Partida Rol por web

Historias del Dominio

El viaje

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05/09/2019, 15:37
Carellyn Flores

Antigua. Cuarto día del Herrero. Mes del Padre. Año 289 A.C.

Ese temor a perderlo no iba a desaparecer tan fácilmente. Permanecería en el futuro como un poso oculto en el pecho de Carellyn, ignorado, pero no olvidado. Sin embargo, era más sencillo dejarlo de lado cuando sus labios se encontraban y podía deleitarse contemplando su sonrisa sin temor a que nadie viese la cara de boba que se le ponía. 

Permaneció algunos segundos en silencio, simplemente disfrutando de aquel momento tranquilo y resguardándose del viento con la espalda de su esposo. Pero mientras escuchaba el rumor del mar de fondo una duda empezó a germinar en su pecho y al final terminó alzando la mirada para buscar sus ojos. 

Y si al final resulta que puedo hacer algo y algún día tengo que marchar al norte a esa batalla... ¿vendrás conmigo?

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05/09/2019, 16:34
Ser Arlo Rowan

Antigua. Cuarto día del Herrero. Mes del Padre. Año 289 A.C.

La pregunta de Carellyn hizo que se volviese por encima de hombro para dirigirse a ella apoyada en su espalda.

—Y maldito sea el que se interponga entre nosotros...— Recordó. —Ahí también incluyo cosas raras del norte o lo que sea eso.— Sonrió. — Contigo iría hasta el final del mundo— Dijo besando su pelo sin dudar un momento.

Cuando dije que jamás me separaría de ti si no era eso lo que tú deseabas, no te mentía. Estaré contigo pase lo que pase...siempre. Mientras tú me ames y me quieras cerca, siempre lo estaré.— 

Luego se giró para encararla y no perder el cuello en el intento, ilusionado con algo. 

Pero quisiera tener hijos contigo. Me haría muy feliz  ver correteando una pequeña Lyn por la casa. Podemos aunque seas una ...maga  o algo así, ¿no?—

 

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05/09/2019, 16:54
Carellyn Flores

Antigua. Cuarto día del Herrero. Mes del Padre. Año 289 A.C.

La sonrisa de Carellyn se amplió con su respuesta. Era la que había esperado, pero escucharla afianzó algo en su pecho. 

—Entonces estarás conmigo siempre —declaró, convencida—, porque siempre voy a amarte y no quiero que te separes nunca de mí.

Se movió un poco cuando él giró, acercándose más a él con curiosidad por saber qué era lo que había puesto ese brillo de ilusión en sus ojos. Y al escucharlo los suyos también brillaron y suspiró con deleite.

—Quiero que tengamos por lo menos cuatro —respondió, poniéndose de rodillas para alcanzar sus labios. Dejó un beso fugaz en ellos y siguió soñando en voz alta—. Dos niñas y dos niños. Y serán preciosos y listos y maravillosos. Y a uno de ellos lo llamaremos Daniel, como su tío. Y a una de ellas, Essa, como su abuela. ¿Te parece bien?

Pero no podía evitar que hubiese una sombra al imaginar ese brillante futuro. Su mano fue hacia su vientre y se sentó sobre los talones. En apenas unos meses podría haber tenido a su bebé en los brazos. Lo que había sospechado, Lady Malora lo había confirmado. No podía evitar la culpabilidad y la desazón por lo que habían perdido, por lo que ella había hecho que perdiesen, sin siquiera pararse a pensarlo dos veces. 

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05/09/2019, 17:30
Ser Arlo Rowan

Antigua. Cuarto día del Herrero. Mes del Padre. Año 289 A.C.

Arlo asintió igual de ilusionado al escuchar como Carellyn hacía planes, como proponía nombres, totalmente entusiasmado con la idea. Pero no entendió bien el por qué de repente, ella parecía marchitarse. Y no fue hasta que vio como colocaba la mano en su vientre que lo entendió.

La tomó con delicadeza de la barbilla para guiar sus ojos hasta los de él.

