Partida Rol por web

Llegas, con paso prudente, a la habitación del piano, tras haber bajado las escaleras con el ruido de los pasos amortiguado por la cómplice alfombra. Eso cesa en cuanto pisas el lustroso suelo enlosado de la sala de música de la mansión.

La soledad y quietud te envuelve. Ante un instrumento como ese, lamentas no saber arrancar una sola nota coherente al teclado, aunque por otra parte tampoco sería una buena idea, dadas las horas que son.

Busco un sofá cómodo en que sentarme y me dirijo hacia él. Me aseguro de que el sofá esté dando la espalda a una pared y de poder ver bien todas las entradas a la sala. Habiendo sitios para 21 personas, no dudo encontrar uno acorde. Quizás no sea un sofá, pero una simple silla me sirve.

En el último instante, se me ocurre algo y decido examinar el gramófono y el disco que hay en él.

Después, vuelvo a mi idea original y me siento a esperar.

Un pesado cenicero de cristal, duro y compacto, es lo mejor que encuentras, y lo ocultas con la mano bajo el jersey. 

La salida de tu habitación da directamente a la Sala del Piano. Una sala espléndida presidida por un instrumento de lujo, de reciente y bella factura, que dan ganas de tocar... si se supiese hacerlo, que no es tu caso.

Junto a tan bello instrumento se encuentra, ¡oh, sorpresa! Sir Gustave Cavanough, admirando el acabado del piano desde una cómoda silla que hay junto a la pared.

Al poco tiempo de sentarte por segunda vez en la cómoda silla tapizada, una puerta se abre, la de la habitación sur*. De ella sale, ¡oh, sorpresa!, el señor Martin Crowden.

Él no puede evitar una mueca de sorpresa al verte allí sentado.

Buenas noches, señor Crowden

¿De entre todos tenía que ser precisamebte él?... En fin. No es plato de mi devoción, pero al menos no es el violador

Hago de tripas corazón y le dedico unas ásperas palabras.

¿Gusta en sentarse conmigo a hablar de lo ocurrido o va a algún lado?

Martin se sorprendió al ver se al señor Cavanough junto al piano, así que decidió detenerse a su lado y responder a su pregunta, aunque sin sentarse, dejando ver que iba a continuar su camino tras una breve conversación.

- Buenas noches, señor Cavanough. La verdad es que me dirigía al baño de la planta superior, el mío tiene algunos desperfectos y no lo puedo usar. Una situación un poco incómoda, parece que esta casa está llena de sorpresas desagradables... ¿Y usted? ¿No puede conciliar el sueño quizá?

Nada de eso. Tenía intención de encontrarme con alguien aquí, pero parece que me han dejado plantado. En el piso superior no conozco baños comunes, pero quizás pueda preguntárselo al grupo que se reunirá en la biblioteca. Si no lo sabe la señorita Dupont, al menos el señor Dyle, el mayordomo sabrá indicarle. Lamentablemente, no sé a qué hora se piensan reunir, pero quizás estén ya allí.

Le digo con una fingida sonrisa y dejando implicito que sé que me está mintiendo.

Martin se quedó un poco desconcertado ante sus palabras.

- ¡Vaya! ¡Una reunión y yo sin estar informado! En todo caso y si me excusa, le tengo que dejar, señor Cavanough, como le digo, iré a usar el baño superior. Espero que aparezca finalmente su acompañante. Así pues, hasta mañana... -Martin le dedica una sonrisa maliciosa-, supongo.

Martin continua su camino, dejando a Sir Cavanough nuevamente solo.

¿Ese estúpido acaba de amenazarme? Cómo por un instante me sienta amenazado por ese mequetrefe, que no dude de que sabré defenderme

Pienso recordando cierto frasquito de mi maletín.*

¿Podría golpear a la puerta del señor kerrigan? No me gusta esperar y esa vaca me ha puesto nervioso...

Cavanough contaba los minutos en su reloj.

Había marcado claramente una hora. Le daría media hora de cortesía y después volvería a su habitación.

Había mucho aun por hacer.

Aun quedaban algunos minutos, así que permaneció en espera

Y media en punto. El señor Kerrigan había ignorado mi petición.

En fin... - pensé. Y me levanté de la silla dispuesto a volver a mi habitación.

Al hacerlo un pensamiento pobló mi mente y me respaldó en una idea que estaba surgiendo en mi. Un pensamiento que verbalicé en voz alta:

El señor Crowden se retrasa mucho en su visita "al baño"

Al salir de su habitación, que da acceso directamente a la Sala del Piano, el señor Wesley Barrow se encuentra a Sir Gustave Cavanough de pié cerca del piano, como deambulando de un lado a otro, en gesto contrito de frustrante espera.

El galés ya estaba con un pie en dirección a su habitación pensando que su interlocutor no había querido presentarse, de modo que, al verle, su rostro se iluminó con una sonrisa.

