Partida Rol por web

Historias del Dominio

En Familia

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26/08/2019, 04:28
Ser Arlo Rowan

Torre de invitados. Tercer día del Guerrero. Mes del Padre. Año 289 A.C.

Arlo se quedó un momento quieto, descolocado. Sin saber qué decir o hacer. Aunque quizás tampoco lo supiese cuando su tía desconocía el hecho de que su hermana y él se amaban. Aquel baño de realidad le había dejado sin palabras. Que su tía expusiera así las cosas, tan crudamente reales, lo había dejado simplemente mudo, ido. Finalmente se dio la vuelta dispuesto a abandonar la estancia, con la mirada algo perdida. 

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26/08/2019, 04:31
Carellyn Flores

Torre de invitados. Tercer día del Guerrero. Mes del Padre. Año 289 A.C.

Carellyn asistió a aquella lista de opciones sin apartar la mirada de su tía. No había sorpresa en ella, pues todo lo que dijo ya lo había pensado. Seguían siendo las mismas posibilidades que había enumerado Arlo la tarde anterior, las mismas que le daban vueltas en la cabeza cada vez que dejaba de estar ocupada. 

Aún así, una parte de ella seguía oponiéndose. Quería creer que había algo más para ella que la desdicha y la tristeza. Sólo que aún no era capaz de ver esa opción que solucionase todos los problemas. 

Pestañeó, algo confusa cuando Lady Rhonda los despachó. Sin decirles lo que tenían que hacer, ni amenazarles. Sin gritos ni reproches. Carellyn vació sus pulmones y se dio la vuelta para salir de allí. No se despidió, ni agregó nada más pues le parecía que ya todo había sido dicho. Había sido bonito creer durante dos días que tenía una familia otra vez, pero esa sensación se había quebrado en unos minutos. 

Miró a Arlo al salir y su ausencia de expresión le pareció elocuente. Ya había perdido aún antes de empezar a jugar. Se le pasó por la cabeza detenerlo, pero aún seguía profundamente decepcionada con él, más después de que hubiese confesado el secreto que compartían a la primera de cambio y aún más después de que ni siquiera hubiera sido capaz de defender su amor. 

Dejó de mirarlo y se encaminó hacia las escaleras en silencio. Si quería marcharse, que se marchase. Si quería detenerla, que la detuviese. Fuese lo que fuese, iba a ser él el que diese el siguiente paso, si es que quería dar alguno. En ese momento se sentía tan derrotada que ni siquiera contaba con él para eso. Si no la frenaba, regresaría a la torre del Lord y se metería en su cuarto.

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26/08/2019, 12:11
Ser Arlo Rowan

Torre de invitados. Tercer día del Guerrero. Mes del Padre. Año 289 A.C.

Y con ese pensamiento y con tan sólo el sonido de los pasos de ambos, Carellyn se dispuso a marchar a sus aposentos. La expresión de Arlo había comenzado a decir lo que el silencio se encargó de terminar. Que todo aquello había sido un gran error, que el joven cumpliría con su familia y contraería matrimonio con Aquilegia, llegaría a ser algún día señor de Sotodeoro y sus vidas se separarían para siempre. 

Así tal vez pudo parecer hasta que sintió como su mano tomaba la suya y la detenía. No tuvo que girarse, pues fueron sus pasos los que la condujo frente a ella si soltar su mano.

Vámonos—  Dijo dejando un silencio tras aquello. —No necesito familia, ni castillo ni título ni apellido. Sólo a ti. No cometeré el error de padre, ni te haré vivir como una concubina.— Era como si hubiese necesitado escuchar la realidad de boca de otra persona que no fuesen ellos dos para decidir. Para verlo con claridad y preguntase en su interior qué hacer, como hacía un instante su tía había dicho. —Vámonos juntos, lejos de aquí.— Había algo en su expresión que le hacía parecer distinto, algo nuevo que no había visto hasta ahora. Era como si se sintiese libre.

No digas nada ahora si no quieres...Y Lyn, sea lo que sea, quiero que sepas que está bien. — Sonrió con tristeza, como si intuyese una respuesta negativa. — Pero yo no viviré más una farsa. Partiré de igual modo. Si no vienes, lo entenderé y te desearé lo mejor. No voy a vivir más para el resto del mundo, ni a dejar que decidan por mí. Y mucho menos a vivir avergonzado por amarte. Si el mundo no puede aceptar que te amo, entonces este no es mi mundo. Pero te aseguro que cuando esté en el barco yo sí le gritaré a todo Poniente que te amo.—

Soltó su mano como si la dejase marchar y de nuevo la sonrió con esa pena en la mirada aún presente. Si ella no dijera nada, él se marchará. 

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26/08/2019, 14:54
Carellyn Flores

Torre de invitados. Tercer día del Guerrero. Mes del Padre. Año 289 A.C.

Carellyn no se esperaba la mano de Arlo y se detuvo en cuanto la notó. Subió la mirada para poder mirarlo a los ojos. Creía que sabía lo que iba a decir. Que era el final. Que no debían volver a verse. Que había cosas más importantes que ellos dos. Estaba preparada para eso, pero no para esa única palabra con la que parecía liberarlos a ambos de todas las ataduras. 

Pestañeó, confusa, sin dejar de mirarlo. Estaba a punto de decirle que si lo dejaba todo por ella no tardaría en arrepentirse y culparla, pero mientras escogía las palabras él seguía hablando y afirmaba que se iría igualmente sin ella. Entonces fue cuando comprendió que aquello iba en serio y su corazón volvió a latir con fuerza dentro de su pecho. 

Dime cuándo y cómo. Y ahí estaré —dijo, absolutamente decidida, sin que hubiese duda alguna en su voz. Habría mil problemas y asuntos que decidir, pero en ese momento pensó que ya los solventarían—. Estar contigo es lo único que quiero.