—Lyn...no me juzgues como insensible o brusco. No sé bien como decirlo, pero mi amor...cuando rompes un huevo no has matado a un pollo.— Dijo casi temeroso de empeorar aquello con sus palabras. —Tendremos hijos preciosos. Y todo llegará cuando de verdad seamos libres. Has hecho lo que debías para proteger nuestro amor. Y no has hecho nada malo.— Dijo sin apartar la mirada. —No quiero ser un marido que da todo el día órdenes a su mujer como si fuese una criada. Pero en esta ocasión, voy a hacerlo.— Reconoció. —Lyn, te prohíbo que estés triste o te sientas mal por tomar el té ese lunar. Nos has protegido a ambos y no has hecho nada malo.— Besó un instante sus labios. —Y como marido tuyo que soy, estás obligada a obedecerme.— Dijo tratando de arrancar de ella una sonrisa.

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05/09/2019, 18:05
Carellyn Flores

Antigua. Cuarto día del Herrero. Mes del Padre. Año 289 A.C.

Carellyn se quedó boquiabierta al escuchar el paralelismo con el que comenzaba a hablar su esposo. Pestañeó, asimilándolo, tratando de ver la razón en lo que decía y encontrándola solo a medias. Pero al final sus palabras le sacaron una pequeña sonrisa. 

—No te pega nada ponerte mandón conmigo —declaró, enarcando las cejas para después ponerse más seria—. Entiendo lo que dices, de verdad. Pero es que si hubiera sabido que nos íbamos a ir juntos no lo habría hecho. No lo habría hecho y ahora me arrepiento. En realidad me arrepentí ya ese mismo día —reconoció—. Creo que si lo hubiera pensado tan solo un poco mejor, no lo habría hecho. —Suspiró entre dientes—. Y Lady Malora dijo que había arrebatado una vida por ello, ¿sabes? Y yo ya me arrepentía de haberlo hecho, pero dijo que por eso quedaba claro que no era la espada y no puedo evitar sentir que hice algo malo. 

Se quedó callada un momento, breve, apenas un instante, y frunció un poquito el ceño.

Y vamos a tener hijos preciosos. Cuatro por lo menos. Pero este habría sido el primero y tal vez habría sido especial. Tengo tantas ganas de tener mi propio bebé... nuestro propio bebé... que me duele haber perdido la oportunidad. Y Ser Dwain dice que lo que hacemos nos define, pero también lo hace el cómo lo hacemos. Creo que tengo que pensar mejor cómo quiero que mis actos me definan para ser mejor, aunque no sea la espada de Ser Dwain.

Apretó los labios y lo miró a los ojos.

Pero entiendo lo que dices, mi vida, sé que tienes razón. Y te agradezco que no me culpes por ello, pues bien podrías hacerlo ya que ni siquiera te consulté. —Le sonrió antes de bromear—. Creo que por esta vez voy a intentar obedecer a mi sabio esposo. Espero que no se acostumbre.

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05/09/2019, 20:20
Director

Viaje a Sotodeoro. Tercer día de la Doncella. Mes del Padre. Año 289 A.C.

Tras aquellos dos días en Antigua, partieron hacia la residencia en la playa de la familia. Una amplia propiedad amurallada, cuya "casa" quedaba muy cerca del mar. Aquella, más pequeña, no dejaba de ser un palacete el cual no carecía de todo tipo de lujos. Lo que más impresionó a Carellyn fue el patio central con una piscina alimentada con agua del mar, limpia y filtrada, rodeada de cuidadas viñas y lujosas carpas. Disponían de un multitudinario servicio cuyos atuendos eran también elegantes y refinados.

El palacete disponía de un muelle con una embarcación de recreo acorde al lujo de la residencia. dos navíos de la casa vigilaban sus costas para proteger a la familia de los peligros que pudiesen llega desde el mar.

Los días allí fueron maravillosos. Sin la presencia de Lynesse y de sueños terribles, Carellyn se sintió más desahogada y pudo disfrutar más de la estancia. Sus primos resultaron ser unos jóvenes despreocupados y felices. La pequeña Kailyn siguió junto a Arlo el tiempo que la permitían y jugando con él a caballeros y princesas.La joven era encantadora, pero tenía un pronto que no dudó de quién lo había heredado. El sello Rowan era evidente.

Ser Baelor, fue un perfecto anfitrión. Cada día Carellyn le notaba más cercano. Resultó ser un hombre muy agradable y muy familiar. En la intimidad de ésta, sencillo. Algo tosco con sus modales en la mesa pero incluso divertido.*

Si pudo intuir alguna discusión entre Ser Baelor y su tía, probablemente por querer marchar de viaje junto a ellos a Sotodeoro, y la preocupación que le producía al heredero si no acudía con ella. Aunque finalmente cedió. No fue una escena muy agradable aquella discusión que tanto Arlo y Carellyn presenciaron duranteuna cena en la Lady Rhonda con dramatismo, fingió incluso un desmayo, pero al menos consiguió su objetivo y su marido a parte de ceder se deshizo en cuidados y disculpas.