Avanzó hacia el hombre tendiendole la mano.

Disculpeme, pero ya pensaba que no se presentaría. Me alegro de que haya decidido venir, señor Kerrigan. ¿No es ese su nombre?... No quisiera abasallarle, pero tampoco quusiera hacerle perder el tiempo... Iré directo al grano, porque no tenemos mucho tiempo ya que su vecino el señor Crowden ha salido también de sus aposentos y subido al piso de arriba dios sabe con que intenciones, (aunque no desaprovechó la oportunidad para amenazarme) y en cualquier momento podría regresar...

Lo cierto es que cuando le cité aquí, lo hice pensando que usted era el señor Owen y la señorita Sheppard - ¿Es ese su nombre? - su esposa. Mi intención era intentar compartir con usted mis sospechas convencido de que era parte de un juego... ahora todo ha cambiado

Con la emisión de la grabación ha quedado claro que no eran quienes decían ser, pero tampoco quienes yo sospechaba. Creo que corremos peligro todos nosotros, y, con todo, creo que ustedes dos son dignos de mi confianza.

En estos instantes, en la biblioteca la señora actriz está entrevistándose con el mayordomo, y, probablemente con el señor Crowden, y dada la amenaza con la que me pretendió asustar cuando insinué que precisamente esa reunión era su destino, creo que el peligro puede ser más inminente de lo que parecía.

Dicho todo esto... Ustedes dos siguen siendo un misterio para mi... ¿me permite preguntales quiénes son ustedes? ¿La señora Sheppard es su esposa?

Se encuentra con Sir Gustave donde él creyó que le citaba, aunque guardaba sus dudas sobre si su deducción era correcta pero ahora estaba seguro de que sí. Lo saluda con el correspondiente apretón de manos. Wesley permanece callado y atento, con un pequeño brillo de desconfianza general, mirando a todos los lados y a los lugares donde él le informa que hay otros reunidos. 

- Lo primero, me alegro de ser digno de su confianza. Usted me parece alguien de fiar, también, por eso estoy aquí. - Resopla y hace un dos con los dedos. - Lo segundo, diga lo que diga ese gramófono, hace mucho que no soy Gabriel Kerrigan. Soy Wesley Barrow, y Penny es mi hermana. - Ignora por completo el nombre de ella que reveló el anfitrión o lo que fuese. - Somos hermanastros, y no hay mayor vínculo que el que tenemos. Nuestra familia anterior está olvidada: eran el demonio. - Dijo apretando el puño. - Desde que nos fuimos y me hice cargo de ella, nos hemos presentado siempre como hermanos carnales. Si quiere un consejo, no se le ocurra nunca llamar a Penny de otro modo que no sea Penny o señorita Barlow. Ella no se lo toma muy bien. - Le comenta al escritor serio pero no amenazante, y en cierto modo por ayudarlo.

- O sea que ese Crowden lo ha amenazado... Desde luego parece un ser reprobable, como ese canadiense violador. - Gruñe pensando en lo que esa bestia puede haber hecho a unas niñas. - Esas mujeres tampoco me gustan... Está claro que todos hemos hecho algo, por defensa propia o por las personas a las que amamos, pero no todos merecemos pagar aquí por nuestros pecados. Creo que usted es de fiar, le repito, y le transmitiré a mi hermana sus palabras, que estoy seguro la aliviarán. Le ha afectado mucho esto... 

De acuerdo, señor Barrow. - ¿puedo llamarle Wesley? - tenga por seguro que haré caso de su recomendación y olvidaré sus nom... disculpe, quería decir que olvidaré cualquier nombre que no sean los suyos: Wesley y Penny Barrow. Gracias por el aviso

La verdad que una sonrisa esperanzada había aparecido en la cara de Gustave sustituyendo al rostro peocupado de sus anteriores declaraciones.

No sé a que responde la reunión de la biblioteca, quizás nada tengan que ver con crowden, pero ese tipo me parece peligroso (aunque como bien indica, no es el más peligroso aquí). Quería avisarles. Yo voy a cuidarme mucho esta noche, pero si algo me llegase a pasar... me gustaría que no se fiasen de él

También... hablando de esto... en fin - Gustave se ruborizó un poco - Entiendo que no son las mejores circunstancias, pero su hermana me ha resultado un regalo divino en una situación horripilante... dado que usted siendo su hermano es su familiar más directo... esto... ¿me permitiría, en caso de haberme alterado innecesariamente con Crowden, cortejarla oficialmente? Comprendo sus dudas, pero le prometo que mi crimen fue verdaderamente en defensa propia, y no permitiría que nada malo le ocurriese a ella si en mi mano estuviese la capacidad.

Finalmente, la conversación queda en el aire y ambos deciden retirarse a descansar y hablar de temas más densos con el frescor de la mañana, o cuando el momento lo vuelva a sugerir.