Partida Rol por web

La Señora Bennett asintió ligeramente a la proposición de Penny.-Que así sea querida que ese violador pague por sus pecados.

A lo que después añadió.-No creo que sea buena idea quedar mañana en el mismo sitio querida, pensemos que mañana puede ser mas accesible otro sitio*.

Penny asintió a la propuesta de la señora Bennett tras meditarlo algunos segundos. 

- Creo que tiene razón. Tal vez encontremos un sitio mejor. Decidámoslo mañana entonces. - Sonrió. 

Os despedís hasta luego, en la habitación de Frederick Von Baach.

Por la mañana al despertar, algo te llama la atención. Algo que antes no estaba ahí. Sobre una repisa, un cuadro de medio metro de lado descansa con intención de ser bien visible. El cuadro no contiene ningún dibujo o paisaje, contiene el texto de una canción infantil popular.

Tras el día agotador, lleno de emociones y misterios, cuando llegas a la habitación y cierras la puerta a tus espaldas, una imagen ronda tu mente, la de Sean y Prudence, haciéndose gestos extraños, contra toda norma de etiqueta y moral.

Penny subió a su habitación francamente impresionada tras contemplar el horror del accidente que había sufrido el doctor. Cierto era que ella no era una jovencita que se achantase ante la muerte ni mucho menos, pero también era igual de cierto que ver a un hombre partirse literalmente por la mitad era francamente desagradable. Y además lo llenaba todo de sangre.

Había salido de allí en cuanto pudo, sin llegar a responder a la señora Bennett cuando le preguntó. Tan sólo fue a su cuarto para darse una breve ducha y cambiarse de ropa antes de comenzar la ruta de aquella noche.

Tenía la esperanza de que Wesley se presentase en su cuarto sin tardar demasiado. Así que por el momento tendría tiempo de asearse tranquilamente mientras él llegaba. Desde luego no se iba a poner pudorosa con él a esas alturas. 

Esa idea provocó una leve sonrisa pícara en sus labios mientras daba vueltas al resto de citas que tenía. Debía acudir a la cocina, con la esperanza de encontrarse allí con Prudence y Eleanor. Ya iba siendo hora de que se pusieran serios con el trabajo, había varios de sus compañeros con los que aún no había podido verse y tal y como estaba el tema cuanto antes pudieran charlar a solas, mejor. 

También debía ir al embarcadero a encontrarse con el señor Cavanough. Y Penny no pudo evitar poner los ojos en blanco al pensar en ese cándido caballero. Era increíble cómo los hombres podían dejarse llevar por una suave caída de ojos y una sonrisa dulce. Pero utilizarlos era su especialidad y mientras pudiese, lo tendría comiendo de su mano. 

Algo que debería hacer sin falta sería acudir al salón, pues si la gente se iba a reunir allí, mejor estar presente. Al menos así no hablarían de ella a sus espaldas. 

Y para terminar, esperaba poder ver a Wesley en su habitación antes de irse a dormir. Así podría sonsacarle a su hermano todo lo que hubiera descubierto con esos muertos con los que decía hablar. Ya era hora de ir poniéndose un poco serios.

Penny sale de la ducha envuelta en una toalla. Su ropa sobre la cama y la mirada concentrada en algún lugar lejos de allí. El balcón está entre-abierto, dejando pasar la brisa nocturna, que tanto se agradece para combatir el bochorno de las noches de tormenta.

Entonces, sin esperarlo, una puerta se abre. Más que una puerta, es la misma pared que se dobla sobre sí misma, a la manera de una puerta que nunca había estado ahí y que se revelaba de repente como por arte de magia.

De ella emerge el señor Sean Arbuthnot, y la sorpresa que se refleja en sus ojos al encontrarse a Penny solamente con una toalla, rivaliza con la de ésta al ver entrar un hombre en su habitación, de esa manera tan osada.

Penny salía envuelta en una toalla y tarareando una melodía entre dientes cuando de repente la pared se abrió y por ella apareció un hombre. 

Su primer impulso fue agarrar el borde de la toalla con fuerza, cerrándola bien, y sus ojos se abrieron por la sorpresa mientras un grito amenazaba con brotar de su garganta. Sin embargo, al ver de quién se trataba lo ahogó, conteniéndolo antes de que llegase a escapar. 

- ¡Señor Arbunoth! - Murmuró. - ¿Cómo demonios ha entrado usted? 

En ese momento recordó que estaba esperando visita y sus ojos miraron hacia la puerta, abiertos como platos.