Volvió a tomar la mano que él había soltado y acarició sus dedos, aún con su mirada clavada en la de él. 

Pero, Arlo... No vuelvas a dudar de que te amo más que a nada ni nadie en este mundo y lo haré siempre, desde siempre y para siempre —recordó. Su voz en esa advertencia aún sonaba dolida por lo que había pasado un rato atrás—. Puedo enfrentarme a todo Poniente si estás a mi lado. Pero te amo demasiado para enfrentarme a ti.

Se quedó callada un momento y luego apartó sus ojos despacio de él para mirar hacia atrás, hacia la puerta por la que acababan de salir. 

—Las cosas van a complicarse, seguro. Si crees que la tía Rhonda ha dicho su última palabra... —Negó con la cabeza y volvió a mirarlo a él, con una decisión juvenil y enamorada brillando en sus pupilas—. Creo que van a tenernos muy vigilados de ahora en adelante. Vamos a tener que movernos con mucho cuidado. Seguramente ni siquiera deberíamos hablar de esto aquí. 

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26/08/2019, 15:56
Ser Arlo Rowan

Torre de invitados. Tercer día del Guerrero. Mes del Padre. Año 289 A.C.

No lo haré. Te lo prometo.— Respondió con una seguridad y tranquilidad que eran abrumadoras ante la queja y advertencia de Carellyn. Sin temor alguno, con total confianza.

Tía Rhonda está dolida porque nos quiere, Lyn. Yo he visto ya sus cartas a padre. Decenas de ellas, en las que hablaba de ti, en las que lamentaba no poder verte ni escribirte.* Siempre como una madre para todos, incluso para padre aunque sea su hermana pequeña.— Bajó el tono y se acercó un poco a Carellyn para apaciguar su temor. Temor del que carecía ahora Arlo.

De hecho, creo que cuando asimile y se convenza de que esto no es un capricho de niños y que es real, será la única que nos ayude y apoye.— Confesó. —Vayamos a Antigua, Lyn. Hablemos con ella sin miedos, sólo con la verdad. Yo confío en ella...— Propuso sin mandato alguno.

Pero si dudas de mi criterio, lo comprendo. Y no será esto un motivo de conflicto entre ambos... y lo haremos como tú decidas, como te haga sentir más segura.

Notas de juego

* Los Higtower son muy dignos y elitistas. O lo eran hasta que Rhonda ha ido "conquistando" poco a poco el Faro. 

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26/08/2019, 16:37
Carellyn Flores

Torre de invitados. Tercer día del Guerrero. Mes del Padre. Año 289 A.C.

Asintió, aceptando su promesa con una mirada que era casi solemne. Aún así pensaba que los dos tenían una charla pendiente sobre la confianza entre ambos, y si de ella dependía la tendrían pronto. Pero por aquel día aquello era más que suficiente. 

Lo escuchó, indecisa. Siempre le había gustado su tía, pero hasta hacía dos días apenas la había conocido siendo niña, con una perspectiva muy distinta del mundo y las personas. Y en esos dos días había llegado a sentirse unida a ella, la había reñido, escuchado, aconsejado, ayudado, comprendido... y sí, reñido otra vez. La veía bien capaz de imponer su voluntad, por la fuerza y también con delicadeza. ¿Sería también capaz de aceptarlos y seguir queriéndolos fuese cual fuese la decisión que tomasen? Le habría gustado, pero no tenía la respuesta a esa pregunta. 

Tú la conoces mejor —reconoció al fin, tras varios segundos de valorarlo en silencio—. Iremos a Antigua. —Y en cierto modo esa decisión aliviaba también el peso de tener que quedarse una vez lo había anunciado y soportar las preguntas—. Le demostraremos que esto no va a desaparecer porque lo ignoremos o lo metamos debajo de una alfombra. Tendremos así tiempo también para planear con calma cómo lo haremos. —Tragó saliva y respiró despacio—. Y si sale mal y nos encierran, tendrás que encontrar la manera de escaparte y secuestrarme —Suavizó su expresión y apoyó su frente en el pecho de su hermano—. Conozco un septón que tal vez podría estar dispuesto a casarnos. Tal vez, no es seguro. Pero podría preguntarle. 

Había algo más. Carellyn empezaba a darse cuenta de que si iban a huir juntos de Poniente iba a tener que explicarle esas cosas sobre ella que resultaban tan difíciles de creer. Aún no sabía cómo iba a hacerlo y no le parecía que corriese prisa, pero no podía comenzar una vida a su lado con un secreto como ese entre los dos, así que a la lista de asuntos en los que pensar se sumaba uno más. 

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26/08/2019, 17:36
Ser Arlo Rowan

Torre de invitados. Tercer día del Guerrero. Mes del Padre. Año 289 A.C.

Arlo asintió conforme a sus palabras. Aunque no pudo evitar sonreír de medio lado cuando mencionó la posibilidad de que los capturasen y encerrasen teniendo él que escapar para liberar a su amada. Cuando mencionó lo del septon no albergó duda alguna como desde que comenzaron a hablar.

—Si crees necesario que te acompañe a ver a ese septon, nada me gustaría más.— Respondió primeramente. La miró un instante más. —Siento lo ocurrido, Lyn.— Se disculpó. — Pero ya no siento temor alguno. Ya sé quien soy y lo que realmente me importa. Tía Rhonda se equivocaba. No maté al niño que era para convertirme en hombre. El niño sólo creció, nada más. — Dijo tomando sus manos.—Pero estaba asustado...mucho. Y ya no lo estará jamas.— Las juntó para envolverlas con las suyas.