El viaje de nuevo se hizo tedioso. Agradecidos como lluvia durante la sequía, los pocos caminos que podían recorrer, aunque fuesen sólo tramos. Esta vez no hubo excusa que pudiese permitir a ambos compartir lecho...al menos los primeros cinco días de trayecto. La tía Rhonda disfrutó de todas las comodidades que cabían en un carruaje, junto a Carellyn y en ocasiones Arlo, que por algún motivo lo hacía más casi como un favor, hacia sus dos familiares. Y ese motivo era mostrarse curtido y forjado ante la tropa. Cosa de hombres...

Carellyn también pudo compartir la afición de su tía por la cetrería, precisamente con el regalo que el joven heredero Tyrell le había hecho. No mintió al decir que era más complicado de lo que parecía, pero su tía la guió y estuvo con ella a cada paso. 

Aquel quinto día como cada noche, cenaron los tres juntos... 

Notas de juego

* Se tira pedos y erupta :P

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05/09/2019, 22:41
Rhonda Hightower

Viaje a Sotodeoro. Tercer día de la Doncella. Mes del Padre. Año 289 A.C.

Los bosques u colinas eran un sin vivir para los carruajes y el camino se hacía no más largo pero sí más lento. Pero a esas horas, con el frescor de la noche, se agradecía estar allí. Por supuesto Tía Rhonda se había ocupado de traerse hasta dos cocineras, manjares y el mejor vino. Incluso una mosquitera gigantesca con tres estancias para las carpas.

Allí sentados, y después de despachas a los criados, comenzaron a cenar bajo la luz de los candelabros y antorchas.

Bueno, cariños míos. Que aún no me habéis contado qué tal todo. ¿Cómo lo habéis pasado?, ¿ha sido como esperábais?— Preguntó con una sonrisa maliciosa.

Ser Arlo Rowan

Ha sido fantástico tía Rhonda. Te estamos muy agradecidos. Qué palacios, qué servicio. Pero sobre todo gracias por acogernos con tu familia. Eso ha sido lo mejor de todo.—

Tía Rhonda resopló y volteó ligeramente los ojos. Algo que Arlo no entendió y pareció incómodo. Su tía rápidamente lo calmó.

Nada, cariño, si sé que lo dices de corazón. No es eso, cielo. Es que no te has enterado. Deja a Carellyn que es más despierta para estas cosas que tú.— Desvió entonces la mirada hacia su sobrina. —Bueno cielo, cuéntame. Qué tal todo— Volvió a preguntar con más malicia que antes, encantada con la idea de sonrojarlos. Al menos a ella. Seguramente Arlo tardaría algo más y más rojo se pondría.

 

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05/09/2019, 23:13
Carellyn Flores

Viaje a Sotodeoro. Sexto día de la Doncella. Mes del Padre. Año 289 A.C.

Mientras los criados de su tía terminaban de preparar la mesa Carellyn estaba sentada sobre un cojín, trabajando concentrada sobre uno de los bocetos que había hecho durante esos días. Tenía un montón de esbozos de los rostros de todos los habitantes del Faro que había podido conocer, sobre todo de sus primos y sus tíos, además de todos los que había tenido que hacer de Lady Lynesse para mantenerla entretenida y de la montaña de retratos que tenía de su hermano. Pero en ese momento el que estaba perfilando era el de un rostro que sólo había visto en un sueño. Terminó de difuminar el plumaje del cuervo sobre su hombro cuando se dio cuenta de que la cena ya estaba lista y cerró la carpeta. Se limpió el carboncillo de los dedos con el paño que había preparado para ese fin y se aseguró de que no quedaba rastro de él antes de sentarse a la mesa. 

Estaba sirviendo agua en su copa cuando llegó la pregunta de su tía y alzó la mirada, asintiendo de acuerdo con la respuesta de Arlo. Pero al ver el gesto de Lady Rhonda comprendió a qué se refería y abrió mucho los ojos. Sus mejillas enrojecieron y dejó rápidamente la jarra para beber un sorbito de agua. 

