La Isla de las Sirenas

El suave canto de una sirena invadió sus oídos cuando el tiempo se detuvo y solo pudieron sentir cómo los absorbía lentamente en un hechizo que los obligaba a seguirlo. Sus consciencias viajaron por entre el espacio y el tiempo y cuando menos lo pensaron, allí estaba. La isla de las Sirenas de la cual pocos navegantes habían podido escapar, entre ellos Ulises tras amarrarse al mástil de su propia embarcación.

Allí fue donde llegaron, una isla desierta y paradisíaca llena de huesos humanos pero sin ninguna criatura. Apolo y Nyx, dioses del sol y la luna, solos en ese lugar atraídos por el canto de las sirenas. A pesar de todo, aún podían encontrarse en el Olimpo. Estaban en ambos lugares a la vez.

Apolo siguió aquella perfecta sinfonía en pos de algo que hasta recientemente creía suyo, pero que había dejado de serlo. Él,  anteriormente Dios de las artes y el Sol, siguió el llamado que en forma de canto guiaba sus pasos en pos del origen de aquella hechizante y perfecta melodía.

Por un momento fue como si todo lo que estaba ocurriendo en el Olimpo quedase en segundo plano, como si el ataque de Cronos al olimpo fuese algo nimio en comparación con la melodía. El dios, embriagado, cerró los ojos y se dejó llevar. Cuando los abrió, miró alrededor y respiró hondo.

Pasaron los segundos y Apolo fue volviéndose consciente de lo que significaba aquello. Conocía aquel lugar, La Isla de las Sirenas. Había incontables leyendas sobre aquel lugar, la mayoría de ellas terribles, pero costaba creérselas debido al embrujo de las voces.

Nyx. Pronunció finalmente a su acompañante con voz calmada. Me alegro de que estés aquí. Esperó a que ella también se adecuase al lugar. No estoy del todo seguro de lo que significa que estemos aquí, pero apostaría por que tiene que ver con todo lo que está aconteciendo.

Apolo frunció el ceño al ver a dos nuevos Dioses convertidos en bellas estatuas en el Olimpo. Parece que los hermanos de Cronos no han perdido el tiempo. Comentó, con pesar. Tal vez haber acabado aquí no sea tan malo como parece. Aquí podemos hablar sin que los demás escuchen. Le sonrió.

Algo me llama, no puedo evitar el dirigirme hasta el origen de una hermosa melodia, avanzo sin ser dueña de mis propios actos y en cuento veo el destino no puedo evitar sentir un escalofrio por mi espalda.

La isla de las sirenas. cuantas veces habré sobrevolado este destino de muerte de cientos de ingenuos navegantes, cuantas veces habré escuchado esa canción.

Antes estas cosas no me afectaban sin embargo ahora caía en sus embrújos como un simple mortal.

Seria a causa del castigo de Cronos, el que no me sintiera yo misma, ¿tanto me había debilitado que había caído al nivel de esos débiles humanos?

cuando llego Veo Apolo y en cuento el se percata de mi presencia se dirige a mi y por cortesia le contesto.

-Hola Apolo, no esperaba encontrar a otro olímpico por aquí, pero era lógico que el dios de las artes y melodías fuese llamado aqui con algo tan hermoso-

 acerco a el, lo miro de arriba a abajo y empiezo a dar círculos alrededor observándolo con detalle.

-por fuera pareces aquel que afirmas ser, pero como puedo estar segura de que cronos no me ha elegido como siguiente victima de sus aliados y me ha aislado aquí con uno de ellos-

me aparto de el hasta estar a una distancia prudencial.

-tu tampoco puedes asegurar que soy quien digo ser, así que de momento mantengámonos a distancia y hablemos hasta que nos convezámos el uno al otro-

Apolo esbozó una sonrisa ante las palabras de Nyx. Le hizo especial gracia que la diosa diese vueltas alrededor de él, analizándole. Finalmente asintió, comprendiendo lo que quería decir. Tienes razón, ni tú ni yo podemos ni debemos estar seguros de que el otro sea quien afirma ser. Es aconsejable que actuemos de forma prudente, aunque confio en que, con el tiempo, podamos cambiar eso. Al fin y al cabo los que seguimos siendo nosotros mismos tenemos que permanecer unidos para salir de esta situación.

Respetando la distancia que Nyx había establecido, el dios de las artes se tomó su tiempo para contemplar la isla y todos aquellos huesos que parecían parte de la misma. No auguraba nada bueno. ¿De verdad crees que Cronos es capaz de controlar este lugar también? Preguntó, con curiosidad en el tono. ¿Se molestaría en usar a las sirenas, embaucar a dos dioses y encerrarlos para que se maten entre ellos? Yo creo que no. Ha demostrado tener una forma de actuar más directa e implacable. Si quiere algo lo hace, así de sencillo. Le habría resultado mucho más fácil encerrarnos en un bucle temporal, por no mencionar que las sirenas, que yo recuerde, siguen a los Olímpicos.