Siento lo que dije sobre tu amigo. Y no me importa lo que haya ocurrido entre vosotros. Incluso si decidieras irte con él, o algún día con otra persona, en el fondo sería feliz sabiendo que tú lo seras.—  Besó entonces sus manos. —Nadie mejor que yo comprende lo que significa amarte y no culparé a otro hombre por hacerlo.— La acercó hasta él para abrazarla y besó su frente. Carellyn pudo sentir su serenidad, su bienestar. Como todo el miedo que lo había aprisionado ya no estaba allí, y hubiese conseguido romper los barrotes que le mantenían cautivo liberando al verdadero Arlo que ella recordaba, convertido ahora en un hombre. Tuvo que estar a punto de perderla a causa de sus temores para darse cuenta que nada le importaba excepto ella. Y esa sensación la abrazó con calidez. Por un instante notó que nada más importaba y ella misma logró evadirse de todo. Ni aquel abrazo la preocupó pues a ojos de otros bien podría ser el abrazo de un hermano mayor feliz de volver a su hermana aunque sólo ellos supieran que quería decir mucho más.

Y fue entonces cuando sus ojos lo vieron con claridad. Brotes de pequeñas flores comenzaron a alzarse entre las juntas de los adoquines. Notó algo en su pierna, era la mamá de la camada de gatitos que se restregaba en su faldón, mimosa pero con una pata lastimada. El cielo tronó y comenzó a dejar caer su lluvia sobre Riverside. El estruendo alertó al felino que se alejó corriendo sin cojera alguna. 

Era como si el mundo la abrazase como a una madre.

Te amo Carellyn. Y sólo eso recibirás de mí a partir de ahora, amor.—

 

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26/08/2019, 18:47
Carellyn Flores

Torre de invitados. Tercer día del Guerrero. Mes del Padre. Año 289 A.C.

Las palabras de Arlo eran como un bálsamo que iba curando las heridas de la discusión previa. A medida que iba hablando se iba sintiendo más tranquila, más protegida. Su corazón estaba tan lleno que le parecía que iba a rebosar en cualquier momento. Ni siquiera le importaba descubrir en lo que decía que había estado espiando él también. Y cómo iba a molestarle si ella había hecho lo mismo. 

El cambio en cuanto a Aldern y todo lo que le rodeaba hizo que sus ojos se abriesen con sorpresa. Todo había sido tan brusco y de repente era tan suave que sentía que ella iba a destiempo, amoldándose sobre la marcha. 

—Te contaré lo que necesites saber sobre él —le dijo—, sobre la carta que le envié ayer y la que le envié a Padre. Creía que preferías no saber nada, pero ahora veo que fue un error no decírtelo desde el principio. 

Se abrazó a él, rodeando su cintura y apoyando la mejilla en su pecho. Suspiró, sintiendo en su interior esa sensación cálida y serena que parecía desprenderse de él. Lejos quedaban las turbulencias de unos minutos atrás, de nuevo sentía que estaban en paz, que nada importaba en el mundo entero si estaban juntos.

Frunció el ceño con extrañeza al notar que algo se movía en las juntas del suelo y sus ojos se desviaron entonces hacia la gata. Le dio lástima notar que estaba herida, pero no alcanzó a moverse siquiera antes de que el trueno diese camino a la lluvia. Su estómago cosquilleó con la idea de que otros pudieran descubrir que pasaban cosas raras a su alrededor y alzó la mirada sin separarse de Arlo, para comprobar si él había notado algo. Su último susurro la hizo sonreír y lo abrazó con más fuerza. 

—Siento haber dicho que eras un asesino... No lo pensaba en realidad, sólo estaba enfadada. Y bueno... todo lo demás. Discúlpame.

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26/08/2019, 19:52
Ser Arlo Rowan

Torre de invitados. Tercer día del Guerrero. Mes del Padre. Año 289 A.C.

—Cuando tú quieras. No te preocupes.— Respondió con sosiego a su intención de hablarle sobre esas cartas. Su porterior disculpa, lo hizo negar.

No más disculpas, Lyn. Ya no. Todo eso queda atr...— Arrugó la nariz y se encogió de hombros cuando sintió que la lluvia se endurecía, al igual que Carellyn pudo también notar. La cogió de la mano y buscó el resguardo de las almenas. Fue cuando se percató de aquel fenómeno que ya había presenciado antes, aunque no había echado cuenta de la gata.

De nuevo miró fascinado a Carellyn, algo incrédulo.

Quizás deberíamos hacernos con tierras en el desierto y permanecer abrazados todo el día...— Sonrió confuso sin comprender cómo ocurría aquello, pero con la sensación de que no era nada malo, sino lo contrario —¿Tú lo entiendes?— 

 

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27/08/2019, 00:57
Carellyn Flores

Torre de invitados. Tercer día del Guerrero. Mes del Padre. Año 289 A.C.

Las mejillas de Carellyn tomaron algo de color cuando Arlo se dio cuenta de lo que ella ya había visto. No sabía bien qué cara poner y empezaba a pensar que iba a ser difícil disimular aquel asunto si cada vez que se abrazaban brotaba un jardín a su alrededor. 

Respiró despacio. No iba a mentirle por nada del mundo, pero tampoco quería complicarle demasiado la existencia con algo que ni ella comprendía. Menos después del rato tan intenso que habían pasado aquel día. Sin embargo, después del fracaso de la noche anterior con el experimento del maestre, también sentía que había ahí un aprendizaje para ella, algo que debía ayudarla a entender mejor todo aquello. 

Es... es un poco complicado de explicar —le dijo al fin—. Y no, no lo entiendo. Pero creo que tiene que ver con algo de mí que aún no te he contado. Suena a locura y no quería que creyeras que he perdido la cabeza. Espero que la estancia en Antigua me ayude a comprenderlo mejor. —Suspiró, se daba cuenta de que se estaba enredando demasiado—. Te lo explicaré durante el viaje, ¿vale? ¿Podrás esperar? 

A pesar de haber preguntado no le dejó tiempo a responder antes de hablar otra vez, pues una idea empezaba a germinar en su cabeza. 