—A-ah... pues... bien, bien —respondió, queriendo que el suelo se abriese y la tragase en ese instante—. Muy bien, la verdad. Muy... Todo funciona como debe. Es decir... Uf... Ni te imaginas. Mucho mejor de lo que esperaba. Arlo es increíble, ¿verdad? —preguntó, mirando hacia su esposo por un momento para después sacudir la cabeza al volver a mirar a su tía—. Ni él se lo cree. 

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06/09/2019, 00:56
Ser Arlo Rowan

Viaje a Sotodeoro. Sexto día de la Doncella. Mes del Padre. Año 289 A.C

Arlo miró algo confuso a Carellyn y luego a su tía. De nuevo a Carellyn.

—¿Cómo?, ¿qué?...No comprendo...¿Increíble?...que quier~— Sus ojos se abrieron mucho y se quedó boquiabierto alternando la mirada entre ambas.

Y aquel era el momento anhelado por la tía Rhonda que tapó su boca para contener la risa.

¡Pero cómo se puede ser tan cochinas!...¿No os da vergüenza?.— Aquel discurso moralista y atropellado no pudo por menos que hacer que tía Rhonda dejase caer el cuerpo y la cabeza hacia atrás de la risa, sujetando la mano de Carellyn.

Y cómo...qué...¿cómo qué mejor de lo que esperabas.? — Cayó en la cuenta un momento.

Tía Rhonda dejó caer el cuerpo sobre la mesa desternillada y posó ahora la otra mano que le faltaba sobre la de Carellyn.

Rhonda Hightower

¿Más o menos que Várgul?— preguntó únicamente apoyando también la frente en la mesa sin dejar de reír. Al poco levantó la vista hacia Arlo. — Sea lo que sea que diga, tú no te sientas "pequeño",mi vida...que es normal.—

El rostro de Arlo cambió de repente adquiriendo un gesto serio y concentrado, desviando la mirada hacia los árboles y su oscuridad. Su mano indicaba que guardasen silencio. Su tía no se percató y la siseo bajito para que se diese por enterada. No fue el único en darse cuenta de ello, pues un guardia hizo una señal a otro advertido por algún movimiento. 

Los caballos comenzaron a ponerse nerviosos. Arlo salió de las mosquiteras y con un gesto pidió la espada a un soldado que también se acercaba a prestar apoyo. Este se la dio y empuñó de nuevo su lanza. Arlo regresó atravesando las mosquiteras. 

Tía, Lyn, quedaos tras de mí...— Indicó mientras retrocedía para alejarse de allí. Ya eran cuatro los guardias cercanos que habían acudido hasta allí. Más, a ver que ocurría con los caballos. De aquella zona provinieron los primeros gruñidos y relinches de caballos.  Los siguientes gruñidos, más cercanos. Uno de los soldados fue derribado por un lobo que salió de la espesura, otros comenzaron a salir del mismo lugar de inmediato. 

 

 

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06/09/2019, 01:32
Carellyn Flores

Viaje a Sotodeoro. Sexto día de la Doncella. Mes del Padre. Año 289 A.C.

Ver la cara de Arlo cuando comprendió de qué estaban hablando hizo que valiese la pena la vergüenza que estaba pasando. La risa de Lady Rhonda era contagiosa y no tardó en reír ella también, con las mejillas ruborizadas y todo. Se le escapó una carcajada al escuchar la mención a Várgul y estaba a punto de negarse a responder a eso cuando se dio cuenta de que algo cambiaba en el rostro de su hermano. Se le cortó la risa en seco y tiró un poquito de la mano de su tía para que se diese cuenta de que algo pasaba. 

No sabía de qué se trataba, pero empezó a ponerse nerviosa cuando vio que Arlo tomaba una espada. Ella se puso en pie y cogió un cuchillo de la mesa. Uno que no iba a tener ni idea de usar en caso de necesitarlo, pero que prefería tener en la mano igualmente. 

Se acercó mucho a él, tirando de su tía para que fuese con ella. 

—¿Arlo, qué pasa? —susurró, alterada ella también.

La respuesta llegó en forma de bestia salvaje derribando a un soldado y a Carellyn se le escapó un grito que tapó con su propia mano. No sabía bien qué hacer, así que se mantuvo tras él, con el corazón latiéndole a toda velocidad y el susto metido en el cuerpo.

