza con la espada y el carisma y determinación de los Mykephoros. Creo que debemos avanzar y que él puede liderarnos.

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08/05/2018, 15:20
(SA) Enterrador (Anselmo Paddock).

EL ALA ESTE: INVIERNO, AÑO 4711 RA.

CUARTO DÍA SIGUIENTE AL DESPERTAR.

FECHA PROBABLE: 7 DE ABADIO.

POR LA TARDE. SALA DE DÍA.

El combate resultante de abrir la puerta lateral donde habían liberado el alma del pequeño Lieklan, resultó ser una refriega brutal. Tres cultistas amarillos, enloquecidos, se abalanzaron sobre Enterrador, el primero en acceder el lugar.

Joder, me están poniendo fino, pensó el hombre tratando de protegerse de los golpes de los sectarios.

- ¡Dejadme retroceder! - exclamó el enterrador, ya que sus propios compañeros le taponaban la posibilidad de buscar un lugar más ventajoso en aquella situación tan adversa. Finalmente lo hicieron y el forense pudo retroceder junto a los suyos, creando un hermoso hueco-recibidor donde, si se asomaban, iban a recibir su merecido: Tormento y Buscador a cada lado y el propio Enterrador frenando la escapatoria. El sectario que se asomara iba a pasarlas mal... si todo funcionaba como era debido.

Cuando el primer cultista enloquecido se lanzó de cabeza a por él, golpeándolo, y no recibió apenas contrarréplica de sus compañeros que lo flanqueaban, supo que algo iba mal. Y así era. Buscador, ignorando al enemigo, se daba golpes con la cabeza contra la pared y luego soltaba las armas arrojándolas al suelo mientras babeaba y balbuceaba cosas inconexas.

¡Hay que joderse! ¡Precisamente ahora!, exclamó para sí, viendo como Gabriel sucumbía a una demencia en ese momento, comprometiendo seriamente la situación. Sin dudarlo, lo apartó del cuerpo a cuerpo de un empujón, pese a que el pobre investigador recibió un garrotazo en el proceso, y Anselmo ocupó su ventajoso lugar para apuñalar sin piedad al cultista, que sucumbió.

Rápidamente vino un segundo que partió el labio al enterrador con mala saña y un palo. 

Mierda, ¿Por qué todos a mi?, se quejó con furia Enterrador. Advirtió que, de alguna manera, Buscador parecía reaccionar sacando una daga de su cinto. Paddock temió que se lanzara contra él, algo que no sería de extrañar dada la merma mental que mostraba Gabriel. Afortunadamente debió ver algo en el sectario que le enfureció, lanzando estoques contra el fanático.

Será la chillona túnica amarilla. Yo también apuñalaría a alguien que vistiese así, concedió comprensivo.

La réplica del enterrador no se hizo esperar, apuñalando el abdomen del sectario y abriéndole una brecha en todo el cráneo con su duro farol. Aturdido, antes de poder reaccionar, una patada a la nuca de Tormento acompañado de un crujir de vértebras rotas finalizaron con la segunda amenaza.

¿Donde carajos está el tercero...?, se preguntó viendo que no asomaba por la puerta. Una serie de ruidos de combate, un quejido lastimero y la aparición de Anciano Sabio, Nigromante y Requiem en lamentable situación pero triunfantes, respondieron a su pregunta.

Tras beber su último extracto curativo, Enterrador opinó sobre la situación del grupo.

- Estamos desastrados y malheridos la mayoría. Creo que lo mejor sería retornar y reponernos en el refugio - argumentó. Pero diversas pociones sanadoras, el poder curativo de Sebastian y el ánimo en la mayoría para continuar lo contradijeron. Enterrador suspiró y asintió.

Junto al Padre Moro logró encontrar los ingredientes para desarrollar la tintura necesaria para la anciana sangrante y ambos reunieron diverso material médico, suficiente como para obtener un botiquín aceptable. Les sería muy útil.

Mientras acompañó a Anciano Sabio a aplicar la tintura a la anciana, con cierto deseo de ver si aquello rompería la maldición, varios en el grupo hablaron de seguir la exploración vía las puertas al norte de donde estuviera el pequeño Lieklan y donde combatieron a los cultistas.

Tampoco es que conozcamos otro sitio por donde continuar, pensó el vigilante. Pero si se hizo una idea de que otra vez le iba a tocar abrir la comitiva, Requiem propuso hacerlo él, disfrazado de cultista. Enterrador torció el gesto, expresando dudas. El joven Mykephoros tenía alguna herida y no tenía el aguante de Tormento o el suyo mismo. Podía ser peligroso en caso de ataque.

- ¿Estás seguro? No negaré que por una vez no me importaría que alguien fuese delante mía - comentó jocoso rascándose suavemente con la yema de un dedo la picajosa cicatriz de su labio fruto del combate anterior -. Pero antes de que eso pueda causar daños irreparables, prefiero ir en cabeza - dijo al dramaturgo -. Tú decides.