—Sal conmigo, por favor. Me gustaría probar algo y creo que te necesito a mi lado. 

Tenía intención de buscar algún arbusto reseco por el calor de los últimos días o alguna planta débil o enferma. No iba a volver a matar nada sólo por probar, ni siquiera una simple margarita. Tampoco tenía muchas esperanzas de que llegase a funcionar, aún cuando él aceptase seguirla bajo la lluvia que arreciaba. Carellyn empezaba a creer que no era ella quien tenía el timón con aquel... lo que fuese. Y que no podría averiguar más hasta que Ser Dwain regresase para guiarla. Pero quería intentarlo una vez más antes de marcharse al día siguiente.

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27/08/2019, 01:44
Ser Arlo Rowan

Torre de invitados. Tercer día del Guerrero. Mes del Padre. Año 289 A.C.

Arlo asentía mientras la escuchaba con la cara de desagrado que se dibuja en alguien que se está empezando a calar. Lo que empezó como una ligera lluvia se iba intensificando cada vez más siendo ya una tormenta.

Como respuesta la cogió de la mano y volvió a asentir, esperando a que ella le guiase, pues no sabía exactamente donde quería ir su hermana.

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27/08/2019, 01:54
Carellyn Flores

Torre de invitados. Tercer día del Guerrero. Mes del Padre. Año 289 A.C.

Los labios de Carellyn se curvaron en una sonrisa al ver que aceptaba ir con ella. Entrelazó los dedos con los suyos y tiró de él para que la siguiese. Así, salió de la torre de invitados para ir directa hacia la primera muralla, donde había visto alguna vez rastrojos secos por la falta de agua y el exceso de sol. El agua empezaba a calar su pelo, haciendo que se le pegase al rostro, y su ropa, que pesaba más a cada paso. Cualquiera de esos dos inconvenientes habría sido suficiente obstáculo para que la muchacha regresase al castillo a toda prisa en cualquier otro momento... pero en aquel apenas notaba las molestias, demasiado centrada en su objetivo. Al encontrar lo que buscaba se giró hacia Arlo con los ojos brillantes. 

—Aquí —dijo, tomando su otra mano—. Aquí es perfecto. Y ahora, ven. 

Se acercó a él despacio, contemplando las gotas que se deslizaban por sus rasgos delineándolos, descubriendo un romanticismo en estar bajo la lluvia que no habría creído posible. 

—Abrázame —pidió, guiando sus manos hacia su espalda antes de soltarlas. 

Ella puso una sobre su brazo y la otra la dejó caer, rozando con la punta de los dedos las ramas del arbusto que había escogido. Cuando estuvo muy cerca, apoyó la mejilla en su pecho y cerró los ojos. Podía aspirar su aroma, mezclado con el olor fresco del agua. Incluso le pareció que podía escuchar su corazón latiendo bajo su piel. No se esforzó por sentir o por pensar nada. Simplemente respiró despacio, disfrutando de la paz que la invadía entre sus brazos. Funcionase o no, se empapase por completo o no, el momento estaba siendo perfecto. 

- Tiradas (1)
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27/08/2019, 02:17
Ser Arlo Rowan

Torre de invitados. Tercer día del Guerrero. Mes del Padre. Año 289 A.C

Arlo se sintió confuso, no entendía aquello, pero no hizo ni amago de no acercarse a ella. La abrazó y la miró un instante en silencio. Parecía que ya no le importaba el agua, calado como estaba. Y la besó allí mismo, con la misma seguridad que había mostrado tras descubrir que nada más que ella le importaba. El beso fue intenso, pero no brusco, como el torrente continuo de un gran río. La apretó un poco contra él para sentir más su cuerpo, mientras el agua se entrelazaba con sus labios. Por un momento, Carellyn se perdió en aquella sensación y olvido el arbusto, incluso la lluvia, como si el tiempo se detuviese para ambos. 

Sólo ambos se detuvieron a la vez cuando notaron que algo les tocaba la cabeza. Cuando miraron el arbusto no sólo haía florecido. Había crecido tanto que sus tallos eran casi ramas que superaban incluso la altura de Arlo. Arlo rió sin dejar de sorprenderse y se llevó la mano a la boca para tapar...ni el mismo sabía que. Volvió a entrelazar sus dedos con los de ella  sin perder la sonrisa.

Lyn, fíjate...— Alargó entonces la mano para tocar con delicadeza una de esas flores, como si quisiera percatarse que era real y no una ilusión, pero a la vez contemplar su belleza.

Entonces recordó a Ser Dwain. Él era destrucción. Todos lo consideraban casi una encarnación del Guerrero. Y si había algo con lo que él había tenido que lidiar era con la ira y el dolor. Tanto, que incluso ya parecía hasta aprovechar su potencial. Recordó viéndole practicar en la trastienda de Várgul, con movimientos precisos, calculados, pero tremendos y brutales. Una ira controlada. Quizás ella era similar de alguna forma, solo que con otra emoción. Quizás ella debía sentir y controlar su cariño o amor. Tal vez no emanaban de una forma frívola, sino cuando de verdad sentía algo puro que la hacía sentirse feliz, aislada de toda preocupación. Y sintió como si le quedase mucho camino por recorrer, un camino que Ser Dwain había ya recorrido durante años. En esencia tal vez fuesen lo mismo y por ello, el caballero estaba predestinado a encontrarla y descubrirla.*

¿Tú puedes hacer esto?— Preguntó como si realmente fuese posible y eso no pudiera ser más maravilloso.

Notas de juego

Eso y el dado de 6 claro.

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27/08/2019, 03:00
Carellyn Flores

Torre de invitados. Tercer día del Guerrero. Mes del Padre. Año 289 A.C.