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06/09/2019, 01:38
Director

Viaje a Sotodeoro. Sexto día de la Doncella. Mes del Padre. Año 289 A.C

Los lobos comenzaron a sembrar el caos en el campamento con los caballos alzándose sobre sus cuartos traseros y dando coces. Los guardias comenzaron a alertar con gritos al resto, aunque el propio jaleo provocado por los equinos, ya era alarma suficiente. La visión de lo que estaba ocurriendo tensó a Arlo que se mantuvo inmóvil y en guardia sosteniendo la espada. Un lobo en carrera se dirigió en dirección a Tía Rhonda, la cual al percatarse emitió un chillido y comenzó a trotar /correr en dirección opuesta con un "¡Aaaahhh, quita chucho, chucho pestoso!" y dando pequeños saltitos para sortear las piedras del suelo. Arlo se interpuso en la trayectoria del lobo con Carellyn a su espalda atemorizada por lo que estaba sucediendo. Arlo asestó un espadazo al animal el cual gimió de dolor e intentó dar una dentellada en respuesta. Su hocico topó con la mosquitera y se enredó en él. El nerviosismo y los movimientos de cabeza del lobo, no hicieron sino empeorar su situación, quedando envuelto por la fina tela que lo mantendría ahí atrapado mientras se impregnaba de sangre.

Sangre que se heló en la familia Rowan cuando del bosque aparecieron tres lobos más de mucho mayor tamaño. Sus alzadas eran similares alas de un pony o un caballo joven. Su majestuosidad era equiparable al temor que infundieron tanto en caballos como en hombres. En principio las tres bestias parecía que se dirigían a por los caballos. 

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06/09/2019, 02:17
Carellyn Flores

Viaje a Sotodeoro. Sexto día de la Doncella. Mes del Padre. Año 289 A.C.

Había visto muchas veces a los soldados practicando con sus armas en el patio, en Sotodeoro primero y en Riverside después. Y había visto hombres heridos en la enfermería junto al maestre. Pero Carellyn nunca había estado en medio de un ataque como aquel, ni por parte de bandidos ni bestias. Lo más parecido que había vivido hasta ese momento habían sido los hombres que la habían asaltado en Riverside. 

Así que no sabía ni cómo reaccionar. No sabía si tirarse al suelo o si echar a correr. Blandía su pequeño cuchillo de mesa como si fuese una gran arma, cuando su filo estaba apenas afilado para cortar un filete. Gritó al ver a su tía alejarse y su corazón se debatió entre ir tras ella o quedarse junto a Arlo. Dio un respingo involuntario cuando la espada de su hermano impactó en el animal y sintió cierta angustia al ver cómo quedaba enredado con la tela, incapaz de escapar. No se le pasó por la cabeza soltarlo, no era estúpida, pero en medio del susto que tenía, le dio lástima. 

Aún no había decidido qué hacer cuando aparecieron los lobos gigantes. Contuvo el aliento, aterrada ante su visión, y su mano buscó la espalda de Arlo para palmearla y llamar su atención hacia ellas. 

—Arlo... mira... —murmuró, con un hilo de voz.

Sus ojos buscaron a Lady Rhonda, o el color de su vestido en la oscuridad del bosque, y cuando la localizó, agarró la camisa de Arlo y tiró de él un poquito, para que fuese con ella hacia el lugar donde se encontraba su tía. No era muy consciente de lo que decía exactamente, pero sus labios se movieron por inercia, elevando una plegaria al Guerrero para que iluminase a los soldados y los ayudase en aquella pelea. 

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06/09/2019, 02:39
Director

Viaje a Sotodeoro. Sexto día de la Doncella. Mes del Padre. Año 289 A.C

El caos era cada vez más extendido. Lo que parecía una manada de lobos, superaba ya la treintena de animales corriendo en todas direcciones. Era como si tres manadas se hubiesen puesto de acuerdo para trabajar juntas y darse un festín. Los gritos de los soldados y los animales aumentaban la confusión. Arlo rápidamente  hizo caso a su esposa y se dirigieron hacia donde su tía corría. Realmente no parecía tener idea de hacia donde lo hacía y se detuvo indecisa como si cualquier opcion no fuese buena. Arlo continuaba espada en mano y fue cuando los dos alfas repararon en ambas mujeres. 