- Wesley está a punto de venir. - Avisó al hombre que había irrumpido por sorpresa en su habitación. Antes de continuar hablando rápido, todo en susurros. 

- Hablemos rápido antes de que venga. La señorita Morstan me citó en la cocina y yo se lo transmití a Prudence, deberíamos intentar vernos allí los cuatro. - Hizo una pausa muy breve antes de seguir hablando. - El señor Cavanough no es un peligro, es demasiado bobo, lo tengo en mis redes por completo. Dice que está dispuesto a protegerme si me atacan, así que por ahora es mejor dejarlo con vida. Wesley me cuenta lo que dicen los muertos y creo que podemos utilizarle. 

Se detuvo tan sólo un instante antes de añadir algo más.

- Creo que deberíamos encargarnos de la señorita Cavendish. Luego podemos hablarlo junto a los demás en la cocina, pero por si acaso no logramos vernos... ¿Le parece a usted bien?

Los ojos azules de Penny volvieron a mirar hacia la puerta y luego miró de nuevo a Sean.

- Debería irse rápido, antes de que llegue Wesley. Sería muy sospechoso que lo encontrase aquí. 

- por dios!

Dice apartando la mirada

- mira, no tenemos mucho tiempo. Necesitaba hablar en privado con alguen...de los nuestros. Ayer intente organizar una quedada en este dormitorio, pues no llamariamos la atencion de nadie. Nada mas saber sobre los pasadizos, probe y mira, tenemos uno.....venga, vistete que el tiempo apremia. Dime si has conseguido quedar con otro de los nuestros esta noche. Dime un nombre... Te pasare una lista de nombres y cosas. Asi podemos hablar en clave delante de todos. Sera asi, a gaylord le he asignado agua con gas. Si alguno de nosotros nombra agua con gas y recibe respuestas positivas, tendremos a alguen para la noche. Si tiene motivos para deshechar la idea, dira en una intervencion el primer nombre en clave y luego el que propone....algo asi, nos hara reducir nuestro riesgo al minimo....por otra parte dime que el amor de gustav no es reciproco y dame buenas razones para que el no sea la victima esta noche...

- si, puedo ir a la cocina. Lo intentare. Mejor Ivett, sabe demasiado sobre los negritos.

Dejo la nota con los nombres en clave y me voy a mi cuarto.

Penny suspiró aliviada al ver que el hombre se marchaba antes de que llegase Wesley y solamente asintió con la cabeza. - Yvette. - Murmuró mientras él se marchaba. 

Sean sale de la habitación por donde ha venido. La puerta se cierra y se disimula perfectamente, como si jamás hubiese existido.

Poco rato tras irse Sean llaman a la puerta de tu habitación, te da tiempo a vestirte, aunque sin llegar al grado de recato y decencia exigible para una puesta en escena, pero suficiente para recibir a alguien de confianza en tu habitación.

Wesley llama a la puerta con discreción, vigilando los pasillos por miedo a que el asesino lo descubriese por ahí más que por miedo a que le vean visitando a su hermana. Asoma la cabeza al abrir la puerta y entra con una sonrisa por delante. Una sonrisa algo perjudicada por todo lo que tienen que tragar día y noche. - Hola, Penny. - Saluda cerrando tras de sí la puerta. Agacha la cabeza y le da un beso en la frente, notablemente cansado.

- No sé de cuanto dispongo. Alguien más me ha citado. Everett, Leonard Clement, y Sally Miles. Con Everett ya estuve ayer, después de que nos encontrásemos en mi cuarto. Fue improvisado, me lo encontré en la cocina, después de espiar a esos cuatro que hablaban de los pasadizos entre habitaciones. - Ladea la cabeza pensativo. - Parece estar un poco desquiciado, por esas ideas peregrinas del dado y eso... Pero tener a cualquiera de nuestro lado para no caer por la tarde es muy importante. - Dice sentencioso. - A la viuda le propuse yo quedar. Creo que es bastante pasiva, y ese es el tipo de gente que no queremos que desconfíe de nosotros. Temo más el tipo de muerte que acabamos de presenciar que a los asesinos nocturnos. ¿De acuerdo?

La rodea con sus brazos, ahora ya más relajado. - Bueno, ¿tú qué tal ayer con el galés más bocazas del mundo? - Pregunta con una sonrisa y depositando un beso en su pelo. - Lo tienes loco. Lo sabes, ¿no? Me parece muy estúpido como para ser peligroso... ¿Tú qué crees?