Cuando sus labios se unieron los de Carellyn dibujaban una sonrisa. Se elevó sobre la punta de sus pies y rodeó su nuca con las manos, pegándose más a su cuerpo. Se sentía tan bien que no tardó en olvidarse de cuál era el propósito que la había llevado a salir bajo la lluvia. Ni siquiera importaba nada más que ellos dos y los sentimientos que la embargaban cada vez que se tocaban. Para ese momento su ropa y sus cabellos ya estaban completamente empapados, sus rostros bañados por ese agua que compartía sus besos. Creyó que sería feliz si pudiera permanecer así para siempre.  

Fue el roce en su cabeza lo que la hizo volver a la realidad y sus ojos se abrieron como platos al ver la envergadura de lo que había sido un arbusto reseco. Su boca se abrió también mientras se movía un poco para poder mirarlo hasta arriba. 

Se le escapó una risita al escuchar a Arlo y contempló fascinada cómo tocaba con los dedos una de las flores. Después la tocó ella también, queriendo asegurarse de su solidez. Creyó empezar a comprender, vislumbrar un atisbo al menos del camino que debía seguir. No estaba segura de si podría hacerlo ella sola, pero sus ojos buscaron a Arlo y sonrió. Con él a su lado no necesitaba hacer nada ella sola. 

—Sin ti no habría podido —respondió, lamentando tan sólo no haber sabido eso antes de que el pajarito muriese sin necesidad. Aunque, por otro lado, no podía explicarle aquello al maestre. No si no quería que al pobre hombre le diese un ataque. Volvió a tocar con cuidado las ramas y suspiró—. Es increíble, ¿verdad?

Deseó que Ser Dwain pudiese ver lo que había aprendido a hacer en su ausencia. Pero mientras pensaba en eso se estremeció. Hacía calor, pero llevaban ya varios minutos bajo la lluvia. Sin embargo estaba tan emocionada que no le prestó atención alguna a aquel escalofrío y sólo apoyó la cabeza en el pecho de Arlo, feliz de que hubiese funcionado. 

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27/08/2019, 12:07
Ser Arlo Rowan

Torre de invitados. Tercer día del Guerrero. Mes del Padre. Año 289 A.C.

Ambos estaban ya tan empapados que incluso la sensación de malestar por la lluvia se había atenuado. Era como si ya directamente se hubiesen introducido en un lago y permaneciesen en él. El sonido de la lluvia chocando contra las piedras y tejados del castillo junto a algún rayo lejano y su posterior rugido se alternaba cada cierto tiempo. Alrlo tuvo que acercarse un poco más para que pudiese ser escuchado por su hermana con claridad.

Pero si yo no he hecho nada.— Aseguró feliz y encantado. Arrancó entonces una de las flores y la colocó en el pelo de su hermana, justo sobre la oreja. Al menos hasta que un goterón la golpeó y la hizo caer para que un pequeño torrente de agua la arrastrase pendiente abajo. Frunció entonces el ceño y arrugó la nariz con una pequeña frustración por haberse chafado ese intento de gesto romántico. Luego apartó el agua del rostro con las manos y continuó echándose el pelo hacia atrás, mientras miraba a su alrededor. Volvió a tomarla de la mano y tiró de ella.

Ven, Vayamos allí. Parece más resguardado.— No esperó casi ni respuesta y tiró de ella mientras trotaba en aquella dirección. Al llegar, la liberó el rostro de agua, hasta que el pelo comenzó a dejar que varios hilos resbalasen de nuevo por las mejillas de Carellyn. recogió su pelo colocándolo en distintas direcciones.

Qué hermosa eres, Lyn...— Dijo desinflando sus pulmones con admiración. —Eres la persona más especial que he conocido nunca.— La miró entonces con ternura, intentando memorizarla justo así, empapada, radiante.

Notas de juego

 

 

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27/08/2019, 13:41
Carellyn Flores

Torre de invitados. Tercer día del Guerrero. Mes del Padre. Año 289 A.C.

Y yo no controlo cómo lo hago —le respondió, encogiéndose de hombros.

Y es que, si no fuese por el primer pajarito y lo que Ser Dwain le había mostrado, para Carellyn perfectamente podría ser Arlo el responsable de todo aquello. Aunque le gustaba más pensar que era la suma de los dos. 

Lo contempló con ternura mientras le ponía la flor en el pelo y se rió al ver su expresión cuando la lluvia se la llevó. Siguió riéndose mientras él se intentaba quitar el agua de la cara y colocar el pelo. Se reía y ya no sabía ni de qué, sólo que se sentía completa y absurdamente feliz. Liberada de algún modo al haberle mostrado lo que podía hacer y que hubiese funcionado y que él se lo hubiese tomado tan bien.

Aún seguía riéndose mientras se dejaba guiar hacia un lugar más resguardado. Al llegar se lo quedó mirando, con los ojos brillantes y una sonrisa enorme que parecía estar a punto de volver a convertirse en risa. 

Creo que no tiene arreglo —dijo, riendo de nuevo al ver sus intentos por peinarla.

Sus mejillas tomaron un tono sonrosado con sus últimas palabras y apoyó las dos manos en su pecho para ponerse de puntillas y besarlo otra vez. 

—Sólo piensas eso porque estás enamorado —murmuró con un tono juguetón contra sus labios. Notaba cómo la tela mojada delineaba sus músculos y suspiró—. Oh, por los Siete, Arlo, deberías llevar la camisa mojada cada maldito día. 

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27/08/2019, 14:34
Ser Arlo Rowan

Torre de invitados. Tercer día del Guerrero. Mes del Padre. Año 289 A.C.

Y porque haces crecer flores...— Contestó con un susurro como si fuese un secreto entre ambos. 

Pero el pequeño arrebato de lujuria de ella, le arrancó una risa contenida. —Con un cubo de agua los días que no llueva, deseo concedido.— Vertió con delicadeza en su oído dejando su respiración en él antes de rozarlo con sus labios. De nuevo la miró en silencio con devoción. 