Comenzaron a correr con velocidad, tanta como la de un corcel. Uno se adelantó en dirección a Carellyn. Arlo le asestó un tremendo tajo que casi parecía poder acabar con su vida pero la inercia y el instinto del enorme lobo le condujeron a clavar sus fauces en la pierna de Carellyn pudiendo sentir un desgarrador dolor.

El siguiente Huargo trató de clavar también las fauces en Tía Rhonda la cual logró apartarse de un saltito pero no sin recibir la caricia de las patas y las poderosas uñas del lobo

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06/09/2019, 03:05
Carellyn Flores

Viaje a Sotodeoro. Sexto día de la Doncella. Mes del Padre. Año 289 A.C.

Carellyn se quedó paralizada cuando se dio cuenta de que la enorme bestia iba hacia ella. Miró alrededor, con los ojos muy abiertos y el rostro pálido, sin saber qué hacer o hacia dónde ir. Y antes de que pudiera decidirlo el lobo cayó sobre ella y sus colmillos se clavaron en su pierna. 

Nunca, en toda su vida, había sentido un dolor como ese. Sintió cómo su carne se desgarraba y la sensación cálida y pegajosa de la sangre que manaba de la herida. Su visión se nubló y un zumbido invadió sus oídos. Por un instante estuvo segura de que iba a morir en ese lugar. Sus ojos se aclararon tras la punzada de dolor que había aturdido sus sentidos. Estaba en el suelo y ni siquiera sabía si la había tirado el animal o había caído ella al recibir el mordisco. El dolor se extendía, pulsátil, por toda su pierna, pero el animal seguía en pie, con las fauces abiertas muy cerca de ella, dispuesto a terminar lo que había dejado a medias. Se estremeció de miedo y jadeó.

Aún tenía el cuchillo en la mano y lo blandió por puro instinto de supervivencia, sacando fuerzas de donde ni siquiera sabía que las tenía. Lo clavó en el cuello del lobo y se arrastró de espaldas, tratando de alejarse de él. Pero la pierna le dolía tanto que apenas alcanzó a moverse unos centímetros. Trataba de respirar, de mantener la vista enfocada, porque aún quedaban muchos animales y sentía que estaba a punto de desmayarse. 

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06/09/2019, 03:33
Director

Viaje a Sotodeoro. Sexto día de la Doncella. Mes del Padre. Año 289 A.C.

Tía Rhonda, echó mano a su pelo y lo que en principio parecía un simple pasador resultó ser un fino y punzante pincho el cual clavó en el costado del huargo que se le abalanzó, emitiendo éste un sonido agudo y lastimero dándose a la fuga. Otros lobos lo imitaron pues el botín estaba servido: carne de caballo y carne humana.

Arlo reparó en Carellyn y soltó de inmediato la espada, repitiendo un "nononono" bajito mientras observaba la herida.

 Rhonda Hightower

A mi tienda, Arlo. ¡Rápido!. Yo estoy bien.— 

Le ordenó su tía antes de comenzar a gritar "sanador", en dirección a la tienda apoyando la mano en su costado. Arlo consciente de la herida y la localización, la tomó pero no en brazos, si no sobre su hombro, dejando que el cuerpo de Carellyn cayese boca abajo por su espalda mientras la sujetaba por las nalgas, lejos de la pierna. No la dijo nada...no había tiempo para palabras bonitas o de amor. En él sólo existía la premura de parar la hemorragia de la pierna de su esposa y no perderla. 

Un vez el la tienda de su tía, Rhonda indicó su lecho. No tardó mucho en llegar una mujer la cual se apresuró a ver la herida y taponarla. Ahora sí Arlo se puso de cuclillas junto a ella sujetando su mano mientras apretaba los labios y sus ojos se inundaban de lágrimas. Más sanadores entraron en la tienda para atender también a su tía. 

La mujer que la atendía vertió el contenido de un frasco, una calabaza seca, en su boca. Pronto el intenso dolor fue desapareciendo y sus ojos se fueron cerrando...

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06/09/2019, 11:26
Carellyn Flores

Viaje a Sotodeoro. Sexto día de la Doncella. Mes del Padre. Año 289 A.C.

Aturdida, Carellyn vio cómo los lobos escapaban, sin que supiese muy bien por qué lo hacían. Sabía lo que tenía que hacer, porque se lo había enseñado el maestre. Tenía que poner la mano en la herida y apretar, contener la pérdida de sangre, tenía que... pero todo le daba vueltas y se sentía tan débil que no era capaz casi ni de pensar.