Apolo volvió a centrar su mirada en la diosa una vez más. No creo que esto sea cosa de él, pero todo puede ser. Lo que sí sé a ciencia cierta es que yo no estoy de su lado y quiero venganza por todos los dioses que han caído por su culpa. Pero no sé quien es responsable de las muertes. ¿Tienes alguna idea? A mí los que acusaron a Hermes me parecen sospechosos. No creo que todos ellos sean impostores, pero me decantaría a pensar que hay un titán o dos escondidos.

-¿insinúas que hay algún poder por encima o al mismo nivel que cronos que nos está ayudando, que alguien o algo nos ha sacado del olimpo para que podamos hablar de la situación?-

Me quedo pensativa durante unos segundos, razonando la posibilidad.

-Supongamos que tienes razón, me surgen varias preguntas entonces-

Me siento en la roca más cercana cruzo las piernas y me inclino hacia adelante

-si su poder rivalizar con el de cronos ¿porque depender de nosotros que nos encontramos en nuestro punto más bajo?-

-¿Por qué no da la cara, y cuenta su plan?-

­-¿Por qué a nosotros, somos clave para descubrir a los traidores?-

Reclino el cuerpo hacia atrás, y dejo caer la cabeza hasta q veo el cielo negro

*Esta tal como lo deje cuando empezó todo el caos*

Ahora los cantos melodiosos de las sirenas se eran remplazados por truenos y sonidos de trompetas que desgarraban el cielo... Del paraíso al infierno y era preferible morir despedazado en las fauces de cerbero una y otra vez....

Una figura aparece al final, la gran madre de todos... En la distancia se veía su llamado, mas allá de una columna de oscuridad y ojos brillantes en medio de las tinieblas.

-¿Te mantienes callado Apollo?-

-Si es verdad que alguien nos ha dado esta oportunidad para solucionar nuestro problema la estamos desaprovechando-

en ese momento todo cambia, el cielo truena, se desgarra, y a lo lejos Gea aparece envuelta en sombras

-Por tod lo que es y sera, Gea ha aparecido-

Me levanto con cautela y avanzo despacio pues aunque mi corazon deseaba ver a mi Tia, no puedo dejar de sospechar de la situacion

-¿Gea querida en realidad eres tu?¿como es posible? ¿que esta pasando?-

Discúlpame. Dijo Apolo, que se había mantenido absorto por todo lo que estaba aconteciendo en el Olimpo. Estaba tratando de averiguar las intenciones de los demás Olímpicos. Creo que ha sido buena idea que se den a conocer las intenciones de acusación, hemos conseguido respuestas de gente que permanecía al margen y aclarar algunos puntos. Ahora me fio de algunos que antes no me fiaba y al revés.

Miré a Nyx y le sonreí, concierta tristeza. Lo desconozco. No conozco las intenciones del que nos trajo aquí. Tal vez sean buenas o tal vez sean tan oscuras como este lugar. Aquel lugar estaba lleno de embaucación y muerte. Solo sospecho que esto no es obra de Cronos, no es su forma de actuar, al menos no lo ha sido hasta el momento. Tal vez quiera que descubramos a los traidores, o tal vez simplemente quiera sacarnos información. Igual nos está escuchando. Apolo se encogió de hombros. O tal vez nos quiera abandonar aquí a nuestra suerte.

Sea como sea, aunque este lugar me inquieta, podemos usarlo para tratar de desenmascararles. Yo al final voy a volver a acusar a Hécate. La respuesta de Hades ha valido para que descarte mis dudas sobre él y la de Helios, pese a su insolencia, también. Ahora sospecho más de Hécate, Perséfone y Poseidon. No me ha gustado mucho su actitud y sus argumentos, me han parecido pobres y algo desesperados. La miró, iba a añadir algo más, pero algo ocurrió.

Apolo gritó ante aquello, lo había pillado por sorpresa y no podía evitar pensar que algo realmente malo estaba ocurriendo. Tanta violencia... Pero venía de Gea. ¿Tal vez estaba tratando de luchar contra su encierro? ¿Gea, es usted? ¿Cómo podemos ayudarla?

La Isla de las Sirenas

El suave canto de una sirena invadió sus oídos cuando el tiempo se detuvo y solo pudieron sentir cómo los absorbía lentamente en un hechizo que los obligaba a seguirlo. Sus consciencias viajaron por entre el espacio y el tiempo y cuando menos lo pensaron, allí estaba. La isla de las Sirenas de la cual pocos navegantes habían podido escapar, entre ellos Ulises tras amarrarse al mástil de su propia embarcación.