—Vámonos a un sitio seco. Sígueme la corriente. Confía en mí. — Pidió divertido antes de girarse y echar la vista atrás.

Monta...—

Sostuvo entonces con firmeza las piernas de su hermana y comenzó a correr bajo la lluvia con pasos rápidos y cortos. Incluso se permitió algún saltito cual corcel. Encaró en dirección a la torre de invitados mientras reía divertido. Los dos guardias que la custodiaban los observaron llegar. Una vez allí la soltó con cuidado para que pudiera bajar.

—¿Soy o no soy mejor montura que cuando éramos niños?— Preguntó con total desparpajo delante de los guardias. Luego se giró hacia uno de ellos.

Soldado, podríais pedir al servicio que nos trajesen algo para secarnos a mi habitación?. Y para su pelo también. Nos ha pillado la tormenta pero a base de bien.— Comentó.

El soldado asintió y añadió en forma de ayuda, que podía también avisar a la dama de confianza para que mandase a alguien con ropa seca para Lady Carellyn.

 Muy bien. Perfecto— Asintió mirando a Carellyn por si le parecía bien a ella también. —Cuando te traigan la ropa, me salgo y te cambias. Te secas bien el pelo y cuando amaine la tormenta, ya si acaso regresas a tus aposentos. Que mañana no querrás pasarte el viaje entero tosiendo ¿no?— 

Se dirigió de nuevo al guardia. —Estaremos en mi habitación.— Informó para cuando llegasen los paños y la ropa.

Subieron las escaleras y entraron en su habitación. 

—Mejor, ¿no?— Preguntó una vez ya dentro. No tuvieron casi que esperar a que llegasen los paños. Algo más para el vestido, al cual Meredith había añadido una capa para resguardarse de la lluvia y calzado seco, como pudo observar cuando la criada se lo entregó. Arlo permaneció un rato fuera de la habitación para continuar con las apariencias y esperó el aviso de Carellyn. 

Cuando de nuevo estuvieron juntos, su hermano aún calado, tomo un paño y se secó el rostro. 

¿Qué te parecería si fuésemos actores por todo el mundo y representásemos obras?—. Sonrió. Tomó otro y la envolvió el pelo secando sus mejillas y su cabello totalmente encantado con ella y por ella.

—¿Te quedas un rato...?— Era obvio que lo haría a causa de la lluvia, pero pudo intuir sin lugar a dudas, que no era eso lo que estaba preguntando. 

 

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27/08/2019, 16:12
Carellyn Flores

Torre de invitados. Tercer día del Guerrero. Mes del Padre. Año 289 A.C.

Los labios de Arlo tan cerca de su oído dejaron un cosquilleo cálido, que se extendía desde el lóbulo de su oreja hasta su nuca. Carellyn exhaló el aire de sus pulmones lentamente, mirándolo arrobada mientras él la miraba a ella... Hasta que se le escapó un pequeño estornudo que le hizo reír. 

Asintió a la propuesta de su hermano de marcharse de allí y ni siquiera se lo pensó dos veces antes de hacer lo que le pedía. Rodeó su cuello con los brazos y soltó una carcajada cuando él empezó a correr. Para cuando llegaron a la torre y la ayudó a bajar le costó dejar de reírse. 

—Infinitamente mejor ahora —convino, alzando las cejas con un gesto divertido. 

Después escuchó la conversación que mantenía con el guardia y asintió cuando hablaron de ropa seca para ella. Sin duda estaba encantada de contemplar cómo Arlo manejaba la situación. 

Ya en sus aposentos suspiró, con esa sonrisa imborrable en los labios. Era agradable estar en un lugar seco, no tanto tener varias capas de ropa pegadas a la piel dificultándole el movimiento. Trató de no moverse demasiado para no empapar todo el suelo antes de que llegasen los paños secos. 

Una vez a solas se desprendió del vestido enseguida, asegurándose de separar de él el broche de mariposa y la bolsita en la que llevaba la moneda del septón Meirin. Dejó ambas cosas apartadas para no olvidarse de cogerlas antes de marcharse y se secó bien antes de vestirse de nuevo con la ropa que Meredith le había enviado. Se dio toda la prisa que pudo, pues incluso la distancia de la puerta que la separaba de su hermano le parecía demasiada en ese momento. 

Fue a abrirle en cuanto estuvo más o menos lista, sin preocuparse demasiado por no tener alguna arruga en el vestido y aún descalza. 

—Vamos, entra —dijo, haciéndole gestos también con la mano. 

Su sugerencia amplió su sonrisa y estimuló su imaginación. Recorrer el mundo nunca había llamado especialmente su atención, aún menos cuando se trataba de viajar por tierras llenas de salvajes. Pero se imaginaba haciéndolo junto a Arlo y hasta comprendía a Terrence Dragnos y su afán por conocer lugares extraños. 

—¿Podríamos? —preguntó, con los ojos brillantes, dejándose cuidar—. No se me da nada bien cantar, pero tengo buena memoria para los romances. Aunque creo que me moriría de vergüenza con tanta gente mirándome. Y tú... tú serías un actor maravilloso —afirmó, encandilada con su sonrisa—. Por cierto, ¿sabes que conozco a un joven que va a partir pronto hacia Essos? —comentó entonces—. Lord Terrence Dragnos. No sé la fecha exacta, dijo que trataría de esperar a partir tras el matrimonio de su hermano... si no tardaba demasiado. A lo mejor podríamos averiguar más sobre su viaje

Tal vez habría seguido parloteando sobre viajes y representaciones, pero llegó la pregunta susurrada de Arlo y todo eso se esfumó de su mente en ese momento. 