Entre los gritos a su alrededor escuchó la voz familiar de su tía y trató de buscarla con la mirada, sin éxito. Los que sí alcanzó a ver fueron los ojos de Arlo y lo que vio en ellos terminó de descomponerla. Empezó a sollozar bajito, sin fuerzas, mientras la llevaba a la tienda, absolutamente convencida de que se iba a morir. 

No me sueltes —musitó cuando se acuclilló a su lado—. No me sueltes, por favor. 

Notó que le ponían algo en los labios y bebió por inercia, pero sus ojos volvieron enseguida a su esposo y no dejó de mirarlo hasta que los párpados le pesaron tanto que el sueño se la llevó con una resaca arenosa. Si iba a morirse quería que lo último que viesen fuera su rostro. 

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06/09/2019, 11:50
Director

Sotodeoro. Séptimo día del Padre. Mes del Padre. Año 289 A.C.

Carellyn sintió humedad. Roces y agua por su rostro, brazos, pecho, incluso genitales. Se sentía débil y prácticamente era incapaz de moverse. Tenía la boca algo pastosa pero sobre todo se sentía aturdida, como si la habitación se moviese con el vaivén de las olas del mar. Pudo distinguir a dos mujeres desconocidas. Ambas estaban pasando paños húmedos por el cuerpo casi desnudo de la joven. Intentó decir algo, pero una de esas mujeres siseó como indicación de que no hiciese esfuerzos. En cualquier caso probablemente tampoco hubiese podido . Sus ojos volvieron a cerrarse....

Notó el tacto de una mano, una mano cálida que sostenía su cabeza. Lo primero que sus ojos distinguieron fue el rostro de Arlo. Un rostro cansado con marcadas ojeras y una barba descuidada de varios días. Incluso su olor era fuerte, carente sin duda de higiene. Trató de sonreír cuando vio abrir los ojos a su esposa. Seguía completamente embotellada en sí misma. Pudo ver y sentir un beso en la frente que Arlo le dio con ternura, así como el roce de aquella barba descuidada.

Su esposo acercó un cuenco con caldo a la boca de Carellyn. Olía bien, a pollo y a hierba buena.

Bebe Lyn, bebe un poco.— Pidió en tono suave. 

Reconoció una voz al otro lado de la cama.

Anda Arlo, ve a descansar un poco. Ya me ocupo yo.— La voz era la de su tía y en ese instante se percató de que ella debía ser la que sujetaba su mano entre las suyas.

Arlo simplemente levantó la vista al frente con los ojos húmedos y negó una sola vez pero con la firmeza de un yunque cayendo al suelo. 

Despacio...— Se dirigió a Carellyn entonces de nuevo acercando el cuenco. Posó un paño húmedo en su frente para limpar el sudor de su hermana.

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06/09/2019, 12:32
Carellyn Flores

Sotodeoro. Séptimo día del Padre. Mes del Padre. Año 289 A.C.

Flotaba. Su mente flotaba en un charco de melaza, espeso y pegajoso, sin que sus ideas llegasen a tomar forma. Pero al final abrió los ojos. Vio a Arlo y las comisuras de sus labios se curvaron de un modo tan leve que fue prácticamente imperceptible. Frunció la nariz al olerlo. 

Escuchó la voz de su tía y llegó a pensar en mover la cabeza para mirarla, pero se sentía demasiado débil y sus ojos no querían apartarse de su esposo. Notó el cuenco que volvía a acercarse y pensó que beber era demasiado esfuerzo. Sería mucho más sencillo cerrar los ojos otra vez y deslizarse hacia la inconsciencia. Pero Arlo parecía tan cansado... y sólo le pedía eso. Podía hacer el esfuerzo por él. 

Así que abrió los labios y sacó fuerzas para elevar un poquito la cabeza, lo justo para que pudiera volcar el contenido en su boca. Tragó. Sabía bien. Hizo un nuevo esfuerzo para beber un poco más y después apoyó la cabeza de nuevo, agotada. 

¿Dón... de...? —trató de preguntar, pero la garganta le raspaba y hasta hablar le parecía demasiado difícil. 

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06/09/2019, 13:00
Director

Sotodeoro. Séptimo día del Padre. Mes del Padre. Año 289 A.C.