Allí fue donde llegaron, una isla llena de huesos humanos pero sin ninguna criatura. Al mirar con mayor atención, divisaron dos figuras allí, mirando al horizonte. Se trataba de Apolo y Nyx, los cuales parecían ser los únicos en la isla. Más tarde, pudieron darse cuenta de quiénes estaban allí. Zeus y Atenea, arrastrados por la misma fuerza hasta ese extraño lugar.

Hasta ese momento no habían notado los fuertes truenos que caían en la isla, rompiendo la paz del viento con su golpe y aturdiendo aquel dulce canto que los había llevado hasta allí. Del paraíso al infierno y era preferible morir despedazado en las fauces de cerbero una y otra vez....

Una figura aparece al final, la gran madre de todos... En la distancia se veía su llamado, mas allá de una columna de oscuridad y ojos brillantes en medio de las tinieblas.

El canto de la sirena le había abstraído de la situación en el Olimpo, para luego verse arrastrado hacía aquella isla donde los mortales encontraban la condena. Allí encontró a Apolo, Nyx, y Atenea, a quienes observó con temple de hierro, sin mostrarse disgustado por este lugar. Asintió con la cabeza al verse cómodo entre las presencias que habitaban aquel lugar.

- Diganme, ¿quién es el responsable de que nos encontremos aquí? Si alguno tiene respuesta, que la de.

La otrora Diosa de la sabiduria se acerco a su amado y temperamental Padre y le pidio con un gesto de su mano que se tranquilizara, el mal genio de Zeus le habia traido problemas en mas de una ocasión y Atenea habia tenido que evitar que hiciera actos con consecuencias catastroficas. Ya reunida con el le hablo con su serena pero firme voz y le dijó:

-Me temo padre, que una parte de nosotros ha sido llevada a dominios perversos de los que no podemos escapar. 

Atenea camino por la orilla de la tormentosa isla y miro los nuevos dominión con cierto temor, miró a su amado padre y concluyó:

-Sea lo que sea que vayan a hacer con nosotros no sera bueno Padre, somos piezas de este juego perverso y temo que hemos sido tomados para oscuros propositos.

La oscuridad rodea a la gran madre y parece someterla; de repente y con gran estruendo todos los elementos reaccionan como si fueran atraídos hacia la misma oscuridad que había cubierto a Gea. ¿acaso este sería el fin de todo lo conocido?

Las sirenas aullaban y se lamentaban al sentir que el agua en que habitaban les ardía en la piel y las escamas, de su majestuoso canto que hipnotizaba incluso a los dioses ahora solo impregnaba terror en cada milímetro de la anatomía de cualquier ser... Los elementos del reino de la diosa madre seguían adentrándose a la oscuridad, atraídos por algo más fuerte que ellos.

Recibió las palabras de Atenea con una expresión seria, pero comprendiendo la intención de sus actos, moviendo su cabeza en una leve inclinación mientras respiraba profundamente. Escucho el lamento de su hija, la favorita entre todos, y apuro a contradecir.- Seremos libres, hija mía, te lo aseguro. Debemos estar tranquilos, y unidos, sobre todo unidos, ahora más que nunca... - Se giro a observar a Apolo y Nyx, y tras meditarlo un momento, decidió hablar públicamente.- Hijos, Nyx... Denme sus opiniones con respecto a mi, Poseidón, y Perséfone, por favor. Algo en mi interior me dice que ellos son títanes disfrazados, pero no tengo prueba alguna de ello. Por favor, diganme que piensan de esto.

Hubiese seguido hablando, pero la oscuridad rodeaba a Gea en el horizonte, y todo parecía ser engullido por aquella temible plaga. Avanzó un paso para observar con atención este evento, mas con una indignación y preocupación visible en su rostro, sabiéndose incapaz de hacer algo en aquel preciso momento para detenerlo.

Dos nuevos dioses caminaban por la isla, el gran Zeus y su preciada hija, Atenea.

-Hola Zeus, estaba discutiendo con tu hijo el como y porque estamos aqui, ademas de quien nos ha traido-

Luego me giro hacia la oscuridad que rodea a Gea y veo como todo se vuelve mas caotico a su alrededor.

-entonces aparecio eso, suponemos que es Gea y que algo terrible la esta pasando, pero no podemos dar una explicacion-

Vuelvo a girarme hacia Zeus y sus vastagos. Ignoro la pregunta directa de Zeus sobre su hermano, pues considero que lo que esta ocurriendo aqui es mas apremienta, ademas de que todavia debia formarme una opinion sobre Zeus.