—Pero claro que sí —dijo, acercándose a él y tomando sus mejillas entre las manos para unir sus labios—. Claro que me quedo un rato. Y dos ratos. Todos los ratos que quieras. Ademas veo que necesitas mi ayuda, porque aún sigues con esa ropa empapada —agregó, con una sonrisa traviesa—. Y no quiero que enfermes durante la noche.

Lo soltó y sus manos se dirigieron hacia su camisa para empezar a desnudarlo.

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27/08/2019, 17:22
Ser Arlo Rowan

Torre de invitados. Tercer día del Guerrero. Mes del Padre. Año 289 A.C

No obtuvo respuesta de él. Sólo una mirada que la recorría con deseo y cariño por igual. Soltó despacio los pocos botones y amarres que Carellyn había asegurado en el vestido. Los suficientes para que se sostuviese al asomarse a la puerta, pero demasiado pocos para complicar a su hermano. Dejó entonces que el propio peso del vestido cayese y mantuvo la mirada sobre ella y sobre su total desnudez. Nada dijo tampoco cuando ella comenzó a despojarle de la ropa. Su cuerpo estaba empapado por el agua pero no se quejó por ello. La tomó de la mano y la condujo al lecho. Verla así, con el pelo suelto, aún húmedo, radiante, llena de vida...era como si la volviese a ver de nuevo tras largos años, con anhelo.

Los besos y caricias se sucedieron, pero también las miradas. Miradas que los anclaban como uno. Arlo no dejó ni una sola parte del cuerpo de su amada sin contemplar, sin besar, sin acariciar...si amar. Su entrega y energía era tal que Carellyn puedo sentir su fuego interior tantas veces que perdió la cuenta. Era como si todo lo que Carellyn le ofrecía, le hiciese también florecer a él, como lo habían hecho antes flores y arbustos. Lo llenaba de vida y pasión y él la empleaba en demostrar su amor. Incluso cuando finalizaron aquel acto de entrega mutuo, pareció desconcertado, como si nunca hubiese llegado  a semejante conexión y pasión.  Y no parecía cansado, incluso podría continuar, como si ella le otorgase el don de la virilidad eterna.

Pero la pasión ha de apagarse con ternura, y la abrazó como si temiese perderla, deseando permanecer así tal y como estaban, con las emociones que recorrían su cuerpo, una y mil vidas.

Perdió la atención de los ojos de Carellyn un durante un rato en el que estuvo acariciando su pelo y jugueteando con los dedos con uno de sus mechones. Volvió a mirarla.

Lyn... Mañana durante algún momento del día debemos hablar con tía Rhonda.— Recordó lo inevitable. —Déjame hablar primero. Si alguna bofetada Rowan vuela, déjamela a mí. No te fallaré Lyn. Ya no...— Pausó la conversación para darla un beso suave y entregado  mientras la rodeaba con su brazo para que se acurrucara en su pecho. 

Hay otra cosa más Lyn. Me duele hablar de ello, no te lo voy a ocultar. Incluso he llegado a plantearme si decirte algo o no. Y te pido perdón por ello, porque si es importante para ti, lo es también para mí... Pero me duele.— Dijo sin dejar de acariciar su rostro.

—Es sobre tu amigo y la carta. En algún momento debería hablar de esa carta con Lord Everan o en su defecto con su hija, porque no voy a esperar una eternidad a que la guerra acabe para hablar con él y marcharme... y espero que tú conmigo.— Comentó pero se encargo de hacerla una señal con la palma de la mano para que se detuviese y le dejase terminar.

En algún momento también, van a enterarse del contenido de la carta, Lyn. Pero si es importante para ti, quizás si yo hablo con ellos, pueda suavizar la situación.— Explicó. —Y tal vez evitar que padre sea el que se presente ante ellos.— Dejo aquello en el aire un instante para que ella lo valorase.

— Sólo quiero que sepas que haré lo que sea por ti...— Resonó su promesa con la lluvia de fondo como testigo.

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28/08/2019, 00:17
Carellyn Flores

Torre de invitados. Tercer día del Guerrero. Mes del Padre. Año 289 A.C.

Pasó un rato. Dos ratos. Muchos ratos más. Y cuando los ratos se acabaron Carellyn estaba agotada y feliz, arropada por una sensación perezosa y cálida que la hacía sentir como si flotase, envuelta entre algodones. Los besos fueron tornando pasión por ternura y su mirada se volvió más dulce. Creyó que iba a quedarse dormida mientras él se entretenía con su pelo, rodeada por su aroma y con su sabor prendido en los labios. Cuando volvió a mirarla ella le dedicó una sonrisa lánguida y deslizó sus dedos por su brazo, acariciándolo despacio. 

Cuando empezó a hablar se dio cuenta de que iba a ser algo importante y distinto a las frases de amor que habían compartido en el último rato. Le costó reactivar un cerebro que estaba ya camino de apagarse, pero hizo un esfuerzo por prestarle atención y se centró en él y en sus palabras. 

Se pegó a él, mirándolo de cerca, y protestó con suavidad. 

¿Seguro que quieres hacerlo mañana? ¿No prefieres esperar a que lleguemos a Antigua? No quiero que recibas más golpes por mí —dijo, acariciando su mejilla—. Yo también quiero protegerte a ti. Habla primero si quieres, pero me pondré delante. 

Si era consciente de lo ridículo que podía sonar que una muchacha menuda y con su constitución asegurase que iba a proteger a un hombre de la envergadura de su hermano... le dio igual. Y estaba empezando a besar su piel alrededor de la clavícula cuando él siguió hablando y se detuvo para escucharle. 