En casa, mi amor...Estás en casa.— Logró escuchar de boca de su esposo antes de volver a cerrar los ojos.

 

Voces que parecían lejanas llegaron hasta ella, aunque consciente de que eran más cercanas. Voces que discutían, voces que gritaban. A pesar de los años aún no había olvidado una de ellas.

...¡Saca inmediatamente a esa bastarda de nuestra casa!, ¡Me da igual que esté herida!. ¡Yo soy la señora  y mientras no esté tu padre se hará lo que yo digo!— La voz de Lady Bethany...como un mal recuerdo que volvía al presente.

Escuchó entonces la réplica de su hermano y marido. Recordaba la rabia de sus palabras en el jardín de Riverside, pero aquello en comparación era un dulce susurro.

Y yo soy el heredero y futuro señor de Sotodeoro y todos sus vasallos. Fuera de aquí ahora mismo o reza porque padre regrese con vida de la guerra, porque si no lo hace te juro por todos los dioses que lamentarás haber nacido.— No, no eran gritos. Era una amenaza tan real y sentida que pudo hasta oler el odio en ella.

Un silencio se hizo hasta que la voz de Arlo rugió como una tormenta de truenos.

¡¡FUERA...DE...AQUÍIII!!... ¡¡¡¡AHORA!!!.—

Acertó a abrir los ojos y ver de espaldas, en la puerta de la habitación guardando el paso, a su hermano. Respiraba de forma agitada pero profunda. El aturdimiento obligó de nuevo a que sus párpados cayesen rendidos...

 

Un beso...en su mejilla. Un aroma infantil...No, no era Arlo. Sentía que se encontraba un poco mejor, apenas una brizna más en aquel desierto que era su agotamiento y confusión, pero suficiente para volver a abrir los ojos. Aquel niño más crecido, más alto, pero igual que en sus recuerdos, tiraba de la manga de Arlo, el cual sonreía.Aún conservaba la barba en su rostro, pero se le notaba más descansado, y limpio.

Mira Arlo ¡está despertando!...¿puedo?.— Preguntó Daniel ilusionado con los ojos húmedos, alzando la vista hacia su hermano.

Claro que puedes...— Respondió sonriéndole.— Pero con cuidado. Está aún muy débil—   

Daniel se acercó hasta ella y la abrazó con cuidado.

¡Carellyyyyyyn.!— Acertó a decir antes de comenzar a llorar escondiendo su rostro en el cuello de su hermana.

 

 

 

 

 

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06/09/2019, 14:00
Carellyn Flores

Sotodeoro. Séptimo día del Padre. Mes del Padre. Año 289 A.C.

En casa.

De haber sido capaz de razonar se habría preguntado qué significaban esas dos palabras, a qué lugar se referían. Pero en ese momento eran suficientes como para hacerla sentir a salvo. Asintió despacio y sonrió antes de quedarse dormida de nuevo. 

Los gritos la arrancaron del dulce abrazo de la inconsciencia con un escalofrío. Esa voz que una vez había creído que sería la de su nueva madre pero que nunca había dejado de destilar odio. Y entonces supo que estaba en casa, con lo bueno y con lo malo que eso implicaba. Tuvo miedo, incluso movió un poco la mano con la necesidad de salir de allí antes de que su madrastra la alcanzase, pero entonces escuchó la voz de Arlo y supo que una vez más la defendía. 

Suspiró, agotada por el esfuerzo de estar siquiera despierta, y volvió a cerrar los ojos con la certeza de que estaba a salvo mientras él estuviera a su lado. 

Un aroma familiar que revolvía algo en su pecho, esa voz de jilguero que iba directa a su corazón, y al abrir los ojos pestañeó, incrédula. 

—¿Dan... iel...? —preguntó, notando que su corazón latía con fuerza.

Miró a Arlo, confusa, agotada, pero también emocionada y agradecida. 

—Daniel, Daniel —murmuró, levantando un brazo para rodear su cabecita y apretarlo contra ella—. Mi pequeño.

Casi no podía creerse que por fin lo tuviera a su lado, que pudiera tocarlo y besar su cabeza. Ella también empezó a llorar por la emoción de verlo, tan enternecida que su corazón se derretía como si fuese de mantequilla.

Oh, qué grande estás. Y qué guapo. Cómo te he echado de menos.