-Supongo que dos aopiniones nuevas sobre la situacion no vendran mal, asi que dime señor del Olimpo, ¿se te ocurre que podria estar pasando aqui?-

Al escuchar las palabras de Nyx, tanto en la Isla de las Sirenas como allá en el Olimpo, Zeus tuvo que respirar profundo para reunir toda la paciencia posible. Le costaba creer la actitud que la madre de la noche mantenía ante la situación.

- Nyx, en verdad, pareces ajena a todo lo que sucede a tu alrededor.- Volvió a negar con la cabeza.

Todo parecía perdido, el suelo se volvía cada vez más oscuro bajo sus pies y una figura sombría con ojos de fuego, mucho más grande y aterrador que el mismísimo Kraken, se levantaba y se tornaba cada vez más imponente. La oscuridad se había percatado de su presencia y ahora se acercaba... El poder de tantos dioses juntos no era de ignorar.

Observó a la criatura que se acercaba hacía ellos, y no dudo en ponerse en guardia. Tenía la sensación que la batalla se dividía en dos frentes ahora. Uno en el Olimpo. Otro en esta isla. 

- Por el rayo y el trueno... ¿cuál es esa criatura que se acerca? - 

De repente, la figura de Nyx desaparece de ese lugar.

La Isla de las Sirenas

El suave canto de una sirena invadió sus oídos cuando el tiempo se detuvo y solo pudieron sentir cómo los absorbía lentamente en un hechizo que los obligaba a seguirlo. Sus consciencias viajaron por entre el espacio y el tiempo y cuando menos lo pensaron, allí estaba. La isla de las Sirenas de la cual pocos navegantes habían podido escapar, entre ellos Ulises tras amarrarse al mástil de su propia embarcación.

Allí fue donde llegaron, una isla llena de huesos humanos pero sin ninguna criatura. Al mirar con mayor atención, divisaron tres figuras allí, mirando al horizonte. Se trataba de Apolo, Zeus y Atenea, los cuales parecían ser los únicos en la isla. Más tarde, pudieron darse cuenta de quiénes estaban allí. Ares y Dionisio, arrastrados por la misma fuerza hasta ese extraño lugar.

Hasta ese momento no habían notado los fuertes truenos que caían en la isla, rompiendo la paz del viento con su golpe y aturdiendo aquel dulce canto que los había llevado hasta allí. Del paraíso al infierno y era preferible morir despedazado en las fauces de cerbero una y otra vez....

Una figura aparece al final, la gran madre de todos... En la distancia se veía su llamado, mas allá de una columna de oscuridad y ojos brillantes en medio de las tinieblas.

Todo parecía perdido, el suelo se volvía cada vez más oscuro bajo sus pies y una figura sombría con ojos de fuego mucho más grande y aterrador que el mismísimo kraken se levantaba y se tornaba cada vez mas imponente, la oscuridad se había percatado de su presencia y ahora se acercaba... El poder de tantos dioses juntos no era de ignorar.

Los ojos de la bestia seguían ardiendo en la oscuridad que la envolvía, y aunque se encontraba en guardia y pendiente de sus movimientos, pudo percatarse de la llegada del Dios de la Guerra y el Dios del Vino a aquella tormentosa isla. Giró su rostro hacía ellos mientras les daba la espalda, pues su cuerpo apuntaba hacía la bestia.

- Bienvenidos. Tenemos mucho de que hablar.

Primero se dirigió a Ares. Lamentaba las palabras que debería de decirle.- Dionisio y Hefesto no mintieron. Afrodita me lo ha revelado todo. Si en verdad deseas el triunfo del Olimpo por sobre el de Cronos, no pierdas tu tiempo protegiendo a una traidora.- Su tono de voz era autoritario. Confiaba en la capacidad de Ares para dejar de lado los sentimientos, y actuar en favor del bien de todo lo que existía.

Luego se volteó hacía ellos, confiado en que la bestia seguiría sin moverse de su lugar, y que él sería lo suficientemente rápido para voltear y recuperar la guardia en caso de un imprevisto. Se acercó a Ares, poso una mano sobre su hombro, pero aquel que realmente motivó a Zeus a dar la espalda al peligro. Cuando estuvo frente a él, colocó ambas manos sobre sus hombros, y con un tono de voz que reflejaba una parte de si dolida con esta situación, le habló con franqueza.

- Dionisio, hijo mío. Afrodita me lo ha dicho... Poco y nada puedo hacer para evitar el desenlace que te espera. Sin embargo, aún puedes irte con dignidad y ser recordado como un dios heroico.