Su sonrisa se torció en un mohín cuando se dio cuenta de que la maldita carta del maldito Aldern volvía a entrometerse. Su expresión hablaba por sí sola, delatando que si fuera por ella nadie en el mundo hablaría de esa carta nunca más. En ese momento tan dulce a punto estuvo de mandar al dorniense y a su carta a buscar pepinos donde no saliese nunca el sol. Todavía estaba enfadada con él por haberla dejado sola ante el problema que él había creado, sin darle información ni herramienta alguna para enfrentarse a él. Pero aún con todo, sentía lealtad hacia el que había sido su mejor amigo y se daba cuenta de que mientras no zanjase el tema, seguiría volviendo una y otra vez. La única forma de acabar con ello debía ser enfrentándolo hasta que se acabase, para bien o para mal. Suspiró y levantó un poco la cabeza, apoyando el codo en la cama y la cabeza en la mano, mirándolo desde ahí. 

—Arlo... ¿Pero por qué vas a hablar con nadie? —preguntó, algo confusa— Creía que íbamos a marcharnos discretamente, antes de que pudieran impedírnoslo, sin avisar de nuestros planes, salvo a la tía Rhonda si es que decide ayudarnos... ¿No es esa la idea? —Lo miró, asustada por la perspectiva de anunciar que se iban y las consecuencias que eso podía tener—. Y si desaparecemos, ¿crees que a alguien le importará ya esa estúpida carta? ¿No estarán más preocupados por ordenar el desastre que vamos a dejar tras nosotros?

Se frotó las sienes con las yemas de los dedos y miró hacia el techo por un instante antes de volver a mirarlo a él. 

—Ayer envié un mensajero con dos cartas —le contó—. Una para lord Aldern, pidiéndole que olvidase su idea de pedir mi mano. Es testarudo, puede que ni con esas ceje en su demanda, pero espero que preste atención a mis palabras. La otra era para Padre. En ella le explicaba el malentendido y le puse todo mi empeño a esa carta, Arlo, creo que me quedó bastante bien. Le pedí que considerase la carta de lord Aldern lo que es en realidad: producto de la sobreprotección de un chico tonto hacia mí. Traté de que entendiese que si la había enviado es porque me quiere y no porque quisiera causar mal y le pedí disculpas por todo este malentendido. 

Con su mano libre acarició el rostro de su hermano lentamente, dejando que sus dedos memorizasen sus rasgos y siguió hablando. 

—También le pedí que le escuchase si llegaba a pedirle mi mano. —Hizo un gesto sobre sus labios, pidiéndole que la escuchase antes de interrumpir—. Lo hice por tres motivos. El primero, para que fuese nuestra tapadera. Pensé que si todos en la familia creían que estaba prendada del dorniense, a ninguno se le pasaría siquiera por la cabeza que en realidad a quien amo es a ti. El segundo, para ganar tiempo. Sé que él no tiene permiso de su Casa para pedir mi mano. Mientras se alargase esa negociación tú y yo podríamos planear qué hacer con más calma. El tercero, pensando en qué pasaría si tú decidías anteponer tu honor y tu apellido. —Su voz tembló un poco al llegar a ese punto y cuando continuó sonaba más frágil—. Y si decidías obedecer a Padre y desposarte con Aquilegia, yo tenía dos razones por las que querría desposarme con lord Aldern. Una, que realmente prefiero tener un marido al que conozco y que me ame, al que sé cómo manejar, antes que un desconocido del que no sé nada, ni siquiera su nombre. Y la otra, que Aquilegia está profundamente enamorada de él. No me enorgullezco de ello, pero no quiero mentirte. Aquilegia lo ha tenido siempre todo tan fácil... Pensé que si ella iba a quitarme al hombre al que amo con todo mi corazón, yo podía quedarme al que ama ella. 

Apartó la mirada de la suya con cierta vergüenza por haberle mostrado esa faceta vengativa que seguramente no le agradase, pero no había terminado, así que continuó hablando. 

—Debería haberte contado todo esto ayer, en el momento en que lo hice. Te pido disculpas por no haberlo hecho, pero creía que preferirías que no te hablase más de él. No espero que sea nunca un amigo para ti, pero no sabes cuánto te agradezco que aceptes que lo ha sido para mí. Cuando no creía posible de ninguna manera que tú sintieras lo mismo que yo, cuando mi mejor perspectiva era acabar compartiendo mi vida con un hombre cualquiera al que nunca llegaría a amar de verdad, llegué a pensar que, dentro de lo malo, no estaría mal que ese hombre fuese él. Siento mucho que hayas sentido que te traicionaba, nunca lo haría. Si hubiera sabido que esto que tenemos era posible... —Se inclinó para dejar un beso fugaz en su frente antes de seguir—. No lo amo, pero ha sido bueno conmigo y le tengo aprecio. No quiero que sufra las consecuencias de haber tratado de ayudarme, por muy torpemente que lo haya hecho. No quiero sentirme culpable o responsable de que tenga problemas con Lord Everam o con Padre. —Negó con la cabeza, despacio—. Me duele que todo esto te haga daño, Arlo. Ojalá supiera cómo explicártelo para que te dieras cuenta de que no merece ese dolor. Ojalá mi amor fuera suficiente para tapar cualquier herida y hacer que solo sintieras cosas buenas. 

Tras todas las confesiones, suspiró hondamente. 

—¿No hay posibilidad alguna de que Padre queme esa carta y olvide su contenido? ¿De que nadie tenga que hablar con Lord Everam de ella? Lord Aldern lleva siendo un prisionero de guerra desde que era un niño y lo separaron de su familia. Ahora Lord Everam está a punto de liberarlo, dijo que lo haría en cuanto regresaran del frente. Y él es tan imbécil que ha puesto en riesgo su libertad por mí, por una bastarda sin derecho a un apellido. No quiero que hagas nada que te produzca dolor, pero al menos dime que comprendes por qué trato de ayudarle.

Había hablado mucho y dicho muchas cosas. Quizá demasiadas. Quizá insuficientes. Se quedó callada al terminar, mirándolo con una arruguita de preocupación frunciendo su ceño, sin saber cómo iba a reaccionar él.